La melodía de Auric

By LenaMossy

49.6K 7K 7.2K

La vida de Aura ha sido cualquier cosa menos sencilla. Ha superado todos los obstáculos y se ha convertido en... More

Sinopsis
Capítulo 1
★ NOTA ★
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39

Capítulo 15

1.8K 202 312
By LenaMossy

ERIC

Mailén ha insistido en que debemos asistir a todos los «after». Supuestamente hay personas importantes que quieren conocernos y pasar tiempo con nosotros. Por lo general, no voy sin importarme lo que dice, pero ha encontrado cómo manipularme.

Si no asisto, no me entrega pastillas, así de sencillo. Entonces obedezco, pero estoy tan ausente que en realidad no importa. Sé que nos presenta gente, que algunos piden fotografías y que las acepto de forma mecánica; a estos no puedo enviarlos al carajo tan rápido como a la otra chica. El resto del tiempo me recluyo en un rincón a fumar y beber un whisky tras otro, nadie que valore su vida se atreve a recordarme que no se permite fumar en espacios cerrados.

El «after» es en un exclusivo club nocturno que cuesta más de lo que muchos ganan en un mes. Es la fiesta de alguien, no sé de quién, y como regalo nos han traído a perder el tiempo. Por lo menos, la música electrónica me recuerda a la de Gustavo y los juegos de luces forman figuras por arriba de nuestras cabezas al ritmo preciso de cada canción.

Estoy cansado de todo esto. Preferiría que me idolatren sin tener que relacionarme con ellos.

Sacudo la cabeza. El letargo ha regresado. Los tres cafés que tomé durante el concierto ya han perdido su efecto. Percibo las grietas en mi cabeza, esas líneas chuecas que dejan escapar al Eric de años atrás. A veces todavía me sorprendo cuando me miro al espejo y lo encuentro a él, no a mí.

—¿Podrías sonreír? —pregunta Mailén sin mirarme cuando toma asiento a mi lado—. Parece que estás aquí en contra de tu voluntad.

—Porque estoy aquí en contra de mi voluntad.

Mailén acomoda un mechón de su cabello, regala una sonrisa a su esposo —quien conversa con dos chicas exuberantes— y abre con discreción su bolso. Sus ojos verdes me invitan a mirar en el interior y encuentro dos frascos de mis pastillas.

Dibujo mi mejor sonrisa.

—Así me gusta, Eric.

Nicolás se gana mi atención. Está riendo a carcajadas con ambas chicas y una coloca una mano sobre el antebrazo de él.

—¿Y esas quiénes son?

—Unas influencers —explica Mai y me echa una mirada reprobatoria, no debería fumar a su lado y ella tampoco debería chantajearme con pastillas; así que termino el cigarro y enciendo otro. Mai pone los ojos en blanco y continúa—: En fin, la morena tiene cuatro millones de seguidores y la de cabello rosa tiene seis millones.

—¿Y planeas prostituir a tu esposo o qué?

—No —dice con una mueca de asco—. Nada de eso.

—¿Entonces?

—Sólo están hablando, Eric —explica con un tono odioso, como si yo fuera un tarado—. No me afecta en nada que Nicolás sea un poco más amable de lo apropiado.

Yo solía hacer eso. Nunca pensé en cómo podría sentirse Aura. No pasaba a más, ni siquiera a un abrazo, pero es la misma mierda. Tal vez merezco todo lo que me está pasando.

—¿No te incomoda?

—No, yo le dije que lo hiciera.

—¿Y si Nicolás se emociona...?

—No lo hará —sonríe Mai con toda la atención en el bajista de Gray—. Confío en él.

Nicolás desvía la mirada un segundo hacia ella y le regala una sonrisa cómplice.

»Creo que acaba de conseguir algo bueno.

—Ustedes son peligrosos.

Son cómplices. No existe nada más peligroso que una pareja cómplice. Una pareja puede amarse sin ser cómplices.

—Tú podrías hacerlo, no creo que Aura se enoje.

Propino una calada tan honda que Mai entiende que no quiero hablar de eso.

»Eric, me dijeron cómo trataste a Isabella.

—¿A quién?

—La telonera. La nueva adquisición de la disquera.

—Ah, esa.

—Isabella, tiene nombre.

—Lo que sea.

Mailén me arrebata el cigarro y lo aplasta con su zapato de tacón.

»¿Qué mierda te pasa?

—¿Qué mierda te pasa a ti, Eric? —espeta—. Tienes una actitud horrible. Sí, ya eras un pesado desde antes, pero últimamente eres insoportable.

—Lo dice la manipuladora —rio y, con toda calma, enciendo otro cigarro frente a la mirada frustrada de nuestra manager—. ¿Y si una de esas quiere acostarse con Nicolás?

—Pues se quedará con las ganas.

Meneo la cabeza y fumo en silencio un momento.

—Eres ingenua.

—¿Por qué? ¿Crees que no sé que ustedes se acostaban con todo lo que se movía? —Ella relame sus labios y endereza la espalda—. Nicolás no me engañará, Eric.

Lo siento. La risa se me escapa sola.

Mailén toma una botella de agua que le entrega el mesero. No puede abrirla sola, así que la ayudo y se la regreso.

—No proyectes tus inseguridades en nosotros, Eric —dice Mailén. Sus palabras me toman por sorpresa, mas no tengo tiempo de reaccionar y ella vuelve a hablar—: Ahí viene Isabella. Tiene un millón de seguidores y los boletos para sus presentaciones en la capital se agotaron en un día, es algo bueno para un artista tan novato. Tienes que ser amable o te olvidas de tus pastillas.

Una amiga no me conseguiría las pastillas, mucho menos me manipularía, pero Mailén es mejor manager que amiga. Comprende este mundo quizá mejor que nosotros, sabe de cuál hilo tirar y cuando debe hacerlo.

Isabella se detiene frente a nosotros. Tiene el cabello lacio y teñido de rosa pastel. Su piel es blanca y posee un par de enormes ojos que con el maquillaje parecen de muñeca. Viste muy parecido a Cristal, pero mezcla el negro con tonos rosas o morados.

Sus botas le llegan a la rodillas. Están cubiertas de hebillas y cadenas; en la plataforma tiene escrito «Eric» y un corazón.

—Si vas a pertenecer a la disquera, debes conocer la versión de Eric sin Aura —dice Mailén.

Isabella ríe, pero noto que la mención de Aura la hace arrugar su nariz como si fuera algo desagradable.

—Está bien. Pedí una fotografía en un mal momento.

Mailén es dulzura absoluta mientras habla con la chica. Llama a Nicolás, este se disculpa con las dos chicas con quienes conversaba, y se acerca a nosotros. Mai los presenta y se supone que nos enfrascamos en una animada conversación de la cual no formo parte porque no se me antoja ni pronunciar un monosílabo.

—Te juro que normalmente habla —bromea Nicolás—. Y cuando Aura está cerca es totalmente diferente.

Isabella vuelve a reír, pero esa mueca igual se pronuncia en su rostro y dice:

—Creo que todos los admiradores sabemos de lo bonita que es su relación con Aura, pero verlo de cerca es muy diferente.

Y los tres me observan, aunque Isabella tiene toda mi atención y ella se sonroja. Sólo aparto la mirada para revisar mis redes sociales.

—¿Cuál es tu nombre de usuario? —pregunto.

Isabella se infla como pavo real. Puedo apostar que en dos segundos ya ha imaginado que la seguiré en redes sociales, luego le mandaré un mensaje privado y en cuestión de días será mi amante.

Ilusa.

Mailén me da una palmadita aprobatoria en la rodilla. Ella claro que no imagina que engañe a Aura, pero aprobará que sea más amable.

Isabella me enseña su celular donde muestra ese millón de seguidores con honor.

Yo tenía eso hace muchísimos años, idiota.

No la voy a seguir. Sólo necesitaba su nombre de usuario para buscarlo en mi lista de bloqueados. Las únicas cuentas que están ahí son aquellas que han insultado a Aura cuando publico algo sobre ella.

Isabella se asoma un poco en mi celular. Permito que vea lo que hago y, de soslayo, la noto palidecer.

No demoro mucho encontrarla en la lista. Su palomita azul de usuario verificado ayuda.

—¿Qué dijiste de Aura? —pregunto.

Mailén se queda con la sonrisa congelada. Nicolás entiende al instante lo que he hecho y trata de intervenir, pero lo callo con un simple movimiento de la mano; si se atreve a meterse le irá mal y ni Dimas lo salvará.

—Yo... no... —titubea Isabella—. Fue hace años... Era muy joven, no sabía...

—¿No sabías respetar a otra mujer o qué? ¿Te parió una perra?

—¡Eric! —reprende Mailén.

Isabella tiene los ojos llenos de lágrimas y tiembla. No sé qué apariencia tengo, probablemente no muy amable.

—Perdón, yo... —Gruesas lágrimas caen del rostro de la chica—. Es que no pensaba que fuera suficiente para ti, pero me equivoqué, yo...

—¿Te equivocaste? ¿Por eso haces muecas cuando escuchas su nombre? —me incorporo. Isabella luce diminuta en su asiento—. Aura.

Ella baja la vista.

»Esta mujer no firmará con la disquera —advierto a Mailén.

La manager se incorpora de un brinco y me sostiene la mirada sin importarle que debe levantar muchísimo la cabeza.

—Eso no lo decides tú, Eric.

—Sabes que sí.

No pienso decir más. Me retiro del lugar, pero Mailén me sigue. Escucho sus tacones altos repiqueteando a mis espaldas hasta que tira de mi playera. Giro de mala gana, Nicolás está atrás de ella y me suplica con la mirada que pare lo que sea que está sucediendo.

—No, Eric. Basta, me tienes harta con tu actitud de...

—Elijan —señalo a Isabella—. Ella o yo. Si tanto la quieren en la disquera, pues que sea la vocalista de MalaVentura.

—No puedo creer que...

—¡A la mierda! —bramo. Mailén retrocede y Nicolás se interpone.

—Ya, Eric —pide él—. Tampoco voy a permitir que le grites.

Nicolás aparenta tranquilidad, pero está tan tenso que las venas en su frente se marcan. Está listo para golpearme si me atrevo a volver a gritarle a Mailén y está bien, es lo que yo haría.

—Demándenme, hagan lo que quieran, no me importa. Puedo salir adelante solo y lo saben, pero no voy a compartir escenario con una mujer que disfrutaba ofendiendo a Aura.

—Eric... —murmura Mailén.

—¿O tú lo harías, Nicolás? Si ella se hubiera burlado de Mailén.

Nicolás entiende a la perfección. Niega despacio.

»Bien.

Y me marcho. Salgo al pasillo de la parte trasera que conduce a una de las salidas. Las luces están encendidas y la música llega amortiguada. Estoy por salir en busca de un taxi cuando recuerdo que Mailén tiene mis pastillas y ya no me quedan más en el hotel.

No soporto esto.

Quiero llorar.

Me recargo en la pared gris. Golpeo con suavidad mi cabeza contra el concreto y recurro a la única persona que puede calmarme.

Aura responde al tercer timbre. Su voz adormilada me hace sonreír.

—¿Ya regresaste al hotel? —musita y luego bosteza.

Escucharla me hace sonreír.

—No.

—La música se escucha bien.

—Está bastante bien, te gustaría.

Ella ríe bajito y deseo con todas mis fuerzas estar a su lado en la cama. Recuerdo su calor en mis brazos y su cabeza en mi pecho.

—¿Y cómo te va?

—Es una mierda.

Aura vuelve a reír. No puedo decirle el motivo, se sentiría mal.

—Ya me enteré de que le negaste una fotografía a Isabella.

Entorno los ojos, ¿tienen que divulgar todo lo que hago?

—Insultó a Mailén en sus redes sociales. Apenas lo descubrimos y ya no firmará con la disquera.

—Oh, ¿en serio? —Aquello la hace espabilar—. Qué terrible, eso le pasa por usar mal sus redes sociales.

—Así es...

Conversamos un rato sobre el concierto. Me encanta su risa cuando habla del tatuaje que todos vieron. No suelo mostrarlo porque a ella le da pena, pero necesitaba que la vieran en mi piel. Sí, tal vez mi devoción es algo insana; no me importa.

—Créeme que las chicas no estaban mirando el tatuaje —dice con una risita—. Pero no importa. Pueden ver, mas no tocar.

—Sabes que soy tuyo.

Aura suspira.

—Lo sé, hombre.

Y la tensión en la línea crece. Si estuviera en el hotel, le rogaría por escucharla tener un orgasmo. Ella no tiene idea de lo mucho que me gusta escucharla gemir.

Pero no estoy en el hotel. No me pasearé por aquí con una erección.

—¿Y cómo te fue hoy? Hablé con los mellizos por la tarde.

Aura me cuenta sobre nuestros hijos. Cada día crecen más y la certeza de que me estoy perdiendo eso incrementa la presión en mi pecho. Puedo darles cualquier cosa material que quieran, menos mi presencia.

—Y en el trabajo bien —finaliza.

Mi cabeza golpea suave la pared.

—Vi el video.

—Sí...

—¿Pretendía darte una serenata o qué?

—¡No! —ríe ella. Eso me calma un poco—. Sólo nos contaba que llevaba muchos años sin tocar la guitarra.

—Se nota.

La carcajada de Aura me hace reír.

—No seas cruel. Tú eres el mejor, lo sabes.

—Parecía que tocaba con los pies.

—¡Eric!

—¿Qué? —rio—. No debió pasar vergüenzas, o sea, eres mi esposa.

Aura no es tonta. Apuesto que ha notado la posesión en mis palabras.

—Y te amo con locura, Eric.

Y me sonrojo porque soy bastante patético.

—Yo a ti, Aura...

Callamos un momento. Ella inhala hondo, como si necesitara valor, y eso de inmediato despierta mil alarmas en mi cabeza.

—Mañana iremos a la playa —dice ella.

—¿Con los niños?

—Sí... —responde despacio—. Trabajaremos en la playa.

Me aparto de la pared.

—¿Trabajarán? ¿Quiénes?

Aura suspira.

—Luca rentó una casa en la playa sin avisar. Iremos todos, Milo nos acompañará... y...

Calla. Yo no sé qué decir.

Una presión se instala en mi pecho. Crece con cada segundo, rodea mi cuello y se propaga por mis extremidades hasta reptar por debajo de la piel de cada dedo que poseo.

»Si te incomoda, no iré.

—No, claro debes ir, Aura. No voy a decirte a dónde ir o no.

—Pero...

Ella lo nota, no quiero que lo haga. No quiero que viva atormentada por hacerme daño con esto cuando ni es su intención.

—Y los niños aman ir a la playa. Diviértanse, ¿sí? Yo tengo otro concierto, entrevistas, prueba de sonido y todas esas idioteces.

—Eric... ¿Estás seguro?

—Claro que sí, Aura.

Y su suspiro es de alivio... ¿Temía contarme? Intento, con todas mis fuerzas, mostrarme feliz y sin preocuparme por algo que en realidad carcome mi vida cada segundo del día.

Escondí por tanto tiempo mis sentimientos que lo consigo. Aura está riendo cuando nos despedimos. Prometo enviarle un mensaje al llegar al hotel.

No obstante, el aparentar esos minutos ha drenado mi poca energía.

Recargo la frente en la pared y cierro los ojos. No sé cómo lograré llegar al hotel sin dormirme en el camino. Podría ir por Henrik, pero sólo me regañará y es lo último que necesito o quiero.

—Eric. —Vic se detiene a mi lado y me enseña la bolsa de Mailén—. Mai me dijo que te las entregue y te acompañe al hotel.

Asiento.

—Gracias.

Acepto la bolsa. La reviso y encuentro mis pastillas. Una calma caliente recorre mis venas al imaginar el segundo en que podré tomarme una y olvidarme de todo esto por unas horas.

También me ha traído un refresco con exceso de azúcar. Lo bebo mientras salimos del lugar. Vic va saludando algunas personas, yo ignoro a todos.

Una camioneta negra ya espera por nosotros frente a club nocturno. Me precipito en su interior antes de ser detenido por una marea de autógrafos y fotos. Vic no logra escapar tan rápido, sube unos minutos después.

El chofer pone en marcha el vehículo. Espero a estar un poco lejos del lugar para sacar una pastilla de uno de los frascos. Vic mira hacia otro lado cuando la meto en mi boca y la trago sin ningún líquido.

—Dice Mailén que perdón.

—¿Por qué? —pregunto mientras me acomodo en el asiento—. ¿Por lo de Isabella?

—No. —Vic vuelve a mirarme y señala la bolsa morada de la chica—. Por ser mala amiga.

No quiero hablar de eso.

Desvío la mirada hacia la ventanilla, así escondo las lágrimas que han inundado mis ojos.

Tengo tanto sueño. El letargo ya era abrumador sin tomar otra pastilla, pero esas hormigas por debajo de mi piel no se calmaban sin importar lo adormilado de mi cuerpo. Necesitaba otra pastilla.

Y mañana temprano necesitaré otra para sobrellevar el día o no soportaré saber que Aura y los niños están con Luca.

Creo que puedo perder el control, pero no sé qué más hacer. No tengo las armas para luchar contra estos sentimientos sin los fármacos.

He sufrido demasiado.

Perdí dos hijas. Nunca las abracé ni festejé un cumpleaños con ellas. Y no puedo darle otro hijo a Aura, porque sé que es mi culpa. Es mi cuerpo por joderlo con estas cosas, por mi poca madurez y capacidad para manejar algunos sentimientos. Todo es mi culpa.

Por mi culpa Aura presenciará cómo su mejor amiga atraviesa por uno de sus más grandes sueños.

¿Y si me deja por eso? ¿Y si se percata de que soy el culpable de frustrar su sueño?

La camioneta se desliza por las calles oscuras de una ciudad, ya ni recuerdo cuál, pero no hemos salido del país. Mi ansiedad aumentará cuando viajemos a Estados Unidos, luego a Sudamérica. Estaré tan lejos de Aura que no sé si mi cuerpo resistirá y eso me asusta. Sólo quiero refugiarme en sus brazos, el sitio más seguro para llorar, y escucharla decirme que todo estará bien. Porque si ella me dice eso, lo creo, porque, después de todo, ella es mi mayor droga.

Nota:

Y ese es el último capítulo de los que ya tenía publicados, ya vienen los inéditos ;D ¿Listos? 

Continue Reading

You'll Also Like

17.4K 3.1K 37
SPIN OFF DE AMOR CLANDESTINO Se recomienda leer Amor clandestino 1 y 2 primero para evitar spoilers y para entender mejor el desarrollo de la trama...
195K 17.7K 34
Hyunjin es el chico más guapo y coqueto de la preparatoria, Felix es un chico estudioso y el líder del club estudiantil. ¿Podrá Hyunjin lograr que Fé...
888K 39.5K 49
¿Como algo que era incorrecto, algo que estaba mal podía sentirse tan bien? sabíamos que era un error, pero no podíamos estar sin el otro, no podíamo...
20.1K 1.8K 35
ㅡ¿Que haras? ¿Romperme el corazón como ella lo hizo contigo? ㅡCállate y Bésame antes de que me arrepienta ⚠️Basada en una historia real⚠️ Inicio: 01...