Blood White I (La historia de...

By Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... More

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 14
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap.28
Cap. 29
Cap. 30
Cap.31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap. 23

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By Idoia_G

01/12/2010

En la última semana, apenas he salido de este cuarto. Me he enfrascado en ponerme al día con mis estudios. Mis únicas visitas son las de las chicas, que me hacen reír cada vez que estoy con ellas y la de Kaleb que siempre me demuestra lo mucho que se preocupa por mí. Miro la pantalla del ordenador, el chat de Michael... Últimamente hablamos mucho. Me habla de las clases, me ha ayudado a no perderme y enterarme bien de todo, me habla de los chicos, de los días que salen a tomar algo por ahí... Lo típico.

Yo le he dicho que estoy en Rusia, para evitar que me busque, le he dicho que sigo con mi familia. No me gusta mentirle, pero... es necesario. No puedo decirle la verdad.

De Klaüs hay pocas noticias, ha regresado a la ciudad, y eso me pone nerviosa. Pero sus movimientos no parecen indicar que me esté buscando. Sila se muestra tranquila y de Gabriel no he querido saber nada. Aunque sé que le ha preguntado a Kaleb por mí, todos los días desde que regresamos.

El sonido de unos golpes en la puerta me hace cerrar el portátil e indicar que pueden pasar. Es Kaleb con su eterna sonrisa. Me parece tan tierno.

— Hola pequeña, te traigo una buena noticia.

Le sonrío y le indico que pase sin miedo.

— ¿Cuál es? —le insto a que me lo diga.

— Klaüs ha regresado a Rumanía. Por lo que sabemos, ha cesado tu búsqueda aquí y ha regresado a su casa.

Mi cara debe reflejar un mar de sentimientos encontrados. Por un lado me calma esa idea, pero por otro, siento preocupación por mis padres, por mi hijo. Puede que se desquite de mí haciéndoles algo.

— ¿Y mis padres? —le pregunto con ansia.

— Tranquila pequeña. Ellos siguen su vida sin sobresaltos.

— Ojalá pudiese verlos.

— Algún día, pequeña.

— Kaleb, ¿Puedo pedirte un favor?

— Claro —Kaleb toma asiento en el borde de mi cama.

— ¿Tú me enseñarías a disparar en condiciones y a pelear? Quiero poder defenderme sola, ser menos carga para todos.

— Primero, no eres una carga para nadie —le sonrío ante su respuesta—, y segundo, estaría encantado de hacerlo, pero, debo hablarle antes a Sila de tus intenciones.

— ¿Por qué todo tiene que pasar por ella? —me cruzo de brazos y frunzo mis labios— No te estoy pidiendo que te saltes las normas o algo así.

Kaleb me mira intensamente con esos enormes ojos negros, opacados por el paso del tiempo.

— Ella es quien manda aquí y tiene planes para ti. Pronto tendrás que empezar a ayudarla en el club y yo, tengo otros quehaceres además de cuidarte. Por eso es mejor, que para que podamos organizarnos bien el tiempo, ella esté enterada. Además, en breve tiene previsto un viaje y necesitaremos estar preparados.

— ¿Preparados?

— Sí, ya te he dicho que tiene planes para ti. Si quieres —se mira el reloj de muñeca—, podemos ir ahora a su despacho y lo hablamos con ella.

Asiento con la cabeza y me levanto de la silla dispuesta a salir del cuarto. Abro la puerta con decisión y al ir a salir, me choco de bruces con él. Gabriel, con su traje negro y su enorme cuerpo frente a mí.

— Perdón —susurro sin querer mirarle demasiado o me derrumbaré.

— No pasa nada... —parece dudar ante mi presencia, aunque claro, es mi cuarto— ¿Cómo estás?

Levanto la mirada buscando sus ojos. Le noto tenso y a la vez, percibo preocupación en su mirada. Observo cómo mueve sus brazos sin saber bien qué hacer.

— Gabriel —Kaleb sale tras de mí y se queda sorprendido al verle.

— Kaleb, esto... —Gabriel se recoloca el traje, parece... nervioso— yo venía para hablar contigo de... algo —le veo repasarme de arriba a abajo— ¿Tendrías un momento para mí?

— Ahora me pillas mal, pero déjame que lleve a Bianca con Sila, que tienen algo de lo que hablar —Kaleb se gira y me guiña un ojo— y luego hablamos. Pero... acompáñanos y ganamos tiempo.

— Yo... —Gabriel se rasca con nerviosismo.

— Venga, no me hagas perder más tiempo —suelta Kaleb con voz de mando.

Ambos hombres se encaminan hacia el despacho de Sila mientras les sigo cabizbaja. Ellos parecen hablar como si yo no estuviese. Aunque la tensión en la postura de Gabriel le delata.

Cuando la puerta del despacho se abre y Sila nos ve a los tres, sonríe.

— Lo más preciado de mi casa, junto —me mira y me guiña el ojo, si ella supiera lo que pasó en la isla entre Gabriel y yo, no creo que me tuviese en tanta estima. Pero, ahora debo ser inteligente, y pensar en mí. Y Sila es mi puente para intentar tener una buena vida y recuperar a mi familia.

— Sila —es Kaleb quien comienza a hablar—, Bianca quiere hablar contigo. Mientras os dejamos solas, iré con Gabriel a solucionar un tema de seguridad.

— Claro —la veo besar en la mejilla a Kaleb y sonreír a Gabriel que baja la mirada al suelo—, claro, iros sin problema —hace aspavientos con las manos, hoy parece animada—. Estaremos aquí cuando volváis.

Los dos hombres salen del despacho sin decir nada más y me quedo sola frente a una Sila que diría, parece ser incluso feliz.

— Bueno, preciosa, tú me dirás.

— Bueno... yo —Sila me sirve una copa que en otro momento rechazaría, pero la necesito, apenas me mojo los labios y toso. El licor me arde en la garganta—. Yo había pensado que quizá podría aprender a defenderme.

Sila levanta una ceja y me mira fijamente.

— Continua —me dice.

— Si, esto... quiero aprender a luchar, defenderme y disparar.

— ¿Estás segura? Gabriel me ha contado que te estuvo enseñando a disparar en la isla.

Mis mejillas deben estar sonrojadas, pues noto el calor subir. ¿Qué más le habrá contado?

— Sí. Necesito ser capaz de defenderme si me encuentro de cara con alguien que quiera hacerme algo. No quiero esconderme el resto de mi vida y mucho menos quiero que pongas en peligro tu casa o a tu gente por mí.

— ¡Oh! No esperaba menos de ti. El otro día Gabriel me decía que...

— Siento cortarte Sila —la corto y veo cómo me frunce el ceño—, pero, había pensado en que me enseñase Kaleb.

Sus extraños y claros ojos, se hunden en los míos intentando descubrir algo. Algo que yo no quiero que encuentre o será en las manos de esta fría mujer en los que ahogaré mis últimos suspiros.

— Vale, voy a ser directa contigo —le asiento—, necesito saber algo. ¿Te pasa algo con Gabriel? —intento pensar qué responder a esto— Él me había dicho que en la isla estuvisteis bien, que vuestra relación era buena y ahora ¿no quieres que sea él quien te enseñe?

— Bueno, creo que Gabriel tiene mucho trabajo —intento parecer lo más sincera posible, aunque le esté colando una mentira—, ya lo dejó de lado por protegerme una vez... Kaleb suele entrenar a otros chicos de seguridad, apenas le supondrá un problema tener uno más en sus filas.

Espero que mi milonga cuele.

— En eso tienes razón —bebe de su copa y me sonríe de nuevo—. Me parece genial que quieras aprender a defenderte Bianca. No hay nada mejor, que una mujer fuerte que no necesita depender de un hombre. ¿Sabes? —me mira con un tierno gesto en la cara y por primera vez en mucho tiempo, me parece estar hablando con mi madre— Me sorprende la fuerza que estas demostrando que tienes. Gabriel me ha contado que eres independiente, que no muestras la debilidad de una mujer rota. Por que tú, igual que yo, somos mujeres rotas que nos hemos rehecho. Voy a ayudarte en lo que sea a que te conviertas en una mujer que se valga por sí misma. Lo juro Bianca.

— Gracias —le digo sin tener muy claro si ha entendido que solo quiero alejarme de Gabriel y de este sitio. No busco ser fuerte. No creo serlo realmente.

La puerta se abre y Kaleb entra junto a Gabriel. Ambos hombres nos miran y Kaleb me guiña el ojo, después, se dirige a Sila.

— ¿Y bien? ¿Qué te ha parecido la propuesta de Bianca?

— Me parece bien. Quiero que seas tú su maestro —sonrío ante la posibilidad de que parece que es ella quien me quiere con Kaleb—, quiero que seas tú directamente quien la enseñe.

— ¿Enseñarla? —Gabriel me mira y luego a ellos— ¿De qué habláis?

— Bianca —Sila se sienta en su silla y se reclina—, quiere aprender a disparar y a luchar. Y será Kaleb el encargado de...

— ¿Y yo? ¿No quedamos en que yo...?

— Ella quiere que sea Kaleb —Sila cambia su tono a uno más mordaz, más tajante, ¿Ahora me delata? ¡¡Genial!!— y además a mí me bien mejor que lo haga él.

— Pero... —Gabriel me mira con desesperación, intenta decir algo más, pero no puede. Sila le observa y Kaleb simplemente sonríe.

— Pero nada, la decisión está tomada. Bianca —Sila levanta su copa y se pone de pie brindándome el trago—, vamos a hacer de ti una mujer fuerte y peligrosa. Algún día serás grande, mucho.

Asiento y bebo de mi copa, pero no digo ninguna palabra. No creo que deba decir nada más.

Regreso a mi cuarto con Kaleb y Gabriel. Cuando voy a cerrar la puerta Gabriel pone su pie para evitarlo.

— Tú y yo vamos a hablar, ¡Ahora! —su tono es frío y apenas puedo reaccionar cuando su cuerpo se cuela por la rendija.

Miro detrás de su cuerpo y veo a Kaleb alejarse sin terciar palabra, ni intentar evitar que Gabriel entre. Así que me resigno.

— No tenemos nada de lo que hablar, Gabriel.

Mi tono intenta ser firme, pero el cuerpo entero me tiembla. No tengo miedo, pero estar sola en un cuarto con él, no es lo que necesito si quiero olvidarme de lo que hicimos en esa isla.

— Claro que tenemos que hablar... —él intenta acercarse a mí, pero me alejo.

— No —levanto mi brazo para frenar su avance y mi mano se posa sobre su pecho. En cuanto siento esa corriente eléctrica que siempre me recorre con él, me aparto—. No quiero hablar nada Gabriel. Tú estás con ella, yo necesito seguir mi camino sola, necesito valerme por mí misma. Sila tiene razón, debo ser fuerte. Y eso empieza por decirte que lo que pasó en la isla se queda allí, es pasado. Debo agradecerte que me hayas ayudado a dejar atrás el miedo a las relaciones físicas, pero es hora de seguir mi camino... sola.

— ¿Darme las gracias por ayudarte? Yo... —Gabriel da vueltas por la habitación como si de un animal enjaulado se tratase— Tú eres importante para mí, lo que pasó allí fue mucho más que sexo, yo... yo.... Es todo tan malditamente complicado. Pero...

— Tú lo has dicho —le corto—. Es todo tremendamente complicado y por eso debes pasar página. Vuelve a tu vida de siempre. Quiero que sepas que no te guardo rencor.

— Bianca —de dos zancadas tengo su rostro frente al mío—, yo no quiero pasar página —sus labios chocan contra los míos con violencia y sus manos sujetan mi cara para evitar que me separe—, no quiero olvidar nada —me dice y aprovecho para separarle de mí como puedo, con la respiración aún agitada y le miro a sus intensos ojos.

— Gabriel —su frente choca con la mía y cierra sus ojos—, sé que la amas, vi como la tomabas, cómo le decías que la habías echado de menos —sus ojos se abren y me mira con miedo—. Vi lo especial que es ella para ti, es algo que yo jamás llegaré a ser.

— Tú no lo entiendes, Bianca —dice sin separarse ni un solo centímetro de mí.

— No quiero entenderlo, debo centrarme en mis propios problemas y en solucionarlos. No puedo desviarme del camino y tú... me desvías.

— Yo te...

— Por favor, no me hagas más daño, Gabriel.

De repente se separa de mí como si quemase. Cómo si algo muy fuerte se hubiese interpuesto entre los dos. Y creo que de alguna manera así ha sido. Si sigo con él, me hará daño. Y no lo soportaría.

Ahora, me centraré únicamente en mí. En buscar a mi hermana y saber algo de mis padres. Y poder ir a Rusia a reunirme con ellos. Y quizá algún día recuperar a mi hijo para tener una vida normal.

Le veo salir del cuarto con el gesto descompuesto. Pero, es mejor así. 

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