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XVIII
» 𝔴𝔥𝔢𝔫 𝔶𝔬𝔲'𝔯𝔢 𝔰𝔱𝔞𝔫𝔡𝔦𝔫' 𝔦𝔫 𝔱𝔥𝔢 𝔣𝔞𝔠𝔢 𝔬𝔣 𝔡𝔞𝔫𝔤𝔢𝔯«
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𝕰l atraco se haría de noche. Inej y yo estaríamos en el techo. Cuando llegó la hora bajamos a Kaz del tejado a la ventana de la oficina correcta, pero al correr los minutos, nos encontramos en una situación riesgosa.
Un tipo enmascarado, con un aura turbia comenzó a atacarnos y sin ninguna clase de piedad redujó a Inej en el suelo, cuando yo me incorporé al recibir un corte en el tobillo, me acerqué para atacarlo pero no supe cómo. Logró ser más rápido y lo que me hizo a continuación me hizo gritar del dolor como nunca, caer al suelo y desmayarme.
. . .
Desperté con un trapo blanco en la cara que filtraba ligeramente la luz de la luna, me toqué el rostro, sudaba frío. Ni siquiera intenté incorporarme, sentí las manos de Inej sosteniendo la mía. Inej lloraba, yo aún estaba confundida.
—Svane... Yo... Lo siento, todo fue muy rápido y no sé cómo... Lo lamento mucho...
—Qué sucedió... ¿Dónde está Kaz? ¿Y los demás?
—Está en camino, los demás aún no te han visto, sólo yo y Nina, perdiste demasiada sangre en... Lo siento...
—Inej... ¿Qué pasó...? ¿Porqué no siento de la cadera para abajo?
—Es Nina... Ralentizó al mínimo vital tu presión sanguínea en la zona, o no aguantarías el dolor... No podíamos ponerte nada allí, era muy riesgosa.
—¿Qué mierda hizo ese maldito?
—Sanktos... Cuando lo atacaste, te atajó aún conmigo debajo, tomó dos cuchillas y no sé cómo... te cortó profundo en tus partes íntimas...
—¿Qué...? ¿Cómo es que...? Sanktos... ¿Qué hicieron...? ¡¿Qué demonios me hicieron allá abajo?!
—Me encargue de coserte, toda tu zona esta llena de vendas, ya no sangras, pero tengo miedo de que te levantes...
—Ya puede hacerlo...— dijo Nina entrando. —Ven, incorpórate... Tu sangre se regularizó por sí sola, tampoco sé cómo... Estás sanando... Muy lentamente... Debes tener un extrmo cuidado ¿Oíste?— Nina puso una mano en mi pecho desnudo y otra en mi espalda, cubierta por una blusa. —Quizás no se sienta como antes, pero al menos la piel sanará y la herida no dolerá...
—¿Hablas en serio?
—Estoy segura... ¿Eres Grisha?
—Sí... pero... no soy de ninguna orden... Sé que manejo limitadamente los elementos, pero no he entrenado jamás como para... olvídalo, me puse nerviosa.
—Tranquila... Toma esto... Si llegan a ser justo tus días... pues esto detendrá todo...
—¿Cómo sabes de esto?
—Era la tragalibros en Herbología... Y resulta que en los cementerios suelen haber muchas plantas medicinales que curiosamente rodean justo a los muertos que las necesitaban... Es... algo que da miedo, pero es útil...
—Gracias Nina, en serio... A ambas—
De mientras se oía una discusión entre Kaz y Jesper.
Nina e Inej también lo oyeron y compartieron miradas.
—Espera aquí... no te muevas demasiado.
Oí la pequeña conversión donde ambas le recriminaban la poca importancia que Kaz le dió a mis heridas. Aún nerviosa e incluso temblorosa, me salí del panteón por una ventana angosta, cayendo sobre una planta enredadera, me senté sobre el musgo y la tierra húmeda, con la pared en mi espalda.
Acabé rendida.
. . .
Desperté de nuevo en la mañana, esta vez oyendo una discusión de Inej y Kaz, quién se marchó jurando vengarme.
Entré una vez que Inej se marchó. Yo no podía hacer mucho, debía cambiarme.
—¿Dónde estuviste? te busqué toda la noche—
—Más cerca de lo que crees, dormí entre las tumbas... Es curioso porque... fue muy pacífico...
—¿Dormiste en el suelo?
—El musgo era suave, la tierra estaba húmeda y cálida...
—No me digas que estás desarrollando una fascinación por la muerte.
—Creo que ya no me parece el peor de los enemigos...— crucé el panteón para tomar mi bolsa, de espaldas a Kaz.
—¿Cuál es la razón de tu venganza...? Tú ya sabes la mía...
—¿Intercambio de secretos?— suspiré pesado. —Él... fue la causa de todo... Por Pekka tengo esta cicatriz y es lo menos que me hizo... Por él entre a la casa de las fieras, él me vendió a Heleen, conocía a mi madre e hizo el trato con ella... para luego, en mi primer noche como sierva, entregarme la noticia de que se había suicidado y... abusar de mí... junto con todos sus otros hombres... Uno de ellos era... Haskell... Y ahora... el taxidermista hizo esto, es su manera de castigarme... Nina dijo que... N volveré a sentirme bien... Quiero decir... Olvídalo...
—Entonces le devolveremos mil veces el favor— dijo muy cerca de mí, tomando el pañuelo que quería usar para limpiar una herida en mi brazo. Con suavidad y mucho cuidado lo pasó a lo largo de mi piel para luego cubrirlo con una venda nueva, tocando mi piel a través de la fina tela blanca.
Kaz me había tocado... Muy superficialmente, claro...
Me coloqué una camisa limpia, y unos tirantes cruzados de cuero.
Oímos un ruido, era Nina en la puerta.
—Debo irme... Cuida que no haga ninguna locura en su estado.
—Sin dudas, no la dejaré... Wow...
—¿Qué?
—Ah Nada, nada... Iba a decir que es un pésimo enfermero, pero me dejó sorprendida... Ven necesitas una falda nueva, llena de capas y acolchonada— Nina me entregó tres piezas de atuendo para poder vestirme.
—Quítate eso y ponte este pantalón encima, estarás más cómoda— me pasó un pantalón que solía usar al dormir, corto, ancho y suave.
—Recuéstate antes— dudé. —Oye no hay nada que no haya visto... Y créeme fue doloroso verte... Tranquila, va a estar todo bien...— Hice lo que me pidió.
Y comenzó a sanarme.
Ya era de noche y volví a despertar con la puerta abriéndose. Por el peso de los pasos supe que era Kaz.
Finalmente, salí caminando del "cuarto" y me lo encontré sangrando, con la cara cortada.
—¿Qué demonios?
—Estoy bien...
—Díselo a tu rostro... Déjame sanarte...
—No... Quiero estar así por un rato... Y tu no debes gastar en energía que no sea en tí...
—Sentirte miserable no va a ayudarte...
—Tampoco el positivismo excedido...
—Yo no me excedo...— le sonreí.
—¿Tienes alcohol?
—Sí, Nina trajo un montón...— Fui por una botella y se la entregué, me sorprendió cuando la tomó como agua.
—¡Kaz!
—Era necesario...
—Jamás te vi tomar... no así...
—Yo a tí tampoco...
—Que rara forma de invitarme un trago...— me senté a su lado y tomé un gran sorbo por igual, comenzando a toser.
—Si estuviéramos en el Club, juro que me esforzaría.
Esa respuesta rondó unos segundos en mi cabeza, como con eco.
—Pero no lo estamos... así que para qué hacerlo...
—Svane...—Jes y Wyl entraron, los ignoré, dejando a Kaz con las palabras en la boca y me fui a la parte de atrás.
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