El Brillo de la Oscuridad (Ru...

By EiderR

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¿Le tienes miedo a la oscuridad? ¿Amas a la oscuridad? ¿Le tienes miedo al brillo oscuro? ¿Amas el brillo o... More

1- Alas negras
3- Sin escapatoria
4- Miedo inevitable
5- Irresistible
6- Perdido
7- Inquietud interna
8- Confesiones
9- El lamento
10- Vuelo
11- Necesidad
12- Otra fase
13- El Demonio
14- Lo único seguro, es que nada lo es.
15- Lo que el demonio sabe
16- Visión
17- Amor no correspondido
18- El Cazador
19- El pasado; la verdad
20- Preguntas sin respuestas
21- Conocimiento ajeno
22- Enfrentamiento
23- Solo un movimiento
24- Planes
25- Canto oscuro
26- Caída
27- Cayendo
28- Nuevos pensamientos
29- Cambio de lado
30- Despertar
31- Cara a cara
32- Sensaciones encontradas
33- El Paso del Tiempo
34- El Rostro de un Ángel Dormido
35- Metamorfosis
36- Alas Muertas
37- Alas Plateadas
38- Nuevo Reflejo
39- El Inicio del Descubrimiento
40- Nuevos Planes
41- Habilidad
42- Aceptar y Afrontar
43- La Difícil tarea de Confiar
44-Tranquilidad Artificial
45- Cabello Anaranjado
46- Camuflaje
47- Trílsolis

2- Juguete

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By EiderR

-Al fin...- musito sonriendo complacido por divisar finalmente a mi próxima víctima. Decido esconder mis alas para darle una sorpresa y salgo de mi escondite, caminando lentamente detrás del chico pelirrojo que parece muy entretenido silbando en la oscuridad bajo la lluvia.

-No te enseñaron a no caminar solo por las calles, niño.- le digo al oído, colocando una de mis manos en su hombro. El chico pega un brinco y se gira asustado con la mano en el pecho.

-Dios, me has asustado, hermano.- admite sonriendo. Parece no tenerme miedo, está aliviado, pero me propongo a arreglar aquello rápidamente.

Frunzo el ceño, y sin esperar más extiendo mis alas antes escondidas, estirándolas lo más posible que se me permite a mis costados. Veo cómo el muchacho borra su sonrisa inmediatamente y abre los ojos de par en par, observando mis numerosas plumas negras.

-¿Q-Qué...?- antes de que termine de hablar clavo mis filosas garras en sus brazos, haciendo que grite asustado.

Sonrío.

Esto es lo que quería, verlo temblar.

El chico trata de escapar de mi fuerte agarre, pero le es imposible. No podrá huir fácilmente. Sin dejar de sonreír, me acerco a él y coloco mis labios cerca de su cuello tenso, relamiendo luego en silencio mis afilados colmillos crecientes por el hambre. Pero no puedo evitarlo, ya que el aroma delicioso que desprende su sangre inquieta bajo la piel es demasiado notorio.

-¿Tienes miedo?- murmuro, haciendo que él tiemble de puro terror. Observo cómo comienza a llorar como un niño, asintiendo con la cabeza eufóricamente. Sonrío una vez más y deslizo la yema de mi dedo sobre la visible y azulada vena de su cuello palpitante.

-Po... P-Por favor...- tartamudea llorando más fuerte.

-Shh... shh...- lo callo acariciando su cabello rojo con una de mis manos.- Me gusta el color de tu pelo, chico... es el color de la sangre... mi alimento favorito.- explico, mirándole a los ojos sin dejar de acariciarlo.

El chico me mira horrorizado y comienza a gritar desesperado, pidiendo ayuda a nadie en particular. Lo dejo que grite un rato... de todas maneras, antes pude percibir fácilmente que no hay nadie a nuestro alrededor. No muchos se atreven a salir por las noches sabiendo de los extraños asesinatos y desapariciones que suceden misteriosamente sin un responsable.

Cuando me canso de sus patéticas súplicas agarro su rostro con una de mis manos, apretando sus mejillas entre mis dedos fuertemente y obligándolo a mirarme. Grabo su rostro en mi memoria, sus ojos irritados de tanto llorar, su nariz mojada, sus mejillas pálidas por el miedo, sus labios entreabiertos que emiten pequeños quejidos de dolor. Me encanta. Me encantan los rostros aterrados de mi comida, amo verlos sufrir ante mis garras y amo verlos temblar ante mi presencia antes de realizar la mordida final, me hace sentir poderoso, excitado me atrevería a decir. Realmente vivo. Sonrío, mostrando mi sedienta hilera de dientes afilados listos para devorar, y entonces veo cómo el chico empieza a forcejear más fuerte en un último intento desesperado por correr lejos de mí.

-¿E-Eres un... un vampiro?- pregunta temblando y viendo con temor mi boca. Río por la inocencia del chico y giro su rostro hacia un lado, dejando su atractivo cuello expuesto frente a mí.

-Mucho mejor...- le digo olfateando sutilmente su piel joven.- ...soy un ángel negro.- sonrío, y sin perder un segundo más muerdo al chico en el cuello, bebiendo su exquisita sangre con fuerza y rapidez sin siquiera dejarle tiempo de respirar una última vez.

El pelirrojo comienza a golpear mi espalda, cerrando sus ojos fuertemente y chillando ahogadamente con dolor. Simplemente lo ignoro, y sigo succionando su piel entre mis dientes, bebiendo el sabroso líquido rojo que sacia mi garganta necesitada. El muchacho sigue golpeándome con mucha fuerza, con esa fuerza final que los humanos suelen usar cuando en verdad están perdiendo la vida, pero aquella fuerza no es suficiente como para apartarme. Nunca lo es.

Después de unos segundos, el chico deja caer su cuerpo y sus brazos a los costados, rindiéndose ante mí. Lo sostengo mientras sigo bebiendo la poca sangre viva que le queda, y antes de que muera, separo mi boca de su cuello para luego arrojarlo a un costado de la calle. Lo miro con el ceño fruncido y suspiro relamiéndome la sangre que quedó en mis labios.

-Aún tengo hambre.- me quejo en voz alta, tratando de olfatear otro humano que esté por la zona.

-¿Qué haces Miguel?- pregunta una voz conocida a mis espaldas. Giro sobre mis talones y observo como Cassandra me observa con el ceño fruncido y con los brazos cruzados. Claramente está enfadada. Sonrío revoleando los ojos y me acerco a ella.

-Comer, tenía hambre. ¿Gustas comer conmigo?- le pregunto haciendo una reverencia ante ella sin dejar de sonreír de manera burlona. Ella suspira enojada y me levanta del mentón hacia su rostro con dureza. Aunque yo soy más alto que Cassandra, ella es muy fuerte.

-Así jamás nos iremos de aquí.- me regaña soltándole bruscamente. Río sarcásticamente y acaricio sus finas alas negras distraídamente.

-No me quiero ir... el mundo humano es divertido.- confieso sonriéndole. Ella aparta mis manos de sus alas frunciendo el ceño y se gira, al parecer más molesta que antes.

-¿Te gusta aquí? ¿Te gusta tener que matar todo el tiempo a estas inocentes y asquerosas criaturas para sobrevivir?

-Oh vamos Cass... no te hagas la buena ahora, tu también fuiste desterrada.

-¡Por tu culpa! ¡Jamás debí acompañarte en tu travesura caprichosa!- grita, mirándome con sus extraños y oscurecidos ojos violetas. Borro mi sonrisa y le agarro bruscamente el brazo, girándola para que quede frente a mí. Puedo notar como se asusta un momento, pero luego comienza a forcejear para soltarse, cosa que logra sólo porque yo se lo permito.

-No me hagas enfadar, Cassandra, te dije que aún tengo hambre y créeme que no me importaría beber tu asquerosa sangre de ser necesario.- amenazo, mirándola con fijeza para demostrarle mi clara superioridad.

-Haz lo que quieras Miguel, pero así jamás saldrás de aquí, de este mundo que no es el nuestro, deberías parar ahora que aún tienes tiempo.- me explica sobando su brazo lastimado.

-¿Para qué? Claramente lo que nos han mandado a buscar aquí no existe, tú misma lo dijiste. Así que prefiero divertirme un rato. Si me disculpas... mi cena me espera en la siguiente esquina.- le digo luego de olfatear a un nuevo humano. Abro mis alas y, sin dejar que me conteste, las agito con fuerza hacia abajo, elevándome entre la lluvia predominante con velocidad.

Comienzo a volar con estabilidad, dejando atrás a Cassandra y mirando a mi alrededor en busca de esa solitaria presa que logré olfatear hace unos instantes.

Dejo de mirar la ciudad de Londres y poso mis ojos al frente, encontrándome de repente con varios pájaros oscuros que comienzan a dañarme el rostro sin motivo aparente. Me detengo, y sin dejar de agitar mis alas en el aire golpeo a uno de esos extraños pájaros para sacármelo de la cara, agarrándolo antes de que caiga.

Pero luego de analizarlo detenidamente, arqueo una ceja al darme cuenta de que no es un pájaro.

-Maldito demonio. ¿Quién te envió a molestarme?- le gruño ignorando a los otros demonios que siguen rasguñándome el rostro y el cabello.

-¿Y a ti quién te parece, angelito?- su voz chillona e infantil me molesta demasiado.- Oh... lo había olvidado... ya no eres uno, solo eres un caído.- sigue burlándose, sonriendo y convirtiéndose a su verdadera forma, un demonio con una pequeña forma humana, exceptuando sus desnudas alas de murciélago. Asquerosos bichos.

Suspiro enojado y lo aplastó con mis garras sin ninguna dificultad, haciendo que desaparezca como humo. Los otros demonios, asustados al ver mi acción, comienzan a alejarse no sin antes lanzarle una extraña e inesperada luz a mis alas, las cuales, de un momento a otro, se esconden contra mi voluntad.

Gruño molesto cuando comienzo a caer, incapaz de seguir volando.

Mientras caigo desde el cielo pienso en quién los puede haber enviado. ¿Sería Ren? Ese idiota que siempre estuvo celoso de mí. Sonrío y comienzo a reír por lo patético de la situación, hasta que caigo sobre un edificio, torciéndome el tobillo con brusquedad dolorosa.

-Maldición...- me quejo tratando de caminar. Mis alas siguen escondidas, por lo que supongo que el efecto de aquella extraña maldición pasará dentro de unos minutos. Malditos demonios con sus estúpidas luces mágicas. En verdad son molestos cuando se lo proponen. Sólo saben malgastar el tiempo.

Busco con mi mirada alguna ventana abierta para refugiarme de la lluvia y consigo ver una que parece no estar cerrada correctamente. El viento de la lluvia hace que se golpee y que produzca un sonido constante. Con dificultad me acerco a esa ventana y la abro sin delicadeza, adentrándome en el horrible departamento que huele a gato. Efectivamente, al instante en que me dejo caer sobre el suelo de lo que parece ser un salón, un gato comienza a maullarme. Claramente no le gusta mi presencia.

Lo ignoro y, sin poder más, "decido" darle un pequeño descanso a mi cuerpo. Mí visión se torna borrosa y pierdo el conocimiento finalmente.

***

Despierto al sentir cómo alguien toca mi rostro con algo suave. Parece ser un algodón humedecido. Duele, pero prefiero mantener mis ojos cerrados. Las caricias de ese algodón son agradables. Hacía una eternidad que nadie me tocaba de esa manera tan cálida y lenta. Me dejo curar por quién sabe qué, haciéndome el dormido. Pero luego de un tiempo, siento como el algodón deja de acariciarme, aunque aún siento la presencia del humano. ¿Qué estará haciendo? No quiero que pare.

-Es jodidamente guapo.- escucho ese susurro masculino y trato de contenerme para no reír. Lindo halago me ha hecho. Tal vez lo deje suplicar un poco cuando me lo coma.

-No,.. estoy seguro de que es guapo.- susurra nuevamente. Puedo notar como su presencia se acerca a mí. ¿Va a besarme? Eso es atrevido... me gusta este muchacho. Un fuerte trueno hace que se caiga torpemente del sofá y aprovecho aquel momento para, rápidamente, moverme y pararme detrás de él. Puedo notar como mi cuerpo ya ha sanado y mis alas pueden volver a moverse con tranquilidad. Esos patéticos demonios no tenían idea de con quién se metían.

-¿Quién eres?- le pregunto seriamente, viendo cómo su espalda algo huesuda se marca bajo su camiseta. El chico parece que me busca en el sofá, y al no verme allí, salta levemente de la impresión. Me parece algo adorable como tiembla de miedo. -Respóndeme.- exijo una vez más. El chico se gira lentamente para verme y al fin logro ver su rostro.

No hay nada nuevo... todos lo humanos tienen la misma mueca de terror cuando están ante mi presencia. El chico tiene un particular color de cabello castaño, y sus ojos están bien abiertos, mirándome con sorpresa mas que miedo. Puedo ver como examina mis alas con impresión y cada vez su cuerpo parece sacudirse con mayor brusquedad. Es normal... pocos humanos saben de nuestra existencia después de todo... aquellos que lo saben no suelen durar mucho sin ser devorados.

Comienzo a sentir enojo al ver que él no está interesado en contestarme, y entonces me acerco con rapidez, agarrándolo de sus prendas sueltas. Ahora sí que tiene miedo... puedo percibirlo claramente. Veo que intenta gritar, pero al parecer realmente está asustado... y eso me encanta.

-Te lo preguntaré una vez más...- susurro acercándome a él y rodeándolo con mis grandes alas levemente lastimadas. Coloco mis labios cerca de su cuello delgado y sonrío al verlo pálido de miedo.- ¿Quién eres?

-R... R-Rub...én.- tartamudea con dificultad. No puedo evitar soltar una risa cerca de su oído y luego me aparto un poco para verlo mejor. Tiene unos hermosos ojos color verde, y son aún más hermosos llenos de lágrimas.

-Rubén...- susurro hipnotizado por ese brillo verdoso. Me alejo de él un poco, apartando mis oscuras alas en el proceso. Mi mano se desliza sobre su rostro delicado.

Tentado por sus finos labios temblorosos e interesado por cumplir lo que él iba a hacerme hace unos segundos atrás, me acerco una vez más y pego mis labios a los suyos, comenzando a besarle lentamente. Puedo sentir la sangre tibia de sus labios calentar los míos... fríos y sin vida. Al parecer él está tan asustado que ni siquiera me lo impide... cosa que sorpresivamente me agrada. Por primera vez... podría decir que experimento algo agradable al no ser rechazado.

Este chico es tan extraño... debería dejarlo vivo, así podría jugar con él un buen tiempo y no me aburriría en el mundo humano. Sí... aquella es una excelente idea, pienso complacido con rapidez.

Me alejo, mirando una vez más sus perlas verdes, y luego le guiño un ojo de manera burlona al ver su rostro atontado.

-Gracias por salvarme... nos volveremos a ver...- murmuro sonriéndole sin amabilidad. Solo por presumir un poco ante el sorprendido muchacho me pongo de pie y retrocedo para arrojarme de espaldas a la ventana. Despliego mis alas, girándome sobre mi propio cuerpo, y comienzo a volar con un poco de dificultad, ya que al parecer mis plumas siguen algo entumecidas. La lluvia continua... pero ya no es una amenaza para mí ni para mis alas.

Al poco rato aparece Cassandra a mi lado, volando apresuradamente para mantener mi velocidad.

-¿Qué sucedió? Vi cuando los demonios te atacaron.- pregunta agitada.

-Estoy bien, gracias por tu preocupación... de hecho estoy más que bien.- sonrío.

-¿Y ahora qué hiciste?- interroga de manera molesta.

-Encontré un juguete- confieso riendo a carcajadas recordando al temeroso y tierno Rubén- Y voy a divertirme mucho con él.

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