Mi día comienza como todos los días, al canto del gallo.
Espero rezando hasta que es de día, he observado que a los pájaros les cuesta más madrugar, ya no responden tan pronto como antes a la llamada del campanero, cada día les cuesta más despertar a los demás.
Antes respondían de momento, ahora les cuesta tocar su campana, tardan casi un cuarto de hora largo, y a veces, se cansa y se calla porque no oye respuesta.
Ellos empiezan cuando el lucero se apaga.
Yo me bajé al jardín sin que hubiera empezado la fiesta como antes, y no se por qué, estaban todos despiertos, pues el cielo estaba cubierto de pájaros que volaban a gran altura, pero en silencio, se oía otro cantar, pero todos a una como antes, no.
Yo me senté a esperar al Señor.
Mientras miraba, vi a una araña muy pequeña bajar en ascensor desde una pequeña rama, en un segundo tejió su hilo y descendió rápida, también dos pequeños bichillos saltaron desde la rama, siguieron andando sin hacerse nada, milagros de la naturaleza.
Parece que le doy largas al encuentro con el Señor, y es porque esta mañana empecé diciéndole que no lo había visto ni me había cruzado con sus ángeles, que todo lo que había oído eran conversaciones vacías de cosas sin sentido, y a personas dándose brillo e importancia así mismas.
El Señor hablándome con cariño, parecía reprocharme o corregirme mientras me explicaba por qué no lo había visto.
No pudiste verme ni recibirme porque solo mirabas para ti, y eso es egoísmo, no quisiste abrirme la puerta de tu casa para que no armara el desorden en ella, me atendiste si, pero a distancia, preferías estar tranquila que oír el bullicio y el desorden que arma el amor. Se que te gusta el orden, tenerlo todo ordenado, y donde todo está ordenado sin poder tocar a nada no hay amor.
Me lo repitió muchas veces, se ve que soy dura de convencer. Me dijo:
¿Cómo vas a ser amadora, si todavía no sabes amar?
¡No sabes los detalles del amor!
Y seguía dando vueltas sobre lo mismo, yo se que es verdad y que me cuesta el bullicio, el me decía que eso es el amor, dar y tener la puerta abierta, que como no la tuve, no lo quise recibir, y por eso no lo vi ni a él ni a sus ángeles, que llevan también su presencia.
Me dijo: Si yo hiciera lo mismo contigo cuando vienes a buscarme no te recibiría nunca, yo siempre tengo la puerta abierta para todos, buenos y malos, porque malos sois todos, ya sabes lo que pasó cuando fueron invitados a la boda del Hijo del Rey, todos fueron invitados sin distinción, porque vosotros juzgáis por apariencias, y estas engañan, nunca sabéis ver la verdad, y por eso siempre estáis equivocados.
Mira a Abrahán, por salvar su vida cayó en una trampa y fue mucho peor para él, lo echaron de allí y tuvo que irse.
Hizo un borrón en su vida, pero siguió adelante, no me encontró en esa etapa del camino.
Mira lo que le pasó a Lot, la apariencia lo engañó y también estuvo a punto de perder la vida.
Lo perdió todo, y mira tú por no ser generosa y abrir tu puerta, no me viste ayer, yo iba a ir a tu casa y tú no quisiste recibirme, antepusiste tu bien al de los demás, y el amor es lo contrario, siempre busca el bien de los demás antes que el tuyo.
¿Por qué te crees que la gente no me ve?
Porque primero son ellos, después ellos y siempre ellos.
A ti como a Abrahán, te permito los errores porque te he elegido para amar y quiero enseñarte todos los detalles del amor.
Los detalles ya sabes los que son, los más pequeños, si son con amor no los tienes que comentar, al ser pequeños no le das importancia porque los ves natural, y lo natural no tiene comentarios, se ve, se hace y ya está.
Otra cosa muy importante es tener la puerta abierta para todos, aunque a veces se pueda colar quien tú ya sabes, como pasó en el banquete de bodas, que entró uno que no llevaba el traje de fiesta, el amor es el traje de fiesta, sin él no se puede entrar a la fiesta.
Yo le dije; dices que todos los hombres somos malos, ¿cómo es que hay malos y buenos?
Los buenos aman siempre o quieren hacerlo, aunque se equivoquen, y los malos también en algún momento tienen detalles desinteresados de amor y eso los salva, pero el envidioso (ya sabes quien es) entonces se queda solo y quiere también entrar.
Pero en el cielo solo entra el que ama, y él renunció al amor para hacerme a mí la guerra.
Le dije: ¿Cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?
Él no dijo nada, por eso fue arrojado a las tinieblas, allí será el llanto y el crujir de dientes, el llanto de rabia y de ira por lo que se ha perdido, la ira le hace rechinar los dientes.
Por eso te insisto tanto en el amor.
Hay un tiempo para todo, ya te lo dije.
Tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de amar, tiempo de odiar, tiempo de sembrar, tiempo de recoger, pero hay que darle tiempo al tiempo.
¿Cómo vas a sembrar y a recoger en seguida?
Todo tiene un tiempo y hay que respetarlo, no se puede adelantar el tiempo de cada cosa, cada cosa a su tiempo, y hoy no tenéis tiempo para nada.
Todo queréis que pase con la velocidad de la luz y no puede ser, si estáis enfermos queréis un milagro para poneros buenos de momento, no tenéis paciencia para nada.
No vivís el tiempo presente, y en el tiempo presente estoy yo, enseñándoos, pero con la prisa que lleváis, queréis hacer muchas cosas, aturdiros para no verme, ese es vuestro error, no darle tiempo al tiempo, queréis terminar una cosa para empezar otra robándole minutos al tiempo, y lo que se roba hay que devolverlo.
Cada cosa a su debido tiempo, ¿qué le pasaría al labrador si arrancara por prisa la semilla recién sembrada porque tenía prisa por sembrar otra cosecha?
Pues que se quedaría sin fruto.
¿Qué os pasa ahora?
¿No os coméis la fruta guardada en cámaras, de un año para otro, cogida verde?
Vosotros mismos lo decís, que no saben igual los frutos que son sembrados y cogidos a su tiempo.
Pues así sois vosotros, cuando corréis tanto no sabéis a donde queréis llegar, si rezáis, es de prisa porque tenéis que terminar pronto, pues después os espera otra cosa, eso no es rezar, antes de entrar estáis pensando en salir, y en medio tenéis la prisa por si a la próxima cita llegáis tarde.
Me dejáis a mí por cosas caducas, porque todo pasa igual que la vida, el hombre es como la flor del campo que está, y mañana no está, ya se le pasó su tiempo corriendo, y ¿qué saca el hombre de tanta fatiga y de tanta carrera?
¡Vacío! ¡Estrés! ¡Depresión! ¡Nervios! Como decís ahora, infelicidad, no tenéis tiempo para el amor, el amor necesita tiempo, hay que cultivarlo con el amor y la presencia del amado.
¿Qué tiempo le dedicáis al amor?
¿Cuánto tiempo estáis con la persona amada?
¡Si tenéis que andar, es bueno para la salud!
¡Si tenéis que distraeros, eso es bueno para la mente!
Así no se piensa, ni se siente, se corre y se corre, y al final resulta que habéis perdido el tiempo en lo único que importa, el amor.
Luego os quejáis de lo malo que está el mundo, ¿qué haces tú por el?
¿Sabes leer en la vida?
La vida es la mejor escuela que te enseña cada día.
¿Qué te ha enseñado a ti la vida?
¿Has aprendido de ella?
Porque la vida soy yo, la historia la escribo yo con cada uno de vosotros, ¿cuándo y cuántas veces me reconocéis y aprendéis de la escuela de la vida?
¿No sois tan listos y estudiáis tanto y hacéis carreras para enseñar a otros?
¿Qué le enseñáis?
¿Algo importante para que sean felices?
¿O les enseñáis a que trabajen, sean los primeros, ganen dinero y contraten guardaespaldas para que no se lo roben?
¿Eso es la felicidad que busca el hombre y ofrece a los demás?
¿Por qué entonces a edad temprana cuando todavía no tiene experiencia ni saber, lo primero que busca es el amor?
Después se hace adulto crece y lo enseñan, le dicen que eso del amor es lo último, cuando tenga el porvenir asegurado.
¿Quién le asegura el porvenir?
¿El dinero?
¿El trabajo?
¿El bienestar?
Primero hay que tener de todo, el amor vendrá después, y después lo que viene es el divorcio, porque al pobre hombre no le han enseñado lo principal.
Lo principal es el amor, mi amor que está sembrado en cada corazón y lo han adulterado, pero el que lo ha encontrado como tú mi querida campanilla ¿necesita algo más?
¿Tienes prisa por ir a algún lado para evadirte o divertirte?
¿No tienes paciencia para esperar siempre?
Tú tienes la suerte de mis apóstoles ¿recuerdas?
Cuando no entendían alguna parábola que Yo había dicho en público, ellos en privado me preguntaban y yo se las explicaba, pues eran como niños, como tú, que te he devuelto la inocencia perdida, y mis apóstoles eran lo que hoy se dice incultos, como tú, pero es que para predicar el amor solo hay que estar en contacto conmigo, no tener prisa y escuchar a todos los hombres, porque algunos llevan mensajes míos, y tú lo sabes porque lo has podido comprobar.
La vida es una escuela, muchos no saben leer en ella y no aprenden.
Ayer no me viste ni tampoco a mis amigos.
Tú corazón estaba cerrado porque no me abriste la puerta, y eso hizo que tu luz se debilitara, y tus ojos, tus oídos y tu corazón no me vieran, no me oyeran y no comprendieras la lección.
¿Te acuerdas cuando fuiste a ver a tu prima por la muerte de su marido?
Eso si lo hiciste bien.
Yo mandé mi mensajero que te avisara, tú no lo reconociste.
Luego viste a tu prima, ¡qué fortaleza en el dolor!
Viste actuar el amor, sencillamente, ella olvidándose de ella y de su dolor.
¡Porque lo tenía y grande!
Te atendió a ti dándote un poco de agua que necesitabas, allí tenía a su hija y le podía haber dicho: Tráele a la prima un poco de agua, pero ella misma te llevó y te lo dio, y estuvo contigo hasta que se te pasó el malestar que sentías, se interesó por tu salud, se olvidó de ella y de su dolor.
¡El amor hecho detalle en acción!
Pero claro, el que no sabe leer en la vida, no lo ve y juzga por apariencias y pregunta ¿es religiosa esa persona?
¿Acaso la religión salva?
¿O no es el amor el reflejo de Dios?
Después a una tía suya le hizo lo mismo, fue con ella a darle un poco de algo que necesitaba, estaba en el detalle de los demás mas que en ella, y es que, en el dolor, en los momentos de prueba, es cuando sale a la luz lo que se lleva dentro, que quizás en otros momentos menos importantes no se sabe ver.
Cuando el dolor hace que calle nuestro egoísmo, sale lo que se lleva dentro, por eso son momentos de prueba.
Yo veo reaccionar en esos momentos a las personas de diferente manera.
¿Ves como estaba en la vida y no supiste verme?
¿Viste al amor en acción?
El dolor abre las puertas lo mismo que el amor, el egoísmo las cierra y ya no puedo entrar, no olvides la lección.
Yo estaba admirada sintiendo su amor que me decía:
¿Cuántas veces estuviste como ahora sentada delante de mi campanilla sin verla?
¿Por qué?
Porque no veis el presente y yo estoy en él hablando.
¿No recuerdas otro día como tu amiga te mostró como era el amor?
¿Cómo era un santo?
Fue ella la que te habló de mí, tú crees que les hablas a ellos de mí, y fue ella la que te habló como era mi amor reflejado en un miembro de su familia llena de dolor.
Por ella que está muy enferma, por su hija que también lo está, como es ella ante los demás que ven su santidad en su silencio, lo ven en su aceptación de todo.
Ella te habló de mí, ¿y luego no fueron tus amigos los que te dijeron "venid y veréis?"
Las palabras del Señor a sus discípulos "venid y veréis."
Y visteis al amor en acción, trabajando, amando, dando vida, paz alegría y acogida.
Era yo también, y todas esas personas hicieron de mensajeros para que tú conocieras lo que era amar sin apariencias, sin llamar la atención.
¿Acaso no es mejor el amor que la guerra?
¿No es mejor la paz que la violencia?
¿No es mejor la alegría que la tristeza?
Démosle tiempo al tiempo, y ve siempre con los ojos y los oídos abiertos, pues ya empieza tu lección en la vida, y tu luz ya no es pequeña, es como el amanecer, como el día.
Me vine y era verdad, ya veía los detalles del amor sin hablar.
El amor ofrece primero y da lo que más le gusta.
Yo me sentí egoísta ante la lección llena de los detalles del amor.
Por la noche había quedado muy poco pan y le dije a mi esposo que me guardara un poco para el desayuno.
Yo, ciega como siempre no caí en que a él le gustaba lo mismo que a mí, y esa fue la lección de amor, que vi que él se había comido otra cosa y me lo dejó a mí, que no suelo comer de ese pan por la mañana.
Seguro que fue la lección para que yo me diera cuenta.
A él si le gusta y guarda todos lo días un pedacillo, y ésta mañana lo dejó para mí. Sin referirlo, sin comentarlo, me sentí egoísta por no haber hecho yo lo mismo.
Él tuvo su detalle de amor dándome a mí la que más le gustaba a él.
Otro detalle que vi fue en la misa del marido de mi prima.
Queríamos irnos los primeros, pero yo de pronto sentí su dolor como mío, y me acordé del cariño de hermanas que siempre nos habíamos tenido, y volví a mi infancia y lloré por ella, me uní a su dolor tan silencioso y tan fuerte.
Yo que no suelo llorar en esos casos, fui la primera y de corazón a unirme a su dolor, cosa que ya había hecho, pues la había visto antes.
Y otro detalle de su amor fue que me dijo: ¿Por qué has venido otra vez?
Yo sentí que había comprendido mi amor al unir mi dolor al suyo, no suelo ser yo así y vi que era otra lección tuya, Señor, es dejar que tu luz me guíe.
También en el dolor de otras personas he descubierto como son.
Quizás ellos mismos no se dan cuenta, quien se cree fuerte es débil, porque no conocía el amor, lo necesitaba, ahora ha descubierto el amor, otros en el dolor descubren la alegría.
Todo son manifestaciones tuyas en cada hombre, en cada hombre que no se encierra en sí mismo. Sino el que por amor escoge ser libre... Y es la luz del amor la que lo guía.