Se encontraban entre un montón de cajas con cosas viejas. Mina veía un álbum de fotos de cuando su hija era pequeña. Había crecido tanto. Ahora hasta llevaba piercings en las orejas y tenía novia.
Chaeyoung buscaba entre los discos de vinilo de la colección de su esposa. Elvis Presley, Frank Sinatra, Jethro Tull, Led Zeppelin, The Beatles... Todos acomodados en la caja por nombre alfabético.
Haewon removía su caja de juguetes de cuando era niña. Planeaba darlos en donación para los niños del orfanato del cual había sido adoptada. Sonrió, recordando aquel día.
Como si estuvieran conectadas, Mina se fue a sentar al lado de Haewon, con el álbum en una página en específico que quería mostrarle.
— Mira, Hae. ¿Te acuerdas de ese día?
La joven vio aquella foto que coincidía con las memorias que había tenido. En esa fotografía estaban las tres: Chaeyoung, Mina y Haewon, frente a su nueva casa, al menos, el nuevo hogar de aquel entonces cuando Hae tenía cuatro años.
A pesar de ser tan pequeña en ese tiempo, todo estaba fresco en su mente.
El orfanato era un lugar grande, pero jamás lo suficiente como para tener un momento privado. Haewon compartía habitación con otras seis niñas más. Dormía en una litera, en la parte de abajo por ser una de las más pequeñas, y sólo contaba con un objeto personal, que era una ranita de peluche a la que llamó Kermit, como su personaje favorito de la televisión.
Aquella mañana de abril, se encontraba acostada en la cama, pues al ser de las menores del lugar, le daban más tiempo de descanso que a los grandes.
Tenía abrazado a Kermit e imaginaba, como siempre, lo que sería tener una familia. En el orfanato casi no contaba con amigos, pues no sabía cómo acercarse a ellos. Pero cerraba sus ojos, y su imaginación era su mejor aliada.
Escuchó pasos, no apresurados como los chicos del lugar, sino que más calmados. El suelo de madera era muy ruidoso.
— Sí, por aquí en las habitaciones también debe de haber más niños, aunque la mayoría se encuentra jugando afuera.
Esa era la voz suave de la Hermana Jisoo.
— Pueden pasar, por favor.
Se sentó en la cama y vio como dos figuras entraban en la habitación. Se puso alerta en el momento que vio a las adultas. Casi no veía mujeres no tan mayores en ese lugar, donde abundaban niños y las hermanas, que eran todas unas señoras.
Se sorprendió al ver a una mujer esbelta de cabello oscuro y ojos grandes, como los de un tigre. Después se sorprendió más de ver a otra, de piel más pálida, cabello negro y sonrisa deslumbrante.
Ambas se acercaron a ella, y la Hermana Jisoo iba detrás.
— Oh, al parecer Haewon es la única que se encuentra aquí.
— ¿Haewon? Ese es un bonito nombre. — La voz de la mujer de cabello oscuro era suave y gentil.
— Igual de bonita que la pequeña que lo tiene. — La voz de la castaña era radiante y animosa.
Haewon se sintió avergonzada de sus palabras, pero agradeció con timidez.
— ¿Por qué no estás afuera jugando con los demás niños? — preguntó Mina, agachándose frente a ella.
— Porque me gusta estar aquí, es tranquilo... — dijo, aún tímida
— Tú y Mina se llevarían muy bien, ella es la reina de la calma. — La adulta de la sonrisa como el sol rió y Haewon sintió que el cuarto se iluminaba.
— Chaeyoung, por favor. — La azabache negó con la cabeza, pero no parecía molesta
— ¿Mina, Chaeyoung? — Haewon inclinó su cabeza.
— Así es, pequeña. Esos son nuestros nombres. Yo soy Mina. — Se señaló la pelinegro de sonrisa radiante
— Y yo soy Chaeyoung — dijo la mujer de ojos gentiles
— Yo soy Haewon.
Ambas adultos sonrieron cálidamente y enternecidas
— ¿Y cuál es el nombre de tu amiguito? — Chaeyoung señaló a la rana de peluche que la niña tenía contra su pecho.
— Oh, ella se llama Kermit. — Haewon estiró los brazos para que lo vieran mejor.
— Qué interesante, cómo la rana de los muppets.
La niña asintió con una sonrisa enorme, feliz de que reconocieran a su personaje favorito.
— Te deben gustar mucho los peluches — dijo Mina, inclinando la cabeza hacia un lado.
— Pues... en realidad me gustan más las ranas.
Mina rió cálidamente y revolvió el cabello castaño se la pequeña. Le daba una ternura inmensa. Chaeyoung también sentía lo mismo.
Todos los niños del orfanato eran buenos. Todos especiales y únicos a su manera. Era difícil decidir al cual adoptar.
Pero al llegar al lado de Haewon, sintieron una conexión tan distinta que no supieron explicar. Hay personas en esta vida que están destinadas a otros.
Lo que unió a Chaeyoung y a Mina, hizo lo mismo al unirlas con Haewon.
— Haewon, ¿has pensado en tener una familia?
La niña miró a sus pies descalzos, asintiendo con suavidad.
— Es lo único que una niña como yo puede soñar. Si a Santa le pedimos algo, es una familia. Si en las noches rezamos, es para que Dios nos encuentre una.
La ternura y empatía en las adultas aumentó.
— Nosotras también queremos una familia, como puedes ver, la nuestra está incompleta. Sólo somos Minari y yo.
La menor las miró a ambas.
— ¿Por eso están aquí? ¿Para buscar una hija?
Las esperanzas de por fin ser adoptada iluminaron su rostro, dándole un brillo especial a sus ojos.
— Así es, queremos darle un hogar a una pequeña, para que el nuestro esté completo.
— ¿Ya... ya decidieron a qué niña van a adoptar? — preguntó Haewon, bajando la mirada a sus calcetas dispares.
Mina sonrió y miró a Chaeyoung. Esta asintió y ambas se pusieron de pie.
— Sí, yo creo que ya decidimos a quién vamos a adoptar. Si nos disculpas un momento... — La mujer de cabello oscuro hizo un ademán de que lo esperara.
Haewon creyó que ya habían escogido a una niña antes que ella.
"Suerte para la próxima..."
Las vio ir con la hermana Jisoo, a la puerta de la habitación. No escuchó lo que decían, pero se giró hacia la ventana. Kermit yacía reposado en su regazo.
Suspiró como no debería de hacer un niño y vio a los demás jugando en el patio central. Tal vez saldría un rato con ellos, a jugar a la pelota o al voto.
— Haewon, ¿te puedo hacer una pregunta?
Escuchó de nuevo esa voz suave y se giró sorprendida, al ver que seguían ahí. Asintió, curiosa
— Si Chaeyoung y yo te lo pidiéramos, ¿quisieras venir con nosotras a completar nuestra familia?
Esas palabras sonaron como las de un sueño. Irreales.
Pero al ver las miradas atentas y expectantes de las adultas, entendió que estaba despierta
— P-por supuesto... ¡Por supuesto que sí!
Ese día fue el comienzo de la vida de Haewon, y de la familia que Chaeyoung y Mina siempre soñaron tener juntas al crecer.
La foto había sido tomada cuando llegaron a su casa, que ahora ya no era la nueva de antes, pues así como Hae había crecido, la casa tenía sus años pasados.
— Jamás voy a olvidarlo. Kermit ya sólo es un peluche deshilachado. — Levantó al mencionado compañero que había estado con ella en su infancia, pero que fue a parar a una caja.
— Podemos arreglarlo, era tu juguete más preciado. — Mina se estiró y acarició la mejilla de la joven que le sonrió a su madre con cariño.
— ¡Oh, miren lo que encontré! Minari, amor, ven a ver esto.
Ambas voltearon a ver a Chaeyoung que había estado muy inmersa en las cosas de música de Mina.
Se acercaron a ella y se sentaron alrededor de una caja con libretas.
— No me digas que esas son...
La coreana asintió.
— Son las libretas donde tienes transcritas las canciones que te gustan, y también otras escritas por tu mano, la que solía tocar en la guitarra, aquí están las partituras.
Luego sacó una libreta que en la portada ponía "Lullaby" con marcador negro sobre un papel blanco pegado con cinta a la pasta.
Mina la tomó y la abrió. Sonrió, recordando cada melodía.
— Hae, bebé, esta libreta contiene las canciones que me aprendía para tocarte en las noches, para que te durmieras, mientras Mina te las cantaba.
— Lo recuerdo. Mi favorita era...
— 'All the little horses', decías que Mami Mina era un caballito y por eso te gustaba.
Chaeyoung rió con cariño, recordando también.
— Quería que la cantaras siempre y decía "Cántame la canción sobre Mami Chaeng" — dijo la joven.
Chaeyoung se puso de pie para ir por su guitarra acústica vieja que también estaba en el ático junto a las demás cosas que no veían la luz del sol en mucho tiempo.
Cuando la tuvo en sus manos, volvió a sentarse junto a su pequeña familia. Se acomodó la guitarra dispuesta a tocar y miró a Mina. Ella entendió enseguida. Se aclaró la garganta y esperó.
Chaeyoung comenzó a rasgar las cuerdas con suavidad. Haewon cerró los ojos para recibir la nostalgia.
— Hush-a-bye, don't you cry, go to sleep my little baby. When you wake, you shall have, all the pretty little horses (Duérmete, no llores, ve a dormir, mi pequeño bebé. Cuando te despiertes, tendrás todos los lindos caballitos).
La voz de su madre Mina siempre fue bella y melodiosa. Le hacía recordar aquellos momentos en su cama, cuando sólo era una niña recién salida del orfanato, con su nueva familia, en una cama más cómoda, junto a su peluche amado.
Aquellas noches, en que la luz de luna entraba por la ventana y la lámpara se quedaba encendida para que no temiera de la oscuridad, Chaeyoung se sentaba en una silla a tocar con parsimonia para no molestar su estado somnoliento. Mina se sentaba en la orilla de la cama, a cantarle hasta que durmiera.
Se quedaban con ella hasta que entraba en el mundo onírico.
— Dapples and grays, pintos and bays, all the pretty little horses (Tordos y grises, pintos y bayos, todos los lindos caballitos).
Nunca dejaban su lado, incluso después de darle el beso de buenas noches, la acompañaban hasta que se sintiera segura
— Way down yonder, in the meadow, poor little baby, crying mama. Birds and the butterflies, flutter round his eyes, poor little baby crying mama (Allá abajo, en la pradera, pobre pequeño bebé, llorando a mamá. Aves y mariposas, aletean alrededor de sus ojos, pobre pequeño bebé, llamando a mamá).
Las noches eran su momento favorito, porque las tres podían estar juntas, sin ninguna preocupación. Ese pequeño momento, donde se reunían en su habitación, valía más que todo lo que conocía.
— Hush-a-bye, don't you cry, go to sleep, my little baby. When you wake, you shall have all the pretty little horses...
Abrió los ojos cuando los acordes y la voz se detuvieron.
Sentía que las lágrimas de nostalgia la invadirán en cualquier momento, así que abrazó a su madre por los hombros, para esconder el rostro.
— Gracias por todo. Las amo más que a nada en este mundo. Me regalaron esta vida y soy feliz con todo lo que me han enseñado y dado. Gracias, jamás voy a terminar de agradecerles.
— Ay, mi Hae. Gracias a ti por ser como eres, te amo.
Mina le dio un beso en la sien.
— Nosotras debemos agradecerte a ti por hacernos tan felices. Minari y yo hablamos de adolescentes que queríamos formar una familia con una hija. No pudo llegar una mejor que tú, te amo.
Le revolvió el cabello con cariño.
Las tres, entre cajas y cosas viejas, entre recuerdos y cosas pequeñas. Todo con un significado. Fotos, canciones, deseos, sueños, abrazos, lágrimas... La vida es un rompecabezas donde las piezas son eso. Y es más fácil armarla en familia.