TOU MEGA-THIRION

By helomex

286 9 3

En la última época antes de la completa caída del Chaos-Tiere, los Híbridos deberán ocupar el lugar de sus cr... More

ARRAS (fragmentos, parte 1)
SIILE (fragmentos, parte 1)
SCHESNIVÍ DUH-JÁ (fragmentos)

Cuatro Bué-Schá (fragmentos, parte 1)

84 2 1
By helomex

Una Historia de TOU MEGA-THIRION
Por ©Helmut Melo-Quiroga / Hecha la Reserva de los Derechos de Autor.

ADVERTENCIA: SPOILERS A LO PENDEJO. Ya saben que no estoy publicando "Tou Mega-Thiríon" en orden, ni siquiera, completa. Así que es evidente la inconsistencia en la continuidad. Ustedes son fuertes y guapos, ahí les dejo.


Cinco o seis leguas al norte y por levante, alejándose de Tsu-Baá, hay una colina de pendiente gentil y frondosa vegetación. No es tan alta como para cubrir con su presencia los grandes montes que antes contenían el Sié, y a veces es casi que completamente cubierta por las nieblas que en las madrugadas descienden hasta los planos dominios de las Karmas. En las épocas del Sié, la colina era una pequeña isla. Y una de sus playas, hoy es una meseta, un pequeño claro en medio del bosque brumoso que cubre a la colina, famosa por lo que significa para Therion.

Therion-Wa le llaman a la montaña, y por extensión, al pequeño claro en la meseta.

Therion, Kii-Pischká y Bué-Schá por igual, vendrán aquí cada vez que puedan. No es algo religioso. Ninguno de los Híbridos lo es. Si Chaos-Tiere fue supersticioso o no, en el pasado, ya no es cosa que se pueda saber. Chaos-Tiere ya no existe. Sus complicaciones y ataduras, parece que tampoco.

Este lugar, el claro que es la meseta en Therion-Wa, es un santuario. El claro, dónde ya hace mucho tiempo no crece nada mayor a la hierba y a los arbustos pequeños se extiende por unos pocos estadios. No es plano, pero es mucho menos inclinado que el resto de la colina. Yendo a la cima, cerca del límite entre el claro y el bosque brumoso, una columna de piedra circular y tan alta cómo Sohn, quizá, marca el lugar dónde según sus tradiciones pasadas de memoria, una generación tras otra, vio la última luz Dashnoré Duscha. Algo místico sucede allá.

La columna no tiene inscripción alguna, pero las fracturas que ha sufrido pasadas las generaciones, están ahí. La columna y sus cicatrices. Sólo, están ahí.

Nadie prohíbe, a los demás Híbridos, llegar o transitar por el lugar. Pero creen que es un santuario Therion, y respetan eso. Cuando pasan, incluso si no entran a Therion-Wa, en sus alrededores, descubren sus cabezas y descalzan sus pies. Les muestran a sus hijos la columna, desde lejos, y les advierten que cuando rodeen el lugar, miren al frente, al suelo y cuando estén lo más cerca del claro que deban llegar, agradecerán a Pacha-Mama por Therion, y por la vida que hoy pueden disfrutar. Una sola mirada, entonces, siempre sonriente, nunca triste o malhumorada, le darán al claro y a su columna.

"Bendíceles", dirá alguien, generalmente una mujer que sea madre del más pequeño de los niños que estén llevando, porque ella cuida la vida más frágil y valiosa que se les ha confiado. Si esa mujer no está, lo hará el más viejo. "Bendíceles", contestarán los demás. Sonrientes y con la cabeza en alto, seguirán su marcha. Pacha-Mama sabrá que es con ella, en ella y para ella. Y por Therion.

Eso, quienes agradecen a Therion. Los otros, tratarán de transitar por lugares desde dónde Therion-Wa no se pueda ver a simple vista.

Pacha-Mama sabe hacer sus cosas, y su preferencia por Therion no se oculta ahí: los mismos lirios púrpura, que siguen a Swá de los Cielos en su diaria carrera siempre se van a encontrar allí, en las mismas plantas. Chaos-Tiere trató de profanar el lugar, miles de veces: siempre la columna se vio enderezada y entera semanas después. Siempre los lirios, los mismos lirios, siguen a Swá de los Cielos, día tras día, mientras transcurre este eón.

Los más duros inviernos, en los que vieron las nieves del lejano norte casi pudieron llegar hasta esas tierras, y las sequías más arduas, cuando el recién nacido Baak-Atá no llevaba suficiente agua para lanzarse piedras abajo en el salto, nunca vieron morir ni sepultarse las maticas de los lirios, y a muchos metros de la columna, el césped corto y amable jamás desapareció, ni se tornó amarillo, o polvo. La columna lo domina todo. Es quizá, el más hermoso lugar entre todos los paisajes que son dominio del largo Brazo de las Karmas del Sié.

Hoy, han venido. Tres. Su sola presencia embellece aún más el lugar. Su tamaño, aun viendo desde tan lejos que uno no pueda ser sentido ni detectado, es imponente. Dos de ellas, cuando estén erguidas, levantarán su cabeza a casi siete pies desde el suelo. La otra es aún más alta. Están sentadas, algo lejos de la columna. Forman un pequeño círculo.

Dos de ellas, la muy alta y la que se ve más joven entre las tres, visten hermosamente. Usan ropas Kii-Pischká. Sus vestidos son suaves, vaporosos, y calzan sus pies con sandalias que atan a sus pantorrillas. Son ropajes hechos para sus faenas, sencillos. Kii-Pischká caminan, lo hacen mucho. Tienen muchas parcelas, repartidas por todo lo que antes fuera el fondo del Sié, y en las que fuera las tierras del continente, y de la grande isla, Baak-Atá.

Therion llaman Taar-Duk a lo que antes era la isla.

Sus larguísimos cabellos negros están entrelazados en incontables trenzas que agrupan de forma incomprensible en vueltas y vueltas, sujetas con un solo moño que suelen no cambiar en la vida. Las mismas vueltas les cuelgan hasta la cintura. Debe ser pesado de llevar, pero la costumbre las ayuda.

Estas dos, vestidas cómo Kii-Pischká, sin duda alguna son Schi-Nyá. Se adivina en su estatura, más elevada que la de la mayoría, en sus brazos y hombros poderosos, marcados todos los músculos por el entrenamiento largo y constante, dejan saber qué hace mucho que no se dedican a las faenas diarias de Kii-Pischká. Si por no estar ahora sentadas, se pudiera ver sus gemelos en las piernas, se verían inmensos, listos para mover a las fuertes damas que los llevan a dos o, incluso, tres veces la velocidad que podría lograr si no se entrenara. Eso, y el hecho de que sus ropajes no se ven curtidos por el trabajo de conseguir el sustento.

La otra dama es mayor, aunque su rostro no revela mucha más edad que la de las Schi-Nyá. Come con ellas, ríe con ellas. Comparten la chicha en la misma totuma, y es ella quien la sirve de la jícara. Es, sin duda, su Waïá. Una de dos. Su Waky no está.

Ella, es Bué-Schá.

Su cabello negro, suelto y que cuelga hasta debajo de los hombros, se niega a ser llevado por la brisa, cae con peso, poderoso en su cantidad. No es largo cómo el de las Schi-Nyá, para mejorar el balance. Brillante en reflejos blancos por Gloria de Swá de los Cielos. Viste diferente: botas duras, negras, les es difícil aprender a usarlas para caminar, pero protegen toda su extremidad, desde la rodilla. Sus pantalones elásticos, ceñidos pero no apretados, les permiten moverse en toda la extensión de su capacidad. Enloquece adivinar la poderosa musculatura que mueve a la Bué-Schá, detallada fibra a fibra debajo de ese pantalón. No lleva camisa, una pequeña blusa también ceñida al pecho, cuya intensión nunca fue cubrir, sino sostener, y una chaqueta corta abierta, de mangas largas, de un material pesado y resistente, que no debe abrigar, sino amortiguar. Su vestido es del color que las hojuelas de avena suelen tomar.

Y todo eso, es para distraer. Una exteriorización de la arrogancia interna de Bué-Schá.

Están alegres, felices, y esa dicha se les ve en los ojos marrones, un café tan oscuro, que en los momentos de poca luz, o cuando se dilatan sus pupilas, casi se ven negros. Tienen la piel tostada, bronceada en un delicioso color no tan oscuro que refleja todo el poder de Swá de los Cielos. Pero ellas vienen del antiguo continente, que Therion llama Tyje-Moth. Si fueran de aquí, de Taar-Duk, no serían tan altas, aunque si mucho más que los demás Híbridos. Su cabello negro brillaría en tonos azulados en la luz del día, y su piel sería más morena.

Therion Taardukianas son, particularmente, hermosas.

Las que están aquí no son Taardukianas. Cerca de ellas, tienen sus mochilas, dos, muy grandes, para cada una. Aunque en realidad, no tan grandes como las que suelen llevar Kii-Pischká. No acostumbran a tener posesiones que no puedan llevar consigo. Son una raza seminómada, tienen su territorio, pero éste se sobrepone con el de otras tribus, y lo recorren sin afincarse mucho en un solo lugar.

Bué-Schá y sus Schi-Nyá, son diferentes. Ya no levantan campamentos para concentrarse en el cuido y explotación de sus parcelas, viven un tanto al garete, esperando la orden que no quieren que llegue, cumpliendo la consigna que no cambia y consume sus vidas. Disfrutando del aparente ocio que su estatus les permite, sabiendo que el terror, los minutos de terror, siempre están al asecho, y siempre podrían ser los últimos en que verán el rostro de Pacha-Mama. Acampan directamente bajo las estrellas, y sólo usan techos cuando están en los poblados, dónde se las trata como a héroes, en algunas partes por agradecimiento, en otras por apariencia.

Cuando viven con Kii-Pischká, suelen compartir algo de la rutina de sobrevivencia que llevan, pero su deber es el estar alerta, y en disposición de reaccionar en el menor tiempo posible. El deber de Bué-Schá es contener y eliminar las amenazas que puedan poner en peligro la vida de Kii-Pischká, y con ello, poner en peligro la existencia misma de la raza. La razón de ser de Bué-Schá, y de Schi-Nyá antes de ser Bué-Schá, es permitir la vida, de la forma más tranquila y asegurada, para Therion en general.

— Ya llegó —dice una de las damas más jóvenes.

Las tres voltean su cabeza hacia el mismo lugar, pero no agudizan su vista para enterarse. Cierran los ojos, y levantan sus rostros. Huelen las historias que el viento les trae. Ahora se ve. Es su belleza. Dicen que Pacha-Mama nunca vio a una de ellas, que no fuera hermosa.

Fue su maldición.

— Si, pero se va a tomar su tiempo. Acabemos los mangos, para que aprenda —. Contesta la mayor. Su cara hace una mueca infantil, de picardía. Las otras dos ríen.

Cogen los mangos a manotadas, y se los devoran. Entre risas. Los levantan, invitan al viento a que lleve la noticia. Ahora son carcajadas.

— Quiero que me vea — dice la más alta.

La mayor le clava sus ojos, y no hay mirada más llena de orgullo y cariño que la que le dirige a su Schi-Nyá. Asiente. Voltea a mirar a la que luce más joven, que tiene la cara embarrada del jugo de los mangos y se ha quedado atónita cuando su Waïá se la ha quedado mirando.

— Tú también. Las dos van a sorprenderla. Come, niñita, quiero verte tan grandota cómo Lálesa —, y señala a la alta, todavía sosteniendo un mango con esa mano.

— Onn tendría que volver a nacer, necesita genes grandes para ser tan alta cómo yo —, dice la llamada Lálesa.

Onn pasa el bocadote con que se atragantaba y pone sus brazos en cangrejo. Toda su musculatura salta, se expone. Es preciosa. Sonríe mostrándoles los pelillos fibrosos amarillos de los mangos, enredados entre sus dientes.

— No necesito nacer de nuevo para ganarte en hombros y brazos, boba.

— Mimmá, ¡Dile que no sea puerca!

La Bué-Schá ríe. Se atraganta el mango que tenía en la mano, y con la boca llena, escupiendo pedacitos de fruta en todas direcciones, increpa a las dos Schi-Nyá.

— ¡Já! Traguen antes que llegue, que quiero ver qué cara hace. Vos, deja de ser puerca y cómete los mangos sin mostrarle los dientes a ésta chillona. Vos, deja de chillar y cómete los mangos sin mirarle los dientes a ésta Duawa cagona. Y ambas, límpiense esas caras: parece que nunca me hubiera tomado el trabajo de enseñarlas a tragar como gente decente, siquiera.

— ¡Mimmá! ¡Guácala! —gritó Onn, antes de dejarse caer hacia atrás en medio de otro ataque de risas.

— Ustedes dos, que asco, definitivamente... ¡Dame paciencia! —suplicó Lálesa, conteniendo la risa, mirando hacia el cielo, y luego, hacia el lugar por dónde debía llegar, quien quiera que fuese quien viniese.

— ¡Dásela! —a coro, entre explosiones de carcajadas, contestan las otras dos.

Sobre la cacofonía de las risas del trío de preciosas mujeres, una voz autoritaria, joven pero experimentada, sacude el ambiente.

— ¡Semmanah! ¡Bitti! ¡Coman con propiedad!

Lálesa Bitti y Semmanah Onn quedan mudas. Miran hacia la recién llegada. Piel tostadísima, cabello negro cómo las noches en que Chíe decide descansar, brutal en reflejos rojizos, ojos totalmente negros. Por poco y es tan alta cómo Lálesa, pero su cuerpo es más contundente. Delineado. Todo en ella es la imagen más arrogante de la feminidad sobre el mundo. La marcha prolongada ha hecho resaltar su musculatura.

Una Daargoriana ha llegado a Therion-Wa.

Su atuendo es similar, pero no igual al de la otra Waïá de las chicas jóvenes, arriba es verde oscuro, abajo es negro.

Bué-Schá.

Muy pocas cómo ella se ven en el antiguo dominio del Sié. Su morena piel (aún más oscura que la de las Taardukianas) habla de su larga data, de sus muchas generaciones habitando las bajas planicies de Daar-Goroth. Miles de metros abajo de las alturas de Baak-Atá. Más de cien leguas de distancia. Han dominado a Swá de los Cielos, lo han rendido, lo han enamorado. Sus pieles no sucumben bajo su brillo brutal, sus cabellos no se secan. Su hermosura es perenne en esas tierras siempre sedientas, siempre ardientes. Son más grandes, algunas de sus Kii-Pischká, tan altas cómo Bué-Schá de Tyje-Moth. Siempre defendieron el borde sur, por levante.

Siempre fueron invencibles.

Quizá sea la diferencia en afrontar las emociones. Onn salta de su posición. Casi que atropella a Lálesa en su carrera. Mientras corre, grita "¡Mimmá, Mimmá!". Lálesa protesta de mentiras.

— En efecto, toda una Duawa cagona...

La Bué-Schá contesta sin mirarla. Toda su atención está en su Waky. También saltaría para ir a colgarse del cuello de la recién llegada, pero, quizá piensa que esas actitudes se ven mejor en las Schi-Nyá. O quiere darles ese momento. Ella misma ya los ha disfrutado muchas veces en el pasado.

— Estoy segura de que tienes lo suficiente para alcanzarla y llegar a Coor primero...

Bitti no necesita oírla dos veces. El entrenamiento, el instinto, el amor. Todo enciende la fuerza de Lálesa, despega también hacia su Waïá.

Pero, no. Se dejó tomar mucha ventaja.

Onn ya está colgada del cuello de la recién llegada. Sigue con su "¡Mimmá!¡Mimmá!¡Mimmá!", pero ya no grita, es un lloro quedito. La Schi-Nyá más alta llega a la rara reunión, pero no pelea. Su Waïá besa la cabellera de Onn, ella tiene la cara hundida en el hombro de la Bué-Schá. No disimula. Ya no es un lloro quedito: llora a todo pulmón.

Saranjanen Coor levanta la cabeza, y sus ojos negros se encuentran con la mirada anegada y castaña de Lálesa. Aún se siente sobrecogida por tener que alzar los ojos para mirar a esta Duawa. Aún recuerda cuando la conoció, cuando no tenía la mitad de su propia estatura. Flaca, llorona. Ahora es un monumento, grande y hermosa, quizá incluso, tanto cómo Tamáshi.

... Tamáshi...

El nombre es un conjuro. Su Schi-Nyá será tan fuerte cómo la más fuerte, tan grande como la más grande. Tuvo el honor de conocerla en tierras de Nimmu-Borguier. Comparó a la rubia de la dulce sonrisa y ojo faltante con el demonio del que habla su leyenda, y ahora, con la niña que ya no aguantaba las lágrimas y también se le colgaba del cuello.

Lálesa empuja de mentiras a Onn, y entre lágrimas, con una llorona voz consentida que no conoce más felicidad, le suplica.

Bat-Schué, déjame abrazar a Mimmá...

— No... te esperas por chillétas —, con la misma voz contesta Onn.

Pero Onn estira el brazo y jala a Lálesa, la hace parte del abrazo. Coor recibe a Lálesa cómo recibía a Onn. La besa en el cabello. Agacha la cabeza, porque, de todas formas, es Waïá y no quiere que sus Schi-Nyá la vean llorar también. Las abraza por los hombros, y ellas sienten la tremenda fuerza de Coor. La fuerza que quiebra brazos, cuellos y espaldas de enemigos. La fuerza en la que Liebend Asih se confía para atacar sin prestar atención a sus puntos ciegos, mismos que Coor siempre estará vigilando. No dice nada. Sólo quería llegar a Therion-Wa para vivir este momento. Hoy es el día que sus Schi-Nyá han esperado desde que las conocieron, pero también es el día que Asih y ella nunca han querido que llegue.

Para la noche, sus Schi-Nyá ya no lo serán más. Para la noche, sus años de Waïá, los mejores de su vida y la de su hermana, habrán terminado. Para la noche, Bitti y Onn dejarán de ser dependientes del cuido y la voluntad de sus Waïá. Para la noche, Semmanah y Lálesa harán un nuevo Waky, uno muy especial.

Para la noche, Lálesa Bitti y Semmanah Onn dejarán de serlo para siempre... Les darán la opción, es cierto. Pero jamás, después de más de diez generaciones Therion desde la incomparable gesta de Luvonni Átma y Dashnoré Duscha, jamás hubo Schi-Nyá que rehusara el honor de erguirse Bué-Schá...

Continue Reading

You'll Also Like

15.8K 1.3K 47
Llegará un nuevo integrante a los smiling critters el cual pondría de cabeza todo.
120K 3.7K 34
Rodrigo cree que las mujeres son objetos. Éire no está dispuesta a ser uno de ellos. Él comenzará una lucha para despedir a una secretaria eficiente...
7.4K 966 97
Ella era la hija ilegítima de la familia Gu de la ciudad N y una cobarde sombría a los ojos de todos. Era un genio incomparable en el mundo de las fi...
90.6K 12.8K 51
Taehyung es un Omega que nunca tuvo una vida fácil. Junto a su padre Jin, deciden mudarse para comenzar de nuevo, pero a Tae le cuesta socializar y J...