Blood White I (La historia de...

By Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... More

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap.28
Cap. 29
Cap. 30
Cap.31
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap. 32

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By Idoia_G

14/01/2011 Parte I

— ¿Qué buscas tanto? —Michael asoma su cabeza por mi lateral para ver la pantalla del portátil— ¿Rusia?

— Em... —bebo un sorbo de mi café— Sí.

— ¿Qué pone ahí? Tenéis unas letras muy raras.

— Es Krasnoyarsk, una ciudad de Rusia.

— Ajam —le miro por el rabillo del ojo— ¿Eres de allí?

— No, soy de Moscú, pero ahora mi hermana está ahí.

— ¿La que vino a buscarte la última vez?

¡Mierda!

— No, es mi... otra hermana.

— ¿Cuántas hermanas sois?

¡Joder!

— Em, solo tres.

— Ya y... —su mano comienza a subir por mi muslo hasta llegar a rozar mi pubis desnudo bajo la enorme camiseta— ¿Sois todas tan guapas?

Cierro el portátil de golpe y le miro lascivamente, porque está tocando todas las teclas para ponerme con ganas de follar. Algo a lo que me estoy haciendo adicta.

— No, soy la más guapa. Tienes suerte.

Me siento a horcajadas sobre él en la silla en la que está sentado y restriego mi pubis empapado contra su miembro ya erecto bajo el bóxer.

— Sí que tengo suerte, sí —susurra sensualmente.

Con mi mano saco su pene del bóxer y lo masajeo. Veo que sobre la mesa hay varios preservativos que ayer por la noche no llegamos a usar después de una maratón de sexo en la cocina. Le pongo uno y le meto en mi interior.

Cierro mis ojos y veo los ojos verdes de Gabriel, como siempre me pasa. Me imagino que bajo mi cuerpo está él. Pero algo falla cuando las manos de finos dedos de Michael recorren mi espalda.

— ¡Dios Lina! Eres una puta diosa. Te amo, ¡Joder! ¡Joder! Voy a correrme.

No le respondo, nunca lo hago. Es otra de sus manías mientras follamos. Habla mucho. Dice guarradas y siempre acaba diciendo que me ama. Y yo nunca le respondo. No le amo, no sé qué se siente realmente al amar a alguien, pero seguro que no es esto.

Le tengo cariño, me cae bien, me río con él. Pero, no tengo esa conexión que tengo con Gabriel durante el sexo que me hace explotar de esa manera. Y sobre todo, no me conoce. Quizá si lo hiciese me daría la espalda.

Sería lo normal. Imagino.

— Nunca he conocido una mujer cómo tú —me susurra cuando hemos terminado evitando que me levante de su regazo.

— Lo sé —le doy con mi dedo en su nariz, luego un suave beso en los labios y me levanto—. Tengo que irme. Hoy tengo cosas que hacer.

— ¿No vamos a repasar? Mañana es tu primer examen.

— Si quieres repasamos esta noche —le susurro y me voy a la ducha.

Después de la ducha, me cambio y salgo dispuesta a irme. No veo a Michael por ningún lado, no está en el cuarto, no está en el salón y en la cocina nada, pues está unida al salón. De repente reparo en que la puerta de la calle está abierta. Recojo mi portátil, el celular y me cuelgo el bolso para irme. Salgo por la puerta y cierro tras de mí. Imagino que habrá bajado a pedirme un taxi.

Llegué a un acuerdo con Gabriel de que podría ir en taxi si me los pedía Michael. Accedió a regaña dientes, pero lo hizo.

Llamo al ascensor y doy dos pasos atrás. De repente siento cómo mi zapato se escurre en el suelo de mármol. Miro al suelo y una mancha roja está en el suelo.

Mi corazón comienza a latir desbocado. ¿Eso es sangre?

Doy dos paso más hacia atrás y miro todo el rellano. Hay gotas rojas por todo él. Y al abrirse las puertas, el cuadro que se presenta ante mí me pone histérica. Todo el suelo y parte de una de las paredes, están llenas de sangre. ¿Qué demonios ha pasado aquí?

Bajo por las escaleras rápidamente.

— ¿¿MICHAEL?? —voy gritando mientras bajo— ¿¿Michael??

Salgo a la calle desencajada. ¿Le habrá pasado algo a Michael? Pero lo que veo al salir no me tranquiliza en absoluto. Gabriel está mirando al capó del coche y le veo con la camiseta llena de sangre.

— ¿Qué has hecho? —le grito sin pensar en lo que pueda pensar la gente.

— ¿Estás bien? —me mira con su cara de preocupación máxima. Sus manos me toman de los hombros y me observa, pero le empujo para retirarle de mi lado.

— ¡Claro que estoy bien! ¿Qué has hecho?

— Hemos visto unos tres hombres armados entrar en el edificio. Kaleb y yo les hemos seguido y los hemos encontrado en el rellano de tu novio.

— Ya están en el maletero —Kaleb se asoma y me mira con la misma cara de preocupación—. Debemos irnos para deshacernos de esta mierda.

— ¿Y Michael? —les pregunto cuando entiendo que ellos no le han hecho nada.

— ¿Qué le pasa a Michael? —me dice Gabriel frunciendo el ceño.

— ¿Dónde está? —le digo— Salí de la ducha y no estaba, la puerta estaba abierta y pensé que había salido a pedirme un taxi.

— No le hemos visto salir —Kaleb me hace entrar rápidamente en el coche—. Gabriel, ¡Vamos!

Kaleb conduce deprisa por la ciudad.

— ¿Nos ha visto alguien? —pregunta Gabriel.

— No, la suerte es que la puerta da a esa especie de plaza tras el callejón y no hay nunca nadie.

— ¿Quiénes eran?

— No lo sé. Lo veremos cuando lleguemos al puerto.

— ¿Puerto? ¿Vamos al puerto?

— Sí, esos hijos de puta aún están vivos, necesitamos que nos digan qué hacían acechando a tu novio o...

— ¿O? —le insto nerviosa a que me conteste.

— O a ti.

Me atraganto con mi propia saliva, pero, intento fingir que no es para tanto.

Llegamos a una enorme nave en el puerto de Nueva York. Nunca antes había estado aquí e intento hacer memoria de donde aparece esta nave en los papeles de Sila. Pero no recuerdo que aparezca.

Cuando bajamos del coche estamos ya en el interior. Miro a mí alrededor y aunque está todo a oscuras, algo de luz del sol entra por los ventanales superiores de la nave.

Parece una nave industrial, todo lleno de polvo y barras metálicas. Algunas cajas de madera apiladas en un rincón.

Escucho el ruido del portón del coche y observo a los tipos apilados. Son tres, bastante grandes. No los conozco en lo absoluto pero me asomo más, mientras Kaleb los mueve para sacarlos y veo asomar un tatuaje en el cuello.

Con la mano aparto un poco el cuello del jersey que el tipo lleva bajo la atenta mirada de Gabriel.

— ¿Reconoces el tatuaje?

Asiento con la cabeza, una serpiente con una espada. Es el emblema de Klaüs. Velkam lo tiene en su omóplato izquierdo. Un miedo atroz me invade de repente. ¿Me ha encontrado?

— ¿Es Klaüs? —sus palabras me hacen ponerme en cuclillas y abrazarme las piernas mientras sollozo.

— ¿Tendrá a Michael? —consigo balbucear.

Gabriel se acuclilla frente a mí, mientras Kaleb sigue sacando los cuerpos inertes.

— Pequeña —miro sus verdes ojos para intentar encontrar la fuerza que necesito—. Los mataremos antes de que le hagan daño, te lo prometo.

— ¿Por qué quieres salvarle si le odias? —le digo entre llantos.

— Porque es importante para ti y yo te quiero a ti más que a nada.

— Eres tan bueno conmigo, no me lo merezco —me abalanzo a sus brazos y me dejo arropar por su abrazo—. Te amo tanto Gabriel. Tanto que me duele saber que no serás nunca mio.

— Soy tuyo pequeña —su mano acaricia mi pelo—, pero no quieres verlo.

— No, le perteneces a otra —refugio mi rostro en su cuello y aspiro su aroma.

— Ya te dije que eso es una mera formalidad —me separa lentamente de él y une sus labios a los míos.

Una corriente eléctrica me recorre, como siempre que estoy con él.

— Ahora vamos, necesitamos saber dónde está tu... Michael.

Le asiento y me limpio las lágrimas con la manga del abrigo.

Ambos nos incorporamos y seguimos a Kaleb que ha preparado tres sillas. Les ayudo a colocar los cuerpos sentados y atados a los muebles.

Con un cubo de agua Kaleb hace que los tipos salgan de su letargo. Los hombres comienzan a reaccionar y los tres me miran con sorpresa.

— ¿Dónde está Michael? —les pregunto con voz de mando, lo más segura que me permiten mis nervios.

No pueden ver mi miedo, deben verme fuerte. Recuerdo las lecciones de Sila, sobre tratar con estos tipos y saco esa entereza que necesito.

Uno de los tipos escupe al suelo cerca de mis playeras.

BANG

Kaleb le dispara en una pierna lo que hace que el tipo se retuerza y grite por el dolor.

— No juegues con nuestra paciencia. ¡Contesta a la señora!

— ¡Jamás te lo diremos, zorra!

Otro de los tipos me espeta. Me acerco a él con rabia y le abofeteó con todas mis fuerza. Luego le cojo la cara y me acerco a él clavando mis uñas en su piel.

— No soy una zorra. Las zorras son esas que te comen la polla a cambio de una casa. Yo soy una señora, pero no me temblará el pulso para matarte.

Una sonrisa ladina escapa de su rostro.

— Sí, seguro.

Me separo un poco de él. Levantó la pernera de mi pantalón un poco y saco mi arma. Le apunto a la cabeza y sin que me tiemble el pulso, disparo.

— Aprenderéis a no jugar conmigo.

Me dirijo a otro que es el que tiene mayor cara de miedo. Es un chaval. Apenas tendrá los veinte. Es el más vulnerable, se nota. Así que voy a por él.

— Ahora dime dónde tenéis a Michael si no quieres acabar como tu colega.

Le señalo con el arma al tipo que se desangra a su derecha.

— No puedes matarnos a los tres —me dice con voz claramente temblorosa.

Levanto el arma, le apunto y acto seguido la muevo a su izquierda y le disparó también en la cabeza al otro tipo.

— Bianca —Gabriel me susurra para que no nos oiga el pobre chaval—, deben decirte algo no puedes...

— Sé lo que hago Gabriel, confía en mí —le digo mirándole a los ojos—. Ese va a cantar.

Me acerco al chico y le apunto con la pistola.

— ¿Sabes quién soy? —le digo y el tipo niega con la cabeza— Soy Bianca ........ La esposa de tu jefe. Le conozco de muchos años y en realidad no te necesito para saber cómo piensa, cómo se mueve y donde puede o no puede ir. Ahora dime dónde lo han llevado, será más rápido para todos.

— Sólo sé que tienen un piso en Jefferson con Besford Ave.

— Eso es Brooklin —dice Kaleb, miro a Gabriel que parece llamar a alguien.

Retiro el cañón de la cara del muchacho pero Kaleb se acerca y le dispara en el pecho. Le miro reprobando su comportamiento. Eso no era necesario.

— Bianca, si le dejamos vivo, podría escapar y decir algo a Klaüs.

Asiento con comprensión y miro a Gabriel.

— Velkam y los chicos ya se dirigen allí. Sean viene a limpiar esto. ¡Vayámonos!

Gabriel me toma de la mano y salimos de la nave.

Sólo espero que lleguemos a tiempo, que Michael siga vivo.

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