No podía evitarlo, estaba emocionada.
Ambas habíamos salido al centro comercial.
Estábamos aquí desde temprano, primero habíamos ido por café, luego un par de tiendas y ahora solo caminábamos viendo a los alrededores, mientras mis manos se apoyaban en su brazo.
—¿Te estás divirtiendo dulzura? — pregunta viéndome con una sonrisa y suaviza sus pasos.
Suspiré —Mucho — y más si estaba a su lado, apreté más mi agarre y pegue mi cabeza en su hombro.
—Eres tan tierna — dice.
Detiene sus pasos y se voltea para verme.
—Quiero entrar aquí — dice y luego me señala la librería.
Asentí — Está bien — fue todo lo que dije.
Primero entró ella, cada vez que estábamos juntas mi corazón se aceleraba mucho más, sentía que flotaba en una nube con sus caricias, su mirada paraba el tiempo.
No existía nadie si estábamos las dos juntas, para mí no existía nadie más aunque estuviéramos rodeadas de personas.
¿También te sientes así?
¿Acaso piensas en mí de esta manera?
Quería preguntarle pero solo lo vi caminar y alejándose de mí...no debo olvidarlo.
Estaba a punto de entrar cuando una voz me interrumpió.
—Disculpe — dice una voz femenina y yo volteo a verla.
Una pelinegra alta me miraba atenta con una sonrisa.
—¿Dígame? — digo de la manera más educada posible, aunque era extraño para mí.
Empieza a jugar con unas hebras de su cabello ondulado, es muy bonita, parece alguien importante aunque no tenga idea de quién es, tiene los ojos celestes y facciones finas, podría jurar que podría ser una modelo de talla internacional, la manera adquisitiva que me mira me inquieta, es mucho más alta que yo.
—¿La conoces? — pregunta señalando a Selena que estaba parada en un estante buscando un libro.
Asentí frunciendo el ceño —Si, es mi novia — respondí de manera posesiva.
Aunque claramente no lo era, pero ella no debería de saberlo.
Dejó de tocarse el cabello y se tensó, cruzó los brazos en su regazo.
—Así que eres tú...— dice sonriendo victoriosa.
Ambas nos observamos por unos minutos, aunque yo desconocía de que hablaba.
—No sé de qué habla — dije con fastidio y dispuesta a irme, cuando me tomó del brazo pero me safe de su agarre — no me toque — advertí.
—Solo quería conversar....— deja de hablar de pronto.
—¿Que piensas qué haces Andrea? — pregunta Selena a mis espaldas.
Las manos de la ojicafé se apoyan en mis brazos.
—Solo te vi, estaba comprando en Mac — dice mostrándole la bolsa negra pequeña que llevaba en el antebrazo izquierdo a Selena — y estaba conversando con tu novia — dice viéndome a los ojos divertida.
—No es necesario que me saludes y menos saludes a mi novia — dice tajante y seria.
Volteo a verla y esta seria.
—Vamos dulzura — dice aún viendola con una mirada oscura.
Asentí ruborizada.
Ambas empezamos a caminar alejándonos de ella, que ahora no sé si son amigas o tienen una relación unilateral.
—¿Así que le dijiste que era tu novia? — dice después de unos minutos parándonos delante de la fuente, que estaba en medio de las escaleras electrónicas y el ascensor.
—¡Oh!, eso, lo siento — baje mi mirada, estaba avergonzada.
Solo había reaccionado posesivamente.
Toma mi barbilla para levantar mi rostro —¿Realmente lo sientes? — pregunta arqueando una ceja.
Negué, no lo siento en realidad, ahora yo no estoy dispuesta a soltarla.
—No, dije lo que pensaba en ese momento — digo aunque mi voz no era muy clara.
Asintió —¿Qué tanto lo deseas? — su voz se escapa de sus cuerdas vocales más oscura y seria.
No lo pude evitar, me puse nerviosa.
¿Qué tanto lo deseaba?, lo deseaba tanto como el moribundo desea regresar el tiempo, lo deseo tanto como para caminar descalza en piedras calientes.
Lo deseo tanto como para ponerme a su merced, tanto como me aferraba a la idea de no enamorarme.
Quiero ser solamente suya y que ella lo sea, que ella sea solo mía.
Se ha metido en mis pensamientos, en mi corazón, la llevo tatuada en la corteza de mi piel, y aunque lo había negado hace unos meses atrás.
Ahora, después de seis meses, lo sé, caí en una cascada profunda a la cual siento que me estoy ahogando si no me atrevo a flotar y buscar la salida.
—Mucho — respondí.
Se mordió el labio inferior y me miró satisfecha.
—Regresemos a casa— dice y yo asiento.
Esta vez no me tomó de la mano, solamente empezó a caminar sin esperarme y aunque esto me había tomado por sorpresa no me quejaba.
Al subir al auto en los asientos de atrás, ya que ella no había manejado hoy, si no uno de sus empleados estaban manejando su Cadillac Escalade color negro.
Me miraba con una sonrisa curiosa, su codo estaba recostado en el reposabrazos y su mano apoyaba su rostro, no habló durante el camino, solamente me observaba por intervalos.
—¿En qué piensa? — pregunté ya me empezaba a poner nerviosa y ella solo sonrió completamente mostrándome sus dientes perfectos.
—¿Estás nerviosa? — pregunta y yo negué — ¿preguntas por mi cambio repentino? — pregunta y yo asiento — Oh, no es nada del otro mundo — respondió restándole importancia.
—Si usted lo dice — digo relamiendo mi labio inferior.
No respondió.
Llegamos a casa después de unos veinte minutos.
—Vamos a dentro, deja las bolsas —dice cuando intenté tomar las bolsas de las compras — él se encargará —abrió la puerta y salió.
Dudosa hice lo mismo y entramos a su casa, aunque no entendía porque había querido regresar, la habíamos estado pasando bien, quizás esa mujer la había puesto de mal humor.
—¿Sabes lo que se siente jugar un juego difícil y luego llegar a la meta? — pregunta sin voltearme a ver.
Dudosa asentí — Si, una vez nos tomó mucho tiempo terminar un juego de roles con Chris — digo, aunque no estoy segura si estamos hablando de lo mismo.
Se carcajeó y volteo a verme — Eres tan interesante — dice viéndome de esa manera que no comprendía ahora — dulzura — llamó.
Me tomó de la barbilla y su otra mano se aferró a mi cintura — Me pregunto si te gustaría probar algo diferente — dice viéndome a los ojos.
Sus ojos café me cautivan a niveles dimensionales.
—¿Qué cosas? — pregunté.
Me mira por unos segundos —Un poco de todo, algo más intenso — dice.
Trague en seco — Si no me lo dice, no sabré si me gusta, aunque si estoy con usted lo haría — digo y me mira complacida.
Deja un casto beso en mis labios — Entonces, vamos a darnos un baño ahora — dice.
Asentí, aunque no entendía de qué hablaba, o quizás sí pero no quería martillar mi cabeza.
Me di un baño rápido después de ella, aunque a este punto no sabía qué esperar.
Estaba sentada en el borde de la cama, esperándome llevaba puesta una camisa negra de seda un poco ancha y que cubría la mitad de su muslo, su cabello amarrado en una coleta y llevaba unas medias negras.
—¿Lista dulzura? — pregunta y yo la veo confundida.
—Si, bueno...mmmh— digo acercándome, yo solamente llevaba una bata de seda color blanca, ya que no sabía que pensaba hacer.
—Acércate — me ordenó y yo lo hice, poco a poco me acerqué enfrente de ella, sonrió — arrodíllate — ordenó y dudosa lo hice.
—¿Por qué? — le pregunto confundida y dudosa.
Parecía alguien más en este momento.
Me toma de la barbilla —En la manera que lo hacemos, me gusta, no puedo quejarme — dice viéndome los labios y luego mis ojos — pero me gusta otro tipo de sexo, un poco más intenso, más estimulante — dice y besa en los labios sin soltar mi barbilla y yo apoyo mis manos en sus muslos.
—Nunca lo he hecho — respondi cuando nos separamos y ella siente.
—Lo sabía desde el inicio, así que no podía obligarte. Prefiero que lo hagan porque quieren — respondió.
Si me lo está diciendo es porque quiere hacerlo así, hace mucho no la veo con chupones que no haya hecho yo... debo estar loca con tan solo contemplar la idea que me está proponiendo.
—¿Siempre lo ha hecho así? — pregunté sintiendo mis mejillas quemar.
Ahora solo podía pensar en ella y su futura ex-esposa.
Sonrió —Puedes preguntar lo que estás pensando, sé que lo quieres hacer, así que adelante — se cruzó de brazos viéndome expectante.
Asentí —¿Siempre lo ha hecho así?, ¿incluso con su ex-esposa? — volví a recrear la pregunta.
—¡Ah, ella! — dice — se me había olvidado, sí también con ella — dice de manera simple— entonces Rose, no tengo todo el tiempo del mundo— su tono de voz cambió por uno más irritado.
Suspiré, ¿qué debo hacer?
—Solo no sé exactamente a qué se refiere — digo nerviosa.
—Quiero tu cuerpo a mi disposición, hacer lo que yo quiera, morderte — mis mejillas quemaban y no pude evitar ver hacia otro lugar — hacer todo lo que se me ocurre, someterte hasta donde puedas soportar, el punto aquí es que, quiero que seas mía — dice tomándome de nuevo de la barbilla para que la observara a los ojos — ¿que dices dulzura?, ¿aceptas? — pregunta.
Me mordí el labio, quiero ser suya, eso es innegable, pero... pero...
La idea que si me niego, me tire a la basura me asusta de una manera inimaginable.
Asentí — Lo haré, quiero ser solo suya — digo y en sus labios se dibuja una sonrisa pomposa.
—Entonces, empezamos — observa mis labios y yo no pude evitar sentir como mi corazón amenazaba con salirse.
¿Qué quiere hacerme?