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𝗠 | En donde Bang Chan es un ladrΓ³n especializado que contratan los lΓ­deres corruptos mΓ‘s poderosos del paΓ­s... Mer

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02 | SEGUNDO ENCUENTRO
03 | INFILTRADO
04 | CUENTOS QUE NO SON CUENTOS
05 | NIΓ‘ERA
06 | SERPIENTE ENCANTADORA
07 | NUESTRO ESTILO
08 | EL TIEMPO DEL RELOJ

01 | EL ROBO MILLONARIO

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Christopher había empezado a vivir solo en el año 2016 cuando sus padres lo echaron de casa por haber embarazado a su ex novia de 17 años. No tenía a dónde más ir, así que tuvo que alquilar una habitación. Claro, con su pequeña hija, que le habían dejado a cargo obligatoriamente.

En Seúl era fácil encontrar trabajo, había de todo: jardinería, reparar autos, ser socio de alguna empresa... Sin embargo, a Christopher no le servía nada de eso, la paga era insuficiente para él. Su hija había nacido con Ambliopía, una reducción de la vista en un ojo por la falta de uso en la primera infancia. El cerebro puede optar por desconectar o suprimir las imágenes del ojo más débil y la vista en ese ojo deja de desarrollarse de forma normal.

Los tratamientos para la Ambliopía eran muy costosos, no quería vivir con el arrepentimiento de no haber curado a su hija cuando podía. Así que decidió hacer algo de una vez por todas.

Se rumoreó en la ciudad que un hombre llamado Kim Kong había llegado de visita en busca de nuevos trabajadores. Decían que solo los valientes se atrevían a entrar al negocio, ya que era muy peligroso y te metías en problemas o incluso te ensuciabas las manos. A Chris le picó la curiosidad, averiguó y no se pensó que el trabajo fuese nada más y nada menos que ser un ladrón.

Al principio le sonó una locura, que jamás haría algo así, robarle o lastimar a otras personas y meterse indirectamente con la policía. Pero la cantidad de dinero que pagaban no se comparaba con el nivel de culpa. Kim le advirtió varias cosas antes de darle una oportunidad: 1. Una vez que entra, no puede salir. 2. Si lo llegaba a traicionar, era hombre muerto. 3. Un trabajo jamás se deja tirado.

Durante 6 años y contando, Christopher ha trabajado para Kim. Siendo él el que se encarga de entregarle a su jefe en bandeja de plata cualquier cosa de valor de la que esté enterado y desee, desde la joya más pequeña y costosa del mundo hasta unos papeles que podrían ser no tan simples y están en las manos equivocadas, lo suficiente como para destruirlo. 



Hora 08:36 pm.

— Bang Chan, ya sabes qué hacer— habló por el audífono.

— Sí, señor.

Ha-joon Fiore, ese era el nombre de su víctima el día de hoy. Era dueño de una empresa tecnológica en Gamdong, Kim le había ofrecido comprar acciones debido a la fama que ha incrementado su negocio, pero este lo rechazó sabiendo que traería de todo menos buena suerte a su empresa. Después de todo, Kim es uno de los empresarios corruptos más odiados de Corea del Sur.

Eso pareció enojarle y quería hacerlo pagar por herir su orgullo. Así que descubrió que escondía un buen botín de dinero en algún lugar escondido de su hogar y, ya que la situación económica de Kim le exigía pagar muchísimas deudas, robarle le pareció una idea increíble y de paso dejarlo unos cuantos meses en la ruina mientras trataba de recuperar ese dinero mediante su empresa.

Entrar a la mansión era un objetivo fácil para Bang Chan, pues no habían cámaras de seguridad y mucho menos guardias. La familia Fiore no tenían enemigos, por lo tanto no necesitaban tanta protección, hasta que Ha-joon hizo enojar a su jefe.

Bang Chan cruzó el jardín con rapidez y se escondió detrás de una pared, procurando que no hubiese nadie alrededor. Según sus amigos y compañeros de trabajo que lo ayudaron a investigar más a profundo sobre el lugar, sólo habían dos personas viviendo en esa casa y casi nunca se encontraban. Alzó la vista por la ventana, revisando si había alguien antes de abrirla con sumo cuidado y entrar de una vez por todas.

Caminó por el piso de la madera, tratando de no pisar de más y hacer el menor sonido posible con sus botas. Divisó el cuadro pintado que había en la pared y se apresuró en acercarse, moverlo y hallar la caja fuerte que yacía detrás de este.

— Bingo.

De pronto, la puerta se abrió y se quedó paralizado al ver una chica que lo miraba. Abrió los ojos espantado. 《 Mierda 》 pensó.

Estaba a punto de lanzarse y tratar de dormirla para que no gritara, pero paró en seco al notar que sacó un palo de su costado, extendiéndolo y caminando por el salón con cuidado.

Ciega

Se quedó en su sitio, viéndola dirigirse a la ventana y cerrarla con seguro. Maldició en su interior ¿ahora por dónde saldría? Esperó hasta que ella saliera y, cuando lo hizo, salió segundos después, cerrando la puerta despacio y estando en el pasillo de la mansión. Mirando a su alrededor, viendo las lámparas y las alfombras antiguas del piso. Era un muy bien lugar.

Sus ojos se abrieron de par en par al ver a un perro Golden al frente suyo.

— Lindo perrito — susurró, procurando que no ladrara. Lo cual no fue así. Ya que empezó a hacerlo.

— ¿Papá? ¿Ya volviste? — escuchó la voz.

Bang Chan no dudó en salir corriendo hasta la ventana del final del pasillo, abrirla lo más rápido que pudo y tirarse, cayendo en los arbustos de rosas. Se quejó, aún así, no le prestó atención a sus golpes y cruzó nuevamente el jardín. Abandonando de una vez por todas la mansión Fiore.

— ¡Bang Chan! ¿Lo lograste? — escuchó la voz de su jefe por el audífono.

— Lo lamento señor, no pude. Había alguien en la casa.

— ¡Carajo! Más te vale traerme ese dinero cuanto antes. Averigua bien cuándo no están y roba lo que te pido.

Se quitó el audífono, caminando adolorido hasta su auto entre los árboles. Las espinas de las rosas se habían clavado en su trasero. Definitivamente este no sería un trabajo fácil, mucho menos si sus compañeros no le contaron que había una chica ciega en la propiedad y le dió el susto de su vida. Entró a su coche y lo arrancó, dispuesto a averiguar más sobre su objetivo.




Al día siguiente

La campana de la pastelería sonó apenas Christopher pasó por la puerta, dió un vistazo en el interior encontrando varios clientes, no estaba muy lleno. Apenas eran las siete de la noche y su hija le había pedido a gritos algo dulce para merendar.

No pudo dormir bien pensando en cómo robar ese dinero. El señor Kim se enojaría muchísimo con él si no lo hacía lo más pronto posible. Era un trabajo fácil, sí, pero distintos factores lo hacían complicado y es que no quería hacerle eso a alguien que está cerca de padecer la misma condición que su hija. Lo haría sentir una muy mala persona. Pero debe pasar ese remordimiento si no quiere meterse en problemas con su jefe.

— Buenos días, bienvenido a Riri Cakes ¿Qué deseas ordenar?

— Quie... — se calló al ver a la chica de la mansión. Se quedó helado otra vez. Por suerte no podía ver la cara que tenía en ese momento. Era una odisea. ¿Ahora se la va a encontrar en todas partes? Ella ladeó la cabeza, esperando su respuesta — quiero caramelo.

— Te pediré que seas mas especifico. Tenemos pasteles y croissants con relleno de caramelo, también postres de napoleón con caramelo, helado de caramelo y muchas cosas más — sonrió.

— Un pastel estaría bien— respondió simple. Ella asintió y se dirigió al mostrador y, justo cuando iba a tomar el cuchillo, él volvió a hablar 《 ¿y si se corta el dedo? 》 — ¿Puedes dármelo todo? No es necesario una porción.

— ¿Todo?

— Sí, todo. Es que... A mi hija le encanta el pastel de este lugar — la chica sonrió nuevamente y lo tomó yendo de regreso, recibiendo su dinero. Ella buscó en la caja y él se sorprendió al ver que le había dado su cambio perfectamente — gracias...

— Disfrutenlo— sonrió amable. Christopher hizo lo mismo y se fue de la tienda con su pastel.

Ophelia movió su nariz, aspirando el fuerte aroma de su perfume que sintió apenas se alejó. Preguntándose quién era ese hombre, jamás había escuchado su voz, sonaba muy bien.

— Nami ¿conoces a la persona que acaba de irse? — le preguntó a su compañera de trabajo una vez que la sintió salir de la cocina.

— Oh, claro que sí. Se llama Christopher, vive en una linda casa en la zona residencial con su hija de 6 años. Nunca ha salido con nadie de la ciudad y tampoco lo han visto con una esposa, se dice que es soltero, en realidad, casi nadie lo sabe. No habla demasiado.

— ¿A qué se dedica?

— Creo que escuché que trabaja en línea con una empresa importante de Seúl, la verdad no estoy muy segura.

— ¿Era guapo?

— Es un bombón ¡es guapísimo! Ojalá vuelva a aparecer por aquí. Para la próxima, yo lo atenderé, si no te molesta — exclama emocionada.


Christopher estacionó su auto en el parqueadero una vez que llegó a casa, entrando a esta por la puerta del estacionamiento.

— ¡Papi, llegaste! — Chu-won corrió por la sala, recibiéndolo con un abrazo— me dijiste que llegarías a las siete ¡son las ocho! Mal papi.

— Perdona, cariño. Te estaba comprando algo que te gusta mucho — dejó el pastel en la encimera. Ella se sentó en la silla y abrió el postre con felicidad mientras su padre le servía.

— ¡Gracias, papi!

— Como todos los días, Chu-won se portó muy bien. Hoy le enseñé algunas matemáticas, las resolvió sin problemas — habló la señorita Hong Eun-yeong, la niñera y encargada de cuidar a su pequeña cuando trabaja o sale de vez en cuando. Aunque sus intenciones son otras, Chris la deja hacerlo por el simple hecho de que su hija le tiene cariño.

— Gracias, ya puedes irte — contestó sin más. Sabe que Christopher no siente nada por ella, y que prefiere mantenerla lejos de él, pero también sabe que es un hombre y a ellos nada los detiene cuando necesitan "amor"

— Ve a cepillarte los dientes para dormir, Chu-won. Mañana temprano hay que ir a la escuela — le indica, esta hace caso yéndose y su niñera la sigue para acompañarla.

Christopher se dirige a su habitación para ponerse cómodo mientras ella se encarga de su hija. Se tira en su cama doble, sintiendo las sábanas de satín acariciando su espalda con suavidad, descansando de una vez por todas. Se quita las botas e iba a hacer lo mismo con su ropa, hasta que vió a Eun-yeong entrar a su habitación.

— Chris, no me trates así frente a ella. Eres muy grosero— cerró la puerta quedándose ahí parada.

— No me digas así. No eres nada mío. Ahora, sal de mi cuarto, tu turno terminó apenas llegué — responde fastidiado, yendo a su armario, quitándose la chaqueta.

— Christopher — se quejó, aproximándose a él y rodeando su torso con sus brazos. El castaño rodó los ojos — Vamos, no seas así. Sé que tuviste un mal día. Se te ve en la cara.

— Ya vete. Me estás dando razones para despedirte y contratar a alguien más que sí disfrute estar con mi hija y no buscándome a mí para algo más — se apartó enojado.

Eun-yeong suspiró, aún así, es una mujer que no se rinde para nada. Al notar que no podía desabrochar su cinturón, se acercó, haciéndolo por él. Chris se pudo negar ante esa acción, pero la dejó solo para escuchar qué tenía para decir.

— Sé que no me quieres como yo te quiero pero ¿no puedes al menos intentar ser amable conmigo? Eso no causaría el fin del mundo ¿lo sabes, verdad? — le quitó la correa y lo miró a los ojos. Christopher hizo lo mismo, analizando su mirada indefensa.

La castaña bajó su vista a sus labios y dejó un beso en estos. Él la tomó por los hombros, separándola de inmediato — ¿Qué carajo haces?

— Chu-won está durmiendo y sé que lo único que quieres hoy es compañía, también que después irás al club. Quizás... Antes de irte, yo pueda ayudarte— Christopher pareció dudarlo. Puede que le caiga muy mal, pero no negará que es tan atractiva como para tener algo de una noche y no se negaría ante su propuesta.

La atrajo hacia él besándola con ferocidad, intentando deshacerse de la ropa que la cubría. Subió su mano a su cabeza y la hizo arrodillarse a su frente, al mismo tiempo que trataba de desabotonar su pantalón con desespero.

— ¿Quieres que sea amable contigo? Te voy a mostrar mi amabilidad.



Fortsett Γ₯ les

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