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14 de Marzo. 7:26 pm.
Ray, Experto en armas, manzana madura
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Ella no dejaba aquel estado apático en el que se encontraba. Parecía que el letargo de su ánimo y sus motivaciones nunca acabaría. Decidí entonces hablar con ella. No podía seguir permitiendo que se amargara de esa forma. Y si era sincero conmigo mismo, me preocupaba su salud a tal punto que me permitía entrometerme en sus asuntos para tratar de sacarle las nubes grises de la cabeza.
Cada que caminaba me encontraba con uno que otro zombi que me lanzaba insultos y demás cosas por el simple hecho de ser una planta. Aunque para ser francos, nadie se había atrevido a decírmelas a la cara y sin un grupo grande de demás compañeros alrededor suyo.
Yo nunca buscaba problemas. No estaba en posición de causarlos de cualquier forma.
Pero, de todas maneras, nunca dejaba la posibilidad de poner en su lugar a uno de esos charlatanes para darle una pequeña lección de respeto y modales.
Seguramente es un sentimiento que debías de conocer muy bien, ¿verdad, Cesar?
En mi bandeja se encontraba lo que los zombis denominaban "comida". Ya sabes... Carne de rata y pedazos de pollo y de conejo putrefactos y podridos. A veces, contadas veces, comíamos restos humanos y sesos varios. Nunca probaba los restos humanos ni los sesos, siempre me tenía que conformar con la carne de rata que con suerte se encontraba en buen estado.
En secreto comía vegetales. A los zombis no les agradaban los vegetales, y solo lo hacían si con ello devoraban a una planta viva. Pero yo siempre escondía vegetales para mí y para ella. La carne no era de mi interés. Res, cerdo, eran casi idénticas a las de las ratas. A veces me preguntaba por qué los humanos eran tan reacios a probar ciertas carmes como las de éstas. No encontraba la razón de por qué les molestaba si sus texturas eran las mismas al final.
Al fondo estaba ella, apartada del resto. Se encontraba jugando con su cabello y no tocaba su comida. Yo había guardado un poco de zanahoria. A ella le encantaba las zanahorias, me decía que su sabor ligeramente dulce le gustaba muchísimo. Así que decidí no comerme las zanahorias que había traído para mí y en su lugar dárselas a ella.
La cafetería era un desastre. Había zombis y plantas haciendo escándalo por todas partes. Trozos de comida, cubiertos y hasta algunos platos salían volando de un lado a otro. Zombis de diversos tipos, plantas de la misma forma. Y todos tenían a alguien para pasar el rato en la hora del almuerzo.
Todos menos la depresiva.
Me acerque lentamente hacía su mesa. Dos zombis peleaban por ver quien se comía el cerebro que tenían en su plato. Otros más molestaban a las plantas que tomaban el valor para sentarse en las mesas de la cafetería junto con todos los demás no-muertos.
—¡Pero si es una de las famosas papas! —Escuché decir a uno de estos carcajeándose junto a una nuez que comía tranquilamente en una mesa apartada del resto.
—¡Soy una nuez, idiota!
—¿Te crees de nuestro equipo? ¡Ni siquiera tienes brazos ni manos! ¿Cómo es que vas a ayudarnos?, ¿eh?
—Seré el soporte y la defensa del equipo. Bloquearé las balas y los proyectiles de las plantas y humanos.
—¡Guau! ¿En serio? Entonces eso muy útil, la verdad.
—¡Lo sé! Todo sea por asesinar a esos malditos humanos, zombi.
—Oh, pues si ese es el caso, parece pensamos igual en algo, planta.
Oí una última carcajada en grupo junto con aquella nuez que era nueva en el bando zombi.
Finalmente había llegado a la mesa.
Ya no jugaba con su peinado, se encontraba de brazos cruzados y con la barbilla pegada a la mesa, ocultándose con sus extremidades.
Dejé mi bandeja al lado de la suya. Ella no se inmutó al oírme llegar. Ni siquiera volteó al verme, ni denotó sorpresa ni felicidad. Suspiré, seguía en su letargo de tristeza y melancolía.
Me senté justo a su lado, jugueteé un poco con mi comida antes de empezar a hablar. Aún no había pensado en un tema de conversación, así que la observé despectivamente. Se veía tan distante, tan apagada.
No era la Aura que yo conocía de siempre.
—Han sido días duros, ¿no es así?
No obtuve respuesta alguna. Esto ya me estaba empezando a amargar. Tomé lo que había en mi mochila y saqué unas cuantas zanahorias en un pequeño recipiente. Las puse en la mesa y las acerque suavemente hacía ella.
Aura estuvo un rato impasible, pero al denotar las zanahorias dejó su inamovilidad y movió ligeramente su cabeza hacía mi lado, dejando al descubierto su mirada. Triste y desanimada.
—No debiste, Ray.
Sus ojos eran preciosos. Se trataban de dos cuencas negras llenas de vida y hermosura. Cada uno más particular que otro. Y tan cautivadores que podías perderte en su belleza si tan solo te dejabas llevar por ellos.
—Sé cuánto te gustan, y guardé unas cuantas solamente para ti. No te apenes. Son exclusivamente para Aura.
Ella sonrió por un instante. Y observó las zanahorias con cierto deseo. Volteó su vista hacía la mía y me observó de forma intencionalmente tierna hacía mis ojos.
—¿Entonces puedo...?
—Claro, son todas tuyas.
Finalmente dejó su faceta introvertida y se levantó para tomar una zanahoria y comenzar a comérsela. Sonreí tiernamente al ver su ligera sonrisa, y volteé a ver mi comida propia.
Tomé un pequeño mordisco. Asco. Me había tocado un plato malo, que mala suerte.
A los zombis esta cosa les encantaba, así que tomé vuelo con las manos y con esa fuerza arrojé despectivamente el plato de comida hacía el lado. Varios zombis gritaron de alegría y se lanzaron hacía los órganos humanos putrefactos que habían caído al suelo para devorarlos salvajemente.
Voltee mi vista hacía Aura, ella estaba distraída observando a los pájaros por la ventana. Una vez me había dicho que prefería a los pájaros que no eran zombis, los normales no se lanzaban a ella para tratar de devorarla como los hacían los que estaban no-vivos.
Sin embargo, me decía que le agradaba todo pájaro existente... peeeero que aun así le gustaba observar a los que eran zombis a una distancia considerable. Por si acaso.
Cuando ella atacaba en algún lugar —A ella siempre le encomendaban ir a luchar sola—, le gustaba primero realizar explosiones a la nada para que los pájaros huyeran antes de salir heridos. Y eso me parecía algo muy tierno de ella.
—Gracias, Ray.
—También sé cuánto odias la comida que nos dan aquí...
Su mirada se entristeció. Su mano libre comenzó a temblar en la silla de nuestra mesa. Yo noté esto, y en un intento de calmarla, la tome de la mano y entrelace nuestros dedos con suavidad.
Ella volteó si vista hacía mí. No había cambiado su mirada. Sin embargo, sus ojos reflejaron algo más que su tristeza, sus preocupaciones y sus penas.
Reflejaron por fin unas partículas de esperanza, y también unas partículas de sueños.
Observó nuestras manos juntas y soltó una pequeña risita. Me miró con expresión aburrida pero alegre, y me regaló una sonrisa. Una encantadora sonrisa. Amaba cuando ella finalmente sonreía después de mucho esfuerzo mío por hacerla feliz.
—¿Otra vez con eso?
—No podías culparme por intentar...
Mi sonrisa coqueta calmó sus ganas de volver a reír. Y me soltó la mano para volver a concentrarse en sus zanahorias. Yo voltee mi vista hacía las otras mesas, divertido. Había logrado que dejara sus pensamientos negativos.
Mi mirada se enfocó en una mesa un poco más escandalosa que las habituales. En ella, unos zombis molestaban a un Zombistein que, si yo no estaba desactualizado con las noticias, había fracasado rotundamente en una emboscada a cierta girasol muy poderosa.
—¡Miren! ¡Es Jerald! ¡El Zombistein que golpeó a sus compañeros hasta dejarlo fuera de combate! —Gritó uno de esos zombis de forma escandalosa, mientras se ahogaba en carcajadas y risas molestando a aquel muerto viviente lleno de vendas y vendajes.
—¡¡No es cierto!! ¡Esa maldita girasol me tendió una trampa! ¡¡No fue mi culpa!!
—Te tendió una trampa... ¿dos veces?
Los zombis continuaron con otra retahíla de risas y carcajadas. El Zombistein gruñó de ira, y se levantó de la mesa. Pero cuando las risas y las carcajadas se hicieron más grandes en su acción. Volteó rápidamente hacía ellos y comenzó con un griterío de insultos y reclamos.
—¡¡Cállate!! ¡¡Y ustedes también cállense!! ¡¡Dejen de reírse!! ¡¡Déjenme en paz!!
Reí ligeramente al ver todo el espectáculo. Sacudí mi cabeza en forma de negación y volví hacía Aura, divertido.
—Esa girasol ha estado bastante popular en la Guardia No-muerta últimamente, ¿no?
Aura volteó despectivamente hacía el escándalo de aquella mesa. Su mirada se tornó aburrida y despreciativa. Ya había visto escándalos de similar magnitud antes, y para ella no era nada divertido verlos de nuevo.
—Oh. Ni siquiera mencionemos algo de ella, Ray... Harás que termine hablando de nuevo sobre esa heroína...
— ¡¡Y además...!! ¡¡Ni siquiera fue a ambos...!! ¡¡Solamente lastime a uno de ellos...!