[⚰️]
26 de enero, 12:11 pm.
(2022)
Ray
《 ✿ ══ • ⋅◈⋅ • ══ • ● • ══ • ⋆★》
¿Qué es lo que piensas hacer ahora, pistolero?
Estás en graves problemas.
Y aún así, tu victoria está a solo una bala de acertar.
Dime, ¿Qué es lo que ahora dirás...?
《 • — ● — • 》
Terminé tendido en suelo antes de siquiera comenzar a contar los segundos de margen entre su distancia y la mía, estaba totalmente noqueado y sin fuerzas. Estaba muy herido, y posiblemente con un una costilla rota gracias a aquella patada, además de considerables quemaduras que cubrían partes de mi piel.
A pesar de todo, a pesar del duro entrenamiento por el que había recorrido; mi cuerpo no era lo suficientemente resistente. Habían terminado por derrotarme, por lo que era ya algo inútil levantarse y tratar de seguir con éste encuentro perdido.
La chica de los pétalos horribles notó esto, y finalmente ahogó sus llamas en su postura, terminando con todo signo ofensivo que pudiera surgir de ella. Cuando se acercó a mí, no le tardó tiempo el percatarse de que su contrincante ya no podía seguir luchando más.
La batalla había acabado.
《 ✿ ══ • ⋅◈⋅ • ══ • ● • ══ • ⋆★》
[🌹]
26 de enero, 12:23 pm.
(2022)
Solar Flare, miembro de la LEAF
《 ✿ ══ • ⋅◈⋅ • ══ • ● • ══ • ⋆★》
Finalmente, la pelea se había terminado.
El traidor ya no oponía resistencia alguna, ni tampoco mostraba signos de recuperarse pronto. Me apresuré a revisar su pulso, y a pesar de todo, mantenía una palpitación estable, aunque algo tenue, eso sí. Seguramente saldría de esta al final de todo.
—Tengo aquí a uno de estos chicos heridos. Cony, Bluemint, requiero atención médica para una planta de manzanas. Desconozco su tipo, pero probablemente se trate de una K-100. Traigan rápido a alguien, por favor.
—Entendido, Solar Flare. Necesito confirmar que todo se encuentre despejado por ahí.
Miré alrededor en busca de alguna planta o zombi por los alrededores, al no encontrar nada, volví hacía el intercomunicador, acercándome hacía aquella planta para tomar el arma de fuego que se encontraba delante de él.
—Todo se encuentra despejado, no veo a nadie por aqu-
Antes de que pudiera haberme percatado, en un reflejo que hasta una soldado como yo hubiera resultado imposible reaccionar, el tipejo saltó de un solo brinco para quitarme la pistola de la mano, y en un movimiento agresor, dispararla a medio apuntar, impactando en uno de mis pétalos, desprendiéndolo, así aturdiéndome con el mero impacto desprevenido.
Terminé en el suelo, con el conocimiento aturdido del golpe a suelo, apenas enterada de lo que estaba ocurriendo y de lo que acababa de acontecer. Mi corazón a mil por hora y mi entendimiento no lograba entender aún así su imagen. Él, Parado frente a mí. Apuntándome con la boquilla de su revolver. A un movimiento, de acabar con todo.
Antes de que pudiera disparar, en un movimiento reflejo de mucha rapidez, impulsado por mis flamas, logré disparar en dirección a su arma, y lanzar la pistola lejos de sus dedos, separándolos a ambos por varios pasos de distancia.
Él fue el primero en lanzarse, y trató de someterme, inútil, obviamente. Me dio unos cuantos golpes con el codo y el hombro en cuanto traté de oponer mínima resistencia. Antes de que me diera el último, lo tome del brazo y con una fuerza vengativa lo lancé al otro lado de la habitación, arrastrando el suelo y moribundo, incapaz seguramente de volverse a levantar para otra contienda en contra mía.
Y claro que no dejé que se levantara, en cuanto determinó mi teoría en incorrecta, lo tomé de su ropaje tan pronto como intentó levantarse y lo aplasté a la pared con el impulso de mis flamas.
Como si no fuera ya suficiente la molestia y el hartazgo, él escupió directamente a mi rostro segundos después. Del mero y puro arranque de ira y violencia, lo arrojé devuelta hacía el pasillo una vez más, pero esta vez lanzándolo a altura considerable. Nadie detuvo su estrepitosa caída, él rodó un par de veces después de caer, hasta que de tal escena, terminó desplomado en el medio del pasadizo.
Me prendí en llamas una vez más. Por Dios, cuando vi que, impresionantemente, se había levantado luego del impacto, y ahora me observaba mientras levantaba sus brazos de manera determinada —con fuego recorriendo las pupilas de su mirada—, juré romper una y cualquier promesa, junto con varios huesos y también ligamentos.
Jamás había visto una planta tan pobremente noble ser tan obstinada.
Me acerque con el impulso de mis piernas en una frenesís irradiada de mi característica llamarada, di unos saltos que impulsaron mi vuelo y entonces, encerrándome en ráfagas aéreas, arrojé todo mi cuerpo hacía él en un placaje destructor, ¡cuyas intenciones eran desplomarle de una maldita vez!
No vi el minuto cuando él fue arrojado suavemente hacía el suelo.
¿Suavemente? ¡Esa no era mi patada!
El bloqueo de un mango proveniente de un utensilio extrañísimo había bloqueado mi embestida. Yo, y ahora una figura totalmente distinta a la del traidor había tomado rápidamente su posición, desde su lugar, propició un agresivo golpe en la cara, que me dio por completo en mi posición desfavorecida. De un momento a otro, estaba a mi altura, y de un rodillazo envuelto en fuego color negro puro, me lanzó fuera de mi órbita inicial.
—¡¡No eres la única que puede patadas, Solar Flare!!
Reconocí esa risa maniaca al instante. Me reincorporé aún luego del impacto, alejándome de más y así conseguir margen y distancia aceptable. Pero, obviamente, sabía de antemano que una maniobra así no funcionaría con mi siguiente contrincante, clavando mis pies y mis manos en el suelo para dar una vuelta reversa para detener mi cuerpo en el arrastre, causando que el impulso del golpe siguiente no me lograra lanzar aún más lejos.
En cuanto la perspectiva de mi mirada logró volver a ver, la sorpresa de una lanza rozando mi piel no me dejó reaccionar más que con dolor y con una guardia defensiva precavida.
—¡Ray, ve a por Fridaigy! ¡¡Sácala de aquí!! ¡¡Yo contendré a Solar Flare, oíste!! ¡¡Corre!!
—¡¿A-Aura?!
Por si su voz y las maniobras de aquella lanza no eran suficientes, el sonido de su nombre por labios ajenos me confirmó una vez más mis recónditas y apresuradas sospechas.
Era ella. Claro que sí.