"El anónimo"
Yo tenía 25 años durante esa época, seguía jurisprudencia y cada día me quejaba de la cantidad de libros que tenía que leer y todas las tareas que me mandaban a hacer.
Yo no me consideraba un galán, pero vamos, tenía lo mío, tenía una piel tersa y con pocas marcas del acné, que me había atacado en mi adolescencia y siempre consideré que mi pelo era algo maravilloso porque no era ni exageradamente lacio ni rizado, era un poco, MUY poco ondulado, trabajo de mi madre con sus tratamientos de belleza.
Pero ciertamente, era un don nadie para muchas personas, mis compañeros me conocían y me llevaba bien con algunos, pero si se trataba de chicas o relaciones sociales, sobre todo si se trataba de relaciones amorosas, casi nadie sabía de mí y admito que se debía muchísimo al hecho de que detestaba salir demasiado de casa.
Detestaba hacer algo más cuando tenía que entregar un ensayo de 200 páginas para la siguiente semana, pero también mi falta de popularidad se debía a otros factores que iré develando en estas memorias.
El punto es que era alguien desconocido, una sombra y a mí no me molestaba.
Dios, como me encantaba ser el anónimo.