BLEED WITH ME — CAPÍTULO DOCE
( nosotros sentimos lo mismo )
Aquella noche, el cielo nocturno se tiñó de azul y rojo mientras los supervivientes permanecían sumidos en su propia neblina de vulnerabilidad dentro de los oscuros muros de la comisaría; Lyds Greystone también estaba sentada bajo ese mismo techo, sumida en su propia neblina, pero de oscura disposición. ¿Dónde iba a acabar todo esto? La chica no acababa de entenderlo.
Simplemente sabía que, pasara lo que pasara, tenía que acabar con ella y Ethan, de alguna manera. Después del fiasco de coqueteo entre ella y Wes, que acabó en la tumba con él, la chica se encontró tumbada protegiendo a Ethan en un cierto estado de ferocidad; ira. Rojo vivo.
Ella no iba a dejar ir de este.
La rubia lo observó con ojos gentiles, a pesar de su disposición; observó la forma en que el chico se adornaba con las luces intermitentes mientras se paraba a su lado, sus rizos en tonos azules y su piel en un amasijo de rojo. Ella estudiaba cada parte de él con tal atención que incluso Ethan era capaz de captarlo, lo que lo animaba más allá de lo creíble, y pronto su mano más grande encontró hogar en la parte superior de su espalda y con una sonrisa la chica superviviente recostó la cabeza contra su cadera.
Joder. Joder. Joder.
Lyds sabía que no podría superarlo. No podría. Algo en Ethan la había atrapado y ya no podía escapar de él.
— Hola cariño. — Susurró: — ¿Tienes hambre? Hay una máquina expendedora por allí.
— ¿Por qué siempre me preguntas eso?
— Sólo estoy pendiente de ti.
No puedes huir de un asesino con el estómago vacío.
— Eres dulce.
Como la caries.
— Eso no responde a mi pregunta.— Se rió entre dientes, — Te diré qué, te sorprenderé - ya vuelvo.
— ¿Estás bien Lyds? — susurró Chad una vez que Ethan se hubo alejado para ir a la máquina expendedora.
— Me deshice de las cosas de Wes esta noche. — Le dijo: — Todo menos la foto de su cartera y su spray de pimienta.
— ¿Su spray de pimienta? — Mindy se incorporó, inclinándose sobre su hermano. — ¿Me estás diciendo que eso era importante?
— Ethan pensaba que sí. Dijo que debía guardarlo en caso de un ataque de Ghostface.
— Tal vez sea más listo de lo que yo creía... Está bien, lo dejaré pasar.
— ¿Qué se siente? — Tara preguntó, y los ojos de Lydia al instante flotaron de nuevo a Ethan.
El chico estaba solo, pulsando agresivamente los botones de la máquina expendedora a su antojo. Era un espectáculo para la vista, de verdad, y Lyds nunca quiso apartar la vista.
— Seguro — Respondió, sin siquiera dedicarle una mirada a Tara.
— Ya no estamos hablando de Wes, ¿verdad?
— Casi nos besamos esta noche — Ella admitió, inclinándose más cerca del resto del núcleo cinco.
Chad casi salió disparado de su asiento, Sam sonrió y Tara simplemente asintió, pero fue Mindy la más difícil de leer. Siempre lo había sido.
— ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Cómo?
— ¿Alguna pregunta más, Chad? — Lyds esbozó una sonrisa
— ¡Ah, sí! Casi besarse en una noche en la que Gale Weathers casi muere apuñalada y tus amigos están durmiendo al otro lado de la habitación realmente establece un tono romántico. — Mindy soltó
— Muy gracioso.
— Ignórala, cuéntanos qué ha pasado. — Tara habló suavemente, y rápidamente se acercó y apretó la mano de Lydia.
Eso era lo bueno de la chica Carpenter, Lyds siempre había sabido que pasara lo que pasara Tara siempre estaría de su lado.
— Se lo pedí. Y me rechazó.
— ¿Te rechazó? — Los ojos de Chad se abrieron de par en par
— ¿Por qué? — Sam preguntó
— No quería aprovecharse de mí.
— Vale, lo apruebo. — Chad habló, — Sé que ya lo había aprobado pero ahora es oficial. Tienes mi sello.
— Deberías sentirte honrado — Mindy puso los ojos en blanco.
— Sé que es un poco inapropiado hablar de esto ahora, pero considerando...
— Lyds. — Sam le cogió las palmas de las manos, robándoselas a su hermana. — Si no es Ethan, si él no es Ghostface - entonces esto es bueno para ti. Es bueno para todos nosotros. Lo necesitamos.
— ¿Qué pasó con lo de sospechar de todo el mundo?
— Dije si.
— No conseguía que funcionara la máquina expendedora. — Ethan se acercó de repente, arrastrando ligeramente a Lyds hasta posarse en el borde de su asiento.
— Siéntate en su regazo. — Mindy volvió a poner los ojos en blanco.
— Tienes que pagar por ese contenido...
— ¡Lo siento! He venido lo más rápido que he podido. — Danny interrumpió, empujando su camino a través de las puertas de cristal. Al instante saludó a Sam con un abrazo y un beso en la mejilla, y Lyds se encontró incapaz de luchar contra una sonrisa ante el gesto.
No podía evitar ver lo mejor de la gente, incluso cuando no debía.
Después de todo, Danny y Ethan podían ser nuevos comienzos para ambos. ¿Seguro? ¿Verdad?
¿Verdad?
— ¿Lo hiciste? — Tara respondió
— Estoy asustada, chicas. — Mindy susurró, su fachada arrogante se rompió momentáneamente y así como así sus brazos se metieron alrededor de sus rodillas y la tristeza se filtró. — De verdad que no quiero que me vuelvan a hacer daño.
— Yo tampoco. — Chad respondió
— Yo tampoco quiero que te hagan daño.
— Lo sé. — Murmuró, y la cabeza del gemelo más joven cayó para descansar sobre el hombro de su hermana. Tara se le unió rápidamente.
— Todo va a salir bien. — Lyds frotó el brazo de Chad. — Moriré antes de dejar que alguno de ustedes salga lastimado-
— Ni siquiera digas eso. — Chad chasqueó
La miró con los ojos rojos y llorosos por un breve instante, su pasado entrelazado se presentó en el primer plano de su mente y la verdad es que el chico quería sollozar ante la idea de que su mejor amiga se fuera a cualquier parte. Casi habían muerto juntos, y si iba a volver a ocurrir, se aseguraría de morir con ella. Pero no quería que Lyds se sintiera culpable, quería que siguiera feliz en su burbuja con Ethan, protegida incluso, así que se tragó las lágrimas y la atrajo bajo su brazo.
— No lo hagas nunca.— dijo mientras temblaba
La mandíbula de Ethan se apretó al verlo. Chad era demasiado susceptible para su gusto.
Conocía su amistad, la había comprendido desde el primer día que se conocieron, pero quería ser su familia. No Chad. No Mindy. Él. Desde el día en que la vio en las noticias por primera vez, había sentido dolor por ella. Imaginaba mañanas en las que sólo estaban ellos dos, escuchando la radio, haciendo tortitas, bailando en la cocina. Todo estaba al alcance de la mano, y Chad no iba a interponerse en su camino para conseguirlo.
¿Su familia, sin embargo? Tal vez. Pero Ethan ya había hecho las paces con los sacrificios que tendría que hacer si llegaba el caso.
— Entonces, ¿qué hacemos ahora?
— Tal vez consiga ganar esta vez... — Sam se puso de pie, arrancando al moreno de su monólogo interno. — ¡Quiere castigarme, a mí! Así que a lo mejor le dejo... Me entregaré, si es lo que tengo que hacer para mantenerte a salvo, vale la pena.
Jesús, no la triste historia. ¿En serio Sam?
— ¡No! No vamos a hacer eso Sam. Volviste a Woodsboro para protegerme, tomas la decisión de protegerme cada día, ninguno de nosotros estaría vivo si no fuera por ti. Tienes que dejarnos protegerte esta vez. — habló Tara en un arrebato.
— No.
— Sí.
— No te estamos dando una opción en esto. — Lyds habló, de pie junto a Tara. — Somos todos nosotros o ninguno de nosotros.
— Somos un equipo, ¿recuerdas? — Tara asintió
— En realidad somos una familia — Mindy se puso de pie
— ¡Sí, vamos! ¡ Nucleo cinco! — Chad prácticamente se lanzó al aire, con el brazo extendido para chocar los cinco en grupo.
— Núcleo... ¿qué? — Danny levantó una ceja
—-Es una cosa nuestra.
— Va a seguir viniendo a por nosotros.
— ¿No hay algún lugar seguro donde podamos refugiarnos? — Ethan suspiró.
Lyds estuvo bajo su brazo en un segundo, frotándole la espalda, consolándolo. Le sentó mal; ¿ya se estaba aprovechando? ¿Lo había estado haciendo todo el tiempo?
— Va a seguir encontrándonos.
— Genial. — Murmuró
— Aunque nos vendría bien.
— Sí, Ethan tiene razón. Nos va a encontrar pase lo que pase, así que... — Los ojos de la rubia se abrieron de par en par
— Lo atrapamos.
— Haz la llamada. — Lyds asintió.
Y así como así Tara tenía al Detective Bailey en la línea.
— Me están partiendo la cara por no dejar este caso, ¿y ahora quieres que haga qué? — Siseó.
— Queremos atraerlo a un lugar seguro y atraparlo dentro.
— ¿Y luego qué?
— Lo ejecutamos. ¿Vas a ayudarnos?
El silencio respondió donde había hablado el detective Bailey y Lyds se apresuró a coger el teléfono. Esto era vida o muerte ahora, la última parte, al menos para ella, no importaba tanto, pero ¿para sus amigos? Era el principio y el fin de todo. Exigió una respuesta.
— ¿Qué querría Quinn? ¿Qué querría su hijo?
— Matar a este hijo de puta — Su voz se distorsionó, 1- Estoy atrapado aquí pero Gale nos dio las llaves del teatro, no tiene vigilancia ni cámaras de seguridad pero podemos usar eso contra él. Le diré a Kirby que se reúna contigo allí, me reuniré contigo tan pronto como pueda.
— Entendido.
— Recuerda, viaja en público. Cuanta menos gente haya a tu alrededor, menos posibilidades tendrá de dispararte antes de que llegues.
— Entendido.
— Cuídate.
— Tú también.
La línea cayó muerta y los supervivientes se prepararon para una noche de horror. Ethan sin embargo tenia que prepararse de otra manera.
¿Para matar a su familia, a sus amigos o a su Lyds?
Esa era la cuestión.
— Tengo miedo. — El chico admitió mientras se dirigían al metro. — Sabes lo que siento por ti, ¿verdad? Quiero decírtelo antes de...
— Ethan no tienes que decir nada. No hay nada que temer.
— ¿Segura?
Ella no sabía ni la mitad de todo.
— He hecho esto antes - he lidiado con ello. Me has ayudado a seguir adelante con todo lo que pasó, no completamente pero un millón de millas más lejos de lo que lo he hecho en el último año. Tú, Chad y los demás me habéis dado algo por lo que luchar, y lo haré... mataré a cualquiera que intente hacerles daño.
¿Matar? maldita sea.
— Sabes que haría lo mismo...
— Exacto. — Le besó el dorso de la mano con suavidad: — Nos cubrimos las espaldas, así que no hay nada que temer.
Tengo miedo de destruir lo que hemos construido. Tengo miedo de perderte. Me aterroriza hacerte daño. No quiero esto.
— De acuerdo. — Respondió simplemente. "
— Entonces...
— Sentimos lo mismo.
— ¿Qué quieres decir?
Dilo.
— Sentimos lo mismo E. — Ella esbozó una sonrisa: — ¿Verdad?.
— Cierto.
Lo mismo.
Sus sentimientos estaban de acuerdo, siendo un equipo, matando el uno por el otro...
Tal vez esto podría funcionar.