LEONE CARUSO ©

By alegcl

249K 15.7K 2.3K

Libro I de la saga "Tentación Italiana". Leone Caruso. Alto, guapo, ojos café, siempre vestido con uno de sus... More

PRÓLOGO
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61 (Maratón 1/3)
62 (Maratón 2/3)
63 (Maratón 3/3)
64
65
66
67
68
69
70
71 (FINAL)
EPÍLOGO
2º LIBRO

29

3.3K 230 15
By alegcl

LEONE

La pregunta salió de mi boca sin que mi cerebro la hubiera procesado. Tenía dudas, lo notaba. Por eso lo hice. No quería exponerla a estos peligros, había estado en el hospital dos veces por mi culpa. Me apoyé en el lavabo con los brazos cruzados mientras frotaba mi frente. Lo único que quería era hacerla feliz, era el amor de mi vida. Pero no quería que se repitiera la historia.

Notó mi estado de ánimo, poniéndose delante de mí. La miré a los ojos, conectados. Estaba preciosa. Tenía un vestido negro de verano con una abertura en la pierna que dejaba bastante a la vista, pero no me importaba. Nunca me importó lo que llevara una mujer, al contrario. Me gustaba que presumiera su cuerpo si se sentía cómoda con él. Si fuera al contrario, la ayudaría a eliminar esas inseguridades. Y yo sabía que Emma las tenía.

—¿No te gusta el vestido? —Dijo poniendo sus manos en mis hombros. Puse las mías en sus caderas automáticamente.

Negué con la cabeza.

—Al contrario. Me encanta.

—¿Y por qué estás así? —Preguntó preocupada.

Solté un suspiro, cerrando los ojos y echando mi cabeza hacia atrás. No sabía qué hacer. Sinceramente yo también empezaba a dudar de este compromiso. No por el amor que sienta hacia Emma, que es inmenso, sino por su seguridad. Principalmente por su vida. Un silencio incómodo nos inundó. Necesitaba pensar. No podía estar así delante de mi prometida si estaba dudando sobre la boda, no era sano para ella. Lo que provocaría sería una discusión o incluso la anulación total. Debía irme de aquí.

—Debo irme. Me están esperando.

Los ojos de Emma se abrieron como platos, sus cejas se arquearon y una expresión de decepción adornó su rostro. Abandoné mis manos de su cadera y salí del baño, tocándome la cara con ambas manos y frotándola desesperadamente. Emma se había quitado los tacones, notaba como me seguía por detrás. La sala estaba prácticamente a oscuras, únicamente iluminada por la luz de la luna que atravesaba el ventanal del salón. Mi novia se había quedado apoyada en la pared, mirando el reflejo de la luna en el suelo de madera. Su expresión me lo dijo todo.

—Emma, per favore... No estés así...

—¿Y cómo quieres que esté? —Preguntó acercándose a mí. Ahora la veía más enfadada que triste. Joder...—. Vienes a por mí a la discoteca después de semanas sin verte. Pegas una paliza a ese tal Carlo, me curas la herida y ahora quieres irte de aquí tan pronto como has entrado sin saber lo que te ocurre. ¿No serás tú el que quiere anular el compromiso?

Me quedé callado. Me dejó sin palabras y su pregunta me pilló desprevenido. Yo quería casarme con ella, joder. Pero lo que no quería era que la mataran por mi culpa.

—Yo... —Esperó mi respuesta, pero no pude darle ninguna. Me había quedado en blanco.

—Lo suponía. —Vino hacia mí, quitándose el anillo del dedo. Me lo tendió con dos dedos para que lo cogiera con mi mano. Me quedé pálido.

—Póntelo. —Dije firme. De un momento a otro me empezaría a temblar la voz. Ella negó con la cabeza—. Emma, joder... Entiéndeme. Casi te matan por mi culpa, Carlo va a por ti ahora... No quiero que te ocurra nada malo.

—Entonces abandóname como lo hizo mi padre. Vete a Italia y así me dejarán en paz.

—No lo harán, joder...

—Cógelo. —Dijo, su voz ya estaba temblando y sus ojos estaban llorosos.

—Emma... Póntelo, per favore... (por favor)

—¿Por qué? ¿Tiene un GPS o algo así y por eso sabías dónde estaba? —Preguntó con sarcasmo. Suspiré porque me había pillado y no se lo creía, pero mi expresión resolvió sus dudas. Joder... —Esto es increíble.

La ojiverde dejó el anillo en la mesa que teníamos al lado y subió enfadada por las escaleras sin decir nada más. Froté mi cara con ambas manos. Cogí el anillo, abrí la puerta y me dispuse a irme de allí. Salva me impidió poner un pie fuera de la casa, porque me empujó hacia dentro con la mano en mi pecho.

—¿Qué coño haces, Leone? —Salva me interceptó. Su expresión era de decepción pura, mezclada con una pizca de cabreo—. ¿No la querías tanto? ¿No tenías tantas ganas de verla? ¿Y ahora qué? ¿Renuncias sin más? Este no es el Don que me enorgullece tanto.

—No puede morir por mi culpa, Salva.

—Ahora mismo la has matado por dentro. Estoy escuchando sus llantos desde aquí.

Me quedé callado y me acerqué a las escaleras. La habitación de Emma estaba cerca porque sí, se escuchaba a alguien llorando. Pasé mis manos por el pelo, tirando de él intentando pensar qué hacer.

—No sé qué hacer, Salva.

—¿La quieres?

No dudé ni un segundo la respuesta.

—Sí.

—Pues ve a por ella. Nosotros nos vamos. —Dijo dirigiéndose a la puerta.

—¿A dónde vas? ¿Cómo voy al hotel?

—Creo recordar que tú no reservaste habitación para ti. A Dickens le dijiste que íbamos a hospedarnos nosotros, no tú. Te quedas aquí.

Salva no dijo absolutamente nada más. Valentino, que también había entrado, sonrió satisfecho con la decisión de Salvatore y ambos salieron de la casa. Miré hacia arriba, hacia las escaleras. Debía ir a por ella, joder. Era el puto Don de Apulia, era un hombre valiente y decidido.

Subí los escalones de dos en dos. Busqué la puerta de la habitación de Emma. Realmente no sabía cuál era, así que pegué la oreja a cada una de ellas hasta que el sonido se intensificó en una de ellas. Me sorprendía que nadie se hubiera despertado con el lío que estábamos montando. Toqué la puerta con la punta de mis dedos, provocando que el llanto cesara un poco. Emma me había escuchado.

—Vete. —Dijo suavemente para no despertar a su familia. No dije nada y abrí la puerta sin previo aviso. Emma estaba hecha una bola bajo las sabanas con la cabeza apoyada en la almohada. Cerré la puerta a mis espaldas y saqué el anillo de mi bolsillo—. He dicho que te vayas. ¿Ahora eres sordo?

—Emma escúchame.

—No, vete. —Dijo con voz llorosa.

No la obligué a que se diera la vuelta y me mirara. En cambio me había sentado en la cama, dejándola su espacio, y comencé a hablar.

—Cuando me avisaron de que Adriana no aparecía en la mansión me temí lo peor. —La castaña no me miró directamente, pero noté como se movía para escucharme mejor mientras lloraba—. Había acertado. La había pasado algo, la habían secuestrado y finalmente la mataron. No puedo volver a pasar por ese dolor. No puedo verte morir Emma.

Se encogió aún más bajo las sábanas, prácticamente tapando su cabeza con ellas. No sabía qué más hacer. Me levanté, dejé el anillo sobre su mesilla y me dirigí a la puerta. Estaba claro que no iba a dirigirme la palabra. Salí al pasillo, pero una mano me sujetó la muñeca. Me giré y vi la cara mojada de Emma por las lágrimas. Tenía el maquillaje hecho un desastre, pero aún así estaba preciosa.

—Quédate.

Sonreí ante su cambio de opinión. He de decir que me gustó, pero me adentré aún más en el pasillo. Su cara reflejaba pánico porque pensaba que iba a irme. La agarre la otra mano vendada con mucho cuidado para que me acompañara de nuevo al baño. Saqué una toalla y un poco de jabón y lavé su cara para dejarla libre de lágrimas y maquillaje.

Grazie. (Gracias). —Dijo sorbiendo la nariz cuando terminé.

Prego. (De nada). —Una pequeña sonrisa apareció en su rostro

Nos dirigimos de nuevo a su habitación. Aún tenía el vestido de noche puesto, y sabía que la estaba incomodando cada vez más.

—¿Puedes...? —Carraspeó. Sonreí ante su inocencia—. ¿Puedes darte la vuelta?

Hice lo que me pidió, aún con una sonrisa en los labios y los brazos cruzados sobre mi pecho. Era increíble cómo está mujer era capaz de darme órdenes y que las cumpliera sin rechistar. Me tenía hipnotizado.

—¿Quieres comer algo? —Pregunté mirando a la puerta. No respondió, solo escuchaba el sonido de su vestido cayendo al suelo.

De repente, unas manos me rodearon el abdomen con el anillo de compromiso puesto en el dedo anular de la derecha. Me tensé al instante. Mis brazos se colocaron a ambos lados de mi cuerpo, mientras notaba un pequeño cuerpo pegado a mi espalda. Me di la vuelta, lentamente, para encontrarme a mi prometida con tan solo la ropa interior de abajo puesta. Tragué saliva mientras suspiraba pesadamente. Mi corazón latía como loco.

—Eres el mejor hombre que ha aparecido en mi vida, Leone. Pero no quiero que sigas temiendo así por mi vida. Yo te elegí a ti, sabía dónde me metía y no voy a cambiar de opinión.

No pude aguantar más. Me abalancé sobre sus labios. Me correspondió al beso al instante mientras pegaba su cuerpo cada vez más al mío. Notaba como mi pantalón estaba a punto de estallar. Emma rompió el beso y aproveché para quitarme la camiseta. Ya me vio así una vez, pero no con el vendaje puesto. Ahogó un grito, horrorizada.

—¡Leone! ¿Cómo no me habías dicho que estabas herido? Joder, túmbate en la cama.

—Estoy perfectamente, amore.

—No quiero hacerte daño.

—Tú nunca me harías daño. Además, lo que tengo que usar ahora está más abajo.

Besé su cuello con fiereza. La necesitaba. Realmente necesitaba tocarla. Estaba nerviosa, lo notaba.

—No vamos a hacer nada que tú no quieras. —Dije para tranquilizarla.

Lo único que hizo fue abalanzarse sobre mis labios, abriéndose camino hacia mi boca con su lengua. Dios, esta chica besaba muy bien. Agarré sus piernas para que las envolviera en mi cintura. La tumbé en la cama con cuidado. Acaricié su pierna y poco a poco fui metiendo la mano bajo su ropa interior. Se la escapó un gemido, pero la callé con un beso.

—No hagas ruido. Nos van a oír.

Ella asintió, avergonzada. Reí y ella, divertida, me tapó la cara con las manos por lo nerviosa que estaba.

—Para de mirarme así, Leone.

—¿Así cómo? —Pregunté riendo.

—¡Así! —Dijo tapándose la cara con las manos. En ese momento introduje un dedo dentro de ella. Se destapó la cara para mirarme, mordiéndose el labio.

—¿Como una dea (diosa)? Lo eres, amore.

—Dios... —Arqueó la espalda cuando incrementé el número de dedos.

—¿Quieres algo más? —Pregunté de nuevo.

Ella asintió, sin aliento. Estaba tan excitada que no la salían ni las palabras. Me quité los pantalones y la ropa interior, quitando la de ella también. Ambos estábamos como Dios nos trajo al mundo, era una mujer espléndida. Tenía un cuerpo de infarto. Por muchas inseguridades que tuviera siempre será una dea (diosa) ante mis ojos. Me coloqué el preservativo y la miré, esperando su aprobación.

—¿Cómo lo quieres? —Pregunté.

—¿Qué? —Preguntó ella desorientada.

—No quiero hacerte daño. —Repetí lo mismo que me dijo ella antes por mi abdomen. En este caso, ella era más importante.

—No sé...

Me introduje dentro de ella sin decir nada más, despacio, tanteando su expresión. Lo menos que quería era lastimarla en este momento tan íntimo. Llevaba esperando esto mucho tiempo, pero quería que fuera ella la que diera el pistoletazo de salida. Ella mandaba para esto, lo tenía bien claro. Soltó un gemido amortiguado porque se mordió el labio para no gritar. Joder...

—¿Tutto bene? (¿Todo bien?) —Pregunté besando su hombro y sus labios. Ella asintió enredando sus piernas alrededor de mi cintura.

Aceleré el ritmo hasta tal punto que tuve que tapar la boca de Emma con la mano para que no se despertasen ni su madre ni su hermano. Poco a poco fui decelerando, no quería que esto terminara tan rápido. Ojalá este momento fuera eterno, aunque todos sabemos que terminará tarde o temprano.

—Leone... —Dijo Emma cogiendo mis mejillas con sus pequeñas manos. Acarició mi barba que hacía tiempo que no me afeitaba. Hice un movimiento con la cabeza, invitándola a hablar—. Hazlo como antes...

Sonreí de forma pícara. Sabía que la gustaría, no lo hice por puro instinto animal.

—Como desee, futura señora Caruso.

Hice lo que me pidió y la besé hasta que soltó un pequeño grito. Era lo que habíamos estado intentando evitar desde que comenzó esta fantasía, pero he de reconocer que me excita verla gritar, verla disfrutar así. Porque el que hace que ella esté así soy yo. Solo yo.

Cuando terminó, muy a mi pesar, nos quedamos varios minutos tumbados mirando al techo. Yo acariciaba su brazo, mientras ella apoyaba la cabeza en mi pecho. Le di un beso en el pelo y acaricié sus cabellos rizados.

—¿Quieres darte una ducha? —Pregunté. Ella alzó la mirada, levantó una ceja y sonrió de forma pícara.

—¿Acaso me está pidiendo una segunda ronda en el baño, señor Caruso?

Me moví para ponerme encima suyo. Ambos estábamos desnudos, y me encantaba verla así. También me gustaba ese lado pícaro viniendo de ella.

—No lo había pensado, señorita Sorrentino. Pero he de reconocer que no me parece una mala idea.

Besé sus labios lentamente, cargado de puro deseo.

—¿A qué esperas, Leone?

Me levanté y la ayudé a levantarse. Cogí sus muslos y los enrollé alrededor de mi cintura. Cogí otro preservativo de la mesa de Emma y fuimos al baño. La dejé en el suelo cuando entramos, para poder abrir la ducha y poner el agua caliente. Ella entró sin avisar, mojando todo su cuerpo con el agua que caía de la alcachofa. Dios... definitivamente era una dea (diosa) italiana. Admiré su cuerpo mientras se duchaba. Me coloqué el preservativo y, como os podréis imaginar, comenzó la segunda ronda de sexo contra la pared del baño.

Fue una de las mejores noches de mi vida.

Continue Reading

You'll Also Like

17.5K 2K 32
☁︎ ☁︎ ↪️ ‼️ ᵇˡᵘᵉ ˡᵒᶜᵏ × ᶠᵉᵐᵃˡᵉ ᵒᶜ (ʳᵉᵃᵈᵉʳ)⚽‼️🌷 ☁︎ _⁠_⁠_⁠_⁠_⁠_⁠_⁠_━⁠☆゚⁠.⁠*⁠・⁠。゚━⁠☆゚⁠.⁠*⁠・⁠。゚*⁠・⁠゜゚↝ ☁︎ 🛸   🌎 ° 🌓 • .°•  🚀 ✯ ...
648K 32.2K 37
🌪️⚜️ / 𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌.... 𝐚 𝐭𝐡𝐞 𝐯𝐚𝐦𝐩𝐢𝐫𝐞 𝐝𝐢𝐚𝐫𝐢𝐞𝐬 𝐟𝐚𝐧𝐟𝐢𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧 ꒱ ❝ 𝘺𝘰𝘶'𝘳𝘦 𝘵𝘢𝘬𝘪𝘯𝘨 𝘮𝘺 𝘩𝘦𝘢𝘳𝘵, 𝘣𝘺 𝘴𝘵𝘰𝘳𝘮 𝘐...
24.1K 1.8K 36
leer si quieres saber
104K 6K 66
"Ella es el comienzo y ella es el final. Ella comenzó a trazar su camino al lugar que él pertenece y solo ella puede terminarlo. El pasado vivirá co...