NÜ'RIEL || Neteyam

By EdrielleLuna23

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Nü'riel nació como un amuleto. Al ser parte del Clan de las cenizas, llevaba marcado el poder y el orgullo d... More

PRÓLOGO
NOTA
TRAILER
CAPÍTULO I
CAPÍTULO III
CAPÍTULO IV
CAPÍTULO V
CAPÍTULO VI
CAPÍTULO VII
CAPÍTULO VIII
CAPÍTULO IX
CAPÍTULO X
NO ES CAPÍTULO
CAPÍTULO XI

CAPÍTULO II

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By EdrielleLuna23

En el Clan Ceniza teníamos varias bestias que, muy probablemente, no existían en otras regiones. Como el Va'ranus, un lagarto de cuatro metros de altura que nos servía para transportarnos por los territorios ardientes, sin embargo, también hacíamos posesión del Ikran. Ahora que veía a los traídos por los avatares, recaía en las diferencias con los nuestros. Los de ellos eran más pequeños, sus colores variados trataban principalmente de tonos vivos, muy diferente a los de nuestras tierras que, además de tener un tamaño mayor, eran portadores de tonos oscuros y opacos, sumando las diferentes escamas que cubrían sus pieles como protección a los suelos volcánicos, que era donde tenían sus nidos.

Junto a mi Ikran, Nar, me encontraba ahora de pie, cerca de la cueva de Varang, viendo cómo ésta conversaba más allá con aquel avatar llamado Quaritch. No entendía a dónde deseaba llegar mi madre con esto, jamás fuimos un pueblo deseoso por meterse en incidentes ajenos, aún si estos se trataran de los de nuestra misma raza. 

¿Aliarse con el intruso? Varang debía tener algo en mente, claro que sí.

Pero ella no era la única.

— ¿Nü'riel? Hermana.

Desvié mi atención hacia la pequeña Na'vi recién llegada. Ar'yen había perdido a su familia cuando apenas era una bebé y, aunque Varang jamás la aceptó en su vida, yo sí lo hice en la mía. Era la única que conocía mi verdadera sonrisa, era la única por la que flaquearía.

— Hey —suavicé mi semblante, agachándome para darle un beso en su coronilla—. Hoy no podemos ir a volar.

— Lo sé —asintió, mirando por unos segundos hacia los dos adultos—. Ellos no dan buena espina.

— No somos nosotros los que debemos temer.

Con ello capté nuevamente su interés. La calma bañó su expresión, pero casi de inmediato desapareció, dejando una seria y cuidadosa.

— A los jóvenes Na'vi los dejaron encerrados en las celdas de las cavernas del sur, también colocaron ahí al humano. ¿Por qué ellos, que vinieron a buscar ayuda de la Olo'eyktan contra los demonios del cielo, están encerrados? ¿Y, en cambio, los demonios de los que hablaban están andando libremente por nuestras zonas?

— Tú lo sabes, Ar'yen —me enderecé—. Lo que nuestra líder busca para nosotros.

— Yo... no quiero poder —negó—. Ya te tenemos a ti. Tú eres nuestro fuego.

— Nü'riel.

Ambas miramos al mismo tiempo a mi madre, quien ahora yacía a unos escasos metros de nosotras, con aquel hombre tras ella. Le hice una seña a la menor quien de inmediato se marchó. Me acerqué a pasos sutiles, contemplando con desdén a Quaritch.

— Vé y muéstrale el árbol de los espíritus —me ordenó Varang, susurrando contra mi oído para que sólo yo escuchase.

— ¿Debería? —ladeé la cabeza—. ¿Qué les has dicho?

— Lo suficiente para que el trato sea seguro.

— ¿Por qué confías en él?

— No confío, pero sabes lo que quiero, mi hermosa hija. Y él es una pieza importante para esto.

Aún con los ojos fijos en el hombre, me mantuve rígida en mi lugar, con mi madre dándome un abrazo que se sintió más como una advertencia. Sonrió ladinamente, separándose.

— Yo iré también luego de que ustedes hablen —dijo antes de marcharse.

Una vez solos, nos contemplamos con rechazo puro. Nadie dijo ninguna palabra por largos minutos. Ni si quiera pestañeamos; nos concentramos en analizarnos enteramente, descubriendo cualquier fragilidad que sirviese para intimidar al otro. Seguía sin comprender por qué había usado al muchacho humano para traducir cuando sí podía hablar perfectamente nuestro dialecto. ¿Con qué intenciones lo hizo?

— Así que tú eres la princesa —murmuró pasado un tedioso tiempo—. Tu madre me habló de muchas cosas —buscando amordazarme, se aproximó, caminando alrededor mío—. Dones, poderes, vidas pasadas, cosas sin sentido de las que no soy muy creyente. En mi mundo también se hablaba de eso, ¿sabes? De la magia —se detuvo frente a mí—. Magia es igual a mentira.

— Y sin embargo estás aquí, en un cuerpo semejante a nuestra raza.

— Esto no es magia, es ciencia, algo de lo que no entenderías.

— Al parecer el que no lo entiende eres tú.

Quaritch pareció no comprender a lo que me refería y eso fue perfecto para mí.

— No estás en tu hogar, estás en el nuestro. No me importa como haya sido el tuyo, pero aquí hay una fuerza que no podrías comprender nunca, más aún si no eres originario —ahora fui yo quien caminó a su alrededor—. No voy a explicarte lo esencial, ni voy a mostrarte eso de lo que mi madre te habló, pues mi poder no está para ser visto por ojos tan débiles. Pero sí te haré conocer una parte del Clan Ceniza, algo que quizá te dé una idea de en lo que te estás metiendo, Avatar.

De inmediato me acerqué a Nar, conectando nuestras colas neuronales y subiéndome sobre ella. Sin decir nada, alcé el vuelo. Sabía que él muy pronto me seguiría y así fue.

Nadie puede saber lo que depara el futuro, sin embargo, sí que pueden realizarse movimientos que favorezcan este. Hace mucho tiempo que me di cuenta de la contienda en la que estaba metida, pero hasta ahora, nos habíamos mantenido en la línea de salida, sin movernos. Ahora, con Neteyam en mis sueños y la llegada de los avatares junto con la de los jóvenes Na'vi, había por fin comenzado.

Cada uno tiene su propio juego.

Giré, encontrándome con su mirada. Señalé hacia abajo para que viese con atención todas las zonas por las que pasábamos: Las lagunas de minerales, las grutas donde se fabricaban las armas, las tierras bajas donde se encontraban los cazadores para comenzar sus labores. El avatar dejó su atención más de la cuenta en una en específico, esa en la que los Na'vi desollaban animales ya muertos para obtener sus pieles gruesas y, además, tomar los huesos que servían para la confección de nuestras decoraciones corporales.

Cerca del destino, hice que Nar descendiera. Me bajé de esta, mirando de reojo al hombre quien también llegaba. Agité mi cabeza, indicándole que me siguiera. Aun cuando la molestia por las órdenes era evidente, lo hizo.

— ¿Sabes por qué los ceniza jamás nos metemos en asuntos de otros clanes? —me agaché, palpando el suelo con cautela. Avancé no sólo con mis pies, sino también apoyándome con ambas manos, como si estuviese a punto de cazar—. Se cree que el fuego es el que tiene el mando de todo. Varang ve a los demás por debajo, siempre. ¿Por qué mezclarse con los débiles si podemos mantenernos en la cima? Es gracias a este aislamiento que somos los únicos que recordamos la verdadera conexión con Eywa y esa... es una ventaja grande.

Quaritch me observaba con desprecio. Al parecer, la manera salvaje de nosotros le causaba rechazo. Eso me dio mucha gracia. Debía sentirse asqueado de estar ahora en un cuerpo como tal. Aún en el suelo, olisqueé la tierra, pegando después la oreja a esta para escuchar con atención.

— Nuestros antepasados más poderosos, Iri'eyl el Olo'eyktan y Yu'tzai la Tsahík, fueron portadores de los primeros alientos de nuestra Gran Madre —comencé a contarle—. Tenían parte del poder de ésta y con él le servían. Un chasquido de ellos podía originar un torbellino de fuego.

— ¿Tú tienes ese poder? —preguntó con cierta burla, la cual ignoré.

— Cuando se tiene algo así en tus manos, cualquier incentivo a querer "más" se hace peligroso.

El avatar retrocedió, sorprendido, cuando clavé imprevistamente mi brazo en el suelo. Cuando lo saqué, tenía una gran cantidad de barro grisáceo recopilado. Con doble intención, lo sacudí, logrando que la materia salpicara el rostro masculino y que le entrara un poco en su boca.

— Te protegerá de posibles quemaduras —contuve una sonrisa burlesca.

— ¡Pedazo de mierd*! —bramó en su idioma, pasándose los dedos por sus ojos y escupiendo.

— ¿Pedazo de mierd*? —repetí más para mí misma que para él—. Ven, estamos cerca.

Fuertes ondas de calor nos recibieron a penas pusimos los pies en el lugar. Quaritch, quien antes poseía una expresión asesina en su rostro, se detuvo, abriendo de par en par los ojos y fijándolos en lo que tenía justo en frente.

Tan alto como sólo él podría, se alzaba nuestro árbol de los espíritus, solo que no se trataba específicamente de uno sino, más bien, de un descomunal volcán con la forma de éste. Ríos de lava se desbordaban por su rota estructura, yendo a parar al río formado por esta misma sustancia letal. Sonreí, tocando mi pecho con una mano y ejerciendo una reverencia.

— En aquellos tiempos, el pueblo hizo algo muy malo —proseguí, ante el silencio del contrario—. Ellos recibieron su castigo. La Tsahík hizo de su árbol de las almas, esto, —señalé el volcán del que provenían lejanos ruidos de explosiones y traqueteos internos—, para que así sus almas se quemaran por la eternidad.

— ¿Qué fue lo que hicieron?

No respondí su pregunta.

— Estás consciente, ¿verdad Quaritch? Que no te has unido al Clan del fuego, sino, al de las Cenizas. ¿Sabes por qué poseemos ese nombre? —su silencio fue la señal para que yo le explicara, pero, aun así, no lo hice—. Pregúntale a Varang.

Me adelanté hasta la orilla del río de lava hirviendo, me acuclillé e introduje mi mano ahí. El avatar maldijo por lo bajo, ahogando un jadeo de incredulidad. Nuevamente de pie y con una moderada cantidad de aquella sustancia naranja en la palma de mi mano, me volví a acercar, sólo para que él viese que en mi piel no había ningún daño.

— ¿Quién es? —quise saber—. Aquel ser que te empujó a pedir nuestra ayuda sin si quiera conocernos —lo observé fijo, deslizando dos dedos por mi propia mejilla para dejar el rastro de lava, como si se tratase de pintura—. ¿A quién le temes? ¿Quién es ese o esa Na'vi que te tiene cual insecto arrastrándose a los pies de nuestro Clan?

— ¡Cierra tu maldita boca, niña! ¡Estás haciendo que llegue a mi límite! —levantó su dedo índice, apretando la mandíbula y postrando su colérica mirada sobre mí—. Yo no le tengo miedo a nada. Es un trato, cada parte gana. Sin mí, tu Clan no obtendrá lo que quiere.

— ¿Y qué es lo que queremos? ¿Si quiera mi madre te lo dijo? ¿Sabes qué es lo que ella quiere despertar? —reí—. Los llaman los demonios del cielo, pero ¿crees realmente ser uno?

— Trajimos el infierno a esta luna —proclamó con orgullo.

— ¿Eso crees? —respiré profundamente, extendiendo mi mano hacia el volcán—. Me dices que no le tienes miedo a nada, entonces hazlo —él me observó confundido—. Conéctate con nuestro árbol de las almas.

— Eso no es un árbol.

— Lo es, no lo culpes por estar maldito —suspiré con una pena actuada.

— ¿Para qué querrías que lo haga?

— Si vas a trabajar con nosotros deberías conocer a aquellos que han ido quedando atrás, ¿no crees?

—Quaritch enmudeció por unos instantes, negando—. Vete a la mier...

Su frase quedó incompleta ante mi sorpresivo ataque. Con una patada en su sien, lo mandé al piso. Se tocó el lugar golpeado, desorientado y con el enojo al borde de librarse. Agarré con fuerza su trenza, arrastrándolo hasta el filo del río. Tomé el final de su cola neuronal y la conecté con la roca curvada y fina que sobresalía del suelo (antiguamente raíz, antes de la maldición).

NARRADOR OMNISCIENTE

Eran pocas cosas con las que Quaritch se había enlazado en Pandora desde su segunda llegada como avatar. La de ahora se podría decir que era la más brutal. A penas el enlace se realizó, gritos de dolor y sufrimiento invadieron sus alrededores. Sólo veía figuras oscuras que se quemaban en las ondeantes llamas de fuego; se consumían. Tenían una muerte que, en realidad, nunca acababa. Los lamentos eran tan insoportables que pronto sintió las ganas de vomitar azotarlo.

Una mano lo tomó de su tobillo, halándolo hasta hacerlo caer. Se encontró cara a cara con el rostro derretido y ensangrentado de un Na'vi desconocido, su piel se caía a trozos y no paraba de soltar alarido tras alarido. Pronto, éste empezó a arrastrarlo hacia el núcleo del fuego, donde todas esas almas malditas lo esperaban.

Lanzó un grito de espanto al mismo tiempo que el enlace terminaba.

Se encontró de rodillas, con el agudo dolor traspasando su anatomía. El avatar se encontraba temblando de pie a cabeza y el enojo que sintió por ello lo empeoró todo. Su orgullo estaba herido. No podía si quiera girarse para hacerle frente a aquella estúpida niña. Tomó su cola neuronal, percatándose de lo lastimada que había quedado por el contacto con un suelo tan caliente. Ese maldito cuerpo era algo que odiaba. Si años atrás no hubiese fallado todo sería diferente. Esta vez debía lograrlo. Esta vez...

— Hace mucho que el infierno late en las entrañas de Pandora. Debiste pensar bien antes de venir a "aliarte" con mi pueblo. Pero está hecho —la voz de la princesa del Clan lo sacó de sus pensamientos, llenándolo aún más de ira—. A ustedes los llaman portadores de sangre demoniaca, pero ¿no lo ves? Todo lo que tu gente ha hecho aquí y continuará haciendo... Eso es lo que despertará al verdadero Vrrtep —apretó los puños al escuchar su fina y burlesca risa—. Será un placer trabajar contigo, avatar.

Justo cuando se levantó para encararla, se halló cara a cara con Varang, quien recién llegaba. Lo miró con una neutralidad que se le haría asfixiante a cualquiera. Y, aun cuando su presencia era poderosa y sombría, no le hacía justicia a la de su hija Nü'riel; aquella Na'vi que, dándoles la espalda, lo miraba de reojo por sobre su hombro, alejándose con una inquietante sonrisa grabada en su rostro.

Un demonio.








Chicas, sé que es solo un capítulo, que han esperado mucho y que está algo corto, pero he pasado un poco ocupada y no he podido sentarme  a escribir con calma. El año pasado me gradué y ahora por fin estoy consiguiendo oportunidades para trabajar ✨💙 Sin embargo, no abandonaré esta historia, créanme que cada que escucho ciertas músicas me hago toda la trama en la cabeza jajaja Solo que, ya saben, al momento de plantearla me complico un poco. Pero prometo que de a poco se irá comprendiendo mejor. Para quienes leyeron MAWEY se darán cuenta que la personalidad de Nü'riel es muy diferente a la loquilla de Mawey, lo cual espero sea un detalle que no les desagrade. 

Aclaraciones:

Va'ranus: Para el nombre me inspiré en el Dragón de Komodo, el cual es también llamado como "Varanus Komodoensis". Y para su imagen me basé en este arte del que desconozco al autor (si lo saben, díganme para indicarlo):

Vrrtep: Demonio.

Eso es todo, no olviden cuán importantes son sus vidas y lo esencial de cuidarlas como lo más bello que tienen. Hidrátense, aliméntense bien, no dejen de hacer las cosas que las mantienen felices y libres. 

L@s quiero muchísimo, ¡BESASOS! 🌼💕🌈

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