Una maldita confusión

By america65_

5.1M 469K 1.3M

Jean intenta confesar su atracción hacia Olivia en una fiesta, pero por culpa del alcohol termina declarándos... More

Sinopsis + Advertencias de contenido
01| Manera de cagarla número uno: declararse ebrio
02| Manera de cagarla número dos: pensar con la cabeza de abajo
03| Te gusto
04| 7x8=52
05| Pregúntame si quiero besarte
Bocetos #1: Bonito
06| Mi novio
07| ¿Quieres que te escupa en la boca?
08| ¿Esta es tu definición de diversión?
09| Sí, esta es mi definición de diversión
10| Feliz cumpleaños
10| Feliz cumpleaños
Boceto #2: El príncipe y el caballero
11| Vete a la mierda, con amor
12| Miedo
13| Número uno
14| Maldición
15| Un sentimiento nada nuevo
Boceto #3: Verano
16| Ser honesto
17| El nacimiento de la tragedia
17| El nacimiento de la tragedia
18| Respira y enfrenta las consecuencias
19| Excusas
20| Todas mis primeras veces
Boceto #4: Mano
21| El caos
22| Cuando no tienes adónde ir
22| Cuando no tienes adónde ir
23| El tú y yo de aquel día
24|Confuso
24| Confuso
25| Cada pieza en su lugar
Boceto #5: Nada
26|Onsra
27|Diferentes caminos
28|Cuando estemos listos
Epílogo
Boceto #6: Mis mañanas contigo

20| Todas mis primeras veces

124K 8.8K 19.4K
By america65_

Recuerdo que la primera vez que dormí en casa de Oliver hicimos una pijamada.

Pasé la tarde con él y Olivia, pero se hizo de noche y la mamá de Oliver sugirió que podía quedarme a dormir si así lo quería. No era tan sencillo como lo planteaba, para empezar, nunca había dormido fuera de mi casa y convencer a mi mamá era todo un reto, no obstante, una llamada de la madre de Oliver a mi mamá y muchos lloriqueos de mi parte fueron justificaciones suficientes para que accediera.

Obviamente mi mamá me regañó al llegar a casa y me dijo que no quería que se volviese a repetir, que solo había aceptado porque no quería ser maleducada con la madre de Oliver, pero que para la próxima le dijera yo y con anticipación. En ese momento no me importaron los regaños, me había divertido tanto la noche anterior que sentí que podría enfrentarme contra el mismísimo Bowser, el villano del videojuego que jugué con Oliver toda la noche. Sentí que podía ir contra la marea misma. Estar con él desde ese entonces me hacía más valiente y más capaz. Algo que no ha cambiado mucho.

Hicimos muchos planes, como si nos hubieran dado varios días y no solo menos de 24 horas. Jugamos videojuegos, oímos la música desde su reproductor y vimos una película de Disney. Fue una de las mejores noches de mi vida. Estoy seguro de que cuando lo vi durmiendo a mi lado pensé «me gustaría siempre dormir aquí, con él».

Ahora mismo no lo creo tanto.

Despertar al lado del chico que te gusta con la misma magnitud con la que te saca de quicio debería ser un sueño, pero no cuando está asfixiándote con sus brazos.

Cuando me acosté luego de que me duché, él se durmió frente a mí, no tengo ni la menor idea de cómo pasé de estar cara a cara a que mi espalda tocara su pecho, tampoco sé cómo terminamos de esta manera, con Oliver aprisionándome la cintura a la vez que sus piernas se entrelazan con las mías. La forma en la que me abraza por detrás se siente como un «no te vayas», bueno, no es como si tuviera opción o como si quisiera irme a otro lado. Para alguien como yo, que siempre vivió creyendo que no pertenecía a ningún sitio porque tenía que abandonarlo todo apenas se mudara, esto se siente muy bien como para querer irse; siento que pertenezco aquí, entre sus brazos, con él.

No quiero alejarme. O al menos hace quince minutos no habría querido que me soltase, pero ahora es diferente porque hay un pequeño problema: quiero ir al baño. Quise levantarme, pero no me dejó, tiene el sueño bastante pesado. ¿Cómo es siquiera posible que tenga más fuerza estando dormido que estando despierto?

Ya repasé su habitación con la mirada por más de diez veces mientras esperaba a que se despertara, intenté dormir de nuevo pero no funcionó incluso cuando apliqué lo de "contar hasta cien" y ya pensé en todo lo que ha pasado estas últimas semanas y aun así Oliver no se despertó en todo este tiempo. No sé cómo puede seguir durmiendo, por toda la luz que se cuela en la cortina ya deben de ser más de las diez de la mañana, no importa que sea domingo, ¿quién se despierta pasadas las diez?

Nuestros horarios son muy diferentes. Vivir con él en el futuro será un gran problema.

Decido mirar al techo en los próximos minutos y mi aburrimiento y mis ganas de ir al baño se unen para colmar mi paciencia. Ya está, tengo que salir de aquí por más cómodo que esté. Me remuevo entre las sábanas y "accidentalmente" golpeo un poco a Oliver, pero él ni se inmuta. Chasqueo la lengua y vuelvo a golpearlo con mi codo sin tomarme el tiempo de ser tan delicado como la primera vez. Hago una mueca cuando él suelta un quejido, Dios, creo que me pasé un poco. Comienza a moverse así que cierro los ojos, fingiendo que estoy dormido.

Dice un par de palabras que no son lo suficiente audibles, pero dentro de sus balbuceos escucho un:

—Buenos días, bonito.

Su voz ronca y somnolienta de la mañana me arrancan una sonrisa. Una sonrisa que no se prolonga demasiado porque pronto afianza su agarre en mi cintura y recuerdo la razón por la que lo desperté en primer lugar.

—Solo buenos para ti —me callo al sentir que besa mi cabeza y luego mi hombro.

Un cosquilleo me recorre en las zonas que ha besado y el corazón me da un vuelco. Eso fue inesperado. Jamás terminaré de acostumbrarme a la forma en la que demuestra su cariño, dudo que mi corazón también pueda llegar a acostumbrarse, solo es cuestión de tiempo supongo. Carraspeo para tranquilizar mis latidos que están acelerados. A pesar de que me gusta sentir el calor de sus brazos sobre mi cintura y sus labios en mi cuerpo, tengo un pequeño problema que debo atender.

—¿Por qué dices eso? —murmura contra mi piel, todavía con sueño. Sonrío e intento no parecer afectado, aunque por dentro el corazón me va errático.

Él continúa dejando cortos besos en mi hombro y por un momento me replanteo si de verdad es importante orinar cuando lo tengo a él besándome y abrazándome por detrás. La sensatez, como siempre, me golpea y me grita que ni siquiera debería tener como opción quedarme en cama a menos que quiera ser un niño de cinco años que se orina en las sábanas. Es obvio que no quiero eso, ni tampoco tener problemas renales por aguantarme. ¿Por qué mi cuerpo me pide ir al baño cuando pude haberme quedado toda la mañana en cama con Oliver? Nunca había odiado tanto los riñones.

—Quiero ir al baño —explico. Mi voz ha sonado bastante extraña a causa del nerviosismo que me provocan sus besos en mi piel—. Desde hace rato.

Oliver deja de besar mi hombro y le reclamo en mis adentros.

—¿Y por qué no me despertaste?

Su voz suena menos somnolienta que antes, pero el cansancio aún es notable.

—Lo hice, tres veces.

La verdad es que no pude. Cuando giré a verlo estaba durmiendo tan plácidamente que me negué a la idea de despertarlo, al menos de una forma tan obvia. Lo pateé, fingí roncar demasiado alto, tiré de la sábana para dejarlo descubierto a él, nada funcionó. Lo único que tuvo efecto en él fue el codazo "accidental" que le di hace apenas unos instantes.

—¿En serio? —bosteza y quita sus manos de mi cintura. Una vez más, vuelvo a reprochar en mi interior. Maldita sea el tener que orinar—. Perdón, ve.

No necesito ni oírlo dos veces para levantarme de la cama e ir al baño a pasos veloces antes de que me arrepienta y le diga que puedo esperar si va a seguir besándome de esa manera.

En el trayecto me lamento por haber detenido sus besos, pero nada se compara con el alivio que siento luego de llegar al inodoro y terminar con lo que me hizo arruinar una buena mañana. Es mi culpa por ir por agua en la madrugada, pero si lo pensamos mejor, es culpa de Oliver por no ofrecerme siquiera algo de beber antes de hacer lo que hicimos, creo que lo de "ir por un café" sí es un paso indispensable que no se debe omitir, al menos no cuando tu última comida o bebida del día fue horas mucho antes dé.

Me lavo las manos y las seco en el pijama que Oliver me ha prestado, me queda solo un poco ajustado, pero no resulta nada incómodo, tampoco puedo quejarme, dentro de mis planes no estaba quedarme a dormir, menos mal que le mandé un mensaje a mi mamá antes de dormir, tal vez ni siquiera me habría buscado, sin embargo me ahorro una posible discusión. En especial porque han sido días bastante tensos entre ambos. Ya no quiero más discusiones.

Al regresar a la habitación me percato de que él se ha vuelto a dormir. El cabello castaño le cae por la frente, tan desordenado como siempre, ha crecido bastante desde que comenzamos con esta extraña relación, pero le sienta bastante bien. Me gustaría acercarme y apartarle los cabellos con mis manos, sin embargo, me contengo y solo me limito a observarlo. Sus labios están entreabiertos y su respiración tranquila me da una sensación de calma inexplicable. Nunca voy a cansarme de mirarlo; verlo, de cierto modo, es como recargar un poco de energía, como salir a tomar el sol luego de pasar tanto tiempo bajo días nublados. Nunca voy a admitirle que me gusta demasiado, porque si no ha quedado claro aún, me gusta tanto que yo mismo me siento ridículo por toda esta oleada de sentimientos familiares.

Estoy tan estúpidamente perdido por él que maldigo a mis riñones solo por un poco de su atención. Ugh, había oído toda clase de tonterías que hacen las personas por estar con su pareja, pero ¿aguantarse las ganas de orinar? Sí, soy tan ridículo que encabezo la lista de "personas ridículas que piensan y hacen cosas absurdas por alguien que les gusta". Al menos solo yo sé de ello. Sería vergonzoso si alguien más lo supiera.

Oliver se mueve y aparto la mirada de inmediato para que no me atrape viéndolo. El pulso se me aceleró por un instante por la vergüenza de ser atrapado. Me siento el doble de ridículo por sentirme de esta manera, no tengo doce años como para que me afecte el que él me descubra. No voy a sorprenderme si en algún momento termino respondiéndole con un "chi" en lugar de un "sí", pero si eso pasa me arranco los ojos y luego me los trago. Eww.

Lo miro de nuevo de soslayo y Oliver continúa durmiendo. Su pecho sube y baja con calma y se ve profundamente dormido. Esbozo una pequeña sonrisa. Al menos uno de los dos puede dormir muy bien.

Veo alrededor, la ropa que habíamos usado para acompañar a Lana a pedir dulces está acomodada sobre su mesa de noche, él debió haberlas levantado cuando me metí a bañar después de... bueno, eso. Pensar en lo que pasó anoche no me hace sentir incómodo, pero sí es un sentimiento extraño, no imaginé que Oliver y yo lo haríamos alguna vez, es decir, claro que lo imaginaba, sin embargo, no esperaba que fuese algo que se cumpliera ni mucho menos tan pronto. Incluso con esa sensación extraña, me siento... bien.

No es que dude de que me sienta bien, por Dios claro que me siento bien, fue una noche increíble, el problema es que no estoy seguro de cómo describirlo. Sí, es cierto que ya pasamos todas las líneas de lo nuestro, pero no me siento diferente en cuanto a eso. ¿Debería sentirme diferente? Ni idea, lo único que sé es que la pijamada que tuve con Oliver hace años atrás acaba de ser desplazada como la segunda mejor noche de mi vida y la de ayer se llevó el primer lugar sin duda alguna. Regreso la mirada hacia Oliver y lo miro unos segundos. ¿Cómo hace para ser parte de las mejores noches de mi vida? Él es el único que puede competir consigo mismo y el único que puede quitarse de su mismo puesto.

Sonrío y esta vez no puedo contener las ganas que tengo de apartarle los mechones de la cara. Voy hacia él y le paso las manos por la frente, haciendo a un lado sus cabellos. Lo veo sonreír levemente, no lo hace como si estuviese despierto sino como si, incluso durmiendo, pudiera sentir que estoy aquí. Acaricio su frente con delicadeza y luego toco su cabello. Esto no es algo que haría si estuviese despierto, no soy tan cariñoso como lo es él, pero por el momento esto es lo que me nace hacer.

Le doy una última mirada antes de ir hacia su armario por algo de ropa, no pienso regresar a mi casa en pijama o con el ridículo disfraz. Abro la puerta y chasco la lengua al ver el desorden que hay en su closet. Trato de ignorar el desastre y tomo un pants junto a un suéter holgado y un bóxer limpio que tomo de uno de los cajones. Cierro la puerta y no me muevo del closet porque me imagino a un Oliver exasperado cada mañana al no encontrar su ropa. La imagen mental me pone los pelos de punta, ¿por qué tiene que ser tan desordenado? Giro la cabeza para cerciorarme de que sigue dormido y una vez que compruebo que no está despierto, abro de nueva cuenta el armario y comienzo a acomodar el desastre de ropa.

Cuelgo en ganchos las playeras que sé que se arrugan con facilidad y doblo las que no en tres categorías: playeras, pantalones y suéteres. No tardo mucho en acomodar el lío de ropa y cada que doblo una prenda pienso en Oliver llevándolo puesto. Las comisuras de mis labios se elevan en cuanto termino. Admiro la obra que he hecho en su armario y sonrío aún más al saber que verá que he acomodado su ropa.

Borro mi sonrisa unos segundos después. ¿En serio acabo de doblarle la ropa? Tiene manos en perfecto estado y tiempo suficiente para ser más ordenado, no hacía falta que yo hiciera su trabajo. Ugh, espero que lo de anoche no se repita o me la pasaré de tan buen humor que le lavaré hasta los platos.

Cierro la puerta y voy al baño para cambiarme. El espejo está frente a mí así que cuando me quito la playera puedo ver mi cuerpo. Las marcas de los besos de Oliver están presentes en mi piel, desde el cuello y las clavículas hasta mi pecho. Arqueo mis dos cejas entre una mezcla de diversión y asombro. Ayer en la noche no me detuve a ver cómo había quedado, me duché y fui directo a la cama, pero ahora sí puedo prestarle atención a cada detalle. Paso mis manos por las notarias (y no tan notarias) marcas y niego con la cabeza, mordiendo mi mejilla interna. Todo esto grita "Oliver Owen" y no voy a negar que me gusta.

Me visto deprisa y busco entre sus cosas un cepillo de dientes que no haya sido usado. En mi casa siempre tenemos cajas con cepillos de sobra por si acaso, espero que él también, no quiero tener los dientes sucios y el aliento mañanero por lo que resta de la mañana antes de llegar a mi casa. Para mi buena fortuna, encuentro una caja pequeña sellada de dos cepillos y la abro para agarrar uno. Comienzo a cepillarme y segundos después escucho que la puerta del baño se abre. No necesito ni voltear a ver porque sé que se trata de Oliver. Lo veo a través del espejo y observo cómo se acerca hacia mí todavía con cansancio, sus ojos están más cerrados que abiertos y la falta de expresividad en su rostro evidencian la falta de sueño. Yo debería estar cansado, ¿él por qué?

Revoloteo los ojos sin que me vea.

Oliver me echa una mirada y sus labios no tardan en alzarse para formar una sonrisa ladina. Talla sus ojos con sus manos y sus ojos ya están más abiertos, como si el sueño se hubiera disipado con solo verme. Su sonrisa se amplía y mi pulso se acelera. No es consciente de que estoy viéndolo por el espejo (o eso creo) y el hecho de que no lo sepa hace que sienta su sonrisa hacia mí mucho más genuina.

Él toma su cepillo y le doy un poco de espacio para que se cepille al lado de mí. No volteamos a vernos, pero al menos yo lo veo de vez en cuando por el rabillo del ojo. Él mantiene la vista al frente y no es hasta que veo al espejo que me doy cuenta que estaba viéndome a través de este. Desvío la mirada hacia la pared porque me avergüenza que se haya percatado de que estaba viéndolo sin disimulo. Él se ríe como puede y me da un pequeño empujón con su hombro. Blanqueo los ojos y le regreso el golpe con más fuerza.

Oliver se tambalea y me da una mirada cargada de diversión y de advertencia. Aunque él no pueda hablar juro que pude oír un "¿así que así nos llevamos ahora?". Abre un poco el grifo del lavabo y toma un poco de agua para salpicarme con ella. Me hago a un lado para que no me moje y frunzo el entrecejo a la vez que le alzo el dedo de en medio. Oliver se echa a reír y siento que en cualquier momento va a atragantarse con la pasta de dientes. Lo miro de mala gana y continúo cepillándome mientras miro hacia al suelo, reprimiendo otra sonrisa.

Siento una enorme calidez en el pecho y una corriente eléctrica recorriéndome el cuerpo. Esto se siente tan normal, tan hogareño y cotidiano que por un momento creo que estamos viviendo juntos y que esto es parte de nuestra rutina de cada mañana. Puedo imaginar a la perfección a ambos alistándonos para ir a la universidad, él levantándose tarde y preguntándome por qué no lo desperté mientras que yo termino de arreglarme y le respondo que lo hice, pero que no me escuchó. También puedo imaginar las posibles discusiones, las bromas y los coqueteos.

Me inclino en el lavabo para escupir y enjuagarme la boca, Oliver hace lo mismo y una vez que hemos terminado él deja su cepillo en el vaso, yo imito su acción.

—Se ve bien —comenta. Levanto la mirada hacia él, confundido.

—¿Qué cosa?

—Tu cepillo al lado del mío —señala el vaso con su cabeza. Sus ojos se clavan en mí y un remolino de emociones se instala en mi pecho—. Me gusta. Quiero despertar todas las mañanas y ver nuestros cepillos juntos.

Sonrío sin querer.

Yo también quiero eso. Quiero que esto no sea solo otro romance fugaz de verano, quiero que esté presente en todas las estaciones del año, primavera, otoño, invierno, verano; en los años bisiestos y en los no bisiestos, en las mañanas cálidas y en las noches gélidas. Quiero que él forme parte de mi vida por muchísimo tiempo y yo quiero formar parte de la suya.

—Así podrían ser nuestros días si vamos a Mánchester —digo con emoción y giro mi cuerpo hacia él—. ¿Te imaginas? Solo aviso que me da una pereza enorme lavar los trastes.

—Tentador, pero...

—¿Pero?

Me siento ofendido y desilusionado. ¿Cómo que pero?

—No me gusta lavar los trastes.

—Te gustará —aseguro sin darle oportunidad de replicar—. La casa tiene que estar ordenada y tienes que levantarte temprano, no pienso esperar a que despiertes para desayunar a las once, además, donde vivamos debe haber un parque o un gimnasio cerca, ¿saldrías a correr conmigo? Tienes qué, voy a obligarte a despertar a las siete para que salgamos a correr, no te preocupes, llevaré agua.

Las palabras salen de mi boca sin pensarlas. La idea de vivir juntos me emociona más de lo que creía y por la expresión de Oliver puedo deducir que él tampoco se esperaba tanto entusiasmo de mi parte. No me mira con burla o con su típica mirada de picardía, todo lo contrario, me mira con cierta admiración y asombro.

—Alto, alto, alto, ¿estás planeando todo nuestro futuro? —inquiere y asiento. Sonríe—. No me sorprende del chico que tiene planeado hasta su muerte seguramente.

—Agradece que te incluyo en mi futuro.

Rueda los ojos sin dejar de sonreír.

—Muchas gracias, es muy halagador, pero no acepto —se cruza de brazos y abro la boca, indignado—. ¿Cómo que despertarme a las 7 am y salir a correr? Lo siento, pero a esa hora me acuesto.

—¿Estás negando la oportunidad de formar parte de mi futuro porque tienes un horrible horario de sueño?

—No me arrepiento —dice, juguetón.

—Está bien, de todas maneras no había espacio para ti en donde sea que vaya a vivir, ya le había dicho a Andy que compartiríamos dormitorio —miento para darle donde sé que puede afectarlo. Oliver deja de sonreír.

—Tienes razón, tengo unos horribles hábitos de sueño y me hace falta hacer ejercicio, voy a tomar tu propuesta, puff, levantarse temprano y a correr no es nada. Puedo con eso.

—Y también puedes lavar los trastes —agrego.

Se queda callado. Elevo mi ceja.

—Bueeeno, les mandaré una plantita de obsequio para que tú y Andy decoren sus dormitorios.

Vuelvo a abrir la boca con indignación y no me deja darle una respuesta porque rompe la poca distancia entre ambos y me atrae hacia sí colocando sus manos en mi cintura. No hago siquiera el intento de apartarlo, lo miro desafiante y él me ve con una clara diversión. Bajo la mirada hacia sus labios y Oliver se percata porque pronto pone su mano en mi mentón para besarme. Cierro los ojos y le sigo el beso sin rechistar. Siento el regusto sabor de la pasta de dientes, pero me concentro más en besarlo que en la menta misma. Este beso es más lento que los que usualmente nos damos y me encanta que sea así porque puedo disfrutarlo más y puedo tomarme el tiempo de tatuar en mi memoria la sensación de sus labios sobre los míos.

Se aparta de mí y como hace rato, reprocho por dentro.

—No lo decía en serio, claro que sí quiero ser parte de tu futuro —se apresura a decir con el semblante completamente serio. Su seriedad me eriza la piel—. Soy parte de tu pasado y tu presente, me parece justo ser parte de tu futuro también, ¿no lo crees?

Acaricia mi barbilla y le sonrío.

—Creo que aunque te diga que no tu dirás sí —golpeo con suavidad su pecho con mi puño. Una sonrisa se dibuja en sus labios—. Pero no te diré que no. Veo un futuro contigo, eres la primera persona a la que quiero en mi futuro.

Este ataque de sinceridad no me ha costado nada, ha salido tan natural de mis labios que me pregunto si en verdad lo he dicho yo, él es el que dice las frases cursis que hacen empalagarme, sin embargo, me ha contagiado su cursilería. Ya no volveré a acostarme con él, esta versión romántica de mí me causa rechazo.

Oliver traga saliva y lleva su mano de mi mentón a mi mejilla.

—Yo también quiero que seas parte de mi futuro —sincera—. Nunca creí que encontraría a alguien con quien pudiera sentirme tan cómodo y seguro. No imaginaba a nadie que no fueras tú. En serio. Eres la primera persona que hace que me sienta a gusto con... todo.

No dejo que siga hablando porque vuelvo a besarlo. Oliver se sorprende al inicio, pero me devuelve el beso. Lo siento, no pude aguantarme más, él decía cosas tan lindas y yo soy un tonto que cae cada vez que abre la boca. Mis manos se dirigen hacia su cuello y cruzo mis brazos alrededor de él. Lo que inicia como un beso dulce comienza a subir de intensidad. Sus besos son más demandantes y yo le sigo el ritmo como puedo. Las manos de Oliver bajan hacia mis muslos y me alza, poniéndome sobre la encimera del lavabo, ahogo un grito en sus labios y él se ríe sobre los míos.

—¿Otra ronda en la ducha? —pregunta, divertido. Niego con la cabeza y me aparto de manera considerable porque soy capaz de aceptar.

—¿No es demasiado temprano? —me excuso. El problema no es la hora, no quiero llegar a casa tan tarde

—Cierto, esperaré a que sean las 12 am para preguntarte de nuevo.

—Mi respuesta seguirá siendo no —río. Él finge una mueca de dolor.

—Soy tan incomprendido —suspira—. Es triste saber que la persona que una vez dijo quererte es capaz de causarte daño.

Entorno los ojos y empujo su pecho para que me dé espacio y pueda bajarme de la encimera. Oliver se ríe.

—Voy a bañarme —me avisa—, puedes agarrar lo que quieras de mi cuarto, estás en tu casa.

—¿Puedo usar tu cocina? —inquiero y asiente.

—Claro, bonito —sonríe y mira la ducha—. ¿Seguro que no quieres...?

—No.

Vuelve a suspirar de forma dramática.

—Él se enamoró de sus flores, pero no de sus raíces y en otoño no supo que hacer.

—Ya me voy.

Me apresuro a salir del baño y escucho una fuerte carcajada detrás de mí. Pongo los ojos en blanco. A veces olvido que, así como puede ser el chico más cursi, así puede ser el más imbécil. Y me gustan ambas versiones, para qué mentir.

(...)

—¿De qué te ríes?

Le pregunto. Ambos estamos en el comedor, he preparado hotcakes y café mientras él se duchaba. Era lo más fácil y rápido de hacer, además, a mí me gustan bastante los hotcakes, no solo por el sabor, sino que luego de tantos años preparándoselos a Lana, he llegado al nivel en donde me salen esponjosos y de un lindo y parejo color.

Dejo mi tenedor suspendido en el aire antes de poder llevarme el trozo de hotcake porque cierta persona que está delante de mí se ríe en silencio. Oliver tiene el cabello mojado y puedo sentir el olor de su jabón. Me ve con socarronería y no comprendo por qué.

—El chico que decía "no eres mi tipo" "no confundas nuestra relación" me hizo hotcakes —comenta con mucho orgullo mientras que mi ego se ve aplastado.

Las ganas de clavarle el tenedor son demasiado grandes.

—¿Quién dice que son para ti? —tomo su plato y lo pongo a un lado del mío, defendiendo mi orgullo—. Son para mí, prepárate los tuyos, imbécil.

—No me estaba burlando —aclara e intenta tomar su plato, pero le doy un manotazo. Eleva su ceja y de mala gana dejo que tome el plato otra vez—, en realidad me parece demasiado tierno y cursi —apoya su antebrazo en la mesa y recarga su mentón sobre su palma. Sus ojos se mantienen fijos en mi rostro y una sonrisita se asoma por el suyo—. Aww, quién dice que Jean Miller no puede ser un cursi.

—Solo son hotcakes, ¿qué tiene eso de cursi?

—Viniendo de alguien que podría darme de comer tierra, bueno, es bastante romántico.

—¿Y quién dice que no le puse tierra a los tuyos?

—Aww, hiciste hotcakes especiales para mí. Tan divino.

Suelto una pequeña risa. No sé cómo hace para convertir mis palabras en algo "romántico". Es imposible ganar una discusión con él porque no solo tiene una respuesta ingeniosa para cada ataque, también transforma tus palabras en algo que lo beneficia.

—Mejor come antes de que me arrepienta de habértelos hecho y me los coma por ti.

—"Habértelos hecho" —repite, embelesado—. ¿Ves que sí los hiciste para mí? —Lleva su mano hacia su pecho y pone una cara de cachorrito al que acaban de dar amor. Lo miro con advertencia y él deja de hacer esa expresión y comienza a comer con rapidez. Suelto una risa nasal. En verdad parece que teme que le quite los hotcakes.

Nos mantenemos en silencio durante los próximos minutos, el único ruido que se escucha en la mesa es el de los cubiertos y, al menos audible para mí, los ruidos de satisfacción de Oliver cada vez que lleva un trozo de comida hacia su boca.

—Uhm —emite, disfrutando de los hotcakes—. Sabe muy bien, ¿cómo es que todo lo que haces te sale tan perfecto? Lo pensé mejor, tienes razón, deberíamos vivir juntos. Tú cocinas y yo lavo los trastes. Una relación muy buena en mi humilde opinión. Podríamos turnarnos.

—Cuando me toque lavar los trastes te dejaré los sartenes y las ollas.

—No me parece muy justo.

—¿No? No importa, no tienes voz ni voto en estas decisiones.

—¿Así son las cosas ahora? ¿Después de que te he entregado mi cuerpecito santo?

—Espera, ¿qué es esto que siento? —Finjo un malestar y llevo mi mano hacia mi estómago—. Creo que no voy a llenarme con lo que hice, voy a tener que comer más —miro su plato.

Oliver parece entender mis palabras y se apresura a agarrar su plato, como un niño que defiende sus dulces en una piñata.

—Está bien, yo lavaré las ollas y sartenes, pero deja de querer quitarme mis hotcakes, desalmado.

Esbozo una sonrisa, satisfecho con su respuesta y los dos continuamos comiendo. No sé si está fingiendo, pero a él realmente parece gustarle el desayuno. Veo los gestos que hace y por un momento pienso que me gustaría poder cocinarle hotcakes todas las mañanas. Un pensamiento que pongo en el fondo de mi interior porque es tan ridículo y porque Oliver se atreve a decir:

—No sé qué me gusta más, si tú o los hotcakes.

—¿La respuesta no es evidente? —enarco una ceja.

Finge pensarlo, llevando el tenedor hacia su mentón.

—Sí, los hotcakes.

Juro que una vena casi estalla de mi cuello.

—Escupe los hotcakes ahora mismo, imbécil malagradecido —ordeno y hago el intento por levantarme de mi asiento. Oliver se ríe y se levanta de su silla, tomando considerable distancia.

—¡Los hotcakes no me amenazan! —dice en su defensa.

—¡Lo hotcakes no te dicen que te quieren! —contraataco y me arrepiento al instante.

Oliver luce un poco sorprendido, pero aun con el asombro, continúa:

—¡Tú tampoco!

—¿Y no es obvio?

—Bueeeeno, así que digas tú uyyy qué obvio...

—Te quiero.

Él se queda pasmado unos segundos. Yo bebo de mi café, pretendiendo que no he dicho nada importante cuando la realidad es otra, el corazón me late a mil y mis mejillas se sienten calientes. No suelo decir estas palabras, mucho menos a Oliver. Si bien le he dicho alguna cursilería, no le había mencionado antes (o al menos con tanta seguridad) que lo quiero. Y pensaba que no hacía falta, ¿no está claro que lo quiero?

—¿Qué dijiste?

—¿El ego no te deja oír o qué?

Curva sus labios en una sonrisa.

—Sé que me quieres. Y yo a ti, muchísimo. No hay nada en el mundo que quiera más que ti —me da una mirada tierna que calienta mi corazón y oculto una sonrisa con ayuda de mi taza de café—. Excepto si hablamos de crepas, ahí sí no te sorprendas de que no te escoja.

Y ahí mató el romance.

Tomo una servilleta, la hago bolita y se la tiro con fuerza en su rostro, tomo otra y luego otra y después pierdo la cuenta de cuantos papeles le aviento. Oliver se echa a reír.

—¿En serio elegirías las crepas? —me indigno.

—Nop, elegiría a mi novio.

Ahora es mi turno de quedarme perplejo. Sobre todo porque por un momento creo que he oído mal, pero al verle la sonrisa de orgullo luego de decir "novio" junto a esa mirada coqueta con una pizca de timidez, sé que he escuchado bien. Acaba de decir novio. De decirme novio.

La bolita de papel que estaba haciendo con mis manos para tirárselo se queda sobre la mesa y creo que las pocas neuronas que me quedaban también. Una marea de sentimientos me derriba en mi interior, pero como siempre, trato de no verme afectado.

—¿En qué momento me lo has pedido? —bromeo, aunque el tono de mi voz ha sonado como una queja.

Espero que Oliver suelte otra broma o una de sus típicas frases de coquetería barata, no obstante, él no luce como alguien que esté jugando. Mantiene la misma expresión de hace un instante con la pequeña diferencia de que ya no hay timidez en su mirada, sino determinación. El estómago se me encoje y los nervios se apoderan de mí. ¿Qué se supone que está buscando con esto?

—¿Podemos ser novios?

Parece que mi corazón ha dejado de latir por un segundo para después latir con mucha más fuerza. Mi mente se queda en blanco y mi rostro en un rojo vivo. ¿Lo está diciendo en serio? ¿De verdad está haciendo una pregunta así de importante así sin más? Siento la boca seca y un puñado de miedo me atraviesa por completo. No estoy seguro de poder darle una relación, o al menos no ahora, no lo sé, nuestra relación ha funcionado bastante bien por el momento, podría decir que hasta somos novios sin tener el título oficialmente, pero siento que el título me queda demasiado grande para alguien como Oliver.

—Esperaba, no sé, globos, flores, dinero —intento desviar la pregunta hacia otro lado. No sé qué responderle.

—¿Mi corazón no es suficiente? —me sigue el rollo.

—Uhm...

Él blanquea los ojos, sonriendo.

—No haré un drama ni bromearé porque lo que pregunté antes era en serio —se rasca la nuca, nervioso. Yo apenas puedo respirar—. Estoy seguro de que quiero pasar mi futuro contigo, nunca en mi vida había estado tan seguro de algo —hace una pausa y el miedo que sentía comienza a sentirse como una completa calidez—. Y no quiero seguir siendo el cobarde de hacia unos años atrás que no era capaz de ser sincero contigo. Me gustas, me gustas mucho, eres el romance que he estado esperando y que seguiré esperando. Sé que las relaciones no son lo tuyo y tampoco quiero presionarte si aún no quieres ponerle nombre a lo que tenemos. Siempre te he dado tu espacio y seguiré dándotelo, tampoco tienes que responder ahora, es más, si esto te incomoda podemos fingir que no he dicho na...

—Sí.

Él se sorprende por mi respuesta y no voy a negarlo, de cierto modo yo también. Qué puedo decir, sus palabras acaban de darme una bofetada y acaban de hacer que trague mis miedos.

—¿Sí?

Le sonrío.

—Sí.

—¿Estás seguro?

—Lo estoy.

—¿De verdad?

—¿Quieres que te diga que no o qué?

—No, no, no, solo que...

Me levanto de mi silla y camino hacia él. Cuando estamos cara a cara, tomo sus manos con las mías. Él me mira expectante y trato de tranquilizarlo con una sonrisa. Sé a lo que se refiere. Yo, de todas las personas en el mundo, diciendo que sí a una relación... Es difícil de creer hasta para mí. Una relación... Joder, es una enorme responsabilidad, pero desde que comencé a estar con él jamás la he sentido como una carga, no he sentido que pasar mis días libres a su lado sea una molestia, tampoco me irrita ni me siento asfixiado, no se siente como una obligación con la que debo cumplir como el basquetbol, todo lo opuesto, es como cuando jugaba basquetbol sin presiones, sin responsabilidades, solo divirtiéndome y siendo feliz. Y es por eso que creo que ninguna de las relaciones en las que he estado se ha sentido como una relación. Él es mi primera vez en este sentido, es la primera vez que siento que estoy en una relación de verdad.

Mi primer beso, mi primer amor, mi primera relación. Él se ha llevado todo.

Mi único problema es que...

—No estoy seguro de darle algo estable a las personas —soy sincero con él—, a veces aún siento que las personas van a alejarse de mí o que yo voy a irme y que por ende no debo crear vínculos, ni tampoco ser cariñoso, romántico o cursi. Pero contigo en serio quiero hacer cosas que creí que nunca querría hacer y también quiero seguir en tu vida y quiero que tú no te vayas de la mía. Te lo dije, quiero que construyamos un futuro, juntos. —Trago saliva—. Eso sí, soy bastante nuevo en esto, así que soy consciente de que habrá cosas que deba mejorar, si me equivoco en algo, dímelo.

Oliver sigue viéndome con bastante confusión y sorpresa. Me quiero reír de su expresión, pero claro que me aguanto. ¿Por qué se sorprende de mi respuesta? ¿No fue él el que me dio un discurso cursi? ¿O en serio creía que, aunque me dijera todas esas cursilerías, mi respuesta sería un "no" o un "voy a pensarlo"? Si es así, no sé si es un alivio o una decepción para él, lo que sí sé es que ni siquiera necesito pensarlo. Son los efectos de estar con él, no pienso en lo que hago.

—Yo... Uhm... Estoy sorprendido.

—Sí, lo noté —digo con burla—. Se murieron tus pocas neuronas.

Él parece que aún sigue procesando la información.

—Te juro que cuando pensé en este momento, imaginé todas las posibles respuestas, pero no un sí, así, sin más.

—Te juro que yo tampoco pensé que ibas a pedírmelo, así sin más —imito su tonada—. Soy un chico bastante interesado en las cosas materiales, ¿lo olvidaste? —juego con él.

—No planeaba decírtelo, fue un momento de valentía repentina que no sé de dónde mierda salió, Dios me hubieras dicho que no, ya me arrepentí. —Me suelta las manos para llevárselas a la cabeza, frustrado.

El corazón se me para.

—¿Qué?

—No de ese modo —se da cuenta de lo que acaba de decir y vuelve a tomar mis manos con las suyas—. Me arrepentí de decírtelo de un modo tan simple y de la nada, voy a pedírtelo de una mejor manera. Sé que no puedo pedirte nada, pero espérame hasta que encuentre un mejor modo para declararme.

Un cosquilleo me recorre el pecho.

—Te esperé varios años, un par de semanas no son nada.

Oliver sonríe de oreja a oreja.

—Dios, quiero besarte.

—Entonces bésame, tonto.

No lo piensa ni dos veces cuando ya está presionando sus labios contra los míos. Es un roce suave, pero ese roce es suficiente para desbocar mi corazón. Lo siento tímido y seguro a partes iguales, la sensación es parecida a la que sentí cuando nos besamos por primera vez cuando éramos niños. Es un beso dulce, uno que sabe a hotcakes, a hogar y a promesas.


***
FELIZ SAN VALENTIN <3

si no estoy mal, nos quedan 7 capítulos, hagan sus apuestas, termina bien??? Termina mal??? :)

Nos leemos pronto, bonitas, bonitos y bonites ♡♡♡

Continue Reading

You'll Also Like

190K 32.2K 43
"Deseamos arreglar cosas rotas cuando nosotros somos los que necesitan arreglo". Owen Philips se siente desagradado de los animales desde que tiene u...
3.7K 355 9
Luego de cumplir los dieciséis años Leo intenta suicidarse, Rocky esta dispuesto a dar lo mejor de sí para devolverle la felicidad que Leo ya vió por...
53.8K 1.6K 48
"me gustaría ser más cercana los chicos del club, pero supongo que todo seguirá siendo igual, no?"
1.4M 268K 89
Todo comenzó cuando Bastian le lanzó una lata en la cabeza a su nuevo vecino, Dylan, y desde entonces no se han separado, a pesar de que son algo dif...