Aún después de haber pasado los últimos dos días encerrada pintando lo que menos se me habría ocurrido es venir al concierto de Liam, al contrario, si de mi dependiera me habría quedado pintando, pero él insistió en que era el último y que como su novia debía estar. Así que aquí estoy a punto de escucharlo tocar la canción con la que cerrará su tanda de conciertos aquí en New York.
El encierro dio fruto porque ahora tengo tres cuadros terminados esperando a los otros siete que les harán compañía en la galería.
Eri se negó a ocupar la primera fila obligando a Liam a que nos subiera al escenario, aunque a mi parecer se aprecia mucho mejor el concierto teniéndolo en frente que aquí atrás con quinientos materiales, instrumentos y cables delante.
—Estoy nerviosa —dice Eri a mi lado mordiéndose las uñas.
—¿Nerviosa por qué? —Uriel rueda los ojos—. Ni que fueras la protagonista de la noche.
—Liam tampoco creo que esté nervioso —digo yo encogiéndome de hombros—. Quizá emocionado, pero no nervioso.
Recuerdo la primera vez que cantó en el bar del viejo Germán, la forma en que le brillaban los ojos y lo feliz que estaba, desde entonces creo que supe que iba a triunfar en este mundo, todo en él grita que nació para esto y que lo único que debe hacer es dejarse llevar.
Uriel murmura algo que no alcanzo a escuchar y cubre su boca sonriendo a la vez que Eri lo mira con los ojos abiertos como platos.
—Miren lo que traje —suelta ella revolviendo en su bolsa—. ¡Tachán!
Saca a Harriet y nos apunta a Uriel y a mi con ella.
—¿Le robaste la cámara a tu abuela? —pregunta él arqueando una ceja.
—Es de Liam —digo yo riendo—. Ha estado grabando todo lo que hacemos con ella.
—¿Todo, todo, todito? —Uri me mira con los ojos entornados y yo niego con la cabeza.
—No seas mal pensado —lo reprendo y él sonríe de lado fingiendo inocencia.
—Hola, soy Erika, la mejor amiga de Sam y cómplice de ambos —le habla Eri a la cámara cuando las luces del escenario vuelven a encenderse.
Liam aparece en medio del escenario tras un chorro de humo y su voz se hace presente a través de los altavoces haciendo que la multitud en su espera enloquezca.
—¡Debo pedir disculpas por la tardanza! —lleva una mano a su corazón—. Pero comprendan que al ser la última canción que tocaré aquí en mi tierra durante un tiempo largo quiero que sea especial y por eso elegí una que no forma parte de ningún álbum, ni siquiera del nuevo.
Uriel cubre sus oídos entrecerrando los ojos mientras todos en el público gritan como locos.
—Quizá no sea el momento adecuado para sacarla a la luz, es más; puedo imaginar la cara de mi productor preguntándose qué mierda estoy haciendo, pero no me importa porque esto es importante para mi y siento la necesidad de hacerlo ahora mismo delante de todos ustedes que me han acompañado durante tanto tiempo. Esta canción se llama «Meant to be» y la escribí ayer a la noche mientras mi novia dormía a mi lado, por lo que absolutamente nadie sabe de su existencia, excepto por el inconsciente de Sam. —sus ojos viajan hacia un costado del escenario buscándome hasta dar conmigo—. De hecho, ¿Puedes venir aquí, Sam?
Eri golpea mi hombro enfocándome con la cámara.
—Anda, mujer, rápido —insiste al ver que ni me muevo.
Me pongo de pie y camino suavemente hasta la mitad del escenario siendo aplaudida por el público como si fuera al cosa. Él cruza su brazo por detrás de mi espalda y deja un beso tierno sobre mi cabello para después volver a dedicarse a su público.
—Hace solo unos días estuvimos hablando del futuro, de todas las cosas que queremos hacer y al menos yo no quiero seguir perdiendo el tiempo —me mira sonriendo—. Ya te he dicho que una canción no fue suficiente para olvidarte, necesité un álbum entero e incluso después de eso fue imposible —toma mi mano y la besa con delicadeza—. Como cada canción que he escrito, esta es para ti, fenómeno.
Acomoda su guitarra a la vez que una melodía dulce comienza a sonar por los altavoces. Yo miro a Eri que todavía sigue apuntándonos con la cámara y a quien ahora se le ha sumado Uriel, pero con su celular. Ella se encoge de hombros y forma la mitad de un corazón con la mano que tiene libre para después lanzarme un beso al aire.
Esto es traición pura, ella sabía que él iba a hacer esto, Uriel también y ninguno fue capaz de decírmelo siquiera para que me preparara mentalmente para estar parada frente a todas estas personas escuchando como canta una canción sobre mi. Mis ojos se centran únicamente en Liam cuando comienza a cantar y como si nada a nuestro alrededor existiera, solo estamos él y yo.
»I cant talk about true love, cause i was the one who walk on his own.
I thought love wasnt made for me, and run away seemed to be the only way to keep your wings free. But you become an angel with a sword who crossed my heart with it and then left me bleeding on the floor.
I promised to myself never fall again, and here is other night that you are running in circles, circles round my mind
I told everyone i'm better on my own but when im alone i find myself searching your name on my phone. This melody has being inside my head, turning me into a mess so writing songs became my scape
I know love wasnt made for me, but when i saw your damn eyes something told me you were the one.
The one for me. We are meant to be, meant to be, meant to be... The cocky and the freak.
I promised to myself never fall again, but those fucking eyes give me hope and i wanna try. Yeah i know, im a complete mess but talking on my defense when we are together all of me is okay.
After all these time only is a question back, so here on my knees i am
Do you wanna marry me, Sam?
Termina la canción arrodillado tendiendo un anillo hacia mi. Las lágrimas corren por mis mejillas en cuanto logro procesar la situación y lo único que puedo hacer es asentir, mi lengua se niega a hablar, es más, creo que ha olvidado cómo hacerlo. Eri camina hacia nosotros apuntándonos con la cámara y Liam sonríe.
—Me haces el hombre más feliz del mundo, fenómeno —me coloca el anillo y se pone de pie para luego besarme—. Te amo.
La gente frente a nosotros estalla en gritos. Desde aquí arriba puedo ver todos los flashes de los celulares apuntándonos y ya imagino la avalancha de menciones en Instagram que Liam recibirá en la mañana.
Una de las chicas que trabaja por detrás del escenario se acerca y me pasa un micrófono que tomo sin saber muy bien qué hacer.
—Cuando le dije que llevaba un tiempo pensando en una forma de pedirle matrimonio me dijo que si iba a hacerlo tenía que ser delante de ustedes y me lo tomé como un reto personal —le habla al público—. Ella, Samantha Kein, es la misteriosa chica de la que llevo hablando cinco años en cada entrevista por la que preguntan de dónde sale mi inspiración. Ella siempre ha sido mi musa, desde la primera vez que agarré un lápiz y un bolígrafo para escribir una canción, incluso desde antes... desde mucho antes —me mira a los ojos entrelazando nuestros dedos a la vez—. Voy a admitir que pedirte matrimonio cinco días antes de irme de gira fue un acto de cobardía porque si me rechazabas tendría tres meses para asimilarlo.
—Pero te he dicho que si —una lágrima corre por mi mejilla y la aparto sonriendo.
—Gracias a Dios, porque escribir otro álbum con el corazón partido solo lo rompería más.
—Dicen que un corazón roto es un mejor artista —me encojo de hombros.
—A menos que seas Corbyn Hood, porque entonces no importa como tengas el corazón, serás igual de bueno.
Su público ríe mientras yo lo miro a los ojos moviendo mis labios en son de hacerle entender que es un engreído de mierda.
—Creo que esta tanda de conciertos tuvo el mejor cierre en la vida. ¿No creen? —dice Liam y todos a coro responden que sí—. Ahora, si me disculpan, me iré a casa con mi prometida.
Se despide agitando una mano en el aire y luego tira de mi para arrastrarme fuera del escenario mientras todos gritan a nuestras espaldas. Liam saca del bolsillo de su jean un juego de llaves y se las lanza a Uriel que las atrapa en el aire sonriendo y asiente. Eri corre hasta mi y me da a Harriet cerrando el cierre del estuche a la vez que me lo cuelga en el hombro.
—Diviértete —me abraza y cuando abro la boca para responderle soy
—¿A dónde vamos? —pregunto mientras camino a sus espaldas tomada de su mano.
Sé que dijo que iríamos a su casa, pero la salida por la que él debería abandonar el lugar está en dirección contraria a la que avanzamos.
—Hay algo que quiero enseñarte —suelta viéndome por encima de su hombro—. Confía en mi.
Continuo caminando detrás de él frunciendo el ceño cada vez que gira en las esquinas de cada pasillo. Finalmente llegamos a una puerta enorme que abre empujándola con el antebrazo sin mayor dificultad.
—¿Un callejón? —pregunto confundida.
—Sí, pero no vamos a quedarnos aquí —hace una seña con la cabeza hacia un bulto negro detrás de unos tanques.
Suelta mi mano y se dirige a ahí cinchando la lona que cubre la camioneta de Uriel.
—Nos vamos a casa, fenómeno —estira su mano hacia mí y no dudo ni un segundo en tomarla.
—¿Por qué en el auto de Uri? —pregunto subiéndome en el lado del copiloto.
—Bueno... te acabo de pedir que seas mi esposa, si nos vamos en mi auto los paparazis no nos dejarán llegar a ningún lado.
Se tira por encima de la palanca de cambios y me da un beso corto en los labios.
Dos horas después dejamos la ciudad atrás para adentrarnos en un camino frondoso, su mano no abandona la mía ni siquiera un segundo y eso me gusta. Cada tanto la lleva a sus labios y deja un beso tierno sobre el anillo sonriéndome con cada parte de su rostro.
—¿Ya vas a decirme a dónde vamos de verdad? —digo mirando hacia el campo a nuestro alrededor.
—Ya te lo he dicho, a casa —se encoge de hombros—. ¿Crees que con todo el dinero que tengo solo poseo una propiedad?
Es estúpido, pero sí.
—Claro que no —miento—, pero, ¿Por qué ir a otra casa si podemos volver al apartamento?
—Acabo de pedirte que seas mi esposa y has dicho que sí, Sam —niega con la cabeza—. No vamos a volver al apartamento, necesitamos un lugar lindo donde celebrarlo.
—¿Tu lugar lindo es la mitad de la nada...
Entonces mis ojos notan las luces al final del camino.
—Mi lugar lindo es el terreno en el que construiremos nuestra casa del lago —alza las cejas sonriendo—. Ayer firmé los papeles de la propiedad, pero no había venido a verlo en persona sino hasta ahora.
—¿En qué momento? —quizá pasarme los últimos dos días encerrada no fue buena idea.
—Cuando te dije que iba a buscar comida ayer al mediodía, en realidad fui a firmarlos. Quería que fuera una sorpresa si me decías que sí...
—¿Consideraste la posibilidad de que te rechazara? —frunzo el ceño a la vez que él detiene el auto.
—Sí, o sea, consideré la posibilidad de que te quedaras en blanco y no reaccionaras, también la de que me mandaras a la mierda por haber apresurado las cosas... Aunque la verdad es que yo no siento que sean apresuradas...
—No lo son, no si es algo que irremediablemente iba a suceder, ¿no? —sonrío pensando en Eri diciéndome lo mismo.
—Sí —acuna mi mejilla—. La charla del futuro me hizo pensar en que estamos perdiendo tiempo, en todo el que hemos perdido durante estos años y en que te amo y que voy a seguir amándote por el resto de mi vida y no le veo sentido a seguir esperando.
Toma a Harriet, abre la puerta de su lado y rodea la camioneta para abrir la del mío. Juntos caminamos a la nada en medio del pasto hasta alcanzar una especie de colina que nos permite ver el lago a unos cuantos metros más adelante.
—El antiguo dueño dice que durante el día se llena de cisnes y patos —cruza su brazo por encima de mis hombros—. Puedes bajar a pintar y yo a componer, tendremos picnics... podremos hacer lo que se nos ocurra.
Saco la cámara de su estuche y enfoco el lago, él ríe a mi lado haciendo que inevitablemente voltee a verlo para encontrarlo contemplándome como si yo fuera eso que le da sentido a su vida.
—Bailemos —propone encendiendo su celular.
Extiende su mano hacia Harriet y yo dejo que la toma. Da unas zancadas hacia la nada, se agacha y la deja en el suelo apuntándome a mi con el lente, vuelve a escribir en su celular y luego lo deja junto a la cámara volviendo a ponerse de pie para caminar hacia mi.
Can't Help Falling In Love de Elvis Presley comienza a sonar por los altavoces de su celular a la vez que él toma mi mano y me hace girar sonriendo. Bailamos mientras la melodía nos envuelve recorriendo todo el trayecto hasta el inicio del lago, girando de vez en cuando e intentando hacer trucos que terminan en carcajadas de lo mal que nos salen.
Si esto significa apresurar las cosas, si este sentimiento de realización en el pecho significa eso, entonces no me arrepiento de haber saltado del acantilado.