Blood White I (La historia de...

Por Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... Más

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap.28
Cap. 29
Cap. 30
Cap.31
Cap. 32
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap. 33

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Por Idoia_G

14/01/2011 Parte II

Todo esto es culpa mía, debí hacerle caso a Sila y a Gabriel y apartarme de él. Le he puesto en peligro por mi mala cabeza, a un tipo que no se merece que le pase nada malo. Si algo le pasara no me lo podría perdonar nunca. Nunca.

Retuerzo mis manos nerviosa. Mi respiración es atropellada y es como si el aire no llegase a mis pulmones. Por favor, que no le haya pasado nada.

Si no fuese porque nunca he creído en un Dios, ahora mismo le estaría rezando. Gabriel mantiene su mano en mi muslo, sube y baja su pulgar para calmarme un poco, pero ni siquiera su contacto consigue tranquilizarme lo más mínimo.

— ¿Queda mucho? —le pregunto a Kaleb que simplemente me mira y sigue su camino.

Se lo he preguntado unas veinte veces y entiendo que no puede decirme mucho más. Cuando el coche se para, abro la puerta para bajar de inmediato. Pero la mano de Gabriel me retiene en el interior y cierra de nuevo la puerta.

— ¿Estás loca? Podrían matarte.

— Ya, pero... ¿y si tienen a Michael? No puedo quedarme aquí sin hacer nada.

— No estás sin hacer nada, te prometo que en cuanto sepamos si está ahí, vendrás conmigo.

Me toma el arma que llevo en la pernera y la revisa, para comprobar que llevo munición. Debería, pues solo he gastado tres balas. Vladimir y los dos tipos de hoy.

Gabriel baja discretamente la ventanilla y me siento sobre sus piernas para escuchar a Velkam que aparece del otro lado del cristal.

— Hemos revisado las plantas del edificio, creemos que están en la quinta planta pero esperaré a que Caín me lo confirme. No queremos abrir un polvorín innecesariamente.

— ¿Se sabe si han traído al tal Michael? —mi corazón late revolucionado escuchando la pregunta de Gabriel.

— Hemos conseguido hackear las cámaras de un negocio en la parte trasera del edificio del tipo este. Lo han sacado por una ventana y lo bajaron por la escalera de emergencia. No hemos logrado ver un coche o una matrícula. Que lo tienen es seguro, que esté en este piso, no.

— Bien —la voz de Kaleb es calmada.

Miro a Gabriel que me sostiene sobre sus piernas, sujetándome firmemente con los brazos.

— ¿Y si no lo tienen aquí? ¿Debería haber dejado al chaval vivo? ¿Y si me ha engañado? ¿Y si...

Gabriel me tapa la boca con una de sus manos.

— Deja de castigarte, le vamos a encontrar ¿Vale?

— ¿Vivo? —mi voz es apenas un susurro ahogado.

— Le vamos a encontrar —me repite con decisión.

Con sus brazos me rodea y con su mano sujeta mi cabeza contra su pecho. Yo me dejo acariciar mientras mis ojos lloran descontrolados.

— Le vamos a encontrar —me susurra y me besa la cabeza.

Los nudillos de alguien chocan contra la ventanilla haciendo que empuje a Gabriel para que me deje oír de nuevo. Mis temblorosas manos bajan la ventanilla.

— Pequeña —Velkam me sonríe—, el chico no está aquí. Tienen un piso donde hay drogas y alcohol. Han debido tener una buena juerga, porque hay ropa interior por todo el piso y marcas de haber tenido sexo en las habitaciones. Pero no hay nadie y ni rastro del chico.

— ¿Gabriel? —miro desesperada a mi ángel de ojos verdes, pero no encuentro respuesta en ellos.

— Confía en mi, ¿Vale? Le vamos a encontrar.

De repente mi celular empieza a sonar. Lo saco del bolso y se cae al suelo.

¡Mierda! Cuanta más prisa tengo...

Lo consigo coger y descuelgo sin mirar.

— ¿Sí? —intento no parecer tan nerviosa como estoy.

— B... Bianc... a —la voz de Michael está entre cortada.

— ¿Michael? ¿¡Michael eres tú!?

Oigo su respiración. Gabriel me arrebata el terminal de las manos y le da al altavoz. Seguimos escuchando la respiración.

— ¿¿MICHAEL?? —grito con desesperación— ¿Dónde estas?

Gabriel le hace señas a Velkam que saca una especie de maletín y se mete con él en el coche.

— Hola pequeña zorra —esa voz me hiela la sangre.

— Klaüs —susurro.

— Veo que aún recuerdas como suena mi voz. Pensaba que se te había olvidado con tanto follar con este hijo de puta.

— Klaüs —repito, mi mirada se pierde en el infinito y no soy capaz de decir nada más que su nombre.

— ¿Sabes que su polla aún tenía restos de tu corrida? Se la he comido para recordar a que sabes, pequeña zorra.

Gabriel me sujeta firmemente, pero noto como clava sus dedos en mi carne. Velkam me golpea en el brazo para que reaccione.

— ¿Dónde le tienes? —le digo sollozando.

— Te lo voy a decir porque quiero que vengas a buscarlo. Si es digno de una zorrita como tú, te lo devolveré. Pero tengo reglas.

— Bien —le digo limpiando los restos húmedos de mi cara.

— Vendrás a la dirección que te indique completamente sola. No quiero truquitos, ni trampas.

Silencio...

— ¿¿ME HAS OÍDO, ZORRA??

— Sí —le respondo.

— Eso está mejor. Sal del vehículo donde estás con esos matones que te has buscado.

Miro a Velkam y Gabriel que me niegan con la cabeza.

— ¡¡He dicho que salgas!! Antes no tenía que repetirte tanto las cosas.

BANG

BANG

Se oye un arma disparar y gritos de dolor de fondo. Es Michael, me tapo la boca para que no me oiga gritar y llorar.

— La próxima bala irá a su cabeza si no haces lo que te digo.

Me suelto del agarre de Gabriel y tomo el celular con mis manos. Salgo del coche bajo la mirada de los hombres de Sila. Caín está justo frente a mí.

— Camina hacia la esquina donde está la cafetería y dobla la esquina —lo hago con premura. Un coche blanco aparece frente a mí—. Entra al puto coche que acaba de abrir la puerta y nos vemos pronto.

Piiiii

Veo la puerta abierta. Miro de reojo hacia atrás. Nadie me ha seguido. Y eso en parte me da tranquilidad, pero sé, que esto es el final. Que jamás veré a Gabriel, ni a Sila, ni a Velkam. Tampoco veré a Kaleb, ni a Ekaterina, ni a Marlenne.

Las lágrimas se agolpan en mis ojos y las dejo caer. No me avergüenzo de ellas. Es normal el estado en el que estoy.

— Hola pequeña Zorra —esa voz me hace abrir los ojos y ver esa negra barba que tanto asco me da. Sus enormes ojos negros—. ¿Me has echado de menos?

Estoy en la parte trasera del coche. Klaüs está a mi lado, ha tirado mi celular por la ventanilla y con él todas mis esperanzas. Me ha roto la ropa que llevaba y está invadiendo mi boca con su asquerosa lengua. Yo he cerrado los ojos y me he centrado en visualizar los ojos verdes de Gabriel. Los únicos que pueden hacerme tener esperanza en estos momentos.

Las ásperas manos de Klaüs tocan cada parte de mi anatomía, haciendo que el estómago se me revuelva.

Cuando llegamos al lugar donde debe estar Michael, Klaüs me agarra del pelo y tira de mí, haciendo que baje del coche atropelladamente y caiga de rodillas al suelo.

Él vuelve a levantarme y me empuja de nuevo. El dolor es incalculable, es como si me estuviese arrancando uno a uno cada pelo de mi cabeza.

Camino con las playeras, el pantalón hecho jirones y sin camiseta. Apenas puedo ver nada de lo que hay a mi alrededor pues llevo los ojos tan húmedos que no veo nada.

— Aquí tienes a tu zorra —levanto la mirada y puedo ver una silueta.

Muevo la cabeza a un lado y otro para eliminar las lagrimas y consigo verle.

Michael.

Está atado a una columna. Desnudo, lleno de sangre.

— Michael —susurro y hago que él me mire. Al verme agacha de nuevo la mirada.

Puedo ver que tiene al menos un brazo roto, pues tiene una rara postura. Las piernas no le sostienen, pues lo hacen las cadenas con las que está atado.

— Quiero, pequeña zorra —me susurra Klaüs llevándome justo frente a Michael—, que seas testigo de lo que le pasa a la gente que juega conmigo.

— No, Klaüs, no —le suplico.

Pero un bofetón me calla y siento como la sangre brota de mi labio.

— No estás en posición de pedirme nada.

Alguien a quien no veo me sostiene y otra persona me toma las manos. Cuando me doy cuenta, me han encadenado a una barra que sale de la pared. Intento moverme sin éxito.

— Klaüs, él no ha hecho nada, es todo mi culpa. Klaüs, por fav...

PLAS

PLAS

Vuelve a golpearme. Esta vez más fuerte y hace que mi cabeza golpee en la pared. Siento cómo me pitan los oídos por el golpe y me desoriento.

Poco a poco abro los ojos. Quiero gritarle de nuevo. Me da igual todo. No puedo permitir que le maten. No por mi culpa. Yo ya estoy muerta, pero él...

No puedo terciar palabra porque me han amordazado con algo parecido a un trapo y no me permite hablar. Me retuerzo una y otra vez hasta que veo cómo se acercan con un machete a Michael.

— Estas son las consecuencias de follarte a una mujer casada.

Los ojos de Michael me buscan, le mantengo la mirada pero me siento tan avergonzada que acabo por bajarla.

¡¡¡¡NOOOOOO!!!!

Grito sin que nadie me pueda oír cuando veo como con el machete comienza a dar puñaladas por todo el cuerpo de Michael.

Grito y grito y grito. Pero dejo de hacerlo cuando veo como el cuerpo totalmente masacrado de Michael cuelga sin vida.

Cierro los ojos. Han matado a Michael.

— Y ahora es tu turno. Para ti, tengo algo mucho mejor. Dejaré que todos mis hombres te follen como quieran, parece que disfrutas mucho de eso y luego jugaremos de nuevo a la dama de nieve ¿Qué te parece? Te soltaré en algún campo por aquí cerca y dejaré que algunos peces gordos te den caza. Como la zorra que eres.

Abro los ojos y niego con la cabeza.

La dama de nieve no.

Klaüs me arrebata lo que me queda de la ropa y cuando el primer hombre se saca el miembro dispuesto a violarme.

BOOM

BOOM

Dos explosiones y... caos. Todo a mi alrededor se vuelve caos. Cierro los ojos fuertemente y solo puedo esperar la muerte. Este es mi momento.

Lo sé. Ha llegado mi momento.

Y...

Solo puedo ver sus ojos verdes. 

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