Protegeme 3 - jortini (hot)

By sheisagirlx

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Ya saben sus nombres, ya saben la misión de Jorge Blanco...proteger a Martina Stoessel y ahora a su pequeña n... More

Capitulo 1: un comienzo erótico
Capitulo 2: Jorge, el cazador.
Consulta
Capítulo 2: Amor
Capítulo 3: El viaje
Capítulo 4: La familia Blanco
Capítulo 6: El juego ha terminado
Capítulo 7: ¿Ocultas algo?
iyCapítulo 8: Celos
Capítulo 9: más celos
Capítulo 10: Detrás de los vidrios.
!Guapas!
Capítulo 11: La familia Stoessel.
Capítulo 12: Momento incomodo.
Capítulo 13: ¿Alexander?
Capítulo 14: Regalito a Martina
Capítulo 15: Tu te ves sexy siempre
Capítulo 16: Eres...espectacular
Capítulo 17: No son de Jorge.
Capítulo 18: Madre e Hija.
Capítulo 19: Por faaaa...
Capítulo 20: Día en familia.
Capítulo 21: Infiel.
Capítulo 22: Furia.
Capítulo 23: Confusa y loca.
Capítulo 24: La reconciliación.
Capítulo 25: Apuesta.
Capítulo 26: Naiara
Capitulo 27: Bruno.
Capítulo 28: Ser padre.
Capítulo 29: Ideas.
Capítulo 30: Tentación.
Capítulo 31: traviesa.
Capítulo 32: crema.
capítulo 33: descubierta.
Capítulo 34: Mercedes y Ruggero.
Capítulo 35: mejores amigos.
Capítulo 36: La boda.1/3
Capítulo 37: La boda 2/3
Capítulo 38: La boda 3/3
Capítulo 39: Amigos y Discursos
Capítulo 40: luna de miel
capítulo 41: ardientes
capítulo 42: ¿Naiara?
Capítulo 43: Desaparición
capítulo 44: Casa morada.
capítulo 45: busqueda
capítulo 46: te mataré
capítulo 47: El final
Epílogo

Capítulo 5: El señor y la sumisa

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By sheisagirlx

Sinceramente no puedo dejarlas esperando hasta tarde así que ¡acá está el capítulo 5! espero que les guste, voten y opinen.



Martina le dio un beso de buenas noches a Naiara y se fue hacia a la cocina. Aún llevaba el vestido de cóctel puesto. Solo esperaba llegar a su habitación para quitárselo. Terminó de recoger unas cosas y fue hacia su cuarto. No llegaba a la cremallera del vestido, antes, Jorge la había ayudado a subírselo. Y de qué manera... Sonrió.

- ¿Jorge? - dijo quitándose los zapatos de tacón y dejándolos encima de esa moqueta color granate. Jorge amaba el granate para adornar su habitación... matrimonial. Pero su color favorito era el verde, siempre el verde. Rió. ¿A que venían esos pensamientos? - ¿Jorge? - no aparecía. - Niño, ¿Dónde estás? Anduvo descalza, buscando en el baño, en el salón, bajando las escaleras de nuevo. Pero no lo encontraba. - Donde se habrá metido... - suspiró, entrando de nuevo en la habitación e intentando desabrocharse el vestido, otra vez.

- ¿Con que niño eh? - sintió que alguien la cogía fuerte de las manos. Tuvo un escalofrío, al notar el duro cuerpo de Jorge. Y como su torso, obviamente desnudo, rozaba su espalda descubierta. Una cachetada, dura, hizo que diera un respingo.

- ¡Jorge! - se cabreó ella.

- Ah, ah... no se queje señorita. - Jorge bajó la cremallera del vestido, sin dejar de cogerla, fuertemente por las muñecas.- Su novio me dijo que se ha portado mal... últimamente ha dicho muchas mentiras... - sintió su aliento, próximo al cuello, y sus labios, rozándolo. - Por eso mandó el agente Jorge a detenerla.-Tiró más de sus manos, hasta que Jorge tuvo que arquearse un poco. Una vez estuvo el vestido en el suelo, Jorge le tapó los ojos. - No puede ver, ni tocar nada. Nada. Si no cumple, será castigada... - dijo Jorge. Martina esbozó una sonrisa. Era la primera vez que él y ella empleaban estos juegos, pero... dios, como la había excitado. Jorge la tumbó en la cama. Alzó sus brazos por encima de su cabeza y Martina escuchó como algo se cerraba alrededor de sus dos muñecas. Tiró, y escuchó como las cadenas se tensaban. Sin dejar que pudiera mover mucho sus brazos.

- ¿Me has atado?

- ¿No lo nota? - Martina se mordió el labio. Jorge la trataba de usted, como si fueran dos completos desconocidos. Eso la puso mucho. - Y tanto que lo noto. - sonrió.

- ¿Con que quieres jugar eh?

- No hable. - se limitó a decir él. - si no, será castigada. - en esa última oración sintió como a Jorge se le escapaba la risa.

- ¿Y qué me harás, policía? - dijo, siguiéndole la diversión. Jorge no era así, antes. Pero de todas formas, la enamoraba. Siempre, desde siempre. El Jorge del principio de su historia, frío y malévolo. Y el Jorge de ahora. Romántico, pasional. Salvaje, siempre lo había sido. Sintió el peso del cuerpo de Jorge encima, y como algo frío rozaba su muslo. Algo tenso, duro, el tacto de cuero.

Tragó saliva.

- No irás a... - murmuró ella. Jorge pulsó sus labios con un dedo, haciéndola callar. Él sonrió y se inclinó hacia a ella.

- Cuando le duela, paro. - susurró en su oído. Y rozó el lóbulo de la oreja. Martina se arqueó, como señal de que le gustaba. Sintió como Jorge paseaba su juguetito por sus piernas, hasta llegar a su objetivo. Rozó su vagina con la correa. A la vez, sentía el aliento de él, clavado en su cuello. Todo aquello, nunca hubiera pensado que le gustara. Pero si, dios, así era, la ponía a cien, él la ponía a cien. Jorge arrancó su sujetador. Martina sintió frío. Se le erectaron al momento. Seguía sin ver nada y eso la incomodaba. Quería verlo, quería ver que hacía. Pronto sintió un pequeño tirón en sus pezones.

- ¡Jorge! - no se lo esperaba. Y fue más por la sorpresa que por el dolor. Sintió como una fina cadena resbalaba por su entrepecho, hasta quedar en un lateral de su cintura. Sintió los besos de Jorge, rodeando aquellas pequeñas pinzas que tiraban de sus sensibles pechos. - mierda...

- ¿Puede aguantarlo? - él seguía con el juego. ¿Quería que se trataran como dos completos desconocidos? Pues entonces que se preparara, porque ella también sabía jugar.

- Si... no se preocupe, puede seguir con lo suyo. - se mordió el labio. Jorge quedó sorprendido ante la respuesta. Martina le estaba siguiendo la corriente. Sintió como una ráfaga caliente bajaba hasta su polla. La observó, con los ojos vendados, esos labios carnosos, - que si se paraba a pensarlo, no los había besado aún, esa noche. - ese cuerpo casi desnudo... y las pinzas colgando de sus hermosos pechos. Atada, para él, a los barrotes de la cama.


Unas ganas inmensas de comérsela le entraron repentinamente. Como solía pasar. Se volvió a inclinar y mordió el cuello de Martina, dejando pequeñas marcas con sus dientes. Mientras sentía como debajo suyo, Martina rozaba con su cuerpo, el de él.

- Quiero tocarte. - susurró ella, sintiendo los besos de Jorge.

- No esta vez. - masculló Jorge, despegando sus bragas de su carne húmeda. Se las bajó de un tirón y volvió a subir las manos. - Señorita... - dijo pasando un par de dedos por su sexo que ya estaba completamente mojado. - está empapada.

- Haga algo al respeto. - dijo ella sonriendo. Jorge tiró de la cadena que sujetaba sus pezones. Martina jadeó de dolor. Sintió como Jorge colocaba algo frío en la entrada de su coño.

- ¿Qué es?

- Si vuelve a abrir la boca tendré que azotarla.-Martina se arqueó por sus palabras autoritarias.

- No lo dices enserio... - dijo entreabriendo la boca.

- Lo dicho... - Jorge le quitó las esposas. - Dese la vuelta. - le ordenó.

- ¿Mmh? - Martina aun no se lo tomaba en serio.

- No lo volveré a repetir. Cuanto más se tarde, más grande será el castigo.- Ella pensó que Jorge se estaba volviendo loco. Sonrió y se giró. ¿No la iba a azotar, verdad? Jorge la volvió a amarrar a los postes de la cama. Ahora la tenía a su disposición, dios santo, de espaldas, de rodillas. Sintió como ese tacto de antes, cuero, acariciaba una de sus nalgas. De repente, la azotó. Ella abrió la boca para quejarse.

- No chille, ni grite, ni proteste. - Ahora, el tacto frío de antes, se metió en su interior. ¿Jorge la estaba masturbando con un vibrador? Entreabrió la boca de nuevo. Era mejor cuando se metía él dentro, pero eso estaba de maravilla. Sin saber porque, sobre todo ahora, porque la nalga le picaba, a causa del azote de Jorge... con su querida correa. Jorge movió el consolador adentro y a fuera.

Martina gimoteó, moviéndose hacia a detrás.


- Eh, quieta. - le ordenó él. - ¿no querrá otro de estos, verdad? - dijo rozando

su látigo por su espalda desnuda. Lo pasó acariciando también sus pechos. Para entonces, Martina sintió como él mismo rozaba su muslo. Estaba

duro, muy duro.

-Jorge... - imploró. - fóllame ya.

- Shh... - ronroneó él, moviendo más rápido el chisme de goma. - cada cosa a

su tiempo.-Martina jadeó. Los dedos de Jorge la tocaban, acompasando los

movimientos de la otra mano, metiendo el aparatito sexual.

- Pero tú también quieres... - dijo ella.

- Si no se calla, no voy a darle lo que quiere... - sonrió Jorge. - al contrario,

tendrá otro castigo. Peor.-¿Peor? Jorge quitó el vibrador. Ella sintió como él rozaba su nariz, su boca, su barbilla por sus bajos... por su humedad. Se andaba con rodeos, no la succionaba, no le daba lo que necesitaba, y eso si era un castigo.

- ¡Hazlo ya! - se quejó Martina. Sintió como Jorge posaba su otra mano en su monte de Venus, mientras que su boca se hundía, bebiendo de su néctar. Susurró algo.

- Usted lo ha querido.-Otro azote. Pero este, en su vagina. Martina se mordió la mejilla para no gritar, del dolor, del placer, dios, sensaciones nuevas. Sintió el gusto metálico de sangre llenarle la boca. Sin pausa ni tregua, Jorge volvió a bofetear el mismo sitio. Martina gimió. Por un lado, él, él dándole sexo oral, él, sus labios, su boca, su sagrada lengua, sorbiendo de su propio cáliz. Por otro, las punzadas que ahora sentía en su pubis por los fuertes golpes. Se iba a correr, dios, se iba a correr.

- Ni se te ocurra. - masculló ahora él, separando sus labios del sexo empapado de Martina. - no puede correrse, no hasta que yo lo diga. Si no...

- sonrió. - será castigada, duramente.

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