La rebelión de los caídos 2...

By nayelli3

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Hacer el papel de enviada de Dios no esta resultando para nada como Caili Uring y su ángel guardián esperaban... More

Parte 1 premonicion
Parte 2 Turmalina
Parte 3 Invasores
Parte 4 Luna
Parte 5 Dios del paramo.
Parte 6 plan de contingencia
Parte 7 Houdini
Parte 8 Callejon
Parte 9 Rubias escurridizas
Parte 10: sin refutar
Parte 11: Ciudadela
Parte 12 reposo
Parte 13 Paciente 1268
Parte 14 Niño rata
Parte 15 Kurth
Parte 16 juntos en Varsovia
Parte 17 Memorias oscuras
Babilonia.
Casa

Lublin

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By nayelli3

CAILI

El paisaje que me recibe, aprieta mi garganta—el entorno es tristemente inhóspito— conforme la tierra cruje bajo mis converse al adéntreme en la aldea Motycz de Lublin.

El lugar parece más un desierto, que una pequeña villa donde viven decenas de familias. Una densa neblina vuelve casi imposible respirar con facilidad, y lo poco que me permito respirar, huele terrible. El hedor a putrefacción que proviene del ganado perdido por causas desconocidas, es imposible de ignorar. Algunos hombres cavan pozos en el suelo repentinamente árido, en un intento de solucionar el problema, haciendo fosas para los animales, mismos que cubren con cal, para tapar el olor.

—Los Pawłowski lo perdieron todo—dice el padre—y no me refiero solo al ganado o a sus bastas cosechas.

Por el suspiro que retiene al pasar frente a una casa de la que sospecho, pertenece a los Pawłowski, hace que se me erice la piel, temiendo por la forma en que terminará la frase.

—¿niños?—asiente con genuino pesar—dios, detesto que halla niños involucrados de por medio.
—por desgracia, no nos quedan muchos niños en el pueblo.

No quedan ni niños, ni personas por lo que puedo ver al pasar por el camino que nos lleva a la parroquia. Hay muchas casa con ventanas bloqueadas con maderas, otras ennegrecidas, como si no hace mucho tiempo hubieran sido incineradas hasta los cimientos. En las casas que aun parecen estar habitadas, tienen múltiples cruces clavadas en los jardines delanteros, mismas que evito leer al percatarme que en las tablas, se alcanzan a leer los nombres de los familiares que ya han perdido.

—¿dices que el clero no ha hecho nada al respecto?
—ni siquiera se molestaron en tomar una de mis cientos de llamadas de auxilio—aprieta la mandíbula—como puede ver, somos una minoría sin importancia para los "altos mandos" del cristianismo.

Mi tío siempre me ha dicho que la religión tiene defectos, pero solo porque los hombres tienen defectos. No generalizo la vocación de todos los feligreses al rededor del mundo, ¡pero joder! aceptémoslo, de cien personas con los medios suficientes como para ayudar a los demás, si acaso una o dos, son los que están realmente dispuestas hacer algo.
Para la suerte de los habitantes de este lugar, la persona lo suficiente comprometida y desesperada por ayudarlos, es precisamente el nephil que me acompaña.

—debiste llamarnos cuando esto comenzó.
—llame a los ancianos—frunce el ceño—pero ellos dijeron que no podían hacer nada, si el daño ya estaba hecho.

<<No sé porque no me sorprende.>>
Me reservo el comentario de la forma que tienen los ancianos de hacer las cosas. Se supone que el consejo se fundó para acudir al llamado de cualquier nephil que necesite ayuda.

—mi señora—me detengo descubriendo que me he ido de paso—es aquí.

La pequeña y modesta parroquia no es precisamente lo que me imaginaba—está tan deteriorada que me preocupa que el techo se les venga encima— aún así, lo sigo al interior poniendo todo de mi parte para no soltar algún cometario que se malinterprete.

—de antemano me disculpo—vacila inquieto— sé que no es precisamente el lugar más lujoso donde usted ha estado, pero le aseguro que....
—es perfecto—lo calmo poniendo una de mis manos en su hombro—ahora, porque no me lleva con eso niños y enfermos....por desgracia el tiempo corre, y por lo que veo, no es a nuestro favor.
—si mi señora—me indica el camino—es por aquí.

En su momento, venir aquí por mi cuenta me pareció una estupenda idea. Ahora viendo el panorama completo, me siento terrible. Con esta condición que mantengo gracias a la reciente intervención de los ancianos, me temo que no le seré de mucha ayuda a esta pobre gente.

La parroquia la han divido en varias partes, al centro, permanece una columna de pequeñas bancas—seis en total—todas alineadas mirando al frente, a lo que es el altar y el púlpito. Alguien tuvo la idea de colocar una cortina detrás de la cruz de madera con un Jesucristo tallado en resina que cuelga del techo, formando una especie de división con la parte trasera del estrado, desde mi posición, no se puede ver qué hay detrás.

A los costados, han montado tendidos en el suelo, donde hombres, mujeres, ancianos—que me miran al pasar— y un par de niños duermen acurrucados, o por lo menos eso intentan ya que dudo que esas pocas cobijas con las que se cubren les sirva de mucho contra el frío que se filtra por la falta de cristales en algunas de las ventanas o por las partes del techo sin reparar.

Hay dos personas contribuyendo con la causa, las cuales, reparten vasos llenos con lo que parece ser alguna clase de líquido caliente—veo vapor por encima— De la parte detrás de la cortina se escucha una queja de dolor y el relajante rezo de alguna mujer que intenta calmar a quien sea que esté sufriendo.

—estas personas temen volver a sus casa—explica—se sienten más seguras estando aquí, y no los culpo.
—entiendo—avanzo acercándome a revisar a los niños primero—¿a ellos que les pasa?

No los escucho toser, ni tampoco quejarse de alguna clase de dolor. Tampoco parecen estar mal alimentados, de hecho, sus ropas no son viejas ni remendadas. En pocas palabras, lucen como niños bien cuidados a pesar de la suciedad que tiñe sus caritas, o esas uñas maltratadas con visibles mordeduras que debieron haber sangrado.

—son huérfanos—se inclina a cubrir al más grande—los padres murieron de forma inexplicable.

El grande no parece tener más de ocho, mantiene abrazado al más pequeño, quien aún se chupa el pulgar. Su carita regordeta y esas mejillas con surcos causados por el llanto, me advierte que aun es un bebé, quien no debe tener más de cuatro años por lo mucho.

—¿hermanos?
—no—se aparta y lo sigo para no despertarlos—el más grande es Armant, sus padres y su hermana mayor fueron los primeros en aparecer muertos en sus camas, ambos con rostros desfigurados por el terror y ojos vacíos.
—¿él los encontró?—asiente—pobre niño, no imagino lo duro y traumático que debió ser para él.
—no fue tanto como lo fue para el pequeño Bazyli.

se cruza de brazos a la altura del pecho, viendo con pena y lo que puedo reconocer como coraje en toda su expresión. La mandíbula cuadrada deja ver la impotencia que le genera esta situación.

—su padre era el herrero—menciona—él, al igual que muchos, tomo a su familia y los subió al auto dispuestos abandonarlo todo.
—¿y qué pasó?
—nadie lo sabe con exactitud...de los pocos sobrevivientes, hay algunos que dicen haber experimentado una especie de psicosis colectiva, recuerdan haber cruzado el límite de la villa y justo del otro lado, algo en el viento, les impidió respirar con normalidad.

>> otros dices que perdieron la vista, lo cual provocó que los autos chocaran unos contra otros formando así un caos vial bastante impactante. La mayoría mencionó sentir un insoportable dolor en el pecho y haber escuchado el sonido de lobos aullando muy cerca de ellos, así como cuchillas rasgando los techos de metal de los autos<<

—¿y el niño?—lo imagino llorando, en medio de ese escenario tan devastador—como es que logro sobre vivir.
—nadie lo sabe— vuelve a ver a los niños—llego corriendo horas después muy asustado, decía que el moustro que se comió a su madre, venía tras él.
—moustro.
—no es el único que dice a verlos estuchado....aunque la versión que cuentan los otros sobre vivientes, es mucho más escalofriante.
—no tienen idea de que los ataco ¿cierto?—asiente—ninguno de ellos vio a sus depredadores.
—aunque el pequeño Bazyli con tan solo tres años, pudo describirme el aspecto del moustro que mató a su madre.

Desde el principio de los tiempos, los niños han sido mejores receptores de lo paranormal, las cosas místicas, y las criaturas que cohabitan con nosotros en este plano terrenal. Lo que los adultos llaman "imaginación" es en realidad un vistazo al turbio entorno que nos rodea.

—¿sabemos que fue?
—el niño mencionó que el moustro tenía el rostro borroso, lo describió como alguien alto aunque encorvado, con ojos negros, pie blanca y cabello largo, el jura que lo siguió hasta llegar a la parroquia.
—eso suena más a un demonio, que a una criatura del infierno.
—pensé en lo mismo, pero ambos sabemos que un demonio común no es capaz de llevarse a tantas almas, los poderosos si, pero no pueden mantener su forma corpórea sin ayuda en este plano. Además, la forma en que se han encontrado los cuerpos no coincide con su patrón de tortura en una posesión, sin mencionar que yo sabría si un demonio se ha impregnado en el cuerpo de alguna de estas personas.

Tiene mucha razón, lo que sea que ocurre aquí, es muy poco frecuente más no imposible de resolver. No tengo fuerza, ni poder, ni mucho menos la ayuda del creador para envolver a todo este poblado en una manta protectora, para que nada ni nadie los siga atacando.

—estas personas creen que la villa está maldita.
—mas bien creo que alguien ha estado jugado a ser el anfitrión de un festín para las criaturas de la oscuridad.
—¿cree que una de estas personas ha podido abrir un portal hacia el otro mundo?
—no sería la primera vez— le echo un visto a las personas que socorren a los más débiles— saldré a reconocer el terreno.
—¿cree que sea seguro mi señora?
—quedándome aquí no seré de ayuda, ademas, lo mío no es cuidar enfermos ni desvalidos.
—pero si lo hace—me mira con una gratitud que me incomoda—a su manera, nos mantiene a salvo.
—y para hacerlo se necesitan armas—lo miro con cautela—por que si tienen ¿verdad?
—tengo una oculta en la sacristía.
—genial, normalmente Cameron es quien se encarga de suministrar la armería, pero este viaje nos ha tomado desprevenidos a todos.

Lo acompaño a la sacristía, a donde hubiera preferido no entrar porque el arma que me entrega no es precisamente lo que esperaba. Esta cosa es más una reliquia muy del gusto de Jhonatan. Una lanza que ha camuflado como parte de la decoración, usándola como soporte de cortina.

No me gustan las lanzas, pero aun así agradezco y salgo a recorrer las calles Del Valle, entrando a las casa deshabitadas en donde no encuentro nada más que un molesto nido de moscas y el nauseabundo olor a muerte.

En total cuento treinta y siete casa abandonadas—dos de ellas, aun con visibles rastros de tortura, cubiertas de sangre seca en las paredes, techos y pisos— en una de las casa más alejadas de la parroquia, encontré cuatro cuerpos apilados en el patio cubiertos con una manta, el enojo me embarga al comprobar que todos son niños.

—que clase de depredador puede tener tanto poder para aferrarse de esta forma a una villa entera llevándose a los más pequeños.

Los cuerpos de los niños apenas comienzan a hincharse, sus ojos están vacíos y no me quedo viendo a la nada esperando una respuesta divina, me ensucio las manos armando la hoguera que quemará los cuerpos para que ningún seguidor del infierno pueda utilizarlos con fines retorcidos. Elevó una plegaria al cielo rogando por el alma de los pobres bebés que murieron de una forma tan desafortunada, y sigo mi camino hacia la salida límite Del Valle, donde supuestamente esos lobos o criaturas atacaron a los padres del pobre bebé Bazyli.

CAMERON

<<hijo de perra>> juro por todo lo sagrado de este mundo, que voy empalar a Khaled en la cima del rascacielos más salto que encuentre.
El coraje que le traigo no se me va a pasar hasta que le ponga las manos encima.

Mira que dejarme inconsciente en la cima de esa torre, sin el más mínimo rastro de donde estaba—o que me hizo— sin dinero, celular ni identificaciones. Eso no se lo perdono a nadie. Deje que me usara como receptor divino y mira nada más como me pagó. <<el maldito me abandono>>

Encontrar el camino de vuelta a Varsovia, me tomo más de lo que jamás pienso admitir frente a alguien. Pero por fin estoy aquí y ya verá lo que le espera cuando lo encuentre echado en la cama de la habitación, atiborrándose de más basura de la máquina expendedora. <<le arrancaré las plumas y me haré una linda boa con ellas>>

<<el costo de su bromita le saldrá muy caro esta vez>>

Paso por la habitación de Caili encontrándola vacía, por lo que me adentro en la otra habitación donde se supone deben seguir trabajando los demás. Abro la puerta y esta reproduce un fuerte ruido cuando se estrella contra el yeso. Tres cabezas alzan la vista observándome con el ceño fruncido. Harold, Kurt y Samuel. 1, 2 y 3.

—¿donde está?
—en donde te habías metido hombre—dice Harold al mismo tiempo—llevamos horas llamándote.

Deja la tableta sobre el colchón poniéndose de pie mientras yo sigo reparando el entorno de la habitación en busca del Ángel o la chica que se supone debía estar conmigo, a muchos metros de distancia de todo esto.

—¿donde está?—repito
—¿Donde está quien?—pregunta Kurt sin dejar de teclear en su computadora—¿te encuentras bien? No te ofendas viejo, pero tienes pinta de indigente.

<<¡viejo!...la maldita rata de laboratorio en serio acaba de llamarme ¡VIEJO!>> no pues, si que ese veneno que ahora corre por sus venas, está haciendo efecto demasiado rápido eliminando en un chasquido su habitual cobardía. Supongo que es mi deber recordarle que aun teniendo colmillos, yo siempre estaré muy, pero muuuuy, por encima de él y toda su nueva especie.

Me adentro abriendo la puerta del baño en busca del Ángel, mismo que no encuentro. —¿donde se metió?— me topo con la mirada de Samuel quien me observa desde el único sofá en la pequeña habitación, donde se encuentra sentado con los codos apoyados en los descansos y las manos formando un rombo al rededor de la boca y barbilla.

—tenemos nueva información que queremos mostrarles—se me acercar Harold recuperando la tableta—¿donde está Khaled? Seguro que esto también le interesa.

Que me pregunte por él, me hace entender que el ángel no anda por aquí. Ese hijo de las mil reputas, no fue para volver luego de que me abandonara hace un rato. No sé si molestarme mas o simplemente dejarlo pasar guardando mi ira para cuando lo encuentre. Por que ese cabrón tiene que aparecer tarde o temprano.

—no está—le arrebato la tablet— y no tiene que enterarse de nada, él no forma parte del equipo.
—pero él dijo que...
—¿que se supone que es esto?—lo corto echándole un vistazo a la pantalla—¿que es este lugar?

Kurt suelta un bufido burlón al cerrar de golpe la pata de su computadora, la deja de lado y estira las piernas viéndose reflejado la nueva estatura que ahora posee.

—eso de ahí es nada mas y nada menos que la prestigiosa academia clasista que les mencione antes—explica obligándome a echarle otro vistazo a la imagen—se dice que fue fundada en secreto por miembros de la realeza, antiguos líderes mundiales y algunas de las familias más poderosas de esa parte del continente.
—¿y dices que es aquí donde bruce quería enviarte?

Deslizo la pantalla hacia arriba, deteniéndome en la información de una mujer entrada en años, más no lo suficiente como para considerarla anciana. Que Harold se cruce de brazos cuando se la muestro para que me diga quien es, me hace enter que es una ficha importante en este tablero.

—ella es Cassandra LeVeck—desvía la vista hacia Kurt—la última persona con la que Kurt se entrevistó antes de despertar siendo....bueno, siendo lo que es ahora.

<<tiene que haber un error, está elegante mujer no puede ser la misma que se reunió con Kurt en ese lugar de mala muerte>>
Ni siquiera tiene pinta de frecuentar establecimientos que no cuenten con al menos cuatro estrellas Michelin.

—¿estás de broma?—Harold alza los hombros haciendo un gesto— Kurt.

Vuelvo a centrar la atención en él. Se frota la frente y deja caer los brazos apoyando los codos en sus rodillas.

—dijo que era una trabajadora social, me entregó su tarjeta pero supongo que la perdí—hace una pausa que me parece una eternidad—ahora no puedo dejar de pensar que no tengo idea de donde pueda estar.

Las cosas cada vez se enredan más para nosotros. Lo ultimo que debería preocuparnos es la existencia de una mujer entrada en sus cuarenta años, quien para esta hora probablemente es el jugoso aperitivo del clan que convirtió a Kurt. O peor aun, que ande suelta por ahí convertida en vampiro.

—supongo que tu código moral me pedirá que vaya a buscar—le pregunto a Samuel quien no ha abierto la boca en absoluto—porque bien podría estar muerta para esta hora.
—espero que no—gruñe Kurt—no quiero pensar que logre escapar de esa pesadilla dejando atrás a una mujer inocente.

Se forma una breve silencio en el que el único preocupado es Kurt. A cualquier persona normal le afligiría mucho el desafortunado desenlace de una persona aparentemente inocente. Por lo menos Kurt parece mortificado, comprobando una vez más que su humanidad aun no lo abandona.
<<Será un vampiro patético>> en lo personal, no me interesa en lo absoluto lo que halla pasado con esa mujer, el resto de nosotros estamos tan acostumbrados a ver morir personas día a día, que simplemente una muerte mas no significa nada.

—yo puedo ir a investigar—se ofrece Harold—puedo partir mañana mismo y...
—No—lo corta Samuel—Caila tiene razón, ahora más que nunca te necesito conmigo muchacho.
—pero creí que....
—lo importante aquí es descubrir como la contacto bruce y que puesto desempeña en esa academia.
—de pronto me resulta una mujer interesante.
—y eso no es todo—añade Harold tallándose los ojos— todo parece indicar que ella es la misma mujer que realizó el proceso de reubicación de los hijos de Luna Welch.

Hay muchas incógnitas flotando al rededor de Cassandra LeVeck, quizá mi intuición de buen observador esté un tanto dañada luego de que Khaled urgirá en mi cabeza hace un rato. Sea como sea, esta mujer parece ser una pieza importante en este rompecabezas.

—bien—les devuelvo la tableta— Caili y yo nos haremos cargo.

Oh si, definitivamente ahora quiero saber más sobre esta mujer y esos posibles niños Uring—ya no tan niños—hijo de Luna Welch.

—saldremos ahora mismo a buscar a esa mujer y daremos con el paradero de esos niños.

Me busco el teléfono en los bolsillos hasta que recuerdo que cierto ángel lo dejó frito con su truquito de pararrayos.

—pero primero ella y yo saldremos de compras—anuncio—necesito hacerme de un nuevo teléfono.

No había notado lo silencioso que quedó la habitación luego de anunciar el siguiente paso. Miro a Harold quien observa desconcertado a Samuel. Luego observo al vampiro rata, quien tiene una mueca estupida, como si esta tuviera disgustado con algo de lo que cabo de decirles.

—¿que ocurre?
—¿de que hablas?
—salí por unas horas, pero parece que me estoy perdiendo de algo, así que suéltenlo.

Samuel se pone de pie tendiéndome su propio teléfono.

—me temo que tus planes para formar parte de esta investigación tendrás que dejarlo en nuestras manos.
—imposible, seremos ella y yo quienes interrogaremos a esa mujer hasta dar con el paradero de esos niños.
—Caila se ha ido—me suelta— será mejor que la llames.

Joder con esta niña, va por ahí haciendo lo que se le pega la gana sin siquiera molestarse en pensar en lo que afecta mis planes.

—donde está.
—Lublin—dice Harold— se fue hace unas horas con el padre Juan.

<<¿Lublin?>>
¡Que rayos hace Caili allá con el padre Juan!
Normalmente tengo una fuente inagotable de paciencia—misma que se me está agotando—pero en estos días esa niña no ha hecho más que mandarme a la banca, a verla tomar decisiones por su cuenta cuando se supone que juntos somos un equipo.
Me froto la cara tratando de no desquitarme con ninguno de los tres por dejarla ir sola a Lublin. Conociéndola—y la conozco— se que ninguno de los tres podría haberla convencido de no ir. Tiende a ser servicial cuando se trata de ciertos personajes que ha ido conociendo desde que emprendimos este nuevo viaje juntos. El padre juan sin duda forma parte de esa lista de personas a las que ella ayudaría sin pensárselo dos veces.

—¿que fue hacer a Lublin?..espera no, mejor no me lo digan, será mejor que ella misma me lo explique cuando la encuentre.

La llamo desde el teléfono de Samuel pero la llamada salta inmediatamente a buzón de voz. Lo intento de nuevo sin alterarme aunque por dentro esté armando el monólogo que le gritaré a la cara por haberse largado sin mi.

—¿alguno de ustedes sabe con exactitud la dirección del padre Juan?

Se miran entre ellos lo que me da a entender que no tienen ni puta idea. Le devuelvo el teléfono a Samuel, le echo un vistazo al informe de la academia que sigue mostrando la tableta sobre la cama deseando poder investigar eso en lugar de desvaírme a Lublin donde no hay más que un nephil que tomo votos de pobreza extrema antes de comenzar a gozar de los beneficios que le ofrece su afortunada naturaleza.

—no importa, ya me encargaré de encontrarlos—me encamino a la puerta—háganme un favor, si alguno de ustedes ve a Khaled, díganle que arreglaremos cuantas cuando vuelva.
—¿quieres que le diga que los alcance allá?.

Fulminó a Harold haciéndolo retroceder inquieto. No tiene ni idea de lo cabreado que estoy y de la suerte que tiene de no saber que todos deberíamos de mantener alejados a esos dos, cueste lo que cueste.

CAILI

Nada...por mas que busco no he podido encontrar al causante ni nada que me explique porque razón decidió atacar.
Se que está hai, quien sea o lo que sea que halla atacado a estas personas, está ahí, no pudo haberse ido.
Los cuerpos de esos niños que encontré en el patio aún estaban blandos, lo que me lleva a la conclusión de que el responsable ya debe saber que estoy buscándolo y decidió esconderse.

Reviso los daños causados en los vehículos que bloquean la salida Del Valle, esa donde murieron los padre de Bazily y muchos de sus vecinos. Ni siquiera hay un ligero olor que me indique la clase de moustro que cometió esta barbarie.

Me rodea la oscuridad y la neblina aunque no falta mucho para que llegue el amanecer. Bajo mis pies permanece el rastro de la sangre derramada de las víctimas y dentro de los vehículos los cuerpos de los que no pudieron sobrevivir.
Ya revise los alrededores—dos veces— y marqué el lugar para que ningún ser oscuro se atreva a cruzar los límites Del Valle de nuevo. Unas cuantas runas de protección es lo único que puedo hacer en mi condición.

Me ensucio las manos de nueva cuenta apilando los cuerpos en estado de descomposición que siguen en el pavimento y sacando los demás que aún se encuentras en el interior de los autos. Busco entre sus pertenencias personales identificaciones que pienso entregarle al padre juan en caso de que quiera realizar una misa especial ya que trasladarlos para darles cristiana sepultura me tomaría horas, por lo que vuelvo armar una hoguera elevando plegarias al cielo por las almas de los fallecidos.

—te conozco de años, y no recuerdo cuando fue la ultima vez que te vi rezar.

No abro los ojos ni me muevo con la llegada de Cameron, sigo con lo mío aun sabiendo que es probable que allá arriba nadie me esté escuchando. Termino con la plegaria sin hacer eso que hacen los humanos <<persinarse>> cuando piden por el eterno descanso de sus difuntos.

El fuego de la enorme hoguera ilumina esta parte Del Valle, por lo que encontrarme no debió costarle mucho. Ver crepitar el fuego es algo que me gusta y relaja, él lo sabe, por lo que de un momento a otro está a mi lado observado en silencio.

—¿terminaste con lo de tu amigo?
—digamos que lo dejamos pendiente hasta la próxima vez.

Discretamente echo un vistazo para seguramente de que el Ángel se encuentre con nosotros. Ahora que soy consciente de la clase de truco que usa para ocultar no solo su biblioteca privada, sino también su presencia, tengo que recurrir a observar como lo haría cualquier humano normal.

Para mi sorpresa—buena o mala— él no está. Solo somos Cameron y yo haciendo vigilia a los cuerpos que se calcinan lentamente.

—¿quien hizo todo esto?
Le echa un vistazo al entorno reparando en los vehículos colápsalos en el camino, como también a las identificaciones que deje aun lado para llevar conmigo de vuelta a la iglesia.

—aún no lo sé, el Valle entero parece haber sido sacrificado por algún demonio o culto pagano.
—¿que clase de demonio?
—ni idea, el muy cobarde se esconde de mi...se que está aquí—miro al alrededor—pero sea lo que sea, no me da la cara.

Asiente sin despegar la vista del fuego. Los primeros rayos de sol comienzan a pintar las nubes del cielo amenazando lentamente a la oscuridad. Decido que ya fue vigilia suficiente, me guardo las identificaciones y emprendo el camino de vuelta a la parroquia del padre juan entregando a Cameron la lanza que me vi forzada a traer conmigo.

—bonita reliquia—se burla—¿de donde la sacaste?
—del trasero de tu madre.
—veo que incinerar cuerpos en el camino te puso un poco brava.
—me puso hambrienta—le resto importancia—en este momento daría la mitad de mi alma por uno de eso bistec con hiervas de mamá o una montaña de hotcakes con sirope de papá.
—corrección, hacer el trabajo sucio no te puso brava, te puso sensible—me empuja con el hombro sacándome una sonrisa—¿la bebé Custos extraña a sus papis?.
—cállate tonto—le devuelvo el empujón—y si, si extraño a mis padres, por que yo si tengo suerte de tenerlos conmigo y sé que eso te pone celoso.
—ya quisieras.
—ajá.

Aprovecho el recorrido para contarle todo lo que ocurre aquí, le cuento sobre los cuerpos que encontré, sobre los sobrevivientes refugiados en la parroquia, la declaración del pequeño Bazily, y de cómo las muertes de estas personas me recuerdan mucho a los cuerpos que encontramos en esa exhibición en donde se encontraba el manto que él y el Ángel buscan con tanto afán.

El amanecer nos alcanza no muy lejos de la entrada al Valle, casas recientemente abandonas comienzan a parecer en nuestra camino. Cameron me cuenta lo que mi tío y los chicos encontraron sobre la academia a la que bruce pretendía enviar a Kurt.

Acordamos unirnos a ellos luego de acabar aquí, no sin antes prometerle que no volveré a tomar decisiones cómo está sin antes tomarlo en cuenta.

—¡ESPERA!—suplica una voz—ESTAS COMETIENDO UN ERROR...YO NO LO HICE, NO VENGO CON ÉL...NI SIQUIERA LO CONOZCO....TE LO SUPLICO, NO ME MATES.

No necesitamos un contexto para echarnos a correr en la dirección contraria por donde venimos adentrándonos en el bosque que es justo de donde proviene esa voz aterrorizada que suplica por su vida.

Las copas de los árboles se vuelven más densas al adentrarnos al bosque, lo que impide que los rayos de sol penetren la superficie volviéndonos adentrar en la oscuridad. Brincar sobre raíces y árboles caídos no resulta un problema para nosotros, como tampoco lo es reconocer al sujeto que mantienen contra el suelo lloriqueando como un bebé, ni a su atacante.

Cameron lanza el arma que lleva en la mano la cual sigue un camino directo a impactares contra el pecho del tipo encapuchado. El corazón me late salvajemente al reconocerlo como el mismo que me atacó en la galería, y me detengo abruptamente cuando sin siquiera mirar en nuestra dirección es capaz de interceptar el impacto de la lanza deteniéndola a escasos centímetros de su pecho.

—¡CAMERON!—lloriquea el anciano en el suelo—¡ACABA CON ÉL...LIQUÍDALO AHORA MISMO!
—cierra la boca Lorenzo o yo mismo te parto el cuello.

La sonrisa socarrona del encapuchado me provoca un dejavú que desaparece antes de que pueda saborearlo. Un flashback aparece en su lugar, volviendo a recordarme que este desconocido tiene los mismos ojos que el chico de mi sueño.

—esta vez no te escaparas—amenaza Cameron yéndosele encima—y ni se te ocurra desaparecer de nuevo maldito cobarde.
—con que tú eres Cameron—le responde esquivando los golpes—no te ofendas pero ciertamente siempre creí que serias más alto.

Obligo a mis pies a moverse para auxiliar al anciano que tiene dificultad para levantarse. No pierdo de vista la pelea que se suscita frente a mi. Cameron parece cabreado, suelta golpes certeros y calculados que no logran aterrizar en el encapuchado, lo cual pone más furioso a mi compañero.
Pocas veces lo he visto pelear de esta manera—por lo regular no suele esforzarse tanto—pero lo entiendo, no poder propinarle un puñetazo por más que lo intente, resulta ser demasiado molesto.
El encapuchado es ágil y escurridizo—su manera de pelear me impresiona— es como si supiera cómo y cuándo va atacarlo su adversario.

—¡que esperas Cameron!—vocifera Lorenzo exasperado—mátalo de una vez.

Observo a Lorenzo, es un anciano con cargo importante en La Ciudadela, su presencia fuera de ella no es precisamente común y recurrente.
Es raro verlo sin su toga y despotricando contra otro ser vivo. Suele ser de los que guardan silencio y agachan la cabeza cuando se le ordena, pocas veces lo he escuchado hablar, siempre creí que era uno de los más cohibidos pero obviamente he tenido una impresión errónea todo este tiempo.

Varios metros atrás de nosotros llama mi atención la luz que se proyecta del interior de una especie de cueva. Mi curiosidad es grande por lo que me muevo dejando atrás la pelea y los gritos de Lorenzo quien pide con empeño la muerte del encapuchado.

Estando al pie de la entrada de la cueva mi curiosidad está satisfecha. Hay un cuerpo de un hombre tirado en el suelo. Me acerco sin despegar los ojos de lo que parece ser su cabeza entre sus omoplatos. Tiene los brazos y las piernas quebradas, al igual que su columna, cuello y torso.

Hay un charco de sangre bajo de él, misma que se cubre con el manto negro que lleva puesto encima. Rodeo el cuerpo viendo los vestigios de lo que parece haber sido otro enfrentamiento y los restos de un altar demolido, las marcas grabadas en las paredes internas han sido borradas con torpeza por lo que se me dificulta leerlas. Retrocedo queriendo tener un vistazo completo del pentagrama marcado en el techo de la cueva, una grieta la atraviesa anulando su poder. Mis converses crujen al pisar los restos de una urna ceremonial que fue estrellada, de la cual sale el inconfundible olor del copal quemado.

—quien sea que fuera esta persona, fue sorprendida haciendo un ritual.

Miro por encima del hombro en dirección a los tres hombres qué discuten afuera. Alcanzo a pegarme contra la pared cuando un cuerpo entra estampándose contra las rocas. Es el encapuchado.

—joder Cameron—le chillo—ten más cuidado.
—que mierda haces ahí.

Sus alaridos no me hacen salir, por el contrario, me acerco al tipo que ha comenzado a reírse haciendo eco en el interior de la cueva.

—sal de ahí Caili.

Vuelvo a ignorarlo. No tengo miedo de que el encapuchado me ataque, sé que si me pone una mano encima, Cameron no dudará ni un segundo en destrozarlo.

—debería escuchar a su amigo—dice el encapuchado—puede ser peligroso que se acerque demasiado.
—no te tengo miedo.

Lo observo ponerse de pie, sacudiéndose la tierra de la ropa. La mitad de su rostro aún sigue cubierta por el mismo pañuelo que traía la primera vez que lo vi. Pero aun con la poca luz en el interior de la cueva, puedo distinguir el azul eléctrico de sus ojos.

—debería—se sacude la tierra del cabello volviéndoselo a cubrir con la capucha—no me conoces, bien podría hacerle daño aprovechándome que su debilidad señorita Uring.

Me detengo justo a dos metros de él. <<¿sabe quien soy y que estoy débil?>> Mi corazón late desesperado, mis manos pican y mis ojos se niegan apartar la vista queriendo grabarme a fuego en la memoria cada detalle que pueda obtener de él.

—¿quien eres?
—sal ahora mismo de ahí Caili—gruñe Cameron acercándose—no lo volveré a decir.

La persona que me acompaña suelta un profundo suspiro cuando termina de limpiarse. Mantiene las manos dentro de los bolsillos de la sudadera y al igual que la primera vez, no deja de mirarme como si me conociera de toda la vida.

—debo irme—me pasa por un lado dejando un rastro de olor a fauna silvestre detrás de él.
—espera—lo tomo del brazo antes de que descubra su muñeca y desaparezca como aquella vez—tienes que decirme quién eres.

Me encojo en mi sitio cuando observa con clara sorpresa mi mano sobre su antebrazo, y estira la mano para tocar nuestra unión. Antes de que eso ocurra termino siendo jalada hacia a un lado por Cameron cuando entra más furioso que un toro en Pamplona.

—aleja tus manos de ella.

Lo que sucede después apenas soy capaz de procesarlo. En un parpadeo los ojos del encapuchado se vuelven más negros que la noche, me toma a la fuerza jalándome de vuelta a su lado al mismo tiempo que de su cuerpo comienza a emana una oscuridad abrumadora que me oprime el pecho al envolverme con ella.

Su mano derecha se mueve más rápido de lo que puedo registrar y en cuestión de nada Cameron sale despedido por los aires golpeándose contra uno de los muros de la cueva.

Cameron se sostiene evitando que lo que sea que esté haciendo el encapuchado lo haga salir de la cueva, clavando los puños en la piedra. Es como si una fuerza de gravedad invisible lo estuviera empujado lejos de nosotros.
La misma fuerza de gravedad termina de sumergirnos en la oscuridad de la cueva al apagar por completo lo que quedaba de la fogata que el sujeto que yace muerto no muy lejos de nosotros, había encendido como parte del ritual.

—¡Cameron!

Trato de ir ayudarlo pero el encapuchado aún me tiene sujeta por la muñeca. Me retuerzo furiosa de que le fuera tan fácil tomarme como si yo no fuera nada.

—suéltala hijo de...—amenaza Cameron con dificultad al resistirse a la fuerza gravitacional que lo tiene— joder...Caili.
—¡YA BASTA!.

Logro zafarme y hacer acopio de todas las fuerzas que me quedan en el cuerpo para empujarlo tan lejos que vuelve a impactarse contra las rocas del interior en el lado opuesto al de Cameron. Me invade la necesidad de ir tras él, pero termino yendo por Cameron cuando cae al suelo junto con un montón de rocas que se desprenden del techo de la cueva sepultándolo bajo los escombros y bloqueando la única salida.

—¡Cameron!

mis reservas de energía me abandonaron y se me dificulta buscarlo debajo de las rocas. El tipo atrás de mi tose a causa del polvo que se respira en el interior. Sé que debería hacer algo para defenderme en caso de que intente regresarme el golpe, pero soy consiente de que mis oportunidades de salir ilesa de aquí son nulas a menos de que Cameron de señales de vida.

—como...—tose acercándose—como es que...
—no se quien eres ni de donde diablos saliste—amenazo en un intento estupido de intimidarlo—pero si vuelves a tocarme una vez más, te juro por tu madre que te matare.
—¿mi madre?—se burla acercándose más—aún eres bastante joven....te falta mucho camino por recorrer para siquiera querer estar a mi nivel.

Lo siento cerca, pero no lo veo, no sé lo que está haciendo ni tampoco donde está parado exactamente. Discretamente trago grueso adoptando una posición de defensa a la espera de cualquier ataque sorpresa. Puedo vivir cientos de años, sanar rápido, y no envejecer como lo haría cualquier persona normal, pero aun siendo nephil eso no me salva de morir a manos de un desconocido que acaba de revelar que tiene el poder de la oscuridad crepitando por sus venas.

Lo ocurrido aquí comienza a tener sentido, todo encaja para mi al comprobar que el desconocido encapuchado es sin duda el mismo ser que describió el pequeño Bazyli..... él es un demonio.

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