call of silence. robert...

By targparadise

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COS. ❝ madness and greatness are two sides of the same coin, in which side landed... More

chapter zero.
call of silence.
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𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝐄𝐈𝐆𝐇𝐓








Acompañada de su hermano menor, Maegelle observó a sus comandantes entrenar arduamente en el jardín real, el sonido de las espadas mantuvo a ambos menores con sus ojos absortos a los movimientos que realizaba cada uno, siendo tan distintos en cuánto a destreza e inteligencia. Viserys estaba enamorado de verlos combatir, no sabía con exactitud quién ganaría, todos eran fuertes.

Maegelle bebió té mientras escuchaba a Viserys aplaudir a Asael, un hombre de ojos verdosos y cabello trenzado oscuro, se movía mejor que cualquiera de los presentes.

─¡Él es el mejor! ─exclamó en su lengua materna─. ¿Puede volverse mi espada?

Maegelle sonrió levemente.

─Intentaré convencerlo de ello.

Viserys asintió con su cabeza, conforme con lo que escuchó, y continuó observando ahora a Nesa e Inereya empezar a entrenar a la par de los demás hombres. Al cabo de minutos, se maravilló con las féminas.

─Las quiero a ellas, lucen terroríficas y capaces de mantenerme con vida.

─Es porque lo son ─musitó Maegelle.

Viserys sonrió y sus ojos se desviaron hacia detrás de ella, Maegelle frunció su ceño confundida e iba a preguntar si algo sucedía, pero pronto lo escuchó mencionar el nombre del intruso.

─¡Hermano mayor! ─exclamó, poniéndose de pie rápidamente y corriendo en dirección a Rhaegar. Él, lo alzó del suelo, y dejó un casto beso en la cabeza del menor.

─¿Cómo te encuentras, Viserys?

Él se encogió de hombros.

─Todo va perfecto, ver entrenar a los hombres de Mae es muy divertido.

Rhaegar asintió y posó su mirada en los diez hombres corpulentos que movían la espada como si fuera parte de su brazo; una extremidad más. Además de ellos, debía admitir que las siete mujeres ahí, haciéndoles frente y mostrando cuán hábiles, rápidas e inteligentes eran, logró hacerlo entender que Maegelle estaba rodeada por un sinfín de personas que matarían a cualquiera por ella.

Debía ser la mujer más protegida en los Siete Reinos, con tantos que decidían vivir y morir para servirle.

─¿Te unes a nosotros, hermano mayor? ─le preguntó Viserys. Rhaegar observó a Maegelle, pero ella jamás se volteó a verlo, por lo que, titubeó en responder, aunque los ojos de esperanza del menor le hicieron dificultosa darle una negativa.

─Por supuesto.

Se situó del lado derecho de Maegelle, el único asiento libre. Viserys regresó al lado izquierdo de su hermana, y continuó enfocado en el entrenamiento, ignorando la incomodidad que aquellos dos sentían.

Nesa suspiró, casi negando con su cabeza, era triste verlos actuar así.

Rhaegar tragó saliva antes de poder decir algo.

─¿Cómo te sientes, Mae? ─le preguntó─. Hoy preguntaban por tú presencia. Nos has dejado a solas en el desayuno.

─No estaba de ánimos ─musitó─, y padre dijo que no estaba obligada a asistir. Así que, preferí pasar tiempo junto a Viserys y ver el entrenamiento de mis guerreros.

─Todos están en buena forma ─musitó él, para luego carraspear levemente─, pero esta mañana habría sido agradable verte, era el ensayo de mi boda.

─Lo sé, por esa razón no asistí ─musitó sin más. Rhaegar se sorprendió de la manera directa en que lo soltó.

─Mhm ─murmuró él, sin saber qué responder.

El silencio los volvió a rodear, incómodo y tenso, Viserys parecía no notar cuán incómodos ambos mayores se sentían con la presencia del otro. Maegelle jugó con sus dedos de manera ansiosa, quería levantarse de la silla e irse, pero tampoco sentía la valentía suficiente para hacerlo. Sin embargo, al ver que Rhaegar no tenía intenciones de irse, decidió hacer lo más evidente, y se puso de pie; realmente necesitaba correr de allí.

─Viserys, quédate con Rhaegar; me ausentaré por el resto de la tarde.

Viserys asintió con su cabeza.

─Nos quedaremos aquí, Mae.

Ella se puso de pie, y Rhaegar hizo lo mismo.

─¿No tengo voz?

─No.

Y sin más, se alejó de ambos. Los caballeros que antes entrenaban e ignoraban todo a su paso, se detuvieron de inmediato para hacer sonar sus espadas contra sus escudos y realizar una reverencia mientras Maegelle pasaba por delante de ellos.

Rhaegar la observó partir y suspiró, pasando su mirada hacia Viserys, quién sonrió levemente.

─No deberías haber escogido a una loba por encima de a un dragón, hermano.

Y el príncipe de plata no pudo evitar reír apenado, revolvió los cabellos de su hermano menor a sabiendas de que él tenía razón, pero jamás podría admitir algo semejante en voz alta.

─¿Quieres hablarme sobre las personas a las que estamos viendo? ─preguntó, ubicándose junto a él. Viserys asintió de inmediato.

─Sí, ellas son Inereya y Nesa...

Maegelle caminó por el jardín de flores de su madre, observando cada una de las extrañas rosas mientras se deleitaba con la combinación de aromas que se entrelazan y creaban un olor fuerte, pero amable con su nariz.

Se mantuvo allí por algunos minutos, intentaba mantener su mente en blanco, desde que se le dijo que sería heredera, todos cambiaron el modo en que la trataban; nadie murmuraba absolutamente nada si ella andaba cerca, se ponían rectos como las paredes y bajaban sus cabezas de inmediato.

Se situó en la banca mientras observaba la rosa azulada que había tomado del gran mural de flores, sin ningún sonido externo que altere su armonioso momento, pero parecía haber disfrutado bastante de su tiempo en soledad, pronto, alguien se sentó junto a ella y de no haber sido por el aroma salvaje del vino y sal, no lo habría reconocido rápidamente.

─¿Qué haces aquí a solas? ─le preguntó la voz ronca de Robert Baratheon. Ella no dijo nada al principio─. No estabas presente en el ensayo de boda.

─¿Y tú sí? ─le preguntó, con sus cejas alzadas.

─Mhm, no tuve más opción que asistir ─musitó él─, nadie estaba contento con estar ahí. Vuestro padre ni siquiera se presentó.

─Es el Rey, puede hacer lo que guste y nunca será cuestionado.

─Pero tú no tienes esa suerte ─dijo él─, y aún así no has asistido.

─Dije que me encontraba enferma.

─Luces bien ─musitó Robert tras darle un vistazo.

─Gracias, Robert, eres muy amable ─le respondió con una sonrisa, tomándolo como a un cumplido.

Él acabó rodando sus ojos.

─Todos entienden por qué no has asistido esta mañana, y si no lo hacían, quedó claro cuando no te presentaste pese a que se esperó por tu llegada durante un buen rato ─musitó él, Maegelle se sorprendió─, parece que vuestro hermano estaba sorprendido de cómo su hermana menor le dió la espalda al final.

─Él me dió la espalda cuando escogió a Lyanna Stark ─musitó ella, se alzó de su lugar y rodó sus ojos─. Dime, Robert. ¿Qué la hace especial?

Robert observó a Maegelle, de pie ante él, con sus ojos violetas fijos en los azulados suyos, pareció haberse quedado atrapado en esos orbes completamente irreales. Su abuela los tenía y siempre le hicieron sentirse maravillado, con la joven ante él, cuya sangre también compartían, no pudo evitar sentirse apenado por ella.

─No tiene pelos en la lengua ─dijo él─, me rechazó, ignoró y jamás se vió intimidada por ningún hombre. Esas cosas hicieron que me fijara en ella, además de su innegable belleza.

─Supongo que la belleza es un concepto relativo ─musitó en voz baja, dándole la espalda─. Lo que la hace especial, entonces, es que te ha tratado como a un imbécil desde el principio y aún así, has escogido enamorarte de una persona que claramente no siente ni un poco de aprecio hacia tu persona.

Robert sintió exasperación al oírla decir aquello. Aún no se acostumbraba al hecho de que Lyanna no sienta ni aunque sea un poco de cariño por él.

─Quiero que trabajemos juntos ─musitó Maegelle, al ver que no diría nada.

─¿Haciendo qué? ¿Vuelves a proponerme matrimonio? ─preguntó, con su ceño fruncido.

─Solo si deseas ─musitó ella, encogiéndose de hombros─, pero eso no es lo que planeo. Vamos a impedir que mi hermano se case con tu querida loba.

Robert se cruzó de brazos y relamió su labio con interés.

─¿Tienes algo en mente?

─Bueno ─musitó ella─, un par de cosas en mente.

─Comienza.

─Esta noche tengo que cenar con mi padre, Viserys y Rhaegar, mi primer paso será anunciarle que buscaré un esposo. Alguien que sea compatible conmigo, alguien con el que pueda tener un saludable y fuerte heredero.

─Mhm ─musitó, mirándola.

─¿Y quién mejor que tú? La persona que desafió a mi familia entera, sometió a los hombres de mi hermano y sobre todo, estuvo a punto de quedarse con su vida.

─¿Crees que vuestro padre aceptará eso? ─Robert le preguntó.

─Quién sabe ─musitó─, posiblemente le duela el orgullo aceptar algo así, pero no vamos a casarnos, Robert. Estamos en una operación secreta para que tu cachorro y mi estúpido hermano no se casen.

─Te dije, eres el diablo en persona ─dijo él, ella hizo una mueca.

─Cállate ─musitó, rodando sus ojos─, lo sé a la perfección. Es una maldición.

Querer hasta el punto de hacer lo que sea, ¿Rhaegar sería capaz de hacer algo así?

─Princesa ─la llamó Sir Barristan, Robert y Maegelle compartieron una rápida mirada para luego ella voltearlo a ver.

─¿Sí, Sir Barristan?

─Vuestro padre ha ordenado que se dirija hacia la sala, la cena dará comienzo en muy poco.

─¿Ya se ha hecho tan tarde? ─preguntó por lo bajo─. Mañana continuaremos con nuestro paseo, mi Lord.

─Estaré esperándola, princesa.

Maegelle le regaló una sonrisa y pronto, Robert dejó de verle el rostro para encontrarse con su larga melena platinada mientras se alejaba acompañada por Sir Barristan, quién le dió una mirada de advertencia bastante notable, para luego comenzar a caminar detrás de ella. Cuando se sepa del "matrimonio" falso entre ellos, será el hombre más detestado de los Siete Reinos. Aún más de lo que ya es.

Cuando Maegelle llegó a la sala donde se encontraba su padre esperándola, se percató de la manera en que el hombre se encontraba luciendo, tenía un aspecto bastante aterrador ─quizá un poco más de la que habituaba─, su rostro estaba mucho más pálido, con bolsas negras debajo de sus ojos, los pómulos se le marcaban y hacía aun más notoria su perdida abrupta de peso. Se preguntó si realmente no estaba comiendo absolutamente nada.

Rhaegar llegó a los pocos segundos, y agradeció mentalmente que no esté Lyanna siguiéndolo detrás. Los tres se sentaron, en silencio, observando hacia sus platos sin decir nada. Aerys pasó su mirada de Rhaegar hacia Maegelle y supuso que la relación de ellos había acabado un poco tras él hacer el gran anuncio, lo que no podía saber con exactitud era si el causante fue el hecho de hacerla heredera a ella, o que él se vaya a casar con un cachorro del Norte.

Cuando colocaron la comida ante ellos, Maegelle se percató de la manera en que su padre observó su plato, ya había oído sobre su falta de ingesta alimenticia, y no le sorprendía que en esos momentos, su lado racional de hace unos cuantos días atrás, estuviera desapareciendo levemente a medida que transcurrían los segundos.

─El consejo espera porque escojas a un buen esposo, Maegelle ─anunció el hombre, mientras jugaba con los cubiertos.

Maegelle alzó su mirada del plato, también se puso a jugar con la comida, sin mucho interés por ingerir su contenido.

─He estado pensándolo también ─musitó. Rhaegar mantuvo su semblante neutro pese a que deseó demostrar cuán odioso le parecía oír eso─, y creo que tengo a la persona adecuada.

─¿Y quién será? No digas que es un Stark, porque de lo contrario voy a hacer mi heredero al primer esclavo que vea.

Maegelle sonrió con incomodidad de oírlo decir eso y negó con su cabeza.

─En realidad, por su sangre corre la misma que la nuestra.

Silencio.

Ambos hombres observaron a Maegelle mientras pensaban seriamente de quién se trataba. Entonces, a Rhaegar se le acomodó el árbol genealógico mientras buscaba posibles parientes, y se percató de quién hablaba.

─No ─musitó, de forma inmediata. Maegelle lo observó con el ceño fruncido.

─¿Qué quieres decir con «no»? ─preguntó ella─. Es más, ni siquiera me interesa saber tú opinión, sólo pienso en lo que es mejor para el reino, algo que no te has detenido a hacer en ningún momento.

Al ser rápidamente atacado por el corto temperamento de su hermana, decidió que se guardaría el horror que recorrió por su cuerpo de sólo imaginarla con Robert.

─Robert Baratheon habrá hecho lo que hizo, y sin dudas no es el hombre más leal ─musitó ella─, aunque ya hemos comprobado que corre en la sangre ─dijo, haciendo reír a su padre y a Rhaegar querer suspirar sonoramente─, pero es la mejor opción. Es la única. Mi sangre nunca se encontrará diluida, nadie es más apto que un Baratheon por cuyas venas corre la sangre Targaryen.

Aerys observó a Maegelle fijamente, sintiéndose observado por Rhaegar; quién seguramente esperaba que diera una respuesta negativa, y por su heredera, quién estaba dispuesta a fastidiar a todo el mundo si eso significaba tener a su hermano mayor de regreso. Aunque él comprendía de las intenciones de su hija y le parecía bastante divertida su determinación, la idea de hacer que su hijo se arrepienta y fastidiarlo, lo hizo poner de buen humor.

─Bueno, debido a la decepción de que mi hijo sea unido con un perro, no me parece odiosa la idea de que Robert Baratheon se comprometa contigo ─musitó, tirando su espalda hacia atrás para chocar contra el respaldo de su silla─. Asegúrate de controlarlo, Maegelle, no quiero que su asqueroso trasero toque mi asiento.

─Eso nunca pasará, Robert será un simple consorte y me dará herederos. Fuera de ello, no es necesario.

Rhaegar relamió el interior de su mejilla con molestia.

─¿Esto es serio? ¿Pondrán a Robert con semejante poder? ─les preguntó. Pasando sus ojos de Maegelle hacia su padre y luego volviendo a observarla sólo a ella.

Maegelle se encogió de hombros.

─Mientras tenga acceso a comida y al vino, dudo que tenga algún problema con simplemente cumplir un papel dócil a mi lado.

Robert siendo dócil, a Rhaegar le preocupaba lo que fuera capaz de hacer si se enteraba de lo que ella quería que él hiciera. Podía imaginarlo lanzar un sinfín de insultos y comentarios absurdos.

A Maegelle le daba realmente lo mismo la manera en que se podría llegar a sentir Robert al enterarse de lo que pensaba al cien por ciento, estaba segura de que le iba a dar lo mismo si él era parte o no de su reino, estaba más que al tanto de las actividades ilícitas de las que su futuro prometido gozaba. Mientras ella no se viera afectada, no le importaba.

─Muy bien, haremos conocer vuestra intención con mi consejo y ya hablaremos de cuándo daremos la gran noticia ─Aerys dijo, poniéndose de pie─. Continúen sin mí. Debo hacerle una visita a vuestra madre.

─¿Cuándo podré verla? ─preguntó Maegelle─. Me han negado verla muchas veces.

Aerys mantuvo su semblante neutro.

─En algún momento podrás.

Y dejó el salón para dejarlos a ambos en completa soledad. Maegelle se removió en su asiento y observó el plato, no tenía mucho apetito, mucho menos cuando sentía la mirada severa de su hermano sobre ella. Rhaegar mantenía sus ojos en Mae, sin poder poner en orden el sinfín de emociones egoístas que recorrían sus venas.

─Que conste ─musitó ella─, que todo esto lo has causado tú. Así que, mientras buscas a quién culpar y hacer responsable, debes entender que nadie más que tú, tiene la culpa.

─Lo entiendo perfectamente ─dijo él─, no me tomes por un chiquillo.

─Deberías dejar de actuar como uno ─le dijo, alzando la mirada─. Hasta Robert ha demostrado cuánta determinación puede llegar a tener si se lo propone, incluso puede sentir lealtad. Tal vez sea el mayor idiota de los Siete Reinos, pero el hecho de que libró una rebelión por la mujer que ama, sólo me hace... Hasta hace algún tiempo atrás, creía que eras capaz de lo mismo por mí.

Maegelle se alzó de su asiento y estiró su mano hacia él, una pequeña caja de madera que tenía grabados, llamó la atención del príncipe. Quién, con cierto nerviosismo, tomó la misma y la observó atentamente.

─Cuando estuve en Pentos, encontré algo que me recordaba demasiado a ti ─musitó─, y eso de alguna manera hizo que sienta más deseos por volver. Planeaba dártelo en nuestra boda. Cuídalo. Gasté mucho dinero en ello.

─Mae, espera...

Pero ella ya había dejado el salón, dejándolo en soledad con el corazón temblando y con la sensación de que había perdido absolutamente todo.

No le importaba el trono, ni su título, ni siquiera que las personas le dieran la espalda. Pero sí importaba cuando se trataba de ella, Maegelle era mucho más que una persona más, era su mundo entero, y si su mundo entero le daba la espalda, ¿qué mas podría hacer en esa vida? Perdió su rumbo cuando la perdió a ella, y ahora no había salida del mismo foso que él cavó.



























La operación de romper matrimonios y fastidiar al mundo por parte de Maegelle y Robert ha comenzado.

Maegelle y Robert 🤝: no soltar.



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