Blood White I (La historia de...

By Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... More

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap.28
Cap. 29
Cap.31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap. 30

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By Idoia_G


05/01/2011

La puerta del coche es abierta por Velkam, quien me da instrucciones de salir del vehículo. Salgo enfundada en un traje de chaqueta de diseñador hecho a medida. Me queda perfecto, se amolda a mis curvas y me hace parecer toda una mujer de negocios como Sila. No llevo blusa debajo y el escote es lo suficientemente amplio como para dejar ver parte de mis senos, perfectamente colocados. La peluca pelirroja me hace parecer totalmente otra persona. Al principio se me hacía raro mirarme y verme con esta facha. Pero ahora me gusta la imagen que doy.

Sila me ha dado lecciones básicas para afrontar este día. Debo ser complaciente con los posibles socios de nuestro negocio, coqueta y dejando entrever siempre la mujer sensual que todas tenemos. Y a la vez, debo mantener las distancias, ser fría y saber dar a entender que no soy una mujer fácil. Es mi primer trabajo como la pupila de Sila. Y vengo sola con los chicos de seguridad. Quiero hacerlo bien, necesito hacerlo bien.

Velkam se acerca a mi y me susurra al oído.

— El nuevo proveedor se llama Pietro, creo que es búlgaro. Hay poca información sobre él, pero tiene buen género. Nunca hemos trabajado con él, así que Sila no se fía. Ten mucho cuidado.

Asiento y me adelanto observando a todos los hombres que me acompañan. Entre ellos y en primera fila se encuentra Gabriel. No hemos hablado desde lo que pasó en casa. No he querido tener ningún contacto con él más allá de conversaciones sobre seguridad y, por supuesto, esta operación.

Como maté a Vladimir, que era el proveedor de armas del envío que había pendiente. Ahora nosotros debemos hacernos cargo de encontrar uno nuevo, que cumpla con nuestras expectativas. Yo le he dicho a Sila que no entiendo de armas. Pero me ha dicho que para eso están Velkam y Gabriel. Ellos verán el género. Yo solo debo observar y aprender. Y si todo parece correcto, este se puede convertir en uno de nuestros nuevos proveedores.

Por lo visto Pietro Romanski, lleva en el negocio toda la vida. Su padre ya se dedicaba a proveer a la mafia en la zona de los balcanes durante la guerra. Pietro a heredado el negocio y se a expandido a nuevos países y continentes. Es la primera vez que negocia en los estados unidos, pero no quiere cagarla, pues somos la puerta al gran continente. Y eso no debería desaprovecharlo.

— Señora Petrova —Sila me ha pedido que de cara a todo el mundo soy su pupila, porque soy su hermana. Bianca Petrova—. Es un placer para mi familia hacer negocios con usted.

Asiento y dejo que el tipo me babosee la mano en lo que aparenta ser algo común entre esta gente.

— Veamos que nos traes —le digo fría y manteniendo las distancias con él.

— Claro, claro.

Varios hombres salen cargados con maletas grandes de las tres furgonetas aparcadas tras Pietro. Sobre unas cajas grandes de madera abren los maletines y aparecen ante nosotros infinidad de armas.

Yo las miro todas y cada una de ellas. Muchas las conozco de las clases con Gabriel y con Velkam. Otras solo las he visto en fotografía o en películas. Gabriel y Velkam, cogen, miran y apuntan con ellas, bajo la atenta mirada de los hombres de Romanski. Yo me fijo en sus movimientos, posturas y en como catalogan cada una de ellas.

De uno de nuestros coches bajan Charles, al que conocí en la fiesta privada de navidad y Erik. Ambos se aproximan a mí y también observan atentamente las armas.

— Parecen de excelente calidad —Erik le habla a Charles.

— Eso es lo que necesita mi contacto. Las guerrillas colombianas necesitan buen género. ¿Es de fiar el tipo este?

— He oído que provee a la mafia europea y están contentos con él. Solamente tiene una pega.

— ¿Cuál? —pregunto metiéndome en la conversación de los dos hombres.

— Por lo visto tiene buena relación con Kozlov.

Ese nombre me suena. Creo que lo he escuchado antes.

— ¿Isaac Kozlov? —pregunta Charles.

— El mismo.

— ¿Y por qué eso es un problema? —le digo yo.

— Yo no lo sé, pero Sila odia a ese tipo. Tienen un pasado —entrecomilla pasado con los dedos—, por lo visto. Pero no habla con nadie de él, fuera de su círculo más íntimo.

— Gabriel —le digo escupiendo el nombre con rabia.

— Y Kaleb.

— Entiendo —les digo y me alejo de los dos hombres para centrarme en las armas.

La conversación me ha dado una idea. Si quiero ser como Sila debo usar la información en mi favor. Y saber que Sila tiene un enemigo o alguien a quien odia es bueno. Debo conseguir que ella confíe en mí y me hable de eso. Quiero pertenecer a su círculo íntimo. Quizá eso me haga conseguir seguridad, prestigio en sus negocios y ser su mano derecha me dará poder suficiente para buscar a mi familia y a mi hijo y traerlos aquí para protegerlos de Klaüs.

Gabriel y Velkam, consiguen hacer pruebas disparando las armas de muestra y se acercan a mí cuando parecen satisfechos con la prueba. Erik y Charles se quedan tras de mí.

— ¿Y bien? —les digo— ¿Las armas son buenas?

— Las armas son de excelente calidad, ligeras y muy precisas. Fáciles de manejar y con un retroceso casi inexistente —miro a Gabriel que es quien ha dado las explicaciones y le asiento.

— Entonces es nuestro hombre —les digo con seguridad a lo que ambos me asienten con la cabeza.

Me abro camino entre los hombres y me dirijo hacia Pietro y sus hombres. Contoneo mis caderas gracias a los tacones de doce centímetros que me están matando los pies y que debo acostumbrarme a llevar.

— Señor Romanski —el tipo me mira y me sonríe acercándose a mí—. Trae un género casi perfecto ¿Sabe la cantidad que necesitaremos en el intercambio de los próximos días?

— Por supuesto mi bella dama, tengo todo listo para transportar el cargamento sin problemas, siempre y cuando usted me consiga los permisos para solventar los controles en aduanas y aeropuertos.

— Claro, le avisaremos la fecha y le mandaremos todos los papeles que necesite. Espere nuestras noticias.

Le tiendo la mano en señal de gratitud y como señal de sellar el trato. Pietro que es alto, rubio y corpulento me hace una reverencia y me besa los nudillos.

— Ha sido un placer conocerla, espero poder coincidir con usted más veces, es preciosa —su rostro se acerca al mío y me susurra al oído—, me encantaría conocerla mejor y poder cerrar más tratos con usted.

Deja un ligero beso en mi cuello que me estremece. El tipo no es desagradable, huele bien y sabe tratar a las mujeres. He oído que muchas mujeres de la alta sociedad... mafiosa, se pelean por estar en su cama. Pero yo me he propuesto no cerrar los tratos en la cama.

Recuerdo las palabras de Gabriel de la otra noche y cómo me dijo que Sila lo hace. Y yo no soy como ella. Soy su versión joven y mejorada. Y seré mucho más inaccesible que ella. Ningún hombre se enterrará entre mis piernas si yo no quiero y no dejaré que ninguno lo haga por negocios. Yo no soy una prostituta.

Firmamos todos los papeles para el cierre del negocio. Y me dirijo al coche donde Kaleb, que se ha convertido en mi chófer oficial nos espera.

— ¡Gabriel! —le grito a lo que él me mira— Necesito hablar de algo contigo, irás conmigo en el coche y Velkam irá en el otro coche.

Veo el ceño fruncido de Velkam y como acata mi orden sin mucho ánimo. Gabriel se dirige hacia mí y me abre la puerta para que entre. Él entra tras de mí y cierra la puerta.

Dentro del coche reina el silencio mientras comenzamos a movernos para regresar al club. Los ojos penetrantes de Gabriel me taladran, fijos en mí.

— Voy a darte la última oportunidad para confiar en ti —le digo cuando creo que estoy preparada para enfrentarlo.

— Bien —miro sus ojos y brillan como cada vez que está conmigo.

Kaleb nos mira por el retrovisor. Podría pedirle que nos diese intimidad, pero, él también debe demostrarme que puedo confiar en ambos.

— He oído que Pietro es uno de los proveedores de un tal Isaac Kozlov —Gabriel se tensa a mi lado— ¿Sería un problema hacer negocios con él?

— No sé quien es Isaac Kozlov —dice apartando la mirada de mí y agachando la cabeza.

— Error, Gabriel —espeto, sus ojos de repente se alzan y veo pánico en su mirada—. Te doy otra oportunidad.

— Bianca, no es un tema que me concierna, yo... no puedo hablarte de estos temas. Yo...

— Te debes a ella —termino yo la frase por él—. No necesito más de ti.

Observo por el rabillo del ojo cómo Kaleb cierra los ojos en señal de rendición. Ahora sé que este es un tema delicado y que he puesto a Gabriel contra las cuerdas. Sé que no puedo pedirle romper la lealtad por Sila y que conmigo nunca tendrá esa confianza. Ellos son los hombres de ella y jamás la traicionarían. En parte me rompe saber que para él Sila es más que yo. Pero por otro lado me alegra saber que si Gabriel te jura lealtad, será para toda la vida.

— Bianca —Gabriel susurra mi nombre, le miro y su rostro es de abatimiento total.

Tomo su mano con la mía y entrelazo nuestros dedos como una señal de que le perdono.

— Tranquilo, todo está bien. No quiero que rompas tu lealtad con Sila, pero quiero ser yo quien hable con ella de este tema ¿De acuerdo?

— Claro.

Llegamos al club sin que Gabriel haya soltado mi mano en ningún momento. Hace círculos sobre mi muñeca con su pulgar. Algo que me tranquiliza y me excita. Sé que juego con fuego, pero no puedo evitar tenerle tan cerca y no tener un contacto físico con él.

Antes de aparcar en el parking, Kaleb frena y baja la ventanilla de mi lado. Sila aparece frente a mí lo que me hace intentar soltar la mano de Gabriel, que la aprieta más fuerte y no me deja soltarle.

Sila nos observa y observa nuestras manos entrelazadas. Una especie de sonrisa se dibuja en su cara para acto seguido dirigirse a mí.

— ¿Cómo ha ido todo?

— El señor Romanski será el proveedor del envío. Sobre eso querría hablar contigo en privado.

— Claro preciosa ¿Me hacéis hueco y entro con vosotros?

La puerta de mi lado se abre y Gabriel y yo nos movemos para hacerla un hueco. Ella se monta y se gira hacia mí.

— ¿Y bien?

Suelto la mano de Gabriel y me giro para hablar con ella.

— El tipo trabaja también para un tal Isaac Kozlov y quiero saber si hay algún problema con eso.

Su gesto se endurece y por un momento sus ojos parecen nadar en el vacío y perderse. Luego se recupera, traga saliva y me sonríe.

— No, no tengo problema con eso. De echo puede serme útil en un futuro cercano saber que tiene trato con él.

— Bien, quería estar segura de no haber cerrado un trato perjudicial para ti.

Su mirada se dirige a Kaleb y luego a Gabriel.

— Está todo bajo control.

— Perfecto —le digo justo cuando Kaleb avisa de que debemos bajarnos.

Bajamos todos del coche y Sila se sujeta del brazo de Gabriel para entrar juntos en el local. Yo les sigo sin bajar la mirada de ellos dos.

— Escucha —la voz de Kaleb me hace mirarle—, Gabriel es una persona extremadamente fiel a sus principios y no delatar o contar nada privado de sus amigos o familia es uno de sus pilares fundamentales.

— Lo entiendo —le digo mientras dejamos que la parejita suba en el ascensor y nosotros esperamos al siguiente—. Pero, me duele que Gabriel, cuando a Sila se refiere, siempre es ella antes que yo.

— No, no lo entiendes pequeña —miro sus apagados ojos negros—. Si lo entendieras darías a Sila el lugar que debe tener al lado de Gabriel sin renunciar a él.

— No quiero ser su amante —le espeto enfadada.

— Si esa es tu decisión no puedo obligarte ni convencerte de lo contrario. Solo quiero que no te enfades ni menosprecies a Gabriel. Es un buen chico acorralado por el sistema. Un chico al que tu lejanía le duele.

Entrecierro los ojos y le miro intentando descubrir cuanto sabe él de mí y Gabriel.

— A mí también me duele su doble juego. Para todos es el marido de Sila, su pilar y su apoyo, y para mí el hombre que vendrá cuando su mujer le deje un hueco. Para follar e irse —siento que Kaleb me comprende y a la vez no le gusta que piense así—. Me merezco mucho más que eso.

— Por supuesto que sí, pequeña. Te mereces todo lo que quieras. Y me gusta que luches por ello. Solo espero que llegado el momento sepas ver más allá y cerrar las heridas que queden abiertas para darte la oportunidad de amar.

No sé si he entendido lo que Kaleb me ha querido decir. ¿Qué heridas? ¿Llegado el momento?

Me rasco la nuca cuando las puertas del ascensor se abren y subimos en él.

— Le entregaré los papeles a Sila en su despacho y me gustaría regresar al apartamento, en dos semanas tengo los primeros exámenes y necesito estudiar.

— Te espero en la puerta entonces.

Llego al despacho de Sila y le tiendo el papel firmado por Pietro.

— Siéntate —Gabriel está detrás de su silla y ella sentada en la misma.

— No será necesario, quiero irme pronto... para estudiar.

— ¡Oh! Es cierto, dentro de poco tienes tus primeros exámenes —asiento—. He estado pensando respecto a eso. No quiero que tengas que estar estudiando los cuatro años de la carrera. Me gustaría que pudieses tener el título antes. Sé de una universidad, donde ricos y ultra ricos sacan sus títulos. En apenas un año podrías sacarte todas las materias y tener tu título. ¿Qué dices?

— Siento ser descortés, pero, prefiero sacármelo como cualquier otra persona.

— Te entiendo —lo dice con su sonrisa habitual—, pero no voy a pedirte que me pagues un solo centavo de tus estudios. Sé que te cuesta creerme, pero no quiero que sientas que me debes nada. Lo hago porque quiero hacerlo contigo. Creo que los conocimientos los tienes en la cabeza. Y que sería una buena oportunidad.

— Lo siento —le replico con ganas de salir de aquí—, pero de momento prefiero la universidad donde estoy.

— Bien princesa. Por cierto —me freno cuando me disponía a darme la vuelta—. Me han comentado que hoy has estado espectacular. Me alegra saber que serás una buena sucesora mía. Ahora descansa y estudia.

Le asiento y sin querer mirar a Gabriel, me doy la vuelta para salir de aquí.

Huyo de este lugar donde Sila y Gabriel reinan. Me duele verlos juntos. Me duele más de lo que me gustaría.

Cuando entro en mi apartamento, las chicas, que tienen la noche libre están preparando la mesa para cenar unas pizzas.

— ¡Vaya! —Ekaterina se dirige a mí con los brazos abiertos— La pupila más avanzada del Blood White, Erik me ha contado que has hecho una actuación de Oscar.

Le sonrío y recibo su abrazo con agrado. Llevo días sin verla parar por casa.

— ¿Y tú? Dichosos los ojos que te ven por aquí.

Ella se ríe y me toma de la mano para llevarme al salón.

— He conocido a un tipo en el club que me ofreció una buena suma de dinero por irme con él a amenizar una fiesta en un crucero. Me lo he pasado genial y me he sacado un pico.

— ¿Sila permite que hagáis eso?

Marlenne entra en el salón con dos pizzas en la mano y aprovecho para quitarme la chaqueta.

— Wow —me dice cuando deja la comida en la mesa—. Menudas pintas de ejecutiva agresiva traes. Este traje debe costar un ojo de la cara.

Toca las solapas de mi chaqueta y luego se va.

— Pues no lo sé, me tomaron medidas para varios iguales que me tienen que traer en breve. Pero Sila no me ha pedido ni un solo centavo por ellos. Es más, siempre me dice que no le debo nada.

— Bueno —Eka se encoge de hombros, se sienta en el sofá y toma un trozo de pizza—. Así puede comprar tu lealtad y que sigas haciéndole trabajitos.

— Ya —lo pienso y me dirijo al cuarto a quitarme la ropa—. No me disgusta ayudarla con eso —les digo cuando regreso con un chándal—. Me hace sentir poderosa e importante y si quiero algún día recuperar a mi familia y mantenerlos seguros, necesitaré a Sila y este lugar.

— Que chungo tía —me dice Marlenne.

— ¡Chicas! —Eka toma algo de su bolso y nos lo enseña— ¿Vemos una peli? —se nota que desea cambiar de tema y hablar de cosas más alegres.

Me río al ver que es una de esas pelis románticas que le gustan a ella. En este caso el diario de Noa.

Las tres nos acomodamos y vemos la película entre lágrimas. Me gustaría algún día que alguien me amara así. Las chicas se han quedado fritas en el sofá, así que cojo mis cosas y me voy a mi cuarto.

Tomo el teléfono y marco.

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