Como todas las mañanas, Padma viajaba en el autobús en dirección al trabajo escuchando música en su walkman ("Patience" de Guns N' Roses), un poco absorta en sus pensamientos.
No pudo evitar sentir una preocupación por lo de la camioneta blanca, apenas ayer tuvo ese problema con Anna, pero lo que le dijo Clarissa, le hacía preguntarse si podría ser la misma, y que podría o podrían ser un nuevo blanco.
Negó ligeramente con la cabeza, reprendiéndose por pensar paranoicamente, y se convenció de que quizás era sólo una mera coincidencia. Sea como fuere, tenía trabajo, mucho trabajo que hacer.
Ni bien llegó al edificio en dirección a su oficina, se encontró con un grupo de gente reunida en una de las tantas oficinas grupales, extrañada, se acerca a ver.
- ¡¡Esto es una estafa!! - se oía la voz de un joven - ¡¡¡Mi seguro se supone que cubría los daños de mi Ferrari!!
- Pero señor... - hablaba nerviosamente el hombre, oculto detrás de su escritorio - Usted no está al corriente con el pago...
- ¡¡Patrañas!! - se oye unos papeles volar.
Encontrándose con sus dos amigas, quien al verla la saludan y le hacen un lugar, lo pudo ver todo:
el de la voz resultó ser un joven de casi su misma edad, su piel era blanca y suave a la vista, ojos café, cabello pelirrojo, de complexión delgada y alto. Llevaba puesto una camisa blanca, jeans negros y zapatos del mismo color.
Y pese a lo guapo que era, definitivamente estaba dando una muy primera mala impresión: no dejaba de gritarle al empleado, además, le había tirado prácticamente todos sus papeles y cosas, quedando esparcidas por el suelo.
- Es tan hermoso enojado... - suspiró Gloria junto con otras.
- ¿Y este quién es? - preguntó Padma.
Varias compañeras se le quedan viendo con asombro.
- ¿Qué? ¿Dije algo malo? - pregunta la castaña confundida.
- ¡¿Cómo que no sepas quién es?! - le dijo Gloria - ¡¿Vives en una burbuja o qué?!
- ¡Gloria, ¿quién es?!
- ¡Uf! - rola los ojos - ¡Es Apolo D'Rouge, el modelo más bello de toda Ciudad Capital! ¡Y el hombre de mis sueños!
- ¿Y tu novio?
- Ese es sueño cumplido, pero éste es platónico. - se lleva la mano al pecho como si le doliera.
- A...já. ¿Y por qué el alboroto?
- ¡¿A quién le importa?! ¡Verlo de cerca es tan mágico! ‹aaahhh› - suspirando.
- ¡Pero está haciendo escándalo!
- Es algo sobre su seguro... - contestó Ana - ¡Lo bueno es que el jefe aún no llegó! ¡O se enojaría mucho!
No tardaron en sentir la mirada de Apolo sobre ellos, asustándolas un poco.
- Ya que su jefe todavía no llega... ¡¡¿hay alguno que sea suficientemente competente como para atenderme?!! - les dijo.
Uno de los empleados empujó disimuladamente a Padma al frente, y se ganaría una mirada fulminante de no ser porque Apolo la señala diciéndole:
- ¡¡Tú!! ¡¡Resuelve mi problema y dile a éste inepto que está equivocado!!
No quedándole de otra que asumir la responsabilidad, la chica se le acerca un poco y le dice:
- Señor...
- ¡Joven! - la corrigió.
- ... Joven D'Rouge, ¿cuál es su problema?
- ¡¡Mi problema porque este individuo de aquí -, señala al empleado - ,me dice que no he pagado y por ello no me cubrirán los daños de mi Ferrari!!
-... Iré a revisar los documentos.
- ¡Que sea rápido! ¡No tengo todo el día!
Padma salió del lugar un instante, y cinco minutos después, vuelve a aparecer con una carpeta, a lo que dice revisándola:
- Joven Apolo D'Rouge...
- ¿Si?
- Mi compañero tiene razón. - lo ve -
» En su papeleta se puede corroborar que le faltan varios pagos, el más antiguo es de hace tres años.
- ¡Imposible!
- Nuestra empresa archiva los pagos anuales que hacen nuestros clientes, de hecho, hay una oficina especialmente dedicada a eso. Y siento decirlo, ¡su cheque de pago no está!
- ¡¡Pero te digo que sí pagué!! ¡¡¿Acaso crees que me tomaría la molestia de venir aquí y hacer este escándalo por nada?!! ¡¡Si digo que yo pagué, es porque pagué!!
» ¡¡Soy el cliente!! ¡¡Siempre tengo la razón!!
- De ser así, ¿dónde está el comprobante?
- ...¿Comprobante?
- Después de que usted paga, nosotros le damos los comprobantes, de hecho, ¡les damos dos! ¿Tiene esos papeles aquí?
El susodicho pelirrojo enmudeció, sin embargo, ni bien sintió los murmullos que empezaban a emitir los presentes, sujetó a Padma y se la fue llevando hacia un pasillo donde nadie los pudiera escuchar.
- ¡¿Qué le pasa?! - preguntó la chica una vez allí.
- Escucha... - habló el modelo - Mira yo... sí, tal vez me tardé un poquito en pagar...
- ¿Un poco? - levanta una ceja - ¡Fueron tres años!
- Lo sé, lo sé, lo sé... - intenta calmarla y junta sus manos - Entonces... me preguntaba si podíamos llegar a un acuerdo -, en ese momento la ve y le lanza una de esas sonrisas encantadoras que suele hacer.
- Oh... pues de ser así, nuestra empresa proveé de unos pagos que...
- ¡No, no, no, no! ¡No me entiendes!
- ¿Eh...?
- Me refiero a... que si me podrían perdonar las deudas. ¡¿Mmm?! - le guiña el ojo pícaramente.
Padma estuvo por lo menos un minuto intentando procesar lo que le acababa de decir este sujeto, para luego expresar incrédula:
- Es una broma, ¿cierto?
- Escucha... tengo una reputación que mantener y los medios están detrás de mí, ¿te imaginas lo que diría la gente si se enterara de que yo, una figura tan respetada y reconocida, no fue capaz de pagar su seguro?
- Pues te hubieras hecho respetar antes. Y la respuesta es no. - cierra la carpeta - Pague lo que debe. - camina hacia su oficina.
- ¡¿No puedes darme otra solución?!
- No, sólo es esa. De lo contrario no nos quite tiempo.
Inesperadamente, la castaña sintió como aquél modelo le sujetó repentinamente de la muñeca, no pudo evitar ver el cómo la sostenía con fuerza y como la expresión de su acompañante se volvió un tanto hostil.
- Suélteme. - dijo incómoda.
- ¿Cuál es tu precio?
- ¿...? ¿Disculpa?
- ¿Quieres una cita con uno de los solteros más codiciados? Te la consigo. ¡O ya sé: ¿un auto deportivo?! ... ¿Dinero? No, no, no, ya sé, un outfit completo de una tienda de lujo... ‹tchask› -, chasquea los dedos, luego hace su pose de modelo.
» Lo que quieras tu dime. ¡Y lo haré! - se señala a sí mismo, y le guiña de nuevo.
- ¡No quiero nada que venga de usted! ¡Y si tiene tanto como dice, pague lo que debe!
Al no obtener una respuesta que quería escuchar, Apolo no dudó en apretarle la muñeca, causándole un ligero dolor.
- No me estás entendiendo... - habló con impaciencia el muchacho.
- ¡S-Súelteme! - dijo la chica intentando zafarse.
- ¡Tú vas a arreglar ésto de la forma en que yo te digo!
- ¡Ya suélteme!
- ¡¿Quieres mantener tu insignificante trabajo?! - amenazó viéndola fijamente - ¡Entonces más te vale que hagas lo que digo o...!
- ¿O qué? - preguntó una tercera voz ronca y profunda.
Un enorme escalofrío se dispersó por todo el cuerpo del modelo cuando sintió una mano pesada caer sobre su hombro izquierdo, aún así y luego de tragar saliva, volteó con disgusto.
- ¡Hugo Verdichelli! - exclamó Apolo.
- Me dijeron que estabas ocasionando un escándalo, así que vine. - dijo Hugo con serenidad, y nota aquél agarre - Te recomiendo que la sueltes.
- ¡Tsk! - suelta a Padma de mala gana - No pierdes la costumbre de entrometerte, ¿no es así?
Ignorando su comentario, el detective se interpone entre él y la chica, sobre todo fijando su atención en ésta última, quien no podía evitar sobarse la muñeca.
- ¿Estás bien? - le preguntó.
- S-Sí...
- Permíteme... - sostuvo la mano de la chica para verificar si le quedaron marcas, pero como no las vio, la soltó - ¿Cómo se llama?
- Padma Montblanc.
- Señorita Montblanc, ¿desea tomar cargos contra este hombre? - mira a Apolo.
- ... - observa al joven - Depende: si paga, me abstengo.
- Ya oíste a la señorita Montblanc - dijo al modelo - , cumple con tus obligaciones.
Varios trámites después, salía un Apolo furioso con unos papeles en la mano, el detective y la chica también, pero se detuvieron a unos pocos metros de la entrada.
- Muchas gracias por intervenir. - dijo Padma mientras veía a Apolo subir a su ferrari rojo con la puerta abollada.
- Hago mi trabajo. - contestó Hugo mientras ve al modelo retirarse con furia - Tú tampoco lo haces mal, no es la primera vez que intenta sobornar a otros para que encubran sus payasadas. - saca un cigarro y lo enciende.
- Sólo respeto mi trabajo, aunque eso a veces es difícil.
- ... - exhala un poco de humo - Montblanc, ¿cierto?
- Y usted es Verdichelli, ¿verdad? Escuché de usted...
- ¿Ah sí? ¿En dónde?
- En la radio, sobre todo en el programa de Alana.
- Supongo entonces que estás enterada sobre lo que se dice de nuestro trabajo.
- Sí... aunque no los culpo de lo que pasa. Es decir... entiendo que los casos no son fáciles de resolver, ¡pero sé que hallarán una respuesta!
- ... Eres positiva, ¿eh?
- Un poco. - suspira, contemplando los edificios - Aunque no niego que extraño aquellos años en donde Ciudad Capital era una gran ciudad, aún si era imperfecta. Sé que todo cambió, pero aún así, no dejo de quererla, por eso me gusta pensar que todo mejorará.
» Como me decían... "todo lo que necesitamos es sólo un poco de paciencia".
- Eso suena a una canción...
- Lo es... - sonrió con nostalgia - La cantaba muy seguido antes...
- ... - exhala el humo mirándola curioso.
- ¡P-Perdón! ¡No debería hacerte perder el tiempo con mis tonterías! - se avergonzó - ¡Seguro tienes mucho trabajo! ¡Además, mi jefe va a llegar y se molestará si me ve distraída!
Sosteniendo el cigarrillo entre sus labios, el detective saca una pluma y una tarjeta, y se pone a escribir sobre ella, confundiendo un poco a la chica.
- En caso de que el cretino ese te vuelva a molestar, sabes a quién llamar. - le entrega la tarjeta - Créeme, no es sencillo lidiar con esa clase de sujetos, pero yo a este lo conozco muy bien, llámame si te mete en un aprieto.
- ...Gracias detective. - sonrió.
- Cuídate Montblanc, y no te metas en problemas.
Padma revisa la tarjeta, la cual tenía la dirección de la jefatura y el número del teléfono de aquél hombre, pero se percata de un detalle en relación con el nombre: decía "Hugo Montenegro" en vez de "Hugo Verdicelli".
- Oye... ¿por qué ésta tarjeta tiene otro...? - levanta la vista y se da cuenta que estaba completamente sola.
«¡Qué suerte! ¡Sólo a mí me dan una tarjeta con el apellido cambiado!» escucha que un mensaje llegó a su teléfono «Y hablando de cosas que no cambian...»
Lee el siguiente mensaje:
Caminando al edificio, contesta: