AU! -Ｄｒ . Ｓｔｏｎｅ
Joel apretó con fuerza el pequeño paquete envuelto en papel de terciopelo, sintiendo cómo sus dedos se hundían en el suave material. El latido de su corazón era tan fuerte que temía que tú, a su lado, pudieses escucharlo. Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Ese día cumplían un año de noviazgo. La idea de tenerte como pareja le resultaba difícil de creer, ya que no era sociable y mucho menos se consideraba atractivo; pero ahí estaba él, tomando delicadamente tu mano mientras subían por las escaleras rumbo a la azotea de aquel edificio.
Solía ser un chico que disfrutaba de la tranquilidad que le brindaba la relojería de su familia antes de conocerte, pasando la mayor parte del día allí, buscando matar el tiempo. Recordaba claramente el día que te vio por primera vez, hace ya un año. El sol de esa tarde se filtraba por la puerta del local, iluminando tu cabello recogido en una coleta alta, mientras cargabas una pesada caja repleta de antiguos relojes que tu abuelo te había pedido que llevaras a arreglar. El cuerpo de Joel se tensó, sintiendo cómo la sangre le subía a las mejillas; verte fue como si todo a su alrededor se hubiera detenido de pronto. Aunque reaccionó rápidamente al darse cuenta de que necesitabas ayuda.
Cuando sus manos se rozaron al tomar la caja, juró haber sentido una corriente eléctrica recorrerlo de pies a cabeza. Tú lo miraste y le regalaste una sonrisa en forma de agradecimiento que casi hizo que soltara la caja por la vergüenza.
Después de que él dejara la caja sobre el mostrador, comenzaste a explicarle, con titubeos, los fallos que tu abuelo te había indicado que mencionaras sobre los relojes. Joel notó la confusión en tus palabras y una pequeña sonrisa se asomó en sus labios ante la gracia que esto le causaba. Reíste nerviosamente y te disculpaste por tu torpeza; él negó rápidamente con la cabeza, haciéndote saber que había entendido perfectamente.
Desde entonces, comenzaste a frecuentar la tienda diariamente, a veces para preguntar por el avance de las reparaciones y otras simplemente para charlar. Pese a ser un muchacho muy tímido con las mujeres, siempre intentaba seguirte el hilo de la conversación, aunque solo dijera una o dos palabras. Con el pasar de los días, se daba cuenta de que se iba enamorando más y más de ti. Eras encantadora, inteligente, y, por supuesto, hermosa. Le gustabas.
Pero todo cambió cuando un día, mientras charlaban como de costumbre, mencionaste algo que él no esperaba.
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—Desde hace un tiempo, estoy tratando de convencer a mi abuelo de irse conmigo a Japón —dijiste repentinamente, sin apartar la vista de tus uñas.
—¿J-Japón? —te miró, sorprendido, distrayéndose de su trabajo.
Asentiste.
—Él me crió —lo miraste finalmente—. Hace un año conseguí un buen trabajo allá y tuve que mudarme. Es la única familia que tengo y quiero que esté a mi lado —sonreíste tristemente.
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La idea de que pudieses irte tan lejos lo puso ansioso. Quería decirte lo que sentía, pedirte que no te fueras, pero Joel nunca se atrevió a decir nada. Simplemente no se sintió con el derecho de hacerlo.
El día que terminó de reparar los relojes y te los devolvió, se sintió como al terminar de leer un increíble libro: vacío. Estaba convencido de que no te volvería a ver, pues ese día llegaste con una sonrisa de oreja a oreja a decirle que tu abuelo había accedido a irse a vivir contigo. Se dijo a sí mismo que era lo mejor, que así podría volver a concentrarse en su trabajo, pero la verdad era que esos sentimientos que habías despertado en él lo distraían, y aunque le irritaba, en el fondo, secretamente, lo disfrutaba.
Antes de que te fueras, le agradeciste por todas las charlas que habían tenido y le prometiste que volverías para despedirte antes de partir. Joel esperó. Te esperó día tras día, pero no volviste. Quería salir a buscarte, pero no tenía idea de dónde podías estar. Odiaba haber sido tan tímido cuando aún te tenía frente a él, porque quizás, si te hubiera confesado cómo se sentía, todo podría haber sido diferente.
Pasaron meses, y aunque trató de convencerse de que nunca te volvería a ver, una pequeña parte de él no podía dejar de esperarte. Entonces, una noche, cuando estaba a punto de cerrar la tienda, escuchó una voz que hizo que su corazón se acelerara. Al voltear, vio a una figura femenina corriendo hacia él con una caja de relojes, gritando que no cerrara la tienda todavía. Eras tú.
—Oye —dijiste de pronto, sacándolo de su trance y devolviéndolo al presente.
—¿Q-qué? —preguntó aturdido.
—¿Está todo bien?
Joel no dijo nada por unos segundos antes de asentir lentamente. Trató de sonreír, pero lo único que logró fue una mueca incómoda.
—E-estoy bien —murmuró, tratando de sonar convincente— Todo está bien... [Nombre].
Se giró para seguir subiendo, pero se detuvo al notar que tú, no, que ella no lo seguía. La miró, confundido.
—¿Qué ocurr.-
—¿Podrías dejar de llamarme así? —habló, irritada, soltando su mano— Mi nombre no es [Nombre], soy Selene Everhart, tu novia. No [Nombre], ¿cuándo vas a entenderlo? —levantó la mirada, sus ojos brillando con una mezcla de frustración y tristeza— ¿Quién es ella y por qué sigues confundiéndome con ella?
Joel sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Se quedó helado, sus labios se movían sin emitir sonido alguno, incapaz de procesar lo que acababa de escuchar. La mujer frente a él no era la misma persona que había conocido un año atrás, pero ¿cómo podía ser posible? ¿Acaso había estado viviendo una mentira todo este tiempo?
—¿Eh...? —fue todo lo que pudo responder, el pequeño paquete en su mano ahora le pesaba como una piedra.
By: @karuril_ao