Me encontraba tirada en la cama mientras dibujaba y escuchaba música. "Kalashnikov" de Airbag sonaba en mi celular mientras que Harry Styles era dibujado en mi iPad. Al lado mío tenía un paquete con gomitas que iba picando a cada rato.
La puerta sonó y me levanté extrañada. Eran las 6 de la tarde y no esperaba a nadie.
Abrí y vi a Julián con un buzo y una bermuda.
—Hola, Juli. No te esperaba. —Lo saludé moviéndome a un lado para que pudiera pasar.
—Perdona, ¿estabas ocupada? —Habló entrando y sentándose en la cama.
—No, no. Estaba dibujando y escuchando música. —Respondí tirándome en la cama como estaba antes.
—¿Me puedo quedar con vos? —Preguntó acostándose.
—Obvio, negro. No hay drama. —Respondí con una sonrisa. Me incorporé y acomodé la almohada para poder sentarme y apoyar la espalda en la pared. —Tomá, pone lo que quieras.
Le di mi celular con el Spotify abierto y él buscó una canción. Al toque empezó a sonar "Que Bonito" de Banda XXI.
Seguí dibujando mientras que él cantaba a los gritos. Me reí al escuchar cómo desafinaba, pero a él no le importó y siguió cantando.
—¿Quién es ese? —Preguntó mirando el iPad.
—Harry Styles. —Respondí.
—¿El que va a tocar en River? —Me reí y asentí.
—Yo tenía entradas para ir los dos días, pero bueno. Otro día será. —Hablé con un puchero.
—¿Te gusta ese tipo de música? —Preguntó concentrado en el dibujo.
—Sí, igual mi banda favorita es Airbag. Pero suelo escuchar Harry Styles, Coldplay. La verdad que escucho de todo. —Respondí. —Vos sos más cuartetero, ¿no?
—Más vale. —Respondió obvio. —Igual escucho cualquier cosa. A veces los muchachos del Manchester ponen música en inglés y no tengo drama.
—¿Está bueno jugar afuera? —Pregunté.
—La verdad que sí. No se compara con River ni en pedo, pero está bueno. Por suerte me llevo bien con todos, lástima el idioma, el inglés no es mi fuerte. —Respondió riéndose.
—¿Te cuesta mucho? —Pregunté acostándome boca abajo.
—Y... un poco. Entiendo bastante, pero la pronunciación me mata. —Respondió.
—Bueno, pero por lo menos entendés. Si los demás no te entienden, que se manejen. —Hablé.
Julián asintió y se levantó para caminar hacia la heladerita que venía en la habitación.
—¿Puedo agarrar agua? —Preguntó parado, corte Sim.
—No, no podés. —Lo jodí. —Obvio, me traes, porfa.
Julián asintió y sacó una botella de agua, primero tomó él y después me la pasó a mí. Tomé el líquido y se la devolví.
La música se cortó y el tono de llamada empezó a sonar en mi celular. Juli me lo pasó y vi que Enzo me estaba haciendo una videollamada.
—¿Qué onda, negro? ¿Qué pasó? —Hablé atendiendo.
—Nada, me aburro y Valu no me responde. —Respondió. —¿Con quién estás, picarona?
—Con tu amigo. —Respondí mostrando a Julián.
Enzo me miró con la boca abierta re sorprendido.
—Traidor de mierda, me dijiste que te ibas a entrenar. —Habló indignado.
—Y bueno, pasaron cosas. —Habló Julián con una sonrisa inocente.
—Vení si querés. —Le dije a Enzo.
—Bueno, ahí voy. —Respondió para después cortar.
Bloqueé el celular y cerré el iPad, los dejé en la mesita de luz y me acosté cerrando los ojos.
—Qué paja. —Murmuré tapándome los ojos con el brazo.
—Mal. —Respondió Julián.
Nos quedamos en silencio hasta que Enzo tocó la puerta, Julián se levantó y le abrió y Enzo corrió para tirarse arriba mío.
—Salí, pesado. —Lo eché intentando empujarlo.
Enzo se movió y se acostó al lado mío, Julián lo imitó y se acostó del otro lado.
—¿Nos juntamos a hacer nada? —Preguntó Julián.
—A mí me parece un planazo. —Respondí cerrando los ojos.
—¿Me hacés un tattoo? —Preguntó la Araña.
Abrí los ojos y lo miré sorprendida.
—¿Seguro? —Pregunté dudosa.
—Sí, confío en vos. —Respondió asintiendo. —Pero quiero algo chico y poco visible, como para probar.
—Buenísimo. —Acepté emocionada.
Lo que empezó con "quiero algo chico" terminó en un diseño de una araña que cubría casi todo el omóplato.
—Sacate la remera y acostate boca abajo. —Le indiqué mientras preparaba las tintas y la vaselina.
—Bueno Enzo, andate. —Respondió mientras se sacaba la remera y se acostaba.
Solté una carcajada y Enzo puso cara pervertida.
—Qué degenerados. —Hablé.
Repasé una vez más el dibujo freehand en la espalda de Julián y absorbí tinta con la máquina.
—No duele mucho, la sensación es como si te estuvieran cortando. Igualmente, si te duele me decís y paro, ¿sí? —Juli me miró de costado y asintió. —Si te sentís mal, decime así te damos algo dulce.
Julián volvió a asentir y cerró los ojos. Acerqué la aguja a su piel y empecé a repasar las líneas con la máquina.
—¿Estás bien? —Le pregunté mientras seguía tatuando.
—Sí. —Respondió medio dormido.
Sonreí y seguí haciendo mi trabajo. Enzo me cebaba tereres mientras que hablábamos de temas comunes.
—Juli, ¿cómo estás? —Pregunté por milésima vez.
—Bien, Lu. Ya me lo preguntaste un montón de veces. —Se rió.
—No quiero que mi cliente se desmaye. —Sonreí.
—A mí no me preguntaste tantas veces. —Se quejó Enzo.
—Mentiroso, te preguntaba a cada rato porque decías que te bajaba la presión. —Hablé haciéndole montoncito.
Enzo abrió la boca indignado y seguimos boludeando.
En unos 40 minutos, terminé el tatuaje. Le limpié bien la espalda y le puse un film que se lo pegué con cinta alrededor.
—Bueno, esto es así, Juli. El film te lo vas a dejar por una hora más o menos, después te lo vas a sacar y te lo vas a lavar con jabón neutro, no blanco, no con perfume. Solo neutro. Te lo vas a enjuagar bien con abundante agua, ni tan fría y mucho menos caliente, y después te vas a poner la NIVEA de lata azul. —Le expliqué paso por paso.
—¿La qué? —Preguntó confundido.
—Es una crema hidratante para que no se te seque el tatuaje. Yo traje un par, así que ahora te doy una. —Respondí. —Solo te tenés que poner unos puntitos, no sobrehidrates el tatuaje. Esto lo vas a hacer 3 veces por día durante 1 mes o hasta que esté cicatrizado, yo te voy a ir avisando.
Julián asentía a todo lo que yo decía mientras que yo tiraba todo lo usado a la basura. Agarré mi celular y me senté atrás suyo.
—¿Te puedo sacar una foto? —Le pregunté.
—Obvio. —Respondió posando con una sonrisa.
Enzo y yo soltamos una carcajada.
—Al tatuaje, nabo. —Lo di vuelta con mi mano para que me diera la espalda.
Le saqué unas 3 fotos e incluso grabé un video, y después los subí a la historia del Instagram de tatuajes.
"La araña que pica escuché por ahí🕷️
Gracias bebéeee @juliaanalvarez ❤️"
Subí la historia y seguí acomodando todo, hasta que finalmente terminé.
—¿Comemos algo? —Pregunté.
—¿Tenés hambre? —Me preguntó Julián. Asentí con un puchero. —¿Pedimos algo?
Enzo y yo asentimos. Le dije a ellos que pidieran, así mientras me bañaba. Cuando salí, la comida ya estaba en la habitación, así que me cepillé el pelo y me senté en el sillón para empezar a comer.
—Mi mamá me mandó mensaje por el tatuaje. —Habló Julián.
—¿Y qué onda? —Le pregunté mientras tomaba jugo.
—Dijo que le encantó. Y que si ganamos se va a tatuar con vos cuando vayan mis hermanos. —Respondió haciéndome sonreír.
—Bien ahí, decile que la espero. ¿Vos te vas a hacer algo si ganan? —Le pregunté a Enzo.
—Me quería teñir, otro tatuaje más me da paja. —Respondió mientras usaba el celular.
—¿De qué color? —Pregunté.
—Blanco. —Respondió.
—Te va a quedar re bien. —Asentí mientras comía.
Terminamos de comer y los chicos se fueron a sus habitaciones. Yo me quedé tirada en la cama con la música aún puesta.
Me reí al ver mis propias contestaciones, y después apagué la música. Me puse el pijama y me acosté a dormir.