Aprieto el botón del ascensor e impacientemente golpeteo mi pie contra el suelo esperando a que baje. Vuelvo a apretarlo como si eso fuera a hacer que llegara más rápido, pero apenas va en el piso doce así que me recuesto en la pared soltando un suspiro. Mi celular vibra en el bolsillo de mi campera por lo que dejo las botellas de cerveza que tengo en mano en el suelo y lo saco sonriendo al ver que es una foto de Liam, más precisamente una selfie en donde se ve él y dos bowls color azul hasta el tope de fideos. Yo insistí en que podíamos pedir comida y ahorrarnos la rauda tarea de cocinar, pero el se negó y me dijo que si quería encargar algo que fueran cervezas, así que aquí estoy.
Las puertas del ascensor finalmente se abren y de él salen unas cuantas personas que desconozco, pero a quienes saludo sonriendo porque ellos lo hacen primero. Me meto dentro y aprieto el botón de nuestro piso unas cuantas veces hasta que las puertas vuelven a cerrarse y comienzo a subir. Al entrar en el apartamento el aroma a comida casera me recibe inundando mis narices, dejo las cervezas encima de la mesa ratona y a medida que camino hacia la cocina el aroma solo se hace más y más placentero.
Otra vez tenemos el apartamento para nosotros solos. Hoy es el cumpleaños de la madre de Camille y Eri ha ido con ella; es la primer fiesta familiar a la que asiste y demás está decir cuan nerviosa se encontraba antes de que Camille pasara a recogerla.
—¿Me ayudas llevándolos a la sala? —dice Liam una vez que entro en la cocina pasándome ambos bowls.
Tomo los bowls y lo miro con el ceño fruncido.
—¿Tienes algo más que llevar? —pregunto intentado ver por encima de su hombro.
—No, tengo que ir en busca de Baby Laurel —se encamina hacia fuera de la cocina, pero antes de salir se voltea señalando la encimera—. Lleva a Harriet también, estaba haciendo un tutorial de como preparar fideos.
Río tomando la cámara para ponerme en marcha hacia la sala. Acomodo con el pie la alfombra tirando desde los bordes y me siento cruzándome de piernas a la vez que dejo los bowls a mi lado. Liam aparece caminando desde el pasillo a los pocos minutos cargando una guitarra parecida a Tears, pero con el cuerpo color rojo en vez de negro.
—¿Esa es Baby Laurel? —frunzo el ceño sonriendo mientras acomodo la cámara sobre el mueble en donde está la televisión para que nos enfoque a ambos—. Son raros los nombres que les pones a tus guitarras.
—Todos mis instrumentos tienen nombre, durante un tiempo fueron mi familia y me pareció descortés no darles uno.
—¿Por qué Baby Laurel yTears? —aparto los bowls para que él se siente—. O sea, podrías haber elegido cualquier otra cosa, ¿Por qué esos?
—Tears porque las canciones tristes las escribí con ella y me vio llorar bastante y bueno... Baby Laurel simplemente porque sentí que ese era su nombre.
—¿Cómo que lo sentiste? —le paso su bowl y él lo toma sonriendo—. No sientes el nombre de algo, Liam.
—Cuando tengas que darle nombre a algo vas a saber de qué hablo. Como con Harriet, yo miro la cámara y hay algo en ella que me hace pensar que se llama así, no sé exactamente qué, pero tiene algo.
Niego con la cabeza mientras tomo una de las botellas de cerveza e inútilmente intento abrirla con mis dientes. Liam ríe de costado al notar que no puedo y luego extiende su mano hacia mi, le paso la botella junto con mi orgullo para ver como la abre en menos de un segundo.
—Yo si puedo —juro que me sale, antes lo he hecho miles de veces.
—No lo dudo, pero no quiero que te arranques un diente en el intento —toma otra de las botellas y la abre sonriendo con el ego por las nubes.
—¿Para qué trajiste la guitarra? —pregunto quitándosela de encima del regazo en un intento de que olvide lo de la botella porque sino acabará recalcándome que no pude abrirla durante el resto de la noche.
—Vamos a usarla —sube y baja las cejas con rapidez—. La última vez que hicimos un cover fue hace como mil años, cantemos algo ahora.
—¿Qué quieres cantar? —llevo la primer cucharada de fideos a mi boca—. Mmmm, te quedaron deliciosos.
Abre la boca acerándose a mi, por lo que cargo una cucharada con fideos y con cuidado se la doy.
—No esperaba que quedaran feos, o sea, los hice yo —ruedo los ojos ante su comentario.
—Que engreído de mierda —me muerdo los labios sonriendo—. Te he preguntado qué quieres cantar.
—Vamos a por Dandelions de Ruth B.
Dejo mi comida a un lado y abrazo mis rodillas a mi pecho mientras él prueba los acordes. Asiente con la cabeza cuando ya los tiene indicando que empiece yo. Ya llevo dos estrofas enteras cantándola sola cuando agrando los ojos como platos esperando a que se una.
—And I've heard of a love that comes once in a lifetime —su voz gruesa en contraste con la mía suena perfecta—. And I'm pretty sure that you are that love of mine.
Continuo sola con él haciéndome los coros y pequeños sonidos detrás del de la guitarra para complementar. Me guiña un ojo y esa es su señal para entrar a la pista él solo.
—And I see forever in your eyes. I feel okay when I see you smile, smile —continua cantando hasta que nuevamente llega al coro y asiente con la cabeza para que siga yo.
Vuelve a unirse en la penúltima estrofa de la canción y la acabamos juntos.
Él deja la guitarra a un lado y se acerca a mi. Mis labios encuentran los suyos a la vez que sus manos acunan mis mejillas. Su rodilla da con mi bowl de fideos desparramándolos todos encima de la alfombra y lastimosamente nos vemos obligados a detenerlos. Créanme que tener sexo junto a un montón de fideos aplastados no es algo que quiera volver a hacer en mi vida.
—Te traeré más —dice Liam levantando los fideos derramados con una mano y volviendo a ponerlos en el plato.
Mientras él no está tomo a Baby Laurel en mis manos e intento vagamente tocar los acordes que él una vez me enseñó, son los de la canción de cumpleaños y según él también los más fáciles del mundo, pero de alguna forma a mis estúpidos dedos se les hace imposible recordar los movimientos que deben hacer.
—Haces que la guitarra llore, fenómeno —suelta Liam volviendo a la sala—. Creo que voy a llorar yo también.
Hace una mueca cuando paso mis dedos por las cuerdas y de ellas sale un sonido parecido al chirrido de un perro.
—Basta, te lo suplico, fenómeno —me pasa el plato de fideos y a cambio toma la guitarra apartándola todo lo posible de mi.
—Podrías volver a darme unas clases —sugiero encogiéndome de hombros—. Evidentemente ya no recuerdo nada de las últimas.
Se sienta junto a mi y toma su bowl para comenzar a comer.
—Podemos intercambiar unas lecciones de guitarra por unas de pintura. O sea, no me avergüenzo de mi cuadro, pero la verdad es que al lado de los tuyos se queda pobre.
—Es que si comparas lo que haces con lo de los demás jamás estarás conforme con lo que salga de ti —cargo otra vez la cuchara y me la llevo a la boca—. Por cierto, tienes que dejarme ver el cuadro, cada vez que hablas de él muero de la intriga.
—A mi me gusta compararme, pero solo si sé que saldré ganando en esa comparación —se encoge de hombros sonriendo de lado.
—Voy a darte las clases de pintura entonces, pero no creas que podrás superarme.
—Créeme que sé que eres insuperable, fenómeno. Me tomó cinco años, tres álbumes musicales y muchas lágrimas entenderlo.
—¿Qué vas a hacer luego de la gira? —pregunto llevando la botella de cerveza a mis labios.
—Tomarme un tiempo para nosotros. Somos jóvenes y perdimos mucho durante estos cinco años así que hay que recuperar todo de alguna forma.
—Saldremos a acampar y volveremos a emborracharnos y...
—Oh, no, ese plan no me gusta y si pasa tienes que saber que esta vez no seré yo el único que acabe desnudo en el río. Esta vez tu vendrás conmigo, fenómeno.
Río recordando la vez que salimos a acampar en grupo y él acabó lanzándose de un acantilado por culpa de una apuesta.
—Bien, está bien, quizá podemos alquilar un bote e ir a alguna isla... yo tengo dinero suficiente para hacerlo...
—¿Qué acaso no se te pueden ocurrir planes normales? ¡¿Una isla, Sam?! Estás loca —niega con la cabeza—. Hablemos del futuro, no del futuro cercano, sino del futuro futuro, uno en diez años.
—Hay muchos futuros en tu oración. A un escritor le daría jaqueca.
—A quien le moleste puede atragantarse con esto —lleva su mano a su entrepierna mientras recuesta su cabeza en mis piernas y me mira desde ahí sonriendo—. ¿Cómo te ves dentro de diez años?
Suspiro enredando mis dedos en su cabello.
—Realmente no lo sé —mi ceño se frunce—. Espero que con mi propio estudio, pintando porque es lo que amo hacer y no solo porque sea una fuente de ingresos, siendo reconocida por hacer lo que amo... y estar con quien amo.
—Yo siento que ya conseguí absolutamente todo lo que siempre quise. Tengo fama, tengo gente que me quiere... te tengo a ti.
—Diez años es mucho tiempo.
—Sí, pero basta apenas un pestañeo para que se te vayan entre los dedos y cuando te das cuenta estás pisando los treinta y no has hecho nada con tu vida.
—No tenemos siquiera veinticinco años, Liam y nosotros si hemos hecho algo...
—Lo sé, pero todavía hay cosas que quiero hacer... No sé, quiero casarme...
—¿Te casarías conmigo? —suelto la pregunta y lo miro con las cejas alzadas esperando su respuesta.
—¿Acaso me estás preguntando si me casaría con la mujer de la que estoy enamorado desde que entendí lo que es el amor? —entorna los ojos—. Claro que sí, Sam, de hecho, ya llevo un tiempo planeando en secreto como pedirte matrimonio.
—Si lo haces tendrá que ser frente a tus fans, de otra forma creerán que te estoy obligando o que tenemos alguna especie de trato de sangre o algo así.
—Voy a tenerlo en cuenta, fenómeno —suspira—. También quiero tener un hijo, pero no quiero que eso pase cuando tenga cuarenta años y ser un aburrido que no pueda siquiera jugar porque le comiencen a doler las rodillas.
Suelto una carcajada que resuena por toda la sala rebotando en cada rincón.
—¿Quieres ser padre? —sorbo tras sorbo ya casi me he vaciado la botella completa.
—O sea, no ahora, pero si quiero formar una familia y todo eso, ya te he dicho que quiero a otro Corbyn en la industria.
—Te prometo que si es conmigo será antes de los cuarenta —la forma en la que su mirada se ilumina me llena el corazón—. Quizá a los treinta y nueve —vuelvo a carcajear ante su mirada de disgusto—, mentira, será cuando tenga que ser.
—Es que si no es contigo no me imagino a nadie más para eso, tampoco es que te esté presionando, Sam, eres tu la que tiene que deformar su cuerpo y aguantar absolutamente todo así que será tu decisión. Solo me gusta que lo sepas.
—¿Qué nombre le pondríamos? —mi mente queda en un total blanco—. Dios, no se me ocurre absolutamente nada.
—Mejor no diré los nombres que se me ocurrieron a mi porque si lo hago vas a desistir de la idea de un hijo desde ahora.
—Tengamos un hijo sin nombre por el momento, ¿A dónde iremos de vacaciones? Yo sigo creyendo que la isla es buena idea...
—Ni pensar, no podemos llevar un niño a una isla, mejor a Disney o a algún lugar de esos donde la familias van. Voy a inculcarle mi gusto por los trenes al igual que a Theo.
—No quiero que mi hijo o hija se ponga a aplastar figuras de plásticos en las vías, así que nada de trenes.
—¿Dinosaurios? —cierra los ojos y yo me acerco a su frente para dejar un beso sobre ella.
—Acepto los dinosaurios mientras que no devoren cavernícolas.
—Cuando cumpla el primer mes voy a regalarle un micrófono, así desde pequeño va sabiendo lo que le espera.
—Y yo acuarelas —le saco la lengua—. Los niños sacan más cosas de sus madres que de sus padres.
—Entonces espero que sea una niña, porque va a ser mi consentida y tendrá todo lo que se le antoje cuando se le antoje.
Me lo imagino cargando una niña en brazos y mi corazón se encoge ante la perfección de la imagen que tengo en mente. Desde los dieciséis nos he imaginado compartiendo la paternidad con Liam, comenzó luego de el primer susto que tuvimos y la idea se quedó instalada en mi cabeza como algo que algún día quería que pasara.
—Es loco que hace unos años hablábamos de esto esperando un futuro que parecía estar super lejano.
—Te lo he dicho, en un abrir y cerrar de ojos has llegado a ese futuro —se vuelve a enderezar—. Yo lo único que sé es que quiero hacer muchas cosas y todas te involucran a ti.
—Tendremos que hacer una lista para cumplirlas una a una, sino luego tendremos cuarenta, nos dolerán las rodillas y seremos unos aburridos que no podrán hacer nada...
—No te rías de mí, fenómeno —me mira con los ojos entornados.
—No me estoy riendo —digo apretando los labios para ocultar mi sonrisa—. De hecho me he tomado bastante en serio lo que has dicho...
Me acerco a él gateando y subo encima de su regazo atacando su boca a la vez que él se tira hacia atrás. Golpea su cabeza con la esquina del mueble y ríe como tonto masajeando la zona afectada para después regresar sus manos a mi espalda.
—Vamos a la habitación, no voy a volver a hacerte el amor en el suelo teniendo una cama de casi mil dólares, fenómeno.
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Holiiii, nada más aparezco para dejarles este dibujo. No es mucho, pero es trabajo honesto ajsjajsjajsjas
Posta, no sé dibujar (cosa que se nota xd) pero me hace ilusión ofrecerles algo más aparte de los capítulos, siento que así se disfruta más de la lectura. Lo dibujé hace banda ya pensando en el momento en que escribiera este capitulo, porfa ignoren las patas de la sam jajsjajajsjajsjdajs me meo.
JAJJAJJSAJJAJSJAS ANDO EDITANDO EL CAPITULO PARA YA SUBIRLO Y NO PUEDO CON LAS PATAS DE LA SAM AYUDA.