It's an Arrangement

NocturnaIV द्वारा

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«Helluva Boss» [Stolitz] [Divergencia de Canon/Matrimonio por Conveniencia] Blitzo tenía todo para traer a su... अधिक

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21

Capítulo 13

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NocturnaIV द्वारा

Las manos de Blitzø se deslizaron por debajo del cojín y su frente se enterró sobre la suave superficie. Él ya había tenido un previo encuentro con las manos de Stolas sobre su cuerpo pero eso se sentía mil veces mejor. No que el sexo hubiese sido malo. En realidad, seguía siendo su mejor material de inspiración cuando necesitaba relajarse antes de dormir. Pero eso se sentía mucho más íntimo. Porque ahora conocía a Stolas y confiaba en él. Esas manos eran conocidas y familiares. Eran manos que despertaban en él seguridad.

Largos dedos que podían encontrar sus músculos tensos y se tomaban su tiempo en calentar su piel y desaparecer la tensión. A cambio, él no debía hacer absolutamente nada más que aferrarse a cada pequeña sensación.

— ¿Puedo preguntarte algo? —Stolas aventuró.

— Podrías amarrarme y no pondría resistencia. —Blitzø bromeó— Así que sí, una pregunta suena fácil.

Aunque eso de ser amarrado sonaba prometedor.

— Es sobre las marcas en tu piel... Los lunares en los imps suelen ser blancos y Alfred tiene una marca de nacimiento en su ojo izquierdo... —La voz de Stolas sonó suave, tentando el terreno mientras mencionaba al viejo mayordomo— Pero tú no tenías estas marcas cuando éramos niños.

Blitzø cerró sus puños y respiró lentamente. Ya le había extrañado que Stolas no le hubiese preguntado al respecto. Usualmente él se involucraba con demonios que no sabían mucho de imps, así que asumían que era algo normal lo que él tenía. Pero los recuerdos del incidente seguían frescos. La serie de catástrofes que eventualmente lo habían llevado a trabajar para Vox y conocer a Verosika habían pasado unos cuantos años atrás y seguían merodeando su mente y poblando sus pesadillas.

— ...no tienes que decirme si es algo incómodo. —Stolas se apresuró a decir, sus manos descansando sobre su espalda baja— Solo quería saber si eran zonas de tu piel sensibles y debía tener cuidado.

— Son cicatrices. —Blitzø respondió, presionando su frente contra el cojín pero esta vez lo hizo para ocultar su rostro y la frustración que estaba elevándose en su mente— Son sensibles, pero no duelen ¿O no recuerdas que cuando te jodí estúpido no me quejé cuando me enterraste tus garras en la espalda? —Él gruñó.

Stolas dejó de moverse.

Blitzø fue increíblemente consciente del demonio sobre él y lo vulnerable que era todo eso. Él estaba solo en ropa interior, atrapado entre el sillón y Stolas, quien se había sentado sobre sus muslos en un acto ridículamente respetuoso y aun así agradable. Stolas apenas pesaba algo y era como una manta cálida sobre sus piernas.

¿Y cómo él estaba agradeciendo la cercanía? Poniendo a Stolas tenso con su personalidad de mierda.

— ...lo siento. —Blitzø buscó apoyarse sobre sus codos— Puedes quitarte, te agradezco el intento pero mi boca...

Las manos de Stolas lo tomaron por los hombros y lo presionaron con firmeza sobre el sillón. Blitzø perdió el equilibrio, sorprendido por la fuerza del otro demonio. Era fácil olvidar cuán fuerte era Stolas y lo sencillo que resultaba para él imponer su voluntad. Blitzø sintió su corazón latir con fuerza y trató de controlar cualquier posible excitación. No era el momento ni el lugar para descubrir que ser inmovilizado y superado resultaba placentero.

— Quedas disculpado. Tu boca puede ser imprudente pero eso ya lo sabía, —dijo Stolas con seriedad, sus pulgares presionando los omóplatos de Blitzø como una pequeña advertencia— Pero sabía que debía ser un tema delicado y aun así insistí.

— Solo preguntaste... —Blitzø intentó mirar sobre su hombro, pero una de las manos de Stolas se posicionó en el espacio entre sus cuernos y lo empujó contra el cojín— Bien, me callo... maldito mandón.

Sexy mandón.

Mal.

Mal momento para descubrir cosas sobre sí mismo.

Stolas rio suavemente y sus dedos se deslizaron tortuosamente lento por la piel de Blitzø, volviendo a su espalda y retomando el masaje. Algo en la forma en que el otro demonio lo tocaba cambió ligeramente. Tal vez la intención del contacto o simplemente era su cerebro excesivamente consciente de Stolas. Pero las manos sobre su cuerpo siguieron siendo precisas y expertas, recorriendo su piel y presionando cada músculo tenso y tendón firme. Blitzø mordió el cojín para controlar su voz y respiró hondo por su nariz para no dejar que ningún sonido escapase de su boca.

— Voy a usar aceite, —anunció Stolas.

Oh, no...

— Está bien, —respondió Blitzø en su lugar.

Porque, ¿quién en su sano juicio iba a confesarle que eso sonaba increíblemente erótico? Nadie. Porque si Blitzø lo hacía, tendría que admitirle a Stolas que entre las categorías de material adulto que disfrutaba, en su top tres, estaban los masajes. Había algo increíblemente atrayente en escenas de puro contacto físico, donde la persona que realizaba los masajes derribaba con sus caricias cualquier barrera mental del otro demonio hasta el punto en que este se dejaba llevar.

Verosika solía decir que ese tipo de material era de consentimiento dudoso, lo cual era su propio tipo de erotismo dado que no era algo real y para personas como ellos que de una u otra forma la vida les quitaba el control, había algo reconfortante en ese género porque era ficticio y al final del día ellos decidían si verlo o no. Blitzø no quitaba mérito a esa conclusión, pero en realidad él veía ese tipo de videos de forma diferente. Para él, era desear hacerlo desde el inicio, pero las restricciones mentales saboteaban a uno de ellos, mientras que el otro podía ver a través de esos miedos e inseguridades y vencerlas. Además, el contacto físico era su parte favorita, había algo increíblemente adictivo en las escenas mucho antes de que fuesen algo sexual. Él sentía su sangre hervir al apreciar el roce de pieles y el estímulo de los cuerpos.

Joder...

Era un mal momento para tener esos pensamientos.

— ¿Blitzø...? —Stolas se inclinó sobre él, intentando ver su rostro— ¿Estás bien?

— Sí, solo asegúrate de mantener el aceite caliente; soy sensible al frío, —mintió Blitzø, hablando en voz baja contra el cojín para ocultar su rubor.

¿Qué demonios estaba pensando?

— Por supuesto, —respondió Stolas con entusiasmo.

Aunque no podía verlo, Blitzø escuchó claramente el sonido del aceite cayendo en las manos de Stolas, quien frotó sus palmas para calentar el líquido. Blitzø contuvo el aliento cuando sintió el aceite tibio deslizarse por su espalda, humectando su piel y haciendo que todo se sintiera increíblemente placentero. Sus garras se aferraron al cojín, demasiado consciente de cómo Stolas se balanceaba sobre él, inclinándose hacia adelante para aplicar más presión en el masaje de sus hombros y luego hacia atrás al descender por su espalda.

Se sentía tan bien.

Sería perfecto si Stolas se recostara sobre su cuerpo y él pudiera perderse entre sus suaves plumas.

El masaje continuó, suave y firme, durante lo que parecieron horas o quizás solo minutos. Sus cuernos, cabeza, cuello, brazos y hasta piernas recibieron un tratamiento especial. Al final, cuando los expertos dedos de Stolas acariciaron su cola, un largo ronroneo escapó de los labios de Blitzø, provocando la risa melodiosa de su compañero.

— ¿Te sientes mejor, cariño? —preguntó Stolas con dulzura.

— No podría moverme de aquí aunque quisiera, —confesó Blitzø, sintiendo su cuerpo relajado y pesado.

No hubo un masaje frontal, como en las películas, y en realidad, estaba agradecido por ello. No quería arruinar ese momento porque su mente estaba predispuesta a asumir que todo debía o tenía que ser sexual.

— Tomaré eso como un sí, —río Stolas con alegría— Puedo traer unas mantas o llevarte a tu habitación.

Blitzø se mordió el labio inferior. Stolas parecía sinceramente interesado en hacerlo sentir cómodo y bien.

— ¿Podemos...? —Se detuvo, dudando.

Mala idea.

Los dedos de Stolas acariciaron suavemente debajo de uno de sus cuernos y siguieron el contorno de su mandíbula.

— ¿Qué cosa? —susurró Stolas, intrigado.

Maldita sea...

Blitzø enterró aún más su rostro contra el cojín, incapaz de expresar sus deseos.

— ¿Podemos dormir juntos aquí? Solo dormir. Es solo que... ¿Sabes qué? Olvídalo, es estúpido...

Blitzø se detuvo al sentir el cuerpo de Stolas caer a su lado, en el espacio entre el respaldo del sillón y él. Los mismos dedos que lo habían acariciado lo tomaron por la cintura y lo atrajeron hacia un paraíso suave. Era mejor que la última vez, mucho mejor. No era un desconocido atractivo con quien había tomado una decisión arriesgada; era Stolas, su compañero y amigo.

— ...estoy ensuciando tu ropa, —susurró Blitzø, pero no se movió.

En lugar de eso, Stolas los acomodó mejor, recostándose de costado y encajando su cuerpo contra el de Blitzø. A pesar de la diferencia de tamaños, había partes que encajaban perfectamente: pecho con espalda, piernas con muslos. La cola de Blitzø se enredó en uno de los muslos de Stolas y se presionó contra él.

— Es solo mi ropa de casa, cariño. Puedes ensuciarla todo lo que quieras. Además, quería mencionarte algo... —susurró Stolas, apoyando su cabeza en el espacio entre los cuernos de Blitzø— No tienes que decir nada y tal vez no es el mejor momento para hablar de esto pero me parte el alma oírte dudar y corregirte cuando quieres pedirme algo como esto... Me da la impresión de que crees que me arrepiento del sexo que tuvimos. Y quiero que sepas que no es así. Fue maravilloso y aterradoramente increíble. El tipo de cosa que, si fuera descuidado, me haría fácilmente adicto o dependiente, —confesó el demonio— Pero...

— No debemos complicar las cosas por las niñas, —asintió Blitzø, cerrando los ojos— Lo sé... Tú fuiste inteligente, yo suelo sabotear todo.

— Ese día me asustó lo fácil que deseaba que eso fuera una constante entre nosotros, pero me recordé que llegaste desesperado, buscando sexo como tu última solución a algún problema, —respondió Stolas, acariciando el brazo de Blitzø para hacerle saber que entendía y no le reprochaba sus acciones— Y me di cuenta de que yo estaba dispuesto a hacer exactamente lo mismo: usar algo que se sentía increíble para olvidarme de mi soledad o miedos... Pero pensé en Octavia y lo pequeña que es. Medité por mucho tiempo sobre la influencia que nuestras acciones pueden tener sobre ella. No quiero que las niñas crean que es normal usar a otros para huir de sus problemas.

— ...o entregarte a alguien para no estar solo, —añadió Blitzø, abriendo apenas los ojos y abrazándose con más fuerza a Stolas— Son solo niñas...

Stolas asintió y correspondió al abrazo, aferrándose el uno al otro como si estuvieran solos en todo el Infierno. Blitzø sintió sus ojos arder. Verosika había tenido razón: era demasiado joven para tomar esas decisiones. Lo que Blitzø debería estar haciendo era cometer una serie de errores, como siempre. Pero valía la pena madurar y mostrarse vulnerable con otro demonio que tampoco tenía su vida resuelta. Tal vez no fuese el tipo de caótica compañía a la que estaba acostumbrado pero ese momento tenía su propio mérito, alojándose en lo profundo de su alma.

Podía acostumbrarse a eso.

Lo que lo despertó a la mañana siguiente fueron golpes en la puerta de entrada. Algo que ocurría muy rara vez, a menos que fuera el servicio de entrega de víveres o algo similar, pero cuando eso ocurría el repartidor se comunicaba con antelación para coordinar sus horarios. La mano de Stolas se presionó más contra su cintura, negándose a despertar, y Blitzø no pudo evitar sonreír. Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, y había sido en un maldito sillón.

— ¿Blitzy...? —susurró Stolas mientras Blitzø intentaba levantarse.

Blitzy. Era un nombre ridículo, pero curiosamente no sonaba tan mal.

— Buenos días para ti también ave nocturna. —Él bromeó.

— Es muy temprano...

— ¿No te duele nada? —Blitzø lanzó una mirada a su compañero de sillón— Debió ser incómodo para ti.

Como respuesta Stolas enterró su rostro en el cojín que él había estado usando de almohada y agitó su cabeza.

La puerta volvió a sonar.

— Yo voy, descuida, —dijo Blitzø, estirándose con pereza y rascándose el cuello.

— Pero... —Stolas lo espió desde su cómoda posición.

La puerta volvió a sonar, esta vez con más fuerza.

— Descuida, debe ser alguien que se equivocó de puerta, —repitió Blitzø, arrastrando los pies hacia la entrada y conteniendo un bostezo— ¡Yo voy! Más te vale no romper la puerta, hijo de—

Blitzø abrió la puerta con fuerza y se detuvo abruptamente— ¿Verosika?

La súcubo frente a él lucía radiante, con gafas negras de marcos blancos en forma de corazón, un top cruzado que apenas contenía sus pechos, una falda ridículamente corta y sandalias negras de tirantes. Sus ojos se quedaron atorados en esas piernas interminables y curvas infinitas. Blitzø presionó su lengua contra su paladar y notó la sonrisa astuta de Verosika al saberse observada y deseada. Joder ¿Cómo no hacerlo?

— Hola, Blitzø, —dijo Verosika, bajando sus gafas lo suficiente para mirarlo— ¿No vas a invitarme a pasar?

— Un momento... —respondió Blitzø, mirando sobre su hombro. Stolas ya estaba de pie, con su holgada camiseta manchada de aceite seco y sus plumas en desorden. Aun así, este levantó el pulgar y se dirigió hacia las escaleras, con la intención de darles privacidad.

Por alguna razón le dolió no percibir ni una pizca de celos en la expresión del otro demonio.

— Ese es el ex príncipe Stolas, ¿no? —preguntó Verosika en voz alta, dado que las escaleras estaban frente a la puerta de entrada.

Stolas se detuvo, peinó rápidamente su rostro y se giró, sonriendo incómodo y moviendo su mano en un ridículo intento de saludo.

— Buenos días, señorita Mayday... No se preocupe por mí, voy a revisar que las niñas no los interrumpan. Ustedes deben tener mucho de qué hablar. —Stolas habló con el mismo tono amable que un recepcionista o asistente tendría.

Verosika levantó las cejas, mirando a Stolas y luego a Blitzø un par de veces. Él se preguntó qué estaría notando. Pero la súcubo se encogió de hombros.

— Puedes llamarme Verosika. ¿O debo llamarte ex príncipe Stolas? —preguntó con ligero sarcasmo y humor ligero.

— Oh, no. Stolas está bien, —aseguró el demonio— Fue un gusto...

— ¿Por qué hacen tanto ruido? ¡Es temprano! —preguntó Loona desde arriba de las escaleras— ¡No dejan dormir!

Oh, no...

— Debes irte, —pidió Blitzø, haciendo gestos a Stolas para que subiera mientras él empujaba a Verosika hacia la puerta— Debes irte ahora.

— ¡Blitzø! —exclamó Verosika, aferrándose al marco de la puerta— Acabo de llegar, ¿qué ocurre contigo?

Desde arriba, Blitzø pudo oír a Stolas intentando detener a Loona, pero era una batalla perdida. Ambos lo sabían. Sin embargo, Blitzø solo necesitaba unos segundos para sacar a Verosika de allí.

— Debes irte. Ella no puede verte, —susurró Blitzø— Ni oírte.

— ¿Ella...? —Verosika se aferró con más fuerza al marco de la puerta— ¿Hablas de Loona?

— ¡Sí! —respondió Blitzø con alarma, dándole otro empujón— Sika, podemos vernos en una hora en—

— Pero vine a conocerla, —explicó Verosika, mirándolo dolida.

Pequeños pasos en las escaleras se detuvieron, y Blitzø supo que Loona había visto a Verosika. No necesitaba mirar sobre su hombro para saberlo. Verosika acomodó sus gafas y empujó a Blitzø a un lado para entrar a la casa. Él se aferró a la puerta y lentamente se giró para ver en qué tipo de escenario tendría que maniobrar.

No le sorprendió ver a Loona paralizada en las escaleras, sus orejas caídas a los costados de su cabeza y su cola barriendo el suelo. Llevaba una camiseta negra y shorts a rayas color púrpura como pijama, su cabello era un adorable caos y el pelaje de su mejilla izquierda, como siempre, estaba algo aplastado porque dormía de ese lado.

— Linda pijama ¿Sabes? Conozco al vocalista, —saludó Verosika.

Loona miró el estampado en su camiseta, como si no recordara que tenía a la banda Nav Otnac impresa en esta, pero no dijo nada. Blitzø cerró la puerta y se apresuró a ponerse entre su hija y Verosika, intentando sonar casual.

— Loony no es una persona madrugadora, —dijo Blitzø, sin mentir, pero prefiriendo eso a explicar que su hija estaba paralizada de la emoción.

— Somos dos, —respondió Verosika, colocando sus gafas sobre su cabeza— Además, reconozco a un fan cuando lo veo. —Sacó su celular de forma casual y revisó algo en la pantalla antes de mirar a Loona— ¿Qué tal si bajas?

Blitzø sintió su corazón acelerarse a medida que su hija descendía cada escalón. Quería empujar a Verosika fuera de la casa, gritarle, llamar a Stolas en busca de apoyo, pero las orejas de Loona estaban presionadas contra su cráneo, su cola se había metido entre sus piernas y su cuerpo encorvado gritaba ansiedad y nerviosismo. Blitzø deseaba saber qué hacer, pero una sola mirada a Verosika no le dio ninguna señal de qué iba a pasar.

— Sika... —advirtió Blitzø.

Pero ella sonrió de lado y miró su celular antes de agacharse para quedar a la altura de Loona.

— Asumo que Blitzø te ha comprado ropa de buen gusto, —comentó Verosika, guiñándole un ojo juguetón a Loona— Pero hay cosas que debes tener para tu primer día de clases, y por suerte sé exactamente lo que necesitas para dominar el lugar.

Loona abrió sus ojos con sorpresa, pero su cuerpo retrocedió un paso, por instinto temiendo que fuese algún tipo de trampa. Sin embargo, Verosika solo revisó su celular otra vez y movió sus cejas de forma juguetona.

— ¿Qué tal si les doy a Blitzø y a ti veinte minutos? Los llevaré a desayunar y de compras, —propuso Verosika, lanzándole una mirada burlona— ¿O hoy es el día de limpiar la casa?

— Muy graciosa, —respondió Blitzø, cruzándose de brazos. A pesar del nerviosismo, notó la cola de Loona agitarse con anticipación— Tú vas a pagar todo.

— Obviamente, —contestó Verosika, levantándose y haciendo un pequeño espectáculo de la forma en que sus torneadas piernas sostenían su cuerpo y su trasero se levantaba. Pero, como siempre, actuó como si fuese algo natural en ella y no una táctica para distraerlo— ¿Qué dices, Loona? ¿Quieres que te lleve de compras?

Su hija lo miró, y él se encogió de hombros. En realidad, Blitzø quería negarse y decirle que no estaba seguro de que fuese una buena idea porque sabía que Verosika estaba planeando algo, pero no sabía exactamente qué. Además, era obvio que ella quería pasar tiempo con su cantante favorita. Loona asintió sin mirarlos y corrió escaleras arriba. Él pudo oírla hablar con Stolas antes de meterse en su habitación.

— ¿Qué haces aquí?, —preguntó Blitzø, cruzándose de brazos— Dijiste que no ibas a volver en mucho tiempo.

— Te extrañaba, —confesó Verosika con sinceridad, desviando la mirada— Moví algunos favores, pero estoy aquí hasta mañana. —Observó hacia las escaleras— ¿Interrumpo algo?

Blitzø pudo sentir la inseguridad en su pregunta, la latente duda de si la había abandonado o si exactamente lo que ella había predicho que pasaría estaba ocurriendo. Pero él clavó sus garras en su cintura, manteniéndose firme. No se trataba de ellos, ya no. Eso era sobre Loona.

— Lo que irrumpes es la vida de mi hija, Sika. No puedes entrar a nuestras vidas y darle ideas que no son verdad, —le recriminó Blitzø, frunciendo el ceño— Puedes hacer lo que quieras con mis emociones, pero ¿las de Loona? Debes pensar muy seriamente lo que estás haciendo con ella.

Verosika lo miró sorprendida, y ella también se cruzó de brazos. Lo que le sorprendió es que ella no lucía molesta por su acusación. Ni siquiera olía a alcohol. Era uno de esos raros momentos en donde Verosika estaba notoriamente vulnerable frente a él, pero no estaban solos. No realmente. Blitzø deslizó sus dedos por el espacio entre sus cuernos y respiró hondo. Le dolía verla así, pero no podía ilusionar a Loona con alguien que no pensaba quedarse.

— No te preocupes, no vine aquí para ser su mamá, —aseguró Verosika, abrazándose con sus alas, las cuales apenas cubrían su cintura— Pero... puedo conocerla, ¿no? Tú siempre dices que debo probar cosas antes de negarme.

— Sí pero esto no se trata de galletas de menta y jengibre, estamos hablando de mi hija, —dijo Blitzø mientras rodaba los ojos— Si no te gusta, no puedes simplemente tirarla a la basura como si fuera comida.

— Bly... —dijo ella.

Él negó con la cabeza.

— ¿Crees que no te extraño? ¿Que no pienso en ti constantemente? Porque lo hago. Aunque sea para quejarme de ti, —dijo Blitzø con una risa amarga y dolorosa— Pero hablo en serio, si planeas irte, simplemente vete. No la ilusiones.

Después de todo ¿No era eso lo que había hecho Stolas? ¿Poner un límite entre ellos por el bien de Octavia? Maldita sea, ese plumífero era mucho más maduro emocionalmente que él.

— ¡Ella sabe que hemos terminado? —preguntó Verosika sin mirarlo.

— ...no exactamente. Sabe que tienes una gira, —respondió él.

— Entonces dame una oportunidad, —dijo ella mientras acortaba la distancia entre ellos y tomaba su rostro. Sus ojos estaban brillando con esperanza— ¿No quieres saber si ella y yo podemos llevarnos bien? ¿Quién sabe? Tal vez pueda funcionar.

— ¿Y si no? —preguntó Blitzø frunciendo el ceño, pero sin alejarse— Tuviste tu oportunidad, Sika.

— Fui una estúpida. Por eso me fui ¿recuerdas? Necesitaba sacudirme algo de sentido común. —Ella le recordó— No me fui por un berrinche. Lo hice por nosotros, porque te amo.

No iba a mentir, la había extrañado. Habían estado juntos por tanto tiempo que era extraño volver a verla y tan dispuesta a salir de su zona de confort. Una parte de él simplemente quería responder a sus sentimientos y volver.

— Tú decides, Bly. Si sientes que no va a funcionar, solo tienes que decir la palabra y fingiré que hubo una emergencia. Loona no tendrá que verme de nuevo, —prometió ella mientras se inclinaba— Te he echado de menos ¿no lo has hecho tú?

Él cerró los ojos y se apoyó en la mano de Verosika. Obviamente la había extrañado, especialmente porque su separación no había sido producto de rencor o enojo.

— No me hagas adularte cuando sabes la respuesta, —bromeó Blitzø mientras le lanzaba una mirada burlona.

— Siempre tan malo, —dijo ella mientras se enderezaba— Pero hablo en serio, si quieres que Loona no sea devorada por el mundo del espectáculo, necesitará ciertas cosas que demuestren que es mejor que el resto. Y esa es mi especialidad, —dijo Verosika mientras agitaba la mano en el aire— Ve y ponte algo sexy. Demuéstrame que la paternidad no te ha quitado el buen gusto.

Blitzø rio y rodó los ojos. Solo Verosika sabía lo duro que era ese mundo y el tipo de decisiones incorrectas que debían tomar para sobrevivir. Ella le guiñó un ojo y se sentó en el sillón donde Stolas y él habían estado durmiendo hace unos minutos. Verosika cruzó las piernas y retomó la atención a su celular, pero también fue obvio que no era parte de esa vida.

¿Realmente podrían volver a encajar...?

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