25
Son seres pacíficos
Necesitaba una buena excusa.
Mis padres habían llegado hace más de una hora a casa y yo seguía dentro del auto de Zack pensando una posible buena y creíble excusa.
— ¿Ya tienes algo? —Observo a Zack esperanzada.
De verdad necesitaba una mentira con urgencia. Él se veía tan relajado que casi podía ver que no le afectaba en absoluto nada, mis padres eran muy buenos descubriendo mentiras.
— ¿Algo? —torció las cejas.
— ¡Zack! Esto es serio, me van a echar de la casa—eso es imposible pero un poco de drama no le hace daño a nadie.
—Eso es imposible.
—Es muy posible—hago un puchero—. Ayúdame.
—Vale.
El soltó un suspiro y bajo del auto dejándome desconcertada. Cuando abrió mi puerta me quede perpleja, él había abierto la puerta para mí. Baje del auto y lo mire.
— ¿Qué?
— ¿Por qué hiciste eso?
— ¿Hacer qué?
Parpadee mirando hacia mi casa cortando el tema.
—Nada. ¿Qué vas hacer?
—Presentarme.
—Estás loco.
— ¿Por ti? ¿Quién acaso no? Pero aun así, debo presentarme.
—Zack...
El avanzo hacia la casa, el frio me golpeo y comencé a caminar más rápido.
El freno en seco y giro a mirarme para decir:
—Si quiere que me presente, ¿No?
No sabía que decir, él y yo aún no éramos una pareja normal, pero aun así la idea de que el conociera a mis padres me emocionaba demasiado.
—Si quiero, enserio—puse mis manos sobre su pecho—. Pero...
—Puedo presentarme como tu amigo.
Si él quería que eso fuese así, estaba bien, al fin y al cabo aun no sabía que era esto que teníamos.
—Si eso quieres.
—No. No quiero eso—me beso la frente haciéndome suspirar—. Pero por ahora será así.
Por ahora.
—Vale.
Entramos a casa y se escuchaba a papa hablando por teléfono en su estudio.
—Tiene ojos verdes y estatura sobre 1.60—el hace una pausa—. Pero por supuesto que no, mi hija nunca haría algo así, agente.
Abrí la puerta de golpe sobre saltando a mis padres, mi madre se levantó del sillón súper rápido y mi padre se quedó en silencio.
— ¡Mura! —mi madre corrió abrazarme—. ¿Por qué no respondes el teléfono?
—Se me apago en la mañana.
Respondí muy lento esperando la reacción de mi padre.
—Ya no será necesario la búsqueda, oficial. Mi hija acaba de llegar—el suspira aliviado—. Muchas gracias por su tiempo.
—Perdón por llegar tan tarde y no avisar...
— ¿Dónde estabas, Mura? —mi papa se acercó a abrazarme—. Estaba preocupado. ¿Estás bien?
Ya papa, basta que lloro y no mereces que te estreses por mi culpa. Mas si tu hija no estaba haciendo cosas de Dios la anterior noche.
—Estoy perfecta, papa—casi, solo desvirgada.
—Debes de avisar, Mura—mire a mi madre—. Pensamos que te había pasado algo.
—Fue mi culpa.
Oh, me había olvidado de ti.
Mis padres giraron al mismo tiempo para mirar a Zack sorprendidos.
— ¿Quién es este chico tan apuesto, Mura? —cuestiono mi madre.
—Un placer señor y señora, Overman—Zack extendió su mano hacia mi padre con educación.
Mi padre aun con su semblante de preocupación estrecho la mano de Zack.
—Soy Zack...
— ¿Howar? —pregunto mi padre.
Zack asintió.
—Sí, señor.
—Conozco a tu padre, Como olvidar a mi viejo amigo Nelson.
—Esta de luna de miel por cierto—sonrió Zack—. Un placer—volvió a insistir el rubio.
—Igualmente—respondió mi padre dejándome perpleja.
¿Igualmente?
—Estudio música al igual que Mura en la academia—se acomodo el cabello y por dos segundos me desconecte—. Y también estudiare negocios internacionales apenas termine la academia.
— ¿Le gusta viajar? —mi padre se interesó.
Definitivamente ya sospecha algo.
— ¿A quién no?
—Buena respuesta. ¿Qué universidad?
—Columbia británica—respondió mi chico nuevamente con seguridad.
Mi padre lo observaba con curiosidad, analizándolo y mirando su alma.
—Aquí mismo en Vancouver.
—Sí señor.
—Que buen amigo, Mura. Definitivamente Nelson hizo un excelente trabajo—alagó a Zack—. Apenas vuelva Nelson de su luna de miel avísale que ya estoy enterado y que me acepte un trago.
—Se lo hare saber, por supuesto.
—Que simpático—hablo mi madre—. ¿Quieres quedarte a comer?
—No, él ya se va—interferí antes de que Zack respondiera.
—Un placer Señor y señora Overman—se despidió mientras yo lo llevaba a empujones hacia la salida.
Dios trágame y escúpeme en Australia.
Cuando llegamos nuevamente a su auto el comenzó a reír.
— ¿Qué?
—Tus padres son seres pacíficos.
—Lo son. Pero no te imaginas ni un poco la cantidad de preguntas que me harán cuando entre a casa.
El borro su sonrisa y me acorralo contra su auto.
— ¿Qué haces? Estamos frente a mi casa.
—No querías que me quedara a cenar, ¿Por qué?
Oh.
—Pensé que te sentirías incomodo—fruncí el ceño—. Ellos suelen ponerse un poco intensos. Prefiero que cuando ya tenga todas las respuestas a sus preguntas ya allá algo claro entre nosotros.
—No entiendo.
— ¿Qué no entiendes? Es demasiado fácil de comprender.
—La que no comprende aquí nada, eres tu Murita—odiaba tanto que me llamara de esa manera, pero al mismo tiempo era tan jodidamente sensual.
—Se claro.
—Siempre he sido claro—me apretó la cintura—. Quiero que seas tan mía como yo soy tuyo.
Volví a quedarme sin respiración, él tenía ese don de dejarme perpleja y con el corazón a mil por hora.
—Pero aun no me has pedido que sea tu novia.
Fue mi respuesta antes de comenzar a besarme nuevamente. Mis manos tomaron su camisa apretándolo, quería volver a estar con él, lo necesitaba nuevamente.
—Pero no tengo aun una propuesta decente a mi disposición.
—Solo debes de hacer una pregunta y ya. Repite conmigo. Mura.
—Mura—repitió el.
— ¿Quieres ser mi novia y única pianista a la que mirare de ahora en adelante?
El solito una carcajada.
—No repetiré eso.
—Al menos respóndelo.
El suspiro y me sonrió.
— ¿Quieres ser mi novia? —ya pídeme matrimonio mejor.
—Y...
—Y ser mi pianista favorita de ahora en adelante... ¿Quieres?
—Pero por supuesto joven Howar. Para mí sería un placer ser su novia.
—No definitivamente para mí es un placer ser tu novio señorita Overman.
—Tan adulador señor Howar—acaricie su pecho.
—Usted tan hermosa como siempre Señorita Overman—me beso la frente.
Y con ese beso supe entonces que estaba tan jodidamente enamorada de él y ya era muy difícil no querer gritárselo al mundo y especialmente a él.