| Capitulo uno |
—Stiles—susurra alerta volteando hacia la pelirroja, comunicándose a través de la mirada lo que estaba sucediendo, ambas sintiendo la sangre abandonar sus cuerpos a ver al castaño bajar la vista al suelo, dónde el reluciente artículo se encontraba a unos centímetros suyo sobre la nieve.
Intenta dar un paso hacia él, pero se apresura a inclinarse y tomar la espada de Kira con las manos temblorosas.
—¡Stiles no!—grita su mejor amigo aún preso de los Oni.
—¿Y si eso te salva?—sus ojos se cristalizaron—¿Y si los salva a todos?—pone la espada en su abdomen decidido a aceptar la propuesta del nogitsune.
No sé perdonaría que sus amigos mueran por su culpa.
—¿Y si es otro juego?
—No más juegos Madison—da un paso al frente en posición de ataque— ponle fin Scott.
Ambas chicas lo miraban aterradas detrás de él, listas para correr a detenerlo.
—Stiles, por favor —solloza Lydia a su costado.
—No es real—susurra para si mismo después de varios segundos en silencio, recorriendo con la mirada el lugar, sorprendido de ver las sillas y libros escondidos entre la nieve y rocas.
Su mente trabajaba a máxima velocidad atando hilos, llegando a una conclusión al ver al nogitsune bloqueando las puertas.
— Ya no te quedan movimientos, Stiles.
— Claro que sí—le arroja la espada a Kira, quien la toma con agilidad y apunta hacia los Oni.
—Un movimiento divino —sus piernas fallaron haciendo que se tambalee— Scott, deben dejar de pelear, sé que se siente real, se ve real, pero es una ilusión... Confíen en mí, por favor.
Madison se apresura a correr en su dirección y poner su brazo en sus hombros, ayudándole a ponerse de pie.
—Tranquilo, te tengo—entrelaza sus manos.
—Gracias Madison— susurra apoyándose en el ella.
— Jamás te dejaría caer—regresa la mirada al frente.
Scott y Kira comenzaron a avanzar unos pasos delante como un escudo, abriendo el camino para ellos, siendo heridos múltiples veces por los oni hasta llegar al nogitsune, dónde Scott lo sujeta con fuerza de los hombros y con un rugido y ojos rojos lo empuja hacia la puerta.
Quedando finalmente en la entrada principal de la preparatoria.
Todos se voltean a ver para asegurarse que estén a salvó.
—¿Todo estamos bien?
—Si, todos...—Kira el silenciada por un golpe del nogitsune, igual que Scott quien choca con la pared de su izquierda.
—Este era mi juego— Está vez void Stiles giró hacia ellos amenazante—¿Creen que pueden ganarme en mi juego?
Los chicos comenzaron a retroceder al ver dos oni aparecer frente a ellos y caminar tras el nogitsune moviendo sus espadas hacia ellos.
—¿Movimiento divino? ¿Crees que te quedes movimientos?— Avanza con más rapidez hacia ellos— Tengo Miles de años, ¡No puedes matarme!
—¡Pero podemos cambiarte!—su vista cambio a Madison.
—Olvidaste el manuscrito—completa Lydia sin soltar a Stiles.
— Cambiar al huésped—susurra incrédulo, siendo está vez quien retroceda de ellos.
—No puedes ser un zorro y un lobo al mismo tiempo.
Ethan y Aiden cruzaron las puertas soltando un rugido, comenzando a luchar con los Oni dando oportunidad a Scott de levantarse hacia el y morder su hombro, provocando un grito del nogitsune que hizo retroceder a los humanos antes de convulsionar y caer de rodillas al suelo, con la piel volviéndose grisácea escupiendo una luciérnaga antes de desplomarse.
—¡Aiden!—Grita Lydia al ver al castaño ser herido en el abdomen por uno de ellos antes que desaparecer.
Isaac llegó junto al Triskel, encerrandolo en la caja, dando un asentimiento al alfa.
Lydia se aparta de ellos, empuja a Scott y se arrodilla a su costado, tomando el rostro de su novio con ambas manos mientras las lágrimas caen por su mejilla.
—Aiden, no me dejes, por favor.
—Te lo dije Lydia —la sangre comenzaba a salir de su boca, y sus ojos comenzaban a cerrarse, la vida se estaba yendo de su cuerpo con rapidez—Soy un chico bueno.
Fueron sus últimas palabras antes de desvanecerse en sus brazos.
—Lo eres, eres un gran chico.
Ethan estaba inmóvil frente a ellos, con los ojos abiertos como platos y en trance.
Derek y Jackson llegaron a los minutos frenando en seco al ver a la pelirroja llorar sobre en cuerpo del castaño.
Derek voltea hacia los demás deteniendo su vista unos segundos en Madison, tenía el cabello despeinado y su camisa de cuadros con jeans azules, con los ojos cristalizados aún sin soltar a Stiles, su vista se congelo unos segundos en ella hasta que Scott se acercó a ellos, ayudó a sostener a Stiles y le sonrió a su novia siendo correspondido de igual forma.
Despierta sobresaltada sentandose en la cama, adentrándose en el silencio de la habitación siendo iluminada por la luz de la noche que entraba por el balcón que había a su izquierda, sintiendo una capa de sudor cubrir su cuerpo y su corazón latir con fuerza dentro de su pecho.
Da un vistazo rápido a la recamara volteando a su costado, agradeciendo por ver qué aún seguía dormido, aparta la cobija de su cuerpo y en silencio sale de su habitación hacia la cocina encendiendo la luz, aún sintiéndose aturdida, se acerca a la barra pero se detiene al levantar su mano hacia la alacena.
—¿Que pasa?—susurra preocupada al ver sus dedos temblar.
—¿Madison?— escucha su voz adormilado tras ella, pero al verla girar hacia él no dudo en acercarse rápidamente—¿Estás bien?
—No se que pasa—sus ojos se cristalizaron al sentir sus piernas adormiladas
— Tranquila, respira, Madison —acuna su rostro con ambas manos, sin dejar de ver los ojos cafés de su novia— Estamos bien, tranquila. Te amo, Madison—la abraza por la cintura.
—Yo te amo, Scott — esconde su rostro en el cuello del chico, cerrando los ojos un momento intentando regular su respiración.
Aún con los ojos cerrados junta sus frentes y acaricia los brazos de su novio como la yema de sus dedos, sonriendo de lado al sentir un beso en su frente.
Se aleja después de unos segundos de silencio y abre los ojos con lentitud esperando encontrar sus ojos cafés en ella, pero en su lugar estaba Aiden.
Su rostro de desfiguró al verlo con la mirada perdida, sus ojos estaban negros fijos en ellas y al abrir la boca sangre envenenada con aconito salía de su boca en grandes cantidades manchando sus brazos y ropa.
—Aiden—el pánico comenzaba a adueñarse de su cuerpo, intenta safarse de su agarre, pero solo aumento la fuerza en su cintura sintiendo su cuerpo doler—¡Basta!—logro escuchar sus costillas romperse y perforar sus pulmones.
—Madison—el eco de su voz resonaba en su mente, su vista se volvió borrosa y el aire escapaba de su cuerpo, sentía que moría y solo pudo gritar con todas sus fuerzas sintiendo su garganta arder.
—¡Basta!
—¡Madison!—al abrir los ojos de golpe, Derek estaba frente a ella, tomando sus brazos con fuerza intentando que despierte—Madison, despierta.
—¿Mamá, estás bien?—su hijo da un paso hacia ella, deteniéndose al ver el miedo en sus ojos cuando volteo a verlo.
—¿Qué?—pregunta desorientada volteando a todos lados, buscando reconocer el lugar.
—¿Madison?
—¿Mamá está bien?—escuchar la voz rota de su hijo la hizo sentarse rápidamente y sonreír para el.
— Estoy bien, tranquilo— no quería preocuparlo.
—¿Papá?
— Tranquilo Eli, ¿Le puedes preparar un té?
—No tardo—salio corriendo de la recamara.
Pasa ambas manos por si rostro, sorprendiendose al ver la abundante cantidad de lágrimas que salían de sus ojos.
¿Que estaba pasándole?
—Madison, ¿Estás bien?
Jamás la había visto tan asustada como ahora.
—¿Que soñaste?—se pone de cunclillas frente a ella, tomando sus manos con delicadeza.
Cierra los ojos y lleva la mano a su pecho.
—¿Recuerdas algo?—asiente—¿Por qué dijiste el nombre de Aiden?
— No sé que está pasando—pasa las manos por su cabello —hace años no había soñado con él y yo... no sé lo que pasó.
La atrae a su pecho, dejando un beso en su frente, sintiendo sus manos aferrarse a su camiseta, como si tuviera miedo a que desapareciera frente a ella.
— Aquí me tienes, tranquila—acaricia su cabello con delicadeza, escuchando a Eli volver a la recamara, hace una señal con la mano y deja la taza en la mesa de noche de su madre, dando un vistazo rápido a la castaña, más tranquilo después de verla normalizar su respiración, sale de la recámara dándole privacidad y vuelve a su habitación aún confundido.
—Derek—susurra después de algunos minutos en silencio — Algo malo va a pasar, no sé cómo explicarlo.
Se aparta de ella, acunando su rostro con ambas manos.
— ¿Crees que sea por nuestro viaje a Beacon Hills?
Niega con la cabeza, bajando la mirada a sus dedos, moviendolos con nerviosismo.
—Estoy segura que hay algo más.
No supo cómo responder, solo entrelazó sus manos y la vió con atención, pero el sonido de sus celular sonar a las cuatro de la mañana le dió a entender todo lo contrario.
Madison lo aparta con delicadeza y dudosa se acerca al tocador dónde el teléfono estaba junto a su agenda, cierra los ojos y sin ver el nombre respondió la llamada.
No dijo nada, solo escucho una respiración agitada al otro lado de la línea.
Inconscientemente colgó la llamada, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.
—Madison—Derek se detiene tras ella y acaricia sus brazos con delicadeza, intentando tranquilizar a su esposa, no era la primera vez que la despertaba de una pesadilla, pero si la primera que presenciaba Eli— Necesitas descansar.
—Fue demasiado real—acomoda su cabello, aún con la mirada perdida.
—Solo fué un mal sueño, tranquila.
Cierra los ojos unos segundos, apoyándose en su espalda, sintiendo los brazos de su esposo rodear su cintura y dejar suaves caricias sobre su piel.
Del otro lado, el castaño aún sujetaba el teléfono con fuerza junto a su oído con la mano temblorosa, mientras conducía su auto a máxima velocidad, viendo a su izquierda el letrero de Beacon Hills, confirmando que había llegado.
Después de muchos años estaba de vuelta.