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19 de febrero. 1:26 am.
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La girasol tomó un resoplido, su expresión se notaba cansada y exhausta. Recostó su cabeza en la silla y trató de estar despierta el mayor tiempo que tuvo.
El silenció invadió el cuarto. Siendo el único ruido los sonidos del pulso de hojitas y su resuello pasivo.
Solar entonces, despertó de su cansancio en cuanto percato de la extrañeza que había nacido tempranamente en el ambiente.
Algo no estaba bien.
Revisó a Hojitas con la mirada. No había nada extraño aparentemente.
¿Entonces por qué el ambiente se sentía tan diferente?
Fue entonces cuando escuchó su respiración. Una suave y abundante respiración que ya no notaba indicios de cansancio ni carente proximidad.
Algo andaba mal.
Se aproximó entonces a la planta. Todo, visualmente, se veía normal. No había nada raro en ella más allá de su respiración.
¿Qué estaba pasando?
Trató de acercarme más para escuchar con claridad su respiración. La tomó del brazo y trató de moverla para comprobar que seguía dormida. Fue entonces cuando una de sus vendas se despegó de su posición, cayendo y denotando que la piel que antes estaba dañada y rasgada ahora se encontraba totalmente sana y como nueva.
Solar entonces retrocedió instintivamente, asustada por lo que acababa de ver. Rápidamente, le quitó uno de sus vendajes para ver que el resultado era exactamente el mismo que el anterior. Retiró otro. Totalmente indemne. Quitó otro más. Completamente ileso. Y así pasó sucesivamente cada vez que Flare le quitaba los vendajes que cubrían sus ya inexistentes heridas pasadas.
Su mirada se iluminó. Y su sonrisa se agrandaba cada vez más. Aloe vera, la repentina curación sin avisó. Era evidente y claro.
—¡¡Eres una planta curativa!! ¡¡Y puedes curarte a ti misma!!
Solar entonces gritó de felicidad, lanzándose entonces para abrazar a Hojitas. Se levantó rápidamente y corrió casi volando a buscar a Green.
Cruzó el arco de la puerta sumamente apresurada. Y aligeró directamente hacía la cafetería. Abriendo con un empujón los dos portones de la entrada.
Pero cuando revisó. No había rastro de la pesól por ninguna parte. Ni de alguna otra planta siquiera. La iluminación del cuarto y la recopilación de cero almas reunidas era solo digna de la habitación de una imagen liminal.
Observó por todos lados, salió entonces para buscar en las demás zonas del cuartel general: Nada. Esto ya era demasiado raro. Solar ya se había agotado de buscarla. Y decidió entonces volver con Hojitas hasta que Green volviera.
Corrió hacía la habitación, abrió la puerta y se volteó para cerrarla.
Cuando volteó la vista nuevamente. Tanto ella como el ambiente, quedaron completamente paralizados en lo que las pupilas de la desconcertada girasol se reflejaba.
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19 de febrero. 1:41
Solar Flare, Tan solo una Semilla
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Hojitas estaba levantada al lado de la camilla. Y me apuntaba directamente a la cabeza mientras también me reflejaba una expresión amenazante y decidida.
No podía moverme. Sabía de sobra que algunas plantas lanzaban ataques varios por sus manos. Estaba amenazada con atacarme si realizaba algún movimiento en falso.
Levanté las manos lenta e instintivamente hasta la altura de mi cabeza. Un ligero suspiro nervioso salió de mi boca.
Observé a Hojitas, su bufanda se agitaba levemente por el aire de la ventana recientemente abierta por ella. Me alejé unos pequeños pasos para colocarme de espaldas de la puerta, las manos me temblaron ligeramente de sobresalto en cuanto Hojitas me lanzó un bufido agresivo y me obligó a no volver a intentar moverme.
Tomé una bocanada de aire y traté de aquella manera y situación, hablar con ella.
—Tranquila. No vengo a hacerte daño, ¿está bien? Mi nombre es Solar Flare. Estabas muy malherida y te trajimos acá para atender tus heridas. ¿Cómo es que te llamas?
La forma en la que se lo dije sonó tan natural que me sorprendió incluso a mí misma. Hojitas me miró con cierta expresión de duda. Luego, me registró de pies a cabeza con la mirada. Una incertidumbre y un ligero misterio recorrieron el brillo de sus ojos.
Me observó con indiferencia, y unas palabras con el tono de una voz masculina salieron a cuestión de palabra en la conclusión de la dicción, expresándose en el sonido reconociblemente familiar de su garganta.
—¿Po...? ¿Polera? —Me dijo, totalmente confundido, observando directamente a mi camisa y con una expresión que denotaba el mismo sentimiento de extrañez. Recuperé mi compostura y lo observé a los ojos con una mirada de no comprenderle muy bien.
—¿Tu...? ¿Tu nombre es Polera? —Dije, confusa. Hojitas me observó ligeramente enfadado. Así que traté de hacerlo empatizar conmigo, exhalando de forma tranquila y amena mis siguientes palabras —Jeh. Polera, ¿eh? Es, es de hecho un nombre muy bonito.
La mirada de Polera se apaciguo ligeramente. Su brazo se tambaleo ligeramente. Registró la habitación lentamente con la mirada. Y volvió hacía mi observándome aún con replanteamientos por realizarse.
—¿Qué ocurrió con los zombis que me estaban atacando?
—Los derrote. No podrán volver hacerte daño. Es una promesa.
Su mirada se relajó aún más incluso. Y el miedo que antes invadía sus pupilas ya no hacía más por denotarse.
—Escucha, no tengo la intención de hacerte daño. Por favor, baja el brazo, ¿Sí? Hablemos de esto. Estoy segura que podemos llegar a un acuerdo. Solo baja el brazo y hablemos ¿está bien?
Mi mirada se contentó, y observé a Polera con una expresión en mi rostro que reflejaba un amistoso sentimiento de felicidad.