Blood White I (La historia de...

By Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... More

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap.28
Cap. 29
Cap. 30
Cap.31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap. 27

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By Idoia_G

25/12/2010 Parte I

Me escuecen los ojos, pero es que no puedo dejar de mirar y revisar los papeles que hace apenas dos días me tendió Sila. El nombre de Irina aparece por todos lados, como un fantasma. Casi todos los locales pertenecientes a Blood White o a Sila, están a su nombre, Irina Ivanova.

He buscado en internet, pero no hay absolutamente nada. He llegado a pensar que es un nombre inventado. Pero cada vez se agolpan más recuerdos de Gabriel en mi mente y todos relacionados con ese nombre. Su tatuaje y cómo a veces la nombra en sueños. Y siento el dolor que le produce nombrarla en alto.

Pero, por más que busco en la documentación, e incluso en internet, es como si esa persona no existiera. Si ha querido desaparecer, lo ha hecho de forma muy efectiva.

Por otro lado me sorprende el entramado legal e ilegal que se mezcla bajo el negocio del Blood White. Trata de blancas, narcotráfico, tráfico de armas, influencias políticas y vinculación con organizaciones criminales y mafias. Pero todo, hecho de tal forma que es completamente legal. He podido intuir que en este local se cierran tratos peligrosos con personalidades que pondrían en jaque a la mitad de los gobiernos del mundo. Creo que las grandes decisiones en todo el mundo se toman en un lugar como este, sino en estas paredes.

Un escalofrío me recorre la columna vertebral, solo de pensar dónde me he metido. Ahora no sé si debo temer más a Klaüs o a Sila. Creo que esta última tiene más influencias y más contactos que el jefe de la mafia rumana, que es mi marido.

Por otro lado, pienso que a su lado sí estoy protegida y creo que ella tiene la posibilidad de proteger a mi familia. En cuanto me cobre la confianza de Sila, debería probar a hablarle de encontrarme con mi familia en un marco seguro.

Una ventana de chat se abre en la pantalla y sonrío al ver el nombre de Michael. Estos dos últimos días hemos hablado mucho. Me hace desconectar con sus bromas y consigue que me ría.

Michael

Quiero verte Lina, ¿Estás segura de que no puedes escaparte, aunque sea un rato?

Sonrío como una boba ante la pantalla y me muerdo el labio inferior.

Bianca

Michael, después de Navidad regreso a las clases, no queda tanto.

Michael

Llevo meses sin verte...

Bianca

No es verdad, me ves todos los días por video llamada.

Michael

Por eso necesito verte. He echado de menos tus labios y tu piel.

Bianca

¡¡Michael!!

Michael

Hoy no, porque es navidad, pero prométeme que antes de regresar a las clases nos veremos. Quiero besarte.

Bianca

Ya veremos...

Cierro el chat con un nudo en el estómago y las mejillas arreboladas. La verdad es que también echo de menos a Michael. Abro el armario y me visto con un vestido de color rojo y terciopelo. Sila me dijo que podría ponérmelo hoy para la cena.

Cómo es navidad. Sila organiza una cena formal con las chicas del club y el personal. Seremos un total de más de cien personas. A muchas de ellas no las he visto nunca. También se organiza una fiesta después de la cena en el salón más exclusivo del local. Hasta donde tengo entendido van a ir personalidades importantes. Esas que mueven los hilos de la política en esta y otra ciudades.

Estoy nerviosa pues Sila me ha dicho que hoy va a presentarme en sociedad por así decirlo. No comprendo bien cuál es el significado de eso, pero, confío en que no va a hacer nada que pueda ponerme en peligro.

Una vez vestida, toco la suave tela aterciopelada del vestido. Parece hecho a medida. Me peino con el pelo suelto cayendo en grandes ondas. Ekaterina y Marlenne me ayudaron esta tarde con eso. Miro el celular y aunque sé que no debería me hago una foto en el espejo mostrando mi sensual cuerpo y se la mando a Michael con un mensaje de feliz Navidad.

Sonrío ante mi estupidez y dejo el teléfono en la mesilla. Ya veré su respuesta más tarde.

Salgo del cuarto y Velkam me espera apoyado e la pared.

— Wow, estás preciosa —me guiña un ojo a lo que me sonrojo.

— Tú también estás espectacular con ese traje ¿Alguna conquista?

Veo su rostro palidecer ante mi pregunta, niega con la cabeza y me da un leve empujón.

— Sabes que estoy casado —me dice con tristeza.

— ¿Hace cuánto que no ves a tu mujer?

— Cerca de cinco años, desde que empecé a trabajar para Klaüs.

— ¿Y en todo ese tiempo no has estado con ninguna mujer? Es mucho tiempo —le digo acariciando su solapa.

— Prostitutas, pero no he estado con ninguna mujer que... ya sabes —nos miramos a los ojos.

— Es una lástima, eres muy atractivo.

— Bueno, creo que puede que me haya fijado en alguien, pero... no es para mí.

Le arqueo mis cejas pero no me responde.

— Quería hablar contigo antes de la cena —miro su rostro y puedo percibir la tensión de repente—, esta noche Sila te llevará al salón diamante...

— ¿Salón diamante? —le tomo del brazo y le obligo a mirarme fijamente.

— Es el salón más exclusivo —mira a ambos lados con temor—, vas a conocer la verdadera cara de Sila y de sus negocios —asiento—. Quiero que lleves esto.

Me tiende una pequeña pistola plateada. La tomo entre mis manos y observo el brillo de su cromado.

— No creo que la vaya a necesitar, Velkam —le devuelvo el arma, con Sila estoy más que segura.

— Escucha —Velkam me coge de los hombros—, la gente que vas a conocer esta noche no se anda con chiquitas. Si algo no les convence o gusta, sacan sus armas y acaban con su malestar. Quiero que al menos te sientas segura de ti misma.

Cojo el arma de nuevo y la miro sin saber bien qué hacer. Velkam al verme sonríe y me tiende un cinto de cuero negro con unos diamantes incrustados.

— Súbete el vestido —miro a Velkam y niego—, voy a colocarte esto en el muslo. No seas remilgada, te he visto desnuda en el vestuario cientos de veces. Quiero que te acostumbres a llevarlo. Sila siempre lleva un arma ahí.

Con algo de vergüenza me abro el vestido por la raja lateral y lo subo hasta mostrar todo el muslo. Velkam me coloca el cinturón y el arma dentro del mismo.

— Ahora ponte recta e intenta caminar.

Así lo hago.

Me pongo a caminar y apenas siento el roce del arma en mi muslo, pero sí el frío acero.

Velkam es un tipo encantador y no sé cómo agradecerle todo lo que está haciendo por mí. En estos días le he tomado mucho aprecio. Veo que Velkam me tiende el brazo y con una risa entrelazo el mío con el suyo. Llegamos a la esquina del pasillo y nada más girar, vemos a Gabriel que frena de golpe frente a nosotros.

Nos mira con el ceño fruncido y mira nuestros brazos.

— ¿Se puede saber qué hacéis aquí?

Velkam me mira y me guiña un ojo.

— Llevo a la señorita a la cena.

— Ese no es tu cometido —espeta Gabriel en un tono poco agradable.

— Cierto, pero lo hago con gusto.

— No es necesario que lo hagas —la mano de Gabriel se posa sobre el pecho de Velkam empujándole ligeramente—, puedes irte solo, ya me encargo yo de ella.

— Gabriel...

Voy a hablar, pero apenas pronunció su nombre, me mira y sus ojos me hielan la sangre. Está realmente muy enfadado y aún no conozco la razón.

— He dicho que la llevo yo —repite Gabriel en tono más alto.

Ambos se retan con la mirada y yo automáticamente me suelto del brazo de mi acompañante.

Ha sido como un acto reflejo. No lo he pensado. Velkam me mira, asiente con la cabeza y se marcha pasillo adelante.

— ¿Porqué has hecho eso? —le pregunto a Gabriel que parece retarme con la mirada.

— Porque soy yo quién debe acompañarte esta noche.

— Pues no quiero ir contigo —le rodeo golpeando su hombro con el mío al pasar.

Sin darme tiempo a reaccionar su mano rodea mi brazo y me hace chocar contra él.

— Bianca, he dicho que irás conmigo.

— Y yo he dicho que no quiero —forcejeo para soltarme, pero su agarre es muy fuerte—. Gabriel, me haces daño.

Su mano parece aflojarse, pero su pecho se aproxima más al mío haciendo que de pasos hacia atrás, hasta chocar con la pared.

Cada segundo le noto más cerca, su calor me hace respirar aceleradamente. Siento su cuerpo tan cerca del mío que tiemblo de anticipación. Le quiero así de cerca, no, miento, le quiero aún más cerca.

— Me estoy volviendo loco, Bianca —dice en apenas un susurro, su aliento roza mi piel y esta se eriza—. Me estoy volviendo loco sin ti.

Sin avisar, une sus labios a los míos. Al principio me alejo un poco, pero no logro separarme de él. Algo que en realidad tampoco quiero. Le he echado mucho de menos.

Mi lengua se adentra en su boca, que se abre para acogerme y cierro los ojos, sintiendo como todo mi cuerpo se estremece.

Sus bastas manos acarician la piel de mi espalda abrazándome. Mis brazos suben hasta rodear su cuello y mi pies me empujan para tomar altura. No puedo dejar de besarle, no quiero hacerlo.

El beso termina de forma lenta. Cuando mis ojos se abren, descubro que Gabriel también ha cerrado los suyos. Pero, los suyos se mantienen cerrados. Junta su frente con la mía y da dos respiraciones profundas, como intentando calmarse.

Puedo notar su corazón acelerado como el mío.

— Loco —me susurra y sus labios rozan mi mejilla.

Es solo un suave roce y busco sus labios de nuevo.

— Debemos ir a cenar —me dice con tono cansado, como si la idea no le gustase.

— O... podemos ir a mi cuarto y olvidarnos de la cena —le propongo.

Su ojos se abren y buscan los míos. Están vidriosos, una sonrisa se dibuja en mi cara.

— Esta noche es imposible que desaparezcamos —y él sonríe conmigo—. No sabes cuánto te he echado de menos.

— Yo a ti también —le respondo.

Siento como su cuerpo se separa del mío. Y un frío inmenso se instala en todo mi cuerpo.

— Estás preciosa esta noche, nadie debería poder verte. Solo yo.

— Eres muy posesivo —le digo sosteniendo su solapa con mis manos para evitar que se separe más.

— Tú también —mira mis manos, las toma entre las suyas y las besa.

Sonrió y le suelto para que se termine de separar.

Despacio seguimos el camino al salón principal. Cuando entramos ya están todos charlando sentados en sus sitios correspondientes. Sila está de pie con Erik tomándola de la cintura mientras sonríen. Hablan con alguien a quien no he visto nunca. Noto cómo Gabriel se tensa a mi lado. Cómo si de una conexión invisible se tratase, Sila mira en nuestra dirección. Asiente a Gabriel y luego me sonríe a mí. Me hace un gesto con la mano y Gabriel me empuja ligeramente para que vayamos en su dirección.

Cuando llegamos a su altura Gabriel saluda, Erik suelta el agarre de Sila y esta toma el brazo de mi compañero.

— Te queda precioso ese vestido, Bianca —la voz de Sila me hace soltarme de Gabriel y girarme para quedar frente a ella.

— Gracias —le digo y observo el posesivo agarre de Gabriel con ella, pero sus ojos no pueden apartar la vista de mí.

Es una sensación extraña. ¿Cómo puede estar una persona besándome y al cabo de dos segundos comportarse de la misma forma posesiva con otra mujer?

— Te he reservado un sitio a mi lado —Sila señala la mesa donde hay tres sitios en el centro de la alargada mesa—. Hoy es un gran día, un día importante.

— Ya... —digo mirando al suelo— es navidad.

— No es solo por eso —Sila se suelta de Gabriel y toma mi brazo para guiarme por el salón—. Hoy va a ser el primer día de tu nueva vida, Bianca. Hoy todos los aquí presentes van a saber quién eres tú y quien vas a ser a partir de ahora.

— ¿Quién voy a ser? —le dedico una mirada y ella me guiña el ojo sin responder a mi pregunta.

— Siéntate, por favor.

Miro delante y Gabriel separa una silla de la mesa invitándome a tomar asiento. Cómo el caballero que invita a una dama a la mesa en una película. Si no fuese porque la presencia de Sila ha acabado con nuestra complicidad y con sus atenciones hacia mí, diría que es un gesto romántico.

Una vez me siento, hace lo mismo con el asiento de Sila y él se sienta al otro lado de ella.

Sila toca una campanilla que tiene a su derecha en la mesa y mientras todos los comensales se sientan a la mesa, una horda de camareros comienzan a servir comida. Busco con la mirada a Ekaterina y Marlenne que están sentadas al otro lado, casi frente a mí. Las saludo con la mano y les dedico una sonrisa, lo que hace que ambas me sonrían de vuelta. Me gustaría poder sentarme a su lado y no aquí.

El tiempo de la comida se pasa rápido. Sila habla continuamente con Erik y el desconocido que están justo frente a nosotros. Lo hacen en inglés y aunque he cogido mucha fluidez con el idioma estos meses, no puedo dejar de estar pendiente de Gabriel en lugar de escuchar la conversación.

Gabriel apenas me mira y cuando lo hace me retira la mirada en seguida.

Sila se pone de pie y choca la copa de cristal con un cuchillo llamando la atención de todo el mundo.

— Hola familia —Sila comienza a hablar cuando el silencio se hace—. Un año más puedo decir que la familia a crecido y tengo el inmenso placer de poder presentaros hoy a una persona muy especial para mí. Cabe decir que siento cómo si hubiese encontrado a mi hija perdida. Una hija que de haberla tenido, hubiese sido como ella. Por ese motivo esta noche os presento a Bianca —la miro estupefacta, ¿Ha dicho que soy cómo su hija perdida?—, por favor Bianca, ponte de pie.

Lo hago automáticamente y miro a la gente de la mesa que parecen entre sorprendidos y contentos por la noticia. Kaleb que está sentado a mi derecha me aprieta fuerte el brazo en señal de apoyo.

» Bianca ha sido un soplo de aire fresco en mi vida —Sila continua—. Me recuerda a esos tiempos pasados donde mi mente de niña se dejaba llevar por los sueños y creía que una vida mejor era posible. Mi vida ha pasado y no he podido conquistar ese sueño, pero quiero brindárselo a ella, para ella sí habrá una vida mejor —levanta su copa y me tiende la mía. La cojo y la choco con la suya—. Bianca, te prometo que tu vida a partir de ahora será próspera, no te faltará de nada y pronto, muy pronto, conseguirás todo lo que quieras. Es una promesa. Y todos los que me conocen, saben que siempre cumplo mis promesas.

Ambas bebemos el licor de la copa y Sila aprovecha para abrazarme.

Siento su abrazo cálido. Sus brazos me aprietan con fuerza. Y me recuerda a esos momentos en los que mi madre hacía lo mismo para infundirme el valor que necesitaba. Respondo a su gesto con el mismo gusto y ánimo.

— Gracias —le digo en el oído.

Cuando nos separamos intuyo en los ojos de Sila una alegría que no llega a expresar con sus gestos. Pero está ahí, puedo verla.

— Bueno —continua. Volviendo a mirar a la mesa—. Esta noche está llena de sorpresas y tengo una más —Se gira hacia el otro lado—. Gabriel por favor, ponte en pie.

Este último lo hace y me mira intensamente antes de dedicarle toda su atención a Sila.

» Cómo ya sabéis todos, Gabriel y yo siempre hemos estado muy unidos. Reconozco que sin él nunca hubiese llegado hasta aquí. Esta es una de las muchas razones por las que estoy tremendamente agradecida. Le debo mi vida, mis triunfos y todo lo que me rodea. Por eso he decidido darle el sí que siempre se ha merecido y en apenas unos meses, él y yo nos convertiremos en marido y mujer...

Dejo de escuchar el discurso que sigue tras esto. Solo puedo centrarme en la cara de Gabriel, sonríe, pero su sonrisa no le llega a su interior. Sus ojos no expresan esa alegría que deberían tener los ojos de un hombre enamorado. Aunque, qué se yo de eso.

Siento una presión en el pecho, que hasta hace unos segundo no estaba. El aire parece no querer fluir por mi organismo con su ritmo habitual. Lo hace muy lentamente. La vida ahora mismo se ha parado.

Observo cómo todo el mundo choca sus copas y felicitan a la pareja y yo soy incapaz de moverme del sitio. Mi copa cae de mi mano y solo escucho vacío.

Siento cómo alguien toma mi brazo y soy arrastrada hacia la salida del salón. No siento el movimiento de mis pies. No soy consciente de nada más. Mis ojos parecen haberse negado a cerrarse y aunque quiero hacerlo no soy capaz de ver nada más que un borrón frente a mí.

— ¿Estás bien?...

Miro a derecha e izquierda, pero no reconozco el lugar en el que estoy.

— Preciosa —una cara irreconocible se coloca frente a mí. No soy capaz de vislumbrar quien es.

— ¿Estás bien?

Cierro los ojos con fuerza y siento que pierdo todas mis fuerzas. Mi cuerpo se desvanece. Todo se vuelve negro. Y dejo de respirar.

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