Gotas de sangre caían constantemente al suelo. El blanquecino color del suelo de la casa era manchado por el espeso y carmesí líquido que comenzaba a correr por este.
Gritos de dolor mezclados con terror rompían el perpetuo silencio que solía haber en aquella casa.
Minho estába jugando nuevamente con su muñequita, pero esta vez el juego era rudo... mucho más rudo.
Minho quiere ser rudo con su muñequita.
-¡Para Minho! ¡Y-ya no soporto!-
Espesas lágrimas llenaban el más que pálido rostro de Jisung, el cuál estaba atado de pies y manos, tirado a su suerte en el frío suelo de ceramica, su cuerpo lleno de terribles heridas; las cuales sangraban abundantemente y el vestido que estába usando completamente roto y andrajoso.
-P-prometo que no volverá a pasar, seré un buen niño de ahora en adelante.-
Minho tenía una sonrisa bastante macabra. Su ropa estába llena con aquel líquido carmesí que expulsaban las heridas de Jisung. El grueso látigo negro que sostenía su mano estaba humedo y dejaba caer gruesas gotas de sangre.
-Has sido una muñequita mala, por eso mereces un buen escarmiento para que seas buena.-
Un nuevo azote fué dejado en su cuerpo y Jisung solamente pudo gritar de dolor.
Se preguntarán, ¿por que Minho le hace tal crueldad a Jisung?
Resulta que su linda muñequita había roto su regla más importante: No salir de la casa.
Jisung había salido al jardín. Había visto a una hermosa mariposa volar, además de ver algunas flores brotar de la tierra y su curiosidad fué tan grande que rompiendo la regla principal salió al enorme patio que poseía aquella casa. Poco le importó que afuera estuviese lloviendo, Jisung sólo quería jugar con aquella bella mariposa.
Las gotas de lluvia corrían delicadamente por su cuerpo, hacía tanto tiempo que no jugaba bajo la lluvia, la mariposa había huido pero Jisung estaba feliz de sentir nuevamente las frías gotitas de la lluvia. Se sentía libre y eso conllevó a que empezara a cantar.
Su vocecita era suave y angelical, esta denotaba grandes cadencias vocales y perfecta armonía. Pero la letra, la letra demostraba la realidad de su vida.
-Yo no puedo vivir, desde que la perdí, yo me siento morir de tristeza y dolor. Para mi no hay placer, todo ya concluyó, hoy mi vida se vá. Yo me siento vivir, de tristeza y dolor, voy por la vida con mi pesar. Cisne que canta para morir, alma cautiva del corazón. Así es mi vida... así soy yo.-
Aquella canción contaba su triste vida y próximo futuro. Pues a pesar de que Jisung ya estaba muerto por dentro, a veces sentía que su cuerpo y alma no soportaría más violaciones y maltratos.
Pobre Hannie, ¿Estás cantando tu última canción?
Todo parecía estar bien, pero lamentablemente... Seungmin pagaría las consecuencias.
Lindo e indefenso Jisung, jamás debiste salir de la casita de muñecas.
Su voz se escuchaba tan clara y potente, que llamó la curiosidad de una de las vecinas. Quién no dudó en descubrir quién era el dueño de tan hermosa voz.
Al ver por la valla, vió a un lindo niño de cabellos azules y rostro similar al de una ardillita, este usaba un vestido semi transparente rosado y no usaba calzado alguno.
Pero lo que más le había llamado la atención eran las horribles marcas que decoraban la blanquecina piel del menor. Como si sufriera algún tipo de abuso.
Oh señora, si supiera lo que ocurre en esa casa.
La señora sentía que había visto a aquél niño, pues su rostro le era bastante familiar.
-¡Oye pequeño!-
Jisung paró en seco, no creía que alguien lo llegase a escuchar. Tragando saliva, observó a la mujer.
-¿No te molesta estar debajo de la lluvia?-
Jisung negó reiteradas veces.
-¿Cómo te llamas?-
-Jisung... Han...-
-¿Que te pasó en los brazos y piernas?-
Jisung agachó la mirada.
-El monstruo dice que adora verme marcado, por eso mi piel está llena de moretones.-
-¿Y quién es el monstruo que te ha hecho semejante maldad?-
Antes de que Jisung pudiera hablar, su peor pesadilla se hizo realidad. Minho había salido de la casa y lo había descubierto. Ahora estaba posicionado detrás de él y su mano acariciaba suavemente su cabello.
-Lamento que mi pequeño Hannie le haya molestado, ahora con su permiso me lo llevo a la casa.-
Sin decir nada más, tomó fuertemente la muñeca del menor, Jisung temía por su vida. Sin que Lee se diera cuenta le dijo un Ayúdame bastante quedito a la señora.
Jisung volvió a la casita de muñecas y el infierno en tierra se encendió.
Demás está decir lo que ocurrió. Pero en ésta ocasión, Minho pensó que violar repetidas veces a Jisung no era castigo suficiente.
Su linda muñequita necesitaba mano dura.
Después de largos minutos de torturas el destrozado cuerpo de Hannie yacía inerte en un enorme charco de sangre. Sus extremidades ya estában libres y su cuerpo en posición fetal. Sus débiles brazos abrazaban a su fiel peluche.
Con suma satisfacción Minho se agachó ante aquella amalgama de carne.
-Te hubiese ahorrado este castigo... sino me hubieses desobedecido.-
Su cuerpo dolía en demasía, el simple acto de respirar le costaba muchísimo.
-E-eres... e-eres un monstruo.-
Minho esbozó una sonrisa ladina.
-Tú te buscaste esto, muñequita.-
Su mano diestra acariciando su rostro, llenándose con el carmesí líquido.
La muñequita ya no puede más.
Sus pulmones cada vez menos recibían oxígeno. Sus ojitos pesaban y amenazaban con cerrarse.
¿Así terminaría todo para él? ¿El monstruo se saldría con la suya tan fácilmente?
Pero cuando Hannie creyó que todo estába acabado... un milagro ocurrió.
Luces rojas y azules se hicieron presentes en la residencia al igual que el conocido sonido de los carros de policía.
Parecía ser que la señora que había visto en la valla llamó a la policía.
Pero ya era demasiado tarde, su corazón dejó de funcionar, su pecho abandonó aquel penoso subir y bajar y sus ojitos se cerraron para siempre.
Aquél chiquillo que alguna vez fué conocido como Han Jisung... había entrado al sueño eterno.
Todo se hizo oscuro a su alrededor y lo único que escuchó por última vez fué el grito de diversos policías que habían logrado entrar a la casa.
La muñequita fué rota y ya no podrá jugar nunca más.
{...}
Un lindo chico pelinegro empezaba a despertar de un refrescante sueño.
Pero en esta oportunidad... algo había cambiado.
Ya no se encontraba en la oscura casa de muñecas, se encontraba en un lugar hermoso, lleno de luz y en el cuál jamás volvería a ser lastimado.
Llevando sus manos a sus ojitos, frotó estos para lograr acostumbrarse a la claridad del lugar, al estar encerrado en una oscuridad perpetua había olvidado como se sentía la luz del sol.
-¿Donde estoy?-
Sus bellos luceros observando curiosos los alrededores de aquel hermoso edén. La brisa de primavera chocaba contra su rostro, el césped era verde y millones de flores de colores adornaban este, dando un bello contraste entre colores. Los pájaros cantaban y las mariposas volaban por los alrededores.
Su mirada bajó hasta su ropa. Ya no era aquel vestido andrajoso y lleno de sangre que había usado con anterioridad, ahora usaba ropa decente. Un pantalón y camisa blanca adornado por una chaqueta de jean. Sus manos fueron hasta sus cabellos y para su sorpresa diversas flores estaban entrelazadas entre sus cabellos.
-¿Por qué tengo flores en mi cabello? ¿Por qué estoy usando esta ropa? ¿Qué está ocurriendo?-
Jisung estába confundido y estába decidido a descubrir lo que estába pasando.
Sus brazos ya no estaban llenos de heridas, ni siquiera cicatrices.
Sin pensar mucho se levantó del suelo. Que grande fué su sorpresa cuando al estar de pie no sintió ningún dolor. Inclusive se asombraba de poder mantenerse en pie, cuando normalmente sus piernas nunca funcionaba correctamente. Ni siquiera temblaban o se veían frágiles, estában erguidas y fuertes.
Pero antes de poder echarse a correr, se dió cuenta que algo le faltaba, su fiel compañero: Nun.
Y Jisung no se iría a ningún lado sin su fiel peluche.
Rápidamente inició la búsqueda de su lindo Nun. Sus ávidos ojos buscaban por todos lados a su lindo peluche.
-Veo que ya despertaste, Hannie.-
Una voz de mujer hizo que el menor alzara nuevamente su vista.
La mujer más hermosa que haya visto se puso frente él, su rostro estaba adornado por una bella sonrisa, sus cabellos eras oscuros y ondeaban con el viento, su piel era blanca como la nieve y su esbelto cuerpo estaba cubierto por una túnica blanca. Pero lo que más había dejado sorprendido a Jisung era el inmenso par de alas que sobresalían de su espalda.
¿En serio estába viendo lo que creía? ¿Aquella mujer era un ángel? Jisung no podía creerlo.
-¿Estás buscando a tu amiguito?-
Su mirada dirigiéndose a las nacaradas manos de la fémina, la cuál sostenían a su lindo Nun. Este estába limpio y como nuevo, gran contraste al Nun sucio y ensangrentado que poseía.
Sin perder tiempo el castañito tomó al peluche entre sus brazos y lo llevó hasta su pecho para abrazarlo.
-Muchas gracias señorita, ¿Cuál es su nombre?-
-Mi nombre es Choi Jin-ri, pero todos me dicen Sulli.-
La fémina acarició sus cabellos y Jisung asintió un tanto tímido.
-Señorita Sulli, ¿Dónde estoy? No recuerdo que me pasó, mucho menos como llegué aquí.-
La fémina se puso de su altura, sus ojos despedían amor maternal.
-Estás en el cielo, pequeño. Tú cuerpo físico no pudo resistir más el dolor y caiste en el sueño eterno, por eso llegaste aquí. Estás seguro para siempre y nadie te volverá a lastimar.-
Los ojos de Jisung se cristalizaron. ¿Era de verdad? ¿Changbin ya no iría por él? ¿Ya no tenía que ser su muñequita?
-¿Ya no vendrá por mí? ¿Ya no me encerrará en la casa de muñecas?-
La mano de la coreana fué hasta su regordeta mejilla.
-El monstruo jamás volverá a hacerte daño, lindo Hannie. Aquí podrás ser feliz para toda la eternidad, no volverás a sufrir y recuperarás la felicidad que se te había sido arrancada.-
-¿Mis amigos vendrán? Channie hyung, Binnie hyung, Hyunjinnie, Minnie, Lixie y Innie deben de extrañarme.-
-Ellos te están esperando, llegaron mucho antes que tú. Estoy segura que estarán muy felices de volver a verte.-
Sus hermosas orbes marrones brillaban cuál estrellas, el mismo brillo que había perdido hacía años atrás.
-¿Y mis papis? ¿Ellos también están aquí?-
-Sí pequeño, debido al dolor de perderte ellos llegaron aquí. Ellos también te están esperando.-
Espesas lágrimas empezaban a salir de sus ojitos. El tan solo pensar que al fin era libre llenaba su ser de una alegría inexplicable. No solo era libre, sino que también volvería a ver a sus padres y amigos.
Ya no sería lastimado, ya no sufriría, ya no tendría miedo y lo más importante... ya no sería la muñequita de Minho.
Libre, Han Jisung al fin es libre.
El corazón de la fémina se conmovió al ver las lágrimas del menor, sin apagar su sonrisa enjugó cariñosamente sus lágrimas, para después dejar un suave beso en su blanquecina frente.
-Es hora de irnos.-
La fémina tomó la manita del menor, dándole a entender que darían rumbo a su nuevo hogar. Jisung afianzó su agarré y le regaló una sonrisa a la pelicastaña.
-Vamos señorita Sulli, estoy listo.-
Y sin perder tiempo empezaron a caminar por aquél hermoso lugar.
Jisung está yendo a su nuevo hogar.
Después de tanto dolor y lágrimas... Jisung logró ser feliz de nuevo.
Después de minutos de caminata, Jisung vió a lo lejos dos figuras adultas. Detrás de ellos, un grupo de jóvenes. Lágrimas de felicidad volvieron a brotar de sus ojitos, no cabía dudas, aquellos dos adultos eran sus padres y los jóvenes detrás de ellos sus amigos.
Soltando la mano de Sulli, se echó a correr.
-¡Mami! ¡Papi! ¡Chicos!-
-¡Hannie!-
Todos fueron corriendo en dirección al menor y que bendición fué cuando todos pudieron darse un gran abrazo.
Lágrimas salían de los ojos de todos, con la única diferencia que eran lagrimas de alegría.
Alegría que sería perpetua.
La familia Han había recuperado a su hijo.
Los chicos recuperaron a su amigo.
Y Jisung recuperó su felicidad.
Ya no sería el cisne que canta para morir.
Ya no tendría que ser una muñeca de porcelana.
A partir de ese momento su vida sería diferente.
La nueva etapa de su vida apenas estába empezando.
Libre, ¡Libre al fin!