Así coincidimos || Terminada

By MsMistery19

277K 21.3K 7.9K

¿Existe el amor de una vida pasada en otra vida? Nadie lo sabe. Sus caminos se cruzarán después de que al par... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capitulo 45
Capítulo 46
Final/Epílogo

Capítulo 22

6.1K 516 259
By MsMistery19

Pov Calle.

No entiendo cómo es que de un momento romántico, un momento que soñé desde niña ya que recreaban unas de mis películas de romance favoritas, pasé a huir cómo un delincuente con mis amigos y hijo por reporteros y paparrazis, para luego ver a mi prima enojada con la chica que me gusta.

Definitivamente la vida es imprescindible.

Por otro lado sentía el estómago revuelto, tal vez algo me había caído mal o tal vez estaba tan nerviosa que no soportaba las ganas de correr al baño y cagar.

Que vergüenza.

Después del aparatoso percance con el reportero, habíamos ido al departamento para recoger a Damon, pagarle a la niñera y llevar un poco de ropa en una maleta. Mi hijo cómo el traidor que era, había decidido irse con Poché en su coche, ya que ella iba en otro.

Ni mi hijo podía estar lejos de ella y yo que lo cargué nueve meses en mi vientre, me olvida así de fácil, todos los hombres son unos mentirosos.

Lo importante es que era una mujer de supervivencia por lo cual mi maleta era la más pequeña.

— ¿Por qué mierda trajiste una maleta de 30 kilos? ¿Traes piedras?— Arrojó Cameron, rodé los ojos.

— Soy una mujer de supervivencia, déjame en paz. — Repliqué viendo mis uñas.

— Dan, era una maleta de hombro no la casa de París Hilton ahí dentro. — Comentó Lila riendo, bufé.

— Todo lo que llevo es importante, así que cállense. — Advertí, ellos negaron con su cabeza.

— ¿Estás nerviosa?— Preguntó Lila de pronto.

— No. — Mentí moviendo mis dedos nerviosa.

— No mientas, hace 15 minutos te mueves en el asiento cómo si quisieras hacer caca. — Respondió mi mejor amiga, la miré mal.

— Eso no es verdad, yo no me muevo así. — Me defendí viéndola seria.

— Damon hace lo mismo cuando tiene ganas. — Soltaba Cameron.

— Demonio traidor. — Murmuré viendo hacia la ventana.

— ¿Qué te preocupa?— Indagó Lila con media sonrisa.

— Bueno, Poché golpeó a un reportero, deberíamos preocuparnos. — Mencioné con obviedad.

— Verónica solucionará eso, te preocupa otra cosa. — Señaló Lila, suspiré.

— Mi prima está furiosa, decidió irse en otro coche en vez de aquí. — Dije otro punto, Lila enchinó sus ojos.

— Ya se le va a pasar. — Consoló Cameron, llené de aire mis pulmones.

— Y-y-y voy a conocer al papá de Poché, ¿eso hace más serio lo que sea que tengamos?— Tartamudeé parpadeando rápidamente.

— Wow, wow, para empezar, ¿tienen algo?— Manifestó Cameron. — Porque anoche la mandaste al diablo.

— Soy sagitario, Cameron. — Recordé rodando los ojos. — La mujer me prende cómo fósforo y es una cosa adorable, no puedo estar molesta con ella. — Puntualice indignada.

Era débil, ¿qué esperaban de mi?

Además, después de lo que me contó me sentí un poco identificada con ella, la entendía completamente, ella al menos fue a terapia, yo me quedé con los traumas.

Al menos esquizofrénica no soy.

— ¿Entonces te preocupa ver a tu suegro?— Cuestionó Lila jugando con su cabello.

— Si, es decir, Poché ni siquiera hablaba de su familia, creía que era una vagabunda y es una jodida millonaria. — Expresé alzando mis manos al cielo. — Pero a ella no le interesa eso, ni siquiera sabíamos de sus hermanas.

— Milenka es tan caliente al igual que Poché. — Soltó Cameron, Lila asintió con su cabeza.

— ¿Qué dijiste?

— Cal, soy gay pero si me doy a esas dos, Poché es tuya pero que mujer. — Mencionó con un suspiro bobalicon.

— Busca una muerte natural, Cameron. — Advertí enfadada, Cameron rió burlón.

— Dan, no es tan grave, no sé que te preocupa. — Mencionó Lila.

— Vamos a la casa de su padre, es preocupante. — Hablé con miedo.

— Ten un poco de responsabilidad afectiva por Dios, necesitas un polvo o qué sé yo. — Exclamó Lila con irritación, resoplé.

— Apoyo la idea, ¿no has tenido un arrimón o algo?— Acotó Cameron, negué con mi cabeza.

— No, es triste, ¿saben? Y... — Me callé de pronto. — ¿Por qué les estoy hablando de mi nula vida sexual?

— Nos gusta el chisme y tú única opción para no tener una nula vida sexual va en el coche de enfrente. — Puntualizó Cameron con cara pervertida.

La verdad no era una mala idea, es decir, Poché tiene sex appeal por todos lados, la mujer respira es sexy, camina y es sexy, piensa y es sexy, se enoja y es sexy, toca la guitarra y es sexy.

Ojalá me tocará la cucaracha.

Sexy, sexy, sexy, sexy.

Esa palabra tiene una relación con otra palabra.

Sexo, sexo, sexo, sexo... Lo que tanto quiero.

— ¿Cómo creen que sea la casa del padre de Poché?

Salí de mis pensamientos al oír a Lila, me concentré en ver la ventana, no quería pensar cosas sucias.

— No lo sé, tienen dinero, bien pueden vivir en una caverna. — Comentaba Cameron riendo.

— O en una casa normal en dónde apenas cabe una lenteja. — Añadía Lila riendo aún más.

El coche giró en una esquina y abrí mis ojos grandes cuando Hades bajaba la velocidad y de parqueaba enfrente de una inmensa casa.

— En un ataúd. — Cameron y Lila soltaron otra carcajada.

— Creo que no es ni una caverna, ni un ataúd y fácilmente pueden caber tres camiones de lentejas. — Arrojé a mis mejores amigos.

Ambos se acercaron a la ventana y soltaron un jadeo de sorpresa.

— Vete a la verga... — Murmuró Cameron sorprendido.

Definitivamente no era una caverna, la casa parecía sacada de una jodida película, su estilo contemporáneo y a la vez moderno resaltaba entre unas grandes palmeras, de primera entrada había un pequeño jardín de arbustos bien podados dejando ver un poco la fachada de la casa de dos pisos.

— Llegamos. — Dijo Hades.

— Vámonos de nuevo, necesito huir. — Hablé rápidamente con ganas de correr.

— Calle, deja de ser tan pendeja y baja del coche, entra a esa casa y apoya a tú hembra. — Me regañó Cameron, hice un puchero.

— Si, no dejes ir el amor por falta de compromiso y sobretodo miedo. — Aconsejó Lila con media sonrisa.

Llené de aire mis pulmones y torcí mi cuello de un lado a otro escuchándolo crujir, relajé mis hombros y tomé la manija de la puerta.

— Al diablo.

Salí de la camioneta escuchando risas a mis espaldas, carraspeé mi garganta y pude ver a Poché correteando con Damon en la acera de la casa, al verme mi hijo corrió hasta donde estaba estrellandose en mis piernas, reí y revolví su cabello.

— Mamá, la casa de Potché es muy grande. — Habló emocionado haciendo el gesto con sus brazos, sonreí.

— Lo sé, cariño. — Respondí divertida, caminamos hasta donde estaba Poché. —¿Todo bien?— Cuestioné al ver su cara de susto.

— Si, c-claro. — Vaciló.

Poché empezó a caminar  por el sendero de piedras incrustradas en el césped muy bien cuidado y podado dirigiendo a todo el grupo, algunos con sus maletas y bueno, Hades traía la mía porque no podía con ella.

Poché llegó a la puerta y extendió su brazo para tocar el timbre, su dedo quedó en el aire y cerró su mano haciéndola puño. Observé a los otros y Rose me dio una mirada de auxilio, tomando el atrevimiento yo toqué el timbre de la casa.

Poché se sorprendió y me observó, le di una pequeña sonrisa y tomé su mano entrelazando nuestros dedos, mientras Damon corría y tomaba su otra mano libre.

— Estoy contigo. — Le afirmé viendo sus ojos aceituna.

Poché bajó su vista a Damon y mi hijo sonrió y asintió con su cabeza eufórico, Poché llenó de aire sus pulmones y fue entonces cuando la puerta se abrió, apreté su mano y miré al hombre que teníamos enfrente.

Su cara al ver a su hija fue un poema, por sus facciones pasó la sorpresa, el desconcierto para finalmente pasar a la melancolía y tener sus ojos vidriosos.

— Papá... — Musitó Poché en un hilo de voz.

— Majo, hija, haz vuelto. — Exclamó el hombre feliz.

Solo pude ver cómo el señor tomaba a Poché en un abrazo fuerte, María José se quedó helada sin soltar nuestras manos, pero finalmente lo hizo para corresponder el abrazo emotivo.

— Quiero un papá. — Comentaba Caleb atrás con voz aguda.

— Justo en mis Daddy Yankee. — Bromeó Cameron.

Rodé los ojos escuchando a Caleb llorar en el hombro de Cameron cómo una hormonal, Poché se separó del abrazo y miró a su costado, cuando sus ojos me encontraron sonrió y tomó mi mano para luego alzar a Damon y ponerlo en su cintura.

— Papá, te presento a Daniela Calle, mi novia. — Me presentó, sonreí viendo al papá de Poché. — Y este pequeñito de acá es Damon, mi hijo. — Añadió viendo a Damon, a quien le brillaron los ojitos. — Nuestro hijo. — Corrigió está vez viéndome.

Sentí que se me debilitaban las rodillas al verla tan segura y decidida ante sus palabras.

— Mucho gusto. — Titubeó el papá de Poché. — Perdón, son muchas emociones, por favor pasen, mi casa es la suya.

Todos nos adentramos a la casa, Poché en ningún momento soltó mi mano y no bajó a Damon de su cintura.

Solo así me pude dar cuenta de que las palabras de los chicos tenían razón, no debía dejar ir está oportunidad de amar con la mujer que tenía a mi lado.

• ────── ♪ ────── •

Juan Carlos, el papá de Poché, nos había dado un pequeño recorrido por la casa, mis amigos cómo los igualados que son ya habían escogido su habitación, al igual que los amigos de Poché, Verónica me había llamado diciendo que llegaría hasta mañana ya que estaba solucionando el problema del reportero.

La Vero Castro seguía molesta.

Por otro lado el papá de Poché no sabía ni qué hacer para atendernos bien, andaba de un lado a otro ofreciendo cualquier cosa, era adorable al igual que Poché. Entendía de dónde sacaba los genes.

Ahora estábamos esperando la cena, según tenía entendido Juan Carlos le había dicho a la cocinera que prepara el platillo favorito de Poché. Todos estábamos sentados en una inmensa mesa y se escuchaba bullicio por todos lados.

Cameron y Caleb hablaban de no sé qué cosa, Lila y Rose también estaban en su mundo, Poché y Damon estaban jugando con sus palmas, yo observaba la escena de esos dos con una sonrisa.

Lo peor de todo es que mi sonrisa crecía más y más al recordar que Poché había presentado a Damon ante su padre cómo su hijo, nuestro hijo.

El amarre cada día estaba más potente que nunca.

Todos salieron de su mundo cuando escuchamos a Juan Carlos reír, lo observamos confundidos y por un momento pensé que el señor era un psicópata e iba a matarnos, pero cuando sus ojos miraron a su hija y discretamente limpió una lágrima supe que iba a llorar cómo una Magdalena.

— Disculpen, es que hace mucho la casa no tenía tanta vida, siempre pasa vacía. — Expresó con melancolía.

— Si quiere le hago una fiesta para que reviente. — Sugirió Caleb com una sonrisa pícara, tomando vino.

— Caleb. — Advirtió María José a mi lado.

— ¿Cómo se conocieron todos?— Preguntaba Juan Carlos contento.

— Caleb, Rose y yo nos conocemos hace dos años, en un antiguo café en dónde trabajamos, nuestro jefe era un idiota. — Mencionó Poché, le puse atención porque yo no sabía esa historia.

— Un día Rose se quejaba de que las facturas eran muy caras y el trabajo no le daba para vivir, casi vive bajo un puente. — Acotó Caleb, todos rieron.

— Así que Poché propuso vivir juntos y repartir los gastos, conseguimos un departamento el cual rentamos y vivimos juntos desde entonces. — Añadió Rose con u a sonrisa.

— Con el tiempo nos conocimos más, salieron talentos ocultos a la luz y tuvimos la idea de hacer una banda, los tres, tocabamos todos los viernes en el café que trabajamos con la esperanza de ser reconocidos. — Finalizó Poché.

— Ahí entro yo. — Me metí a la conversación, Poché me vio sonriente. — Poché y yo nos conocimos y nos enamoramos, lo hicimos oficial hace poco ante el ojo público, mis amigos y yo nos dedicamos al modelaje así que vivimos juntos.

— Nos hicimos buenos amigos todos. — Acotó Lila.

— ¡Y yo robé a Potché para mí y mamá!— Exclamó Damon.

Todos en la mesa rieron al oír a Damon, Juan Carlos sonrió viendo a mi hijo con cariño, mientras veíamos que la cena llegaba a la mesa.

— Deben tener muchas anécdotas, me gustaría escucharlas. — Pedía Juan Carlos con un sonrisa.

— Empiezo yo.

Caleb se acomodó en su asiento y empezó a contar una historia de cómo Poché una vez se cayó de una bicicleta por no querer atropellar a unos patos.

La cena transcurrió en eso, anécdotas de los chicos, comiendo la comida favorita de Poché, ella interviniendo en las historias de sus amigos con ojos brillantes y sosteniendo su estómago de tanto reír.

Yo hacía lo mismo con mis amigos, intervenía si la historia era muy humillante u otra cosa, pero no importaba porque toda la cena me la pasé viendo a María José, sencillamente estaba embobada y me embobaba más ver cómo cuidaba a Damon.

Por Dios, no quiero aceptar esto aún.

Día siguiente.

Era de mañana y yo estaba más sola que un perro, además de casi dormirme y pegar la cara en el sartén caliente totalmente dormida, necesitaba dos pinzas en los ojos, Damon por la emoción había decidido no dormir más porque Poché le había prometido ir a dar una vuelta en no sé qué cosa.

Mi hijo, mi hijo, me había despertado a las 6 am en pleno viernes para que le cocinará unos panqueques con forma de dinousarios, no tenía el jodido molde que estaba en casa, por lo cual tocó ser artista muerta de hambre, los panqueques tenía forma de bicho aplastado que un dinosaurio.

— Mamá.

Salí de mis pensamientos al oír a mi hijo.

— Dime, cariño. — Alenté.

— ¿Potché es mi mamá?— Soltó de golpe.

Al darle la vuelta al panqueque un poco de masa caliente cayó en mi dedo.

— Jueputa- digo, panqueque malo. — Regañé con mi dedo quemado y nerviosa.

Abrí mis ojos grandes y miré a Damon, quien estaba sentado en una silla más grande que él, sus manitos puestas en sus mejillas, el cabello revuelto, su pijama de dinosaurios y carita pensativa.

— ¿Por qué lo preguntas?— Indague.

— Potché dijo que era su hijo, pero tú eres mi mamá, los niños que viven cerca donde abuela Mafe tienen mamá y papá, yo no tengo papá, mamá. — Puntualizó.

A veces creía que mi hijo me robó la poca inteligencia que tenía al tenerlo nueve meses en mi vientre.

— Emmm...

¡¿Dónde estaba Batman cuando se necesita?!

— Bueno, cariño, a veces no siempre se tiene mamá y papá. — Comencé a explicar. — Algunos se van de viaje y vuelven mucho, mucho, mucho, mucho tiempo después.

No podía decirle que su padre era un hijo de puta que fue por cigarros y no volvió, por desgracia.

— Otros no están en esta tierra si no cómo angelitos y así. — Finalicé.

— ¿Mi papá se fue de viaje?— Cuestionó Damon pensativo.

— Si, no sé cuándo vuelva. — Mentí con una mentira piadosa.

Ojalá nunca volviera, después de que se puso en contacto con Verónica, Alan simplemente desapareció del mapa otra vez, por una parte me daba paz pero por otra, me preocupaba que llegara a nuestras vidas de la nada.

— ¿Entonces Potché no es mi mamá?— Dijo frustrado y confuso.

— Cariño, a veces llegan personas a las cuales queremos demasiado, tú no tienes a tú papá, pero Poché hace el trabajo que haría una madre por su hijo. — Mencioné. — Ella te ama, y si dice que eres su hijo es porque en su corazón lo siente así, porque no se necesita ser de la misma sangre para querer a alguien y hacerla parte de la familia.

— ¿Le puedo decir mamá también?— Concluyó.

— Si tú lo quieres así, no hay problema, cariño. — Contesté sonriéndole. — Aunque deberías pedirle permiso.

— Voy a hacerlo, mamá. — Afirmó sacando su pechito orgulloso.

— Muy bien, cariño.

— ¿Tú no te enojas de que le diga mami a Potché?— Inquirió rascando su cabeza apenado.

— No, al contrario me pone feliz de que lo hagas. — Expresé tomando sus manitos y darles un beso.

— ¡Si, yo también!— Exclamó alzando sus brazos, reí.

— Bueno, pequeño dinousario, come o tu desayuno se pondrá frío.

Damon empezó a devorar su desayuno y yo sonreí recargando mi mejilla en mi puño, ni hijo era lo más lindo del mundo para mí. Tenía una idea para lo que Damon quería, tal vez Poché no salía corriendo.

• ────── ♪ ────── •

Los chicos habían decidido usar la piscina de Juan Carlos cómo los igualados que son, yo no quise nadar, así que Juan Carlos y yo estábamos en la sala, él mostraba un álbum de fotos de sus hijas, llevábamos horas riendo por las anécdotas que él contaba, no podía con las hermanas Garzón.

— Está foto la tomé cuando Poché salió de la tina y salió corriendo en pelota por toda la casa. — Contó con una sonrisa.

Juan Carlos cambió la foto del álbum y reímos todos al ver a una Milenka también desnuda con espuma en la cabeza corriendo detrás de su hermana.

— ¿Ella es su esposa?— Pregunté señalando la foto, él la acarició con sus dedos.

— Si, se llamaba Martha, murió cuando las niñas tenían 12 años. — Mencionó en un suspiro.

— Me imagino lo difícil que fue. — Respondí con tristeza.

— Bastante, pero siempre hice todo para ver felices a las niñas, hacía el papel de madre y padre, aunque nunca pude hacerle coletas a Valentina. — Juan Carlos rió diciéndo lo último.

Juan Carlos le dio vuelta a otra hoja del álbum y podía ver a una Valentina con dos coletas chuecas a punto de llanto.

— Ella está feliz contigo. — Soltó de pronto. — Sus ojos brillan al verte, hace mucho no la veía así, solo pude verla así cundo le regalé su primera guitarra en un cumpleaños.

— ¿Siempre le gustó la música?— Dije curiosa.

— Si, ella tenía una banda de arbustos en el jardín y Milenka siempre robaba mi cámara para grabarla, Valentina era el público fanático. — Declaró, reí enternecida.

— Luego de la muerte de Martha, nos unimos más que nunca. — Manifestó. — Pero cuando Poché quiso ser guitarrista, tener una banda yo enloquecí, porque quería verla cómo una mujer empresaria, no en ese mundo donde se ven tantas cosas, quería protegerla. — Él soltó un suspiro pesado. — Mi error fue protegerla demasiado y creer que la vida no iba a golpearla o darle dolores, fue entonces cuando se fue y la perdí por dos años.

Juan Carlos se quedó en silencio unos momentos al ver otra foto de su esposa.

— Cuando la vi en la puerta, no podía creer que era ella, y cuando vino con una nuera y un adorable nieto tampoco lo creía. — Soltó impresionado, sonreí a media. — Ayer en la noche después de irnos a dormir lloré de la emoción en mi habitación.

— Poché lo ama, se nota, no sé que sentirá ella, pero créame que su corazón es enorme y los días que estemos aquí podrían ser el comienzo para recuperar eso que creen perdido. — Formulé con voz emotiva.

— Veo porque mi hija te eligió a ti. — Soltó Juan Carlos, me sonrojé. — Solo te diré una cosa, por favor, cuídala.

— Así lo haré, señor.

— Dime Juan Carlos o Juanca, estamos en confianza. — Pidió, ambos reímos.

Dejamos de hablar cuando escuchamos risas por la casa, Juan Carlos dejó el álbum de fotos a un lado del sofá y nos pusimos de pie buscando las risas, llegamos al pasillo de las escaleras y entonces...

— Ay Dios mío.

Me tape los ojos con las manos horrorizada, mientras Juan Carlos decía algo inaudible.

Mi hijo y Poché, estaban cubiertos de aceite de pies a cabeza de color negro, iba a entrar en colapso al ver solo los ojos de Damon y su sonrisa, porque el resto era negro y Poché estaba igual.

— ¡María José! ¿Qué significa esto?— Hablé alterada. — Se fueron limpios y vienen de color negro.

— Es que, es que, nosotros fuimos y le estaba enseñando a piccolo diavolo a andar en bicicleta. — Explicó llevando sus manos hacia atrás y balancearse en sus pies, Damon hacía lo mismo que ella.

— Y no me caí, mamá. — Alabó, balanceandose en sus pies.

— Eso. — Afirmó Poché. — Y avanzamos y avanzamos tanto que había una zanja profunda llena de aceite de auto, porque ahí queda un taller mecánico, por rescatar a Damon caímos ahí dentro y terminamos así.

— Si, mamá, no fue porque nos revolcamos ahí. — Confesó Damon, llevé una mano a mi frente.

— ¡Poché!— Exclamé.

— Piccolo diavolo, no tenías que decir eso. — Regañó ella a Damon.

— Ay no... — Murmuró el con una mueca.

— Damon, ven, voy a darte una ducha. — Mencioné tomando su mano e ir a las escaleras.

— ¿A mí también?— Inquirió Poché jocosa.

— A ti te voy a dar un regaño, estás castigada, mujer. — Advertí molesta.

— Pero-

— Sin peros y ve a bañarte. — Demandé.

Con Damon subimos las escaleras para ir al baño, solo pude escuchar un comentario a mis espaldas por parte de Juan Carlos.

— Mujeres, siempre hay que hacerles caso, hija.

En la noche.

Después de tardar toda la tarde en quitar el aceite de auto del cuerpo de mi hijo y tirar la ropa, volvimos a cenar todos juntos, Poché duchada y sin color negro por su cara y cuerpo.

Verónica había llegado hace un rato, había dicho que teníamos que hablar después de la cena. En estos momentos toda la mesa estaba haciendo chistes por cómo llegaron Damon y Poché.

— ¡Muy fácilmente pude haber dicho tía Paolaaa!— Exclamaba Caleb.

— ¡Señor!— Le completaba Lila.

Toda la mesa estalló en carcajadas otra vez, Poché estaba encogida en su asiento tímida, moría por defenderla pero necesitaba un castigo.

— Poché, podría subirme a tú espalda y tú echarías humo estilo rápidos y furiosos. — Decía Caleb riendo, Lila reía.

— Bueno ya, basta de chistes. — Mencioné a los dos burlistas.

— Si, es mejor que vayan a dormir, mañana los llevaré a un lugar. — Decía Juan Carlos con media sonrisa.

— Juan Carlos, ¿no quiere ser mi padre?— Comentó Caleb.

— Deja de buscar un papá y vamos a dormir. — Soltó Rose jalando del brazo a Caleb.

Todos se levantaron de la mesa y empezaron a irse a sus habitaciones, Caleb y Lila no dejaban de hacer chistes.

— ¿Puedes llevar a Damon a la cama?— Le pedí a Poché.

— Si, claro. — Afirmó sonriente. — Vamos, piccolo diavolo te contaré un cuento de cómo un dinosaurio me rescató.

— ¡Siii!

Damon iba contento en los brazos de Poché, sonreí.  Una vez todos se fueron Verónica y yo aprovechamos a hablar a solas.

— ¿Qué ibas a decirme?— Le pregunté a mi prima.

— Resolví el problema del reportero, no va a poner una demanda por suerte. — Informó, suspiré aliviada.

— Que alivio.

— El asunto del escándalo de la cárcel, ya se olvidó porque Miley Cyrus sacó una canción sobre su ex esposo. — Añadió.

— Todo está en orden, que bueno. — Mencioné con una sonrisa.

— No. — Soltó con severidad. — Quiero que se cancele el contrato que tienes con María José.

Parpadee varias veces intentando comprender.

— ¿Qué? ¿Por qué?— Vacilé frunciendo el ceño. — No ha pasado un año.

— María José solo ha dado problemas, no ha beneficiado mucho a tu imagen y en cambio ella está obteniendo mucho en esto. — Soltó con simpleza.

— Verónica, su carrera viene comenzando es normal, yo ya tengo mi carrera forjada. — Expliqué con obviedad.

— Últimamente estás envuelta en muchos escándalos, todos te tachan de zorra y no sé qué más. — Arrojó poniendo sus brazos en jarras.

— Eso es culpa de la gente, no de Poché. — Defendí con seguridad.

— Desde que estás con ella la gente empezó a disparar su veneno. — Replicó Verónica.

— No me importa lo que diga la gente. — Contraataqué cruzandome de brazos.

— ¿Qué te pasa? Antes ni siquiera querías este contrato, ni querías ver a María José. — Soltó Verónica escudriñando mi rostro.

— Tal vez eso cambió, el contrato no se cancela, Verónica. — Determiné.

Le di la espalda a mi manager y subí a mi habitación.

No iba a dejar que la carrera de Poché se apagará cuando está a punto de conseguir lo que tanto ha querido, no me importa el estúpido contrato, nunca me importó, solo me importa ella.

• ────── ♪ ────── •

Tenía horas dando vueltas en la cama, por mi cabeza solo pasaban las palabras de Verónica, el contrato y Poché.

Miré a mi costado y Damon estaba esparcido por toda la cama durmiendo plácidamente, suspiré frustrada y arrojé la sábana a mis pies, salí de la cama y me dirigí a la puerta para bajar a la cocina por un vaso de agua, cerré la puerta con cuidado y en puntillas bajé las escaleras.

Estaba molesta con Verónica, ella en asunto de negocios era así, no le importaba la otra parte, era egoísta solo pensaba en mi y el beneficio que obtendría ella, siempre me recalcaba que los negocios eran así, un mundo de frialdad y no algo del corazón.

Era estúpido.

Tomé un vaso de la alacena y caminé hasta el refrigerador para poner el vaso en el dispensador de agua, una vez tenía el agua me dirigí a las escaleras de nuevo para ir a mi habitación e intentar dormir está vez.

Iba por el pasillo cuando algo llamó mi atención, debajo de la puerta del cuarto de Poché se veía luz.

¿Estará despierta?

Me quedé a medio camino pensando si tocar o no, decidí tocar, pero antes arreglé mi cabello y acomodé mis pechos, olí mi aliento y estaba bien, pero por las dudas tomé un poco de agua, uno nunca sabe que puede pasar.

Toqué la puerta lentamente y esperé, pero no obtuve una respuesta, algo decepcionada iba a dirigirme a mi habitación cuando entonces escuché la puerta abrirse.

Giré mi cuerpo y apreté el vaso entre mis dedos al ver a Poché con un corto short de dormir, un crop top deportivo color negro y su cabello revuelto.

Dios está aquí tan fuerte cómo el aire que respirooo.

Me iba a comportar una salvaje y brincarle a María José cómo la urgida que soy, pero en vez de eso tragué grueso y sonreí.

— ¿Te desperté?— Pregunté tontamente.

— No, para nada, no tenía sueño. — Respondió con media sonrisa. —¿Quieres pasar?

Asentí con mi cabeza y entré a la habitación de Poché, debía reconocer que era muy grande y ordenada, pensaba que encontraría una habitación desordenada, pero fue todo lo contrario. Era de colores claros, estilo vintage, con muebles de madera y cosas personales que eran muy ella.

— Pensaba que dormías en una caverna. — Bromeé tomando agua.

— La verdad si lo hago, pero hay que impresionar a bellas damas. — Dijo siguiendo la broma.

— ¿Damon?— Inquirió escribiendo algo en una libreta.

— Dormido. — Murmuré viendo sus manos.

— Espero no te haya molestado que le dijera a papá que era nuestro hijo. — Murmuró rascando su nuca, reí.

— Para nada, me tomó por sorpresa pero se sintió lindo. — Confesé, Poché me vio y sus ojos brillaron para esbozar una sonrisa.

— ¿Qué haces?— Le pregunté.

Caminé hasta donde estaba y dejar el vaso de agua en la mesita de noche.

— Escribo una canción. — Informó escribiendo en la libreta.

— ¿Puedo escuchar cómo va?— Dije con emoción.

— Nop. — Contestó Poché divertida.

— Pero- ¿por qué no?

— Aún no está lista. — Habló evidente, me crucé de brazos.

— Me parece una falta de respeto que no me muestres lo que llevas. — Mencioné berrinchuda.

— Cuando esté lista te la mostraré. — Afirmó, bufé. — Puedo tocar otra si deseas.

— ¿De verdad?— Inquirí con voz emocionada.

— Si, ven. — Poché sonrió y palmeó su costado.

Me senté en la cama y Poché sonrió, con la guitarra en sus piernas empezó a tocar una lenta balada, me concentré en ella tocando la guitarra cuando de pronto escuché su voz.

— I know a place, It's somewhere I go when I need to remember your face. «Conozco un lugar, es un lugar al que voy cuando necesito recordar tu cara»— Me vio cantando a los ojos y me sentí débil.

Algo me vibró, hermanas, ayuda.

Su voz era rasposa pero clara, era preciosa, daba una sensación de mucha paz, me había mentido ella podía cantar.

— I think about you, so don't let go, about you, so don't let go. «Pienso en ti (así que no te sueltes) acerca de ti (así que no te sueltes)»

Poché hizo un gesto divertido con la guitarra parando la canción, ambas reímos y nos observamos a los ojos.

— Me dijiste que no podías cantar. — Reproché frunciendo los labios.

— Y no lo hago, eh. — Bromeó, rodé los ojos.

— Tonta, cantas muy bien. — Aseguré, ella bajó la vista sonriendo apenada.

— ¿Así que no me muero de hambre si canto? — Jugueteó, reí.

— No, al menos que encuentres a otra mujer tirada en la basura y te ofrezca un contrato. — Respondí con media sonrisa.

A este punto ambas estábamos muy cerca, por inercia bajé mi vista a su boca y ella relamió sus labios, tragué grueso.

— Pues no quiero a otra mujer cuando te tengo aquí. — Murmuró en mis labios.

Sin esperarlo sus labios tomaron los míos en un beso lento, un beso que tomó fuerza y se volvió más intenso.

Tomé la nuca de Poché y la acerqué más a mi, ella alejó la guitarra y apretó mi cintura con sus manos para subirme a su regazo, ella chupó mi labio inferior con fuerza y jadee en su boca, ella metió sus manos debajo de mi camiseta para acariciar mi espalda.

Los vellos de mi espalda reaccionaron ante su tacto, sin dejar de besarnos ella alargó su brazo para alcanzar no sé que en su mesita de noche, pero nos separamos de golpe cuando escuchamos un golpe seco en el suelo y algo rompiéndose.

Observamos confundidas abajo de la cama y el vaso de agua se había roto, miré a Poché y apreté los labios sin contenerlo solté una risotada y ella me acompañó también riendo, recargué mi frente en su pecho sin dejar de reír.

— Shhh. — Pidió posando su dedo índice en sus labios.

Observamos a nuestras espaldas y escuchamos pasos cerca de la puerta, quién sea que haya sido solo se marchaba, Poché y yo soltamos otra risita por lo bajo, nos vimos a los ojos y un sonrojo cubrió mis mejillas, iba a bajarme de sus piernas pero ella lo impidió.

— Duerme conmigo está noche, por favor. — Pidió con mirada suplicante.

No respondí, solo me acosté a su lado divertida y ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuerpo, acarició mi mejilla antes de dejar un beso corto en mis labios.

Me recosté en su pecho y los latidos de su corazón era cómo una canción de cuna, ya que mis ojos se cerraban por si solos.

— Buenas noches, amore. — La escuché murmurar.

— Buenas noches, adorata...













































































































• ────── Flow llegando ────── •

Ustedes leyendo la caída del vaso:

Meta: 200 votos.

Digan sus momentos fav de este capítulo.

No odien a Verónica, ¿ok? Ok.

Damon es un amor.

Dato irrelevante: En Júpiter y Saturno llueven diamantes.

Hay que ir aunque solo sea 3 segundos 🙈.

ME GUSTA AMANECER PENSANDO QUE ME QUIEREEEES.

Besos en sus chichis.

Continue Reading

You'll Also Like

402K 27.1K 51
Una destinesia, había llegado dónde estaba ella, a su mundo, el problema es que había olvidado cómo volver al mío.
5.3K 124 9
Muichiro de 13 años yuichiro de 15 dos hermanos inseparables o eso es lo que pensabamos.
70.3K 7.1K 23
¿Qué pasa cuándo el amor de tú vida es la muerte? María José Garzón no sabía ese dato cuándo sin esperarlo se enamoró irremediablemente de Daniela C...
10.3K 871 28
La tercera y última parte de la historia de "En tu mente"