Once More, with Feeling [Lev...

By red_swan_23

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Libro 1 de The Price of Freedom «Mientras haya una sola persona más importante que tú mismo, no puedes ser li... More

Resumen
1. Convertirse
2. Condiciones de vida
3. Lecciones
4. Impaciente
5. Bienvenidos a las Fauces del Infierno
6. Dolores
7. Contacto
8. No hay lugar como el hogar
9. Revelaciones
10. Enemigos
11. Hechizada, molesta y confundida
12. En el bosque
13. Destrozada
15. Campanas del Infierno
16. Lugares vacíos
17. Enloquecida
18. Checkpoint
19. Villanos
20. Familia
21. El asesino en mi
22. Lazos de sangre
23. Luna nueva creciente
24. Debajo de ti
25. La dura luz del día
26. Cuando ella era mala
27. El regalo
28. Pasión
29. Condenados
30. Elegida
31. El peso del mundo
32. Consecuencias
33. Nunca me dejes
34. Escuchando al miedo
35. Conseguirlo
36. Amor difícil
37. Hasta el final
38. Algo azul [Final]
39. Escena bonus: El corte de cabello
EXTRAS: Lista de capítulos
Extra 1: Brindemos por los tontos que sueñan
Extra 2: Sobre té y desastres
Extra 3: Esa vez que Nora pateó una pared...
Extra 4: Sobre sangre, basura y sueños
Extra 5: Sobre ella
Extra 6: Sobre heridas y miedos
Extra 7: Sobre devoción y control
Extra 8: T de Trabajo en equipo
Extra 9: Lo que ella no puede decir
Extra 10: Observaciones y verdad
Extra 11: Sobre rendición
Extra 12: Sobre primeras impresiones

14. Ausencia

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By red_swan_23

N/A: En este se mencionan algunas cosas del manga de No regrets.

Nora pensó que el día no podía ser peor, pero cuando estaban de vuelta dentro de las Murallas, abriéndose paso por Karases, el padre de Petra se acercó a Levi. Ella se quedó unos cuantos pasos atrás, pero aun así pudo escuchar lo que dijo: lo devota que era Petra hacia su capitán en toda forma posible, cómo estaba preocupado sobre su hija siendo muy joven para preocuparse por el matrimonio.

Algo pareció apretarse en el pecho de Nora. «Ella se fue. Se fue, se fue, y allá, hay un enorme árbol pintado con su sangre por todo su tronco». Quería gritarle, hacer que el pobre hombre se diera cuenta, hacer que dejase de hablar sobre Petra y sus sentimientos y matrimonio como si tuviera futuro.

Se mantuvo en silencio. Levi hizo lo mismo.

←◈→

La Legión de Reconocimiento pasó la noche posterior a la desastrosa 57.ª expedición en la base cercana a la entrada de la Muralla interior del distrito de Karases.

Nora cerró la puerta de su pequeño dormitorio. Sola. Finalmente sola. Algo que había estado enrollado con fuerza en su interior se liberó, desenrollándose rápidamente; inevitable. Tan solo estaba feliz de que logró mantener la compostura hasta que nadie pudo verla.

Sus rodillas cayeron al suelo. Lo golpeo con sus puños, una y otra y otra vez, haciendo caso omiso al daño que provocó en sus nudillos. No fue hasta que sollozos rotos y desesperados escaparon de sus labios que notó que estaba llorando.

Unas manos envolvieron sus muñecas desde atrás. El agarre firme pero aun así gentil pertenecía a Levi; lo supo al instante, de forma intuitiva. No lo había escuchado entrar.

―Detente ―dijo, su voz era baja e inusualmente suave.

Un peso dejó su pecho ante su presencia, una reacción instintiva a él que se había desarrollado hace bastante tiempo y que se había hecho más y más grande con el tiempo. Aun así, el pánico apareció en su estómago. Estaba vulnerable y expuesta, deshecha y débil, y él la vio.

―¿Qué haces aquí? ―La voz de Nora estaba rasposa por el llanto.

Levi se agachó en frente suyo y ella evitó su mirada.

―Estúpida pregunta ―contestó sin aspereza. Por supuesto, él vería como su deber el ayudar a su último miembro del escuadrón, incluso si no lo admitía. Para Nora no era nada más que humillante, solo inclinando aún más la balanza de su relación ya desequilibrada.

―Por favor, vete ―dijo, tratando de esconder sus lágrimas y tirando de sus brazos. Él no dejó ir sus muñecas―. Si estás aquí por un extraño sentido de obligación-

―No estoy aquí por eso ―interrumpió y hubo un toque de irritación en su voz al final―. ¿De verdad crees que soy del tipo que va por todos lados consolando a soldados tristes? Mis deberes terminaron en el momento en que Erwin nos permitió retirarnos.

―¿Entonces por qué estás aquí, si no es porque piensas que debes hacerlo? ―Los sollozos y lágrimas no se detenían, estrujando su cuerpo desplomado y derrotado.

―Supongo que por la misma razón de ayer ―dijo Levi suavemente. Nora pensó en ellos sentados bajo el cielo nocturno, sus manos en las de ella, su mirada cálida e indefensa. Ahora él estaba evitando su mirada―. Deja de hacerme preguntas de las que sabes la respuesta, mocosa. Estoy aquí porque quiero estarlo y no me importa una mierda si quieres que me vaya.

No estaba en condiciones de reflexionar sobre sus palabras y lo que se suponía que debía saber. Su cabeza estaba girando y el dolor por el que estaba pasando era demasiado para procesar, la sofocaba. Nora no era capaz de sentirlo por completo; una parte de ella estaba apagada, muerta y lo que quedaba de ella estaba repleto de sufrimiento y rabia. Levi jaló de sus brazos, tirando de su cuerpo flojo y entumecido para pararla con algo de dificultad.

De inmediato, ella recordó su lesión.

―Tu pierna- deberías descansar.

―Tsk. No seas ridícula. ―Dejó ir su muñeca. Su otra mano descendió y envolvió sus largos dedos alrededor de su pequeña mano como si fue la cosa más natural―. Vamos.

Levi abrió la puerta y jaló de ella.

←◈→

La guio a lo que debía que ser su dormitorio esa noche. Como capitán, tenía espacio suficiente para una cama, un escritorio y una mesa en la esquina con dos sillas. En la pared contraria a la cama había otra puerta, probablemente llevaba a un baño privado.

Levi cerró la puerta detrás de ellos. Estar allí se sentía irreal. Nada sobre hoy se sentía real.

―Ve a darte una ducha ―le ordenó en una voz que no dejaba lugar para objeciones―. Estás sucia y tu ropa está arruinada y asquerosa. Te conseguiré algo para que puedas cambiarte. ―Ella notó como él ya estaba inmaculadamente limpio, había cambiado su uniforme por un atuendo de civil: una camiseta gris y pantalones negros. Ella, por otro lado, estaba cubierta de sangre, tierra y sudor, en ese orden. Sus pantalones y camisa estaban rasgados en varios lugares donde pedazos destrozados de sus propias cuchillas la cortaron, revelando las vendas que estaban debajo, ya manchadas con sangre que se estaba filtrando, especialmente donde los puntos no fueron necesarios.

Nora no supo cómo lo logró, pero si supo que fue de una forma mecánica, moviendo su cuerpo entumecido dentro de la ducha y enjabonando su cabello y cada trozo de piel que no estaba cubierto por vendas. Trató de no mojar mucho las heridas. Cuando salió detrás de las cortinas de la ducha y se envolvió en una toalla, vio ropa doblada con cuidado en el suelo frente a la puerta cerrada del baño. Levi debió haber colado su brazo y la colocó allí.

Estaba cansada y rota, pero la toda la situación era tan extraña que de alguna forma la distrajo de la dura realidad. En algún punto durante la ducha, sus lágrimas se detuvieron. Lo que quedaba fue un vacío deprimente del que estaba casi agradecida. Se deslizó en la ropa: pantalones sencillos y sueltos y una camiseta suave. Era como un atuendo para dormir. Bajo otras circunstancias, Nora se habría sentido un poco más que cohibida. Como estaban las cosas, se adentró de vuelta al dormitorio con los brazos cruzados en su pecho.

Levi estaba sentado en la pequeña mesa que estaba arrimada contra una de las esquinas de la estrecha habitación. Él le dio un rápido vistazo, luego sacó la silla libre en una clara invitación. Nora se sentó, sin estar segura de dónde mirar o qué decir. De todas formas, no tenía ganas de hablar.

El hombre pensó en todo. En la mesa había una bandeja con pan, mantequilla y queso. Una taza humeante de té, un plato, un cuchillo y un tenedor estaban colocados en frente de ambos.

―Come ―le dijo, ya sirviéndose algo de comida. Como acotación, agregó―: ¿A menos que quieras ir al comedor y comer con los demás?

Nora negó, tomando una pieza pequeña de pan y algo de queso. Por supuesto, no tenía apetito, pero eso no cambiaba el hecho de que su cuerpo necesitaba nutrición. Era probable que Levi tampoco sintiera ganas de comer.

En silencio, ambos terminaron sus comidas. Ella no pudo soportar más que ese poco que colocó en su plato y él no la presionó. Cada trago fue una labor difícil y la comida sabía a ceniza en su boca; parecía que se multiplicaba con cada bocado.

Sus dedos estaban rígidos, así que los envolvió alrededor de su taza. Se sentía helada, tan helada. Y ella rara vez lo estaba. Los inviernos en Trost eran agradables y su mente siempre estaba activa, manteniendo todo su cuerpo al borde casi constantemente, así que por lo usual estaba inclinada a estar muy cálida.

―Lo siento ―dijo al final, su voz sin tono alguno.

Levi frunció el ceño.

―¿Por qué mierda te estás disculpando? Si crees que cualquier cosa sobre hoy fue tu culpa-

―No es eso. Quiero decir, lamento que los hayas perdido. ―Siguió mirando su té―. Los conociste por más tiempo que yo, y aun así, aquí estás, cuidándome. ―Él dijo que no se arrepentía de que ella no hubiese estado con ellos. Pero debería arrepentirse de que fue ella quien sobrevivió de los cinco, pensó Nora. Después de todo, Levi los conocía por más tiempo a ellos que a ella, habían peleado codo a codo por unos cuantos años para cuando ella llegó a su vida. Sin embargo, eran reflexiones inútiles, no había nada que se pudiera hacer sobre eso.

Ellos dos y un chico que se unió hace solo un mes era todo lo que quedaba del escuadrón de Operaciones Especiales y eso era todo.

Él no habló, solo bebió su té, mirándola por sobre el borde de su taza. Las sombras debajo de sus ojos eran casi tan oscuras como el acero de sus ojos Perdieron tanto ese día, pasaron por tanto. «Juntos», pasó por su mente. Aquí estaban, los dos; vivos para ver otro día. Hange también lo estaba.

El que Levi estuviese sentado frente a ella en ese momento y que Nora todavía estuviese aquí, también mirándolo, no parecía tan lejano a un milagro después de todo lo que ocurrió hoy.

Con todo esto gobernando su mente, volvió a hablar.

―Una vez me dijiste que perdiste a tu familia. También me dijiste que no sé nada sobre tu pasado, sobre lo que hiciste. Y no necesito saberlo. ―Nora pausó, pero su expresión siguió sin cambiar, cautelosa; esperando. Tomó una respiración profunda, sintiéndose extrañamente calmada y desconectada―. Aunque quiero saberlo. De hecho, quiero saber todo sobre ti, sin importar qué tan cruel, terrible o triste sea. Las cosas buenas y malas. Probablemente no quieres decir nada y no me debes ni una mierda. Pero si hay cualquier cosa que quieras decirme, felizmente escucharé. En cualquier momento.

Se quedó en silencio después de su pequeño discurso, sin esperar ni siquiera un palabra de su parte, pero aun así estaba contenta de que dijo todo esto. ¿Cuándo, si no ahora, después de todo, después de que Levi ya la había visto llorar y golpear el suelo y la trajo a su dormitorio y era ahora su única compañía mientras ella ni siquiera estaba usando ropa interior?

―Sus nombres eran Isabel y Furlan ―dijo despacio. Nora levantó su cabeza en sorpresa. Ya no la estaba mirando, pero estaba hablando―. Crecí en la Ciudad Subterránea, como probablemente ya sabes. Todos saben que es terrible haya abajo, pero nadie sabe qué tan terrible es hasta que lo ven por sí mismos. Huele como mierda, suciedad y muerte, y la mayoría de las personas mueren jóvenes. Mueren de hambre o se enferman o son robados, violados o asesinados, sin siquiera ver la luz del sol. ―Levi tomó la tetera y volvió a llenar las dos tazas. Sus ojos tenían una mirada distante; su voz carecía de emociones―. No hay muchas formas de hacer dinero allá abajo. Haces todo lo que tienes que hacer para sobrevivir. Y muchas personas hacen cosas mucho, mucho peores que esas.

Se inclinó en su silla y tomó otro sorbo de té.

―Conocí a Furlan e Isabel allá abajo. Los tres vivimos juntos por un tiempo. Conseguimos equipos de maniobras y nos enseñamos a nosotros mismo a usarlo. Hizo nuestro trabajo mucho más fácil. Aun así, un día, fuimos capturados y era unirnos a la Legión o ser entregados a la Policía Militar.

Nora notó que había mucho más detrás de esa historia, pero siguió escuchando con mucha atención.

―En nuestra primera expedición, nos adentramos en una lluvia intensa. Me separé de ellos por un tiempo y cuando volví, ya era muy tarde. No quedaba mucho de ellos. ―Algo en los ojos de Levi se endureció―. Fue una masacre; unos cuatro titanes yendo a por ellos al mismo tiempo, y una mierda si recuerdo más. ―Su mirada estaba pegada en la taza que estaba agarrada con fuerza en su mano, sus nudillos blancos―. Enloquecí y los corté en pedazos.

Con una mirada, Nora supo que lo decía de forma literal. Sabía de lo que él era capaz, pero también esperaba que nadie supiera la magnitud de su capacidad, probablemente ni él mismo. Tan solo esperaba que nunca descubrieran dónde estaba su límite.

Se equivocó sobre si misma con anterioridad. Estaba rota, sí, pero no estaba realmente vacía, no por completo. Cuando tenía que ver con Levi, siempre quedaría algo dentro de ella. En ese momento, era lo único que podía sentir, una calidez pulsante en su pecho irradiándose por cada rincón de su cuerpo.

Ella sentía y sentía por él.

Lentamente, para darle una oportunidad de alejarse, alcanzó su mano que descansaba en la mesa. Sus dedos rozaron sus nudillos; su corazón palpitaba ante el leve toque. Él no se movió. Sus ojos acerados estaban fijos en su cara. Nora tomó su mano y entrelazó sus dedos con los de él. Sin decir nada, él correspondió el gesto y envolvió sus largos dedos alrededor de su mano, cubriendo la mayoría de esta. Sus manos eran mucho más grandes que las suyas; eran cálidas y fuertes, con callos donde operaban el equipo de maniobras y espadas.

Esto era un atisbo de cielo en una vida infernal. Pensó en el padre de Petra, hablando sobre su hija y su devoción por Levi y se odió a sí misma. Por estar viva mientras su amiga, mucha más amable y altruista que ella, murió. Pero no se odiaba lo suficiente como para soltarse. No traería a Petra de vuelta. Nada la podría traer de vuelta, ni a los demás.

Así que acarició con su pulgar la mano de Levi, una y otra vez, disfrutando la calidez, la sensación de ella. Ya no la estaba mirando; sus ojos estaban cerrados y la tensión de alrededor de sus labios se suavizó. Nora tuvo que resistir la urgencia de levantar su otra mano y tocar la oscuridad azulada de sus parpados y la piel de debajo.

―¿Cómo eran ellos? ¿Furlan e Isabel? ―susurró en cambio.

Los ojos de Levi se abrieron una fracción.

―Mucho más agradables que yo, como era de esperarse. Isabel era la más joven: pelirroja, ingenua, de risa fácil, pero tenía bastante carácter. Buena con los animales. Furlan le agradaba prácticamente a todos a quienes no les robaba. Tenía un talento natural para lograr que las personas hicieran lo que él quería. Ambos eran ruidosos y molestos, y desordenados. Aunque él era sensato. Siempre fastidiándome con no meterme en problemas y mierda como esa.

Levi se inclinó hacia adelante en su lugar y elevó su mano libre hacia el cabello enredado de Nora, para entonces casi seco.

―Tu cabello es más o menos del mismo color que el suyo. Aunque el tuyo es más claro en las puntas. ―Pasó sus dedos desde la raíz hasta la punta de un rizo, dejándolo ir después de unos segundos.

Los ojos de Nora estaban agrandados, empapándose con la vista de él tan cerca de ella.

―El sol ―exhaló, en cierto modo sin sentido antes de que encontrara el resto de las palabras―. Está largo, así que se pone un poco más claro por el sol con el tiempo.

Él asintió, luego miró sus manos entrelazadas.

―Deberías dormir un poco.

Sintió una punzada de decepción y una sensación irracional de terror ante la idea de dejar su compañía, pero no importaba si conseguía un minuto de sueño, sin dudar había ocupado suficiente del tiempo y atención de Levi.

Con sus labios presionados, Nora dejó ir su mano.

―Tienes razón. Me iré.

―No me refería- ―empezó, luego atrapó su mirada en la suya y dijo, casi bruscamente―: No tienes que caminar de vuelta todo el camino a tu habitación de mierda si no quieres. Puedes usar mi cama.

Inclinó su cabeza hacía la cama individual que estaba en la esquina contraria de la habitación. La mandíbula de Nora cayó en confusión. ¿Desde luego no quería decir que...?

―¿Entonces dónde dormirás?

En respuesta, él apuntó con su pulgar hacia la silla del escritorio en medio de la cama y la puerta del baño.

―De ninguna manera ―protestó, sacudiendo la cabeza―, no puedes estar de verdad considerando-

―No usaría la cama de todas formas, idiota. ―Levi rodó los ojos―. Aún tengo un poco de papeleo que hacer.

―Bien, pero después, dormirás aunque sea un poco, ¿es eso correcto?

―Probablemente.

―Bien ―dijo Nora, sintiendo que estaba olvidando algo―, entonces en ese momento necesitaras la cama de todas formas...

―Ya te dije que no la necesito, mocosa ―dijo, pronunciando cada palabra con cuidado como si ella estuviese siendo particularmente difícil―. Dormiré en la puta silla.

―Entonces... ―Nora lo miró―. Me estás diciendo que dormirás... ¿sentado?

―Si, tarada ―bufó.

―¿Y eso es lo que siempre haces? ¿Todas las noches?

―Si, algo así. ―Levi puso mala cara, claramente irritado por sus preguntas―. ¿Ya terminaste?

―Eso creo ―murmuró, perpleja. Sacudió la cabeza con incredulidad―. Eres tan extraño.

―Tsk. Lo dice la lunática ―replicó―. Ahora, ve a la cama.

Sintiéndose avergonzada, pero más cálida que antes, Nora se metió debajo de la manta, volteándose sobre su costado y se acomodó. Siguió dándole miradas a Levi, quien estaba sentado en el escritorio, escribiendo y leyendo lo que debían ser reportes sobre la expedición desastrosa. La única fuente de luz que quedaba en la habitación venía de la lampara en el escritorio de Levi.

Lento pero seguro, el cansancio les ganó a sus pensamientos y ella se quedó recostada allí, con su mente tan silenciosa como sus alrededores, abriendo en ocasiones sus ojos y mirándolo por un breve momento.

Se sintió tranquila, casi sedada. Sus parpados se sintieron más y más pesados, hasta que al final, sin notarlo, cayó en la inconciencia.

←◈→

Se levantó con los primeros rayos de luz del amanecer que se colaban por la pequeña ventana de la habitación. La realidad cayó sobre ella en un instante, a pesar de la inusual situación. Nora supo dónde estaba y supo lo que ocurrió el día anterior. Se sintió enferma y débil y bien despierta al mismo tiempo. Pero logró dormir unas cuantas horas, incluso sin pesadillas. Era obvio a quién tenía que agradecerle por esto.

Sus ojos se ajustaron a la iluminación y contempló al hombre en la silla a unos cuantos pasos de la cama. Levi no estaba despierto todavía. De verdad estaba durmiendo derecho, su codo estaba en el reposabrazos y su cabeza era sostenida por una mano en su sien. ¿Cómo rayos alguien podía dormir así a diario?

Nora no se atrevió a moverse ni un centímetro. Al contrario, lo miró con la misma curiosidad desvergonzada con la que Hange examinaba un titán. La oportunidad única de ser capaz de mirarlo boquiabierta, sin ser observada, por todo el tiempo que quisiera, era demasiado tentadora. Su respiración era profunda y estable, solo audible en el silencio a primera hora de la mañana. Su rostro estaba más relajado de lo que alguna vez lo había estado cuando estaba despierto; sus pestañas negras descansaban contra sus pómulos altos y marcados. Labios cerrados pero suaves, como las líneas angulares de su mandíbula. Levi nunca aparentaba su edad, pero así se veía aún más joven.

Y era insoportablemente hermoso, igual a como era cuando estaba despierto;

Ojos entornados con círculos oscuros, gruñón, cansado y todo.

Después de un buen tiempo de disfrutar la vista y comerse con los ojos a su capitán mientras dormía como la asquerosa que al parecer era, no pudo retrasar por más tiempo su vuelta a la realidad. Suponía que no eran ni siquiera las cinco de la mañana, lo cual era bueno viendo que tenía que escabullirse de ese lugar sin ser vista y prepararse para el día.

Además, de verdad tenía que ir al baño.

Con cuidado, tan silenciosa como pudo, se sentó, saliendo de la cama con un pie, luego el otro. Nora logró un solo paso antes de que los ojos de Levi revolotearon y los abrió.

«Maldita sea, ese sí que es un sueño ligero».

Él la miró de pie en medio de su habitación a través de sus ojos entornados.

―Eh... Buenos días ―dijo ella.

―Buenos días. ―Su voz estaba rasposa por el sueño, más profunda de lo normal.

Nora desvió la mirada.

―Sería mejor que me fuera, antes de... ―«Antes de que todos piensen que pasé la noche aquí, lo cual si hice».

―Si.

Ella asintió y huyó.

←◈→

El desayuno fue una historia sombría. El pasillo estaba medio vacía y muy silencioso. En el momento en el que Nora pasó por la entrada del comedor, contemplando las expresiones derrotadas y vacías de los otros soldados que reflejaban la de ella, decidió que se saltaría la comida. La ausencia evidente de cuatro personas en particular era tan dolorosa que le quitaba el aliento.

Sin embargo, antes de que pudiera girarse e irse, Hange atrapó su brazo.

―¡Aquí estás! ¿Dónde habías estado? ―La expresión del rostro de su amiga estaba llena de compasión, cortando más profundo―. ¡Te he estado buscando por todos lados desde ayer en larde! ¡Estaba preocupadísima!

―Lo siento ―Nora dijo mecánicamente. Se dejó ser arrastrada por la alta mujer, terminando en una mesa con Levi, Erwin, Mike y Nanaba. Extrañamente, ya había un plato con comida y una taza de té esperando por ella. Hange le dio unos minutos de alivio antes de arremeter contra ella de nuevo, por suerte manteniendo su voz baja solo para los oídos de Nora.

―Así que, ¿dónde estabas? Fui a la habitación en la que se supone que debías estar- ―Hange se detuvo cuando vio que sus ojos marrones parpadeaban hacía Levi por un segundo. Su boca formó una O perfecta.

Terminaron el resto de su comida en silencio. La mirada de Nora se desvió a Eren unas cuantas veces; estaba sentado entre Armin y Mikasa, mirando su plato con una expresión desesperada y derrotada. Sus amigos siguieron dándole miradas preocupadas.

Después de ese deprimente comienzo del día, la Legión de Reconocimiento se reunió, esperando las siguientes órdenes de su comandante. Algunos fueron mandados de vuelta al cuartel general, otros a la Muralla Rose bajo la supervisión de Mike; Nora logró ver que eran reclutas de la antigua Tropa de Reclutas de Eren. Nora y Levi fueron enviados a mantener a Eren seguro de vuelta en el viejo cuartel general ―escondiéndolo mientras tanto del Gobierno y la Policía Militar― hasta que recibieran noticias de Erwin. Después de todo, eran lo que quedaba del escuadrón de Operaciones Especiales.

No había tiempo para el duelo, no había tiempo para sanar. Tenían un titán cambiante que atrapar y otro que proteger.

←◈→

Estuvieron esperando por horas. El comedor con poca iluminación era demasiado grande para ellos tres. Nora no podía dejar de jugar con sus dedos en su silla, rebotando su pierna, bebiendo su té muy rápido. Cuando alcanzó la tetera para rellenar su taza por quinta vez en una hora, incluso Levi elevó una ceja un poco.

―Erwin y los demás son tan lentos... Haciéndonos esperar ―dijo él, rompiendo el extenso silencio―. A este ritmo, vamos a ser escoltados por la Policía Militar.

Nora no tenía nada que agregar. Él estaba expresando exactamente sus preocupaciones. Después del desastre de ayer, los superiores de Sina tenían una excusa perfecta para tomar a Eren y hacer con él lo que quisieran, manteniendo cualquier secretos que tengan escondidos bajo el pretexto de seguridad falsa.

―Bueno, quien sabe que está retrasando a Erwin ―Levi continuó después de un sorbo de su té―. Tal vez solo está cagando, ¿no?

Nora rio por la nariz. Típico de Levi y sus comentarios vulgares e inexpresivos que la hacían reír, incluso después de todo lo ocurrido.

―Debe ser un estreñimiento infernal entonces ―dijo ella, su voz tan seca como la suya. Las esquinas de la boca de Levi se movieron.

Eren parecía inseguro sobre cómo reaccionar a eso. Aparentemente, algunas personas solo no podían apreciar las bromas de mierda.

―Lo siento ―dijo Eren unos minutos después. No estaba mirando a ninguno de los dos―. Solo es porque tomé una mala decisiones en aquel momento.

―Nadie espera que seas un adivino ―dijo Levi.

―Nosotros tampoco lo éramos ―agregó Nora―. Además, estabas siguiendo órdenes. Órdenes que, en teoría, tenían mucho sentido. De todas formas, todo se fue a la mierda.

Antes de que Eren pudiera responder, la puerta se abrió. Erwin había llegado, con unos cuantos soldados a cuestas, incluyendo a Armin y Mikasa, cuyos rostros eran sombríos.

―Tenemos un sospechoso con respecto a la identidad de la titán hembra.

N/A: Bueno, ese fue más o menos el último respiro que tendrán ellos (y nosotros) por un tiempo. Se vienen bastantes desastres como los que ocurren en la historia original... Veamos qué haran con eso.

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