Dulce Tentación [KatsuDeku]

By EstefaniaGab

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Midoriya se derrumba luego de descubrir que su esposo Shouto Todoroki lo estaba engañando. Terriblemente heri... More

Primer encuentro
Un caótico despertar
Dulce casualidad
Un par de nerds
Intereses cruzados
Rosas y Tulipanes
Aroma a sal
Quiero estar contigo
La cena
Tuyo
Entre mis brazos
Te amo
Mascarada
Las decisiones con las que tenemos que vivir
La firma
Nuestros sueños
Expectativas maternales
Consecuencias
Perspectivas
El inicio de un sueño
El peso de nuestro pasado

El inicio de todo

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By EstefaniaGab

—Espérame aquí —le ordenó a su chófer.

Bakugou le dio un vistazo a la imagen de Deku desde su teléfono. Había pocas personas capaces de rastrear una llamada, pero la señorita Yaoyorozu era una empleada eficiente; ubicó a Deku en tiempo récord y además le envió el enlace de las cámaras de seguridad. Sin duda la mujer había sido un gran hallazgo de su temporada en Moscú.

Abrió la puerta del bar y fue imposible no sonreír ante la ironía de la situación. Izuku era la única persona que había sido capaz de derrumbar sin un mínimo de esfuerzo cada uno de los pilares que había considerado inamovibles, pero la verdadera ironía estaba en el hecho de que Izuku no lo recordaba. En realidad era mucho mejor de esta manera. Deku no necesitaba comprender la fuerza aplastante de su deseo, ni todos los años que habían transcurrido desde esa mañana en el cafetín de la facultad, tampoco necesitaba saber lo amarga que se había vuelto su resignación, y como de alguna manera lo que antes creyó perdido había sido colocado entre sus manos producto de una simple casualidad.

***

Bakugou caminaba enfurruñado hacia el cafetín de la facultad, había tenido una mañana de mierda, la vieja bruja estuvo a punto de provocarle un aneurisma, y para empeorar las cosas había pasado la noche en vela por culpa de un maldito ensayo sobre política de comercio exterior. Estaba cansado, soñoliento y de un humor peligroso. Lo único que quería hacer era llegar a su cafetería favorita, pedir un espresso extra grande y ahogarse en cafeína hasta que su cerebro volviera a funcionar.

Estaba estudiando negocios internacionales, su escuela se encontraba al otro extremo de la universidad, pero la cafetería de su facultad era un maldito asco, el café parecía sacado de algún pozo petrolero mientras que los malditos de la facultad de derecho tenían una jodida máquina de espresso. ¡Esos putos snobs de mierda la tenían tan fácil! Aunque tenía sentido, todo el que estudiara derecho necesitaba más que sangre en su sistema, así que allí se encontraba, en el maldito cafetín haciendo una fila kilométrica para obtener como buen adicto su dosis diaria.

Se encontraba en la fila cuando una cabellera verdosa llamó su atención, el chico que estaba delante de él parecía un maldito rayo de sol con patas. Bakugou ignoró su risa cálida y cómo esta solo contrastaba con su mal humor. ¿Qué clase de maldito psicópata se reía de esa manera un lunes por la mañana? Al menos estaba de espaldas y así no tenía que ver su estúpida cara, ni la del par de imbéciles que lo acompañaban; una gorda castaña y un idiota con el cabello más pretencioso que había visto en toda su vida.

Bakugou bufó y se cruzó de brazos.

Cuando por fin fue su turno la vena que saltaba en su frente se empezó a calmar. El aroma del grano tostado llenó sus fosas nasales relajándolo como si fuera una especie de efecto placebo.

—Un espresso extra grande, por…

—¡Carajos! —gritó un sujeto al otro lado de la barra. Bakugou alzó una ceja y volteó para ver al barista luchando por apagar la humeante máquina de dónde se suponía que saldría su café.

Mierda. No podía tener tan mala suerte, ¿verdad? El barista le dio una mirada al cajero y negó con la cabeza. Bakugou apretó sus puños. Maldita sea, hoy no, de todos los días, hoy no.

—Oh amigo, lo siento mucho, pero parece que la máquina acaba de morir.

—Tiene que ser una maldita broma —bufó entre dientes.

El chico negó, parecía que estaba entrando en pánico, fue entonces cuando Bakugou se dio cuenta de que tenía los puños muy apretados y que el hombre lo veía como debatiéndose entre correr o morir. Mierda. Dio un resoplido y peinó su cabello hacia atrás.

—Bien, cómo sea. —Se dio la vuelta y dejó al chico con la palabra en la boca. Su cara de seguro era de todo menos amistosa, pero al parecer eso no evitó que alguien se le acercara.

—Oye, ¿estás bien? —Reconoció al instante el tono de voz suave, era el mismo chico de la fila. Volteó molesto, pero su acometida de insultos nunca llegó.

Tragó un poco de saliva. No estaba seguro de en dónde detener la mirada, parecía un maldito depredador buscando el punto exacto para dar la primera mordida. Bakugou había salido con tipos atractivos antes, pero ahora todos le parecían apenas bonitos en comparación con el chico que tenía al frente. Podía jurar que nadie le había sonreído de esa manera. Se quedó como un idiota observándolo, había visto el color de su cabello cuando estaba de espaldas, pero nada lo preparó para esto. Ahora que lo tenía de frente podía observar como sus rizos caían enmarcando su rostro en forma de corazón, su cabello tenía dos tonos que se superponían dándole un aspecto casi angelical, su rostro parecía salpicado por un pincel, tenía pecas de todos los tamaños, algunas más oscuras que otras y estas recorrían sus pómulos rellenos y llegaban incluso hasta la punta de su nariz, parecía sacado de algún jodido retrato del renacimiento, con esos ojos enormes y cristalinos que eran capaces de reflejar genuina preocupación. Bakugou sabía que unos ojos así nunca podrían mentirle, y sus labios, mierda, eran tan malditamente rosados y carnosos, jamás se había sentido tan hambriento... Quería besarlo, quería…

—¿Quieres mi café?

Bakugou parpadeó.

—¿Qué?

—Que si quieres mi café —repitió el chico un poco nervioso, luego pasó una mano por detrás de su cuello, su camisa se alzó un poco y Bakugou pudo ver la sombra de un camino de pecas que recorría su piel y Dios… tuvo que apretar sus manos con toda su fuerza para alejar el impulso de tocarlo.

«Mío» dijo una voz aterradora en el fondo de su mente.

—¿Por qué carajos me darías tu café?

El chico sonrió, no parecía intimidado en lo absoluto.

—Es que… Bueno, parece que lo necesitas más que yo. —Sonrió aún más y se lo ofreció como si fuera lo más normal del mundo darle tu café a un completo desconocido.

Bakugou tomó la bebida.

—Gracias —dijo medio perplejo. Su pecho se apretaba de una forma extraña. ¿Qué carajos era esto?—. Te invitaré la próxima vez que…

—¡Amor! —El chico del cabello estúpido lo llamó, el pecoso volteó a mirarlo y luego agitó sus manos.

—¡Voy Todoroki-kun! —le gritó de vuelta, luego volteó a ver a Bakugou de nuevo—. Me tengo que ir, espero que disfrutes el café. —Y Bakugou solo se quedó allí mientras lo veía alejarse.

Dio un sorbo, estaba dulce.

***

Las siguientes dos semanas transcurrieron de forma extraña, por alguna razón no podía sacarse la imagen de ese chico de la cabeza. También estaba esa incómoda sensación en su pecho, se sentía ansioso y fuera de balance. No conseguía dejar de pensar en esa estúpida mañana. ¿Qué clase de persona le regala su café a un completo desconocido? A Bakugou le costaba creer que alguien así existía, pero lo hacía, después de todo lo había tenido justo al frente.

Exhaló con pesadez. ¿Qué mierda le estaba pasando? ¿Por qué no podía dejar de darle tantas vueltas al asunto? Arrojó la almohada a un costado y cerró sus ojos. No pensaría más en eso.

Solo una semana bastó para que su resolución se fuera al carajo. Se estaba volviendo loco, y esto de estar en negación no le estaba funcionando. Si no buscaba al chico del café iba a terminar perdiendo la cabeza y quizás con su nueva adquirida falta de concentración hasta el semestre, ¿pero por dónde carajos comenzaba?

Trató de recordar cada detalle de ese día, pero no tenía mucho más que la apariencia del chico, no sabía su nombre, ni su carrera, y aunque se había tropezado con él en el cafetín de derecho, no podía descartar que solo se viera atraído por la calidad del café y no por la cercanía del cafetín con su facultad.

Pasó el resto de la tarde con la idea dándole vueltas en la cabeza, pero no fue hasta la noche que algo le hizo clic. El pecoso no estaba solo, estaba con esa chica y con el imbécil que parecía un bastón de caramelo. Ahora que lo recordaba ese chico lo había llamado “amor”. Su estómago se retorció. Cerró sus ojos e intentó concentrarse, creía recordar que había dicho su nombre, ¿cuál era? ¿Todo…? ¿Todo qué? ¿Todo imbécil? No, lo tenía en la punta de la lengua... ¡Todoroki! ¡Ese era!

Suspiró al mismo tiempo que tomaba su celular. Tendría que hacer algo que odiaba; pedir un maldito favor, así que con eso en mente marcó el número de la maldita central de cotilleos del campus: Kaminari Denki.

El rubio mal teñido solo tardó un par de horas en proporcionarle la información que requería. Al parecer el imbécil de Todoroki era bastante popular dentro de la universidad; hijo de un político influyente, estudiante del último año de derecho y como si fuera poco tenía uno de los mejores promedios de su carrera.

Bakugou se pellizcó el puente de la nariz mientras escuchaba a Denki parlotear, se notaba que la rata eléctrica era amante del chisme, por qué para ser honestos ¿Qué mierda le importaba que el platillo favorito de Todoroki fuera el soba? ¿O qué tuviera heterocromía? No había llamado al imbécil del Pikachu para esto, necesitaba información sobre el otro chico, el de cabello verde y mirada de cachorro.

—¿Y la otra persona? —preguntó ya molesto.

—Oh, cierto, se llama Izuku Midoriya, está en segundo año de derecho y es el novio de Shouto Todoroki.

—El novio —repitió entre dientes.

Kaminari se quedó en silencio por unos segundos, quizás sentía el aura asesina traspasando la línea.

—Sí —dijo en un tono cuidadoso—. Bro, es raro que me pidas información sobre alguien, así que me tomé la molestia de hacer un par de llamadas extras, y resulta que Camie comparte algunas clases con el tal Izuku, al parecer es algo así como el novio perfecto, incluso lo han apodado “el príncipe”. El chico solo tiene ojos para Shouto, claro, no es que esto te importe, pero en el caso de que lo haga es mejor que lo sepas de una vez, parecen una pareja perfecta, una de esas digna de una película romántica de los ochenta. —suspiró—. Ahora que lo pienso le tengo un poco de envidia, ojalá yo tuviera la mitad de la suerte que Izuku, Shouto se ve que está bien calien… —Bakugou colgó.

Pasó una mano por su cabeza.

—Una pareja perfecta —repitió entre dientes. No le gustaba una mierda.

***

Bakugou siempre se había considerado una persona práctica, iba al maldito punto, si deseaba algo buscaba la forma de obtenerlo, y tenía una estricta política sobre no malgastar su tiempo en causas perdidas, debido a esto, no conseguía entender por qué mierda estaba en la oficina de control de estudios, metiendo tres electivas de derecho comercial, cuando ya estaba hasta el culo con su propia carrera. Bien, para ser justos no estaba mal complementar su pénsum, pero esta no era la razón por la que había decidido complicarse la vida, estaba allí por Izuku.

Exhaló con pesadez. Esto ya estaba traspasando la barrera de lo ridículo. No se suponía que perseguiría al chico hasta su facultad, ni siquiera estaba seguro de qué carajos hacer. Izuku tenía novio, y por todo lo que le había dicho Denki no parecía que tuviera un mínimo de posibilidad, aun así estaba aquí, entrando a su estúpida primera clase y viendo desde el otro lado del auditorio como los rizos desordenados de Izuku caían sobre su rostro, sus pestañas largas y su gesto de concentración mientras presionaba la punta del lápiz contra su labio inferior.

Mierda. Bakugou tragó saliva. Le gustaba ese chico, le gustaba demasiado, y la sensación aplastante en su pecho no hacía más que crecer.

Bakugou pasó las siguientes semanas observando a Izuku, algunas veces en sus clases, otras cuando el chico se dirigía hacia el cafetín de la facultad. Siempre se había jactado de ser un buen observador, y en todo este tiempo había descubierto algunas cosas interesantes; Izuku amaba leer, todas las tardes se perdía al menos una hora en el cafetín sentando con una enorme taza de café y un pedazo de cheesecake de fresa. Bakugou sentía que iba a morir cada que Izuku jugaba con sus labios mientras pasaba las páginas de forma distraída. El pecoso hacía una infinidad de gestos mientras leía; pellizcaba sus labios, resoplaba y sus cejas se movían dependiendo de si las escenas lo asombraban o entristecían. Bakugou no podía creer que existiría una persona tan genuina. Los títulos que elegía también eran de lo más curiosos, todos clásicos de la literatura romántica; Orgullo y Prejuicio, María, Cumbres Borrascosas, Del Amor y Otros Demonios… Era un poco extraño que alguien que estudiara una carrera tan rígida como el derecho, disfrutara de lecturas tan particulares, pero Izuku parecía hecho para romper todos los moldes.

Con el transcurso de los meses Bakugou también se percató de la extraña influencia que Izuku ejercía sobre los demás, todos parecían sentirse atraídos hacia él, como si una especie de fuerza invisible los obligara a girar sus cabezas solo para verlo. Bakugou se consoló con el hecho de que no parecía ser el único afectado. Izuku resaltaba por su sonrisa genuina, y su voz suave, era atento, listo y tan jodidamente amable. Sus profesores también parecían adorarlo, pero no eran los únicos. Bakugou más de una vez había encontrado a la dueña del cafetín llevándole galletas y bebidas de cortesía a Izuku, este siempre se negaba, pero la anciana le acariciaba la cabeza y él terminaba accediendo con un rubor que le coloreaba hasta las orejas.

Tampoco podía ignorar la enorme cantidad de chicos que lo observaban hambrientos, pero el maldito de Kaminari tenía razón, Izuku era demasiado perfecto, y solo tenía ojos para el imbécil de Shouto, y esa era la parte que Bakugou más odiaba, tener que ver cómo el maldito novio llegaba a buscar a Izuku, como sus manos se entrelazaban y como la sonrisa de Izuku resplandecía cuando estaba junto a él.

Bakugou lo odiaba, y la frustración lo llevó a volverse un completo cabrón con el tipo. Todoroki y él compartían un par de clases en dónde Izuku no estaba y fue allí donde explotó todo lo que tenía en contra de ese maldito bastardo. Se encargó de joderlo en cada debate y su rivalidad empezó a ser más que evidente. Al final de la clase, Bakugou salía con una victoria, solo que no se sentía de esa manera cuando Izuku estaba esperando a Shouto para recibirlo con una enorme sonrisa. Bakugou tenía que ver como el chico que le gustaba, se arrojaba a los brazos de otro y en ese momento se daba cuenta de que en realidad no había ganado nada.

Bakugou quería estrellar su cabeza contra la pared. Lo que sea que estaba sintiendo lo había golpeado con tanta fuerza que si alguna vez se había sentido como un roble, Izuku había sido el rayo que lo había derribado.

Sabía también que no era propio de él quedarse observando, en cualquier otra situación habría ido de frente, habría intentado abrirse camino por cualquier grieta, pero algo lo estaba deteniendo, apenas faltaban un par de meses para la graduación, se suponía que le había prometido a su madre que tomaría un postgrado en la universidad estatal de Moscú, era una especie de acuerdo, pasaría los próximos tres años especializándose y ayudaría a cerrar un nuevo contrato con uno de los más grandes proveedores textiles de Rusia, a cambio la vieja bruja olvidara la idea de hacerlo asumir la presidencia de la compañía.

Para empeorar las cosas le gustaba Izuku mucho más de lo que probablemente era saludable y todo lo que había hecho era observarlo por unos cuantos meses. ¿Qué sería capaz de hacer si dejaba que sus sentimientos se volvieran más profundos? ¿Si buscaba acercarse? ¿Conocerlo? La respuesta que llegó a su cabeza lo asustó, porque sabía que el resultado sería desastroso, tenía responsabilidades de las que no podía huir aunque quisiera (y vaya que quería), e Izuku estaba demasiado enamorado de su novio como para que conquistarlo fuera una posibilidad. Bakugou estaba consciente de que era la receta perfecta para el desastre, por eso se había estado contenido en este intento masoquista de ver y no tener, porque sí, lo que sentía por Izuku lo había convertido sin lugar a dudas en el rey de los masoquistas.

***

El último día de la universidad Bakugou fue hasta el cafetín de derecho, las clases habían terminado hace un par de semanas y solo quedaban unos pocos estudiantes dispersos por ahí, probablemente no conseguiría ver a Izuku una última vez, pero cuando vio esos esponjosos rizos verdes a unos cuantos metros, su corazón se saltó un latido. Izuku estaba junto a la castaña, ambos estaban riendo y sostenían un par de malteadas. Bakugou sabía que la chica era su mejor amiga, pasaban mucho tiempo juntos y se notaba que Izuku la apreciaba.

Bakugou exhaló. No quería que las cosas terminaran de esa manera, aunque, para ser justos, jamás habían comenzado, al menos no para Izuku. Fue hasta la barra y pidió un café extra grande, el mismo que había intentado pedir la mañana en que conoció al pecoso, entonces caminó hasta él y se lo extendió.

Izuku parecía bastante confundido cuando lo vio llegar, la castaña, por otra parte, lo miró con una sonrisa divertida, era evidente que ella era mucho más perspicaz.

—Te lo debía —dijo, e Izuku lo miró por un par de segundos y luego sonrió aceptando la bebida. Algo se apretó muy fuerte en su pecho. Bakugou ni siquiera le dio la oportunidad de responderle, solo se dio la vuelta y se largó.

Apretó sus puños con fuerza. No había nada que hacer.

***

Tres años después, cuando Bakugou volvió de Rusia se encontró con la desagradable sorpresa de que su madre no pensaba cumplir con su parte del trato. La mujer estaba empecinada en qué asumiera la presidencia, caminaba de un lado a otro recordándole todo lo que el mundo esperaba de él solo por tener su apellido. Quería matarla, había malgastado tres malditos años de su vida a cambio de una supuesta libertad que nunca vería. Estaba furioso, pero su rabia se transmutó rápidamente en algo más útil. Si tenía que renunciar a todo lo que conllevaba ser un Bakugou entonces lo haría. No iba a pasar el resto de su vida rindiéndole cuentas a los accionistas, y mucho menos se casaría con alguna perra estirada que su madre decidiera que era digna de él.

Estaba hasta el culo de eso, así que sin pensarlo dos veces mandó todo a la mierda, le dejó muy en claro a su madre que no quería saber nada más de la compañía, y vendió todas las acciones que tenía a su nombre, no era una cantidad de dinero exorbitante, pero le sirvió para comenzar de nuevo. Tenía una buena cabeza para los negocios y no iba a desperdiciarla.

Unos años después sus esfuerzos dieron frutos, era dueño de más de la mitad de los clubs en Tokio, estaba posicionado entre los veinte hombres más ricos del país y las cosas con su madre, bueno, eso seguía sin mejorar. Tampoco había logrado mantenerse en una relación, así que había optado por una simple vida de soltero, si estaba de humor se follaba a algún chico bonito, pero eso era todo.

No quería admitirlo, pero con el paso de los años su soledad se terminó volviendo una carga, los acostones de una noche estaban bien, no era como que no disfrutara del sexo como cualquier hombre sano de su edad, pero ya no era suficiente, quería alguien con quien compartir su vida, tenía una enorme fortuna, quería pequeños mocosos para malcriar y un amoroso esposo que lo recibiera al llegar a casa. A veces le asustaba que en su fantasía su futuro esposo fuera sospechosamente parecido a cierto pecoso demasiado entrañable. Exhaló y le dio un sorbo a su trago. Odiaba esto, sentirse tan estúpido, imaginando cosas que nunca sucederían, aunque tampoco podía culparse demasiado por ello, la única vez que sintió algo parecido al enamoramiento fue por ese chico en la universidad, así que por más escalofriante que le pareciera no podía culpar a su cerebro por recordarselo algunas veces.

Esa misma noche terminó bebiendo en uno de sus clubs, estaba en una mesa privada y su atención no estaba demasiado enfocada en lo que ocurría alrededor, se sentía de un humor extraño, estaba tenso y lo único que quería hacer era evitar pensar demasiado. Siguió bebiendo de forma distraída hasta que algo llamó su atención; una cabellera verdosa que se iluminaba con las luces tenues del club. Bakugou bajó la bebida de inmediato y sus ojos se ensancharon, ¿cuál era la posibilidad? ¿Acaso sería…? Antes de que se diera cuenta se puso de pie, como si una especie de fuerza invisible lo guiara, sus dedos cosquilleaban producto del subidón de adrenalina. Podía distinguir sus facciones incluso a lo lejos, no había duda, el hombre que estaba sentado en la barra era Izuku, sus hombros estaban más anchos, y su cabello seguía siendo una bonita maraña, pero sus ojos se veían tristes y cansados. A Bakugou no le gustó una mierda, ¿qué carajos había cambiado? ¿Por qué Izuku se veía de esa forma?

Reaccionó cuando lo vio ponerse de pie. Sintió que su pulso se aceleraba, ¿estaba por irse? Apretó sus puños, no, aún no. Izuku se tambaleó y Bakugou no desaprovechó la oportunidad. Sujetó al pecoso, parecía que había bebido más de la cuenta. El chico alzó su rostro, sus ojos se abrieron, había una mezcla de vergüenza y un destello de algo más. Bakugou tragó saliva. Nunca pensó que Izuku fuera capaz de verlo de esa manera, había un deseo crudo en su mirada, tan intenso que tuvo que usar todo su maldito autocontrol para no tomar su boca en ese mismo momento.

—Oye, ¿te encuentras bien? —logró decir en un tono casual, no creía que Izuku lo recordara y tampoco podía arriesgarse a espantarlo. Izuku intentó separarse, pero se tambaleó de nuevo y Bakugou lo tomó con más fuerza—. Creo que has bebido de más.

Izuku lo miró con los ojos bien abiertos, a esa distancia Bakugou podía distinguir el bonito sonrojo que cubría sus mejillas, sus pestañas largas, sus labios entreabiertos que se veían tan malditamente provocadores.

—Estoy bien —dijo.

Bakugou sonrió.

—Lo que tú digas, pecoso.

Izuku se apoyó contra la barra y se le quedó viendo con un gesto casi consternado, parecía confundido, su mirada era intensa y Bakugou se sintió tan malditamente satisfecho, siempre había deseado la mirada de Izuku sobre él. Bakugou se lamió los labios con impaciencia. Izuku estaba ahí, frente a él, y su mirada le decía cuanto lo deseaba, el hambre que sentía no podía ser unilateral. Sabía que Izuku estaba afectado por el alcohol y le hubiese gustado dar un paso atrás, ser el tipo correcto, un verdadero caballero, pero si era honesto consigo mismo no quería hacerlo, solo quería tomar a Izuku, llevárselo y hacer todo lo que había deseado desde el primer día en que lo vio en ese cafetín de la universidad.

Solo le costó unas pocas palabras para hacer que Izuku lo siguiera. Bakugou se sentía inestable, estaba al borde de una cornisa y no tenía miedo de saltar, pero Izuku, en cambio, se veía nervioso, y aunque era imposible disimular su deseo, parecía que con el mínimo soplo cambiaría de opinión. Bakugou no pensaba permitirlo, nunca volvería a tener una oportunidad como esta.

Llevó a Izuku a una de las salas VIP, le sirvió un trago y fue allí cuando la vio, la argolla dorada que relucía en su dedo anular. Algo se anudó en su estómago: una sensación desagradable.

Se sirvió un vaso de whisky y lo jaló por completo a su boca.

Izuku estaba casado. Maldita sea. Ahora que lo pensaba tenía sentido, por eso estaba tan renuente en darle su nombre, aunque era bastante irónico que de todas formas lo conociera.

—¿Deku está bien para ti? —preguntó tentando a su suerte, tal vez se daría cuenta del juego de kanjis, pero si Izuku sospechó algo su rostro no lo delató.

—Sí —dijo con su voz tímida y temblorosa— ¿Te parece bien Kacchan?

—¿Kacchan, es en serio? —su tono fue burlón, pero solo fue un intento pobre por ocultar su hambre. Rellenó su vaso y le dio un sorbo, estaba caminando sobre hielo delgado, si no jugaba sus cartas correctamente existía la posibilidad de que Izuku se fuera, después de todo no creía que fuera del tipo infiel. Bakugou sabía de primera mano lo correcto que era, si iba a hacer esto necesitaba hacer los movimientos justos, entonces se acercó al cuello de Izuku, tentándolo, olía delicioso, el perfume se mezclaba con el olor natural de su piel, y su boca se hizo agua, podía sentir como Izuku temblaba, como su respiración se volvía cada vez más inestable.

Rozó el lóbulo de su oreja y preguntó en un tono bajo si no se arrepentiría, necesitaba escucharlo de sus labios, quería que Izuku lo eligiera a él por sobre todos los demás. Izuku no dijo nada, solo se quedó mirando la argolla por unos segundos, hasta que la sonrisa de Bakugou se ensanchó al ver como Izuku renunciaba al anillo y por ende a todo lo que simbolizaba. No necesitó más que eso, rompió la distancia que los separaba y tomó sus labios con desesperación, Izuku gimió y joder… Sentía como su piel se quemaba producto de la necesidad, quería a Izuku más cerca, sentir su piel, chupar lindas marcas en su cuello, en sus muslos, en… Bakugou lo empujó contra el diván profundizando el beso, la boca de Izuku era dulce y tenía el regusto del alcohol, sus labios suaves, y su lengua cálida y humedad se derretía contra la suya.

Bakugou lo supo en ese momento, estaba jodido.

***

A la mañana siguiente Bakugou se levantó con Izuku entre sus brazos, el pecoso estaba apretujado contra su pecho, y por un demonio, era lo más satisfactorio del mundo. Bakugou se permitió sentir su aroma, jugar con sus rizos, pasó sus dedos con suavidad y se deleitó con la textura esponjosa, había querido tocar ese cabello tantas veces que ahora el solo hecho de poder hacerlo le parecía irreal.

—Kacchan —lo escuchó murmurar entre sueños. Bakugou sonrió, le gustaba ese nombre, era algo meloso, pero era suyo y eso hacía que todo su pecho se calentara.

Mierda. En realidad podría despertarse de esta manera cada mañana, con el aroma a manzanilla que desprendían los rizos de Izuku, y su cuerpo satisfecho por todo el sexo que acababan de tener. Izuku era tan delicioso, y había tomado su polla tan bien… Bakugou dio un vistazo a su cuerpo, su piel estaba hecha un desastre, sus marcas repartidas en cada rincón a causa de la necesidad de marcarlo, de hacerle saber al mundo que le pertenecía, solo que en realidad no lo hacía, ¿verdad? Era consciente del muro que los separaba, solo que no podía estar seguro del tamaño. Necesitaba información, había pasado demasiado tiempo, años en realidad. Ahora Izuku estaba casado, pero la pregunta era: ¿Con quién? ¿Seguiría con el bastardo de Todoroki? ¿O quizás con alguna mujer? Necesitaba saber exactamente a qué se estaba enfrentando para trazar un plan de acción, porque si de algo estaba seguro era de que no pensaba renunciar a esto.

Bakugou se levantó con cuidado, y trató de no despertarlo, pero veinte minutos después estaba convencido de que Izuku se había vuelto un completo paranoico. Lo había dejado solo para ir a tomar una ducha y pedir servicio a la habitación y cuando salió del baño, Izuku ya estaba medio vestido balbuceando un montón de excusas en un patético intento por escabullirse.

Fue tan malditamente frustrante.

Lo arrastró hasta el baño, necesitaba ganar algo de tiempo, no podía permitir que se fuera, no al menos hasta asegurarse de que no sería la última vez. Lo desnudó entre quejas y chillidos y lo hizo entrar en la ducha no muy feliz.

—¿Podrías darme un poco de privacidad?

Bakugou ignoró el comentario, solo podía ver la piel de Izuku mientras el agua caía sobre ella, tenía marcas en todo su cuerpo, sus manos habían estado ahí, su boca. Mierda. Necesitaba más.

—¿Cómo carajos piensas ocultar todo eso de tu esposa? —lanzó el primer anzuelo.

Izuku pareció enojarse, porque su bonito ceño se frunció haciendo que una arruga apareciera entre sus ojos.

—Ya me las arreglaré —dijo—, y tengo un esposo, no una esposa.

Bien, entonces había una posibilidad de que fuera el bastardo de Todoroki, con esa información podría trabajar.

—¿Eres gay? ¿Abiertamente? —intentó parecer sorprendido.

—Sí, ¿por qué rayos no lo sería?

Izuku parecía exasperado, Bakugou no podía culparlo, pero había algo que no le terminaba de encajar, tendría que seguir presionando.

—Pensé que eras uno de esos tipos sexualmente frustrados, de esos que no pueden asumir su homosexualidad. Jamás pensé que estarías casado con otro hombre —mintió.

Izuku abrió sus ojos sorprendido.

—¿Por qué?

—No pareces del tipo infiel. —dijo sin rodeos, y era cierto, Izuku era demasiado correcto, era difícil pensar que fuera capaz de engañar a su esposo, al menos, claro, que su esposo fuera una enorme pila de mierda, eso podría explicarlo, aunque a Bakugou le parecía que la situación era mucho más compleja. En todo el tiempo que había observado a Izuku jamás le pareció alguien propenso a beber, simplemente no encajaba con su personalidad, y anoche parecía en el borde, como si tratara de ahogar algo que lo sobrepasaba.

—No lo soy, o bueno, no lo era, hasta anoche —replicó y luego bajó la mirada.

A Bakugou no le gustó la expresión de su rostro, lo había notado incluso anoche con la iluminación tenue del bar, Izuku se veía deprimido, era claro que algo no estaba bien.

—El bastardo con el que te casaste debe ser un completo idiota.

Izuku lo miró con una mezcla de sorpresa y resignación. Bakugou lo supo de inmediato, estaba en lo correcto, los ojos de Izuku no podían mentir.

—No es un idiota, es solo que… es complicado. —Apretó sus labios.

—¿Hace cuánto que lo sabes? —lo presionó.

—¿Qué cosa? —Izuku lo miró confundido.

—Que te engaña —dijo sin rodeos.

—¿Cómo sabes que me engaña?

—Tienes ojeras profundas, parece que llevas un maldito año sin dormir, y ni hablar de la respuesta de tu cuerpo ante el sexo, parece que hace mucho tiempo que nadie te toca, seguramente te has tenido que pajear por meses y por tu baja resistencia en el alcohol deduzco que no llevas demasiado tiempo bebiendo, las cosas deben de haber empeorado estas últimas semanas, lo suficiente como para que aceptaras pasar la noche con un completo desconocido.

—¿Eres un detective profesional o algo así? —preguntó con una ceja alzada.

«No, solo te conozco mejor de lo que piensas»

—No, solo soy observador.

—No me siento cómodo hablando de esto contigo, no te ofendas, pero no te conozco.

—Eso no te evitó gemir ese falso nombre toda la noche. —Sonrió burlonamente—. ¿Cómo fue que me llamaste? —Amplió su sonrisa—. ¿Kacchan?

Bakugou no pudo evitar sentirse satisfecho cuando el rostro de Izuku se ruborizó.

—Eso fue un error, jamás volverá a ocurrir. —Izuku lo miró de forma retadora y Bakugou tuvo que usar todas sus fuerzas para contenerse y no tomar sus labios en un beso.

—Quién pensaría que aparte de ese bonito culo también tienes agallas. —Dejó salir una pequeña risa e Izuku lo fulminó con la mirada. Bakugou decidió no molestarlo más, parecía que el pobre terminaría sufriendo un colapso—. Anda, termina de bañarte, te estaré esperando afuera, pedí servicio a la habitación, no debe tardar en llegar.

Bakugou se fue dejándolo solo. Quizás si fuera cualquier otra persona se habría desanimado, pero era difícil hacerlo desistir e Izuku también era un pésimo mentiroso, era evidente que había disfrutado del sexo tanto como él, y a pesar de que intentaba verse amenazante, en realidad solo lograba parecer un cachorrito malhumorado.

Sonrió mientras se sentaba en la mesa, la comida había llegado justo con algunos paquetes importantes. Izuku salió del baño escurriendo agua. Bakugou no pudo evitar reírse al verlo tan molesto, era jodidamente adorable, con sus cachetes inflados y un enorme puchero mientras se quejaba. Le señaló los paquetes, Izuku parecía bastante confundido, pero se terminó yendo a cambiar todavía enfurruñado. Bakugou no pudo quitarle la mirada de encima, le gustaba, le gustaba incluso más que en el pasado.

Le dio un sorbo a su café y prendió el televisor mientras lo esperaba, apenas pasaron unos minutos y cuando por fin salió, una sonrisa de suficiencia llenó todo su rostro, amaba la forma en que la ropa se ceñía sobre su cuerpo, seguía siendo un traje bastante elegante como el anterior, pero este a diferencia del otro estaba mucho más acorde con su personalidad, la camisa blanca le daba un toque juvenil y el saco azul oscuro resaltaba con el verde de sus ojos. Se veía hermoso.

—Mucho mejor, esto va más contigo, ese traje estúpido que cargabas parecía algo elegido por un frígido abogado. —dijo y fue imposible ignorar la mirada de pánico que le dio Izuku. No debería molestarlo, pero había algo adictivo en tenerlo en constante alerta.

—Gracias por la ropa —murmuró Izuku con los labios tan apretados que casi parecía un puchero, luego se sentó en la mesa y su vista se fue de inmediato al televisor—. ¡All Might! —exclamó casi gritando. Bakugou volteó a mirarlo y por primera vez su gesto de sorpresa fue genuino. Tenía que ser una maldita broma, ¿qué posibilidad había de que Izuku también amara las jodidas películas? —¡Adoro esta y la del ochenta y seis, son simplemente las mejores! —lo escuchó decir mientras masticaba. Mierda, ¿es que acaso Izuku podía ser más perfecto? El pecoso buscó su mirada, se veía tan emocionado— ¿Sabías que en la escena final Yagi Toshinori se tropezó con una grieta y el golpe…

—...que le dio al villano no fue intencional? —completó sin poder ocultar su emoción.

Izuku asintió muy rápido mientras mordía otro pedazo de tostada.

—¡Exactamente! Es gracioso porque el director amo tanto la naturalidad de la escena que decidió dejarla… —dijo mientras Bakugou seguía mirándolo incrédulo—, aunque estoy seguro de que eso ya lo sabías.

—Así que también eres un nerd, eres toda una jodida caja de sorpresas. —Sonrió y sus ojos se clavaron curiosos y expectantes.

Un bonito sonrojo llenó todo el rostro de Izuku y Bakugou no pudo más que sentirse jodidamente satisfecho.

—Gracias por la comida, pero, bueno, yo… Tengo que irme… —Izuku se puso de pie. Bakugou frunció el ceño, sabía que era inevitable que se fuera tarde o temprano, pero aún no había encontrado la forma de volver a llegar hasta él.

—Toma. —Le extendió una tarjeta de presentación. Izuku negó con la cabeza.

—No, lo siento, lo mejor será que no nos volvamos a ver —dijo. Bakugou sonrió, quizás Izuku podía engañarse a sí mismo, pero no a él, él podía ver el hambre en sus ojos, la manera en que mordía sus labios producto de la ansiedad. Izuku lo deseaba y se estaba esforzando tanto por no demostrarlo.

—Algo me dice, Deku, que esta no será la última vez que coincidamos. —Tomó la tarjeta y la deslizó en el bolsillo de su camisa. Esa era una promesa.

Izuku no dijo nada, solo abrió la puerta y casi se tropezó al salir. Bakugou resopló y pasó una mano por detrás de su cuello, se sentía frustrado, pero no iba a permitir que las cosas terminaran de esta manera, así que tomó su teléfono y tecleó un par de nombres a su asistente.

Se sirvió un trago y se tiró en el mueble.

Yaoyorozu tenía trabajo que hacer. Esto apenas había comenzado.

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¡Hola de nuevo melocotones!🍑


¿Cómo están? ¿Qué tal les ha parecido el desarrollo de la historia? Muchos de ustedes querían la perspectiva de Bakugou y ahora la tienen, entonces... ¿Se sienten satisfechos? ¿Se lo esperaban? ¡Espero ansiosa sus comentarios! ¡Saben que mi parte favorita siempre es leerlos!💕 Por cierto, tengo un par de anuncios.

El primero👀: tuve un pequeño colapso en el capítulo anterior, se supone que el amante de Todoroki era Inasa y no Iida, pero yo escribí a diestra y siniestra Iida con Inasa en mente, no me pregunten que me pasó, la gente esquizofrénica es así. En fin, debido a eso tuve que cambiar todos los Iida por Inasa, así que de seguro algunos leyeron lo que no era antes de poder corregir, me disculpo por eso, de verdad a veces se me cruzan los cables. Por eso recuerden que la gata rompehogares de este fic es Inasa.

Segundo: hay varios melocotones que me estuvieron escribiendo por la actu, y si me esforcé en terminarla fue por ustedes, gracias por todo su apoyo y ánimo. También gracias a @Hidetoshi-chan que fue la única que evitó que me pegara un tiro en el proceso, aunque parezca un capítulo simple, no lo fue, una perspectiva nueva y además narrar desde el pasado fue algo muy complejo de hilar (y aún no estoy segura de si lo hice bien), así que denle amorcito a mi hermosa florecilla del bosque porque se lo merece, ¿les he dicho que aparte de una gran amiga es una autora muy talentosa? Si yo fuera ustedes iría a darle un vistazo a sus increíbles historias, les juro que no se van a arrepentir♥️

Tercero: Noté que varios nuevos lectores han comentado que les recomendaron la historia por TikTok, si de casualidad tienen el usser me lo dejan en los comentarios, siempre me gusta ir a chismear y por supuesto agradecer por el apoyo♥️

Y si alguien de por aquí está esperando actu de Valaquia, no se preocupen que ya ando en eso.

Infinitas gracias por leer y por su cariño, no puedo pedir lectores más lindos que ustedes.

Un abrazote enorme.
Gaby.

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