La Máquina de los Sueños - 1...

By GioiaTEscritos

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El 3 de febrero del año 2498, Japón, China, Rusia y Estados Unidos estrecharon sus manos para crear la Alianz... More

Nota de autor
Dedicatoria
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Interludio
Segunda Parte: Capítulo 1
Segunda Parte: Capítulo 2
Segunda Parte: Capítulo 3
Segunda Parte: Capítulo 4
Segunda Parte: Capítulo 5
Segunda Parte: Capítulo 6
Segunda Parte: Capítulo 7
Segunda Parte: Capítulo 8
Segunda Parte: Capítulo 9
Segunda Parte: Capítulo 10
Segunda Parte: Capítulo 11
Epílogo
Agradecimientos
Nota de Autor
Capítulo Extra

Segunda Parte: Capítulo 12

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By GioiaTEscritos

Los sueños son una recreación del cerebro entre la realidad, las emociones y los deseos; desde los principios de la consciencia humana han formado parte de los mayores intereses, llevando a miles de millones de personas a estudiarlos, pública o secretamente, para intentar comprenderlos. Dicen que los sueños esconden muchas cosas, y no hay nadie en el mundo que no haya sentido jamás curiosidad por ellos, no hay nadie que no haya intentado interpretar las señales que hay en ellos. En un mundo donde las creaciones del subconsciente cuando el consciente descansa han causado más curiosidad que los sucesos reales que se viven día a día, en un mundo donde un sueño, irónicamente, despierta más que cualquier otra cosa el deseo de saber, el Tercer Ojo supo sacar ventaja.

Diseñada para controlar los sueños de todo aquel que estuviera conectado a ella, era el proyecto más preciado de la Alianza 5Vision. Comenzar a controlar lo falso para que fuera más fácil controlar lo real, de eso se trataba, y eso harían.

21 de febrero del año 2500

Aquel día hacía frío.

El edificio era una gran esfera en el centro de la ciudad en Estados Unidos, de plata por fuera, de oro por dentro, con veinte pisos y más de cien oficinas, reflejaba el poder que Cain Bread poseía. Ese día en particular, una multitud de millones se acumulaba en aquel lugar.

Doce eran las personas que conformaban la ronda en la habitación secreta, esperando al momento indicado para la gran revelación. ¿Alguna vez han tenido un sueño? Me refiero... un deseo muy grande, algo por lo que hayan luchado hasta más allá del cansancio. Zhi, Darya, Dominique, Zhào, Asa, Sea, Calista, Luba, Fudo, Egorka, Jae y Cain sí, tenían un sueño, cada uno diferente entre sí, pero siempre, en algún punto casi imperceptible, se cruzaban, y en ese momento los doce estaban alrededor de él.

¿Recuerdan la pregunta que debían mantener en sus mentes por un rato? Llegó la hora de que ustedes decidan la respuesta. ¿Cuántos poseen el encanto? ¿Quiénes poseen el encanto?

¿Zhi? Durante el año que había transcurrido, en el cual los Ocho habían estado conviviendo en el Hogar, Zhi había estado trabajando en la máquina de los sueños con suma dedicación; junto a Asa había presentado avances en el proyecto, demostrando poder trabajar al lado de alguien con un elevado nivel de arrogancia y egocentrismo; había logrado mantener su carisma e implementar frialdad ante momentos importantes, lo que permitió que la mayoría de las decisiones que tomó fueran acertadas. Por otro lado, también se había alejado de sus compañeros; ella y Asa llegaban al Hogar cuando todos dormían, se despedían y se encerraban en sus respectivos dormitorios hasta el día siguiente, cuando desayunaban en silencio y volvían al trabajo; quizá fue por ese distanciamiento de los demás y acercamiento al vidente japonés que un día, después de meses en el taller, en medio de una discusión que solo dos mentes tan desarrolladas como las de ellos podían llevar a cabo —«¿Quién tiene el mejor estilo?»—, Zhi tomó el rostro de su compañero entre sus manos y besó sus labios con delicadeza, por varios segundos, dejando a Asa boquiabierto y sonrosado por varios minutos; luego de ese acontecimiento se convirtieron en la pareja feliz del Hogar, superando notablemente a la pareja de Sea y Luba. También, quizá, por su aislamiento del resto fue que, un día, golpeó a Dominique al verlo despierto por la madrugada cuando ella volvía de trabajar, o que, otro día, se presentó ante Darya estrechando sus manos como si no se conocieran, o que a Calista y Luba las persiguiera por todos lados con la intención de peinarlas, o que intentara quitarle el flequillo a Zhào y cubrirle los ojos a Sea.

Zhi había cumplido con las expectativas de 5Vision y había sorprendido en más de una ocasión. En sus primeros días bajo tierra había logrado superar todas las pruebas virtuales en un buen puesto, había dominado el uso de las Orca y había sabido trabajar en equipo para intentar escapar. Entonces ¿Zhi tenía el encanto?

¿Darya? Durante, casi, todo un año Darya había estado trabajando junto a Dominique en la recreación neuronal, consiguiendo grandes avances, a pesar de no tener mucho material de estudio. Poco a poco había logrado superar cada obstáculo que se les presentaba, y con el tiempo se fue convirtiendo en la líder del proyecto, usando a su compañero de asistente. En un principio la sensibilidad hacia los malos tratos del estadunidense, el aislamiento de los demás y la consciencia de todas las atrocidades que había tenido que cometer para sobrevivir al juego le habían afectado más de lo esperado, dejándola días enteros despierta y manchando su piel progresivamente, pero con el tiempo había logrado superar aquello —o fingir haberlo superado— y su brillante mente se había vuelto aun más productiva que antes. De diversas maneras había podido demostrar su valor, compromiso y voluntad, y había dejado en claro que el viejo Chambers se había equivocado al decir que ella jamás podría liderar.

Anteriormente había demostrado poder salir rápidamente de situaciones difíciles, observando su entorno y actuando casi instantáneamente, sin paralizarse ante acontecimientos inesperados. Estando junto a los Ocho había sido una de las participantes más indispensables, ofreciendo sus conocimientos médicos y sus ideas analíticas, además había liberado a los prodigios y peleado en la mayoría de los encuentros con los miembros de 5Vision, y había logrado ablandar los corazones de Zhào y Asa, una habilidad muy valorada entre los cuatro líderes. Entonces la pregunta se repite: ¿Darya tenía el encanto?

¿Dominique? Había roto por completo sus tres reglas. No era fuerte, no era luz, y había perdido su libertad hacía mucho tiempo. Su corazón se había llenado de una oscuridad que ni él mismo se atrevía a navegar, una que lo dominaba casi por completo, una que lo mantenía preso y aterrado. Sin embargo, si algo aún conservaba, era su voluntad, porque no importaba qué tan débil, ciego y encadenado se encontrara, jamás dejaría de intentar. Por eso había estado trabajando tanto, por eso había logrado culminar el proyecto justo a tiempo, por eso había estado pensando tantos días y tantas noches en cómo avanzar, por eso había decido que no le importaba cuántas vidas se perdieran hasta que la suya estuviera completamente a salvo, por eso había generado un vínculo con Egorka, por eso había desaparecido, muerto y renacido, por eso.

Antes de que su corazón se sumiera en una sombra, había sido un buen líder, había sabido cuándo aliarse y cuándo alejarse, había peleado contra todo aquel que intentara frenarlo, había dado la cara por sus compañeros, había entregado sus sentidos, y no había dejado de luchar, jamás dejó de hacerlo. Así que ¿Dominique tenía el encanto?

¿Zhào? Zhào se había negado a hacer cualquier cosa a favor de la Alianza, y sin embargo su valentía, su decisión, su fortaleza y su desafío lo hacían destacar sobre el resto. Era honesto, amenazante e intimidante, egoísta y extremadamente inteligente. Trabajando junto a Calista había logrado comenzar a arreglar el cielo, pero también había logrado liberar los satélites por completo del poder de 5Vision sin que nadie lo notara, había logrado superar a su compañera en todos los campos que trabajaban y había sorprendido a los líderes cuando logró salirse del Hogar sin la custodia de los guardias.

En el pasado, cuando solo era el prodigio silencioso y frío, había soportado torturas sin dejar de desafiar jamás a sus enemigos, había logrado conseguir la ayuda de un miembro del Tercer Ojo, había guiado a sus compañeros, había cuidado en silencio de ellos, había tenido todo lo que un buen líder necesitaba. Otra vez: ¿Zhào tenía el encanto?

¿Asa? ¡Ja, ja! ¿Asa tenía el encanto?

¿Sea? Era bueno para eliminar obstáculos, de eso no había dudas. También sabía lo que le convenía, sabía cómo manejar a las personas y tenía la capacidad de generar miedo y admiración al mismo tiempo. Había logrado entregar su proyecto, aferrarse a Luba y que ella se aferrara a él. Durante su estadía en el Hogar había creado vínculos con todos sus compañeros y decidido sustituir a Dominique en su antiguo puesto. A pesar de no ser prodigio, había podido demostrar su valía como vidente, líder y amigo. Había aportado algo en todos los proyectos y logrado abstenerse de librarse de los guardias que lo escoltaban todo el tiempo.

Antes del Hogar había sido útil durante el intento de escape, muy. En un principio se había encargado de cinco científicos, y con el tiempo fue sumando más a la lista; había aportado ideas y aceptado las de los demás; había entrenado a Luba y aprendido de Zhi, logrando con eso último darle a sus compañeros acceso provisorio a muchas de las habitaciones del laboratorio. Era útil, estaba claro, pero ¿Sea tenía el encanto?

¿Calista? Podía beneficiar a 5Vision con sus conocimientos, de hecho hasta había logrado configurar satélites para comenzar a arreglar los errores que había cometido la humanidad en el pesado, claro que necesitó de Zhào para mantenerse centrada, pero eso no le bajaba demasiados puntos, porque gracias a eso había demostrado poder trabajar en equipo. Durante su año en el Hogar no había creado demasiados vínculos, pero sí que se había tomado el tiempo de aprender un poco de cada uno de sus compañeros: algo de robótica por Dominique, algo de química por Darya, algo más de informática por Zhi, mucho de astronomía por Zhào, un poco de economía y negociación por Asa, otro tanto de defensa personal por Sea y muy pocas cosas de ballet por Luba. La Alianza no podía decir que la rusa era holgazana y desinteresada, eso estaba claro, pero las cualidades que había presentado en ese tiempo no eran las únicas, antes del Hogar, aunque casi imperceptiblemente, había demostrado tener rasgos que definitivamente la beneficiarían a la hora de la elección. Calista tenía una capacidad especial para reaccionar adecuadamente ante situaciones imprevistas, como el día en que despertó con la Orca Madre apuntándole a la cabeza y decidió pelear, correr y agruparse con los prodigios; sin embargo el acontecimiento más importante de ese día fue la revelación que había cruzado frente a su tercer ojo: «El japonés grita con desesperación. La pelirroja salva su vida. Rusia lo hace otra vez. Mar... Azul... Sus ojos... Es traición». Había tenido mucho tiempo para pensar en eso, mucho tiempo sin que nadie más que ella lo supiera, y finalmente lo había descifrado, y quizá por eso pudiera conseguir una respuesta positiva a la siguiente pregunta: ¿Calista tenía el encanto?

¿Luba? Durante todo un año había podido demostrar ser dulce e inocente... aunque haber pasado tanto tiempo con Sea había cambiado algunas cosas. A la más pequeña del grupo también le gustaba nutrirse con conocimientos, y estar rodeada de tantos superdotados le había enseñado más cosas de las que esperaba aprender. Había estado trabajando en la creación de bestias, ¡algo tan oscuro para alguien tan brillante! Había estado hablando con su novio durante horas y horas sin parar, recibiendo gran parte de la información que el peligroso cerebro y misterioso corazón del niño guardaban. Había tenido que someterse a pruebas, una y otra vez, para analizar los avances en su proyecto, exponiéndose a terrores que se veía forzada a soportar para sobrevivir. Había tenido revelaciones en las que solo se lograba ver destrucción y tristeza. Pero, a pesar de todo eso, su esencia no parecía agotarse, porque seguía corriendo por todo el territorio en el que se le permitía andar, en busca de un poco de diversión, seguía bailando en cada rincón, riendo de cada chiste que ella misma contaba, y cantando cada canción que se le ocurría junto a Asa. La pequeña vidente era fuerte, y lo había demostrado antes.

Durante los días en los que había buscado su libertad revelándose ante la Alianza, se las había arreglado para ignorar sus miedos y pelear, fingir y soportar. Luba había demostrado, a pesar de su aparente fragilidad, ser una guerrera. ¿Luba tenía el encanto?

Las voces ansiosas de la multitud eran aturdidoras, y las cámaras expectantes y las luces gigantes que apuntaban al gran balcón eran cegadoras. Las aclamaciones eran constantes y, en su mayoría, amenazantes. Las cuatro naciones esperaban ver al fin a sus próximos líderes, a unos niños que habían sufrido para llevar prosperidad al mundo, que en su interior llevaban un corazón malherido al que intentarían arreglar con poder. Pronto los verían, y mientras tanto las calles se llenaban de luces, colores y canciones, celebrando el carnaval más grande desde hacía años, en donde algunos estaban disfrazados de las bestias que esperaban ver, otros se preparaban para pasar por la máquina que haría sus sueños realidad, otros compraban gafas que les permitirían ver mejor el cielo cuando la MOPP fuera retirada y otros se preparaban para recibir sus RQN —Darya había insistido en que llevara esas siglas por 'Regenerador Quinto de Neuronas', pero Dominique prefería seguir pensando que eran las siglas de 'Retardados Querer Neuronas'–.

Finalmente, después de casi todo un día de ansiosa espera, a las 22:00 horas, todas las luces se dirigieron hacia el gran balcón de bordes dorados, y el silencio dominó entre el pueblo. Durante un momento todo pareció perecer, la atmósfera había adoptado un aire inquietante, se sentía como si un lugar que normalmente estaba lleno de gente, en ese instante, hubiera sido abandonado abruptamente, se sentía como kenopsia, pero no era así, todos seguían ahí, si se prestaba la suficiente atención incluso, tal vez, podrían haberse oído los latidos ansiosos de sus corazones, sus respiraciones agitadas, la tensión en sus músculos.

Cain hizo presencia, su mirada boscosa, potente y misteriosa, esa mirada que parecía poder cortar a quien fuera por la mitad, se paseó por la multitud, y el mundo pareció volver a existir. Su vestuario consistía en un holgado traje negro que cubría todo su cuerpo, y botas, cinturón, guantes y una gran y pesada capa de color plata. Sus compañeros, que llevaban atuendos diferentes, pero igual de extravagantes, y con los mismos colores, salieron al balcón detrás de él —Abe salió casi bailando— y se detuvieron exactamente a un paso de distancia.

—Amigos míos, compatriotas queridos —proclamó, y sus brazos se extendieron, como si intentara abrazar al millar de personas que lo observaba, y su voz reverberó casi en cada rincón de la ciudad—. Los Ocho están aquí.

Durante un instante todo quedó a oscuras, y entre las sombras se podían oír los murmullos de la gente, expectantes y esperanzados, fascinados y asustados. Las luces volvieron a encenderse, y un grito conjunto se extendió, probablemente, por cada rincón de todos los países de la Alianza, quizá por cada rincón de todos los países del mundo, un grito que pudo haber erizado la piel de cualquier ser, un grito lleno de sorpresa, encanto, temor y euforia. Los niños, que ya no eran tan niños, se encontraban de pie, en aquel gran balcón de oro, por encima de todos. Sus rostros serios, de repente, comenzaron a emitir un brillo muy peculiar, comenzaron a sonreír. Vestían uniformes teñidos con diferentes tonos de morados, grises y azules; ellas llevaban un blazer abotonado, con hombreras y cintura ceñida, el logo de 5Vision se lucía justo encima de sus corazones, y debajo llevaban una falda corta y tableada que tenía dibujado el mismo logo, pero mucho más grande. Ellos vestían un saco, también abotonado, con una superposición de tela en los hombros que caía ligeramente sobre sus brazos, un cinturón que los ceñía y el logo de la Alianza sobre sus corazones, y debajo lucían unos pantalones anchos que exhibían el mismo logo en un tamaño mayor. Todos estaban calzados con botas negras con plataforma, y sus cabellos estaban perfectamente peinados, incluso el de Zhào, que había sido cortado para que pudiera presumir sus nuevos ojos completamente normales.

La multitud no dejaba de aclamar, aplaudir y chiflar, algunos habían comenzado a saltar de la emoción, tratando de llegar a tocar los pies de los pequeños.

—Estoy en la cima del mundo —susurró Asa, sin tratar de disimular su radiante sonrisa, mientras saludaba con su mano izquierda.

—¿Están listos? —preguntó Zhi en un murmuro casi inaudible.

—Para todo —respondió Calista, y la mueca que había estado haciendo pasar por sonrisa desapareció—. Siempre.

Y entonces un ruido mayor al de las aclamaciones inundó todo el lugar, el de una sirena tan aguda e intensa que algunos oídos estuvieron a punto de explotar, y las luces se tornaron rojas y parpadeantes. Los gritos de alegría se transformaron rápidamente en gritos de terror, y los que habían estado saltando comenzaron a correr, en busca de alguna escapatoria. Los monstruos habían sido liberados, y ahora pasaban entre el gentío para buscar víctimas. Lo que ya era un caos se había convertido en un caos catastrófico, y lo que se había sentido como kenopsia pasó a sentirse más vivo y habitado que nunca... irónicamente, en aquel momento, todos creían que morirían.

Los Ocho cruzaron miradas, cada una con su propia particularidad, pero todas reflejaban lo mismo: ira. Los Cuatro cruzaron miradas, cada una con su propia particularidad, pero todas reflejaban lo mismo: miedo.

Pasó en un segundo, los monstruos, la multitud y la sirena ensordecían. Los líderes trataban de calmar a todos desesperadamente, Fudo Abe cayó desde lo alto, más de cien personas ya habían sido heridas por las bestias, la ciudad entera temblaba, y en medio de todo ese vorágine, los Ocho huyeron.

Justo en ese instante lo supieron: había un traidor.

Los labios de Zhi se unieron con los de Asa de improvisto. La mano de la niña se posó en la mejilla del niño mientras él se debatía entre la confusión, la incomodidad, la vergüenza y el placer, siguiendo la danza de aquello que parecía ser un beso. En el instante en que el traje del vidente comenzó a advertir un cambio brusco en su temperatura, la prodigio se apartó, pero enseguida juntó su frente con la del japonés.

—¿Puedes oírme? —La voz de la china parecía venir del exterior, Asa podía oírla fuerte y clara, pero ella no parecía estar hablando.

—Te oigo —respondió él cuando pudo entender lo que ocurría—. No hacía falta que me besaras, preciosa.

—Creo que tu cuerpo no opina lo mismo. Controla tus pensamientos, no quiero escuchar todo lo que pase por tu mente.

Era una prodigio, y cada vez dejaba menos oportunidades para dudar de eso; durante meses había estado utilizando las herramientas que se le proporcionaban en el taller para crear lo que ella había nombrado OTP —Oigo Tus Pensamientos—, un dispositivo diminuto que podía conectarse a algunas neuronas de un cerebro y comunicarse con un dispositivo igual que estuviera conectado a algunas neuronas de otro cerebro, pero para eso debía ser insertado en nervios específicos, y la pequeña genio había encontrado el modo de hacerlo.

—¿Es necesario que estemos en esta posición? —cuestionó Asa, que en sus pensamientos se oía igual de irritante que siempre, aún con su frente junto a la de Zhi.

—No, pero sería sospechoso que actuáramos con indiferencia después de un beso —respondió ella con naturalidad—. Debo encontrar la manera de proporcionarle este dispositivo al resto, entonces podremos planear un escape.

—¿Y besarás a todos? —El tono sarcástico del niño seguía ahí, muy notorio.

—¿Te pondrías celoso? —Zhi imitó el tono de Asa.

—No, pero también sería sospechoso —explicó él, y plantó un pequeño beso en los labios de su compañera—. Y también sería sospechoso estar tan juntos y no hacer nada —se excusó.

—Encontraré otra forma de conectarme a ellos —aseguró ella, apartándose lentamente y volviendo a la mesa en donde estaban los planos de la gran máquina—. Por el momento, y solo por el momento, será mejor que sigamos fingiendo.

—¿Eso significa que yo tengo el mejor estilo? —preguntó con falsa inocencia el japonés, en voz alta.

Zhi rodó los ojos, dándole la espalda.

—Eso parece —contestó—. Desgraciado.

—¿Y somos novios o qué? —lanzó Asa, con una sonrisa que se mezclaba entre lo pícaro y lo burlón.

—Claro —respondió la prodigio, intentando esconder la irritación en su voz.

Debían comenzar a planear el escape pronto, porque no soportaría esa nueva relación por demasiado tiempo. Quizá habría sido mejor golpearlo para insertar el OTP en sus nervios... definitivamente golpearía al siguiente.

El plan había comenzado a ejecutarse hacía meses, pero ese día, el día de la Gran Revelación, finalmente se sabría si todo el trabajo había valido la pena. Zhi había logrado conectar los cerebros de todos a todos los dispositivos, les había explicado que solo algunas neuronas se conectaban, por lo tanto solo se escucharían los pensamientos que querrían que se escucharan, ya que sus cerebros mandarían automáticamente una señal a los OTP para que se encendieran en los momentos adecuados y se apagaran en cuanto los pensamientos debieran dejar de ser escuchados, aunque de todos modos hubieron momentos en los que todos oyeron pensamientos de manera... innecesaria.

Asa y Zhi se encargarían de que la Máquina de los Sueños funcionara a la perfección, para que el día de la exhibición fuera el centro de toda la atención.

Calista y Zhào debían lograr que los satélites culminaran con su trabajo de reparación justo veinte minutos después de que Cain apareciera frente al público, para comenzar con un nuevo trabajo enseguida.

Dominique y Darya accederían a los instrumentos necesarios para generar vulnerabilidad en los cerebros de todos aquellos que probaran el RQN que se exhibiría o pasaran por la Máquina de los Sueños.

Sea y Luba conseguirían que la Alianza les proporcionara un laboratorio privado en donde pudieran estudiar y resguardar a las bestias hasta que fuera el momento de liberarlas, precisamente un día después de la Gran Revelación.

Todo estaba listo, cada uno sabía exactamente lo que debía hacer, y justo cuando el reloj marcó las 22:10 horas, la traición se hizo evidente.

Sus pies parecían moverse automáticamente, uno delante del otro, a un ritmo antinatural. Habían corrido en diferentes direcciones, sin un rumbo fijo, abriéndose paso entre la multitud, esquivando a los monstruos, escapando lo más rápido y lejos que podían, huyendo los unos de los otros.

Los enormes rascacielos se alzaban por todas partes, y sus luces azules, que indicaban el alto status al que pertenecían, se veían opacadas por el caos en el que se había sumido toda la ciudad, y en las pantallas gigantes que todos ellos tenían ya se transmitían los videos de lo que los ojos de los cientos de guardias de la Alianza, que ya recorrían cada rincón en busca de los niños, veían: una multitud de incontables personas escapando de bestias del tamaño de un camión, con una mata de pelo rizado en sus cabezas de gato y dientes de tiburón; en una de las pantallas, desde un ángulo bajo, se veía a Fudo Abe, con el rostro ensangrentado, bailando en medio de los gritos y el terror que azotaban a todos los demás, pero aquella imagen fue desvaneciéndose lentamente hasta desaparecer, siendo lo último que ese guardia había podido ver antes de morir.

El tiempo comenzaba a perderse cuando el cielo se hizo presente, y a las luces rojas que inundaban toda la ciudad se les sumó el brillo hipnotizante de las estrellas en lo alto, y entonces el tiempo se hizo tan evidente que pareció detenerse, y el caos que se había formado se silenció en cuanto los Ocho alzaron la vista a la nueva atracción. Fue en ese instante que finalmente lo notaron, estaban fuera. Habían sido traicionados y la Alianza los perseguía, pero estaban bajo un cielo real, y podían correr por donde se les diera la gana, eran libres. Estaban debajo de incontables cantidades de esferas de plasma enormes que se llevaban toda la atención, que hacían que todo luciera insignificante ante ellas, y sin embargo, nunca antes se habían sentido más poderosos que en ese momento. El cielo estaba allí, ellos también, y como las estrellas, debían resurgir

—¿Está hecho? —La voz del hombre era tan frívola como siempre, pero sus ojos se notaba un deje de dulzura.

La mirada oscura, profunda y marina del niño se cruzó con la penetrante, expectante y boscosa del cuarto líder. Detrás de ellas se escondían secretos inescrutables, por delante habían pasado revelaciones de escenarios atroces, y cuando sus verdades se manifestaron en el momento en que el azul se mezcló con el verde, el mundo pareció paralizarse del miedo ante aquel color que podía sentirse apoderándose de él. Turquesa.

Azul es perder la cabeza de la manera más tranquila posible. El niño era azul.

Verde es caminar por un camino lleno de incertidumbres. El líder era verde.

Turquesa es la irracional necesidad de poseer poder, aunque hayas perdido la cabeza y camines con incertidumbre. El niño y el líder eran turquesa. Juntos serían la perdición. Y juntos tendrían poder.

La Máquina de los Sueños brillaba detrás del vidente y delante del presidente, con sus luces rojas y azules, con su aspecto misterioso y mágico, mientras el caos seguía desatándose fuera del gran salón. En unos minutos los primeros cien tendrían la oportunidad de ingresar a ella y vivir en sus sueños cuanto quisieran. Habían pasado tres días desde la Gran Revelación, los monstruos seguían asechando y el resto de los niños seguían desaparecidos, pero 5Vision seguía asegurando que lo tenía todo controlado, al menos tenían a uno de los videntes para calmar las aguas, y ese día sería presentado como el quinto líder de la Alianza.

—Está hecho.

Cain Bread esbozó una sonrisa de orgullo y su mirada se iluminó aun más.

—Bienvenido al Tercer Ojo —Estiró el brazo para estrechar la mano de Sea.

—Es un honor, padre.

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