The Stripper Ꞝ Sahyo

Bởi Ss0ulx

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❥. ᭄ 𝐒𝐚𝐡𝐲𝐨 ★ Adaptación ❝ ¿Se han imaginado tener dos vidas? ¿Ser dos personas al mismo tiempo? Apues... Xem Thêm

Sinopsis
Capítulo 1- "Doble Vida"
Capítulo 2- "Regreso a Miami"
Capítulo 3- "La Stripper"
Capítulo 4- "Nueva presidenta"
Capítulo 5- "Primer día"
Capítulo 6- "Conversación y más tiempo juntas"
Capítulo 7- "El baile"
Capítulo 8 -"El beso"
Capítulo 9 - "Perdiendo el control"
Capítulo 10 - "Le Coffee"
Capítulo 11 - "Dulce ilusión"
Capítulo 12 - "Confusión"
Capítulo 13 - "Regalo, Paseo, Conversación"
Capítulo 14 - "Juegos perversos"
Capítulo 15 - "Llegada inesperada"
Capítulo 16 - "Reencuentro"
Capítulo 17 - "Conociendo a la familia"
Capítulo 18 - "Un día diferente"
Capítulo 19 - "Un baile"
Capítulo 20 - "Volviendo a la dura realidad"
Capítulo 21 - "La venganza"
Capítulo 22 - "Perdidas"
Capítulo 23 - "Arriesgarse"
Capítulo 24 - "Fuck You All The Time"
Capítulo 25 - "Caminos cruzados"
Capítulo 26 - "Peleas y reconciliación"
Capítulo 27 - "Nueva Alianza"
Capítulo 28 - "Un día diferente"
Capítulo 29 - "Momentos"
Capítulo 30 - "El descubrimiento"
Capítulo 32 - "Torbellino de sentimientos"
Capítulo 33 - "Caer en tentación"
Capítulo 34 - "Negociaciones"
Capítulo 35 - "Cosas del pasado"
Capítulo 36 - "Baile de máscaras"
Capítulo 37 - "Propuesta"
Capítulo 38 - "Cuestión de saber"
Capítulo 39 - "¿Quién manda en este juego?"
Capítulo 40 - "¿Todo estará bien?"
Capítulo 41 - "¿Mentir, si o no?"
Capítulo 42 - "Sorpresa"
Capítulo 43 - "El vuelo"
Capítulo 44 - "Secretos"
Capítulo 45 - "Irse ¿Sí o no?"
Capítulo 46 - "Decisión"
Capítulo 47 - "Lap dance"
Capítulo 48 - "Jaque-Mate"
Capítulo 49 - "Estrategia"
Capítulo 50 - "La nueva era"
Capítulo 51 - "Ajuste de cuentas"
Capítulo 52 - "La pérdida"
Capítulo 53 - "Nuevos tiempos"
Capítulo 54 - "La boda"
Capítulo 55 - "El poder"
La familia - Epílogo pt.1
Dos lados - epílogo pt.2
Querida Stripper - Epílogo pt.3

Capítulo 31 - "Confrontación"

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Bởi Ss0ulx

Se recomienda que reprouzcan "Crazy in love (la versión de 50 sombras) - Beyoncé", cuando se les indique con "(...)" y si termina antes de que terminen de leer, repítanla.  Tengan una buena lectura :).

Minatozaki Sana's point of view

"Jisoo/Jihyo"

No...

No es posible.

Me quedé paralizada, mirando a la mujer alejarse hasta que la perdí de vista. Cerré los ojos, apretando fuerte las manos en el volante. La rabia me tomó de pronto, un tipo de frenesí de odio calentó cada célula de mi cuerpo. Dios, esto solo podría ser efecto del alcohol, no había otra explicación. Miré a ambos lados, el camino estaba vacío y oscuro, Salí del vehículo. Jihyo me daría una buena explicación de esto.

Me dirigí a la puerta, caminando de un lado a otro tratando de convencerme de lo estúpida que era la idea de ir ahí y terminar toda esta farsa. Miré entre los barrotes de la puerta, sin encontrar algún rastro de Jisoo. No puedo hacer esto, no soy impulsiva o emocional. Pero en ese momento mi cuerpo gritaba por respuestas inmediatas, pero no podía, no era yo. Al contrario, era fría y extremadamente astuta. Caminé rápidamente al auto al otro lado de la calle, tenía la puerta abierta completamente, entré y cerré la puerta fuertemente.

—¡Idiota! ¡Estúpida! —grité golpeando el volante varias veces.

Podía matar a alguien en ese instante con la rabia que me consumía. Cerré los ojos, tomando una respiración profunda, dejando que el oxígeno llegara a mi cerebro o moriría ahí en cualquier momento. Miré una vez más el edificio donde vivía Jihyo, dejando la idea de desenmascararla para después.

Encendí el motor, arranque el auto y salí de ahí hacia mi departamento.

El cielo aún estaba nublado y cargado con lluvia siendo atravesado ocasionalmente por rayos. La noche no podía ponerse peor. Salí del auto azotando la puerta y caminé hacia el elevador del enorme edificio.

Maldita stripper.

La primera cosa que hice cuando entré a mi departamento fue servirme un vaso de whisky, me tomé el líquido de un trago, cerrando los ojos, sintiéndolo rasgarme por dentro mientras bajaba, dejando solo el dolor dentro de mí

—¡¿Cómo pudiste ser tan estúpida, Sana?! ¡Esa hija de perra te ha estado engañando todo este tiempo! ¡Y aún hacia el papel de chica buena! Perra.

Caminé hacia el salón de mi departamento, recostándome en uno de los divanes. Todo comenzaba a tener sentido ahora. Por eso es que Jisoo nunca se quitó la máscara para mí, esos ojos tan familiares, los cuerpos tan jodidamente perfectos, las reacciones tan parecidas, Dios, ¿Qué hechizo había hecho esa mujer sobre mí? Precisamente en mí.

Dios.

Jihyo me mintió todo este tiempo, No debió haberlo hecho, no debió.

No sabía con quien se había metido, si había algo que odiaba era ser engañada. Jihyo había jugado conmigo todo este tiempo, manipulándome como una marioneta de su pequeño juego.

Sacudí la cabeza, aun procesando el mundo de información que estaba conectándose dentro de mí. Todos los momentos, todos los besos, las miradas. Todo estaba juntándose en una completa mentira:

—¿Qué? ¡No estoy haciendo nada, Sana!

—Me controlas, con tus acciones. Pero no te emociones, soy la dueña de mi voluntad.

—Pruébalo, haz algo que desees.

Me lancé a besar su boca, pero la máscara que usaba obstaculizaba mi oportunidad, quería verla. Levante la mano a su cara, para quitar la máscara, para finalmente poder ver su cara, pero sus pequeñas manos aterrizaron rápidamente sobre las mías, evitando la acción.

—Ni siquiera lo pienses...— susurró mirándome a los ojos.

Y todo este tiempo me hizo creer en su historia ¿Cuántos habrán caído en sus redes?

No... Podría ser únicamente que había bebido mucho.

Me frote los ojos para ver mejor a la joven con cabello oscuro ondulado que bailaba de una manera tan sensual, estaba dándome la espalda, pero aún así, podía jurar que la conocía.

Sana te estás volviendo loca.

No era desconocida para mí, conocía ese cuerpo, la manera de menearse. No podía estar soñando, ni delirando así, era ella, era Jisoo.

Me levanté del sofá donde estaba, caminando más cerca de la pelinegra. Pasando entre la gente que se movía frenéticamente al ritmo que llenaba el club, las luces parpadeantes hacían todo más difícil.

Mi sistema nervioso trabajaba más rápido, las manos me sudaban, mi visión y oído eran más agudos. Debía ser el efecto de la bebida corriendo por mi cuerpo.

Me detuve a prácticamente a un metro de la pelinegra, quien se meneaba de una manera tan sensual, no había error, era ella. Jisoo se deslizó hacia el piso, sujetando su cabello, haciéndome perder los sentidos. Me acerqué y la sujeté de la cintura, haciéndola girarse hacia mí.

—¿Qué estás...?— comenzó a decir, pero se detuvo cuando me miró.

Cerré los ojos, parpadeando varias veces, algo estaba mal, no era ella.

—¿Señorita Park? —pregunté confundida.

Ella estaba inmóvil, mirándome, asustada. ¿Qué demonios estaba pasando? Hace unos minutos podía jurar que era Jisoo, y era ¿Jihyo? Seguramente había bebido mucho. Nos miramos el tiempo suficiente para que pudiera notar cuan hermosa estaba esta noche, su vestido blanco, acentuando las cuervas de su cuerpo. Los ojos chocolate ahora sin sus usuales anteojos, mirándome, indescifrables. La boca medio abierta, dejando salir una respiración nerviosa.

La verdad estuvo todo el tiempo delante de mi cara y lo deje pasar sin darme cuenta. El deseo por Jisoo y el amor por Jihyo me cegaron en una forma necia y colosal. Las dos mujeres eran solo una. Solo una.

Jihyo se levantó y caminó al centro del salón de baile a lado de mi madre y Sakura. ¿Podrían llevarse mejor? Me quedé en el mismo lugar, sentada en el suave brazo del sillón que me daba una vista completa de donde estaban. Una música fuerte y un ritmo totalmente latino comenzaron a sonar, haciendo que esa coreana comenzara a bailar.

Jihyo comenzó a mover su cuerpo en perfecta sincronía con la música, dejándome sorprendida por la hermosa manera en que bailaba. Me quede mirando el cuerpo de la mujer que se meneaba divinamente al ritmo de la música. Paso los dedos a través de los mechones oscuros de una forma tan sensual y familiar. Tal vez ya había bebido demasiado, porque viéndola así me recordaba a ninguna otra que a mi stripper, Jisoo.

Abrí los ojos alejando los recuerdos, sintiendo la rabia tomar mi cuerpo. Lancé el vaso de whisky contra la pared, viéndolo hacerse pedazos. El ansia que tenía de ir a ese departamento y obtener la verdad de esa mujer, escuchar de su maldita boca como me engaño. Pero no haría eso, lo haría de una manera mejor. Si Jisoo Jihyo creía que sabía cómo jugar, es porque no me ha conocido aun.

Miami, Florida - Estados Unidos de América 07:00 AM

Despertar no sería la palabra correcta para alguien que ha estado despierta toda la noche, ¿cierto? El mundo de ideas y recuerdos alrededor de esa mujer se había llevado mi sueño completamente. Las imágenes de Jihyo bombardeaban mis pensamientos como una guerra en la que solo yo saldría herida.

Hoy sería un hermoso día para desarmar ese perfecto teatro, pensé al levantarme de la cama.

El camino a la compañía fue tranquilo, dándome tiempo de hacer la preparación psicológica para el día. Miraría a Jihyo a los ojos después de todo y ella aún seguiría mintiendo. Si, como siempre.

—Señora, ¿está todo bien? —preguntó Jihoon, mirándome por el retrovisor.

—¿Qué haría si alguien importante para ti te mintiera, Jihoon?

El hombre me miró curioso, para después hablar calmadamente:

—Trataría de saber la verdadera razón por la que esa persona mintió, Señora.

—¿Y si la razón no es buena? Y ¿No quisieras saber?

—No creo que la razón no haya sido mala, en ocasiones simplemente no se tiene opción.

Dijo pareciendo que entendía todo.

—¡Siempre se tiene opción!—grité.

—Si esa opción nos hace perder a alguien especial, no la hay. El corazón deja que la cabeza se rinda a su voluntad.

Miré a Jihoon por el retrovisor, entendiendo lo que el hombre quería decir. ¿Acaso siempre lo supo? ¿O era lo suficientemente madura para entender que estaba hablando de Jihyo? Dios. Todo se estaba cayendo a pedazos en mi cabeza. El hombre rápidamente entro a los territorios de Industrias Minatozaki, deteniéndose en la entrada principal. La seguridad rápidamente se acercó al vehículo abriendo la puerta del auto para mí.

—Buenos días, Señora.

Solo asentí de forma seria y caminé hacia el ascensor, algunos de los empleados corrieron a sus lugares, probablemente no esperaban verme ahí esa mañana. Cada piso que el ascensor subía hacia que cierto nerviosismo se apoderaba de mi cuerpo, mirar a los ojos a Jihyo y ver a Jisoo no sería fácil, pero era lo suficientemente fuerte para esto.

Un pequeño tintineo y las puertas se abrieron.

Desde lejos podía ver a Jihyo sentada en su escritorio mientras tecleaba algo en su computadora. Su cabello estaba lacio y estaba suelto, usaba una blusa roja muy sofisticada con una falda formal. En sus pies tacones negros, haciéndola totalmente sexy.

Maldita sea.

Caminé lentamente y me acerqué a la pelinegra sin llamar su atención. Si sabía cómo actuar, yo también le mostraría mis habilidades.

—¿Me extrañaste?— susurré en su oído.

La mujer se giró en mi dirección asustada y me miraba con los ojos muy abiertos.

—¡Dios! ¡Casi me matas!— dijo poniendo una mano en su pecho.

Jihyo estaba increíblemente sexy esa mañana. La blusa roja estaba parcialmente desabotonada, dándome una vista increíble de sus pechos cubiertos con un sostén negro. Los ángulos siempre a mi favor. En su cara tenia pequeños lentes de lectura que la hacían incluso más hermosa y misteriosa, típico de Jihyo.

—Lo siento, Señorita Park.— hablé calmadamente con una enorme y falsa sonrisa.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Dónde está Momo?

—Buen día para usted también.

Sonreí y caminé hacia mi oficina, siendo seguida rápidamente por Jihyo.

—Lo siento, buenos días, Señora.

—Momo se quedó, yo preferí regresar—. Dije calmadamente.

—¿Por qué?

—Porque te extrañaba, Hyo.— dije dejando mi bolso en el escritorio.

—¿Estás bien?

—Estoy genial, me divertí mucho con Momo, creo que ya recargué las baterías para tomar ciertas decisiones.

—Me lo imagino, fuiste muy rápida.

—Por qué perder tiempo, ¿cierto?

Jihyo asintió y caminó hacia la enorme ventana. La mujer estaba tensa, como si sintiera algo en el aire. La pelinegra observaba el movimiento que había abajo, la prisa de la gente y los vehículos en constante euforia.

—¿Todo está bien, Hyo?— pregunté mientras me acercaba a ella.

Jisoo giró en mi dirección, mirándome con esos misteriosos ojos que habían sido descubiertos.

—Sí, solo me sorprendió que regresaras—. Susurró de forma tímida.

—Parece que no te gusto verme aquí.

—No es eso, Sana, me encanta tenerte aquí.

Sonreí y tomé a la mujer lentamente de la cintura.

—Entonces quita esa carita, parece como si fuera a matarte en cualquier momento.

Jihyo sonrió sin humor. Y besé sus labios rápidamente.

—Estás portándote rara, Sana.

Solté su cintura y me alejé, sentándome en la silla presidencial.

—¿Yo? Por supuesto que no señorita Park. Nunca he estado mejor.

—¿Estás segura?

—Absolutamente.

Park Jihyo's point of  view

Salí de la oficina de Sana para dejarla sola. Por alguna razón mi sexto sentido me indicaba peligro, como una alarma incontrolable sonando por ayuda. Sana regreso de la nada, Momo no daba ninguna señal. Esto estaba empezando a asustarme.

Me senté en mi escritorio marcando el número de Momo por novena vez desde que se fueron. Después de tres tonos, finalmente contestó.

—¿Hola? —habló Momo con una voz ahogada y floja.

—No me digas que acabas de despertar...

—Exactamente, Ji.

Giré los ojos bufando, imaginándome a la mujer tirada en su sofá despertando con una linda resaca.

—Momo, Sana está aquí ¿Qué paso?

—Dios, esa perra se fue. Estaba hablando de ti y Jisoo, que estaba confundida y simplemente decidió irse.

—¿Y por qué no la detuviste?

—Lo siento Ji, pero estaba más borracha que ella.

—Eso pensé...

—¿La viste en "Imperium" ayer?

—No, ni siquiera fue.

—Entonces relájate, debió haber ido a su casa.

—No lo sé, Sana no se veía normal esta mañana.

—Esos nervios, cálmate. ¿Está de mal humor?

—No, esta de un excelente humor.

—Aún mejor, aprovéchalo y dale un poco de acción a mi amiga, señorita Park, si sabes a lo que me refiero...— dijo la mujer, riéndose al otro lado de la línea.

—Momo... no seas molesta.

—Estoy siendo realista. El sexo lo resuelve todo.

—Vete a dormir, el alcohol aún está circulando por tu sangre.

Momo se quedó callada por unos segundos y después habló.

—Tienes razón, lo hare. Y Ji, lo siento.

—Está bien, Hirai. Duerme bien.

Terminé la llamada y tomé una respiración profunda. Momo no tenía la culpa. Me había ayudado desde el principio cuando le conté todo, lo cual me sorprendió mucho por supuesto, después de todo Hirai Momo era ni más ni menos que la mejor amiga de Sana y no ganaría nada excepto odio de la persona a la que amaba tanto.

—¿Por qué no te abres conmigo, Jihyo? ¿Qué tanto ocultas? —preguntó Momo mirándome.

Por mucho que tuviera miedo, Hirai Momo me transmitía confianza.

—No es nada, Momo.

—Jihyo, como abogada, sé muy bien cuando alguien me está mintiendo.

Miré los ojos cafés de la mujer frente a mí, sintiendo una enorme urgencia de desahogarme. La forma en que Sana me había tratado esa mañana me había dolido de una manera que no esperaba.

—Amo a tu estúpida amiga.— susurré resignada.

La pelinegra sonrió ampliamente.

—Eso ya lo sabemos, solo que no entiendo por qué no están juntas. Si Sana se toma mucho tiempo, yo te conquistaré.

—Sabes muy bien por qué Momo. Que tú me gustaras sería más fácil.

—¿Lo sé? —preguntó confundida

—Sí, solo soy su secretaria. Además, sé muy bien que Sana está confundida.

—Sana no es el tipo de persona a la que le importe eso Jihyo. ¿A qué te refieres con eso que la mente la Sana esta confundida?

Tomé un sorbo del vino que estaba en mi vaso, observando a la mujer que aún me miraba de forma curiosa. Tenía miedo.

—Sé que Sana se muere por el amor de otra mujer.

—¿Otra mujer?

—Sí, Jisoo. La stripper.

Momo, que tomaba su vino, se atraganto en el momento exacto en el que me escuchó. Sus ojos estaban abiertos mientras tosía incontrolablemente.

—Dios...

—¡Cálmate! —le susurré a la mujer que estaba atrayendo miradas de los otros clientes.

—¿Cómo sabes eso?

Sonreí sarcásticamente.

—Sé todo lo que pasa entre ellas, Hirai.

—Sana se va a morir.— habló preocupada.

—Me lo imagino, y en verdad no la culpo.

—Pero dime, ¿Cómo sabes tanto? Eso era un secreto hasta ahora.

—No puedes ocultar un secreto para quienes lo viven.

—¿Qué quieres decir?

Sonreí

—No, no...espera un minuto. ¡¿Las viste?!

—¡No!

—¿Entonces?

—Yo soy Park Jisoo.

Por una segundo Momo me analizó, tal vez tratando de procesar la información que le había dado. Y de pronto la mujer comenzó a reírse.

—¡Mierda!, Sana nació mirando a la luna. ¡Que perra tan suertuda!

Me reí de su reacción tan inesperada.

—¿Eso es lo que me dirás después de que te acabo de decir que tengo una doble vida?

—Jihyo, yo no soy alguien para juzgar eso, solo Sana, confieso que para mí eso es ¡maldita suerte, wow! Dos bombones en una, ¿podría ser mejor?

—Lo sé, tengo miedo que lo descubra. Momo, por favor, no se lo digas.

—Oye, oye, oye.— me interrumpió —No le diré nada, lo prometo. Sé que Sana esta confundida entre las dos, y wow, ahora eso es algo cómico. ¡Qué mujer tan tonta! —dijo Momo riéndose.

—Hirai —dije dándole un pequeño golpe en el brazo.

—Es verdad, pero como sea. Te ayudaré con eso, ¿está bien? Hay que hacer que Sana se dé cuenta de que en verdad te gusta.

Le sonreí a la pelinegra que me miraba relajada.

—Gracias, de verdad.

Abrí los ojos notando la mirada de Sana en mí a través del cristal. Cuando se dio cuenta, sonrió abiertamente y guiño un ojo. Tal vez todo estaba bien, estos días no estaban siendo buenos para mí. Le sonreí de vuelta a la mujer quien después se concentró en su computadora. El problema con Eunha aún no se había resuelto, Sana había regresado antes de lo que esperaba. Aún estaba en constante peligro de ser descubierta. ¿Pero por cuánto tiempo sería capaz de manejarlo todo? Vivir en un pequeño campo minado no era para todos. Tener dos vidas no había sido difícil hasta que Sana apareció en mi vida, por supuesto.

¿Y que si no le decía? ¿Qué pasaba si simplemente me descargaba con la mujer que decía amarme, me perdonaría?

Dejé salir el aire, tratando de hacer que mi cuerpo se calmara. Últimamente la presión de ser Jisoo y Jihyo estaba volviéndome loca. Tal vez estaba comenzando a necesitar a un psicoanalista para mantener la razón.

El día prácticamente se estaba terminando, Sana no había salido de su oficina en ningún momento. Había pasado toda la mañana encerrada ahí, haciendo Dios sabe qué. Se mantenía seria en cada momento, en las pocas palabras que habíamos intercambiado su voz había sido fría y directa. Quería entender su súbito cambio de humor, pero sería en vano. En ese instante Salí del ascensor cargando un montón de papeles que había conseguido de Nayeon para el balance del mes, cuando vi a Eunha caminando hacia la oficina de Sana. Corrí con la esperanza de alcanzarla, pero fue en vano, la puerta de la oficina de Sana había sido abierta por la víbora.

No, no, no.

Estaba perdida.

Caminé de un lado al otro, sintiendo que el corazón se salía por mi boca. ¿Entiendes? ¿El sentimiento de ser descubierta por algo serio? Algo que luchaste con todas tus fuerzas por ocultar. Y eso era exactamente lo que estaba pasando en este preciso momento. Mis manos sudaban, me temblaba el cuerpo, tal vez me enfermaría y moriría justo aquí con el nerviosismo que me consumía, cuando mi teléfono sonó estridentemente.

Tomé el aparato, escuchando la voz en la otra línea.

—Señorita Park, venga a mi oficina ahora mismo.

Minatozaki Sana's point of view

No tomó mucho para que Jihyo entrara a mi oficina lentamente, tenía la mirada perdida, nerviosa y cargada de miedo. Lo que en verdad me molestaba, a pesar de todo lo que estaba pasando, es que amaba a esa mujer como nunca había amado a otra antes. La pelinegra se acercó de forma tímida, mirándonos esperando por una respuesta o una orden.

—¿Si, Señora?— preguntó caminando a lado mío.

—Primero necesito que recuerde despedir a todos, absolutamente a todos los porteros de este edificio. ¡Son un montón de incompetentes! Ordené que no quería ver a esta mujer aquí dentro, ¡Y mire esto! ¡Aquí esta! —dije apuntando a Eunha que estaba observándome con una mirada aburrida.

—Sí, Señora, lo haré.

—Segundo, venga aquí. Eunha me dice que necesita decirme algo importante y que en verdad necesita su presencia para eso.

Jihyo parpadeó varias veces, estaba poniéndose pálida. Pero simplemente asintió y se acercó. Eunha por el otro lado caminó con gracia a mi escritorio, sentándose justo frente a mí y observándome con una mirada lasciva y desagradable. Miré a Jihyo que estaba a mi lado, su postura estaba tensa y preocupada. Sus ojos cafés estaban vacíos, causando cierta incomodidad en mí. Pero no era el momento para pensar sobre eso.

—La señorita Park está aquí. ¿Qué tenías que decirme? —le pregunté a Eunha.

—Sabes que, creo que cambié de opinión, es un asunto privado, Sana, pídele a tu secretaria que se vaya.— dijo arrogantemente.

—¿Estas bromeando, Jung? —le pregunté, mirándola seria.

—No, mi amor, por supuesto que no. Pero creo que sería mejor que fuera solo entre tú y yo.

—La señorita Park es de mi entera confianza, sea lo que sea puedes decirlo enfrente de ella.

—Si yo fuera tú, no confiaría tanto en ella.

Su tono malicioso y perverso me desagradaba. Eunha sabía algo, eso era claro, estaba plasmado en su postura, en cómo estaba sintiéndose victoriosa queriendo exponer a Jihyo frente a mí, y destruir todo lo que ella y yo teníamos.

—Pero lo hago, completamente.— interrumpí rápidamente.

—Bien, Minatozaki. Lo que tengo que decirte no te gustará mucho, espero que estés realmente lista.

—Ve al punto, Eunha, dime.

Eunha sonrió sarcásticamente y me miró a los ojos, después lanzo una mirada arrogante a Jihyo.

—Sé que ustedes dos están teniendo una aventura. Típico ¿no es así? ¿Jefa y secretaria? —nos miró.

—No veo como encajas tú en si estoy teniendo o no una aventura con Jihyo.

—No deberías tener una aventura con tu empleada, Sana.

—Eunha, no debiste haber venido aquí y opinar sobre mi vida como si tuvieras algún derecho en ella. Hago lo que se me dé la gana.

—No seas boba, amor, si estoy diciendo esto es porque siempre he querido lo mejor para ti. Y literalmente, esa que está ahí, no es lo mejor.

—Estás muy equivocada, Jihyo es una de las mejores mujeres.

—No es nada más que un estúpido capricho. Necesitas a alguien a quien realidad le importes, que en este caso, soy yo. Nunca he querido nada a cambio.

—Solo dinero, por supuesto.— corté su mierda barata.

—Cambiarás de opinión cuando te des cuenta que todo lo hago por tu bien, incluso salvarte de ciertas ladronas.

—¿Salvarme? Fuiste la primera en joderme.— solté una risa cínica.

—¿Yo? No, debes estar confundiéndome con ésta. Estoy aquí para abrirte los ojos.

—Sana, no quiero quedarme aquí escuchando lo que esta víbora tiene que decir— hablo Jihyo

Eunha rió y se levantó. Acercándose a donde estaba Jihyo.

—¿Tienes miedo, Jihyo? ¿Miedo de que ella sepa todo?— preguntó la mujer frente a mí.

—¡Cállate! —Jihyo prácticamente gruño.

—Estás nerviosa, ¿cierto? Te quedarás sin ganar tu dinero por la noche.— dijo Eunha soltando su veneno.

Para mi sorpresa Jihyo no retrocedió. Soltó la mano en una fuerte y certera bofetada a la cara de Eunha, quien la miraba con furia.

—¿Qué crees que estás haciendo pequeña ramera? —la mujer hablo enojada, preparándose para atacar a Jihyo.

—¡Dándote lo que te mereces, hija de perra! —respondió Jihyo

—¡Hey! ¡Cállense, las dos!— ordené.

Ambas me miraron de manera fulminante.

—¡No voy a callarme, necesitas saber la verdad sobre esta caza fortunas! —gritó Eunha con la mano en la cara, la cual tenía marcada por la bofetada.

Jihyo entrecerró los ojos, cerrando las manos en puños, preparándose para lanzarse en cualquier momento al cuello de Eunha.

—No permitiré que hables así sobre mi mujer— dije ardiendo en cólera.

Eunha me miro, soltando una fuerte risa.

—¿Tu mujer? ¡No la querrás para tu mujer cuando sepas lo que hace fuera de aquí!

—Sana...— susurró Jihyo acercándose.

—Guarde silencio, Señorita Park.

—¿Qué quieres decir?

—Oh Dios, Minatozaki. Ha estado engañándote todo este tiempo.

Las palabras de Eunha podrían ponerme en contra de Jihyo en la forma en la que ya lo estaba. Ser engañada por mi mujer había herido mi ego de una manera fuerte y profunda. Pero no le haría eso, no la lastimaría de esa manera.

—¿Te refieres al hecho de que es una stripper?— pregunté arrogantemente, tomando la pequeña mano de Jihyo y llevándola a mis labios, besándola de manera afectuosa.

No necesitaba mirar a Jihyo para saber que su expresión era de completa sorpresa. Eunha entrecerró los ojos mirándome sin entender absolutamente nada.

—Espera, tú ya...

Solté una risa cargada de sarcasmo, levantándome del escritorio lentamente.

—¿Qué creías Eunha? ¿Que podrías venir aquí y hablar lo que quisieras de mi mujer y al mismo tiempo ponerme en contra de ella?

—Tú... Sólo puede ser una broma... — sonrió sin humor.

Jihyo ni siquiera pronunciar una palabra, su mirada todavía estaba vacía, confusa.

—Creo que usted duda de mi capacidad, Jung.

—¡Se me está haciendo raro, tú no sabes nada!

—Lo sé todo, Eunha. Puedo controlar absolutamente todo a mi alrededor, ¿o has olvidado?

—¡No creo que prefieres involucrarte con una puta!

—Lávate la boca para hablar sobre Jihyo, si no quiere que se vaya al otro lado de la cara marcada, ¿verdad, bebé? — Pregunté mirando a Jihyo.

Jihyo sonrió, ella sabía lo que estaba haciendo.

—¿Qué te hizo esta mujer a ti, Sana?

—Hice cosas que nunca hiciste y nunca pensaste en hacer. — Jihyo habló, asumiendo el poder de su personalidad más fuerte, ahí estaba Jisoo.

—Tú debes estar muy feliz, ¿verdad? — Eunha preguntó con rabia.

—¿En ver tu cara en el suelo? Sí. Tu pequeño juego no funcionó, ¿verdad? Lo siento, pero hay que aceptar que las serpientes como que no tienen otra opción, se arrastran en el piso donde camino.

Jisoo era buena en ese juego, la maldita mujer sabía exactamente qué decir. Su aire prepotente y arrogante me volvía loca, y al ver los actos de Jihyo era aún mejor.

—Esto no se quedará así, si las dos piensan que esto ha terminado, están muy equivocadas. — Eunha gruñó con enojo a continuación, salir.

Park Jihyo's point of view

(...)

Eunha salió corriendo, cerrando la puerta, por lo que todos los vasos temblaron en la oficina. Ahora estábamos completamente solas en ese lugar, en un silencio incómodo. Sana se levantó de la silla y se dirigió lentamente hacia el mostrador de bebidas que estaba en su oficina. Se veía divina por la mañana, llevaba un traje negro marcado por líneas de tiza, su cabello recogido en un moño muy bien hecho, dejando su rostro dibujado por los dioses, muy tentador. En los pies zapatos de tacón negro con suela roja. Dos palabras la describen, jodidamente atractiva.

—¿Hasta cuándo pensaste que me engañarías, Jihyo? ¿O debería llamarte Jisoo? — Preguntó ella girando en mi dirección.

Su mirada era furiosa y perversa. Sana saboreó su bebida lentamente, esperando una respuesta.

— Nunca te quise engañar.

La mujer apretó los labios en una sonrisa diabólica, y se dirigió hacia el ventanal de su oficina. Sus ojos se clavaron en la lluvia y en los rayos que estaban presentes en el exterior. Desde allí pudimos ver una buena parte de los edificios gigantescos de Miami.

—¿No? ¿Así que usted está diciendo que todo este teatro solo paso y ya?

Su voz era suave y refinada con un toque de aspereza que hizo que mi estómago se congelara.

—Sé que es difícil de creer ahora. — Hablé acercándose a ella — Pero sí, acaba de pasar.

Se volvió hacia mí, arqueando una ceja. En ese instante no había ni una sola gota de piedad en esa mujer, sus ojos transmitían la ira y la soberbia. Estaba sudando frío, mi corazón latía sin control en mi pecho.

—Acaba de pasar... — dijo ella caminando a mi alrededor.

—Sé que me estás odiando ahora, pero Sana, nunca quise engañarte. — Susurré a la mujer con la esperanza de que ella creyera.

Ella sacudió la cabeza en señal de desaprobación.

—¿No tenías intención de engañarme? ¿Me crees idiota? — Gruñó furiosamente en mi dirección.

—No, lo juro. Sana...

—¿Hasta cuándo ibas a aguantar esta mentira? ¿Hasta cuando manipularías siendo dos personas? — Su tono de voz se puso furioso.

—¡Iba a decirte! — Dios, sentí ganas de llorar, pero no pude.

—¿Cuándo? ¿Cuándo todo el mundo se enterara?

—No, por favor, entiéndeme. — Se me escapó casi con desesperación.

—¿Entender? — Preguntó ella con una risa sarcástica — ¿Quieres que entienda cuando pretendes ser dos personas?

—No pretendo. Soy... Soy las dos!

Ella puso los ojos en blanco.

—¡Oh Dios, estas enferma! ¿Has buscado un psicoanalista? Debes tener algún trastorno de personalidad múltiple.

— ¡Me estás ofendiendo! — Espeté a la mujer.

—¡Estoy siendo realista contigo, Jihyo!

Podía ver las venas en su cuello estallar hacia fuera, su palidez que es empujada lejos por el enrojecimiento de la ira en su rostro.

—No entiendes. ¡Yo no podía decirte! ¿Qué querías que hiciera? Conociste a Jisoo en primer lugar, y luego a Jihyo.

—Oh, Dios mío, ¿cómo se puede hablar de una manera tan tranquila?

—No hay otra manera de decirlo. ¡Estoy siendo honesta ahora!

Sana me miró a los ojos y me acercó bruscamente.

—Honesta es lo último que se puede ser. ¡No eres más que una falsa, mentirosa y una mujer deshonesta!

Sana escupió cada palabra a mí con odio.

—¡Y tú una arrogante, prepotente y traviesa!

La mujer entrecerró los ojos no creía en lo que había dicho.

—¿Disculpe?

Ya era hora, yo no podía dejar que me hable así. Si Minatozaki Sana pensó que me iba a dejar en el suelo, estaba muy equivocada. No podía olvidar que dentro de mí Jisoo aún reinaba.

—Exactamente lo que has oído. No soy la única herida aquí. — Me alejé de ella — No te hagas la santa o la víctima. Después de todo, hasta hace muy poco estuviste involucrada con dos mujeres. Y todavía querías jugar a los fieles.

Sana parecía no creer en mi pose arrogante.

—¡No trates de devolver la pelota, Jisoo! ¿O prefieres que te llame Jihyo? Sinceramente, no sé. — Soltó de una manera cínica.

Le sonreí a la mujer que me miraba con furia, y me acerqué a ella.

— Me puedes llamar Jihyo.

Hablé con una amplia sonrisa, dejando escapar un pequeño guiño a Sana que se me quedó mirando con incredulidad.

—Debería terminar con tu vida. — Dijo enfadada.

—Entonces termínala, acaba con esto ahora.

Nuestras miradas se mantuvieron fijas durante largos segundos, en una furiosa batalla de egos heridos. Podría ser una locura, pero locamente deseada esa mujer ahora, la deseaba. Quería su cuerpo, poseerlo en todo lo posible, con la ira y la excitación. Sus iris marrones eran oscuros y diabólicos, sus labios se abrieron con un ligero desajuste aliento. Sana se apartó, bebiendo a la vez el líquido en el vaso.

—¿Y ensuciarme las manos? Nunca.

Ella estaba perdiendo el control. Bingo.

Sonreí públicamente, y caminaba lentamente alrededor de su escritorio, deslizando dos de mis dedos sobre el fino escritorio de madera.

—Entiendo que tu ego está herido, que para una mujer como tú esto debe ser una situación difícil.

—¿Una mujer como yo? — Preguntó mirándome confundida.

—Sí, arrogante, prepotente y egocéntrica. — Dije de una manera cínica, a caminar de nuevo en su dirección.

Sana emanaba poder e ira. Y confieso que eso estaba empezando a volverme loca. Mantuvé mi autocontrol, pero no garantizo tu persistencia hasta el final de este juego peligroso.

—No sabes con quien te estás metiendo, Park. — Hablaba oscuramente.

Sonreí cínicamente.

—Sana... Admite que esto te hizo la vida más fácil. Soy las dos caras de la moneda que siempre quisiste poseer. — Prácticamente susurré esas palabras mientras rodeaba su cuerpo.

Pude ver un nudo en la mandíbula de Sana en furia. Si había una cosa que odiaba esa mujer, era estar equivocada.

—¿De dónde sacaste eso, señorita Park? — Preguntó con sarcasmo.

Caminé lentamente hacia ella, permaneciendo unos pocos centímetros de distancia de ese cuerpo increíble.

—De la forma en que me poseía, desde la forma en que me miras y por la forma loca en que me deseas.

Una especie de aura pesado y caliente se extendió en esa oficina. Un ambiente puramente sexual en nuestras miradas. Sana estaba mirándome a los ojos, bajó de los ojos a mi boca y luego al valle de mis pechos. Haciéndome sonreír victoriosa.

—¿Ves? Siempre tengo la razón.

Sana respiró profundamente varias veces, yo sabía que ella estaba en una lucha interna en ese momento.

—Eres una... — comenzó a hablar, dejando morir sus palabras en sus deliciosos labios.

Sonreí y caminé en la dirección opuesta a donde estaba ella.

—¿Soy una qué, Sana? — Bromeé.

Ella cerró los ojos y tragó saliva.

—En efecto soy una stripper, soy Park Jisoo/Jihyo.

Y como si eso fuera la última gota de agua para Sana que se desbordo, la mujer se acercó a mí rápidamente agarrando mi cuerpo con dureza contra el de ella. Di unos pasos torpes hacia atrás hasta que sentí la mujer chocando mi cuerpo contra la pared de hormigón.

—¡Voy a enseñarte a no jugar conmigo, Jihyo! — Gruñó con rabia frente a mi cara.

Sana tomó la boca en un beso que me hizo daño en los labios. Sus manos agarraron mi cabello previniendo que me detenga con su acto rudo. Le mordí la lengua que entró agresivamente a mi boca, y luego el labio inferior. Podía sentir el sabor de la sangre en la boca, pero no se detuvo. Nuestro beso fue desesperado y enojado.

Me encontré siendo cogida con fuerza contra la pared por el cuerpo de Sana que rugía en el odio. Las manos de la mujer comenzaron a arrastrarse por mi cintura, que serpenteaba dentro de mi falda hasta encontrar la parte de mi trasero que fue expuesto por las bragas de encaje negro. Los besos agresivos de Sana fueron a mi cuello, donde lamió, chupó y mordió con fuerza.

—¡Hija de puta! ¡Eso duele! — Gruñí a ella, agarrando el cabello más o menos, retirándole el moño, y cayendo como una hermosa cascada sobre su espalda. Luce de forma más atractiva de esa manera.

—¡Cállate, Jihyo! — Ella susurró

Cerré los ojos, deslizando mis manos por el cuerpo de Sana, acercándola al mío. Sus manos eran audaces y hábiles, tocando en cada pequeño detalle de mi cuerpo.

Sana levantó la falda hasta mi cintura rápidamente, agarrando mis muslos con fuerza para levantarme desde el suelo. Me envolví en su cintura con mis piernas, por lo que me guio a su escritorio en el centro de la gran oficina. Nuestras lenguas se movían en una sincronización aproximada y deliciosa. Sentí que mi cuerpo caliente, en fuego.

—Voy a follarte tan duro, Jisoo, hasta que ya no puedas aguantar más. — Sana habló jadeante.

Sus manos fueron hacia mi blusa de seda fina, tirando de el, abriendolo de una manera tan agresiva que los botones se rompieron. Sana se perdió en un deseo colosal. Con tal velocidad la mujer besó mi cuello, chupando sus venas pulsantes, enviando una intensa presión a mi vientre, mientras sus manos se deslizaron hacia atrás dentro de mi falda.

—¡Lo dudo! ¡Dudo que puedas! — Me burlé de ella, tomando la blusa formal de su cuerpo.

Sana me miró jadeante, con sus ojos perversos.

—No debería haber dicho eso. — Susurró con voz ronca.

Su tono de voz autoritario me dejó tan excitada que mis ojos se cerraron. Dios, su olor era increíble. Su cuerpo irradiaba deseo y calor, lo que aumenta aún más el deseo que tenía por esa mujer. Con una de sus manos Sana me tomó por el cuello y poseyó mi boca en un beso duro y obsceno. La mujer entonces me llevó hacer que bajara desde el escritorio, volteándome en mi espalda. Me agarró por detrás, la distribución de las mordeduras en el cuello, con lo que sentí una humedad tan familiar en mi centro. Sus manos rasgaron mi sujetador con dureza, para luego masajear mis pechos de una manera ruda.

—No debiste dudar. No soy de esos imbéciles que babean en ese escenario.

Ella me dijo al oído mientras deslizaba su lengua en mi lóbulo de la oreja de una manera provocadora y audaz, terminando con una mordedura suave.

—También me observabas allí, Minatozaki. — Bromeé

Sana apretó mis dos pechos con fuerza, haciendo que me muerdo el labio para retener el gemido que quería escapar.

—Sí, te vi y me dieron lo que quería. Yo sé que era la única en conseguir tu cuerpo, Jisoo.

Cerré los ojos cuando sentí sus dedos tirando con fuerza en mis pezones, causando un poco de dolor agradable

—Oh Dios. — Gemí débilmente.

—¿Estoy mintiendo? ¿Eh?

Ella preguntó mientras comenzó repartir besos en mi espalda, deslizando su lengua en la línea de mi columna vertebral lentamente, hasta llegar al borde de la falda en lo que rápidamente tiró hacia abajo, dejando caer la tela costosa al suelo.

—Dime, ¿Estoy mintiendo?! — Gruñó ella, dándome un fuerte azote en el trasero.

—¡Oh mierda! ¡No!

Gemí con sorpresa, coloqué la palma de mis manos sobre la mesa frente a mí.

—Usted tiene un puto trasero que es tan perfecto, ¿cómo no pude notar la similitud?

Cerré los ojos esperando otro azote, pero sentí sus labios húmedos deslizándose sobre el mismo lugar donde había una palmada, mientras sus hábiles dedos se deslizaron a través de la fina tela de mi ropa interior, frotando lentamente con una presión deliciosa. Sana se puso de pie e inclinó mi cuerpo hacia delante, deslizando la palma de su mano por mi espalda. Prácticamente se inclinó sobre el escritorio enorme, me entregué totalmente a la mujer detrás de mí. Dejándome sólo con las pequeñas bragas y los zapatos de tacón alto en los pies.

—Manténgase tranquila, si no quiere ser azotada de nuevo.

Sana comenzó a besar mi cuello de nuevo, bajando por los hombros y la espalda, mientras que sus manos hicieron una suave caricia en mi centro mojado completamente empapado.

—¡Te odio! — Susurré furiosamente.

—¡Te dije que te quedaras tranquila, Jisoo! — Me azotó el culo de nuevo.

Cerré los ojos, apretando los dedos en el borde de la mesa, haciendo que los nudillos se pusieran pálidos. Sana se arrodilló detrás de mí y poco a poco llevó los dedos a la tira de mis bragas, bajándola a mis pies. Podía sentir su aliento cálido en contacto con mi centro. Cerré los ojos cuando sentí su lengua tocando la carne húmeda de mi sexo.

—¡Oh mierda! — Gemí en voz alta.

Sana me chupó con ira, su lengua se movía frenéticamente e intensamente en mi manojo de nervios. Se llevó las manos hacia arriba y abajo de mis muslos, rasgaba las uñas en ellos, mientras que su lengua se movía sobre mí, enloquecedor. Un poco jadeante, pasé mi lengua por los labios secos. Gemí con sus acciones, un placer indescriptible se apoderó de mi cuerpo, haciéndome roca contra la animada lengua de la mujer que me chupaba.

—¡Chupa, oh ... succiona con más fuerza, Sana! — Gemí, y oí el ruido de la succión en mis oídos.

Deslicé mis manos sobre la mesa, derribando algunos objetos que cayeron al suelo. Y la mujer continuó, el orgasmo se estaba construyendo en mi vientre y ella lo sabía. Todo mi cuerpo comenzó a temblar cuando ella me dio una violenta lamida, tirándome desde un acantilado llamado clímax. Gemí violentamente, meciendo mi cuerpo con fuerza contra los labios hambrientos de Sana, que no se detuvo. Estaba cogiéndome tan fuerte que podía sentir mi cuerpo debilitándose.

Sana se levantó rápidamente, deslizando sus manos otra vez por mi espalda desnuda, y me dio uno, dos, tres azotes en el culo. Para entonces de inmediato sumir a la vez dos dedos dentro de mí.

—¡Esto es para que aprendas que conmigo no se juega! — Su voz rasposa llenó mis oídos.

—¡Santa mierda! Hmmm ... — Dejé escapar demasiado alto.

Los dedos de Sana bombeaban con fuerza dentro y fuera de mi cuerpo, en empujes fuertes y violentos. Ella sabía exactamente cómo volverme loca, y como ella pensaba que no era suficiente, la mujer sumergió un dedo más.

—¡Dime! Alguien te ha cogido como yo, Park? ¡Dime!

Cerré los ojos abrir la boca en una perfecta "O" mientras sus dedos se movían rápido y áspero dentro de mí.

—¡No! No, ¡Sana... Oh, Dios! No me jodas!

Sentía las gotas de sudor corriendo por mi cuerpo, mientras que Sana me cogía con fuerza. Ya no podía pensar en nada, excepto el intenso placer que esa maldita mujer puede proporcionarme. Sana me invadió sin piedad ni misericordia. Sacando toda su rabia en mí por haberla engañado.

—Yo... Voy a correrme. Joder, no voy a soportarlo más.

Me sentí temblar mi cuerpo entero, enviando vibraciones intensas a mi núcleo que explotó en una sacudida violenta. Me estremecí contra los empujes de Sana hasta que no pude soportarlo más. La mujer retiró lentamente los dedos fuera de mí, girando mi cuerpo para estar frente a ella.

— Chupalos. — Ordenó, mostrándome sus dedos para chupar. Y así lo hice de la manera más audaz que pude.

La expresión de placer que Sana hizo mientras me observaba chupando los dedos de una manera audaz simplemente no tiene precio. La mujer se mordió el labio lentamente cuando deslicé mi lengua entre los dos dedos que estaban en mi boca en un movimiento constante y provocador.

—Eres mi ruina.

Sana me agarró de la cintura, me obligó a sentarme otra vez en la mesa. Rápidamente acerqué su cara cerca de la mía, chupando su lengua de una manera audaz..., mientras que sus manos apretaron mi cintura con fuerza.

—Quiero más... quiero más, Sana, pero ahora de tu cuerpo. — Le rogué en voz baja, eliminando cada pieza de ropa que aún permanecía en su cuerpo.

Su mirada casi oscura me miraba con tanto deseo que podía correrme nuevamente en cualquier momento. Las manos de la mujer en una acción áspera me colocaron más cerca de ella, abriendo mis piernas contra su cuerpo. Podría ser una vergüenza cómo me estaba mostrando plenamente a esa mujer, pero no me permitirme sentir vergüenza con Sana. Simplemente arrastró sus manos a través de su escritorio, tirando todo al suelo. Para luego acostar mi cuerpo allí.

Por una fracción de segundo me di cuenta de su mirada en mí. Entonces la vi trepar por mi cuerpo en la parte superior de su enorme escritorio. Sana tomó mis labios en un beso intenso y cargado de excitación. Podía sentir su cuerpo sudoroso y su aliento desajustado contra mis labios.

—Déjame chuparte. Deja que te haga correrte en mi boca, Minatozaki.

—Te odio, Jisoo.

Sonreí, cambiando nuestras posiciones sobre la mesa, ya que estaba manteniéndola totalmente sobre el escritorio de madera. Me quedé mirando su cuerpo durante unos segundos cuando poco a poco empecé a distribuir besos por todas partes. Y como ella, no me lo tomaría a la ligera, le daría un cambio hermoso y placentero.

Sana se quejó airadamente cuando sintió una fuerte mordida en su pezón derecho.

—¡Joder, Jihyo!

—Silencio. Mi turno. — Susurré sensualmente.

Deslicé mi lengua lentamente a lo largo de la areola meñique alrededor de su pezón, succionando a veces lentamente, a veces rápido. Sana se incorporó sobre los codos, mirándome en agonía. Me quedé mirando sus ojos que me ahogaban si fuera posible, y yo sólo sonreí con uno de sus pechos entre mis labios mientras mis dedos la masturbaban con habilidad.

—¡Cógeme duro! — Gruñó ella sostiene en mi pelo.

Y yo simplemente le obedecí. Chupé, lamí y mordí con fuerza los senos de Sana quedando extremadamente sensible cuando terminé. Yo quería dejarla completamente marcada como lo había hecho conmigo. Y en un rápido movimiento me senté en el regazo de Sana, agarrando ambos de sus pechos con las manos y empecé a presionar, causando una deliciosa fricción de nuestros centros.

Sana cerró los ojos con fuerza, pude ver las gotas de sudor corriendo por su cuello que se dibuja con las venas que latía en cada instante. Moví mi cabello para un lado, evitando que caiga en su cara perfectamente dibujada, y luego empecé a cabalgar más duro en el centro húmedo de Sana.

—¡Dios! Ve más rápido. — Ordenó casi en desesperación, llevando sus manos a la cintura, impulsando el cuerpo hacia atrás y adelante sin parar.

Los objetos que aún estaban sobre el escritorio de Sana comenzaron a caer al suelo con los fuertes movimientos en la parte superior de la mesa. En el fondo, los relámpagos hicieron que un flash iluminara la oficina. Apreté los pechos de Sana con fuerza, pellizcando sus pezones duros y sensibles.

Mi centro frotaba sobre el de ella con tanta fuerza que no iba a durar mucho más tiempo. Pero no me rendiré hasta que ponga sus flujos en ese escritorio. Me apoyé en la mesa, colocando las manos en cada lado de la cabeza para ir más rápido.

—¡Eso, cógeme, Jisoo, duro!

Su respiración era pesada, y se mezclaba con sus gemidos agudos a veces ásperos.

—Dios, Voy a correrme, no pares, joodeeer.

No me detuve, froté el cuerpo sudoroso y sediento de Sana hasta que sentí a la mujer retorcerse debajo de mí. Ella restregó sus caderas en busca de un contacto más fuerte, todo su cuerpo temblaba en un orgasmo alucinante. Cuando llegué rápidamente hacia abajo desde la parte superior de la mesa, de pie para aspirar el líquido caliente que emanaba de su sexo.

—¡Tú quieres matarme! — ella gritó.

Cuando deslicé mi lengua en su clítoris lentamente, la sentí latir contra mi lengua, y me encantó la sensación. Sana se incorporó totalmente abierta a mí, sosteniendo en mi cabello con necesidad, obligando a mi cabeza chocar con su centro húmedo empapado

— Chúpalo, ¡mierda! ¡Jihyo, de esa manera! — Gritó la mujer, frotando su centro contra mis labios sin descanso.

Y así lo hice, lamía su centro húmedo como un felino, deslizando lentamente dos dedos a la entrada totalmente acogedora. Sana arqueó su cuerpo, gimiendo de tal deseo, casi haciendo que me corra solamente por verla con tal placer. Ahora me cogí a esa mujer de dos maneras.

Su respiración era dura y pesada. Podía oír las malas palabras que salen de su boca, lo que aumenta aún más la puta excitación hasta el cansancio. Si pensaba que sólo ella podía mandar, Sana estaba muy equivocada.

Tenía Jisoo dentro de mí, y con ella las cosas no serían tan fáciles.    

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