Un Villano Amor | Tsukkiyama...

De Lili_Elio

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Una trágica novela verídica no tiene su final tras la muerte del escribano. Yamaguchi transmigra al cuerpo de... Mai multe

Pᴀʀᴛᴇ I
1˦ Dᴇsᴘᴇʀᴛᴀɴᴅᴏ ᴇɴ ᴇʟ Cᴜᴇʀᴘᴏ ᴅᴇ ᴜɴ Vɪʟʟᴀɴᴏ Sᴇᴄᴜɴᴅᴀʀɪᴏ
2˦ Eʟ Vɪʟʟᴀɴᴏ ɴᴏ Fᴜɴᴄɪᴏɴᴀ ᴘᴀʀᴀ sᴇʀ Bᴜᴇɴᴏ
3˦ Lᴜᴄɪᴇ́ʀɴᴀɢᴀs ʏ Cᴀᴍᴇʟɪᴀs ᴘᴀʀᴀ Aᴄᴇʀᴄᴀʀɴᴏs
4˦ Mᴀʟᴀ Sᴜᴇʀᴛᴇ ʏ ᴇʟ Rᴇʏ ᴅᴇ ʟᴀs Dᴇsɢʀᴀᴄɪᴀs
5˦ Pᴀɢᴀ ᴇʟ Jᴜsᴛᴏ ᴘᴏʀ ᴇʟ Vᴀ́ɴᴅᴀʟᴏ I
6˦ Pᴀɢᴀ ᴇʟ Jᴜsᴛᴏ ᴘᴏʀ ᴇʟ Vᴀ́ɴᴅᴀʟᴏ II
7˦ Cɪᴄᴀᴛʀɪᴄᴇs ᴅᴇ Hᴏɴᴏʀ
8˦ Uɴ Iɴᴠɪᴛᴀᴅᴏ Dᴇsᴇᴀᴅᴏ ʏ ɴᴏ Dᴇsᴇᴀᴅᴏ
9˦ Eʟ Aᴅᴏʟᴇsᴄᴇɴᴛᴇ ᴇs ᴜɴ Rᴇʙᴇʟᴅᴇ, Cᴇʟᴏsᴏ ʏ Rᴇᴄᴇʟᴏsᴏ
10˦ Lᴀ Vɪʟʟᴀ Iᴍᴘᴇʀɪᴀʟ I
11˦ Lᴀ Vɪʟʟᴀ Iᴍᴘᴇʀɪᴀʟ II
12˦ Exᴀᴍᴇɴ ᴅᴇ Iɴɢʀᴇsᴏ Esᴄʀɪʙᴀɴᴏ
13˦ Eʟ Dᴇsᴛɪɴᴏ Iʀʀᴇᴍᴇᴅɪᴀʙʟᴇ I
14˦ Eʟ Dᴇsᴛɪɴᴏ Iʀʀᴇᴍᴇᴅɪᴀʙʟᴇ II
Pᴀʀᴛᴇ II
1˦ Pʀɪᴍᴇʀ Aᴍᴀɴᴛᴇ ᴅᴇʟ Hᴀʀᴇᴍ: Eʟ Gᴜᴇʀʀᴇʀᴏ
2˦ Esᴄᴜᴅʀɪɴ̃ᴀɴᴅᴏ ᴇʟ Pᴀsᴀᴅᴏ
Pᴇʀғɪʟ ᴅᴇ Pᴇʀsᴏɴᴀᴊᴇs
3˦ Cʜɪsᴍᴇs ᴅᴇ ʟᴀ Rᴇᴀʟᴇᴢᴀ

Esᴘᴇᴄɪᴀʟ ɪ: Gʀᴀᴄɪᴀs Pᴏʀ Exɪsᴛɪʀ

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De Lili_Elio

*Lᴏs sᴜᴄᴇsᴏs ᴇsᴘᴇᴄɪᴀʟᴇs ᴏᴄᴜʀʀɪᴇʀᴏɴ ᴇɴ ᴜɴ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ ɪɴᴅᴇғɪɴɪᴅᴏ ᴅᴇʟ ᴘᴀsᴀᴅᴏ*

「╥─ ᭄✾ྀ─╥」

Yamaguchi anhelaba el inicio del otoño. Los colores anaranjados son más vívidos y las noches frescas. Pero lo mejor era ver qué los atardeceres eran más largos y tenía tiempo de contemplar el alba.

Había una fecha específica donde preparaba una gran cena y daifuku¹*  con fresas como postre, que había sido el favorito de Tsukishima desde hace un tiempo. Así que Yamaguchi los preparaba para celebrar su décimo cumpleaños. Ya que en este período no existen pasteles para los cumpleaños, Yamaguchi se las ingeniaba para tener un postre elaborado.

—Todo listo. —dijo mientras traía una pequeña vela blanca encendida y la dejaba en la mesa, cerca del plato de daifukus.

—¿Por qué siempre le dejas una vela?

—Una vela es fundamental para pedir un deseo.

Tsukishima fruncía el ceño. Siempre había visto a su maestro como alguien realista más que supersticioso.

—¿Siempre haremos esto para tener deseos?

—Mm... digamos que es una manera de dar gracias porque... has nacido y estás vivo un año más.

—Pero no nací por mi voluntad como para darme las gracias.

Yamaguchi suelta una risilla por esta ocurrencia. El menor no lo había dicho con intención de hacerlo un chiste, aunque dio gracia.

—Si lo piensas bien, tiene sentido. Vivir es una lucha constante. Entonces, yo... Estoy agradecido de que estés aquí.

Hubo un emocionante cosquilleo en el pecho de Tsukishima. Tal vez desde hace un tiempo le estaba ocurriendo, pero hasta entonces notaba una fijación que tenía con el tipo de cuidado y atención que le brindaba el mayor.
Este empezó a respirar lento para calmar sus latidos.

—¿Estás listo?

El mayor preguntó, ansioso por empezar a cantar. Tsukishima se sentó de rodillas frente al manjar y asintió.

—Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños, querido Tsukki. ¡Feliz cumpleaños a ti!

Tsukishima titubeó un momento antes de soplar. Quería pensar en un buen deseo.

—Me gustaría ser escribano con Yamaguchi-san.

Tsukishima apagó la vela.

—¿Eh? No deberías decir el deseo en voz alta. Es secreto.

—Ningún deseo que pedí en secreto se cumplió.

—Que listo. Lo dices para darme más presión y cumplirte el deseo.

Tsukishima no argumentó, en parte era cierto.

«Pensé que no le gustaba la escritura. Aunque... después de verse obligado a ser zurdo, debe ser incómodo.», pensó Yamaguchi.

—¿Vas a comer? —Tsukishima interrumpió su pensamiento.

—Ah, sí.

El pequeño Tsukishima le dio menos parte del postre. Era difícil negociar las fresas con el niño, pero Yamaguchi no le molestaba. Encontraba encantador que un chico tan callado y generalmente serio, tuviera un gusto inclinado a lo suave y dulce.

—Yamaguchi-san. ¿Y cuando es su cumpleaños?

—¿Mm? Buena pregunta...

No sabía si decir la fecha de su vida de origen, ya que desconocía el cumpleaños de esta vida.

—No lo recuerdo.

—¿No?

—Ushijima tal vez sepa algo, no lo sé. ¿Quieres elegir un día para mí?

Yamaguchi sonó muy atrevido, pero no lo decía en serio. El rostro del pequeño Tsukishima se mostró nervioso, como si le hubiera leído el pensamiento.

—De... ¿Debería elegir un día?

Yamaguchi alzó la mirada por la inesperada iniciativa.

—Ah, bueno... Pero hoy no es día de darle cabeza a eso. Sino para ti. Come, come.

Yamaguchi le cubrió la boca con un daifuku.

La idea de que a Tsukishima le interesará celebrar lo mismo para el escribano, le resultaba tierno.

—En un día como hoy, te quedaste a dormir aquí por primera vez. Recuerdo que no fue fácil convencerte. Tenías mucho miedo.

No sabía si Tsukishima lo recordaba bien. No fue hace tantos años, pero Tsukishima era muy pequeño. Fueron buenos tiempos para Yamaguchi.

Aunque la memoria de Tsukishima no era la mejor, escucharlo le hizo tener más claridad.

Elegiría un día para Yamaguchi.

Después de su cumpleaños, el pequeño Tsukishima le daba muchas vueltas al asunto.

Necesitaba un día. Uno en particular, uno que hiciera algo importante memorable. Tal vez en la primera caída de nieve o inicio de la primavera con las camelias, o la llegada del verano. Podría ser a principios de año o un día de festival.

Los días pasaban y más ansiedad le daba.

Pero el día apareció. Por más planes y expectativas, el día se marcaría de la manera menos imaginada.

Había pasado poco tiempo después del cumpleaños. Yamaguchi fingía que estudiaba, pero solo repasaba los acontecimientos que ocurrían en el futuro.

«Tsukishima aún es muy joven para que suceda algo en relación a una pandilla, y ni se diga del famoso triángulo amoroso con la concubina del emperador.»

Alzó la mirada para ver qué hacía el menor; tratando de escribir con la mano zurda torpemente.

«Lamentablemente no puedo garantizar que el amor lo cambie. Y tampoco se le puede castigar a alguien que no ha cometido un delito aún...»

—Hmm...

Yamaguchi pasó las páginas y continuó en sus notas.

«De la historia original, las personas más seguras en confiar probablemente serían... El General Kageyama, Ushijima-san... La concubina de Oikawa de seguro es un ángel de persona; pero involucrarse con ella sería meternos en el lío del triángulo amoroso y no queremos eso. Ya bastante es relacionarme con Tsukki.»

Volvió a levantar la mirada al más joven. Tsukishima se veía muy aburrido de practicar su caligrafía.

«Si llegara a ser escribano sería un milagro. Lo haría menos peligroso.»

—Ah. —soltó Tsukishima con poco entusiasmo después de derramar la tinta por accidente.

—¡Levántalo rápido! Es el último de repuesto que tenía.

No se logró salvar y las manos del pequeño Tsukishima quedaron manchadas.

—Ve a lavarlas rápido para que no se queden manchadas. ¡Corre!

Tsukishima hizo caso. Mientras, Yamaguchi limpiaba el desastre.

—No puedo quedarme sin repuesto. Tsukki, te daré monedas para que puedas comprarme dos al menos.

Ya que había sido por su causa, Tsukishima no pudo protestar mucho así que tomó las monedas, un bolso de tela y fue a comprar más tinta. Después de acompañar a Yamaguchi tantas veces cuando necesitaba comprar materiales, no tenía problemas con ir solo aunque rara vez andaba por sí mismo.

Sabía que en esta ocasión, era un tipo de castigo suave por derramar la tinta del mayor.

—Para dos tintes. Es todo.

Tsukishima dió el pago debido, guardó las tintas en el bolso y salió.

De camino, reconoció a dos niños corriendo por los tejados y ningún adulto los había notado.

—¿Qué están haciendo?

Eran los menores del clan Bokuto, uno el hijo menor de la familia y el otro su mejor amigo. Según sabía, cada hijo del clan tenía un tipo de compañero sirviente desde joven. Como un guardaespaldas. La familia Bokuto conoce su reputación y le es fácil hallar y entrenar gente que pierda la cabeza para protegerlos.

Y con lo energético y problemático que era el pequeño Bokuto Kotaro, le urgía alguien que neutraliza su personalidad. Es aquí donde su único y mejor amigo estaría tomando el rol guardián, Akaashi Keiji. A pesar de ser un año menor, Akaashi era un niño más tranquilo, pero está aprendiendo a ser lo suficientemente ansioso para frenar a Bokuto antes de que se meta en problemas graves.

En vez de continuar el camino a casa, Tsukishima fue mordido por la curiosidad y los siguió.

—¡Ahora sí! ¡No más prácticas! Vamos,  Akaashi.

—Si hablas tan alto podrían...

Ambos se demoraron un poco en notar la presencia de Tsukishima.

—¡Tsukishima!

Kotaro reaccionó igual de eufórico, abalanzándose a un incómodo abrazo mientras Tsukishima trataba de no soltar el bolso.

Desde hace un tiempo se han estado viendo. Aunque al principio no se llevaban del todo bien, los encuentros los juntaron más.

—¿Qué haces por aquí?—preguntó Kotaro.

—¿Estás solo? —siguió Akaashi. Era con quién mejor conversaba Tsukishima.

—Mhm. Salí a comprar algo para mi maestro. Me está esperando.—explicó Tsukishima.

—¿Tu maestro fue el que habló con mi papá o el más joven?

—El más joven... Por cierto, ¿qué le regalarían a un maestro?

Los dos amigos se miraron, y Kotaro se apresuró en responder.

—¡Yo sé qué!

Este fue a una tienda de dulces.

—Es el regalo perfecto.

—Perfecto para ti... —reclamó Akaashi.

—Debe ser algo más adulto.—especificó Tsukishima.

Entonces fueron a lo que para Kotaro era más "adulto".

Una tienda de accesorios femeninos... Habían perfumes, joyas y prendas de cabello. Un aire más romántico. Era lo único que había visto Kotaro como obsequio debido a sus dos hermanas mayores.

—¡Aquí!

El pequeño Akaashi estaba inquieto, pero no sé atrevía a juzgar las malas sugerencias de su amigo.

—No voy a preguntar porque sugeriste esto...

Tsukishima tampoco andaba con prejuicio, siquiera tenía la menor idea de qué se obsequia usualmente entre adultos. Por ello, no le molestó mirar alrededor.

Entre las esencias aromatizantes, Tsukishima vio unas velas.

Recordó las palabras de Yamaguchi diciendo "Una vela fundamental para pedir un deseo".

Su corazón palpitó con emoción. Sintió que había hallado algo bueno.

Akaashi notó su fijación por esto.

—¿Unas velas?

Tsukishima sacó el sobrante de monedas del bolso sin saber cuánto era el costo. Los niños preguntaron si lo que tenían era suficiente, pero el pago era más.

De improviso, se asomó un hombre dando las monedas. Era el señor Bokuto.

—Yo lo pagaré.

Los tres niños se giraron con espanto. Kotaro y Akaashi porque fueron los que se fugaron de los entrenamientos de Kotaro, y Tsukishima tras conocer el poder violento que es capaz de ejercer. No olvidaba que era el culpable de las cicatrices en la espalda de Yamaguchi.

Pero el líder Bokuto se presentaba extrañamente amable frente a los niños en público.

—Asi que ustedes dos andan dando vueltas con Tsukishima... Ten, el regalo.

Bokuto obtuvo la pequeña caja de tres velas y lo miró intrigado. Dejó el obsequio en las manos de Tsukishima, sin parar de sostenerlo.

—Aquí. Mantengamos esto en secreto como prefiere el escribano.

Aunque no lo entendiese del todo, Tsukishima sabe que hay un significado más allá en sus palabras. No solo un regalo, sino toda la relación a escondidas que debe mantener Tsukishima con ellos.

—Papá... ¡Agh!

Kotaro fue tomado de la muñeca a rastras, dejando a Akaashi atrás.

—Bueno... Suerte con el regalo.

—¿Los van a castigar?

—De seguro. Más a mí... Nos veremos otro día.

—Sí.

Tsukishima los observó marcharse. Veía a Kotaro y a Akaashi diferentes a los del clan Bokuto. Eran solo niños y aún no se apegaban a las obligaciones y el fuerte carácter del líder del clan.

Tsukishima no podía darse más demora  y se marchó de regreso con el bolso bien cuidado en sus manos. Estaba satisfecho con haber hallado un buen detalle para Yamaguchi.

De camino, ya empezaba a caer una suave lluvia.

En la choza, Yamaguchi ya se había preocupado por la demora, así que salió de la casa cubriéndose con un paraguas. Al mismo tiempo, ya se veía a Tsukishima corriendo de vuelta y se toparon de paso.

—¡Corre, corre!

Yamaguchi lo cubrió bajo el paraguas. Mientras ambos se movían rápido a la casa, Tsukishima tropezó, perdiendo su sandalia y Yamaguchi no se aguantó la risa de verlo casi comerse el suelo.

—¿Estás bien? Ya te tengo.

Ambos se desplomaron cansados sobre las escaleras. Al fin salvos de la lluvia.

—No es tan fuerte la lluvia. De verdad me sorprendió que lloviera en plena luz del día.

Tsukishima no respondió, apenado por haber perdido la sandalia.

—Ya voy por ella.

Yamaguchi se movió bajo la lluvia, sin importarle retomar el paraguas. Retomó la sandalia y caminó de vuelta, sintiendo la lluvia tan plácida y bella.

No sabía si era por estar en un cuerpo de 16 años, pero le despertó una chispa infantil de quedarse allí. Le lanzó la sandalia a Tsukishima y luego lanzó los suyos para estar descalzo.

—¿Haz jugado bajo lluvia?

—¿Jugar? —Tsukishima no entendía. Tanto la lluvia como la nieve solo eran climas que antes le habían hecho mal.

—Correr o brincar en los charcos.

Yamaguchi enrolló los pantalones más arriba del tobillo. No estaría mal si aún tiene esos 16 años. No todos tienen la dicha de gozar una infancia y adolescencia dos veces.

Tsukishima lo vio saltar los charcos sin ver el sentido de lo que era mojarse y ensuciarse, pero el mayor parecía divertirse.

¿O estaba volviéndose loco?

—Y está fría. —agregaba con los dientes temblando, sin dejar la sonrisa.

El frío es horrible. ¿Cómo podría Tsukishima disfrutar tan molesta y dolorosa sensación?

Pero se dió la oportunidad. Se puso en pie y caminó bajo la lluvia. Era incómodo, pero se distraía fácil con la felicidad del mayor.

—¿Recuerdas que te enseñé a jugar atrapadas?

Le siguió el juego a Yamaguchi. Jugar a las atrapadas era difícil al resbalar por la lluvia, pero tener caídas eran las carcajadas de Yamaguchi. Terminaron sucios y empapados. La lluvia no había cesado hasta tarde.

Ambos entraron y Yamaguchi fue a calentar el agua.

—Vamos a bañarnos.

Para ese tiempo, aún se duchaban juntos y estaban bien. Aprovechaban para lavarse los cabellos. Una vez que terminaron, Yamaguchi regresó a su escritorio para escribir antes de que anocheciera.

— Ah... Así que en un día como este, caí en el río. —habló para sí mismo.

—¿Yamaguchi-san?

Yamaguchi Cerró de golpe su diario.

—¿Mm? Ah. ¿Traes las tintas?

Tsukishima asintió y se hincó al otro lado del escritorio de Yamaguchi. Sacó las tintas y luego le mostró las velas. Con respeto, bajó la cabeza y le extendió la caja.

—Quería regalarte algo bueno para darte las gracias. Por favor, acéptalo.

Yamaguchi se sorprendió y conectó los hilos.

—Ahh, así que por esto demoraste en llegar. ¿Es para cumpleaños?

Tsukishima asintió.

—Esta bien. Sostenlo.

Yamaguchi se puso en pie y fue a buscar fuego de otra lámpara.

Yamaguchi sostenía la vela nervioso. Su corazón latía con fuerza.

¿Fue buen regalo?

Yamaguchi regresó para encender la vela y la retomó en sus manos en silencio unos segundos.

—¿Entonces...?

No terminó de preguntar, Tsukishima había entendido. Empezó a cantar en voz baja, completamente tímido y nervioso.

—Cumpleaños a ti... Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños Yamaguchi-san. Feliz cumpleaños... A ti.

La mirada de Yamaguchi había quedado congelada frente a él. Sentía que algo estaba haciendo bien como para que, en esta vida, Tsukishima le quisiera tanto. Se conmovió.

Tenía un suave rubor en las mejillas y la mirada cálida junto con sus sentimientos. También se tomó su tiempo para pensar en un deseo y está vez no lo haría según su propia superstición.

Lo diría en voz alta.

—Deseo... que Tsukki conserve un buen corazón en el futuro.

El pequeño sintió que aquellas palabras era una dulzura exagerada. Sintió un molesto calor en el rostro.

—¿Eh?

—Guarda el buen corazón que tienes. Tú también mereces ser amado.

ɢʟᴏsᴀʀɪᴏ
───────────────────

¹*Daifuku; un pequeño mochi redondo relleno con un relleno dulce. En este caso de fresa porque es el favorito de Tsukishima.

ɴᴏᴛᴀ
En vez del especial de 1 año, es el especial de "Gracias a todos los que esperaron siglos la actualización sin morir" 😂😂😂.

Son grandes. 🫶🏻

Releyendo y recordando la historia, la razón por la que Tsukishima se envuelve en el clan empieza por sucesos que ocurrieron desde el capítulo 7.

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