ESCOGÍ LA LIBERTAD

By campanillas721

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Me levanté como de costumbre al amanecer, a la hora de los dignos y del silencio, a la hora que el Señor espe... More

P. 1. ESCOGÍ LA LIBERTAD
P. 2. UN NUEVO DIA
P. 3. ENCUENTRO
P. 4. RECUERDOS
P. 6. MADRUGAR
P. 7. CREER
P. 8. ALABANZAS
P. 9. TODO CAMBIA
P. 10. PEREGRINOS
P. 11. LIBERTAD

P. 5. ESCOGER

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By campanillas721

Como yo escogí la libertad... y solo su luz me guía, después de subir del huerto de hablar con el Señor, me he dado cuenta de una cosa, y es, que al salir de nuestra tierra se arma un desorden.

Ese desorden lo provoca el amor, el amor nos pone sin saberlo nosotros en camino, por eso tengo que mirar a mi vida y ver lo que ha pasado en ella y cuales fueron los acontecimientos que me ayudaron a ponerme en camino y salir de mi tierra.

Yo he visto a una pareja que se ama. Primero preparan su casa con todo detalle, con todo esmero, todo era bello y en perfecto orden. Ya habían físicamente salido de su tierra, ya se habían puesto en camino, era su primera etapa o días, y el camino que recorrió Abrahán fue lo mismo, por etapas de días se iba desplazando hacia la tierra prometida.

¿Qué le pasa a esta pareja?

Pues que en esta segunda etapa le han llegado los frutos del amor y a pares, eso a creado un desorden en su orden, pero es un desorden bello, lleno de amor, porque allí están los frutos de ese amor que ha puesto su casa, SU ORDEN en  desorden, "patas arriba" como se dice.

¡Qué armonía, qué felicidad se respiraba, qué sonrisas, qué paz, qué amor!

Esa imagen no se borrará de mí, porque en esa segunda etapa, se habían olvidado de ellos y de todo lo que antes era importante para ellos, incluso del orden para estar pendientes del amor. Eso es el amor, lo primero y principal, lo demás para mí no tiene importancia.

Luego vendrán más etapas, pero ahora están viviendo ésta, y es el presente la etapa más importante de la vida.

¿En qué etapa estoy yo?

¿En el presente?

Si elegí la libertad estoy en el presente, no me importa el futuro, ya lo andaré si Dios quiere.

¿Estoy en el pasado?

¿Pienso en lo que pudo haber sido y no fue?

¿Pienso en las ilusiones que no pude realizar?

¿Pienso en los amores que tuve que dejar?

¿Pienso que no estoy contenta con mi vida, que me gusta más la de otro?

Eso es elegir la esclavitud, eso es ser una marioneta que cada recuerdo o ilusión no realizada mueven los hilos de sus manos o de sus pies, y le hacen moverse al son del que mueve los hilos.

¿El pasado mueve los hilos?

¿Las ilusiones perdidas mueven los hilos?

¿Si no existen como pueden moverlos?

Tú le das poder al que no quiere que vivas en la realidad por mala que sea, pues en ese presente y en esa realidad está Dios, y desde ese presente puedes elegir ser libre y dejarte guiar por la luz de Cristo.

El Señor me ha dicho esta mañana que esté atenta a sus mensajes, que ellos me irán enseñando, que manda de mensajeros a los sencillos, a los pobres, que no va a mandar a ningún rico, pues les es más difícil ser dócil, oír su voz y menos dejarse guiar por su luz.

Los ricos tienen luz propia, la que le da el dinero, se engañan, la misma luz y seguridad que tienen los engaña, pues la vida no depende de los bienes.

También me dijo el Señor:

¡No te digo siempre que los últimos serán los primeros!

Tú crees que sabes muchos porque yo te enseño, pero ya sabes que al que mucho se le dio, más se le exigirá, no te vaya eso a preocupar, que tu sabes el amor que te tengo y para lo que te he elegido, para que lleves mi encargo y digas lo que te digo.

Pero yo he elegido a los pobres y a los débiles del mundo, a los que no figuran ni cuentan, y tú misma lo estás viendo.

¡Esos son los primeros para mí!

Porque no tienen nada, unos, nada más que desgracias, y otros, todo me lo han entregado a mí.

Recuerda tu camino de libertad, es tu libro, recuerda como lo has andado tú, y que etapas has tenido que recorrer.

Porque ves que la esclavitud te rodea por todas partes, y como los hombres esclavos de Satanás por dinero, no duermen ni descansan.

Se pasan la noche en vela aguantando a otros que se creen jefes, esclavos de ellos que le dejan allí el dinero, pero ese dinero no es suyo, es dinero manchado con el dolor de la esclavitud, un día tendrán que devolverlo.

Alguien valiente tendría que decirle en el peligro que viven, por lo menos advertírselo por si se arrepienten y yo los salvo, pues yo no quiero la muerte de nadie si no que se arrepientan y se salven.

Como me rodea la esclavitud de tantos hermanos míos, me siento mal y me duele, me duele por ellos, pues son muy desgraciados, hechos marionetas de circo por el diablo.

Ésta mañana he recibido un regalo, frutos de una huerta que un hombre cultiva y me los ha traído, y he recibido una advertencia de un borracho, ¡cuidado con la gente, no hables con ella!

¿Puede venir eso de ti Señor?

Es un desgraciado más pobre que lo pobres, pero no sabe lo que dice, ¿o lo habrá dicho por algo Señor?

Voy a recordar las etapas de por qué elegí la libertad. Si yo elegí la libertad fue para dejar que tu luz me guiara.

Yo quería ser libre, y ese querer ser libre me vino de una homilía que oí hace mucho tiempo, cuando un sacerdote hablaba de ti y hablaba palabras nuevas que yo no había oído antes, ni he oído después salvo a ti.

Él hablaba de ti y de ese lugar del corazón donde tú moras y hablas.

A mí me entró el deseo de conocer esa tierra nueva de la que hablaba, y cuando encontré una oportunidad, escogí la libertad.

Me encontré después de mucha búsqueda con ese camino, fue para mi bien, asentada en la tierra de mis antepasados, aunque ya no del todo fue difícil, pues, aunque acababa de dejar la esclavitud, algunos hilos seguían enganchados en mí, como en una marioneta.

Yo he vivido como una esclava, por un lado, era esclava por amor, que creo que ha sido el que me ha salvado, pero por otro lado era esclava de los caprichos y de la voluntad de los demás.

Eran amores impuestos que no me dejaban respirar, me esclavizaban, y las imposiciones por otro lado me hacían más esclava todavía.

Yo era una marioneta que movían a su antojo ¡y qué desgraciada era!

Por eso cuando empecé a oír hablar de libertad, me ilusioné, busqué y encontré, fueron etapas largas.

Yo quería cortar con aquella vida y con las personas que me esclavizaban, pero no iba por ahí la libertad, la libertad es otra cosa, es pasar de ser esclava a dueña de tu persona, pero sin apartar a las personas que te esclavizan, sino adquiriendo la libertad frente a ellas, porque la libertad es algo interior a conseguir, lo mismo que la verdad, el amor o la belleza.

En la primera etapa: Todo en mí eran sueños, soñaba con salir de mi tierra, soñaba con el amor, soñaba como conseguirlo, pero eran sueños, y los sueños no mueven nada, son sueños, son humo, vacío.

Cuando terminaba el sueño estaba peor para afrontar la esclavitud, protestaba, no podía aguantar más.

Otra etapa fue ver mi realidad de verdad, nada de sueños.

Los sueños me hacían estar los ratos que podía en las nubes, y cuando bajaba lloraba de ver que todo seguía igual o peor.

Por pura gracia de Dios, una noche comprendí, vi mi realidad, y como el amor de Dios en mí, aunque era esclava, era grande y su luz me guiaba, acepté mi realidad de esclavitud y de desgracia.

Era lo que tenía, y yo creía que el Señor lo quería para mí, porque yo a los demás no podía cambiarlos, eran esclavos como yo, pero me había elegido a mí como a su favorita.

Y entonces vino el Señor en mi ayuda, cambiamos de tierra, del pueblo nos fuimos a la ciudad, solo de lunes a viernes, pero me dolió mucho dejar mi tierra, aunque esclava me costaba, había nacido y vivido allí y amaba a mi tierra, me costó mucho salir de ella.

Pero cuando yo empecé a saborear la libertad fue maravilloso, aunque no del todo.

Mis amos venían con frecuencia a verme, y al disponer como iban a estar siempre conmigo, se querían venir a vivir conmigo.

Yo, que no había descubierto todavía la libertad, me ponía enferma solo de pensarlo, y cuando estaba sola no disfrutaba pensando lo que se me iba a venir encima.

Compraban a mis hijos y a mí con toda clase de regalos, su intención era buena, pero eran amores impuestos, comprados, que me hacían más esclava.

Pero el Señor volvió a salir a mi encuentro, y por medio de otro ángel para mí, me invitó a ir a la oración de unas monjas.

Y fui, y allí si que empecé a salir de mi tierra. Yo no sabía orar ni conocía la oración, y era el vehículo que el Señor me ofrecía para salir de mi tierra.

Ya tenía tiempo de leer, y había empezado a leer la palabra de Dios que desconocía y me atraía, porque en mi tiempo no se podía leer ni yo tenía tiempo para ello, ya que tenia muchos hijos a quien cuidar.

Allí como digo, en la casa de oración donde iba, me encontré con unos libros que se llamaban el camino de la libertad.

Pronto los compré, pues comprendí que los iba a necesitar y, ¡benditos profetas de todos los tiempos!

Nicolás Caballero que se llama su autor, fue un profeta para mí.

Por el camino de la libertad comprendí que los hilos que me tenían más esclava y prisionera eran los pensamientos, ellos nunca me dejaban, este camino activo pero pasivo, es estar todo el día alerta viendo pasar todo por mi mente sin intervenir, sin darle conversación, solo mirar, y de esa manera después de una etapa de ¿días?, ¿meses?, ¿años?

No se. Mi mente empezó a serenarse.

Yo empecé este camino por Dios, quería vaciarme de mí para llenarme de él.

Luego vino otra etapa, aprender a ver y a escuchar en la oscuridad, imaginativamente, ponerle a la mente imágenes serenas para que se fuera calmando y serenando.

He olvidado, que la primera etapa era el silencio interior y exterior de toda la persona mediante la relajación.

Otra etapa, la más importante quizás, fue la de entrar en el corazón y cambiar la imagen que tenía por otra.

En el corazón yo tenía la imagen de la esclavitud, de la marioneta atada por todos esos hilos que esclavizaban mi vida, las imposiciones, el querer otras personas controlar mi vida.

Entré en el corazón con miedo, pues era un camino desconocido para mí, y allí cambié la imagen que tenia, por la que quería tener para poder alcanzar la libertad.

En el corazón, veía a las personas que me esclavizaban imponiéndome su voluntad y su manera de ser queriéndome controlar, no podía resistirlas porque me manejaban a su antojo exterior e interiormente, pero lo que a mi me movía era el amor de Dios, y por eso escogí la libertad, era su luz la que me guiaba.

Entré en mi corazón y cambié la imagen que allí tenía, por la misma, pero mi actitud no quería ser la misma.

A esas personas que me manejaban, yo las quería amar y servir, y gravé mi imagen allí sirviendo y amando, esa fue otra etapa de mi vida, ¿cuánto duró?, ¿días, meses? No lo se.

La siguiente etapa era aprender a mirar en silencio lo exterior, fijar mi mirada en algo para que me descubriera su secreto.

Otra etapa era mirar, pero lo que pasaba dentro de mí en el momento presente, sensaciones, sentimientos, pensamientos, emociones, algún acontecimiento que hubiera dejado su huella en mí.

Todo en silencio, sin intervenir.

Luego otra etapa, preguntarme ¿quién soy yo? Darme cuenta que yo no soy lo que pienso, "yo pienso."

Yo no soy lo que siento "yo siento."

Yo soy algo aparte de lo que surge en mi cuerpo, ¡yo soy yo! Y yo siento, pienso, sufro, me alegro, lloro, pero no soy nada de eso, eso pasa en mí, pero no soy yo, yo soy otra cosa, y lo pude descubrir.

Otra etapa, fue por la oración unirme con Dios.

Yo escogí la libertad, que es conocerse a si mismo, ser dueño de uno mismo y controlarse a uno mismo, es dejar de ser esclavo para ser libre, que no te dominen ni pensamientos, ni sentimientos, ni acontecimientos, si no que tu los domines a ellos.

Yo escogí la libertad, la practiqué en esas etapas que me fueron enseñando mucho, y todo empezó a cambiar en mi vida.

Me puse en camino, dejé mi tierra, tuve que atravesar desiertos, cañadas oscuras y mucha desolación interior, me parecía estar perdida. Había perdido mi pasado, y no tenía en que sostenerme, todo era vacío.

Pero sin darme cuenta surgió la libertad, la oración que era la luz que me guiaba, me enseñó a controlar mi cuerpo en libertad.

Los hilos que antes me ataban, ya no me ataban, el control solo con la mirada del corazón que tenía sobre mí, se convirtió en amor, no se como pasó, pero pasó y me sentí libre, fue una aventura maravillosa.

Eso no quiere decir que los hilos que me sujetaban, no lo intentaran de nuevo, antes yo creía, que eran las personas las que me ataban y manipulaban a su antojo, pero luego fue el enemigo quien dio la cara, y era él, el que intentaba controlarme.

Se disfrazaba de todo para engañarme, pero ahí estaba la Virgen para ayudarme, y con el "Ave María" lo vencía.

Era como si tuviera fieras dentro de mí, que de vez en cuando se ponían en pie de guerra, y tenía que clamar al Señor para que viniera en mi ayuda, y venía, yo luchaba, pero él conmigo. Y así lograba dominarlas otra vez.

La lucha por la libertad es continua, pues cuando crees haberla conquistado, surge algún nuevo enemigo celoso de tu libertad y quiere quitártela de nuevo, quiere quitarte la tierra conquistada.

Siempre alerta y con las armas de Dios, con la verdad, que tiene otro camino, pues con frecuencia caemos en nuevas trampas y quedamos atrapados, y hay que pararse y empezar de nuevo.

Hay que pasar por el silencio para descubrir el camino que nos conduzca a la verdad, con frecuencia nos engañamos a nosotros mismos.

Hay que tener las armas de Dios, la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, con la oración continua en el corazón, con el amor, la paciencia, la constancia y la perseverancia, con esas armas siempre en guardia, porque custodiamos un tesoro de mucho valor, ¡la libertad!, y el que la escoge... tiene que estar guiado por la luz de Dios y protegido por sus armas, ¡¡¡siempre!!! Sin desfallecer.

Ese es el camino que yo escogí, pero luego me dijo el Señor:

No olvides que muchos descubren ese camino sin tanto esfuerzo, porque son sencillos, humildes, pobres, desgraciados, y no olvides que para mi los últimos serán los primeros, los que no cuentan ni tienen apariencia en la vida son los que más apariencia y más cuentan para mí, porque he escogido a los débiles para confundir a los fuertes.

¿Ves lo que te he enseñado y por el camino que te he llevado?

Ha sido porque yo lo he querido, para que tú se lo enseñes a otros.

¿Ves lo que a ti te doy?

Pues al que más se le dio, más se le exigirá.

No te preocupes por mis palabras, pues se que ha sido el mucho amor que me tienes el que te ha llevado a buscarme por ese camino, tu sabes lo mucho que te amo mi querida campanilla.

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