Ambos se encontraban sumidos ante el deseo de seguir probando al otro. Los besos iban subiendo de intensidad y sus manos comenzaron a recorrer todo el cuerpo por encima de la tela, logrando aumentar más la excitación que llevaban al momento. Este momento de experimentar y calmar sus curiosidades los estaban llevando a la locura de querer aun más.
— Si seguimos, probablemente quiera intentar algo.—murmuró Jimin entre los besos— ¿E-Estas consciente de eso?
El pelinegro miró al chico castaño y dirigió sus labios hacia el cuello de este en forma de respuesta, mientras sus manos se escabullían por debajo de la ropa hasta llegar a aquellos botones erectos. Los labios rechonchos estaban muy rojos y entre abiertos, experimentando la nueva sensación que el contrario le brindaba con esos toques y pellizcos en sus pezones.
— D-Dime, Jungkookie.
— ¿Acaso eso no fue una respuesta, mi amor? Haz lo que quieras, estoy igual que tú. Tú siempre tendrás una respuesta positiva.—le dijo para mirarlo— Quiero esto tanto como tú.
Jimin sonrío y llevó una de sus manos a la entrepierna de su mejor amigo para darle un leve apretón. Quería hacerlo, quería hacer lo que los uke hacían con sus parejas en los manhwas.
— ¿Por qué no vas manejando a casa? Yo te ayudaré.—le dijo con diversión — Será mi primera vez, pero creo que puedo hacerlo bien.
— ¿Seguro de esto, bebé?
— Quiero hacerlo.—le dijo para alejarlo y darle un beso— Solo maneja a casa y yo haré lo demás.
— En casa, yo seré el que te guíe.—le indicó tomando fuertemente el mentón— ¿Me escuchaste, bebé?
Aquel tono tan demandante hizo que Jimin asintiera obedientemente. Se acomodó un poco en su sillón y empezó a bajarle la cremallera al pantalón de su mejor amigo. Su emoción era muy evidente y Jungkook no pudo más que reír entre dientes mientras comenzaba a manejar colocando una mano en el cabello del castaño.
— ¿Con solo unos besos estás así?
— Es que eres jodidamente encantador y sexi.—le dijo muy bajo— Usted solo chupe y disfruta eso.
Ante aquello, el pelicastaño dirigió su boca ante el rígido miembro y pasó su lengua por toda la extensión hasta llegar al glande y succionar. Tomó la extremidad y la empezó a restregar contra sus rechonchos y rojizos labios, hasta ahuecar la boca y meterla poco a poco. Podía sentir la mano del pelinegro acariciar su cabellera y podía escuchar los constantes jadeos que este daba.
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