Once More, with Feeling [Lev...

By red_swan_23

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Libro 1 de The Price of Freedom «Mientras haya una sola persona más importante que tú mismo, no puedes ser li... More

Resumen
1. Convertirse
2. Condiciones de vida
3. Lecciones
4. Impaciente
5. Bienvenidos a las Fauces del Infierno
6. Dolores
7. Contacto
8. No hay lugar como el hogar
9. Revelaciones
10. Enemigos
11. Hechizada, molesta y confundida
12. En el bosque
13. Destrozada
14. Ausencia
15. Campanas del Infierno
16. Lugares vacíos
17. Enloquecida
19. Villanos
20. Familia
21. El asesino en mi
22. Lazos de sangre
23. Luna nueva creciente
24. Debajo de ti
25. La dura luz del día
26. Cuando ella era mala
27. El regalo
28. Pasión
29. Condenados
30. Elegida
31. El peso del mundo
32. Consecuencias
33. Nunca me dejes
34. Escuchando al miedo
35. Conseguirlo
36. Amor difícil
37. Hasta el final
38. Algo azul [Final]
39. Escena bonus: El corte de cabello
EXTRAS: Lista de capítulos
Extra 1: Brindemos por los tontos que sueñan
Extra 2: Sobre té y desastres
Extra 3: Esa vez que Nora pateó una pared...
Extra 4: Sobre sangre, basura y sueños
Extra 5: Sobre ella
Extra 6: Sobre heridas y miedos
Extra 7: Sobre devoción y control
Extra 8: T de Trabajo en equipo
Extra 9: Lo que ella no puede decir
Extra 10: Observaciones y verdad
Extra 11: Sobre rendición
Extra 12: Sobre primeras impresiones

18. Checkpoint

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By red_swan_23

Uff, tomó más tiempo del que pensé para subir esto, pero ya está, lo tenía listo desde el domingo pero tuve otras cosas que hacer y pues recién hoy tuve tiempo de revisarlo.

N/A: Este capítulo concluye la temporada dos.

También, por primera vez, el punto de vista de la historia principal cambia...

Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Levi, Nora se levantó, agarrando la ropa que estaba tirada por todo el piso. La realidad de la situación la golpeó como un martillo en la cabeza, su corazón latía como loco en su pecho. Lo que ella le había dicho, lo que él había dicho, lo que ellos habían hecho.

―Mierda ―masculló en voz baja. ¿Qué había estado pensando? ¿A dónde irían desde aquí? Se sintió más arrinconada que nunca. Si él decidía que ya se había quitado las ganas de encima, si decidía que estaban mejor sin lo que sea que esto sea...

«Detente», se dijo Nora a sí misma. No quería pensar en eso y hace tiempo había aprendido que era mejor no obsesionarse demasiado con qué era exactamente su capitán para ella. Ni siquiera había tiempo. Bastante pronto tendrían que esconderse en una cabaña hacinados con otros siete soldados. Y dar todo se sí para protegerlos. ¿Y quién sabía lo que vendría después de eso?

Sin importar lo que ocurriera después, no se arrepentiría de un solo momento de esta noche. Nunca antes había experimentado algo como esto, nunca había sentido tanto placer, tanto de todo lo que era bueno y correcto. No era ninguna simple distracción, de corta duración y amargada por la realidad, sino una probada de algo aún mejor que la libertad e igual de abstracto para ella.

Felicidad. Extraño como era el concepto, era la pura verdad.

Nora encontró la camisa de Levi abandonada y arrugada en el piso. Con un vistazo furtivo a la puerta cerrada del baño, la levantó hacía su cara, inhalando su aroma. Maldita sea, de verdad que no había nada comparable. Antes de que pudiera cuestionar sus propias decisiones, se deslizó en la prenda, colgando holgada en ella, y la abotonó salvo por el botón del cuello. Después de todo, dijo que podía quedarse, y esto era mucho más cómodo que su propia ropa por una variedad de razones. Se colocó sus bragas húmedas también, nada se podía hacer sobre eso. Lo que quedaba de su ropa la dobló con cuidado y puso el montón en un rincón a los pies de la cama de Levi.

La encontró así, de pie en medio de su habitación en su camisa, que no llegaba a la mitad de sus muslos desnudos, con su cabello hecho un desastre. Su mirada oscura recorrió su cuerpo medio vestido y sus ojos se detuvieron por un momento en la prenda que le había robado. Levi se puso un par limpio de pantalones y su pecho se quedó gloriosamente desnudo. Por la expresión fría en su rostro, Nora no sabría decir si estaba irritado con ella o no y se preparó mentalmente para otra discusión.

Con dos pasos largos, Levi estuvo frente a ella, pasando un brazo alrededor de su cintura y tiró de ella hacía un beso febril, devorando sus labios con los suyos, atacando su boca con su lengua. Igual que los besos que compartieron antes, sin reparos, con el fuego quemando más fuerte que nunca. «Esto no ha terminado», parecía estarle diciendo. «Mira en lo que te has metido». Sabía a limpio y mentolado y como él mismo, con su aroma embriagador asaltando los sentidos de Nora.

Terminó tan abruptamente como comenzó y cuando él se separó, sus piernas estaban débiles, su cabeza daba vueltas debido a la falta de oxígeno combinada con la excitación renovada, y había humedad nueva acumulándose entre sus piernas otra vez.

―Qué- ―chilló y se aclaró la garganta―. ¿Por qué fue eso?

―Nada ―dijo Levi, aunque su voz baja estaba inestable―. Se ha hecho bastante tarde. Deberías ir a dormir.

Ese hombre nunca le hacía las cosas fáciles.

―¿Y tú no necesitas dormir o qué?

―Deja de discutir conmigo. ―Su ceño fruncido no era tan convincente como ella estaba acostumbrada; la energía del beso aun chispeaba en el aire entre ellos.

―A veces eres tan mandón. ―Nora rodó los ojos―. ¿Puedo por lo menos usar tu baño?

―Solo cállate y hazlo de una vez.

←◈◈◈→

Ella estuvo de vuelta en unos minutos y Levi la estaba viendo acercarse a su cama desde su sillón. La heridas en sus muslos ―todas ya sea curadas con piel nueva y rosa o costras, algunas de ellas con la ayuda de suturas― eran bastante notorias en contraste con su piel pálida. Contó cinco cortes que no estaban tapados por la camisa que estaba usando, su camisa, como si fuera uno de sus ridículos sueños imposibles en lugar de la realidad. La mayoría de ellas dejarían cicatriz, al igual que las de sus brazos. Como si ella necesitara recordatorios de ese horrible día.

En la escasa iluminación, las pecas de Nora eran menos visibles. Levi se preguntó si tenía tantas en su espalda como tenía en sus brazos, hombros y piernas. Le molestaba lo mucho que quería descubrirlo.

―Así que, ¿esa es la silla en la que duermes? ―preguntó, acomodándose debajo de las mantas de su cama usualmente desocupada.

La mocosa nunca lo dejaría ir, ¿no?

―No empieces esta mierda de nuevo. ―Hizo lo posible para lucir fastidiado.

Nora bufó, sus ojos en el techo. Su cabello estaba extendido sobre su almohada, como había estado antes, como había estado innumerables veces en sus fantasías, y sus dedos se retorcieron antes la vista.

―No me puedes culpar por encontrar esto incómodo ―ella le dijo al techo.

―Tendrás que ser más especifica que eso ―Levi dijo sin expresión, porque francamente, después de todas las cosas que le dijo y lo que hicieron, no podía ver cómo esta situación podía ser cualquier cosa menos incómoda.

Cuando pelearon más temprano, probablemente debería haberla callado y haberla echado, justo como ella había sugerido, pero él nunca había sido un mentiroso. Y no era ninguna sorpresa el que no pudiese confiar en su razonamiento y prudencia cuando tenía que ver con la mujer que actualmente estaba acostada en su cama. Cuando ella le dijo que hiciera con ella lo que quisiera, sus siguientes acciones le parecieron perfectamente razonables, de hecho.

No se arrepentía.

―Bueno, estoy tomando tu cama y tú estás sentado allá, después de que nosotros... ―Su voz se fue apagando. Él no tenía intenciones de completar la frase―. Podríamos simplemente compartir, como, ya sabes, harían las personas cuerdas. ―Añadió la broma casualmente, como si no fuera nada, aunque no lo mirara.

Levi estuvo en silencio por un buen tiempo, luchando por la misma causa perdida de siempre. Al final suspiró, irritado consigo mismo.

―Si prometes callarte de una vez e ir a dormir.

―Si señor. ―Se hizo a un lado, levantando la manta en invitación y odió como su pulso se estaba acelerando, lo ansioso que estaba por acercarse a ella de nuevo.

―Después de todo, no hace ningún diferencia si estoy despierto acostado o sentado ―dijo, acomodándose de frente a ella. No se estaban tocando, lo cual fue a propósito de su parte. En ese momento, Levi no confiaba en si mismo, no con la sensación de su calor tan fresca en su memoria, la sensación de su mano envuelta en él. Con un pequeño suspiro, se alejó unos cuantos centímetros adicionales.

Nora estaba de espalda, sus ojos ya cerrados y su rostro relajado.

―¿Puedes despertarme lo suficientemente temprano para que pueda escabullirme? ―Su era un suave murmullo.

―Si.

La observó quedarse dormida, más rápido de lo que esperaba. Su respiración era silenciosa y regular y su cabeza se ladeó en su dirección. Durmiendo Nora lucía más joven, indefensa y encantadora. Nada como la cascarrabias malhablada y sarcástica que era.

Cualquier versión de ella era igual de hermosa, provocándolo aun más. Largas pestañas rodeaban sus ojos grandes y redondos, ahora cerrados. También había pecas en la piel lila de sus parpados. Las líneas duras de sus cejas rubias ahora estaban relajas por el sueño, no como el perfil puntiagudo y recto de su nariz delgada. Sus labios aun estaban rosas y un tanto hinchados por sus besos. Un leve aroma a lavanda ―que hace tiempo Levi había decidido que venía de su cabello― llegó a su nariz.

Mierda, esto era... agradable. Y cómodo. Estar acostado en su cama usualmente lo hacía descansar aún menos, razón por la cual dejó de intentar dormir como una persona normal hace un largo tiempo.

Aunque no haría daño relajarse un poco si la oportunidad se presentaba, teniendo en cuenta lo raro que era que su cuerpo y mente lo dejaran. Hasta donde podía recordar, nunca se había sentido tan completamente satisfecho, en más de un sentido. No tuvo que adivinar porqué.

Y estaba cansado. Siempre lo estaba, era una constante en su vida. Pero por primera vez, también se estaba sintiendo adormilado. Levi cerró sus ojos, inhalando el aroma de la mujer que dormía a su lado.

Si, no le haría daño relajarse por un tiempo.

←◈→

Se despertó envuelto por el aroma a lavanda y por ella. El único aroma que nunca fallaba en ser agradable para sus instintos más básicos, incentivando cada parte de su cuerpo a vivir.

Cada parte, sin excepciones.

Sin recuerdos de cómo se habían metido en la posición, Levi se encontró a si mismo enredado con Nora, quien aun estaba dormida; su rostro estaba hundido en el cabello de la parte superior de su cabeza, haciéndole cosquillas en su nariz. La de ella estaba acurrucada en su pecho desnudo, podía sentir su respiración uniforme y cálida en su piel. Sus brazos estaban rodeando su pequeño cuerpo, sosteniéndola cerca.

Esto era... nuevo.

«Qué mierda», pensó, pero no se movió. Claramente, se las había arreglado para dormirse.

Debía estar mal de la cabeza por completo para dejar que las cosas llegaran tan lejos. No era como si hubiera mucha diferencia entre esta situación en comparación con la noche anterior. Había estado hundido en la mierda en ese entonces, y estaba hundido en la mierda ahora. Era solo que ahora ella probablemente sabía lo patético que él era.

Porque él le dijo. Mierda.

Levi encontró consuelo en el hecho de que, por lo menos, ella lo deseaba indudablemente. Eso estaba claro; de hecho, lo había vuelto loco. Incluso si esto pudiera atribuirse a que ella tenía más de un tornillo suelto, al igual que la falta de otras opciones. Después de todo, Nora era lo opuesto a extrovertida y él era el único hombre con el que ella interactuaba con regularidad.

Fue solo cuando escuchó el golpe en la puerta que Levi se dio cuenta que debió haber dormido por más tiempo de lo que pensó. Estuvo de pie en un segundo.

―Qué- ―Nora levantó su cabeza, parpadeando perezosamente. Cerró la puerta a sus espaldas, escondiéndola de quién sea que estuviera esperando fuera de su oficina.

Abrió la puerta tal como estaba, pecho desnudo, su cabello probablemente era un desastre por dormir, y encontró a Nifa del escuadrón de Hange de pie al otro lado, boqueando en su dirección como si se hubiese transformado en un titán enfrente de ella. Su boca se abría y cerraba como si fuera un pez fuera del agua.

―¿Sí? ―La voz de Levi fue cortante, con su paciencia ya disminuyendo. Pareció suficiente para que Nifa volviera a la realidad.

―Señor ―comenzó, haciendo el saludo y clavando sus ojos en los suyos―, la líder de escuadrón Hange me envió para decirle que llegará más tarde esta mañana, con noticias importantes. Dijo que se prepararan para abandonar el cuartel general hoy. Y eso no es todo... ―Su espalda se enderezó, su boca elevándose en una pequeña sonrisa―, el comandante Erwin despertó hace unas horas y ha solicitado hablar con usted y el comandante Pixis.

―Estaré allí en dos minutos ―dijo Levi, cerrando la puerta en su cara.

De vuelta en su habitación, Nora ya estaba de pie en su propia ropa abotonando sus pantalones. Su camisa ahora estaba colgada sobre el reposabrazos de su silla. Y se había perdido la mejor parte.

La noche había terminado y la realidad estaba de vuelta con sed de venganza. Esta noche alocada y malditamente increíble que no tenía lugar alguno con el resto de las noches que conformaban su vida.

―¿Escuchaste? ―preguntó, colocándose una camisa gris claro recién salida de su armario.

―Si, yo... ―Sus ojos estaban abiertos como platos, su cabello un desastre frondoso y salvaje. Lucía un poco loca y, honestamente, irresistible―. Me iré a bañar y cambiarme y empacaré algunas cosas. ¿Puedo unirme a ustedes después, cuando te reúnas con Hange?

Levi terminó de abotonar su camisa.

―No seas estúpida, solo ven a la habitación de Erwin tan pronto como estés lista. Mandaré a alguien para que envíe a Hange también.

Estaba claramente sorprendida, aunque no pudo entender por qué.

―Si estás seguro-

―Por supuesto que lo estoy. ―Dudó un momento con su mano en la manilla de la puerta, recordando algo―. Lo siento ―le dijo.

Nora le frunció el ceño, su expresión cautelosa.

―¿Por?

―No te desperté a tiempo ―explicó. Rara vez sucedía, pero odiaba cuando hacía promesas que no podía mantener―. Dormí demás.

Algo de la tensión se esfumó de su cuerpo y por una razón desconocida para él, Nora le dio una radiante sonrisa que pareció iluminar toda la habitación. Era poco común de su parte, raro y muy valioso; no la había visto sonreír así hace meses.

―No pasa nada ―dijo, y Levi solo pudo mirarla, congelado en la entrada. Recordó la realidad eventualmente, y no pudo haber sido más de unos pocos segundos, aunque se sintió más largo. El tiempo tenía una forma extraña de deformarse cuando estaba alrededor de ella, cada momento claro como el agua y al mismo tiempo deslizándose entre sus dedos con demasiada rapidez.

Asintió, y forzándose a girarse, se fue.

←◈→

La semana de la evacuación de la Muralla Rose una vez más les mostró lo frágil que realmente era la existencia de la humanidad. Una miserable semana fue todo lo que necesitaron para que el suministro de alimentos se acabara. Si hubiesen esperado más tiempo para enviar a los refugiados de vuelta a sus hogares, las personas habrían empezado a matarse entre ellos en desesperación de no morirse de hambre. No había ni espacio suficiente ―ni siquiera en la Ciudad Subterránea― ni comida suficiente si la Muralla Rose caía, y el incidente reciente fue un doloroso recordatorio.

El comandante Pixis le narró todo esto a Erwin, así que Levi no tuvo que hacerlo. Cuando abordó la perdida del brazo de Erwin, una sonrisa carente de alegría se extendió por el rostro demacrado de su comandante y dijo que podría pagar por sus pecados una vez que terminara en el infierno.

El autodesprecio del hombre estaba a otro nivel.

Escucharon un suave golpe en la puerta.

―Esa debería ser mi segunda al mando ―Levi aportó―. Le dije que se nos uniera.

―Adelante ―dijo Pixis, como si fuera su habitación.

Nora ingresó y sus ojos parpadearon entre los tres hombres y el joven soldado de la Guarnición de pie detrás de su antiguo comandante; Levi estaba en una silla al lado de la cama de Erwin, Pixis estaba sentado en el sofá al otro lado y el comandante de la Legión entre ellos, apoyado contra su almohada. Su mirada permaneció brevemente en el muñón donde una vez estuvo su brazo derecho.

―Esto es lo que yo llamó una agradable sorpresa. ―Pixis sonrió ampliamente, las arrugas alrededor de sus ojos marcándose más―. Nora Weiss, dichosos los ojos que te ven. Me atrevería a decir que la Legión de Reconocimiento te asienta bien.

El viejo verde la estaba viendo de pies a cabeza, Levi notó con el ceño fruncido, desde su cabello rubio arena, ahora algo controlado en una moño desordenado en la parte de atrás de su cabeza, pasando por su impecable blusa blanca, a los simples pantalones negros que se había colocado. El alcohol y las mujeres eran el vicio del hombre, qué apropiado para un comandante de la Guarnición.

―Ha sido un largo tiempo, comandante ―dijo Nora, la sombra de una sonrisa en su rostro, lo cual era sorprende de por si. Era claro que le agradaba el viejo―. Aunque debo admitir que lo vi brevemente en Trost, hace una semana. Solo que no tuve la oportunidad de decir hola.

―Las cosas han estado bastante agitadas ―reconoció Pixis, sonriendo―. En cualquier caso, ha sido alrededor de un año desde que te transferiste, ¿no es así? Es bueno ver que sigues con vida.

Ella le dio una sonrisa torcida.

―Estoy de acuerdo, señor.

―La segunda al mando del capitán Levi. ―La mirada de Pixis era pensativa y Nora se removió en su lugar bajo su escrutinio―. Parece que has hecho un buen uso de mis recomendaciones, Erwin ―Pixis le dijo al hombre postrado en cama.

―Me temo que no puedo tomar crédito en eso. ―Había un toque leve de diversión en los ojos azules de Erwin―. Levi la eligió para su equipo por si mismo, justo en su primer día.

Esta conversación se estaba tornando molesta. Una rápida mirada de reojo hacía Nora confirmó que Levi no era el único que lo pensaba.

Pixis repentinamente se echó a reír.

―¿El capitán Levi, escogiendo voluntariamente a uno de esos "debiluchos inútiles de la Guarnición? ―Estaba claro dónde el hombre lo había citado―. Parece que tienes buen gusto, Levi.

Una toz ligera vino de donde Nora estaba parada. Levi resistió la urgencia de mirar en su dirección y en su lugar devolvió la mirada de Pixis de la misma manera, seguro de que su mala cara era lo único que se podía leer en su rostro.

―Sin duda eso parece, viejo.

Hubo otro golpe en la puerta, esta vez firme e impaciente. «Justo a tiempo», pensó Levi.

―Es Hange ―dijo él―. Adelante.

Trajo a Connie Springer consigo y tan pronto como los cinco que ya estaban en la habitación vieron la expresión en el rostro de los recién llegados, el estado de ánimo cambió de forma drástica. Hange estaba inusualmente sería, incluso inquieta. Connie lucía como si hubiera visto un fantasma.

Ella se lanzó de inmediato a dar su reporte sobre su investigación sobre la villa de Ragako. Fue detallado, la evidencia irrefutable y no dejó mucho espacio para diferentes interpretaciones.

¿Titanes apareciendo de la nada dentro de las Murallas? No realmente.

―Entonces... ¿qué? ―dijo Levi, mirando fijamente sus puños, apretados en sus rodillas―. ¿He dedicado mi vida a cortar la carne de seres humanos? ¿He estado volando por los aires matando humanos, todo este tiempo?

―No hay pruebas solidas ―contestó Hange con pocas ganas, su voz débil y sin convicción.

La culminación perfecta de este puto espectáculo que ha sido su realidad desde la Batalla en Trost. Todo tenía sentido. Un sentido horrible y desagradable. Humanos asesinando humanos, igual que siempre. ¿Por qué alguna vez debería ser diferente? Él fue ingenuo, todos ellos lo fueron . Y aun así, no lo podrían haber sabido, por lo menos, no antes de saber sobre Eren.

Levi le echó un vistazo a Nora, quien estaba de pie entre Hange y él. Su cara estaba muy pálida y sus pecas resaltaban. Sin embargo, no había sorpresa en su expresión ni incredulidad, solo lucía molesta, igual a como había lucido cuando estuvo frente a Annie Leonhart, encerrada en su cristal.

―Erwin- ―Levi empezó, aunque la pregunta que había tenido la intención de hacer murió en sus labios cuando vio sonrisa loca y abiertamente contenta en el rostro demacrado de su comandante. Lucía como un desquiciado con el rastrojo de su barba oscureciendo su mandíbula cuadrada, que por lo usual estaba bien afeitada, y el brillo triunfante de sus penetrantes ojos azules.

Ahora, Levi estaba de verdad espantado.

―¿Por qué mierda estás sonriendo? ―preguntó, casi de forma monótona.

Erwin miró hacía él, solo entonces dándose cuenta de nuevo de sus alrededores.

―Oh, no es nada. Es solo que... ―Pausó, con una expresión distante en su rostro―. Me parece que hemos dado un gran paso hacia la verdad.

Hubo silencio por un momento.

―Que asco me das ―dijo Levi al final.

―Me han dicho eso desde que era un niño. ―Erwin aún estaba sonriendo.

«No es una sorpresa. Casi tan ansioso de morir como de saber la verdad, ¿no es así, Erwin?»

Después de eso, discutieron sus siguientes pasos. Hange y Levi lo pusieron al día sobre los avances más nuevos en relación con Eren, Historia y los nuevos miembros del escuadrón de Levi. Por ahora, tenían que mantenerse escondidos y no llamar la atención hasta que supieran más. Eren e Historia eran la clave de todo esto.

Necesitaban pruebas especificas y consistentes. Ahora no era el momento para que la Legión de Reconocimiento mostrara sus cartas, para ir repartiendo teorías que podrían ser desmentidas con demasiada facilidad. Al interior de estas Murallas, el conocimiento y el poder eran la misma cosa y no estaba de su lado. Primero tenían que inclinar la balanza un poco a su favor y no podían hacerlo hasta que supieran a qué se estaban enfrentando. Tenían que ser increíblemente cuidadosos.

―Déjame echarle un vistazo a tus heridas antes de que ustedes dos se retiren ―Hange le dijo a Nora cuando los tres abandonaron la habitación de Erwin―. Tal vez ya puedo sacar las suturas.

―Gran idea, hazlo por favor; de verdad quiero volver a equiparme. Estoy completamente curada. ―Había un brillo impaciente en los ojos de Nora.

Eso no le gustó para nada a Levi.

―No exactamente, mocosa. "Completamente curada" luce un poco diferente a lo que he visto. ―Ahora estaban girando en la esquina que los llevaba a la enfermería―. Deja que cuatro ojos decida eso por ti.

Ella lo miró, abriendo la boca para alegar, de seguro, pero Hange ya estaba hablando antes de que Nora tuviera la oportunidad.

―Si, sería contraproducente que- ―Se detuvo a mitad de la oración, sus cejas que estaban arriba de sus lentes se arrugaron. Los tres se detuvieron enfrente de la enfermería―. Espera un momento ―decía Hange ahora, lentamente―. ¿Por qué Levi sabe cómo lucen tus heridas? ―Se giró hacía Nora, cuya cara se había puesto roja como un tomate.

Mierda, pero si él era un idiota. Dejó que su boca siguiera su curso sin pensar.

Ninguno de ellos le proporcionó una respuesta a la curiosa mujer. Hange miró de ida y vuelta entre los dos, sus cejas elevadas hasta casi la línea de su cabello.

―Estaré esperando en el comedor hasta que ustedes hayan terminado ―dijo Levi, decidiendo ignorar los últimos treinta segundos. Se alejó sin mirar atrás, dejando que Nora lidiara con el desastre que él causó.

Parece que me he perdido algunas cosas en los últimos días ―escuchó a Hange decir antes de que estuviera fuera del alcance del oído.

←◈◈◈→

Nora estaba sentada en una de las camas de la enfermería, vistiendo solo su ropa interior. Sus labios estaban apretados mientras Hange trabajaba en remover los puntos, tratando de no moverse ante los dolorosos tirones. Las heridas de sus brazos estaban todas listas; ahora, su amiga estaba inclinada sobre sus muslos, el flequillo de su desordenado cabello marrón obstruía parcialmente sus ojos desde la perfectiva de Nora.

―Sabes que tienes pequeños chupones en tu cuello, ¿no? ―Hange dijo de la nada―. Quédate quieta ―agregó cuando Nora saltó ante el comentario inesperado.

―Bueno, ahora lo sé, gracias. ―Su dedos fueron a su cuello por su cuenta―. Es realmente molesto lo perceptiva que eres todo el tiempo.

―Gracias. ―Hange sonrió sin quitar la vista de los puntos en los que estaba trabajando―. Así que... ¿Por cuento tiempo ha estado ocurriendo esto entre ustedes dos, exactamente?

Hablar sobre esto solo le recordaba a Nora de su mayor debilidad. Inmediatamente, se sintió expuesta y no tenía nada que ver con su estado actual, apenas vestida. Odiaba sentirse así, incluso frente a Hange. Demonios, no quería sentirse así ni cuando estaba sola.

―¿Por qué eres tan curiosa sobre mi vida amorosa? ―Se paralizó, estremeciéndose mientras se escuchaba a si misma decir las ultimas dos palabras―. No es como si estuviera diciendo que tengo una.

Hange jaló la ultima sutura de la pierna derecha de Nora y se movió a su izquierda.

―En primer lugar, es divertido y una distracción bienvenida, especialmente en tiempos como estos. ―Su expresión se había puesto seria y sonó extrañamente seria―. Y en segundo, somos amigas, ¿no es así? Eso dijiste. Levi es mi amigo, también, aunque definitivamente no dijo eso.

Nora fijó su mirada en la pared enyesada al lado de su cama.

―Eres mi mejor amiga, Hange, pensé que lo sabías ―dijo en voz baja.

Ante eso, Hange miró hacia arriba brevemente, una sonrisa cálida en su rostro, Nora vio por el rabillo del ojo.

―Lo mismo digo.

Estuvieron en silencio por unos segundos, Nora luchó una batalla silenciosa consigo misma, teniendo dificultades para abrir la boca y solo dejarlo salir. «Es solo Hange, maldita sea. Y no es como si ella no supiera de una u otra forma ya». Sentarse quieta se hizo increíblemente difícil.

―Ni siquiera sé con seguridad si hay algo ocurriendo. En tiempo presente, quiero decir ―Nora dijo al final, regresando a la pregunta de su amiga.

―Ajá, claro. ―Las esquinas de los labios de Hange se curvaron hacia arriba al mismo tiempo que limpió el siguiente punto, sin estar convencida por completo. Algo de su humor familiar encontró su camino de vuelta en su voz.

―Hubo... unos cuantos incidentes, pero... ―Se fue apagando.

―Bueno, la ultima vez que hablamos sobre esto, no hubo ningún "incidente". ¿Estos incluyen el desnudarse, por casualidad?

―No necesariamente. ―Lo cual probablemente sería tomado como un claro si, viniendo de ella.

―Interesante. Así que, ¿hace cuanto tiempo has estado durmiendo con él? ―Hange estaba distraída ahora, la pinza que estaba sosteniendo se detuvo mientras contempló a Nora con una sonrisa―. ¿Unas cuantas semana? ¿Sí?

―No, no. No estoy-

―Pero pasaste la noche con él después de la expedición.

―Si, pero esa fue la primera vez y no pasó nada. ―Nora sintió sus mejillas calentándose. No se sintió como "nada", pensándolo bien. Estar con él nunca lo hacía.

Hange esperó que diera más detalles. Cuando nada vino, presionó, persistente en su insistencia, igual a como siempre ha sido con los titanes con los que habían experimentado.

―Asumo que Levi debe haberte visto desnuda bastante recientemente, juzgando por lo que se le escapó más temprano. Y por las marcas en tu cuello. ―Los intensos ojos marrones detrás de sus lentes estaban brillando, observando a su reservada amiga con una mirada astuta. Claramente estaba teniendo mucha diversión con esto.

―Yo... Nosotros... Si, lo ha hecho. Una vez. ―Nora suspiró en derrota―. La noche anterior, si tanto te interesa.

―La vida no es justa, sabes. ―Hange cortó la ultima sutura―. He estado durmiendo en el frio suelo sucio mientras ustedes estuvieron ocupados teniendo sexo en una habitación cálida y anormalmente limpia.

―No del todo. ―Nora saltó un poco mientras la ultima sutura era arrancada de su piel, casi agradecida de la distracción mientras estaba hablando―... Quiero decir, si, su habitación está anormalmente limpia y... ocurrieron cosas, ya sabes, pero también nosotros no- ―Rodó sus ojos hacia el techo, irritada antes su incapacidad para solo ser directa con esto, como normalmente prefería―. Nos encontramos con un problema. Relacionado con el control natal, o la falta de, para ser precisa. Así que manejamos las cosas de manera diferente.

Habiendo terminado con su trabajo, Hange había apartado sus instrumento mientras Nora había estado escupiendo su recuento de la noche anterior. Ahora, ella miró el rostro enrojecido de su amiga y estalló en risas.

Con sus labios presionados, Nora espero diez segundo completos, para nada. Hange estaba agarrando su estómago, mostrando ningún signo de calmarse.

―Deja de reírte ―se quejó Nora―. ¡No es como si alguno de nosotros hubiese planeado esto!

Con sus lentes en una mano, Hange frotó sus ojos llorosos con la otra.

―Si, porque ustedes dos son un caso perdido. Déjame intentarlo de todas formas... ―Fue hacía un armario en una esquina de la enfermería, hurgando entre sus contenidos: tintes, pequeños recipientes y un montón de botellas con píldoras, hasta que encontró lo que había estado buscando, empujándolo en la mano de Nora―. Aquí tienes, toma una a la semana, agradéceme luego. Ya sabes, por si acaso.

La pequeña botella estaba llena hasta el tope con capsulas, luciendo lo suficientemente poco llamativas. Nora estudió la etiqueta.

―Las conozco. Aunque ha sido un buen tiempo desde que las necesité. ―Consideró defender su causa, antes de darse cuanta de que aunque no estaba segura de lo que estaba esperando, no podía descartar la posibilidad de que las necesitaría en el futuro. Su estomago dio un vuelco ante el pensamiento.

Mierda, pero a quién estaba engañando, dependía totalmente de él.

Nora tragó, colocando la botella de píldoras en el bolsillos de sus pantalones antes de colocárselos de nuevo.

«Te deseo», había dicho Levi, y más. «No puedo sacarte de mi cabeza ni siquiera por un puto minuto». De alguna forma, no tuvo dificultades para aceptar la cruel realidad de que los titanes alguna vez habían sido humanos. Aun así, creer que había escuchado esas palabras salir de su boca definitivamente era más difícil.

―Así que, ¿cómo estuvo? ―Hange preguntó, todo por curiosidad científica.

En el proceso de colocarse su blusa, los dedos de Nora se trabaron, titubeando en los botones. Su voz aun resonaba en su memoria y todo ―sus palabras, su toque, sus besos, la sensación de él― fue arrastrado de vuelta al frente de su mente. Sus ojos en su rostro, oscuros como el carbón, absorbiendo codiciosamente cada una de sus reacciones. Habían lucido duros, alerta. Hambrientos.

La piel de Nora estaba hormigueando, su garganta seca. No pudo hablar.

―Así de bueno, ¿eh? ―Hange no se estaba riendo de ella ahora, su expresión era extrañamente pensativa.

No había sentido en mentir. Ni a Hange, ni a sí misma.

―Si ―contestó con voz débil.

―Quién lo hubiera dicho... El hombre de verdad está lleno de sorpresas. ―La sonrisa de Hange estaba de vuelta con todas sus fuerza―. ¿Quieres un pequeño consejo? ―Era bastante inusual para ella el preguntar de antemano.

Nora logró dar una pequeña sonrisa torcida.

―Si se reduce a algo relacionado con hablar sobre él, entonces no, gracias.

―Como quieras. ―Hange sacudió la cabeza, riendo suavemente―. Vaya par que son ustedes.

←◈◈◈→

La cama estaba sin hacer, las sabanas arrugadas. Olía a lavanda y excitación femenina. En la almohada encontró varios cabellos largos. No eran rectos, se curveaban en patrones irregulares.

Levi debería estar disgustado. Normalmente, habría sacado las sábanas en la primera oportunidad que tuviera y habría puesto ropa de cama limpia. Habría estirado y alisado las mantas hasta que no hubiera arrugas a la vista. En su lugar, estaba dudoso, dividido entre su abrumadora necesidad de limpieza y... algo más.

Después de unos segundos deliberando, chasqueó la lengua, decidiendo simplemente hacer la cama sin cambiar las sábanas, de esa forma luciría ordenado, por lo menos. De todas formas no importaba, en menos de una hora partirían hacia el escondite en medio de Rose, rodeados por nada más que bosques y soldados adolescentes. Allí no había tiempo para mierda irrelevante como esta.

Eso fue lo que se dijo a sí mismo.

N/A: Puede no parecer mucho para algunos, pero estoy verdaderamente abrumada por la cantidad de kudos, marcadores, suscripciones y comentarios que he recibido hasta ahora, de verdad es más de lo que alguna vez esperé cuando comencé a publicar esto.

¡Muchísimas gracias! Continúan iluminando mis días y motivándome cada vez que me pongo en ese estado de animo en el que pienso que todo lo que escribo apesta 

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