EL ANTICUARIO

By Miranda_Lech

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Paulo es el nuevo dueño de un local de venta de antigüedades, donde cada una de ellas tiene una historia que... More

1. LA LÁMPARA DE CRISTAL
2. EL BROCHE
3. EL CABALLO DE MADERA
4. LOS SOLDADITOS DE PLOMO
5. EL RELOJ DE PARED
6. LAS PARTITURAS DE PIANO (1° parte)
8. LA CORONA
9. REENCUENTRO
10. DECISIÓN
11. RUFINA (1° parte)
12. RUFINA (2° parte)
13. ART NOUVEAU
14. AMOR
15. LAZOS DE FAMILIA

7. LAS PARTITURAS DE PIANO (2° parte)

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By Miranda_Lech

Eran ya pasadas las cinco de la mañana y Paulo no podía conciliar el sueño. Todos los sonidos del ambiente lo inquietaban. En ese mismo momento no estaba seguro si todo lo que había ocurrido hacia un par de horas atrás había sido realidad o había sido un sueño tan lúcido que asemejaba a la realidad. Esa melodía del piano que se escuchaba tenue por toda la casa y la figura que estaba sentada sobre el taburete frente al piano el que parecía seguir las notas musicales sobre las teclas del mismo.

Estaba seguro que en ese estado no podría seguir durmiendo por lo que optó por la mejor opción que tenía en ese momento. Lo primero que se le ocurrió antes de levantarse de la cama fue llamar a su padre y comentarle lo sucedido. Quizás esto ya había ocurrido antes cuando el abuelo vivía en esta casa, pensó para si mismo pero unos instantes después decidió que era mejor no molestarlo a estas horas de la mañana e inquietarlo: lo hablaría con él en persona en cuanto tuviera oportunidad. Acto seguido se levantó de la cama, sintiendo el frío del mármol bajo sus pies, por lo que inmediatamente buscó sus pantuflas. Caminó hasta el placard para tomar un pantalón jogging y un buzo. Se vistió rápidamente para ir a asearse y luego desayunar.
Tenía que encontrar alguna documentación sobre las partituras por lo que primero decidió ir a la habitación de su abuelo. Al entrar allí lo invadió la angustia, lo extrañaba tanto y sabía que ya no lo vería nunca más.

Abrió la ventana para que los primeros rayos del sol le dieran un poco de calor al ambiente. En un principio se puso a revisar fueron los cajones del escritorio. Buscó con cuidado en cada uno de ellos si había alguna información que le pudiera ser de utilidad.

Cuando terminó de verificar que todos los documentos que estaban en los cajones de escritorio no contenían ninguna información relevante, sintió un dejo de tristeza, porque se preguntaba a si mismo si podría llegar a la verdad de lo que estaba sucediendo.

En la habitación había también un pequeño mueble estilo francés ubicado a un costado de la ventana. Así que se dirigió hacia allí para comenzar a buscar en él. Para su sorpresa uno de los cajones del mueble estaba cerrado con llave. En ese momento pensó en como abrirlo sin dañar el mueble. Fue hacia la sala de estar para ver si entre todas las llaves que estaban allí se encontraba la que pudiese el cajón de este mueble. Una vez en la sala de estar miró una a una las llaves, buscando una pequeña que pudiese corresponderle. Entre todas ellas había una que posiblemente podría usar porque era pequeña, así que la tomó y fue nuevamente hacia la habitación.

Trató por varios minutos con mucho cuidado, de no dañar el mueble para poder abrir el cajón con esa llave, la que seguramente no correspondía a esa cerradura, pero igual insistió, hasta que por fin con ayuda de la buena fortuna logró abrirla. Y allí estaba una caja de forma rectangular, forrada en un tela de color lavanda y cerrada con un cinta de color violeta, ya descoloridas por el paso del tiempo. - Espero que aquí se encuentren las respuestas que estoy buscando -pensó Paulo. Y con las manos que le temblaban por los nervios de no saber con que se encontraría cuando finalmente pudiese leer lo que allí se encontraba.

Tomó la caja entre sus manos y la colocó sobre la mesita de noche del cuatro y se sentó sobre la cama. Al abrirla tuvo una gran sorpresa, porque en ella había mucha documentación como algunas fotos antiguas, partidas de nacimiento y defunciones ordenadas en forma cronológica y varias cartas que databan de al menos cien años atrás.

Leyó todo con mucho cuidado, tratando de hilar entre tanta información para hacerse una idea de quienes eran las personas que allí se mencionaban.

Según la documentación que Paulo estuvo leyendo durante casi dos horas, la figura que posiblemente había visto durante la noche sentado sobre el taburete que se encontraba cerca del piano y parecía seguir con sus manos las notas musicales que se oían por toda la casa en forma tenue seguramente era Samy. El piano ubicado en la sala principal de la casa le había pertenecido a él.

Samy y su hermano se habían embarcado juntos, al igual que muchas otras familias hacia América. Todos huían de lo mismo: la guerra y el hambre. Si bien no habían nacido dentro de una familia noble, su padre pertenecía al Ejercito Real, por lo que en su momento ellos tuvieron la posibilidad de estar en una situación económicamente muy buena. Gracias a su madre que se preocupaba por la educación de sus hijos, ambos habían podido estudiar con maestros particulares. Samy desde que era muy niño demostró que era muy buen alumno y tenía inclinación por la música, por lo que su madre le enseñó a tocar el piano, lo cual aprendió muy bien y rápidamente. Mientras que su hermano tenía predisposición para el arte, en especial el dibujo y la pintura.

Los años pasaron y ambos ya eran adolescentes cuando se desató la guerra. Su padre tuvo que partir hacia el frente de batalla y al poco tiempo recibieron la noticia de que había fallecido en combate. La madre había quedado sola con sus dos hijos, así que decidió que ambos debían buscar un nuevo lugar para vivir y no quedarse allí donde todo era muerte y hambre. Para pagar los boletos del barco su madre vendió las pocas joyas que le quedaban, ya que hasta ese momento habían vendido todo lo de valor que poseían para poder conseguir alimentos, los que estaban escaseando.

Ambos partieron hacia América con mucho dolor en el alma, ya que no sabían si volverían a ver a su madre. En tanto ella partió hacia el campo a tratar de vivir con unos parientes.

En ese mismo barco viajaba una familia que tenia una hija de la misma edad de Samy, la adolescente se llamaba Beatrice tenía el cabello color azabache y unos hermosos ojos color esmeralda. Samy la vio todos los días durante todo el tiempo que duró el viaje en llegar a puerto seguro. Sabía que esos ojos serían imposibles de olvidar.

Al llegar al puerto cada familia siguió distintos destinos. La familia de Beatrice se unió junto con otra familia a una caravana que tenía un circo que iban de pueblo en pueblo con su espectáculo. El padre de Beatrice tocaba el violín mientras que ella y su madre cantaban algunas partes de las óperas más conocidas de la época. Pudieron vivir decentemente de este trabajo un par de años hasta que llegaron a PortTown. En ese pueblo como había muchos más habitantes que en los anteriores, decidieron que el circo se permanecería allí durante los meses del invierno. Ese año el invierno se había revelado más duro que los anteriores. Esto tal vez tuvo una influencia importante en la enfermedad del padre de Beatrice, el que empeoró con el pasar del invierno. Al comenzar la primavera el circo continuó su viaje, pero sin la familia de Beatrice, ya que ellos tuvieron que quedarse en el pueblo porque su padre estaba muy débil y lamentablemente no pudo recuperarse pese a la atención médica recibida.
El dueño del circo en un acto de caballerosidad les dejó algo de dinero para que pudieran sobrevivir por un tiempo.
Luego de la tristeza de la muerte de su padre, Beatrice y su madre, buscaron un trabajo que pudiera ser rentable para que les permitiera mantenerse.
Así comenzaron lavando ropa para las familias más acomodadas de PortTown, entre ambas apenas lograban mantenerse, pero al menos podían comer y pagar una habitación en las afueras del pueblo, la cual estaba ubicada cerca del río adonde iban todos los días a lavar.

Un día en que Beatrice debía entregar las ropas lavadas a una familia adinerada, tenía que pasar por donde estaba la barbería. Ese lugar no le gustaba mucho ya que siempre había hombres afuera sentados y bebiendo licor hasta hartarse. Apenas la vieron que venía por la esquina se levantaron para ir hacia ella, en ese momento Beatrice en su intento por salir de esa situación trató volver sobre sus pasos, pero ya era tarde, los hombre la habían alcanzado y trababan de quitarle la canasta donde llevaba la ropa limpia.

 Ellos le rodearon el paso, y no tenía forma de librase de ellos, por lo que al verla asustada comenzaron a reír fuertemente. Este escándalo se escuchaba desde adentro de la taberna del pueblo, ubicada un poco más enfrente de la barbería. Samy se encontraba allí y salió para ver que sucedía y al mirar en dirección a estos hombres se sorprendió en reconocer a Beatrice tratando de lidiar con estos malvados. No había podido olvidar esos los hermosos ojos verdes de la muchacha que había conocido algunos años atrás durante el viaje en barco hacia estas tierras.

Samy logró liberarla de este grupo de alborotadores y ella estuvo agradecida por su gesto. Después de ese encuentro ambos empezaron a frecuentarse por un tiempo, hasta que él le propuso matrimonio.

Después de muchos sacrificios Samy pudo comprar la taberna a su dueño, ya que éste último había decidido partir hacia otros rumbos. Quería viajar y conocer el mundo.

En la taberna había un piano que Samy tocaba, desde el primer día que había trabajado allí, para entretener a la clientela. Había logrado comprar algunas partituras un poco usadas a un vendedor ambulante que iba de pueblo en pueblo.

No todo era de color rosa, sin saber el por qué Beatrice veía  día a día que su esposo estaba cambiando, bebía más de la cuenta y había comenzado a jugar a las cartas hasta endeudarse en una suma muy importante de dinero. El acreedor ya había reclamado su dinero varias veces pero Samy no había logrado ahorrar lo suficiente como para poder pagarle.

El acreedor un hombre de dudosa vida y muy mal carácter, le dio una oportunidad de cancelar la deuda, con una inusual propuesta. Jugarían un partido de póquer, en el caso de que Samy ganase la partida su deuda quedaría saldada, pero si Samy perdía la partida entonces hombre se llevaría a su esposa como pago de la deuda.

Samy en su desesperación creyendo que podía ganarla no tuvo mejor idea que aceptar la propuesta del otro jugador. El día de la partida la suerte le volvió a jugarle una mala pasada y perdió el juego, porque el acreedor era un hombre muy tramposo y estaba cautivado con la belleza de Beatrice. 

Las lágrimas corrían sin cesar por las mejillas de Beatrice cuando se dio cuenta que Samy había perdido la partida de póquer, quien desesperadamente intentó evitar que se llevaran a Beatrice a punta de pistola. Ella no tuvo opción y para evitar una desgracia mayor obedeció.

Ya había pasado un mes en el cual Samy estaba desesperadamente juntando el dinero para pagar y traer a su esposa de vuelta a casa. Lamentablemente la desgracia se asomó en su familia antes de que pudiera llegar con el dinero a pagar la deuda.

Una noche de lluvia este hombre , al que llamaban viejo Joe, por su aspecto desalineado, estaba muy borracho y fue hacia donde tenía prisionera a Beatrice en una habitación del hotel del pueblo de donde no podía salir. Al ingresar a la habitación Beatrice pudo ver en el rostro del viejo Joe cual era la intención de su presencia allí. No tuvo demasiado tiempo de reaccionar cuando él se abalanzó sobre ella, en ese instante Beatrice se defendió como pudo dándole un golpe con todas sus fuerzas. El hombre tambaleó y cayó hacia atrás, golpeando su cabeza sobre la ventana de vidrio, lo que le causó la muerte.

Después de ese momento Beatrice no podía reaccionar a lo que pasaba frente a ella. El ayudante del comisario la encerró en una húmeda y fría celda. Debían esperar la llegada del comisario que estaría volviendo del pueblo vecino a donde había llevado un prisionero para ser juzgado. A los pocos días pudo recordar mejor todo lo que había ocurrido y se lo explicó al comisario, que ya había vuelto, el cual comprendió la situación, porque sabía que el fallecido era un un hombre de mal vivir.

Beatrice debería ser trasladada al otro pueblo donde había un juez para ver su caso y recibir su condena, que seguramente era morir en la horca. No obstante se había defendido, nadie saldría en su defensa. Mientras esperaba que la trasladaran al otro pueblo para el juicio, descubrió que estaba embarazada, razón por la cual el comisario y su ayudante decidieron que esperarían a que el niño naciera para su traslado.

Samy iba a la cárcel a ver a Beatrice todos los meses, pero ella se negaba a verlo. Nunca le perdonaría lo que ella había tenido que sufrir por sus vicios. El único gesto que tuvo ella hacia él, después del nacimiento, fue el de dejarle ver a la hermosa niña cada vez que iba. Ella había heredado el mismo color esmeralda de los ojos de su madre.

El invierno llegó antes ese año y Beatrice debía ser trasladada al otro pueblo para su juicio. El comisario había preparado un carromato para que ella y la niña estuvieran protegidas durante el viaje. Partieron una mañana muy temprano con mucho frío y lluvia. El viaje duraría unos quince días, para lo cual llevaban muchas provisiones. Durante el camino el comisario tenia un plan en mente: liberar a Beatrice porque sabía que se estaba cometiendo una injusticia con ella. El plan que había pensado en secreto y que solo le había mencionado a su esposa, era de hacer creer a todos que la mujer y su hija habían fallecido por el clima, que no habían resistido las bajas temperaturas invernales.

Lamentablemente el plan no salió tan perfecto como se esperaba. Si bien habían llevado una cantidad suficiente de provisiones no contaron con que ese invierno la escasez de alimentos para los lobos sería una gran problema. Una noche la fogata que había armado para darse calor y ahuyentar a los lobos se apagó de improviso por el viento. Los lobos los había estado merodeando desde temprano, por lo que el comisario les sugirió que durmieran dentro del carromato y le dio una arma a Beatrice para que se pudiera defender en caso de necesitarlo. Los lobos no se amedrentaron con los disparos que realizó el comisario y uno de ellos logró saltar dentro del carromato, hiriendo a Beatrice antes de que pudiera matarlo. Ella quedó muy herida y murió a las pocas horas. La pequeña niña sobrevivió porque su madre la había ubicado debajo de una gran canasta y la había envuelto en varias mantas.

El comisario entonces decidió que la niña debía estar con su padre y se encaminó hacia el pueblo donde Samy vivía.

En el momento en que el comisario ingresó a la taberna con la pequeña niña en brazos, Samy comprendió todo y su corazón de hizo trizas. Sus lágrimas caían una tras otras, incontenibles, como si de esta forma pudiese sacar afuera todo el dolor que tenía. Tomó a la pequeña en sus brazos y le prometió que jamás la abandonaría y esperaba que algún día ella y su madre lo pudiesen perdonar por haberlas hecho sufrir tanto. Él dedicó el resto de su vida a cuidarla y nunca se perdonó a si mismo el haber perdido a Beatrice de esa forma. Desde ese día cada vez que sentía que no podía vivir sin Beatrice tocaba en el piano la melodía preferida de ella, como si de esa forma pudiese sentirla más cerca y de alguna forma buscar su perdón.

Finalmente el misterio de la figura en el piano había sido aclarada. Luego de esto Paulo fue hacia un espejo y miró sus propios ojos. Eran de color verde esmeralda como los de esa niña que había nacido un frío día de otoño, porque ella no era nada más ni nada menos que su bisabuela.-





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