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19 de febrero. 11:14 am.
Solar Flare, primera semilla
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Abrí los ojos, totalmente inconsciente sobre lo que me había pasado la noche anterior.
Me encontraba en uno de los dormitorios de L.E.A.F., lo pude saber rápidamente debido a las distintivas decoraciones, al sinigual color de los muebles, y al tan único diseño de las camas que se encontraban esparcidas en el considerable espacio de la habitación,
Me froté los ojos al cerrarlos y bostecé al levantarme de la cama, sin descubrirme todavía de la sabana. Me encontraba toda desarreglada y con mucha razón cualquiera diría que acababa de levantarme de un sueño profundo y muy placentero, ya que gracias a mi apariencia y a mi expresión, daba indicios de ser alguna clase de criatura amarilla y morena que despertaba de un placer que no había conciliado hasta varios días después.
Como era de esperarse, mi pensamiento aun no era claro, y cuando me revisé a detalle pude todavía observar que ya no llevaba solo la misma camisa que tenía puesta antes. Ahora, llevaba vestida un suéter azul suave muy rellenito, caliente y esponjoso que yo no reconocía de nada.
Lo palpe nerviosamente al distinguirlo con mi vista, de inmediato me sentí extrañada y con algunos escalofríos. ¿Acaso me había puesto yo eso? ¿Cuándo?
Y ahora que lo mencionaba, ¿Qué rayos hacía allí si ayer me había quedado dormida en la habitación del hospital?
Con todavía las dudas paseándose como locas por mi cabeza, decidí rápidamente quitarme el ropaje para revisarlo mejor.
Lo registré de cabo a rabo, hasta que pude encontrar unas pequeñas palabritas escritas en la etiqueta de este.
"Propiedad de Mary Tillback"
Inmediatamente todo cobró sentido. Suspiré, aliviada. Y con ese mismo sentimiento, volví a colocarme el suéter, pero esta vez mucho más tranquila y sin miramientos.
De modo que, Green me había llevado hasta el dormitorio para que pudiera descansar. Y también me había dado uno de sus suéteres para que no pasara frío.
Me rasqué la cabeza, aún era un poco confuso pensar cómo había llegado hasta ese punto exacto. Después de todo lo que había ocurrido. El cómo ahora me encontraba descansando apaciblemente en cama. No hacía más que llenarme de dudas sobre todo lo qué me había pasado, y también sobre todo lo que se vendría después.
Tenía que redimirme. No tenía que pensar en ello. Eso no importaba ahora, pues tenía asuntos más importantes. Ahora, tenía que comprobar que aquella planta había amanecido también como-
—Molestos pedazos de pétalos... ¿Por qué no pueden arreglarse ustedes por sí solos, eh?
Unos cuantos ruidos y unas cuantas palabras a unos cuantos pasos míos hicieron que me diera un pequeño susto de sorpresa. Voltee a ver para todos los lados, en busca del ruido. Y fue cuando lo encontré.
Polera se arreglaba sus flores con un cepillo mientras se miraba a uno de los espejos de la habitación. Hasta ese momento no había notado que ya estaba despierta, así que del mero instinto me oculté en las sabanas. Desafortunadamente, la misma acción ocasionó el suficiente ruido para que Polera volteara, anonadado por descubrir mi presencia.
Me descubrí entonces y así pude notar su expresión propia; totalmente perpleja, y un poco sonrojada. Se apartó al instante del espejo y dejó sutilmente el cepillo en la mesa. Cuando denotó que era la misma girasol con la que antes había entablado "amistad", cambió su expresión a una más relajada. Y también, a decir verdad, a una poco más molesta.
—Pudiste haberme dicho que estabas aquí... Creí que estaba solo... De cualquier forma, ¿Qué haces aquí?
Realicé una mueca al notar su expresión, ¿Por qué estaba molesto? ¿Qué culpa tenía yo de que él se tomara el tiempo para arreglarse y también de hablarle a su cabello?
—Emmh. Creo que tengo la misma duda que tú, Polera. Ambos nos preguntamos lo mismo.
Me revisó y luego a la cama. Su expresión era todo menos algo comprensivo. Rápidamente revisó su cama propia, y después se revisó el cuerpo como si, confuso, tratara de responderse por qué no encontraba algo en él.
—¿Y dónde está mi suéter esponjoso? Porque no lo veo por ningún lado...
Reí ante la pregunta de Polera, y me levanté de mi letargo entonces para observarlo aun sentada en la cama, dándole a relucir mi suéter propio.
Eso es exclusivo para mí, Hojitas. Tú te tendrás que conformar con tu bufanda delgada, fina, y muy bonita.
Me miró irónico y aburrido, pero luego sonrió, solo por unos instantes. Rápidamente su sonrisa como vino ésta se fue, y volvió sin más hacía el espejo para peinarse sus flores como lo estaba haciendo antes de que yo lo interrumpiera.
Me levanté finalmente de forma entera, y entonces me senté en la orilla de la cama. Me coloqué unas pantuflas que se encontraban siguiente a ésta. Seguramente otro de los detalles que Green había puesto para mí. Sonreí por eso nuevamente, y busqué con un poco de deseo más cosas que se hubiera molestado en darme.
Voltee mi vista hacía la mesita de la cama. En ella había una pequeña hoja de papel doblado a la mitad que resaltaba junto a un vaso de agua y a mis lentes rojos. Lo tomé instintivamente. Al abrirlo, denoté que contenía unas cuantas oraciones escritas en ella.
Leí detenidamente lo que decía la carta, dándole la privacidad que Polera seguramente necesitaba para arreglar su cabellera.
"Solar.
No sé que cómo ni cuanto, pero en cuanto regresé a la sala de hospital después de salir a una misión de improvisto, encontré al chico que rescataste y, ¿Qué crees? Estaba totalmente bien y sin alguna clase de herida remanente.
Como te imaginaras, mi sorpresa no fue para menos. Rápidamente llamé a los médicos, que la revisaron de inmediato y efectivamente, confirmaron que Hojitas se encontraba totalmente recuperado.
Me sentí muy feliz al escuchar la noticia. Pero aun así, después de la confirmación, me informaron que tenía que dar de alta a Hojitas para así hacer espacio para otros pacientes, pues el accidente reciente había hecho acaparar las salas médicas de L.E.A.F.
Así que, decidí llevarte a ti y a tu amigo a uno de los dormitorios para que pudieran descansar tranquilos.
Te dejé todo lo que necesitas. Para ti y para Hojitas también.
Descansa todo lo que quieras, ¿De acuerdo? Yo me encargaré de cubrir tus turnos hasta que te recuperes, y los demás Héroes me ayudarán a cubrirte en lo que serían nuestros turnos juntas.
Todo está en orden para que te tomes tu tiempo con el chico misterioso.
Porque...
¿Sabes?
Cada que lo miro, totalmente sanado y recuperado.
No puedo dejar de preguntarme.
¿Tú hiciste esto, Solar?
Jeje.
Descansa, bonita.
Prometo volver en la tarde, ¿Está bien?
—Mary ❤️"
Mi sonrisa y mi felicidad se hizo bien en alto, ¡Un día libre! ¡Perfecto para saber más de Polera!
Voltee a verlo nuevamente, rápidamente mi animó se esfumó cuando vi que ya no estaba en el espejo, sino que estaba arremangando su bufanda en el umbral de la puerta, y unos segundos cruzarlo sin decirme ni una palabra de despedida para salir de esa habitación.
Exclamé rápidamente, y me traté de reincorporar velozmente para correr hacía la dirección en la que Hojitas se había ido tan inesperadamente. Y más sin embargo, la puerta, como si no entendiera las razones de mi prisa, cerró de golpe su pasaje, dando como resultado que me estampara de lleno con ella.
Recuperé el control unos segundos después de maltratar verbal y agresivamente a la puerta, y cuando el dolor de mi frente desapareció, corrí rápidamente hacia afuera.
Me encontré a Polera a mitad del tramo, éste marchaba decidido a una velocidad horriblemente veloz. Levanté la mano en son de tratar de detenerlo, y grité su nombre a la distancia.
—¡¡H-hey!! ¡¡Polera!! ¡¿A dónde vas?!
Él me escuchó rápidamente, y volteó la vista, sin dejar de andar a sus pasos gigantescos.
—Lejos, Solar Flare. No puedo seguir en L.E.A.F. Tengo que irme.
Mi mirada se enrareció, y me detuve cuando él se detuvo, pues fácilmente había denotado cómo yo aún trataba de recuperarme del reciente amanecer y también de una reciente inflamación en la frente.
—¿Por qué quieres irte de aquí?
—Simple. Tengo que volver a ese callejón y resolver el misterio de por qué me yo encontraba allí.
Mi expresión no cambió, más si evolucionó, volviéndose aún más extrañada y sorprendida.
—¡¿Q-qué?! ¡¿Por qué?!
—Porque debe de haber una razón. Mira, no aparecí de la nada, ¿No es así? Algo debió de haber ocurrido para que yo hubiera terminado en aquel lugar. Y la verdad, mi memoria no es que me esté ayudando mucho en estos instantes, así que a lo mejor si vuelvo allí podré recordar más detalles.
Me quité las lagañas de la cara, y traté de peinar improvisadamente mis pétalos. Cuando terminé, esperé abrir los ojos y enterarme de que todo había sido parte de mi imaginación o algo así. En cuanto me percaté de que no era de esa forma, mi mirada cambió a una enfadada, y con ese sentimiento traté de observar a Polera aún con ligero sentimiento comprensivo de compasión.
—Sé que estás estresado y dudoso sobre tu pasado, ¿Pero de verdad crees que es seguro volver allá? Escucha tú ahora: Estás en uno de los lugares más seguros de todo Neighborville, y estoy segura de que aquí podremos encontrar una manera de averiguar más sobre la persona que tú eres. Pero... necesito de tu colaboración para esto. Y si te vas a poner en ese plan... no sé si aún pueda ayudarte de la mejor forma después...
Mis puños se cerraron, Polera notó esto y su expresión también, cambiándola abruptamente. Ya no era una mirada tolerante, sino que había cambiado a una expresión que solo podía asociarse con la decepción. Entonces, su monotonía y aburrimiento se hicieron denotar en cuanto sus ojos perdieron hasta los últimos rastros de brillo que habían albergado esperanzadoramente desde que me vio por primera vez.
Abrió su mandíbula, no tan abruptamente como mi caso, para moverla junto a su lengua en un ritmo suave, y con un tono inspirado a lo desinteresado en sus palabras.
—Al final del día, no eres diferente... a diferencia de cómo yo lo creía...
Mi expresión también cambió radicalmente al ver la suya propia.
No pude hacer acción alguna más que retroceder, falta de palabra y también con suspiro quedo. De inmediato caí en la cuenta sobre el cómo me había acabado de comportar, cómo si Polera se tratara ahora de mi responsabilidad o algo parecido. Si era sincera, era culpa del sueño, pero eso no era excusa a la hora de la verdad: Me había acabado de comportar como una patana.
No podía evitarlo... Desde que había visto, salvado y también velado por su salud y bienestar, recientemente había creado en mí una sensación de obligación por protegerlo, estar con él, saber cómo es que se encontraba en cada pequeño momento que transcurría, y también una horrible dependencia a su estado de ánimo, que se reflejaba completamente en el contrario cuando llegaba a denotar mi propia persona.
Él volteó la vista, ya no más interesado con mi presencia. Dio unos cuantos pasos y bajó la vista.
Juré sentir cómo se hundía mi estomago mientras decía las siguientes palabras.
—Perdóname Solar Flare, pero tengo que averiguar siquiera qué rayos ocurrió por lo menos una noche atrás de estar en ese bendito callejón. Y para eso, no necesito de una heroína.
Seguido de esto, no esperó una respuesta, y rápidamente tomó vuelo para correr lejos de mí y también así lejos de todo lo demás alrededor de nosotros.
—P-polera, ¡¡Espera!!
Pude apenas quitarme el suéter de pura intuición, y corrí a tropiezos hacía la salida.
¿Por qué rayos me sentía así?
¿Por qué rayos creía que yo también lo recordaba?
¡¿Y a quién rayos se le había ocurrido colorar carteles de "Salida" tan intuitivos y tan llamativos, eh?!
Lo primero que pude observar fue a un Appy pasmado y conmocionado por lo que había acabado de ocurrir: Su expresión lo decía todo.
No analicé su estado otro instante más, y cuando volvió a mi mirada, grité lo más directo que pude.
—¡¿Por dónde se fue?!
Rápidamente entendió y observó hacía la salida en un grito.
—¡¡Por allá!!
Le arrojé el suéter seguido de un "¡¡Detenme esto!!" y salí huyendo aquellas puertas automáticas sin siquiera esperar una reacción consiguiente.
Y está vez, sí esperé unos segundos a que éstas se abrieran solas.