Cuando habla el Corazón 2 (ch...

By Saku_Mayu

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Después de haber creido que lo había perdido todo, Julian comprende que algunas veces seguir con vida, aferra... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36

Capitulo 10

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By Saku_Mayu

—Kei... ¿qué haces aquí?


Julian no se atrevió a desviar la cabeza para comprobar si Henry había desaparecido completamente. De alguna manera, la presencia de Kei en ese momento lo intimidaba; se sentía inquieto, como si le hubieran descubierto haciendo algo que no debía. Se revolvió inquieto y sólo desvió la cabeza cuando la inconfundible cabeza roja de Oshi se distinguió a lo lejos, con una mano en la cadera y en lo que se suponía que se acercaba corriendo hacia ellos. Al verlo, sonrió ampliamente y comenzó a sacudir un brazo de manera llamativa.


—¡Julian! ¡Julian! ¡Aquí! ¡Aquí!


La mayoría de las personas que caminaban por la acera se giraban o estiraban los cuellos con curiosidad para ver qué pasaba. Julian apartó la cabeza avergonzado. Kei seguía igual de tranquilo, mirándolo aún divertido.


—Podías haber invitado a tu amigo —Julian notó como se crispaba y clavó la mirada en las botas de Kei—, no muerdo.


Julian encorvó aún más la espalda.


—Sólo es... un compañero del gimnasio.


—Por supuesto.


En ese momento también cruzó la esquina Rykou, manteniendo un trote más lento que Oshi, quien pasó por su lado y el de Kei, gritó varias cosas y le arrastró un metro con él entre vehementes rechazos a su ofrecimiento de correr un "ratito"


—Jo, Julian, qué timo, ¿y tú dices que vas al gimnasio?


—¿Vas a dejarlo ya, Oshi? —se interesó el chico rubio sin moverse, únicamente desviando la mirada hacia el pelirrojo que borró automáticamente la sonrisa y continuó corriendo, soltando a Julian para poder avanzar más rápidamente—. Te veo flojo, Rykou, ¿perdiste algo más que un ojo?


Rykou no respondió. Cuando pasó por su lado, Julian vio que parecía agotado, muy parecido a Oshi, sólo que a diferencia del pelirrojo, Rykou tenía la mandíbula tensa y mantenía la mirada al frente.


—¿Qué es lo que pasa?


Julian apartó la mirada de la espalda del japonés que cruzaba en se momento la esquina del edificio y volvió a mirar a Kei, quien también lo miraba.


—Sólo les enseño un poco de disciplina.


—¿Por... qué?


—¿Curiosidad, Julian?


Julian desvió la cabeza, incómodo, aunque no sabía exactamente por qué.


—Sólo...


—Está bien, pregunta lo que quieras.


Lo que quería...


—¿Cómo se encuentra Kevin?


Aún tenía mucho que pensar. Había decidido mantener el secreto de lo ocurrido pero había demasiados problemas por medio para que Kei jamás llegara a enterarse. Su mentira pendía de un hilo y él ya sentía la caída.


—Mejorando —aceptó Kei sin muchos problemas en responder pese a que Julian había esperado que no le contestara tan fácilmente.


—¿Y...?


—No hubiese vuelto sin dejarlos estables —la voz de Kei se endureció—. He enterrado a muchas personas en Rusia —Julian sintió un escalofrío—, mi deber es ese, al igual que soy el responsable de cada una de esas vidas —Julian no fue capaz de sostenerle la mirada. No, Kei sería el responsable de sus vidas, pero él era el responsable de sus muertes. Se mordió el labio con fuerza y abrió y cerró los puños dentro de los bolsillos de su cazadora—. ¿Es esto lo que quieres saber?


—Yo...


Julian no terminó de hablar y Kei no insistió en decir nada. Cuando los dos japoneses volvieron a aparecer por la esquina, Kei se movió de la pared y los dos chicos se detuvieron, agotados, Oshi manteniendo su sonrisa pero al igual que Rykou en una distancia prudente del chico rubio y sólo los siguieron al interior del edificio cuando Kei abrió la puerta y Julian caminó a su lado.


—Ey, pequeñín, ¿puedo ir al gimnasio la próxima vez contigo? —Oshi pasó un brazo por sus hombros—, tengo curiosidad por lo que haces allí.


Julian lo miró rencorosamente.


—Mejor no.


—¿Por qué no? —Oshi puso expresión de afligido y comenzó a lloriquear, deslizándose hacia abajo mientras tiraba de su ropa melodramáticamente, impidiendo que Julian pudiera seguir avanzando hacia los ascensores—, ya no me quieres, ¿es eso? ¡Kei! ¡Julian ya no me quiere! —tiró aún más fuerte del jersey y Julian se agarró en la pared para no ceder a la fuerza del pelirrojo y caer con él al suelo—. ¿Qué voy a hacer yo ahora?


—Oshi...


Julian miró a Oshi con aprensión, tirando del jersey hacia arriba.


—Debe ser que ha cambiado de interés —Julian sintió un escalofrío al escuchar la voz de Kei. Se había detenido sin alcanzar los ascensores y miraba la escena divertido muy cerca de ellos—. Ahora ha encontrado un mascota muy interesante.


Julian miró a Kei horrorizado, aunque, al menos, Oshi había dejado de tirar de su ropa.


—¿Una mascota muy interesante? —Oshi parecía anonadado. Pasó la mirada de Kei hasta él, levantando la cabeza para mirarlo con una expresión de aflicción que si Julian no lo hubiera conocido hubiera creído que era sincera—. ¿Más interesante que yo?


—Eso no... Es sólo un compañero de gimnasio —musitó nervioso.


—Aaaah, claro, él si puede ir al gimnasio contigo pero yo no —Oshi hizo pucheritos—. A eso se le llama favoritismo.


—No... —¿Qué tipo de conversación era? Le haba pedido a Henry que no le acompañara y ahora se veía en esa situación. Se mordió el labio, echando un rápido vistazo a Kei que había fruncido el ceño e hizo que Julian entrara en pánico. ¿Había dicho algo malo? De pronto se había quedado en blanco.


—Ya, ya, mejor no digas nada —gimoteó Oshi, levantándose y Julian aprovechó para volver a ajustarse la ropa torpemente—. Ya no me quieres, ¿no? —Oshi seguía con sus pucheritos y hasta había inflado las mejillas—. Pues yo tampoco te quiero ya. ¡hala! —Y se fue corriendo hacia Rykou que adelantó una mano para apartarlo antes de que llegara a acercarse a él.


—No te acerques a mí.


—¿Tu tampoco me quieres ya? —lloriqueó Oshi, tratando de abrazarse a Rykou.


—Yo no te he querido nunca, no te equivoques.


Julian miró a Oshi preocupado, pero el pelirrojo no había cambiado su dramática y exagerada actitud, pero no tuvo tiempo de preguntarse lo que sentiría Oshi con los desplantes de Rykou, Kei se movió, ignorando a sus amigos y se acercó a él, haciendo que se pusiera alerta inmediatamente, pero aún así le pilló por sorpresa cuando deslizó un par de dedos por el cuello de su camiseta y tiró de ella, empujándola hacia abajo como había hecho Oshi con fuerza y mostrando parte de su piel.


—Creo que ayer lo dejé muy claro.


Julian parpadeó confuso hasta que comprendió lentamente a lo que Kei se refería al recordar en las marcas rojas de las quemaduras y se apartó bruscamente, pegándose a la pared y se ajustó la ropa, ocultando la piel de los peligrosos ojos de Kei.


—Eso...


Ni siquiera había pensado en una excusa para darle, sólo había pesado en que no tenía por qué verlas.


—Tú, maldito mocoso...


—Eh... siento interrumpir y eso —intervino Oshi con cautela, interponiéndose en el camino de Kei que ya se movía hacia él—, pero te recuerdo, todopoderoso Kei, que Julian necesita cariño, ya sabes... o no... ¿cómo te lo explicaría? ¿Un ejemplo? Hmm...


—Apártate.


Pese al intento de Oshi, el pelirrojo levantó los brazos dócilmente y se hizo a un lado rápidamente.


Julian tragó con dificultad, aún pensando en algo que decir y se encogió cuando Kei levantó el brazo, sorprendiéndose que solamente volviera a tirar de su ropa. Alarmado, Julian dio un respingo y trató de apartarse, pero los dedos del chico rubio se clavaron dolorosamente en su muñeca y lo arrastró hacia los ascensores, pulsando el botón sin esperar a Oshi y Rykou que tampoco hicieron mucho por alcanzarlos y mantuvo la presión de su mano hasta que las puertas volvieron a abrirse y volvió a tirar de él, sacándolo del ascensor y lo condujo hasta la puerta de su apartamento.


—Kei, espera —suplicó, cada vez más nervioso como para pensar en una excusa.


—Te gusta el dolor, ¿es eso? —Kei abrió la puerta con una mano y lo empujó al interior,  cerrando la puerta de un portazo.


—No, yo no...


Julian se giró para mirar a Kei directamente pero el chico rubio apretó una mano en su hombro y lo golpeó contra la pared, arrancándole un quejido.


—Siempre pensé que eras un poco raro pero no hasta ese punto.


—No...


Julian miró a Kei con los ojos muy abiertos, pero se sobresaltó aún más cuando el chico rubio apartó la mano y se enderezó, retrocediendo un paso. Su mirada seguía helada y su tono producía escalofríos.


—Vamos, adelante, pídemelo, estoy dispuesto a satisfacerte de la manera que te guste. ¿No es eso lo que tu médica recomendó? —Julian sólo desvió la mirada de los ojos de Kei para mirar cómo el chico rubio se remangaba las mangas de la camisa—. No voy a ser yo quien vaya a juzgar los ideales de cariño que tienes —Julian volvió a levantar la cabeza para buscar la oscuridad de la mirada de Kei. Había comenzado a hiperventilar y sentía un sudor frío en las manos—. No hace falta que te cortes. Pídemelo.

———————

Muchas gracias a tod@s por leer, votos y comentarios :) siento no corregir los capítulos, pero si me entretengo más después de que tardo siglos en subir... ^^U

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