El Juego De La Reina

By VennusLM

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(BILOGÍA JUEGO #2) El juego ha terminado. Ya tenemos un rey y una reina. Ya tenemos a nuestros vencedores. D... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30

Capítulo 14

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By VennusLM

"LA PRIMERA VEZ"

OLIVIA

—No —me puse en pie consiguiendo que la mano de Ian se deslizara por mi pierna hasta perder el contacto —. Mi esclavo no participará.

El silencio que se creó en la mesa fue suficiente para indicarme que lo que estaba haciendo no estaba siendo visto con buenos ojos. Pero no me importaba. Marko no lucharía en ningún torneo por su libertad, porque es obvio que ganaría. Y empezaba a creer que justamente ese era el plan, que Marko fuera libre y joder mis planes.

Había sido idea de Avery, la muy hija de puta. La tenía al lado, así que me giré enfadada. Los nervios que había sentido antes desaparecieron, pues no dude en colocar mi mano sobre la mesa y agacharme un poco hacia ella.

—No puedes obligarme a darle la libertad —murmuré entre dientes. Sentí el cuerpo de Ian incorporarse a mí lado y justo después un agarré duro en mi brazo, tiró de mi con fuerza poniéndome a su lado.

—Puede obligarte a lo que sea —susurró en mi oído, luego se enfocó en ella y agachó la cabeza unos centímetros —. Lo siento.

—No lo sientes —tiré de mi brazo para liberarme —. No va a luchar, no pienso permitirlo.

—Majestad, se está alterando, creo que debería...

—¡Cállate! —grité perdiendo los estribos, golpeando la mesa por inercia y girándome como una bala en dirección al bocazas de Nathaniel, que solo intentaba ocultar una sonrisa —. Cállate, de verdad, o lo siguiente que va a ir directo a tu cabeza no va a ser el vino, sino un puto cuchillo —gruñí y de nuevo Ian tiró de mí, pero esta vez más fuerte, alejándome unos metros de la mesa.

Nadie decía nada. ¿Por qué nadie decía una jodida palabra? Ni siquiera Avery pareciera tener la intención de contestar. Era como si todo esto les diese igual, o quizá solo estaban disfrutando de mi desesperación.

—¿Quieres que te maten? — Ian habló muy bajo, pero con la voz tan ronca que estaba claro que se estaba aguantando las ganas de gritarme —. discúlpate, ahora mismo.

—Prefiero morir —dije entre dientes y levantando mi cabeza para intentar verme más segura de mi misma. Esto era demasiado. Querían demasiado de mí. Una cosa era fingir, jugar a ser ellos, aceptar sus insultos camuflados y amenazas. Pero esto, quitarme a Marko...no. No lo permitiría.

—Olivia. — Su tono fue tan suplicante que parecía dispuesto a tirarse al suelo y pedirme que cediera, que siguiera jugando, que siguiera haciendo lo que suponía que debía hacer. Pero estaba cansada, llevaba tres meses así, y aquí me iba a plantar.

—No, Ian —negué segura de mí misma — No. — Miré a todos —. Marko no luchará en un torneo por su libertad. Soy su dueña, yo decido.

—En ese caso... — Avery por fin habló —. Yo soy tu dueña, yo decido.

—Bien, lucharé contra los esclavos yo misma, seré parte del torneo. Pero él no lo hará.

—¿Tanto miedo tienes de que hieran a tu mascota? — Nathaniel habló de nuevo desde el otro lado de la mesa y su voz llena de ironía y falsa pena me hirvió la poca paciencia que me quedaba. Así que, a diferencia de hace un minuto, me giré muy lentamente sobre mí misma, en un silencio tan potente que sólo se escuchó el sonido de mis zapatos chirriar sutilmente contra el suelo por la fricción. Hasta que di con el azul blanquecino de su mirada y me aseguré de que lo que fuese a decir se escuchara alto y claro.

Mi mascota es capaz de mataros a todos vosotros con los ojos cerrados — Lo único que vi fue como April abrió los ojos de más mirando a Avery justo en aquel momento. Ian se puso delante de mí, apartándome.

—No ha querido decir eso — Estaba nervioso y levantó las manos con las palmas abiertas a la altura de su cuerpo tratando de verse inocente.

Mencionar siquiera la muerte de la élite era considerado traición. Los cinco de la élite enforcaron sus ojos en Avery, pero yo solo seguí fija en él. En esa estúpida sonrisa que estaba sobre sus labios.

"Sé que es irascible. Hágame callar".

Lo ha conseguido, me ha hecho explotar en el peor momento. Y lo peor es que se veía en su cara lo mucho que lo estaba disfrutando.

—He matado a gente por menos de lo que acabas de decir, niña. — Moví mi cabeza hacia la derecha, vi a Avery desde detrás de Ian, que se había interpuesto entre los demás y yo como si fuese un escudo. Lo que no tenía claro era a quien intentaba proteger, a mí de ellos o a ellos de mí.

—No lo dejaré participar, máteme si quiere. Pero no voy a ceder.

Ian suspiró con fuerza como si todo estuviese perdido. Pero si no fuese porque era imposible juraría que vi como los ojos de Avery se achinaban un poco y sus comisuras se levantaban. Y así fue como otro golpe de realidad dio contra mí. No querían lo que Ian decía que querían ver en mí, por lo menos ella no. Avery deseaba ver a la Olivia del juego, me buscaba en esta reina sumisa e idiota que había adoptado como personalidad.

"Claro que sí. Desean ver a la reina que vieron en el juego y ella lleva tres meses sin hacer nada. Quieren ver como la ha afectado todo aquello. La élite se está cansando, esto es únicamente por ella. Y la verdad, yo también estoy más que entusiasmado por ver su actitud hoy."

Las palabras que Nathaniel dijo en la subasta se escucharon dentro de mi cabeza como si mi cerebro las hubiese grabado y ahora las estaba reproduciendo de nuevo. No hice ni caso en su día, pues no era lo que Ian quería. Pero puede que... no. Puede no, estaba completamente equivocado.

Desde su propuesta de matar a Marko hasta esto. Solo eran pinchazos destinados a una única cosa. Hacerme ser quien les había demostrado que era. No quería a la mosquita muerta que había fingido ser, deseaba ver la sangre de William Warm en mí.

"Tengo suficientes niños que solo están aquí para divertirse. No necesito una más, y mucho menos una bastarda. Te he aceptado por una razón, y no es que te revuelques junto a tu mascota en mi patio."

—Tarde, majestad. Nuestros luchadores ya están aquí — Nathaniel volvió a intervenir sacándome de mis pensamientos.

No pasaron más de dos segundos desde que terminó de hablar hasta que los esclavos hicieron acto de presencia en la sala. Tuve que clavar mis pies en el suelo con todas mis fuerzas y apoyarme con cuidado sobre la espalda de Ian para no perder el equilibrio cuando lo vi.

Marko iba en cabeza, como si fuese el líder, pues los demás se mantenían a unos metros de distancia caminando detrás de él. No sabía lo que había pasado en estas horas, pero estaba diferente. No sé en qué sentido, pero lo notaba.

Cuando él se detuvo los demás también lo hicieron, pero no a su lado, sino que guardaron las distancias. Fruncí el ceño al darme cuenta de que tenía las manos encadenadas hacia delante y me percaté de un guardia que entró poco después, a paso acelerado y colocándose al lado de todos ellos.

Marko no me buscó, solo movió su atención hasta mí. Como si no tuviera necesidad de analizar el lugar para saber el punto exacto en el que me encontraba. Y supe que a mí me pasaría lo mismo, sabría donde se encontraría en cualquier lugar al que fuese si es que él estaba ahí. No sé cómo, pero lo sabría.

No podía hacer eso. Entregarle la libertad era...joder. No. No lucharía y no sería libre, no lo permitiría.

—Marko. — Fue Nathaniel el que se acercó para poner un brazo encima de sus hombros de forma amistosa. Pero no reaccionó, solo cambió la dirección de su mirada de mi a él, esperando sin ninguna expresión en su rostro —. Es tu día de suerte, mi príncipe — Incluso desde donde estaba vi el hueso de su mandíbula sobresalir cuando escuchó ese apodo —. Hoy puedes ganarte tu libertad.

—No —interrumpí dejando de mirar a Marko, no quería ver como su semblante cambiaba al escuchar eso, como empezaría a plantearse que haría cualquier cosa por lo que acababan de decirle —. Déjame hacer otra cosa, cualquier otra cosa —pedí a Avery, ella ladeó la cabeza y asintió. Nunca me permitirían negarme y ya está, no sino les daba un espectáculo mejor, uno por el que estarían dispuestos a no ver ese estúpido torneo.

—¿Qué propones?

—Yo lucharé contra él. — Ni siquiera yo estaba preparada para la dureza de mi voz, mucho menos lo estuvieron los demás. Ian se quedó paralizado, y se giró hacia mí con cuidado solo para mirarme exasperado. Todo se estaba saliendo de control —. Si él gana, le daré la libertad. Si yo gano, se queda conmigo.

—¿Por qué aceptaríamos una sola pelea en vez de un torneo y en el que el resultado es el mismo? — Simón habló por primera vez, me giré hacia él, ignorando la presencia de Marko a unos pocos metros, solo hacía falta mover mi cabeza unos centímetros para verlo.

—Porque nos habéis visto luchar juntos —comencé a decir —, pero nunca enfrentarnos.

—Lo cierto es que es algo que yo sí quiero ver — April intervino para que su padre cediera, y no supe si lo hizo porque realmente la propuesta le resultaba más interesante o por ayudarme. Seguramente la primera —. ¿Quién habría ganado de ellos dos si no hubiese habido traición? ¿El sádico príncipe o la princesa desquiciada? — Una punzada de ofensa me envolvió ante su comentario, pero la ignoré —. Yo quiero verlo, apuesto por él. —Vale. No estaba tratando de ayudarme.

—Sí. — Avery añadió y volví a mirarla —. Pero entrégale la libertad me parece poco, es lo mismo que obtendría luchando contra los esclavos. Debes darle algo más, hacerlo más interesante. ¿Qué ofreces, Olivia? — Su provocación fue clara, quería algo más. La libertad de Marko no era lo suficientemente jugoso, ni de cerca. Y supe que es lo que necesitaba ofrecer para convencer en esa sala de que me dejaran luchar contra él.

Ian desistió en sus intentos de hacerme callar, pero me lanzó una última mirada suplicante como todas las anteriores. Necesitaba que parara, pero era tarde. No podía hacerlo ya, tampoco quería.

Sin intención mis ojos se posaron en Marko, que me miraba con rencor, casi podía ver lo que pasaba por su cabeza. No creo que entendiese porque estaba tan desesperada para tenerlo bajo mi control, ni siquiera yo lo entendía. Se había vuelto algo vital y no podía asimilar la idea de dejarlo libre.

—Bien —hablé manteniendo el contacto visual, mi pecho se comprimió porque solo se me ocurría una cosa que podría darle más importante que la libertad. Él también sabía lo que era, por eso su respiración empezó a ser tan marcada que desde donde me encontraba veía como sus fosas nasales se abrían y cerraban de más, y como su pecho subía y bajaba más intensamente —. Si yo gano, él seguirá siendo mi esclavo. Pero si él gana... —me armé de valor y clavé mis dedos con fuerza en la palma de mi mano formando un puño —. Si él gana renunciaré a mi corona a su favor. Le daré mi título y mi poder.

Se escuchó un suspiro unísono. Ian cerró los ojos con fuerza y soltó el aire de sus pulmones. En su rostro pude ver muestras de dolor. Pero no me importó, solo seguí observando a Marko para ver como su cabeza se elevaba y sus ojos se llenaban de un brillo. Se llenó de esperanza y una parte de mí entiendo que mis palabras habían provocado dos cosas. La posibilidad de perder mi corona, cosa que era obvia, y la segunda, que Marko haría lo que fuera para obligarme a dársela.

Su mirada fue a un lado, directamente a Avery, pues ella tendría la última palabra. Yo hice lo mismo.

—Si lo permites, claro —terminé y ella entrecerró los ojos pensando. Movió su mirada de mi a Marko repetidas veces, analizó a todos los de la élite, fijándose en ellos y en lo que podrían estar pensando durante lo que me pareció una eternidad. Finalmente, se movió un poco en su asiento mientras carraspeaba. Pero no fue hasta que sus ojos se centraron en los míos que supe que había tomado una decisión.

—Ve a cambiarte, Olivia. No puedes luchar con ese vestido.

🎲🎲

Me encontraba delante de Marko. Vestida ahora con unos pantalones negros y una camiseta blanca, mi pelo recogido en lo alto de la cabeza y con una mirada furiosa sobre mí. Parecía la misma chica a la que se había enfrentado tantas veces en la sala de entrenamientos de su antigua casa, pero no lo era. La mujer que era ahora tenía poco que ver con aquella chica.

Estamos en el mismo salón, pero más alejados de la mesa central. Todos habían traído sus sillas hasta un punto más libre, donde Marko y yo podríamos luchar sin problema. Estábamos rodeados de todos. Los esclavos habían formado un círculo, situándose cada uno de ellos al lado de su dueño.

Ian estaba sentado con Leila a su lado. Ella pareció decirle algo agachándose un poco, pero Ian la ignoró y negó para que no dijera nada más. Me miraba fijamente, pero decidí no pensar en lo que se vendría después de esto. De los gritos y reproches que me daría.

Solo tenía la capacidad justa para enfocarme en Marko. Le habían soltado las manos y acariciaba sutilmente sus muñecas mientras las hacía girar. Me miraba de la misma forma que yo.

—La pelea terminará cuando lo decida —anunció Avery y apreté los dientes. Seguramente su decisión de parar sería cuando a Marko o a mi no nos quedara siquiera fuerza para levantarnos del suelo —. Todo vale. Queremos sangre, no una pelea de críos, así que luchad como quienes sois, hacer honor a quienes vimos en el juego. — Una pequeña pausa que me erizó el vello de todo el cuerpo, Marko le echó un vistazo, esperando lo mismo que yo, la orden que iniciaría nuestro enfrentamiento —. Podéis comenzar.

Me tensé, pero la sonrisa sutil que se colocó sobre los labios de mi esclavo antes de volver a mirarme solo me hizo querer salir corriendo. ¿Qué cojones acababa de hacer? Nunca había ganado a Marko en una pelea, ni una sola vez. ¿Qué me hacía pensar que hoy sería diferente?

"Porque hoy te juegas mucho más." Pensé para mi misma.

Comencé a caminar hacia él, a paso lento, estábamos demasiado lejos como para poder empezar una pelea. Él solo me esperó sin quitar esa sonrisa de su cara. Cuando llegué a estar a un metro me paré, él cerró esa distancia dando un último paso. Miró hacia abajo para verme y se agachó hasta mi oído.

—Espero que al terminar te arrodilles ante tu rey —murmuró y levanté mi cabeza para no dejarme intimidar —. Esto se convertirá en tu mayor error, Olivia. Te lo aseguro.

No esperé a nada más. Era el momento de comenzar y creo que él sabía perfectamente cuando se acercó tanto que yo sería la primera en golpear. Y así fue, porque no lo dejé decir ni hacer mucho más cuando me alejé rápidamente solo para impactar mi puño directamente a su cara. El crujido que escuché fue suficiente para hacerme sentir mal.

Joder. Odiaba hacerle daño. Por eso jamás fui capaz de ganarlo en el pasado. Si él sufría era como si algo dentro de mí se retorciera como si el dolor fuese mío propio. Él lo sabía, eso era lo peor. Ahora debía fingir que ya no me pasaba lo mismo y que podía dañarlo sin que esto me supusiera un problema. Y no solo por él, la élite entera nos observaba. Avery, quien me había pedido lo mate, estaba justo ahí.

Marko no tardó más de unos segundos en devolverme el golpe, el cual esquivé con rapidez deslizándome hacia la derecha. Luego el siguiente fue en la dirección contraria y volví a apartarme. Giré sobre mi misma para deslizarme lejos de su alcance, estaba claro que él atacaría.

Por lo cual cuando vino a toda prisa y estiró la mano para alcanzarme salté unos metros hacia atrás, pero no fue suficiente, su pierna se estiró impactando en mi pecho. Caí con fuerza y me deslicé sobre el suelo, los esclavos que nos rodeaban se apartaron porque si no chocaría con ellos. No tuve tiempo siquiera a ponerme en pie porque Marko vino a toda prisa y me levantó del suelo tirando de mi codo.

No vi nada en su mirada, no me dio tiempo. Pero lo sentí todo, joder si lo sentí.

Me sujetó solo para golpearme en el abdomen unas tres veces, la cuarta la conseguí parar con mi mano, pero no demasiado. Dejé mi cuerpo caer como peso muerto, y me deslicé de su mano porque le fue imposible mantenerme completamente de pie solo con una mano. Una vez en el suelo golpeé su tibia con mi pierna, él gimió de dolor, pero volví a hacerlo hasta que tuvo la inercia de dar un paso atrás, entonces sujeté su talón derecho sin que se de cuenta y cuando intentó mantener el equilibrio cayó al suelo.

Me deslicé rápidamente sobre él, sentándome en su cintura para golpear su cara. Me dolía ya todo el cuerpo, pero esta era mi oportunidad. Le proporcioné tantos puñetazos como me fue posible. Mentiría si dijera que cada parte de mi gritaba que parara, que lo estaba hiriendo y que eso no era lo que debía hacer, que mi deber era protegerlo.

Consiguió atrapar mis muñecas y giró conmigo todavía sobre él, dejándome debajo. Hubo algo en sus ojos por un momento que juré que se vio como arrepentimiento, pero solo un segundo. Luego, golpeó mi nariz con la cabeza haciéndome literalmente gritar de dolor. Soltó mis manos y yo las lleve hasta mi cara solo para darme cuenta lo mucho que sangraba mi nariz.

Cuando volví a abrir mis ojos Marko estaba de pie, delante de mí. Levantó su pierna para golpear mi abdomen, me encogí gimiendo de dolor e intentando arrastrarme lejos de él. Pero volvió a golpearme, esta vez en el costado.

Tosí con fuerza y sentí sus manos ponerme de pie, aguanté sobre mis piernas como pude. Lo primero que vi era como se quedó quieto mirándome. Había algo diferente, no supe el qué y antes de averiguarlo abrió la boca.

—Vaya reina estás hecha, no puedes ni ganar a tu esclavo —murmuró con una sonrisa, su pelo estaba tan desordenado que algunos mechones caían sobre sus ojos —. ¿Sabes? Me equivocaba al decir que este sería tu peor error, ha sido la mejor decisión que has tomado. Eres demasiado patética y débil para quedarte con la corona.

Sus palabras me hirieron. Nunca me había hablado así. Me alejé unos pasos de él casi cojeando por el golpe que me había dado en el costado, tenía miedo. No quería que me golpeara más, jamás lo había hecho con tanta fuerza antes.

 ¿Huyes? —se acercó y agarró mi brazo, retorciéndolo hasta que me colocó de espaldas a él y puso su mano en mi cuello, apretando —. ¿Tienes miedo? —murmuró en mi oído —. ¿O es que sigues igual de negada a hacerme daño como cuando estábamos juntos? Eres tan ridícula.

Marko era otro. Apenas reconocía su voz. Me agité en sus brazos desesperada por liberarme. Me gustaría contestar que no a algo que me acababa de preguntar, pero hasta yo notaba la desigualdad de mis golpes, lo flojos que iban y lo poco exactos que eran. De verdad que quería poder luchar contra él con todo, pero no era capaz. Hacerle daño me causaba más dolor que los golpes que estaba recibiendo.

Quizá si fuese un poco patetica.

—Te retuerces de la misma forma en la que lo hizo él cuando me suplicaba que no lo matara. — Algo dentro de mí me paralizó, como si mi cuerpo se hubiese llenado de piedras o me hubiese convertido en una jodida estatua, eso solo lo hizo soltar una risa amarga — Me traicionaste para vengarlo ¿no? No ha servido de nada, mírate. Me pregunto ¿podré esclavizarte de la misma forma en al que lo hiciste tú cuando me entregues tu corona? Te encerrare en el sótano donde lo mate, así estaréis más cerca...

Una ráfaga de dolor me envolvió, no escuché nada de lo que dijo. Mis oídos empezaron a pitar con fuerza y delante de mí solo estaba el cuerpo sin vida de Nicolás. También el día del final del juego, lo difícil que me fue hacerlo, lo doloroso que fue y ahora Marko se estaba burlando, estaba hiriéndome aposta. Me odiaba. Me odiaba con cada fibra de él mismo.

—Quizá reproduzca el video en el que encuentres su cadáver durante horas, días tras día, hasta que me supliques que pare. Puede que...

No sé cómo. Fue algo que salió de lo más interno de mi como una llama creciente. Me recorrió de dentro hacia fuera y en menos de tres segundos me había liberado. Lo golpe tan fuerte que se tambaleo hacia atrás, no le di la oportunidad de recuperarse porque un rodillazo fue directo a su cabeza. Lo aturdió tanto que cayó al suelo. Golpeé su cara, su abdomen, su cuerpo. Todo.

Quería destrozarlo. Quemarlo como había quemado a Nicolás, mentirlo, humillarlo y jugar con él de la misma forma en al que él lo hizo conmigo, de la misma forma en la que lo estaba haciendo.

Me alejé rápido hasta un lateral y todos me miraron sorprendidos. Pero estaba tan enfadada, tan furiosa y llena de rencor que no veía nada más que las ganas de acabar con él. Gruñí arrancando de las manos de Nathaniel su copa y la partí contra su silla, dejando cristales puntiagudos en todo el borde.

No vi a nadie, solo a Marko en el suelo. Intentado levantarse aún aturdido por los golpes. Pero di una patada sobre su columna haciéndolo rebotar de nuevo contra el suelo, me agaché para ponerlo boca arriba y me senté sobre él con la copa rota en mi mano.

—Retíralo —ordené —. ¡Ahora!

—¿El qué? ¿Lo de que eres patética o lo de que te haré suplicar igual que lo hizo él?

Golpeé el suelo con la copa para evitar estamparlo en su cara mientras soltaba un pequeño grito desesperado. No quería hacerle daño, de verdad que no, pero había perdido el control. Si antes no era capaz de hacer que mi cuerpo le hiciera daño ahora era justo lo contrario. Cada nervio de mí quería golpearlo hasta que se arrepintiera de lo que le hizo a Nicolás. No. De lo que me hizo a mí.

—Marko...— pedí, pero solo apretó la mandíbula.

—Me alegra saber que por fin sepas que lo maté yo, ¿cómo puedes seguir viviendo sabiendo que te acostaste durante meses con quien mató a tu queridísimo amor? — Mi corazón quemó, mi garganta se estrujó y grité antes de tirar lo poco que quedaba de la copa al otro lado para evitar clavársela a él.

— ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué? Joder. Te odio, te odio tanto —susurré asegurándome de que solo él me escucharía, agarré su camiseta para pegarlo a mí. Su cara estaba a pocos centímetros de la mía y él dejó caer un un centímetro su cabeza hacia atrás antes de hablar.

—Porque es divertido —contestó —. Todo lo que te hice fue porque era jodidamente divertido jugar contigo.

Eso fue todo lo necesario para que dejase de tener el control de mis acciones. Lo solté con fuerza, haciendo que él cayera sobre el suelo de nuevo. Sujeté su pelo y levanté su cabeza solo para estamparla una y otra vez. Cerró sus ojos con fuerza por el dolor, pero no hizo nada más que soportarlo. Estaba demasiado herido.

Me puse de pie, me arrastré hacia donde había soltado la copa rota y volví hasta él que solo intentaba alejarse sin incorporarse. No quería hacerlo, la única parte de mí que seguía todavía cuerda sabía lo que estaba a punto de pasar. Pero era tan pequeña que fue incapaz de tomar el control de todo lo demás.

Levanté el cristal y lo deslicé por su pecho, él aguantó un grito con todas sus fuerzas cuando su camiseta se desgarró y la sangre comenzó a brotar de su piel. Luego hice lo mismo, marcando una "X" en su piel. No era aposta, simplemente fue como salieron los golpes. Levanté el cristal una vez más, lo iba a volver a hacer.

Más fuerte. Más profundo.

Pero de repente algo me alejó de él. Pase de estar sentada sobre su cintura a estar en el aire pataleando para que me soltaran.

— Se acabó —unos brazos me sujetaron en mi sitio por la cintura, envolviéndome con fuerza —. Ha ganado, majestad. Ya está.

Me solté de los brazos de quien sea que estuviese detrás de mi agarrando sus manos y separándolas con fuerza para que me liberaran.

—Leila, llevar a Marko a la enfermería. — Fue Ian quien pronunció esas palabras, me fijé en que estaba sentado en las sillas aún. Mirándome sorprendido. Así me miraban todos, mejor dicho.

En sus rostros había un claro rastro de incredulidad. Lo que acababan de ver era a la reina perdiendo el control. Fuera de sí y sin ser capaz de tomar las riendas de su propio cuerpo.

Nathaniel estaba detrás, fue quien me alejó de Marko. Pero en su cara lejos de la sorpresa había una expresión de satisfacción. Mi cara se arrugó ante aquello, hasta que un recuerdo más de la subasta salió disparado de mi memoria.

"Lo que sufren las convierte en monstruos. El dolor las vence, el dolor provoca que ellas quieran hacer sangrar a los demás como ellas lo hicieron. Las reinas de sangre son mujeres muertas por dentro que la élite quiere usar para dar un espectáculo."

Miré el cuerpo herido de Marko, que apenas podía ponerse en pie. Su pecho marcado con una enrome "X". Su cara llena de sangre y golpes que posiblemente se convertirían en moratones. Y eso solo era lo de fuera. Había golpeado tan fuerte su cabeza que dudaba que ahora no estuviese todavía aturdido y sintiendo una fuerte presión en el interior de cráneo.

Yo había hecho eso. Quise echarme a llorar. Yo había dañado a Marko. Yo. No quería hacerlo, de verdad que no. Estaba resistiéndome hasta que de repente...explotó. Ni siquiera recuerdo bien que paso.

Nathaniel se colocó a mi lado y puso una mano sobre mi hombro. Dejé que lo hiciera porque no tenía fuerzas para apartarlo.

—Vamos, majestad. La acompaño a su dormitorio —afirmó, pero solo me quedé quieta. Nadie dijo nada, o quizás yo no fuese capaz de escuchar nada que se encontrara a más de un metro de mí. Porque si vi a Avery abrir la boca para decir algo y a los demás aplaudiendo mientras reían y brindaban entre quienes habían apostado por mí.

Yo la acompaño a su dormitorio. — La voz de Ian se hizo presente porque se colocó a mi lado y tiró de mi brazo hacia él. No me resistí, ahora mismo podría arrastrarme hacia una llama ardiente que no me resistiría. Era más un objeto inerte que una persona en ese momento.

Solo me que ahí, dejándome arrastrar por Ian mientras veía como Marko echaba una última mirada directa a la mano de Nathaniel sobre mí hombro y a la de Ian sobre mi brazo, atrayéndome a él para separarme del primero. Pensé que me lanzaría una mirada de odio, pero no. Cuando por fin se enfocó en mí agachó la cabeza unos milímetros en mi dirección antes de dejarse ayudar por Leila para salir de ahí.

Fue cuando lo perdí de vista que procesé realmente lo que acababa de pasar. No estaba enfadado. Ni lleno de ira ni con ningún sentimiento que debería albergar en esta situación. No. Era diferente. Me miró con... no lo sé. Pero lo supe.

De alguna forma, me había dejado ganar.

Y luego me di cuenta de algo más.

Que perdí el control. El dolor me venció y di un espectáculo para la élite. Esa fue la primera noche en la que realmente fui su reina de sangre.

Sin decir una palabra me aparté tanto de Ian como de Nathaniel, los empujé lo necesario para que me soltaran y me fui sin mirar a nadie. Alguien me llamó y quizá alguien más intentó pararme y alguna mano se deslizó sobre mi brazo intentando detenerme. Pero no lo hice.

Fui directamente al único sitio en el que sentía que debía estar. Caminé aturdida y cojeando un poco, con los nervios cada vez más presentes y con las palabras amontonándose en mi cabeza para salir disparadas por mi boca en cuanto tuvieran la oportunidad. Gritos, susurros, murmullos, críticas y amenazas resonaban en mi cabeza. Había tanto ruido dentro de mí que aceleré el paso como si pudiese liberarme de todo en cuanto llegara.

—Marko —dije parándome justo en el marco de la puerta que acababa de abrir.

Las millones de palabras que giraban en mi mente como un torbellino fueron opacadas por un silencio potente, que llenó mi interior tanto que podía sentirlo retumbar en cuanto lo vi.

Leila estaba justo enfrente de él, que se encontraba sentado en la camilla sin camiseta. Ella preparaba todo para empezar a limpiarlo. Al girarse para verme en su rostro apareció una mueca de dolor por el movimiento y abrí mi boca para decir todo lo que necesitaba. Pero no salió nada.

Él esperó. Con la cara amoratada y el pecho en sangre viva. Esperó temblando por el frío y esperó aún necesitando más que nada en el mundo que lo curaran o las heridas solo se harían más graves. Esperó por mis palabras. Esperó por mí.

Y mis ojos simplemente se llenaron de lágrimas de rabia porque no era capaz de pronunciar aquello. Porque mi orgullo y el miedo a mostrarme de nuevo vulnerable lo impedía.

"Lo siento."

— Lo sé, Olivia. No hace falta que lo digas —confesó y negué cerrando mis ojos dejando que una solitaria lágrima se deslizara por mi mejilla. Claro que lo sabía. Él siempre lo sabría sin necesidad de que dijera nada.

—Me has dejado ganar —murmuré casi sin aliento.

—No.

—Has renunciado a la corona —mi voz se quebró en medio de la frase y la última palabra salió más como un suspiro aireado —. ¿Por qué?

El silencio se convirtió en lo único acompañante, un silencio tan expectante como yo ante su respuesta. Y entonces fui yo la que esperé. Esperé con el corazón en la mano y con mi pecho tan apretado que me costaba respirar.

No apartó ni un solo instante su mirada de la mía. Su semblante se tornó inexpresivo y el mío estaba segura de que demostraba mi desesperación. Apretó los labios a la vez que cogía aire con pesadez y se encogió de hombros como si no fuese la gran cosa.

—Lo necesitabas. 

*

*

*

AQUI EL CAP 14.

¿OPINIONES, REPROCHES, ALGO QUE DECIR?

No sé ni por dónde empezar. TENGO TANTOS SENTIMIENTOS ENCONTRADOS QUE NO SÉ EXPRESARME JAJA.

Creo que este capítulo es sin duda mi favorito hasta ahora. Por todo, desde los sentimientos de Olivia, la forma en al que se contiene y luego pierde el control. Como va con Marko y al llegar todo en su interior se calma. ES PRECIOSO.

Sé que la mayoría esperabais un Marko enfadado, que buscara venganza y que la hiciera pagar. Pero Marko, como bien dijo en su carta, ama a Olivia. Y creo que eso no puede cambiar tan fácilmente, mucho menos cuando él sabe que hizo mal las cosas. 

Creo que su reacción, es lo único que Marko podría haber hecho y lo último que alguien se esperaría que él hiciera. Pero sabiendo como es y como ama de intensamente no concebía que le arrebatara todo a Olivia como ella hizo. Creo que eso es lo que más me gusta de él. Podrá ser la peor persona del mundo, pero nunca con ella.

LOS AMO TANTO QUE QUIERO LLORAR. DE VERDAD. LA ESCENA FINAL ME HACE QUERER ENTRAR Y OBLIGARLOS A BESARSE aaaaaaa "Lo necesitabas", quiero llorar alguien tráiganme pañuelos.

Espero que hayáis disfrutado tanto como yo de este capítulo y gracias por la espera. Dejarme en comentarios lo que sentís y creéis.

+++

Muchas gracias por leer otro capítulo más, por todas las vistas, los comentarios y los votos, además de los mensajes de apoyo.

No tengo palabras para agradecer todo.

Besos y nos leemos ♥️🤩

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GRACIAS POR LEER

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