Blood White I (La historia de...

By Idoia_G

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Bianca aparece sin saber cómo en un almacén. Una preciosa mujer le dice que le dará la libertad, pero Bianca... More

Apertura y consejos.
Sinopsis
Intro Bianca
Intro Gabriel
Intro Sila
Cap. 1
Cap.2
Cap. 3
Cap 4
Cap 5
Cap 6
Cap. 7
Cap 8
Cap 9
Cap 10
Cap 11
Cap 12
Cap 13
Cap 15
Cap 16
Cap 17
Cap 18
Cap 19
Cap. 20
Cap. 21
Cap. 22
Cap. 23
Cap. 24
Cap. 25
Cap. 26
Cap. 27
Cap.28
Cap. 29
Cap. 30
Cap.31
Cap. 32
Cap. 33
Cap. 34
Cap. 35
Cap. 36
Cap. 37
Cap. 38

Cap 14

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By Idoia_G


22/10/2010

Me enfundo en mi nuevo vestido blanco. Es bastante corto, ajustado y algo más escotado de lo que me gusta. Pero fue uno de esos amores a primera vista. Lo vi en un escaparate mientras paseaba con Eka por el centro y necesitaba que fuese mío. Lo compré sin pensarlo mucho y esta noche he decidido que era el momento de estrenarse. Michael quiere llevarme a cenar a un sitio nuevo que han abierto en la ciudad y por lo visto ha recibido buenas críticas.

Es nuestra primera cita fuera de las clases o pasear alguna tarde por la ciudad. He decidido dar el primer paso para intentar mantener una relación con él, más allá de ser simplemente amigos. Esta noche quiero quitarme el amargo sabor de las miradas cargadas de frialdad que me ha dedicado Gabriel en las últimas semanas. Sila está fuera de la ciudad y él se dedica a follar cada noche con una de las chicas del club.

Yo he ido varias noches y he tenido que ver con mis propios ojos como se las llevaba a alguna de las habitaciones reservadas para los clientes. Eka y Marlenne me dicen que algo raro le pasa. Bebe demasiado y comparte más tiempo del debido con las chicas.

A mí, no me dirige la palabra, apenas me mira y solo Kaleb se encarga de acercarme a los sitios donde antes me llevaba él. Me gustaría preguntarle a Kaleb por él. Quiero saber que le pasa. Ojalá pudiese ayudarle, porque algo dentro de mí me guía hacia Gabriel cómo a una polilla. Me da miedo pensar que podría estar en mi mano ayudarle a sobrellevar lo que quiera que le está pasando.

Pero luego está Michael. Un chico normal, con una vida sencilla, alejado de este mundo de oscuridad donde me muevo. Es guapo, cariñoso y atento. Se nota que le intereso más allá de estar conmigo una simple noche. Y quiero explorar con él lo que quiera que esté naciendo entre nosotros. Si me equivoco y solo dura una noche, al menos lo habré intentado.

Bajo a la calle con mis tacones, mi bolso y una chaqueta de cuero sobre el vestido. Ya hace frío en la calle para no llevar nada de abrigo. Enfrente está Michael con una sonrisa picara en la cara. Lleva unos vaqueros negros ajustados, camiseta negra ajustada y su chupa de cuero. Tiene pinta de chico malo esta noche, y eso me encnta. Cruzo la calle corriendo y sus brazos me reciben en un cálido abrazo. Aspiro su aroma y le miro a sus azulados ojos.

— Hola guapísima — sus labios acaloran mi mejilla con su contacto— estás espectacular. ¿Te has vestido así para mí?

— Solo para ti —le guiño un ojo y le respondo al beso con otro en su mejilla pero cerca de la comisura de la boca.

Marlenne me ha enseñado a jugar un poco a la seducción. Me dice que a los hombres les encanta que nos mostremos tímidas y a la vez les hagamos este tipo de demostraciones de intenciones. Me divierte cuando Marlenne me trata como una profe a su alumna.

— La noche promete —dice juguetón y sonriente mientras sus manos rodean mi cintura cada vez más fuerte.

— Espero que no solo prometa —me sonríe de vuelta y besa mi frente.

Me pongo el casco y me monto en la moto con él. Me agarró a su cintura pero quiero ir más allá. Cuando ya estamos de camino meto mis manos bajo su fina camiseta notando como su torso se tensa. Con la yema de mis dedos jugueteo a reconocer la piel que van tocando. Tiene unos abdominales más marcados de lo que pensaba. La piel suave y siempre oliendo a jabón.

Cuando llegamos, nos bajamos de la moto, me quito el caso y sin darme más tiempo a reaccionar me sujeta de la cintura acercándome a él. Sus labios se pegan a los míos y me encuentro dándole un beso. Al principio tímido y seguidamente acalorado. Rodeo con mis brazos su cuello y me descubro buscando más profundidad. Sus manos bajan hasta mis cachetes y los aprietan ligeramente haciendo que me acerque más a él.

El momento se torna apasionado en cuestión de segundos. Y quiero más. Mis caderas buscan mayor contacto con su miembro que está más que contento del roce. Sus manos sujetan mi cadera y me separan lentamente hasta perder todo contacto.

— ¿Quieres pasar de la cena o prefieres reservar algo para el postre? —sus ojos de repente vidriosos me dicen que pase de la cena. Pero quiero hacerlo bien. Y no parecer una buscona.

— Cenemos. Creo que el postre es siempre mejor.

Me besa en los labios con un suave toque y guarda los cascos. Luego entrelaza sus dedos con los mios en un gesto que me gusta demasiado y entramos a un restaurante precioso. Decorado de forma moderna, de colores claros y con un gusto exquisito. Parece de esos lugares que salen en las revistas. El mesero nos lleva a la mesa que tenemos reservada. Michael retira mi silla como todo un caballero y mientras me río por el gesto, me siento.

Al cabo de un rato hemos terminado de comer. Los platos eran visualmente una pasada pero en cuanto a contenido... me he quedado con hambre. No me importa, después del beso de antes solo quiero acabar en una cama con Michael y demostrarme a mí misma que la vida que tenía ya no está. Que puedo ser una persona normal, con una vida normal y una pareja normal. Después podré buscar a mis padres y decirles que estoy bien, viva, que tengo una buena vida.

Tras la cena, Michael me lleva a su casa. Es un piso pequeño, mucho. Solo tiene una habitación pero es lo que puede permitirse con su sueldo de la universidad. Tiene pocos muebles, pero se nota muy ordenado y muy limpio.

— No esperaba visita —dice recogiendo un vaso sucio de la mesa del salón y un par de papeles.

— No pasa nada — le resto importancia.

Tomo su mano y le atraigo hacia mi. De repente terminar lo que he empezado se me antoja urgente. Junto mis labios con los suyos y me dejo llevar por la pasión.

Cuando me quiero dar cuenta sus suaves manos han subido mi vestido hasta la cintura y el fino tanga está empapado mientras me acorrala contra la puerta de la habitación y nos besamos con desespero.

— Eres preciosa Lina —me dice. Me sabe tan mal mentirle. Quién sabe, quizá algún día pueda contarle mi verdad.

— Me gustas mucho Michael.

Y no podemos volver a hablar. Nuestros labios parecen haber sido pegados con pegamento. Le quito la camiseta con arrojo, con mis manos recorro todo su pecho y su abdomen. Abro sus vaqueros y meto la mano. Es más pequeña que la de Gabriel, pero está más que preparada para lo que viene.

Sus manos se cuelan bajo la tela elástica de mi vestido y lo suben rozando la piel de mis costados. Levantó mis brazos y le dejo quitarme el trozo de tela. Mira hacia mis senos y se queda fijamente mirando algunas de las cicatrices que dibujan mi torso. Así como la cicatriz de mi cesárea. Me separo de él y cojo corriendo el vestido del suelo para taparme.

Esto no tendría que haber pasado, no había pensado en qué pasaría cuando alguien como él viese mi cuerpo desnudo. Su mano sujeta mi brazo. Y tira de mí.

— ¿Qué haces?

— Esto es un error, no debí pensar... — le digo sin siquiera mirarle.

— Eh, eh —sus manos sujetan mi cara y acunan mis mejillas mirándome fijamente a los ojos—, siento si te has sentido mal, no lo pretendía. Si no quieres contarme lo que te han hecho o lo que te ha pasado no lo hagas. Pero no te alejes.

Agacho la cara pero vuelve a levantarla juntando sus labios de nuevo a los míos. Su mano sujeta mi vestido y estira de él para devolverlo al suelo. Luego con sus brazos me levanta y mis piernas rodean su cintura por inercia. Me lleva hasta la cama y me tumba despacio.

El beso ya no es hambriento, es más pausado, más delicado. Sus manos recorren mi abdomen hasta llegar a mis pechos. Los sujeta y los saca del sostén. Baja con su boca por mi cuello repartiendo suaves besos por su camino. Llega al pecho y lame mis pezones. Primero uno y luego el otro. Gimo y me arqueo buscando más. Sus manos recorren todo mi cuerpo. Una de ellas se cuela bajo la tela del tanga y sin esperarlo introduce uno de sus dedos en mi interior.

Muevo mis caderas al ritmo que mueve su dedo, y su boca, cada vez muerde y lame mi pecho con más vehemencia. Con mis manos agarro los rizos suaves de su pelo y tiro de él hacia arriba para buscar sus besos de nuevo. Luego aprovecho para terminar de quitarle los vaqueros y el bóxer.

Paramos un segundo y de la mesilla saca un preservativo, se lo coloca y entra en mi interior con premura. El gemido que sale de mi boca me hace arquearme más.

— Eres maravillosa Lina, preciosa... —jadea y me besa cada vez con más ansia.

Entra y sale, entra y sale y yo pego mi cuerpo al suyo abrazándome a su torso. Con mi cadera ayudo que se excite cada vez más.

— ¡Dios! Voy a correrme preciosa, ¡Voy a correrme!

Le asiento con la cabeza mientras miro sus preciosos ojos abiertos. Siento un calor subir por todo mi cuerpo y justo cuando tiemblo él lo hace conmigo y noto como de desinfla en mi interior.

Sin salir de mí vuelve a besarme y rueda conmigo para quedar yo encima. Sin romper el beso. Me acaricia la cara y sujeta mi nuca para que no podamos separarnos. Es dulce y amable con sus caricias y me hace sentir realmente especial.

— Ha sido genial —dice entre suspiros cuando paramos de besarnos. Le sonrío con timidez.

— Gracias Michael, ¿Te ha gustado de verdad?

— Claro que sí, preciosa — me besa un par de veces más y sale de mi interior.

Cierro los ojos y sonrío para mí misma. Realmente el sexo puede ser muy placentero si saben cómo hacerlo y si es algo de dos. Creo que es mejor de lo que pensaba. Aunque ahora me siento sucia, huele igual que cuando se corrían sobre mi cuerpo para después golpearme y abusar de mi uno detrás de otro. Aún debo luchar contra la sensación de agonía que me produce pensar que en cualquier momento puede ser Klaüs o sus secuaces los que acabarán con mi sueño y me despertaré entre sangre y moratones.

Pero gracias a Dios, abro los ojos y miro hacia la puerta del baño donde Michael se lava. Voy corriendo tras él y abro el grifo de la ducha.

— ¿Te apetece una ducha? —le digo con mi mejor sonrisa. Debo quitarme esta sensación desagradable del cuerpo. Necesito lavarme.

— Claro —tira mi mano entre las suyas y entramos a la ducha juntos.

No es muy grande, pero lo suficiente para poder enjabonarnos y besarnos de vez en cuando. Salimos y me tiende una toalla limpia. Con ella seco bien mi cuerpo quitando la sensación y el olor nauseabundo de mi cuerpo.

— ¿Tienes cepillo de dientes? —le pregunto.

Me mira extrañado pero me da uno nuevo. Me cepillo y me peino el pelo. Salgo del baño envuelta en una toalla y Michael está sentado en la cama mirándome.

— ¿Estás bien? —me pregunta tendiéndome la mano para que me siente en su regazo.

— Muy bien — le digo y beso sus labios.

— ¿Quieres quedarte a dormir? —sus palabras me reconfortan. No quiere que me vaya. Y eso es buena señal.

Dormimos abrazados, casi como las parejas que salen en las pelis. Es agradable y me gusta. Solo espero que esta sensación tan agradable dure mucho tiempo. Algo me dice que no me acostumbre a esto.

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