Nuestro último baile - Pedri...

By nuestroultimobaile

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Abril ha conseguido un trabajo como limpiadora en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, donde entrenan los jugador... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capitulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
NOTA DE LA AUTORA

Capítulo 8

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By nuestroultimobaile

Pedri.

La voz de mi representante se cuela tan dentro de mis oídos que poco me falta para echarme a llorar.

No llevo una buena mañana. Nada más despertarme Fer me ha dicho que hasta mañana no va a pasarse por casa porque tiene unos asuntos importantes. He llegado tarde a la reunión pre-entreno y me he tenido que tragar la bronca del siglo por parte de Xavi. Salgo a entrenar y lo primero que veo es a Abril con otro chico. Y ahora esto.

He tenido suficiente ya con Gavi y Ansu riéndose de mí por haberme puesto celoso del mejor amigo de Abril y haberlos mandando a investigar como para tener que soportar más ridiculeces.

Al fin y al cabo sé a lo que me estoy arriesgando, pero yo solo quería pasar un rato con ella para que me arreglase el día.

Suspiro y me separo de Abril lentamente mientras ella mira al suelo avergonzada por la situación. Ni siquiera me despido de ella porque podría empeorar las cosas y supongo que ella lo entederá, así que empiezo a andar en la dirección donde se encuentra Héctor cruzado de brazos y con cara de pocos amigos.

No me dirige una sola palabra, empieza a andar hacia su despacho y yo le sigo por detrás, pero mi mente sigue pensando en Abril. La he dejado sola y estoy seguro de que no soy el único al que van a echarle la bronca.

Se me empieza a formar un nudo en la garganta justo antes de llegar a la puerta de su despacho. La abre y con falsa amabilidad me deja pasar a mi primero. Le hago un gesto con la cabeza a modo de agradecimiento y entro a la sala.

Se me cae el mundo a los pies cuando veo a Xavi ahí sentado porque sé lo que significa. Y el hecho de que ni siquiera me mire solo lo confirma. Xavi ha sido quien le ha dado el chivatazo a Héctor.

- Toma asiento, Pedri. - Héctor se sienta en la silla principal de la sala y espera a que yo me siente en una silla justo al lado de Xavi, en frente del escritorio de mi representante.

Trago saliva mientras el agonizante silencio empieza a incomodarme. Miro al suelo.

- ¿Cuántas veces te he advertido? - La pregunta de mi agente no consigue hacerme responder ni alzar la vista. - Parece que te estás tomando esto como un juego y no estás pensando en las consecuencias. - Al ver que no hay ninguna reacción por mi parte, descarga su enfado dando un golpe brusco en la mesa y consigue llamar mi atención. - ¿Me estás escuchando?

Asiento con la cabeza y me encojo de hombros, con los nervios y el miedo a flor de piel.

- ¿Qué quieres que te diga, Héctor? No sé que tiene que ver mi vida privada en todo esto. - El hilo de voz que sale de mi garganta me quita la poca autoridad que tengo.

- ¿No sabes? Todas tus acciones repercuten al club, Pedri.

Una carcajada débil sale de mi garganta por su comentario.

- Pero al club qué coño le importa si estoy con una limpiadora, con una millonaria o con ocho tías a la vez. Es mi reputación, no la suya.

- No es la reputación del club, pero sí es la mía también. No quiero representar a un mocoso que se va con la primera facilona de turno.

El pudor y los nervios de antes desaparecen, y la rabia empieza a ser más que evidente en mí.

- Si tanto problema te supone te buscas a otro a quien representar y dejas de dar por culo, Héctor. - Casi grito las últimas palabras.

La risa estridente de mi representante aumenta más mi enfado.

- Esto no funciona así bonito, no voy a perder la oportunidad de representar a una de las jóvenes promesas del fútbol español. - Abre un cajón de su escritorio y deja encima de la mesa un papel que parece un contrato. - Este es nuestro contrato donde accedes a que te represente hasta 2026, es decir, hasta que acabe tu actual renovación con el FC Barcelona.

Me acerco un poco para leer las cláusulas y niego varias veces con la cabeza al ver mi firma ahí. Héctor no parece sorprendido por mi confusión.

- Yo no he firmado eso.

- Lo sé. - Dice mi representante. - Falsificar una firma no es díficil.

Miro a Xavi incrédulo.

- ¿Tú lo sabías?

Xavi mueve la pierna nervioso y no responde, pero su silencio me confirma que ha hecho todo esto a mis espaldas. Se me nubla la vista por las lágrimas que están a punto de salir de mis ojos.

- El club estaba mal económicamente y yo he puesto una millonada para que puedan seguir adelante, a cambio yo gano fama y una buena imagen siendo el representante de Pedri. Es un trato justo. - Junta sus dos manos y las apoya encima de la mesa, me mira y yo aparto la vista. - Así que más te vale andarte con ojo y elegir bien tus compañías, vales mucho como para estar con una limpiadora y que revoluciones todos los medios por eso. Avisado estás, si das un paso en falso estás fuera del club. Pero además me encargaré personalmente de acabar con tu carrera.

Termina su discurso, coge el contrato y sale de la sala dejándome a solas con Xavi. El despacho se queda sumido en un silencio abrumador hasta que hablo.

- Eres un traidor.

No puedo evitar que mi primera lágrima resbale por mi mejilla derecha al mirar a Xavi, una persona a la que tenía aprecio y que se había convertido en mi segundo padre.

El entrenador se arma de valor y me mira también.

- Déjame explicártelo, Pedri.

- ¿Explicarme qué? ¿Que me has tratado como si no fuera nada a cambio de dinero? ¿Que esto es lo que haces con el sueño de un niño que llegó aquí con 18 años? - Empieza a temblarme el labio aguantando las ganas de llorar y Xavi hace el amago de hablar, pero sabe que es mejor no decir nada, así que vuelve a cerrar la boca, se levanta y se va, dejándome plantado.

Y entonces rompo yo a llorar.

Rompo a llorar porque lo que pensaba que era una familia para mí me ha vendido. Porque personas que valoraba me han tratado como un simple objeto. Porque yo, sin haberle hecho daño a nadie me siento entre la espada y la pared.

Me limpio las lásgrimas y me dispongo a seguir los pasos de Héctor y Xavi para salir del despacho y justo cuando miro por la ventana puedo ver lo mucho que está lloviendo en Barcelona. El cielo está oscuro, el sonido de la lluvia es fuerte y agresivo y el frío es asfixiante.

Tras ver el mensaje de Gavi avisándome de que volvía a casa con Ansu, me dirijo al vestuario con la esperanza de encontrar a Abril aunque se que no debería ni acercarme a ella, pero nada. No queda absolutamente nadie en el edificio. Nadie, absolutamente nadie me ha esperado.

Otro golpe más.

Salgo con la capucha del abrigo puesta como única defensa ante el diluvio monumental barcelonés hasta que consigo subir al coche.

Arranco y voy camino a casa, pero no puedo evitar que algunas lágrimas rueden por mis mejillas aún. Llevo bastante tiempo con una sensación de angustia que ni siquiera me deja pensar con claridad.

El trayecto se me hace más largo de los normal al ir con cuidado por la carretera que resbala por la lluvia. Pero finalmente llego a casa sano y salvo.

Me debato entre llamar a Fer o no. Tenía unos asuntos importante que tratar según me había dicho esta mañana, pero me falta nada y menos para llamarle y decirle "¿Puedes venir? Necesito un abrazo".

Sin embargo no lo hago porque conozco a mi hermano y se preocuparía tanto que no se centraría en sus cosas. Y eso es lo último que quiero.

Termino de aparcar, salgo de coche y en apenas diez segundos la lluvia ha conseguido calarme por completo.

Estoy a punto de determinar que hoy es el peor día de mi vida hasta que al girarme veo a una sombra sentada en la puerta de mi casa, y no tardo nada es reconocer quién es.

Abril.

Ella se levanta de un salto y viene corriendo hacia a mí empapada, con el pelo chorreando y con la ropa pegada al cuerpo por la lluvia.

Se lanza a mis brazos y la agarro con fuerza en el abrazo más sincero que me han dado nunca. Y puede parecer una tontería, pero el simple hecho de tenerla cerca me reconforta.

La aferro a mí con fuerza hasta que soy consciente de que está tiritando.

- Abril estás helada. - La separo un poco de mí, lo suficiente para poder quitarme el abrigo y echárselo por encima. - ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

Tiritando vuelve a abrazarse a mí mientras le acaricio la espalda con ímpetu en un intento de hacerla entrar en calor.

- Hoy he venido en el coche de Rodri y él ya se había ido así que he cogido un Uber y le he dicho que me trajera aquí. Al conductor no le ha hecho mucha gracia que me quedara en su coche hasta que llegaras, así que he estado aquí esperando bajo la lluvia un buen rato. - Su carcajada restándole importancia a lo que ha hecho por mí provoca que me nazca una sonrisa. - ¿Qué tal ha ido? - Se separa de mí para poder mirarme.

Niego con la cabeza y agradezco la lluvia para que no pueda ver que algunas de las gotas que resbalan por mi cara no son causa de la lluvia, son lágrimas.

- No muy bien. - Suspiro y ella me acaricia el brazo. - Creo que me he llevado la decepción de mi vida.

Resopla y asiente dándome a entender que sabe de qué va la cosa.

- Nuria me ha contado algo por encima después de haberme amenazado de muerte. - Bromea intentando sacarme una sonrisa, y he de decir que lo consigue.

- Lo siento, Abril.

- ¿Lo siento por qué? - Ella frunce el ceño por la confusión.

Meto mis manos en los bolsillos y me encojo de hombros, tratando de encontrar las palabras para explicarme.

- Todo esto es por mi culpa. - La miro - Si no me hubiera metido ese día en el vestuario nunca habrías tenido ningun problema ni te hubieses tragado broncas por mi culpa. - Suspiro.

Ella sonríe.

- Si no hubieras entrado ese día en el vestuario no habríamos llegado a esto, canario.

Consigue restarle importancia a mis problemas y sonrío yo también.

- ¿Con "esto" a qué te refieres? - Sugiero.

- Lo sabes de sobra.

Ambos nos reímos y nos miramos durante un rato.

- ¿Has bailado alguna vez bajo la lluvia?

Niego.

- La verdad es que no. No sé bailar. - Dejo escapar una risa leve y ella me coge de la mano.

- Creo recordar que me pediste que te enseñara. - Su sonrisa provoca la mía.

Tira de mi mano para llevarme justo al centro de la carretera, como si de una pista de baile se tratara.

Coloca sus dos manos en mis hombros y me obliga a colocar las mías en su cintura.

- Ya verás que es fácil, lo vas a pillar en seguida. Tú sígueme.

Le hago caso y trato de seguir sus pasos, manteniendo la concentración en no pisarla y no caerme por el suelo resbaladizo efecto de la lluvia.

En un principio parece que le cojo el truco rápido, pero cuando Abril empieza a hacer sus movimientos más amplios acabo pisándola en un intervalo de 5 segundos al menos 7 veces.

- Madre mía, lo estoy haciendo todo mal.

Provoco su risa y se convierte en mi sonido favorito.

- Es práctica, canario.

Me convenzco de sus palabras y seguimos practicando con pasos torpes hasta que conseguimos compaginarnos sin ningún problema. Nos entendemos perfectamente y los dos empezamos a disfrutar del momento que estamos compartiendo.

Pero en cuestión de segundos Abril se resbala accidentalmente por el suelo mojado y antes de que pueda caer al suelo la atraigo hacia mí en un gesto rápido y fuerte, con mis brazos rodeando su cintura. Sus ojos están fijos en los mios y tiene una sonrisa en la cara capaz de iluminar la oscuridad que nos rodea.

Coloca sus manos en mi nuca y esta vez no me lo pienso dos veces.

Junto nuestros labios con el sonido de la lluvia de fondo repiqueteando en los tejados en una de las noches más frías de Barcelona.

Es un beso lento, lleno de cariño pero lleno de ganas. Lleno de esperanza y de un futuro que tal vez pueda no llegar pero al que me aferro como si fuera un sueño por cumplir.

Nos separamos lentamente, con delicadeza, tratando de no romper nuestro momento.

La sonrío embobado tratando de apartar algunos mechones de pelo que se han pegado a su mejilla.

Abril no puede evitar sonreir de vuelta antes de volver a fundirnos en un beso largo y lento que deriva en otros besos y ganas de más.

Besos y más besos mientras intentamos entrar en el calor de mi casa, que va a convertirse en nuestro hogar. Besos torpes mientras nos vamos deshaciendo de la ropa. Besos en cualquier parte de nuestro cuerpo capaces de sanar heridas y quitar inseguridades. Besos entre gemidos que escriben el principio de una historia que acabamos de crear y de la que nos queda mucho por escribir.

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