El Asesino Arcoíris © || COMP...

By Maristell_Wttp

754 445 415

Alissa deberá seguir las pistas y armar el rompecabezas. ¿Lo logrará o se convertirá en la siguiente víctima... More

Bienvenida + Disparador
Sinopsis
Capítulo 1
Nota de Autora
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12 (Parte I)
Capítulo 12 (Parte II)
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Epílogo
Nota de Autora

Capítulo 10

23 16 17
By Maristell_Wttp

Pero… ¿qué rayos?

Por alguna razón, mi corazón empieza a latir más rápido cuando leo la nota por segunda vez, con la esperanza de hallarle sentido al mensaje, sin embargo, eso no sucede y durante varios segundos, no logro reaccionar, sino que sólo me quedo parada en mi lugar, con mis manos temblando de forma leve y mis ojos fijos en esa extraña tarjeta.

Nada tiene sentido en éste momento. ¿Por qué las flores? ¿Por qué la nota? ¿Qué significa ese mensaje? O aún peor…

¿Quién las envió?

Trago saliva con temor y fijo mi vista en el “supuesto” obsequio. Mi mente se encarga de formular miles de teorías sobre el porqué esas flores acabaron aquí, cada una peor que la anterior, lo cual sólo hace que mi respiración se irregularice cada vez más. Es como si el aire se quedara atrapado en mi pecho y eso sólo puede significar una cosa…

Algo muy malo está por ocurrir.

Inhalo y exhalo un par de veces, antes de tomar las flores y caminar hasta el bote de basura, con la intención de botarlas. Seguro fue una mala broma de alguno de los vecinos. Quizás intentaban asustarme por ser la única que no se mete en chismes y problemas, como ellos. Eso debe ser, no encuentro otra explicación lógica.

A punto de tirarlas, mi conciencia me lo impide. Son unas flores preciosas y raras, sobretodo porque, en ésta época, no se consiguen con facilidad. Ellas no tienen la culpa de las intenciones de su comprador, por lo tanto, me siento incapaz de desquitarme con ellas.

Suspiro y vuelvo a dejarlas donde estaban antes. No creo que sea para tanto, digo… ¿por qué amargarme el día por una estupidez como ésta? Sólo debo tranquilizarme y seguir mi día como lo estaba haciendo hasta hace unos minutos, ¿no?

Decidida a hacer eso, regreso a mi habitación y me quedo viendo una película infantil, con la intención de sacarme éste tema de la cabeza. No puedo evitar reír al ver como Drácula hace todo lo posible por convertir a Dennis en vampiro. ¿Es que acaso es tan difícil para nuestra sociedad aceptar a los demás como son, sin importar que sean diferentes a lo que estamos acostumbrados?

Sin embargo, la sonrisa se me borra del rostro al recordar la nota, sobretodo cuando la palabra «víctima» regresa a mi memoria de golpe.

No puedo quedarme aquí por mucho tiempo más. Si lo hago, lo más probable es que siga dándole vueltas al asunto, por lo tanto, mi única opción es alejarme de éste sitio, al menos, por un rato.

Me levanto de un salto y, tras tomar mi bolso, abandono la habitación. En mi camino hacia la puerta, vuelvo a ver el arreglo de flores y la intranquilidad se instala en mi pecho por segunda vez, razón por la cual elijo ignorarlas y me encamino hacia la salida.

Una vez que estoy en la calle, no puedo evitar sonreír con amplitud al respirar el aire fresco del exterior. Estar todo el día en casa, puede llegar a ser muy… “asfixiante”, por lo que estos paseos, me hacen sentir invencible y que soy capaz de hacer cualquier cosa por mí misma.

Paro de golpe cuando la realidad regresa a mí. Claro está que, si puedo dar éste paseo, en éste preciso momento, es gracias a que, ahora, soy una desempleada más, una desempleada que se suma a las interminables estadísticas de desempleo en el país.

Sacudo mi cabeza y continúo andando por ahí. Si todo el tiempo voy a dejar que mi pesimismo me frustre, nunca voy a ser feliz ni por un segundo. Lo mejor que puedo hacer, es verle el lado bueno a la situación. No tengo trabajo, pero al menos, puedo pasear con libertad, sin el miedo a llegar tarde o a ganarme un regaño por parte de algún jefe malhumorado.

Así continúo durante varios minutos. O quizás, horas. La verdad, perdí la cuenta de cuánto tiempo he caminado, así como también dejé de observar hacia dónde me dirigía. Sólo sé que he seguido el rumbo que mi mente ha planteado.

Para cuando logro reaccionar, estoy a un par de calles de la casa de Jess. Y un pensamiento cruza por mi cabeza de forma fugaz.

«Uno siempre vuelve al lugar en el que fue feliz».

¿Es en serio? Mente, ¿acaso eres tan cruel como para traerme a la casa de la persona que menos quiere verme en éste momento?

Suspiro y me doy la vuelta, con la firme intención de regresar. Ya me han rechazado varias veces en mis visitas anteriores, ¿qué me hace creer que, ésta vez, será diferente?

No obstante, cuando estoy a punto de iniciar la marcha, mi atención es atraída por un grupo de personas que hablan y murmuran entre ellos. Me recuerdan mucho a mis vecinos, quienes aman el chisme más que la comida, sin embargo, éste vecindario es diferente. Jess me ha contado que sus vecinos odian eso, por lo tanto, si están reunidos, es porque hablan sobre un tema de gran importancia.

La curiosidad me gana y acabo acercándome, con gran cautela para que no noten mi presencia.

—La policía va a interrogar a una sospechosa —murmura una mujer, no mayor a los treinta y cinco años.

¿Sospechosa? ¿De qué estará hablando?

—¡¿Es una mujer?! —pregunta otro hombre, viéndola con gran sorpresa. La mujer de antes vuelve a asentir.

—Dicen que podría estar ligada con los crímenes del… asesino arcoíris.

Juro que casi se me salen los ojos al oírla, así que continúo prestando toda mi atención a la charla.

—¿En verdad creen que una mujer sería capaz de cometer semejantes atrocidades? —Un tercer hombre se une a la plática, quién no parece ser mayor que yo.

—Ni idea, pero por lo que oí, hay testigos que afirman que la vieron discutir con la última víctima, poco antes de que ella desapareciera.

Un fuerte golpe nos sobresalta, tanto a ellos como a mí. Cuando miro hacia abajo, veo que el bolso se me ha caído y ahora, mis cosas yacen esparcidas sobre el suelo, sin embargo, la conmoción me impide moverme. Siento como mi respiración se va agitando con cada segundo que pasa y aunque lo intento, no puedo evitar pensar en lo que Jess me dijo la última vez que nos vimos. Habló sobre haber discutido con Britanny antes de su desaparición, ¿será que a ella se refiere esa señora? Oh por Dios… entonces, eso significa que…

La alta cantidad de miradas sobre mí, me obliga a reaccionar y aún con el temblor en mis manos, recojo todas mis cosas de forma torpe y salgo de ahí a toda prisa, dirigiéndome al único lugar donde puedo hallar una respuesta a todas las preguntas que se han formado en mi cabeza de repente.

Ni siquiera soy consciente del momento en el que empiezo a correr. Mi cerebro trabaja tan rápido que no me da la oportunidad de pensar en otra cosa que no sea lo que dijo esa mujer. ¿Y si es verdad? ¿Y si estaba hablando de Jess? Eso significaría que…

Cuando me paro justo en la esquina, mis peores miedos se hacen realidad.

Desde donde estoy, se puede apreciar una patrulla policial estacionada frente a la casa y el conductor, un oficial mayor con cara de pocos amigos, habla con la mamá de Jessie, quién no deja de llorar y negar repetidas veces con la cabeza. Ver ese simple gesto basta para que algo en mí se active y me haga correr como alma llevada por el diablo, hasta que en unos segundos, estoy parada frente a ambos, intentando recobrar algo del aire que perdí con la carrera.

Aunque me sienta mal por hacer esto, ignoro al policía y me concentro en el rostro de la mujer que me mira con sorpresa y dolor.

—Por favor… —balbuceo, con la voz entrecortada— dígame… ¿d-dónde… está Jess…?

Apenas puedo respirar. Mi corazón late de forma veloz, sin contar esa espantosa opresión en mi pecho, la cual no hace más que intensificarse, sobretodo cuando veo cómo el semblante de la mamá de Jess decae y sus ojos se cristalizan de forma leve.

—Ella… ella está…

No hace falta que diga nada más para que entienda la situación.

—Disculpe, ¿usted conoce a la señorita Hampton? —pregunta el policía, dirigiéndose a mí—, ¿cuál es su relación con ella?

—Es mi mejor amiga —respondo, sin dudar—. ¿Qué está pasando? ¿Dónde… dónde está ella?

—La señorita Hampton está siendo interrogada ahora mismo. —Su vista no se despega de mi rostro ni por un segundo. Es como si buscara el más mínimo rastro de miedo o inquietud en mí— Tenemos indicios para creer que puede estar relacionada con el asesinato de la joven Britanny Phillips.

Oh por Dios…

Las palabras del policía, se sienten como un balde de agua helada que cae sobre mi cabeza, dejándome perpleja e incapaz de reaccionar. ¿Cómo es posible? ¿Cómo es que esto está pasando? Hasta hace unas semanas, nuestras vidas seguían su curso con toda normalidad, ¿en qué momento nos salimos de nuestra rutina? ¿En qué momento las cosas dieron un giro tan radical?

A mi mente, viene el rostro de Jess y un profundo dolor se instala en mi interior. ¿Por qué a ella? Jessie es una persona increíble y nunca, nunca hizo nada como para merecer que esto le esté pasando. ¿Por qué el destino la eligió para ensañarse de ésta forma contra ella? ¿Por qué a mi amiga?

No puede ser cierto. Me niego a creerlo.

—Es imposible, Jess sería incapaz de cometer todos esos crímenes. —La defiendo, sin siquiera pensarlo— Ella es buena… dulce… y t-tierna… —Las palabras se quedan atrapadas en mi garganta cuando siento como mis ojos se cristalizan, lo que dificulta mucho más las cosas, así que inhalo y exhalo un par de veces para recobrar la compostura y entonces, continúo—: ella jamás tendría corazón para lastimar a alguien, mucho menos para matar a tres personas.

—Hay testigos que aseguran haberla visto discutir con la señorita Phillips, poco antes de su desaparición y posterior asesinato —informa, sin quitarme la mirada de encima—. ¿De verdad cree que la interrogaríamos si no tuviéramos un claro motivo para hacerlo?

Y es ahí cuando la inmensa fortaleza que había construido en mi interior, se viene abajo. Éste hombre tiene razón, jamás se tomarían la molestia de venir hasta su casa, arrestarla e interrogarla si no tuvieran una pista “sólida” que los hiciera creer que ella tiene algo que ver con los asesinatos. Quiere decir que están convencidos de que ella es la asesina y ante eso, ¿qué más puedo hacer yo? ¿Cómo lo convenzo de que esto es un mal entendido? ¿Cómo le hago entender que Jess es inocente de lo que se le acusa?

Lo dije y lo repito, me niego a creer que mi mejor amiga sea ese ser sin sentimientos que todos creen. Y aunque ella misma me habló sobre esa extraña “conexión” que parecía tener con los asesinatos, eso no la relaciona de ninguna forma con ellos.

¿Verdad?

—¡NO! —El potente grito de la mamá de Jess, me hace saltar del susto.

Miro hacia todos lados, buscándola, pero gran sorpresa me llevo al ver que no está aquí. Ni siquiera sé en qué momento se fue, pero el grito parecía provenir de adentro, así que no lo dudo y corro hasta allá, encontrándola parada en medio de la sala. En su mirada, se puede apreciar un profundo miedo y ésta se encuentra fija en la televisión, mientras se cubre la boca con ambas manos, quizás en un intento por aplacar su sorpresa y su temor.

Preguntar qué le sucede es lo primero que se me ocurre, no obstante, la voz que proviene del noticiero, se encarga de interrumpir mi plan.

Siento como si mi cerebro se desconectara del mundo y sólo soy consciente del momento en el que la imito y me cubro la boca con las manos, como si así, fuera a disminuir la sorpresa y el terror que me invaden. Ni siquiera sé qué es lo que siento en realidad, sólo sé que mi corazón empieza a retumbar con fuerza en mi pecho cuando contemplo la imagen y distingo esa manta de color verde claro que sobresale más que el cuerpo como tal.

El cadáver fue abandonado en un campo a orillas de la carretera y se encontraba envuelto en una manta de color verde. La policía no ha revelado la identidad de la víctima, pero se sabe que era una mujer a quien le fue cortada la lengua…

Si es que dijeron algo más, ni siquiera lo escuché.

Todo mi cuerpo parece desestabilizarse mientras el miedo continúa creciendo, pero no debido a la noticia, sino al recuerdo que ésta desencadena en mi mente. Un sinfín de imágenes regresan a mi memoria de golpe y apenas logro distinguirlas, no obstante, hay tres que destacan más que el resto:

La manta con la que estaba envuelto el cuerpo.

Las flores que recibí ésta misma mañana, que eran del mismo color.

Y, la peor de todas, la nota que acompañaba el arreglo.

«Felicidades, Ali, acabas de cobrar tu cuarta víctima :)»

Un intenso pitido se instala en mis oídos de forma repentina, impidiéndome prestar atención a lo que sea que pasa a mi alrededor. Siento que todo en mi cabeza da vueltas y la voz del presentador del noticiero, continúa repitiéndose una y otra vez en mi cerebro, intensificando mi tortura a un nivel en el que ya ni siquiera puedo pensar.

¿Estoy soñando? ¿Es eso? Porque sólo así podría explicar que esto esté pasando. Me desperté creyendo que sería un día “común”. O, por lo menos, tanto como fuera posible, ¿cómo podría imaginar que mi día acabaría siendo esto? Pensé que lo de las flores era una estúpida broma a la que no debía darle importancia, pero me equivoqué, ¡y de qué manera! Jamás pensé que esas flores pudieran tener un significado tan grande… y, sobretodo, tétrico.

—¡Alissa! ¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?

Mis piernas se sienten débiles, tanto que estoy a punto de caer. Un intenso frío me invade el cuerpo de repente, al punto en el que mis dientes bien podrían castañear y el incansable ruido en mis oídos, sólo intensifica más mi agonía. Quiero llorar, gritar, pedir ayuda, pero mi cuerpo se niega a obedecer. No importa cuánto lo intente, no logro mantener control sobre mis acciones. Ni siquiera puedo poner resistencia cuando unos brazos corren a sostenerme, a pesar de no tener idea de quién lo hizo. Sólo puedo ceder ante esa fuerza que parece debilitarme más a cada segundo.

—¡Alissa! ¡Reacciona!

—Señorita, por favor, ¿puede oírme…?

¿Cómo es posible? ¿Cómo pude estar tan ciega? Ahora, todo parece cobrar sentido.

Llegué a cometer el maldito error de desconfiar de Jessie, mi mejor amiga, mi hermana del alma, mi compañera de aventuras, mi otra mitad; cometí la estupidez de dudar de ella —Algo de lo que me arrepentiré el resto de mi vida—; llegué a creer que ella tenía algo que ver con los crímenes, cuando la verdadera implicada, después de todo, era yo…

La verdadera conexión, soy yo…

Continue Reading

You'll Also Like

116K 88.1K 61
Sinopsis. "Los Demonios Mentales" Yannick Walker es un joven lleno de sueños, pero demasiado extraño. A pesar de que su vida no es tan buena como s...
13.7K 255 19
No pretendo contar una historia. Pretendo dejar algo. Pretendo dejar unas pequeñas enseñanzas que me ha dejado la vida y en base a experiencias y dar...
91.6M 8.5M 65
El pueblo de Wilson es tranquilo, regido por sus costumbres y creencias religiosas muy estrictas, donde Leigh ha crecido, siguiendo cada regla y paut...
15.4K 1.1K 23
NOVELA CRISTIANA Esta antigua novela de 1960 cautivó mi vida en la adolescencia y fue de mucho ánimo y desafío para muchas jovencitas que la leímos. ...