Manos de Ángel | BrightWin |...

By lilybws

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Win es estéril, o eso es lo que cree. Es comparado y maltratado por su familia, y es expulsado de Nakhon Path... More

Prólogo
| Capítulo 1
| Capítulo 2
| Capítulo 3
| Capítulo 4
| Capítulo 5
| Capítulo 6
| Capítulo 7
| Capítulo 8
| Capítulo 9
| Capítulo 10
| Capítulo 11
| Capítulo 12
| Capítulo 13
| Capítulo 14
| Capítulo 15
| Capítulo 16
| Capítulo 17
| Capítulo 18
| Capítulo 19
| Capítulo 20
| Capítulo 21
| Capítulo 22
| Capítulo 23
| Capítulo 24
| Capítulo 25
| Capítulo 26
| Capítulo 27
| Capítulo 28
| Capítulo 29
| Capítulo 30
| Capítulo 31
| Capítulo 32
| Capítulo 33
| Capítulo 34
| Capítulo 35
| Capítulo 36
| Capítulo 37
| Capítulo 38
| Capítulo 39
| Capítulo 40
| Capítulo 41
| Capítulo 42
| Capítulo 43
| Capítulo 44
| Capítulo 45
| Capítulo 46
| Capítulo 48
| Capítulo 49
| Capítulo 50
| Capítulo 51
| Capítulo 52
| Capítulo 53
| Capítulo 54
| Capítulo 55
| Capítulo Final
| Epílogo
| Extra 1

| Capítulo 47

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By lilybws

«Te arruina mentalmente no saber el porqué de algunas cosas.»

Dejó la taza con las paredes de porcelana calientes sobre el buró que había al lado de su cama. Apenas se recostó pudo sentir el tibio río de té que recorría su estómago hasta su punzante vientre. No podía dejar de llorar por lo doloroso que estaba siendo ese celo, y más aún cuando tenía al Alfa que amaba en su casa y a unos metros lejos de él. Quería correr hacia Off para recibir al menos un par de mimos pero era consciente de que si lo hacía, tal vez su lobo se apoderaría de su cuerpo y la probabilidad de comenzar a buscar acción sexual era muy alta.

Pero ya no aguantaba, el dolor era muy fuerte y lo único que deseaba en esos momentos era tener al menos un nido para mantener a su lobito tranquilo. Cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse, con un chillido suave, alzó su cabecita y al ver la figura de Off acercarse el lubricante que ya había humedecido su ropa interior comenzó a salir en abundancia, quería estallar de vergüenza.

— Gun, ¿Estás bien? ¿Ya tomaste el té que te hice? — El temeroso Alfa apretó sus puños con fuerza cuando la gran ráfaga de feromonas ingresó por sus fosas nasales e hizo que pronto su cuerpo comenzara a reaccionar, pero se contuvo con todas sus fuerzas para no volver a lo mismo y solo dejarse llevar por sus impulsos, no le haría eso a Atthaphan. No de nuevo.

— M-me duele mu… mucho, Phi. Solo quiero m-mimos… — Habló en un jadeó cansado, llevando ambas manitos a su pancita baja para apretar suavemente en un fallido intento de parar el dolor. — P-por favor…

El Alfa tragó saliva con dureza intentando negarse, pero ver así de triste y débil al chico que lo traía babeando por muchos días, accedió. El celo era doloroso cuando lo pasabas solo, él había experimentado ya esa sensación de tortura que tu propio cuerpo producía al no tener algún aroma en el cual refugiarse. Se acercó poco a poco hasta sentarse en el borde de la cama y se sacó los zapatos para estar cómodo junto al pelinegro, mismo que sin poder esperar se subió al regazo de su mayor con necesidad de refugio y sin pensarlo dos veces hundió su cabecita para comenzar a respirar profundamente el delicioso aroma que tanto anheló volver a sentir. Sollozó. Ya no de dolor, si no por el cosquilleo que azotó su estómago y una fuerte ola de emociones inexplicables llegaron a tumbar su lobito sensible. Estaba conmovido.

— No llores mi Omega, estoy aquí, no te voy a dejar…

Off rodeó con sus brazos el delicado cuerpo de su pequeño, acunandolo de manera tierna y amorosa, una vez más pudo sentir la necesidad de proteger con toda su alma el ser tan delicado y precioso de Gun. Era tan simple, pero complicado de explicar todo lo que podía sentir con tan solo mirar los preciosos ojitos marrones del Omega. Sus bellas mejillas, labios, rostro, cuerpo, voz y sobre todo la bella alma que tenía. La atracción era cada vez más fuerte y los lazos no dejaban de formarse.

Aún no podía olvidar el beso que se dieron horas antes. No había sido uno morboso como a él le solía encantar y poner en la lista de "los mejores besos", fue un beso al ritmo torpe de dos corazones enamorados. Solo se dejaban llevar por sus emociones y no habían palabras para describir lo perfecto que fue esa danza de labios. Por más que evitaba sentir deseo por volver a sentir los cálidos belfos del Omega, no podía, estaba profundamente envuelto en el enamoramiento y deseaba no ser el único.

Sí, Jumpol se había enamorado.

— P'Off… Por favor dame un beso…

— Gun no puedo… — Susurró cerrando sus ojos y soltando un suspiro indeciso, respirando profundamente para poder inhalar una vez más el delicioso aroma que cuando su lobo percibía se inquietaba cual nene de primaria por un dulce de azúcar.

— Solo unito… Mi Omega y yo te necesitamos, Alfa… — Gun levantó su rostro y comenzó a frotar su linda naricita en la mejilla contraria para intentar darse mimos como si fuera un lindo gatito. — Q-quiero que pases mi celo conmigo como lo solíamos h-hacer antes…

Eso fue suficiente para Off, quién con delicadeza y cariño deslizó su mano al pómulo del menor para así comenzar a dar una serie de caricias y muestras de amor. Giró su rostro poco a poco para así unir la nariz que se encontraba frotándose en su mejilla junto a la suya, así ambos rostros quedaron tan cercanos al punto de poder sentir ambos alientos chocar de manera cálida y dulce. El Alfa esperó unos segundos para poder contemplar de cerca los preciosos ojos cristalinos que lo miraban con deseo y en busca de ayuda por calmar el doloroso punzón en toda su piel ardiente, tenía fiebre.

Poco a poco unió su rostro hasta que ambas bocas se juntaron con calma, no había apuro alguno, ahora era distinto. Ambos lobos se habían encontrado una vez más y separarse sería mucho más difícil que antes. Los brazos de Gun rodearon el cuello de Off para poder aferrarse y apretar sus puños en la tela de la camisa, imploraba que siempre estuvieran así de juntos. Sabía que muchos personajes estarían en contra de la relación que tenían, uno de ellos; la diferencia de edad que ante la sociedad sería muy mal visto, pero no quería aceptarlo, solo quería seguir en su sueño donde estaba siempre tomado de la mano con su Alfa y los terceros sobraban.

Empezaron a mover con desesperación sus bocas, iniciando así un ambiente mucho más tibio y con feromonas flotando alrededor de sus cuerpos. Estaban tan juntos y pegados que las respiraciones cansadas no tardaron en hacerse presentes. Off hacía un esfuerzo por mantener su lado racional despierto y no dejarse llevar por sus sentimientos que querían tomar al menor para hacerlo suyo, no lo haría. Quería convencerse a sí mismo de no hacerlo.

— G-Gun, debemos parar… — Tartamudeo con los nervios volviendo a su estómago, haciendo que se aleje del menor quién se subió a horcajadas sobre el cuerpo del Alfa con insistencia.

— N-no… P-Phi, por favor… — Jadeó con dolor y sus labios comenzaron a dejar besos traviesos en la mandíbula marcada que tanto le atraía, humedeciendo con su saliva la zona de su rostro cerca a su barbilla.

— Bebé, n-no podemos hacer más q-que besitos… — Off cerró sus ojos dejando a su cuerpo disfrutar de los cálidos labios y dientes de Gun que ahora comenzaba a lamer y morder, tal como un cachorrito hambriento.

El pelinegro volvió a los labios del Alfa para dar besos mojados ahí, intentando convencer al mayor para poder al menos tener roces. El dolor se mezcló con excitación y lujuria en su cuerpo, ya no quería solo morreos, quería más, más contacto para poder bajar el dolor y calor en su cuerpo, estaba dejándose llevar por los efectos de su celo. Cuando sintió que sus besos eran correspondidos una sonrisa se instaló en sus labios con evidente emoción rebasando de sus encías, sus manitos buscaron las más grandes y las agarró para guiarlas a sus muslos gorditos con abundante masa por apretar.

— Tócame, por favor. — Murmuró antes de comenzar un pequeño vaivén de caderas, buscando algo con que frotarse como un adolescente hormonal impaciente por conseguir éxtasis en su cuerpo, al sentir la entrepierna de Off bajo la suya. Se apegó con desesperación para hacer el contacto más cercano y un gemido se escapó de sus labios cuando sintió que sus muslos eran apretados, lo había conseguido.

Sus traviesos deditos jugaron con los botones de la camisa que traía puesta el Alfa y sin pensarlo ni un poco comenzó a desabotonarlos con rapidez mientras acercaba una vez más su boquita a la contraria para comenzar a lamer los labios a los cuales ya se había hecho adicto. En un abrir y cerrar de ojos la prenda había caído al piso, dejando el torso desnudo del mayor quién después de tantas vueltas darle a la situación se decidió por seguir con lo que estaban haciendo y llegar hasta donde tenía que ser. Sus impulsos y su mente estaban en una fuerte discusión interna, pero él los ignoró y con sus ágiles manos quitó las prendas de Gun una por una.

Primero la playera de pijama cayó al suelo y seguido el pantalón humedecido por el lubricante, ya que el Omega no traía ropa interior. Jumpol estaba más que encantando y al ver el cuerpo desnudo de Gun no pudo evitar sonreír de manera boba, seguía igual, la pancita gordita y rosa, los muslos gorditos con piel suave de durazno, los hombros, clavículas y pecho delgados, junto a esas caderas matadoras prendieron una chispa dentro de él. No supo cuando ni como, los minutos se pasaron como manecillas del reloj en cámara rápida, pero ya se encontraba sobre el cuerpo desnudo para profanarlo y como la construcción social dice, "quitarle la virginidad".

Los besos inocentes pasaron a unos subidos de tono, pero para ellos era uno de los besos más apasionados y sentimentales que se habían dado. Simplemente no eran necesarias las palabras para expresar las fuertes descargas eléctricas en sus corazones cada vez que sus ojitos se conectaban y dejaban en evidencia el profundo amor que se tenían, para muchos que lo vieran de un lado objetivo dirían que en realidad sólo era por la calentura y que están dando un paso realmente grande e innecesario, pero ¿Quiénes somos para juzgar?

Simplemente cuando sucede fue porque debió ser así desde un principio, ellos estaban destinados a permanecer unidos, pero la vida tiene caídas para ti, al fin y al cabo llegaron a lo que querían, Off después de decir que no se enamoraría, se enamoró.

— P-Phi, creo que m-me duele mucho… ¡Mh!~

— Lo sé mi amor, i-iré lento, ¿Sí?

Sí, estaban cegados por los impulsos pero también por el amor que se tenían. El lado humano aún estaba despierto y bien sabían de que hagan lo que hagan, al día siguiente no se iban a arrepentir.

Off lo penetró con todo el cariño que pudo transmitir y Gun solo se dedicó a disfrutar del delicioso éxtasis que su pequeño e inocente cuerpo apenas empezaba a experimentar. Fue doloroso, el intruso en su interior era desconocido pero con el pasar del tiempo se volvió un placer inexplicable que no solo el podía sentirlo, si no también el Alfa que estaba encantado con todo lo nuevo que estaba sintiendo. Él ya había tenido sexo con muchos Omegas, sabía cómo hacerlo todo, pero no era lo mismo. Gun era simplemente extraordinario e increíble, no se sentía para nada como uno más, era el primero y el último a quien le hacía el amor, porque no era sexo, era amor.

— P-Phi, más… M-más rápido… ¡Ah!~

Cuando el clímax llegó a ellos, sus ojitos brillaron de una manera que reflejaban esperanza pura, sus gemidos eran la demostración de lo mucho que estaban disfrutando ese momento lleno de sentimientos y sensaciones electrizantes corriendo por los nervios de cada músculo. Gun gritó por el placer y también por el gran nudo que se creó dentro suyo. Era doloroso, pero no quería dejar de sentirlo, solo pedía ser marcado de una vez por todas, ya no aguantaba estar sin una marca cuando la persona que amaba había cuidado de él en el celo, deseaba con toda su vida ser marcado.

Las encías de Off dolieron, mientras que sus colmillos eran preparados para una marca la cual había sido objetivo principal desde que el acto inició. Una marca implicaba demasiadas cosas y aún ellos no sabían que pasaría después de todo, no eran conscientes pero, sus lobos lo único que querían era estar juntos. Sin darle más vueltas clavó sus dientes en la piel sensible de Gun, hundiendo de manera dolorosa la piel hasta atravesarla y romperla, sin embargo reaccionó a último momento para no hacer aquella herida más profunda, no podía hacer eso cuando no lo habían hablado ni planeado, sería algo peligroso hacerlo.

Gruñó, pero la marca había sido terminada como una temporal que se borraría en unos meses, sin embargo estaba más que feliz con el resultado. La euforia en su cuerpo se hizo presente y al caer al costado del cuerpo débil de Gun no tuvo la necesidad de decir esas frases tontas que hace meses hablaba, como; "No olvides tomar supresores" Ya no era así, estaba al lado de su destinado y del Omega que amaba.

— Te amo, Gun… — Balbuceó con su pecho subiendo y bajando.

El pequeño pelinegro se giró para quedar frente al mayor y con una sonrisa jadeante por todo lo sucedido cerró sus ojitos lleno de alegría. — T-te amo mucho más…

Cubrieron sus cuerpos entre ellos con el abrazo en el que se rindieron juntos. Era sus propias sábanas, el calor corporal era mucho más hermoso que cualquier otro, estaban felices y con un par de besos sellaron la noche hasta quedarse dormidos en una madrugada…

No era posible describir con palabras la paz inmensa que había en sus almas, era como si por fin se hubiesen liberado de todo el peso que llevaban y ahora sonreír sin ningún tipo de esfuerzo sería cosa de todos los días ya que sus corazones se había unido de la manera más pura y linda. Estaban felices. Después de tanto tiempo lograron confiar. Aún así, a pesar de eso en el fondo una pequeña luz de miedo se hallaba creciendo, sabían que al despertar tendrían que enfrentar a muchas personas que regañarían sus acciones y tal vez, separarse una vez más se convertiría en una opción.

[...]

Khai abrió sus ojos sintiendo una plancha caliente quemar sus párpados con tonalidades púrpuras, solo observó un techo blanco con una capa borrosa cubriendo su vista que en lentos y torturosos segundos tardaron en volver a la normalidad. Suspiró. Por alguna razón no sentía su cuerpo, era como si sus huesos hubieran aumentado en peso y sus muslos hayan perdido la fuerza para movilizarse, se sentía perdido. Estaba en una habitación con pocos muebles de madera, limpia, bien cuidada y sobre todo con un dulce aroma a manzana que logró tranquilizar un poco sus desesperado lobo que rogaba por escapar. No sabía que hora era, pero gracias al reloj que descansaba sobre el buró de al lado se dió cuenta de que eran las seis de la mañana. Muy temprano.

Intentó mover sus brazos para sentarse, pero apenas intentó hacer un movimiento su espalda tronó y unas fuertes punzadas en la piel de sus brazos y espalda alta empezaron a despertar cada vez más. Había olvidado lo que hace hora sucedió, había sido un milagro seguir vivo después de tantas atrocidades que había recibido su cuerpo, por un momento se sintió débil ya que había estado a un paso muy simple de morir en manos de una psicópata.

Jadeó con suavidad por los dolores y cerró los ojos cansado, dejándose caer a la cama a pesar de que se había levantado muy poco, necesitaba hacer preguntas, saber dónde estaba, que iba a suceder consigo mismo pero nadie estaba ahí para ayudarlo, estaba solo. Ladeó su cabeza rendido para intentar descansar un poco más, sin embargo la puerta se abrió y seguido unos pasos apresurados se acercaron donde el estaba, el aroma se intensificó.

— Tranquilo, te voy a cuidar. — Sus oídos captaron una voz femenina interrumpir el silencio sepulcral, y lo agradeció, necesitaba algún ruido del exterior para asegurarse de que no estaba muerto.

— M-me duele… — Su voz salió ronca por su garganta seca que no había recibido ningún tipo de líquido por horas, le dolió incluso hablar.

— En unos minutos traerán tu comida, pero ahora déjame limpiar tus heridas. — Murmuró abriendo una caja con artículos de emergencia dentro. — Comenzaré por las más grandes, ¿Sí? — Esbozó una sonrisa a pesar de que el azabache no podía verla. — Si no puedes hablar no lo hagas, seré cuidadosa. — Con sus manos deslizó las sábanas que cubrían el cuerpo más grande y subió la playera de algodón hasta el pecho, dejando ver el abdomen con moretones y quemaduras graves que incluso de no ser ella quien las tenía, una gran empatía se instaló en el pecho.

Se colocó los guantes de látex y con agua oxigenada y un pedacito de algodón empezó con caricias delicadas y suaves por todo el contorno de la herida más grande que había. Ese chico era desconocido para ella, ni siquiera tenía conocimiento de su nombre, solo de que lo había encontrado en una vereda agonizando tal vez por mucho tiempo. Con ayuda de nadie tuvo que arrastrar el cuerpo como si fuera un saco pesado y subirlo a su auto para llevarlo al orfanato donde cada día iba a cuidar a los niños. Ahora tenía un paciente más, no con gripe, tampoco con una raspadura en la pierna, si no con una serie de torturas en su piel que dejaban en evidencia lo mal que la había pasado.

— ¿Dónde… estoy? — Cuestionó Khai. No podía ver con claridad el rostro de la chica que estaba atendiéndolo pues su rostro quedaba mirando hacia arriba y ni siquiera tenía las suficientes fuerzas para levantarlo de la superficie plana del colchón.

— Estás en un lugar bonito donde cuidamos a niños heridos. — Respondió la muchacha, ahora colocando una pomada en la piel dañada con sumo cuidado. — Yo te voy a cuidar hasta que te recuperes así que no debes preocuparte aún por nada, solo por ir a la policía y denunciar quien te hizo todo esto.

Khai tragó duro sintiendo eso imposible. Solo quería dejar todo así para que el problema no se haga más grande de lo que ya era. No quería poner en riesgo a más personas que amaba. — ¿Trabajas aquí? — Ahora su garganta se había acostumbrado un poco, ya no le dolía mucho hablar.

— No trabajo aquí, tengo diecisiete años. — Ahora comenzó a limpiar las marcas en los brazos y algunas heridas abiertas con restos de sangre seca que a pesar que el día anterior ya había limpiado, volvió a sangrar. — Pero este es mi segundo hogar, vengo todos los días antes de ir a mi instituto y también vengo en las tardes para quedarme hasta la noche.

— ¿Así fue como me encontraste? — Apretó sus ojos cuando el ardor llegó una vez más. Dolía a pesar de que solo era agua purificada y no alcohol.

— Así es. — Murmuró. — Eres un chico sano, pesas mucho y casi me derrumbo al llevarte. — Bromeó y una sonrisa tranquila se formó en su boca al notar que el chico también esbozó una pequeña. — ¿Cómo te llamas?

— Khai… — Murmuró, sintiendo como ahora su otro brazo era tratado de la misma forma, con delicadeza. — ¿Tú?

— Pimwalee, a sus servicios.

«Mi corazón sigue poniéndote primero antes que a mí mismo.»

Nota de adapta-autora:

¡Hola, bamboos!

Sí, ya sé que la chica que ayudó a Khai es hermana de Gun en la vida real, pero en esta historia no. Ténganlo en cuenta.

Nos leemos pronto.

— lilybws.

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